A Jin le habían dado un pase para que, si quería, pudiera quedarse todo el día en la cabaña.

Como Jungkook era uno de los cuidadores, también podía quedarse con él, usando el mismo pase.

Pasaron la noche abrazados al otro, durmiendo cómodamente, hasta que la luz entraba en demasía por las cortinas de las ventanas, lo que hizo a Jin despertarse.

Frotando sus ojitos, vió a Tae, quien disimulaba no tener el celular con la cámara apuntando en su dirección.

Rodó los ojos, seguía irritable por el dolor, aunque era muchísimo menos que ayer.

Se levantó un poco y eso fue suficiente para que Jungkook se despertara, vio a Jin, quien hizo unas señas y señaló a Taehyung.

— Cobramos por las fotos— habló, su voz salió ronca.

Taehyung rió.

— ¿Tú, cobrar? Sí, seguro. Regalada.

— Tu madre es la regalada— contraatacó—. Y tú eres adoptado.

Taehyung fingió comenzar a llorar exageradamente.

— Ya, suficiente— Tae detuvo su actuación—. ¿Vienen a desayunar?

Jungkook le dedicó una mirada a Jin, quien se encogió de hombros.

— Los vemos en un rato, vayan si quieren— contestó el rubio.

Ayudando a Jimin bajar la rampa, se fueron, cerrando la puerta detrás de ellos.

— No tengo hambre— habló Jungkook, recostándose de nuevo en la cama.

Jin negó, dando a entender que él tampoco tenía ganas de un desayuno.

— ¿Nos quedamos aquí todo el día? — preguntó Jungkook, con una sonrisa ladina.

Jin sonrió, asintió con ganas.