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📍Monza, Italia
-¡Me pagaste un jet privado, maldita loca! -gritó Jude, dejando las maletas en medio de la pista para correr hacia su mejor amiga.
Sin poder dejar de reír por las declaraciones, la rubia se acercó hacia ella también, corriendo hasta que ambas colisionaron, abrazándose fuertemente.
-¡Era la única forma de asegurarme de que llegaras a tiempo! -respondió su amiga rubia entre risas, aun con Jude en sus brazos-. Además, ¿Qué sentido tiene tener tanto dinero si no lo gasto?
-¡Te extrañé demasiado, Margaret! -dijo Jude, aún sin soltarla.
-Yo también te extrañé, Jude... -respondió Margaret, apretándola un poco más antes de finalmente soltarla-. Fueron los peores dos meses de mi vida... A partir de ahora, nos veremos más seguido.
Jude sonrió, sintiendo un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Había pasado demasiado tiempo lejos de Margaret, y aunque sabía que las dos estaban ocupadas con sus propias vidas, no había nada como estar juntas otra vez.
-Definitivamente -dijo Jude, tratando de contener la emoción-. No más largas separaciones. De ahora en adelante, vamos a hacer más de esto... -señaló el jet detrás de ellas con una risa-. Aunque no siempre tiene que ser tan extravagante.
Margaret se rió, encogiéndose de hombros con despreocupación.
-¿Extravagante? Vamos, esto es solo el comienzo -le guiñó un ojo-. No tienes ni idea de lo que es este mundo...
-¿En que me vas a meter ahora, Margaret Hundleton? -preguntó divertida la castaña mientras iba por sus cosas y se dirigían ambas a la camioneta Mercedes que las esperaba para llevarlas.
-Digamos que he estado explorando algunas oportunidades interesantes desde la última vez que nos vimos -respondió enigmáticamente-. Y ahora, querida Jude, es hora de que las explores conmigo.
Con su cabello castaño cayendo en ondas suaves sobre sus hombros y su sonrisa radiante iluminando su rostro, Jude siempre tenía una energía contagiosa. Su personalidad extrovertida llenaba cualquier habitación, y hoy no era la excepción. Incluso después de un largo vuelo, parecía tener una fuente inagotable de alegría.
-Sabes que no me puedo resistir a tus locuras, Margaret -dijo Jude mientras subían a la camioneta, lanzando su maleta en el maletero-. Aunque esta vez espero que no implique escalar volcanes.
Margaret soltó una carcajada, acomodándose en su asiento.
-Oh, no te preocupes. Nada tan extremo... por ahora -le guiñó un ojo, disfrutando del suspense que estaba creando-. Pero digamos que hay un par de actividades lujosas planeadas que amarás.
Mientras el chofer arrancaba y salía del Aeropuerto de Milán-Linate hacia Monza, Jude se dejó caer en el asiento y miró por la ventana, disfrutando de la vista. Margaret la observó, admirando cómo la energía de su mejor amiga parecía brillar más que el mismísimo sol de aquel día de verano italiano.
-Tienes que contarme mejor eso que pasó con el abuelo del francés sufrido...
Margaret se rió entre dientes al escuchar la curiosidad de Jude. Habían pasado varios días desde su última conversación, y parecía que su amiga quería ponerse al día con todos los detalles jugosos de su vida en el paddock que había leído en redes sociales.
-¿Pierre? -preguntó Margaret, alzando una ceja con una sonrisa divertida-. Oh, Jude, no sabes lo que ha sido tratar con ese hombre y su familia. Su abuelo es un cretino. No te imaginas lo anticuado y terco que puede ser.
Jude la miró con interés, sus ojos brillando de emoción.
-¿Y qué pasó? ¿Te metiste en problemas con él? -preguntó, moviéndose un poco más en el asiento para escuchar mejor.
Margaret soltó un suspiro dramático.
-Bueno, tuve que defender mi trabajo y mi lugar en la escudería. Ya sabes cómo son algunos de estos tipos de la vieja escuela; creen que saben más que todos. Pero no me dejé intimidar -dijo, con un toque de orgullo en su voz-. Y creo que Pierre se sorprendió al ver que podía manejarlo. Incluso me dio las gracias después. Fue un momento... interesante.
Jude soltó una carcajada.
-¡Vaya! ¡Mira quién se está ganando el respeto de los hombres más testarudos de la Fórmula 1! -dijo, divertida-. Siempre supe que podrías manejarte en cualquier situación, pero esto ya es otro nivel. ¿Y qué tal Pierre? ¿Sigue tan insoportable como siempre?
Margaret se encogió de hombros, mirando por la ventana por un momento antes de responder.
-No lo veo desde la carrera, y creo que llega recién mañana, por lo que hoy soy solo tuya.
Jude sonrió ampliamente al escuchar esto y se acomodó en el asiento con evidente satisfacción.
-Perfecto. Eso significa que tenemos todo el día para ponernos al día y, claro, disfrutar un poco del lujo italiano -dijo, lanzando una mirada cómplice a Margaret-. ¿Qué tienes en mente para hoy, Hundleton?
Margaret sonrió con picardía.
-Bueno, pensé en algo tranquilo para empezar. Un almuerzo en el lago de Como, en uno de esos restaurantes exclusivos donde sólo puedes entrar si tienes un apellido importante o una cartera bastante abultada. Ya hice la reservación, por supuesto.
Jude rió, emocionada por la idea.
-¡Me encanta! Suena perfecto para nosotras. ¿Y después?
Margaret se acercó un poco más, bajando la voz como si estuviera a punto de revelar un secreto muy importante.
-Tengo pase libre un par de boutiques de alta costura para este fin de semana.
Los ojos de Jude se abrieron de par en par al escuchar las palabras de Margaret. Una sonrisa de sorpresa y deleite se dibujó en su rostro.
-¿Estás bromeando? -preguntó Jude, sin poder contener su emoción-. ¡Eso es increíble! ¿Cómo conseguiste eso?
Margaret se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
-Digamos que tener contactos en los lugares correctos tiene sus ventajas -respondió, guiñándole un ojo-. Y además, pensé que sería una excelente forma de pasar la tarde.
Jude asintió, claramente impresionada. La perspectiva de un día de compras exclusivas y almuerzo en un restaurante de lujo le parecía el plan perfecto.
-Me gusta cómo piensas, Margaret. Un poco de compras, buena comida y, por supuesto, tiempo de calidad contigo. No podría pedir más.
Mientras la camioneta se dirigía hacia el lago, las dos amigas continuaron conversando animadamente sobre sus planes. Jude no podía dejar de sonreír, saboreando la anticipación de lo que estaba por venir. Después de unos minutos, se volvió hacia Margaret con una expresión más seria.
-De verdad, Margaret, gracias por esto. Por todo. -dijo Jude, su tono suave-. No sabes cuánto necesitaba un descanso así... y estar contigo.
Margaret sonrió, tomando la mano de Jude en un gesto de afecto.
-No tienes que agradecerme. Te lo mereces -dijo sinceramente-. Y, además, yo también necesitaba esto...
El chofer tomó la salida hacia el lago de Como, y la vista se abrió ante ellas, revelando las aguas azules y los paisajes montañosos. Jude y Margaret miraron por la ventana, asombradas por la belleza de la región.
-Es incluso más hermoso de lo que imaginé -murmuró Jude, absorta en la vista.
Margaret asintió.
La camioneta continuó su camino por las serpenteantes carreteras junto al lago, con las dos amigas disfrutando del momento. Sabían que el fin de semana estaría lleno de diversión, risas y, quién sabe, tal vez un poco más de drama de la Fórmula 1, pero por ahora, todo estaba perfecto.
Cuando llegaron al restaurante, bajaron del vehículo y entraron en el elegante local con una vista panorámica del lago. Fueron recibidas con cálidos saludos y conducidas a una mesa junto a la ventana.
El interior del restaurante estaba diseñado con un gusto impecable. Los techos altos, adornados con vigas de madera a la vista, daban una sensación de amplitud y acogimiento. Las paredes estaban cubiertas de un tono suave de marfil que contrastaba con el cálido suelo de madera pulida. En cada rincón, delicados arreglos florales de rosas blancas y peonías frescas añadían toques de frescura y color, llenando el aire con su fragancia sutil.
La iluminación era suave y cálida, proporcionada por una combinación de lámparas de araña de cristal y velas elegantes colocadas en candelabros de plata sobre cada mesa, mientras que las enormes ventanas de cristal, que iban del suelo al techo, ofrecían vistas panorámicas espectaculares del lago de Como y las montañas circundantes. Desde donde se sentaban Jude y Margaret, podían ver el agua reluciendo bajo el sol del mediodía, con pequeños botes y veleros deslizándose suavemente sobre la superficie. Afuera, una terraza adornada con mesas al aire libre y sillas de hierro forjado invitaba a los comensales a disfrutar de la brisa fresca del lago.
-Bueno, Margaret, -dijo Jude mientras tomaba asiento-. Me parece que estamos listas para un viaje inolvidable.
Margaret sonrió, levantando su copa de champán que acababa de llegar.
-Una tarde de lujo, risas y muchas más aventuras por venir.
Chocaron las copas, riendo.
-¡Salud! -dijo Jude, brindando con entusiasmo-. Y ahora, quiero saber más sobre el sexy británico con el que saliste en Japón.
-¡Dios! ¡Philip! -exclamó la rubia abriendo sus ojos luego de tomar un sorbo de su copa- No lo vi el fin de semana pasado porque estuve literalmente en otro mundo.
Jude se inclinó hacia adelante, visiblemente intrigada.
-Según internet, tiene más novias que autos de lujo, así que cuenta todo...
Margaret se rió, dejando que el recuerdo de la noche en Japón le arrancara una sonrisa.
-Bueno, lo cierto es que sí. La verdad es que Philip tiene ese encanto que puede convertir cualquier noche normal en algo lindo. Y sí, fue encantador... aunque un poco desastrosa la cena.
Jude levantó una ceja con curiosidad.
-¿Por la pelea de Santiago y Pierre?
-Al parecer todo aquel que trabaje en el paddock sabe que los dos ya no son cercanos, pero nadie sabe por qué y quieren averiguarlo. Es una presión enorme saber las razones...
-Pero tú conociste a la chica, ¿no?
-Sí, pero no la puedo ver mucho porque no la dejan entrar al paddock por Pierre.
Jude se inclinó hacia adelante, visiblemente intrigada.
-¿La chica? ¿Cómo es? -preguntó, moviendo un poco el cabello detrás de su oreja.
Margaret rió con suavidad, dando un pequeño sorbo a su copa antes de responder.
-Laura es encantadora. Muy diferente a lo que uno esperaría de alguien involucrada en todo este drama. Es sencilla, genuina, y tiene una forma de ver las cosas que te hace cuestionar todo lo que sabes sobre el mundo de la F1.
Jude frunció el ceño, un gesto de preocupación cruzando su rostro.
-Eso suena complicado. ¿Y cómo está Santiago en todo esto? ¿Trata de arreglar las cosas con Pierre o simplemente está enfocado en Laura?
Margaret se encogió de hombros, mirando por la ventana mientras pensaba en la respuesta.
-Está intentando acercarse para arreglar la situación, pero no creo que Pierre esté dispuesto a escuchar. De igual forma, a veces creo que Santiago está más enfocado en demostrar que puede cambiar que en realmente solucionar las cosas.
Jude asintió, digiriendo la información.
-Parece una maldita telenovela.
Margaret sonrió, tomando un trozo de pan y mojándolo en aceite.
-Solo espero que no haya tantos dramas este fin de semana.
Mientras disfrutaban de su pasta y el ambiente relajado del restaurante, el teléfono de Margaret vibró sobre la mesa. Ambas rezaron al mismo tiempo por que no sea algo sobre trabajo, pero cuando la rubia miro la pantalla, casi se atraganta con la comida.
-¡Es un mensaje de Philip!
-Dile que hubo mucho drama en el paddock... -le ordenó su mejor amiga, y Margaret empezó a tipear en la pantalla de su móvil.
-¡Me está invitando a una fiesta! -dijo sorprendida la rubia, tomando nerviosa la mano de su amiga.
-Hazte la difícil... -le ordenó Jude-. y pregunta si puedo ir yo...
-¡Dijo que sí!
-Estas van a ser las mejores vacaciones de mi vida... -aseguró la castaña mientras sonreía y tomaba de su copa.
Después del delicioso almuerzo en el lago de Como, Margaret y Jude decidieron sumergirse en una tarde de compras, ansiosas por encontrar los atuendos perfectos para la fiesta que Philip había organizado para la noche siguiente. La camioneta las dejó frente a una boutique de alta costura, una de las más exclusivas de Monza. La tienda, con su elegante fachada de cristal y una decoración sofisticada, prometía todo lo que necesitaban para brillar en la fiesta.
Al entrar, Margaret y Jude fueron recibidas por un elegante asistente que las guió a través de la tienda, mostrándoles una selección de vestidos de alta costura que capturaron de inmediato su atención. La boutique estaba llena de piezas de diseño exquisito: vestidos de seda y terciopelo en colores vibrantes, adornados con detalles en pedrería y encaje. El ambiente era lujoso y refinado, con luces suaves que resaltaban la belleza de cada prenda.
-¡Esto es un sueño! -exclamó Jude, mientras examinaba un vestido de noche negro con detalles en dorado-. Este podría ser perfecto para la fiesta de mañana.
Margaret se acercó a un maniquí que exhibía un vestido rosado corto con un escote en V profundo con detalles en encaje negro. Se lo mostró a Jude, que la miró con entusiasmo.
-¿Licencia para matar? -bromeó Jude, guiñándole un ojo.
El miércoles antes del mediodía, el jet privado de la familia De Orleáns aterrizó en Monza solo con Pierre adentro, y en cuanto el piloto francés llegó al hotel y se instaló en él, notó desde el balcón de su habitación como tenía a la vista la cancha de tenis de la villa, cual estaba siendo utilizada por una persona de cabellera rubia fácil de reconocer aún a la distancia.
El último fin de semana había sido una montaña rusa para el piloto, tanto que requirió de unos días alejado de las cámaras y del trabajo para descansar, algo que le cedieron sólo porque había logrado estar en el podio del premio de España.
Pierre se quedó parado en el balcón de su habitación, observando con intensidad la cancha de tenis. La figura de su directora de comunicación moviéndose con agilidad y precisión mientras jugaba era adictiva de ver, por lo que el piloto francés se apoyó en la barandilla, cruzando los brazos, mientras sus pensamientos se arremolinaban en su mente.
La última vez que la había visto, encontró en sí sentimientos que no comprendía muy bien. Y aunque aún no estaba muy contento por la forma en la que habían peleado durante gran parte del fin de semana con ella, el domingo, cuando la vio desde el podio, reconoció que tal vez, y solo tal vez, estaba agradecido de la forma en que las cosas sucedieron.
El piloto no pudo evitar soltar un suspiro, tratando de enfocarse en otra cosa. Necesitaba despejarse antes de ir al circuito y la fiesta de esa noche, donde sabía que todos los ojos estarían sobre él, ya que no iba a una de las reuniones que organizaba Philip desde el año pasado.
Ya en el autódromo, el francés sufrido se concentró en trabajar en el auto desde el simulador con las nuevas mejoras para aquel fin de semana. Sabía que cada detalle contaba, cada ajuste y modificación podría marcar la diferencia entre una vuelta rápida y una decepción. El circuito de Monza, con sus largas rectas y curvas rápidas, exigía un auto que pudiera maximizar la velocidad y mantenerla estabilidad en cada vuelta.
El piloto se arremangó la camiseta del equipo en cuanto llegó al garaje y se inclinó sobre el monoplaza, revisando junto a los ingenieros los últimos ajustes en el alerón trasero y el difusor. Había pasado horas corriendo en el simulador, probando diferentes configuraciones, y ahora estaba ansioso por ver cómo se comportaría el coche en la pista real el viernes. El enfoque de Pierre era absoluto, y su mente estaba, al menos por el momento, libre de las distracciones que lo habían inquietado antes.
Mientras Pierre observaba a los mecánicos finalizar los ajustes en su coche, notó a Margaret cruzando el garaje. Su corazón dio un vuelco involuntario. Vestida con su uniforme del equipo y su cabello rubio recogido en una cola de caballo, se veía profesional y decidida, totalmente inmersa en su papel de directora de comunicación. Aunque sabía que debía mantenerse enfocado en su trabajo, sus ojos la siguieron mientras ella se movía de un lado a otro, hablando con los ingenieros y asegurándose de que todo estuviera listo para el fin de semana.
De repente, Margaret se detuvo y, como si sintiera su mirada, giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Pierre. Durante un breve instante, el ruido del garaje pareció desvanecerse, y solo existían ellos dos en ese espacio lleno de actividad frenética. Sus miradas se cruzaron con una mezcla de curiosidad y desafío, como si ambos intentaran leer los pensamientos del otro a través de la distancia.
Pierre apartó la mirada primero, tratando de recomponerse. No podía permitirse perder el enfoque ahora, porque sabía que se estaba esforzando muchísimo esos últimos premios para demostrar cuánto valía.
-Rex, ella es Jude... -llamó la atención de su jefe la rubia, mientras presentaba a su mejor amiga.
Pierre frunció el ceño al escuchar la voz de Margaret tan cerca, pero fingió no escuchar, manteniéndose enfocado en su trabajo. Sin embargo, no pudo evitar prestar atención a la conversación que se desarrollaba a pocos metros de él.
Forden se giró hacia Margaret y la mujer que la acompañaba, una figura alta y esbelta con una melena castaña y ojos vivaces. Pierre reconoció a Jude inmediatamente; la había visto en el hotel antes, y su presencia aquí lo tomó por sorpresa.
-Encantado de conocerte, Jude -dijo Rex con una sonrisa amistosa, estrechando la mano de la amiga de Margaret-. He oído mucho sobre ti.
-Todo bueno, espero -respondió Jude con una sonrisa traviesa, lanzando una mirada de complicidad a Margaret.
Margaret asintió, sonriendo también
-Claro que sí -continuó Rex, volviendo a dirigir su atención hacia el coche y a Pierre-. Y hablando de cosas buenas, parece que el coche está listo para las pruebas del viernes. ¿Cómo te sientes, Pierre?
Pierre enderezó la espalda y obligó a su mente a enfocarse nuevamente. Sentía la mirada de Margaret sobre él, y aunque no quería admitirlo, le afectaba más de lo que le gustaría.
-Estoy listo -respondió Pierre, su voz firme y decidida-. Creo que las mejoras nos darán una ventaja este fin de semana. El coche se siente mucho más equilibrado en las simulaciones.
-Eso esperamos -dijo Rex, palmeando a Pierre en el hombro antes de volverse hacia Margaret-. ¿Me acompañas a la sala de control, Margaret? Me gustaría revisar el plan de comunicación para el fin de semana.
Los tres presentes se retiraron, dejando a Pierre solo con su equipo en el garaje, algo que agradeció porque no se distraería involuntariamente de nuevo por un rato.
Y mientras el sol se ocultaba y la noche aparecía, Pierre, de regreso en su habitación del hotel, se tomó un momento para observar su reflejo en el espejo mientras se ajustaba los botones de su camisa blanca que se encontraba debajo de su chaqueta azul. Había optado por un look elegante pero clásico, tal vez un poco casual para su gusto, pero necesitaba sentirse cómodo para afrontar la noche. Se pasó una mano por el cabello, asegurándose de que cada mechón estuviera en su lugar. Estaba acostumbrado a las cámaras, a la atención, pero esta noche sentía un extraño cosquilleo de nerviosismo en el estómago. Hace mucho que no se relacionaba tan cercanamente con sus colegas, y ya no podía seguir poniendo excusas al asunto: era hora de afrontar aquel mundo.
Dirigiéndose al parking de la villa, el piloto no tardó en subirse a su Shelby GT500 2022, acomodándose ya un tanto más confiado frente al volante, dispuesto a pasarla bien. A medida que el auto se deslizaba por las calles empedradas hacia el centro de Monza, Pierre observó las luces de la ciudad parpadear a través de las ventanas.
Cuando el Ford finalmente se detuvo frente al bar-club reservado para el evento, Pierre vio el destello de los flashes de las cámaras al otro lado de las ventanas tintadas del vehículo. Periodistas y paparazzi se agolpaban en la entrada, listos para capturar cada detalle de la llegada de los pilotos. El lugar, una joya de arquitectura contemporánea encajada en una antigua estructura de piedra, estaba iluminado con luces doradas y púrpuras que proyectaban un brillo cálido y acogedor. Las puertas dobles del club eran grandes y de acero, con un diseño intrincado que sugería lujo y exclusividad.
Pierre salió del auto con una elegancia innata, sus movimientos fluidos y seguros a pesar de los flashes cegadores que estallaban a su alrededor. Los reporteros lanzaban preguntas en varios idiomas, pero él se limitaba a sonreír y avanzar con determinación hacia la entrada. Sabía que debía proyectar confianza y relajación, aunque por dentro sentía el peso de la expectativa.
Al pasar la puerta, fue recibido por un ambiente vibrante y sofisticado. El interior del club era una mezcla de modernidad y estilo clásico, con sofás de terciopelo, mesas de mármol, y una pista de baile que dominaba el centro del espacio. Las luces cambiaban de color al ritmo de la música, creando un ambiente que invitaba tanto a la conversación como al baile. Una enorme barra de cristal corría a lo largo de una pared, atendida por bartenders que preparaban cócteles con destreza y rapidez. Solo aquellos en la lista exclusiva tenían permitido el acceso, y la seguridad, discretamente presente, se aseguraba de que nadie más entrara.
-No puedo creer que hayas venido -lo saludó el piloto argentino, Rodri, en cuanto lo notó.
-Yo tampoco -respondió Pierre con una sonrisa, acercándose para estrechar la mano de Rodrigo. Era evidente que su colega estaba genuinamente sorprendido por su presencia.
-Philip va a perder la cabeza cuando te vea -continuó Rodrigo, dándole un golpecito amistoso en el hombro-. Estaba seguro de que no ibas a venir. De hecho, tenía una apuesta con él... y la acabo de perder.
Pierre rió.
-¿Y qué apostaste?
-La Cybertruck...-contestó Rodrigo, guiñando un ojo.
Ambos se rieron y Pierre se sintió aliviado de haber tomado la decisión de asistir. La camaradería de sus compañeros, incluso en un entorno tan diferente al del paddock, era refrescante. Mientras charlaban, Pierre se permitió relajar un poco los hombros y disfrutar del ambiente. Sus ojos recorrieron la sala, buscando caras conocidas. Había varios miembros del equipo, algunos pilotos de otras escuderías, y también algunas celebridades del mundo de la moda y el deporte que habían sido invitadas como amigos.
De repente, la música cambió a un ritmo más animado y el volumen subió. La pista de baile empezó a llenarse de gente que se movía al ritmo de los bajos profundos. Pierre notó que Philip, con su estilo característico y siempre al centro de atención, se dirigía hacia él con una sonrisa enorme y los brazos abiertos.
-¡Mira nada más quién decidió unirse a nosotros esta noche! -exclamó Philip, abriendo paso entre la multitud y envolviendo a Pierre en un abrazo entusiasta-. Sabía que no podrías resistirte para siempre. Esta es la vida, hermano. ¡Relájate y disfruta!
Pierre sonrió y aceptó el vaso de whisky que Philip le ofreció.
-Sí, supongo que necesitaba un cambio de aires -dijo, levantando el vaso en señal de brindis.
-A un cambio de aires, entonces -respondió Philip, chocando su vaso con el de Pierre-. Esta noche es para divertirnos. Además, ¡Estamos en Monza! ¡De los mejores lugares del mundo!
-¡Monza siempre tiene algo especial! -agregó Rodrigo, levantando también su vaso en un gesto entusiasta. Los tres se rieron y disfrutaron del ambiente relajado y vibrante que los rodeaba. Mientras bebían, Philip los invitó a dirigirse al área VIP del club, un espacio reservado solo para los más exclusivos, donde podrían disfrutar de más privacidad y comodidad.
A medida que avanzaban hacia la sección exclusiva, ubicada en un nivel superior con vistas a la pista de baile, podía ver a Cédric Laurent y Maximus Götz, que ya estaban inmersos en una conversación animada. Cédric, con su distintiva sonrisa y estilo despreocupado, gesticulaba con las manos mientras Maximus, siempre el más serio, lo escuchaba con atención.
El área estaba decorada con sofás de cuero blanco, mesas de cristal y luces tenues que creaban un ambiente íntimo y exclusivo. Un camarero se acercó rápidamente a ofrecerles más bebidas, y los pilotos se acomodaron en uno de los asientos disponible. Rodrigo se sentó junto a Pierre y Philip, mientras Cédric y Maximus se unieron al grupo, cada uno con una copa en la mano.
-¡Vaya, miren quién se dignó a venir! -exclamó Cédric con una sonrisa, inclinándose hacia Pierre-. Ya estaba pensando que te habías convertido en un monje o algo así.
-Bueno, los rumores de mi retiro social han sido exagerados -bromeó Pierre, levantando su vaso de whisky-. Pero sí, he estado un poco fuera del radar.
-Eso es porque prefieres la tranquilidad de tu casa en lugar de la acción, amigo -intervino Maximus, que rara vez se sumaba a las bromas, pero esta vez lo hizo con una ligera sonrisa-. Aunque, debo admitir, has hecho una buena elección al venir.
-Sí, esta es una gran noche -dijo Philip, siempre el más animado-. Estamos aquí, en uno de los mejores clubes de Italia, rodeados de buena compañía. ¿Qué más podemos pedir?
-Tal vez menos paparazzi en la entrada -sugirió Rodrigo, provocando risas entre los pilotos.
-Oh, no. Eso es parte del juego -contestó Maximus con una leve sonrisa.
Pierre se rio, disfrutando del momento de camaradería. La conversación fluyó de manera ligera, tocando temas desde las últimas carreras hasta los rumores sobre quién podría cambiar de equipo la próxima temporada. Había algo refrescante en poder hablar abiertamente, sin la presión de los medios o los directores del equipo supervisando cada palabra.
-¿Han escuchado el rumor sobre la posible salida de John del equipo Williams? -preguntó Philip, inclinándose hacia adelante con interés.
Cédric asintió, su expresión se volvió un poco más seria. -Sí, lo escuché. Pero no estoy seguro de que sea cierto. John es una pieza clave para ellos. Aunque, claro, en este deporte, nunca se sabe.
-Todo puede cambiar en un segundo -añadió Maximus, que sabía mejor que nadie lo volátil que podía ser ese deporte.
El alemán de cabello impecablemente rubio y dura mirada era, en ese momento, tres veces campeón del mundo. Como piloto principal de Red Bull, Maximus era de las personalidades más queridas pero controversiales de la parrilla. Pues, se sabía que él estaba dispuesto a hacer lo que sea por ganar siempre, y los rumores de que más de una vez había pagado a ingenieros para que modificaran el auto de su compañero de equipo era de público conocimiento.
Mientras tanto, Margaret se encontraba frente al espejo del amplio baño de la suite que compartía con Jude, ajustando los últimos detalles de su maquillaje. Jude, detrás de ella, revisaba su propio reflejo, asegurándose de que el vestido negro de terciopelo que había escogido se ceñía perfectamente a sus curvas.
-Dios mío, Maggie, te ves increíble -comentó Jude mientras se acercaba para ajustar un mechón de cabello rubio de Margaret que se había soltado-. Ese vestido te queda como un guante.
Margaret se rió, girando sobre sus tacones negros, luciendo el vestido rosado que había visto en el maniquí el día anterior, cual la dejaba elegante y atrevida, justo como ella quería sentirse esa noche.
-Gracias, Jude. Pero de nosotras dos, tu eres la que está más lista para ser la sensación de la noche -respondió Margaret, guiñándole un ojo.
Una vez listas, bajaron por el ascensor hasta el vestíbulo del hotel, donde las esperaba un coche privado que las llevaría al club. El aire nocturno de Monza era fresco, y ambas sentían la anticipación y el nerviosismo mezclarse en sus estómagos, aunque ninguna lo admitiría. Sabían que la noche sería un despliegue de glamour y poder, y estaban listas para enfrentarlo, aun cuando estaban llegando ya dos horas más tarde.
Al llegar al club, el ambiente era electrizante. Los flashes de las cámaras de los paparazzi iluminaron el auto en cuanto se detuvo en la entrada. Margaret respiró hondo antes de salir del coche, mostrando una sonrisa segura mientras los fotógrafos capturaban su llegada. Jude salió detrás de ella, igual de radiante y deslumbrante, y juntas avanzaron por la calle empedrada hacia la entrada.
Dentro del club, la música pulsaba a través de las paredes, una mezcla de ritmos electrónicos que llenaban el aire. Las luces doradas y púrpuras creaban unambiente íntimo y lujoso, mientras que las sombras se proyectaban sobre las paredes de piedra y las mesas de mármol. Margaret pudo visualizar que los pilotos ya estaban allí, ocupando el área VIP, rodeados de invitados exclusivos, modelos y amigos cercanos. La pista de baile estaba llena, pero el verdadero espectáculo se desarrollaba en el área VIP, donde los pilotos discutían y reían entre sí.
-Vuelta de soltería después de la barra -ordenó Jude sonriéndole a su amiga, completamente entusiasmada.
Margaret asintió, devolviendo la sonrisa de Jude. Avanzaron hacia la barra, esquivando a la multitud de cuerpos en movimiento. El olor a perfume caro y el murmullo de conversaciones llenaban el espacio. Margaret miró alrededor, tratando de localizar a alguno de sus compañeros de equipo, sus pensamientos divididos entre el trabajo y el deseo de disfrutar la noche.
-¿Ves a alguien conocido? -preguntó Jude, inclinándose hacia Margaret para hacerse oír sobre la música.
-No todavía, pero deben estar en el área exclusiva -respondió Margaret, tomando la copa de Aperol que el barman acababa de servirle. El líquido burbujeante era frío y refrescante, el antídoto perfecto para el calor de la pista de baile.
Justo cuando iban a levantar sus copas para brindar, Margaret divisó a Santiago acercándose con Laura. El piloto español lucía despreocupado, con una sonrisa relajada mientras hablaba con Laura, quien se reía ante algo que él había dicho. La visión de ellos juntos, riéndose como si no tuvieran un solo problema en el mundo, provocó que una oleada de emociones encontradas invadiera a Margaret.
Jude notó el cambio en la expresión de su amiga y siguió su mirada, su expresión se suavizó al ver a Santiago y Laura acercándose.
-Bueno, parece que la fiesta está a punto de ponerse interesante -murmuró Jude con una sonrisa juguetona.
-¡Margaret! ¿Qué haces aquí? -le preguntó el español, con una sonrisa en el rostro y sorpresa en la mirada.
-Philip me invitó... -respondió sin más la joven, tomando un sorbo de su bebida-. Santiago, Laura, les presento a mi mejor amiga, Jude.
-Un placer conocerte, Jude -dijo Santiago, extendiendo la mano con una sonrisa encantadora. Laura, a su lado, asintió con cortesía, aunque su sonrisa parecía más calculada.
-Igualmente, he escuchado mucho sobre ustedes -respondió Jude, estrechando la mano de Santiago y luego de Laura, su tono amigable, pero con un toque de curiosidad.
-Ah, ¿sí? -replicó Santiago, arqueando una ceja mientras su mirada se deslizaba brevemente hacia Margaret-. Espero que solo cosas buenas.
-Escuche todo menos cosas sobre las carreras porque yo no miro esas cosas -contó su amiga, provocando que las personas a su alrededor rieran.
-Después de este fin de semana, entrarás en una secta de la que no podrás salir -le aseguró Laura, bromeando.
-Bueno, será interesante ver si me convierto en fanática -respondió Jude, guiñándole un ojo a Laura-. Aunque si hay más fiestas como esta después de las carreras, podría acostumbrarme rápidamente.
-Esa es la actitud -dijo Santiago, levantando su copa en un brindis improvisado.
La pareja se retiró después del brindis, dejando a ambas amigas solas dispuestas a bailar gran parte de la noche. Tanto Jude como Margaret se abrieron paso entre la multitud, sintiendo cómo la música subía de volumen a medida que se acercaban al centro del lugar. Las luces de colores iluminaban el espacio a su alrededor, creando un espectáculo caleidoscópico que combinaba perfectamente con la energía vibrante del club.
Jude levantó los brazos y comenzó a moverse al ritmo de la música, su vestido de terciopelo negro brillando bajo las luces. Margaret la siguió, dejando que el ritmo palpitante la guiara. Sentía el suelo vibrar bajo sus pies, y por un momento, todos sus problemas parecieron desaparecer. Estaba rodeada de risas, de energía, de vida.
-¡Esta es nuestra noche, Maggie! -gritó Jude por encima de la música, girando con una risa pura de alegría.
Margaret no pudo evitar sonreír ampliamente. Mientras se movía con Jude al ritmo de la música, sintió cómo la tensión de la semana, las preocupaciones sobre el trabajo y las complicaciones personales se desvanecían en el aire cargado del club. Era solo ella, su mejor amiga, y una pista de baile llena de posibilidades.
La pista de baile se llenó rápidamente de energía cuando Jude y Margaret se movieron al centro. La música pulsante parecía envolverlas, y sus cuerpos respondieron al ritmo como si estuvieran hechos para ese momento. Jude, siempre llena de vida, se dejó llevar por la música, moviendo sus caderas de una manera que atrajo miradas de admiración. Margaret, a su lado, era una visión de elegancia en su vestido rosa, bailando con una gracia natural que complementaba la intensidad de Jude.
Mientras las dos amigas bailaban, una tras otra, las cabezas comenzaron a girarse hacia ellas. Los asistentes al club no pudieron evitar notar la química y la alegría que irradiaban. Las luces estroboscópicas reflejaban en sus vestidos, creando destellos de color que acentuaban cada movimiento. Las conversaciones en el área VIP se fueron apagando poco a poco, y los pilotos y sus acompañantes giraron sus cabezas para ver el espectáculo que Jude y Margaret estaban creando en la pista de baile.
Philip, que estaba conversando con algunos amigos, fue el primero en notar la atención que las dos estaban atrayendo. Se inclinó hacia su compañero y sonrió.
-Parece que tenemos una competencia en la pista de baile esta noche -dijo con una risa, señalando a Margaret y Jude.
Santiago, que estaba cerca, siguió la dirección de su mirada y sonrió al ver a Margaret. No pudo evitar sentir una mezcla de sorpresa y admiración. Laura, a su lado, notó la expresión de Santiago y le dio un pequeño codazo, sonriendo con complicidad.
-¿Quién lo diría? Margaret sabe cómo robarse el espectáculo -comentó Laura con una risa suave.
En la pista, Jude giró a Margaret con un movimiento elegante, y las dos amigas rieron con complicidad. La música cambió a un ritmo más acelerado, y Jude aprovechó para hacer un par de pasos más atrevidos, alentando a Margaret a seguirla. La rubia, dejándose llevar por la adrenalina del momento, siguió el ritmo con una confianza que sorprendió a los que la conocían solo en su faceta profesional.
-Como extrañaba esto -dijo la rubia, viendo como su mejor amiga disfrutaba de la atención mientras la música tech se iba y empezaban a mezclar ahora sonidos más latinos.
-Ibiza el año pasado, ¿no? -referenció Jude un viejo recuerdo de ambas, haciendo que las dos estallaran de risa por la complicidad.
Los aplausos comenzaron a surgir de varios rincones del club, y pronto, un pequeño coro de vítores y gritos de ánimo llenó el aire. Margaret y Jude, alimentadas por la energía de la multitud, se dieron cuenta de que habían captado la atención de todos. Jude, sintiéndose audaz, levantó los brazos y comenzó a mover sus caderas de una manera que dejó a todos boquiabiertos.
Mientras Pierre y sus compañeros seguían conversando en el área VIP, cuando escuchó el estallido de aplausos y vítores, intrigado, se volteó, siguiendo la dirección de las miradas curiosas. Lo que vio lo dejó momentáneamente sin palabras.
Allí, en el centro de la pista, Margaret se movía al ritmo de la música, su vestido rosa brillando bajo las luces estroboscópicas. Se veía radiante, sus movimientos eran elegantes y llenos de vida, como si hubiera nacido para estar bajo esos reflectores. Junto a ella, Jude bailaba con una energía contagiosa, pero fue Margaret quien capturó toda la atención del piloto francés.
Por un instante, todo lo demás pareció desvanecerse: las luces, la música, incluso las conversaciones a su alrededor. Pierre la observó, atrapado por la gracia con la que se movía, la risa que iluminaba su rostro, y la manera en que parecía estar disfrutando de la noche sin ninguna preocupación.
Cédric, que notó la expresión en el rostro de Pierre, se acercó y le dio un leve codazo en las costillas, sonriendo con picardía haciendo que la atención del piloto francés volviera a tierra.
-¿Quién la invitó? -preguntó Pierre, frunciendo el ceño, tratando de verse lo más desinteresado posible.
-Tengo entendido que es amiga de Philip -contestó dudoso el piloto de Ferrari-. Cenamos hace un par de semanas en el premio de Japón con ella, es bastante agradable. No me extraña que la hayan invitado.
Maximus, que había estado observando en silencio, alzó una ceja.
-¿Es la directora de comunicación de tu escudería, Pierre? -comentó con un tono pensativo-. Siempre la he visto tan... seria.
-Eso porque no la viste el domingo peleando con el abuelo de Pierre -comentó Rodri, riendo.
Pierre lanzó una mirada de advertencia a Bustamante, quien simplemente se encogió de hombros y sonrió, disfrutando de la atención que había atraído con su comentario. Maximus y Cédric rieron, pero Pierre no pudo evitar volver a mirar hacia la pista de baile, donde Margaret y Jude continuaban moviéndose con una energía desbordante.
Philip decidió que era momento de unirse a la diversión. Con una sonrisa juguetona, se levantó de su asiento y se dirigió hacia la pista de baile, decidido a invitar a las chicas a unirse al grupo. A medida que se acercaba, notó cómo las miradas de varios hombres seguían cada movimiento de Jude y Margaret, y no pudo evitar sentirse un poco protector.
-¿Interrumpiendo? -preguntó Philip con una sonrisa cuando llegó a donde estaban Margaret y Jude, su voz apenas audible sobre la música.
Margaret lo miró con una sonrisa divertida, aun moviéndose al ritmo de la música.
-¿Tú qué crees, Philip? -respondió con un tono juguetón, sus ojos brillando con diversión.
Jude le lanzó una mirada de complicidad a Margaret antes de dirigirse a Philip.
-Estamos bien aquí, pero... ¿tienes algo mejor que ofrecernos? -preguntó con un guiño, sabiendo exactamente a qué se refería.
Philip sonrió de oreja a oreja, encantado con la respuesta.
-No me molesta si se quieren quedar aquí, pero hay champagne gratis en el VIP y menos miradas curiosas.
Margaret y Jude se miraron, considerando la oferta de Philip. La música en la pista de baile seguía sonando, pero la idea de un cambio de ambiente les resultaba tentadora.
-Vamos -dijo Margaret, alzando la voz para que Philip la escuchara sobre el ruido-. Un poco de champán nunca está de más.
Philip sonrió y las condujo hacia el área exclusiva, que estaba decorada con luces tenues y mesas llenas de bebidas y bocadillos elegantes. La atmósfera era mucho más relajada en comparación con la pista de baile llena de gente, y el grupo de pilotos y sus acompañantes estaban acomodados en cómodos sofás y sillones.
A medida que Margaret y Jude se acercaban al grupo, algunas de las caras conocidas levantaron la vista. Maximus, que estaba en una conversación animada con Cédric y Rodri, se enderezó al notar la llegada de las chicas.
-Margaret, mucho gusto. Soy Maximus -se presentó educadamente el alemán luego de que ella saludara a los pilotos que ya conocía.
-Un gusto -le sonrió la rubia confiada, aunque sabía que estaba frente a uno de los mejores pilotos de la historia de la Fórmula 1-. Chicos, les presento a Jude, mi mejor amiga.
-Encantado de conocerte, Jude -le saludó Cédric, parándose de su asiento-. Cualquier amiga de Margaret es una amiga mía.
Jude se inclinó ligeramente en señal de respeto y sonrió a Cédric.
-Gracias, Cédric. El placer es mío.
Mientras Margaret y Jude se acomodaban en los sofás, Philip les sirvió un par de copas de champán y se acomodó luego al lado de la rubia. La conversación en el vip comenzó a fluir con facilidad, y el ambiente se volvió más relajado.
Pierre, quien hasta entonces había estado disfrutando de la conversación con los otros pilotos, notó cómo la atención de Philip se centraba en Margaret. Había algo en la forma en que Philip la miraba, una intensidad que Pierre había visto antes en su amigo cuando una mujer le interesaba. Era como si Philip estuviera evaluando cada movimiento de Margaret, interesado de una manera que el piloto francés no pudo ignorar; y, de algún modo, se encontró a sí mismo incomodo por la situación.
El francés sufrido intentó concentrarse en la conversación que se desarrollaba a su alrededor, pero no pudo evitar lanzar miradas furtivas hacia donde Margaret estaba sentada, riendo y charlando con Philip. La sonrisa de Philip era encantadora, demasiado encantadora, y su mano descansaba en el respaldo del sofá detrás de Margaret, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Cédric, que estaba sentado al lado de Pierre, notó la rigidez en los hombros de su amigo y le dio un ligero codazo, bajando la voz para que solo él pudiera escucharlo.
-Relájate, amigo. Philip es así con todas -dijo Cédric con una sonrisa tranquilizadora-. Además, Margaret puede manejarlo.
Pierre sabía que Cédric tenía razón. Margaret no era del tipo que se dejaba impresionar fácilmente por los encantos de alguien como Philip. Pero aun así, había algo en la manera en que los dos interactuaban que lo ponía incómodo, una especie de tensión palpable que él no podía ignorar.
Maximus, que había estado observando a Pierre con interés, se inclinó hacia él, su expresión divertida.
-¿Celoso, Pierre? -preguntó con un tono burlón, aunque no había malicia en su voz.
Pierre soltó una risa forzada, tratando de parecer despreocupado.
-Solo cuido a mi equipo.
Por la tarde del jueves, Pierre llegó al paddock con el ceño fruncido y una resaca que provocaba a su mente estar atrapada en los eventos de la noche anterior. Había dormido poco, y si bien los jueves no solían ser días muy importantes, aún así debía cumplir con trabajo mediático antes de que el verdadero fin de semana comenzace.
-Recuerda verte imponente en cuanto te pregunten por tu posición en el campeonato -le ordenó Margaret en cuanto lo vio preparándose para la conferencia de aquel día-. Vas tercero, no permitas que te hagan ver menos por los resultados del año pasado.
-Lo que pidas... -contestó suspirando Pierre mientras leía demás declaraciones que le había ordenado su directora de comunicación.
Margaret lo observó con una mezcla de impaciencia y preocupación. Conocía a Pierre lo suficiente como para saber que, aunque solía tomarse las cosas mediáticas a la ligera, lo comerían crudo si no entendía la dimensión de la situación en aquellos momentos.
-Mira, Pierre -dijo Margaret suavizando un poco el tono, acercándose a él-. Sé que no es el mejor momento para esto, pero necesitas estar concentrado. Los periodistas van a intentar desestabilizarte buscando chismes, especialmente con todo lo que pasó anoche. Tienes que estar preparado.
Pierre asintió, pero su mente estaba a kilómetros de distancia. La resaca no ayudaba, claro, pero lo que realmente lo distraía era la imagen de Margaret en la pista de baile la noche anterior. Cada vez que cerraba los ojos, la veía ahí, riéndose con Jude, moviéndose con una libertad que nunca había visto en ella.
-Sí, claro -respondió rápidamente, aunque sabía que no había captado ni la mitad de lo que ella había dicho.
Sacudiendo esos pensamientos de su cabeza, ajustó su gorra y caminó hacia la sala de prensa, donde lo esperaban junto a Maximus y Oliver Hall, el joven piloto norteamericano de Williams.
La sala estaba llena de periodistas, algunos revisando notas, otros revisando sus equipos de grabación. La energía era palpable, como siempre antes de una rueda de prensa con pilotos de alto perfil. Pierre tomó asiento entre Maximus y Oliver, quienes lo saludaron con una sonrisa amistosa. Maximus, con su usual calma y elegancia, parecía completamente a gusto, mientras que Oliver, con su juventud y entusiasmo, mostraba una sonrisa brillante, ansioso por comenzar.
El moderador de la rueda de prensa, un hombre mayor con gafas y una barba bien recortada, comenzó con su introducción, dando la bienvenida a los pilotos y estableciendo el tono para la sesión.
-Buenos días a todos. Estamos aquí con tres de los pilotos más destacados de la parrilla.
Comenzaremos con algunas preguntas generales antes de pasar a preguntas específicas de cada equipo.
Los flashes de las cámaras parpadearon, y las primeras preguntas comenzaron a llover. Los periodistas querían saber sobre la estrategia para la carrera del domingo, las condiciones del circuito, y cualquier ajuste de último momento que pudieran revelar. Pierre, manteniéndose profesional, respondió con calma y claridad, aunque su mente seguía volviendo a la imagen de Margaret riendo con Philip.
Uno de los periodistas, una mujer rubia con una voz aguda, dirigió su pregunta a Pierre.
-Pierre, anoche te vimos en la fiesta de la parrilla. Parecía que te lo estabas pasando muy bien. ¿Puedes contarnos un poco más sobre tu experiencia en el evento? -preguntó la periodista, con una sonrisa que sugería que buscaba algo más que una respuesta superficial.
Pierre sonrió, intentando disimular el cansancio que aún sentía.
-Sí, fue una gran noche. Fue bueno ver a todos relajándose antes del fin de semana. Estos eventos son importantes para mantener el espíritu de la parrilla y para que todos podamos desconectar un poco -dijo, manteniendo un tono ligero y despreocupado.
El moderador dio paso a la siguiente pregunta, pero la misma periodista volvió a levantar la mano rápidamente, aprovechando el momento.
-Y, Pierre, hablando de la fiesta, también vimos a Margaret allí. Sabemos que ella ha estado ganando popularidad en las redes y que trabaja de cerca contigo. ¿Cómo describirías su relación con el equipo y especialmente con los demás pilotos?
Pierre sintió un leve nudo en el estómago al escuchar el nombre de Margaret mencionado. Si sabía que ella tenía algo de popularidad fuera de aquel deporte, pero le parecía sumamente raro que le preguntasen por ella.
-Margaret es increíble en su trabajo. Nos mantiene a todos en línea y se asegura de que estemos bien representados en los medios -comentó aun sintiéndose extraño, sin saber muy bien que decir a continuación-. Creo que es natural que reciba la atención que está recibiendo, porque es muy buena en lo que hace, tanto dentro como fuera de la pista -agregó creyendo que tal vez estaba respondiendo con más determinación que antes-. Pero en cuanto a su relación con los demás pilotos, diría que está bien. Claro, hay afinidades entre ella y una determinada persona, pero es muy querida y respetada por todos.
Pierre dejó que esas últimas palabras se deslizaran con una sutileza desintencionada, realmente sin darse cuenta de que acababa de decir, pero su significado no pasó desapercibido. La manera en que había hecho una pausa antes de la palabra "afinidades" y el leve énfasis que puso en ella fue suficiente para que los periodistas captaran la insinuación, aunque no dijera nada explícito.
Pierre celoso sin querer aceptarlo y Margaret próximamente enojada sin querer entenderlo wujuu
No hay manera de explicar lo que amo a estos dos
Y no se olviden de seguirme en ig _harpyaharpyja_ para ver edits especiales de la historia y adelantamientos de los capítulos ;D como esto:
Sí Norris no pierde la pole mañana en la largada, subo otro capitulo jajaj
Harpy out ♥
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