❝ นางฟ้า ❞
—¡Es tan lindo~! —exclamó Jihyo con ojos soñadores. Yoongi y Jimin la miraban con gracia; divertidos por la emoción que desbordaba.
Seokjin hizo una mueca con los labios, dudando si esa criatura era tan linda como su madre decía. Un puma de gran tamaño, negro como el azabache y ojos rojizos, además de unas habilidades que un felino no debería de tener. La recreación mental que se hacía de Tragus no era nada linda, a su parecer.
—Estoy feliz que te haya gustado —comentó sin más, no queriendo contradecir a la mujer—. ¿Y a la otra chica simplemente la dejaron ir?
Yoongi chasqueó la lengua. —Tu mejor amigo abogó por ella —miró de reojo a Jimin, quien sonrió inocentemente.
—Suponía que algo así pasaría. Era predecible, la verdad.
—De todos modos no saldrá ilesa. Ya sabe de su castigo y créeme, no le quedarán ganas de meterse en algún otro problema.
Seokjin asintió y —muy en su interior— se sintió satisfecho con esta información.
La puerta de la oficina de Yoongi se abrió y por ella entraron Namjoon y Hoseok, que habían salido a buscar algunas cosas para picar. Las dejaron en la pequeña mesa que ahí se encontraba, para después tomar asiento en el único sofá individual que quedaba disponible; Namjoon en sillón y Hoseok en uno de los posabrazos.
—¿Se quedará por más tiempo, madre? —cuestionó Hoseok.
La mujer negó. —Debo irme, cariño. Llevo dos días aquí y no puedo dejar el cielo por tanto tiempo.
Jimin, que de encontraba sentado a su lado, se apoyó en ella y la abrazó, siendo correspondido por Jihyo.
—¿No puedes quedarte un poco más?
—Lo siento, Minnie, pero debo irme. Puedes irme a visitar las veces que quieras —miró a los demás y sonrió—. Todos, de hecho. Solo envíen una carta y abriré mis puertas para ustedes.
—¿En serio? —preguntó Namjoon con sorpresa, a lo que Jihyo asintió.
—¡Eso es genial! Ya quiero jugar otra vez entre las nubes.
Dios rió enternecida al ver la emoción de Hoseok. Respiró hondo antes de mirar a Yoongi, quien se mantenía con la mirada seria. —¿Ya le has dicho a Jimin?
El nombrado miró a Yoongi curioso, sin saber de qué hablaba su madre. El mayor dejó un beso en la frente del Ángel y negó.
—¿Decirme qué? ¿Sucede algo malo?
—No, amor. No es nada malo, es algo que he estado pensando y se lo comenté a Jihyo como favor.
—Nosotros los vamos a dejar a solas para que hablen mejor —habló Jihyo, levantándose del sillón y haciéndole señas a los otros tres chicos para que salieran junto a ella.
Una vez estuvieron a solas, Yoongi tomó las manos de Jimin entre las suyas y las llevó a sus labios, besando el dorso de cada una.
—Yoonie, dime qué sucede...
—Sé que entre nosotros todo está bien ahora, pero es inevitable para mí no sentirme mal por todo lo que te causé al no querer escucharte, al confiar en alguien más antes que a ti, así que quiero darte algo, porque te lo mereces y solo así me sentiré un poco mejor.
Jimin tomó el rostro de Yoongi entre sus manos y lo acercó a su rostro para besar cortamente sus labios, uniendo luego sus frentes. —No debes hacer nada más, amor. Ya no te sientas culpable.
—Debo hacerlo, Ángel, por tí —relamió sus labios y se alejó de Jimin—. Le he pedido a Jihyo que te deje ir a la Tierra para que conozcas a Jungkook.
Los ojos del menor estaban abiertos por la sorpresa, sin poder decir alguna palabra. ¿Conocer a Jungkook? ¿Cuántas veces había soñado con eso?
—Ese chico está vivo gracias a ti, y me gustaría que lo conocieses en persona, que le digas todo lo que hiciste por él, que sepa que un precioso Ángel de enorme corazón veló por él día y noche, e hizo cosas inimaginables por regalarle otra oportunidad. Yo no tengo esas capacidades, así que se lo pedí a Jihyo, y ella por suerte aceptó —sonrió sin mostrar los dientes al ver los ojitos brillantes de Jimin—. Ve con ella y visita a Jungkook. Conoce a ese chico.
—Yoonie, amor... —no sabía qué decir exactamente, así que solo se lanzó a los brazos del mayor, siendo recibiendo por este sin ningún problema. Lágrimas de alegría se formaron en sus ojos, y las dejó ir sin más, sonriendo en grande por la agradable noticia—. Siempre he deseado conocer a Jungkook, ver por mi mismo que está bien.
Yoongi acarició el rubio cabello de Jimin, y besó su cabeza con cariño. —Puedes hacerlo, cariño. Ve con tu madre y conócelo. Luego me dirás cómo fue.
El Ángel se separó del contrario y tomó los labios de Yoongi con los suyos, comenzando un beso desbordante de alegría. Un beso que sabía a gratitud y amor.
—Te amo, Yoongi —dijo una vez se separaron—. Te amo tanto, que pienso que no puedo amarte más, pero aún así lo hago.
—Nos sentimos igual, Minnie. Cada día te amo más que ayer.
『 °*• ♡ •*°』
Un suave tarareo llenaba el lugar, al igual que el dulzón aroma de la vainilla. Una tanda de galletas de mantequilla estaba en el horno a fuego bajo, mientras él se dedicaba a cortar la masa con los moldes de conejito y corazón que tenía.
Sonrió al recordar cuán torpe era en la cocina, pero al momento de hacer postres se volvía todo un experto.
Detuvo sus movimientos al sentir una tenue brisa pasar por la cocina, haciéndolo fruncir el ceño por tal acto, puesto que la pequeña ventana que estaba encima del fregadero se encontraba cerrada.
—Jungkook.
Gritó la oír una voz llamarlo, haciendo que cerrara sus ojos con fuerza y uniera sus manos en su pecho. Sus latidos estaban acelerados, y sentía su cuerpo temblar por el miedo que lo recorría entero.
—No temas, no venga a hacerte daño —nuevamente la suave voz se escuchó—. Por favor, date la vuelta.
Jungkook mordió su labio con nerviosismo, y abrió sus ojos con lentitud. De manera vacilante, giró sobre sus talones y encaró a lo que sea que estaba detrás de él, abriendo los ojos con sorpresa al ver a la figura que ahí se encontraba. —Tú...
—¿Me conoces?
Parpadeó un par de veces y sonrió emocionado. —¡Yo te vi! Ese día en el hospital, te vi junto a mi. Pregunté tantas veces por el chico rubio de traje blanco, y todos me decían que no había nadie con esas características en el lugar, ¡Pero eres tú, te recuerdo bien!
—Sí, estuve ese día contigo. Pensé que no me habías visto, pero ahora veo que sí —rió—. Soy Jimin, tu Ángel Guardián. Es un gusto conocerte, Jungkook.
Jungkook se llevó una mano al pecho y jadeó sorprendido. —¿M-mi Ángel Guardián? —Jimin sonrió de lado y asintió. Iba a hablar nuevamente, pero no contó con que Jungkook se acercaría a él de forma rápida y lo abrazara con tanto entusiasmo, sin ganas de alejarse del de más baja estatura—. Sabía que no estaba solo, sabía que alguien me cuidaba allá arriba...
Los ojos de Jimin se llenaron de lágrimas, y correspondió el abrazo con muchísimo amor, dejando ir ese sentimiento que había reprimido tanto por Jungkook, su ya no tan pequeño protegido. —Hacía lo mejor que podía para que fueses feliz, Kookie.
—Lo sé —secundó el chico—. Yo te sentía; tus caricias y esos pequeños momentos de felicidad que vivía, sé que eran gracias a ti, ahora lo sé.
—Hubiese querido hacer más...
Jungkook se separó rápidamente de Jimin, y negó, teniendo sus mejillas llenas de lágrimas al igual que el Ángel.
—Hiciste mucho. Tú me salvaste, estoy vivo gracias a ti.
—Me metí en muchos problemas por eso —comentó con gracia, secando sus lágrimas y las de Jungkook—. Pero lo volvería a hacer de ser posible.
—¿Te metiste en problemas por mi culpa? —preguntó el chico culpable.
Jimin suspiró, —¿Tienes tiempo? Es una historia bastante interesante, que incluye tu destino y el mío.
Jungkook asintió, apagó el horno, y tapó las galletas crudas que estaban en el mesón, llevándose a Jimin con él hasta el sofá de la pequeña sala del departamento.
—Verás, Jungkook; cada persona tiene un destino ya escrito y su propósito de vida, y ni nosotros los Ángeles Guardianes, ni Dios, puede ir en contra. ¿Entiendes eso? —el chico asintió—. Tú eres un Ángel, Kookie, así que luego de cumplir con tu misión, debías morir para volver a cielo.
—Espera, ¿Un Ángel como tú?
—Sí, un Ángel como yo, pero supongo que por tu misión tuviste que nacer en la Tierra y no en el cielo.
El menor canalizaba toda la información que estaba recibiendo, quedando genuinamente sorprendido por saber este tipo de cosas que se supone no descubres nunca. —Ese día que me salvaste... ¿Debía morir, no?
—Tu padre hizo cosas muy malas, y tú propósito era entregarlo para que no siguiese cometiendo injusticias, por lo que sí, ese mismo día debiste morir.
Jungkook se dejó caer contra el respaldo del sofá y apretó sus labios en una línea recta. —Yo nunca supe lo que mi padre hacía, me enteré mucho tiempo después, cuando me recuperé y me pidieron que contase todo lo que me había hecho durante todos los años. No pude atestiguar en su contra, es mi padre después de todo, pero me siento culpable, ¿Sabes? Ya que él le hizo mucho daño a otros niños y yo ni enterado.
—Gracias a ti él está bajo las rejas, sin ningún tipo de posibilidad de salir y volver a hacerle daño a alguien más, así que no pienses de esa forma —acercó su mano hasta el azabache cabello de Jungkook y lo acarició con suavidad—. El día en que llegue tu momento de dejar este mundo, ten por seguro que irás a tu verdadero hogar, porque Dios reconoce tu esfuerzo y lo que has pasado, sabe lo humilde de corazón que eres y cuán seguidor de su palabra eres.
—¿En serio crees eso? —murmuró sintiéndose ilusionado.
—Tenlo por seguro.
Jungkook sonrió y ladeó su cabeza. —Dijiste que te metiste en problemas por mi culpa, ¿Qué sucedió luego de que me salvaras?
—Bueno, luego de salvarte, Dios se enteró de lo sucedido, y me castigó desterrándome al infierno por desobedecerlo —omitió información. Miró como los ojos de Jungkook se abrían al escuchar los he había dicho y rió—. No te preocupes. Estoy viviendo bien, y soy muy feliz.
—¿Cómo puedes ser feliz en el infierno?
—Tanto en el cielo, en el infierno y en la Tierra existen personas buenas como también existen personas malas —sonrió al repetir esa frase que siempre decía Yoongi—. Cuando recién llegué, tenía mucho miedo, pero luego de un tiempo ciertas personas me ofrecieron su más valiosa amistad, y ahora veo ese lugar como un hogar.
—Gracias a Dios... —susurró Jungkook alegre por saber que Jimin se encontraba bien—. ¿El diablo también es agradable contigo? —cuestionó desconfiado.
La risa cantarina de Jimin se hizo escuchar, haciendo que Jungkook lo mirara con una ceja arqueada.
—Lucifer es muy agradable conmigo, tenemos una estrecha relación —dijo luego de reír. Su novio es bastante dulce, en realidad, y no da tanto miedo cuando lo mima un poco, pareciendo un pequeño gatito pidiendo amor—. Háblame de ti, no he sabido mucho de cómo has estado.
Jungkook pensó un poco en sus palabras antes de sonreír. —¿Recuerdas a Taehyung? El psicólogo que trabajaba con la policía.
—Lo recuerdo bien, ¿Sucedió algo con él?
—Él iba a visitarme constantemente al hospital, y fue la primera persona en la que confié luego de lo que sucedió. Cuando me dieron de alta, me dio su techo y comida. Me ayudó con mis inseguridades mentales, y el miedo irracional que desarrollé a los hombres mayores. Fue un gran apoyo en mi vida y no sé qué sería de mi si no lo hubiese tenido a él.
»Me enseñó a leer y a escribir correctamente, además de matemática básica, igual que me ayudó a entrar en la secundaria y terminar todos mis estudios correspondientes. Ahora estamos esperando que pase este mes para que empiece la universidad. Sé que estaré un poco atrasado a los demás, ya que recién cumplí los veintidós, pero Taehyung me ha dicho que mi edad no es relevante, y que el tiempo de cada persona es diferente.
—Me alegra mucho escucharte, pequeño. Saber que estás bien y feliz me hace sentir muy aliviado —habló Jimin de manera sincera.
—Y todo gracias a ti, por salvarme.
Se sonrieron el uno al otro y se acercaron a abrazarse. Un destello de luz los hizo separarse y mirarlo.
—Ya es hora de que me vaya —dijo Jimin y se levantó del sofá junto a Jungkook—. Fue un placer conocerte, Jungkook. Deseo de todo corazón que tu vida esté llena de bendiciones.
—Gracias, Jimin, por ayudarme a tener esta vida llena de dicha, y por reafirmarme de que Dios nunca me abandonará.
Se abrazaron por última vez y el Ángel se encaminó hasta ese gran haz de luz, cerrándose en cuanto pasó a través de el. Jungkook se quedó mirando ese lugar, con el alma rebosante de fe, y agradeció a Dios por Jimin.
El sonido de la puerta abriéndose llamó su atención, y giró su rostro para mirar al recién llegado con una sonrisa en el rostro. —Bienvenido a casa, Taehyung.
El adulto sonrió y se acercó hasta el chico para besar sus labios a modo de saludo, logrando que las mejillas de Jungkook se calentaran.
Vivían juntos desde hace cuatro años. Taehyung le había tomado bastante aprecio a Jungkook desde el primer momento que lo vio, sintiendo al menor como un hermano que debía cuidar. Al vivir con él, fue inevitable no comenzar a tener otro tipo de sentimientos amorosos por el chico. Sin embargo, Taehyung no iba a hacer nada al respecto, no cuando Jungkook tuviese tantos problemas consigo mismo.
Así que lo ayudó a superarse, a recuperar su autoestima y confianza, y a crecer como persona. Cuando logro que Jungkook fuese una mejor versión de si mismo, decidió que era momento de decirle acerca de sus sentimientos.
Por suerte, el jovencito correspondía cada uno de ellos.
—Llevamos un año siendo novios y aún te sonrojas cada vez que te beso —comentó con dulzura, al mismo tiempo que tomaba de la cintura al menor. Cruzó sus brazos por su espalda, tomándolo en un abrazo y se quedó ahí, juntando sus cuerpos. Un leve aroma llegó a su nariz y respiró hondo para percibirlo mejor—. Hueles a rosas.
Jungkook sonrió al saber de dónde provenía ese aroma. —Te extrañé.
—Yo también, conejito —se alejó y dejó un beso en su frente.
—Hice galletas, ¿Quieres?
—Sabes que amo tus galletas.
Ambos se encaminaron hasta la cocina, y comenzaron a comer las pocas galletas que habían. Jungkook encendió el horno nuevamente y se dedicó a escuchar sobre el día de Taehyung, sonriendo de dicha al saber que estar en un momento así era gracias al Ángel que salvó su vida.
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