―No sé preocupe, regresare en un momento. Muchas gracias, señor―Agradecio antes de salir corriendo acompañado de su balón.

Estaba emocionado. Después de un arduo entrenamiento por la mañana, su entrenador le había dado permiso para salir a explorar la ciudad. Corrió a su habitación, agarró su balón y salió disparado del hotel con una sonrisa radiante en el rostro.

El sol de verano brillaba sobre la ciudad mientras el pequeño castaño se adentraba en las bulliciosas calles de la metrópolis. Sus ojos curiosos recorrían cada rincón, absorbiendo la energía y el ritmo frenético de la ciudad. 

Cada lugar que visitaba tenía su propia historia, y Tsubasa no podía evitar detenerse para observar y reflexionar. Pasó por el Parque Ueno, donde admiró los hermosos cerezos en flor y se maravilló con la calma que reinaba en medio del caos urbano. Luego, se dirigió al barrio de Akihabara, el paraíso de la tecnología y los videojuegos. Los coloridos letreros de neón iluminaban las calles, y no pudo evitar emocionarse al ver tantas tiendas repletas de gadgets y figuras de anime.

―¡Increíble! ¡Esto es como un sueño hecho realidad!―Exclamó con los ojos brillando de emoción.

Continuó su recorrido hasta llegar al famoso cruce de Shibuya, donde la multitud se agitaba como olas en el mar. Se detuvo en el borde del pavimento y observó maravillado cómo cientos de personas cruzaban las calles en perfecta armonía.

―¡Guau, esto es asombroso!―murmuró, maravillado por la energía que emanaba de ese lugar.

A medida que avanzaba, Misaki menor no pasaba desapercibido. Su uniforme del Nankatsu y su balón atraían miradas curiosas y sonrisas de admiración. Algunas personas lo reconocían y lo saludaban con entusiasmo, lo que hacía que el infante se sintiera aún más emocionado. 

Después de un par de horas explorando, se detuvo frente a un pequeño puesto de ramen en una callejuela tranquila. El delicioso aroma que flotaba en el aire lo atrajo como un imán, y no pudo resistirse a entrar y pedir un plato humeante de fideos.

―¡Esto es lo mejor que he probado en mi vida!―Declaró con una sonrisa de satisfacción mientras saboreaba cada bocado.

El tiempo pasó volando mientras Tsubasa exploraba Tokio, pero finalmente recordó la advertencia de su entrenador y decidió regresar al hotel. Con pasos ligeros emprendió el camino de vuelta, prometiéndose a sí mismo que volvería a explorar la ciudad en otro momento. Tal vez para esa ocasión lleve a Taro con él.