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✶⊶| 𝕻𝖗𝖔𝖑𝖔𝖌𝖔 |⊷✶

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Año 2900 a C.

Tebas proclamaba y celebraba el ascenso de Penteo como nuevo rey. La algarabía del pueblo resonaba fuertemente al compás de las Cítaras y Aulos, cuya melodía alegre te incitaba a danzar libremente por las veredas de la gran Acrópolis.

En lo más apartado de dicho lugar, exactamente en las faldas de la cordillera de Citerón, vivía una gran familia de cazadores. Dentro del linaje familiar predominaba el Gen Alfa, aquel que les proporcionaba ciertas habilidades sobrehumanas.

Los Alfas mas ágiles que el resto de la manada eran dignos de ser nombrados líderes, pues gracias a su rapidez y astucia lograban destacar, por mucho, entre el resto.

Aprendieron diversos oficios de la época, los necesarios para poder vivir en una comunidad equitativa y ecuánime que los llevó a un orden respetable en la zona. Solían ir a vender o a intercambiar la carne y piel de las presas que conseguían diariamente en la ciudad, donde eran conocidos como el Gran Clan Cazador.

Llegaron a ser tan reconocidos que el propio rey les otorgó los bienes necesarios para poder establecerse dignamente en su territorio. De igual forma la Diosa Artemisa, diosa de la caza, después de observarlos desde el Olimpo acudió a ellos para bendecirlos, les otorgó la habilidad de ver la energía vital de sus presas antes de atacarlas.

Un don bastante útil al momento de la caza pues la energía de los conejos y ciervos eran las que más brillaban en la oscuridad, permitiendo atacarles sin ser escuchados.

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Una mañana de primavera, justamente después de vender las pieles que se le habían encomendado, TaeHyung el hijo mayor del Alfa en jefe tropezó torpemente con un joven ciudadano de porte elegante, cuyo aroma a Menta y Miel inundó sus fosas nasales cautivando por completo al muchacho.

Su lobo inmediatamente aulló emocionado tratando de dominar su lado humano, pero este se resistió al darse cuenta que el joven que lo había cautivado se hallaba tendido en el piso con las pocas pieles, que anteriormente cargaba en brazos, sobre su cuerpo y un sin fin de manzanas rodando a su alrededor.

Aterrorizado por haberle causado algún daño, le ayudó a quitar las pieles y a colocarse de pie. Quedando estático al hacer contacto visual con él, no solo su aroma le había hipnotizado, la apariencia física del joven castaño también.

─ ¡Alfa estulto, deberías fijarte por donde caminas! ─Mencionó furioso el joven elegante. ─¡Por Zeus!, Mi madre se enfadara conmigo por no llevar manzanas a casa... ─Suspiró afligido después de ver como las manzanas que llevaba en su cesta habían terminado en el piso, algunas rodando y otras completamente destrozadas.

La atención del castaño fue captada rápidamente al escuchar la grave voz del alfa, quien con gesto amable e inocente se dirigía a él.

─ Discúlpeme, no fue esa mi intención, todo ha sido un accidente, permítame enmendar mi error ─Dijo el joven observando a ese Omega de exquisito aroma, que a pesar de haberle insultado esperaba fervientemente poder ayudarle.

─ ¿Enmendar tu error?, ¿Cómo piensas hacer eso? ─Le preguntó incrédulo, haciendo caso omiso a lo que el aroma del Alfa causaba en él; ese aroma a Vid y Sándalo mantenía a su lobo con la cabeza gacha y completamente dócil en espera de una orden.

─ Permítame entregarle aquella cesta de manzanas y peras ─TaeHyung señaló la cesta que se encontraba en la carretilla de su padre. ─Fue culpa mía que usted perdiera todos sus frutos, es lo menos que puedo hacer para ayudarle a evitar el enfado de su madre y enmendar el error que cause debido a mi torpeza ─Dijo sonriendo satisfecho de su oferta.

El Omega dudó en aceptar tal tributo, pues la cesta que ese Alfa sucio y torpe le ofrecía, era mucho más grande que la que él tenía entre sus manos sabía de sobra que su fuerza no sería la suficiente para llevarla a casa él solo. Por lo que meditó su respuesta por unos segundos hasta que encontró una solución.

─ Bien, aceptaré los frutos que ofreces para enmendar tu error... ─TaeHyung le sonrió ampliamente después de escucharle. ─Pero me llevaré los que llenen mi cesta ─El alfa abrió los ojos sorprendido de tal respuesta, pues esperaba que el joven se llevará la cesta completa a casa.

TaeHyung sopesó la respuesta y aceptó la petición del Omega sin objeción al darse cuenta que la cesta que ofrecía era enorme.

A paso lento caminó hasta la carretilla seguido de el castaño donde, después de aventar las pieles en el cajón de carga, comenzó a colocar los frutos que había ofrecido en la cesta del joven hasta que se llenó completamente, una vez hecho esto procedió a entregársela a su dueño.

El Omega recibió la cesta sosteniendola desde la parte baja, pero el Alfa se negó a soltarla observando con gracia el gesto de fastidio que se había dibujado en el rostro del contrario. Divertido de su hazaña decidió soltar el objeto, justo después de asegurarse que podía hacerlo sin lastimar nuevamente al joven.

Por su parte el Omega molesto se dio vuelta dándole la espalda y comenzó a caminar con la cesta entre las manos ignorando por completo la presencia del Alfa.

TaeHyung sorprendido de tal acción, rio para si mismo, recordando que no podía dejar ir al Omega, no sin antes saber su nombre.

─ ¡Oye!, ¡¿Cuál es tu nombre?! ─Gritó fuertemente, tras darse cuenta que el castaño se alejaba lentamente por el sendero.

El joven Omega detuvo su andar después de escucharle y se giró para observar con desdén al moreno quien lo veía sonriente desde el pie de la colina.

─ ¡¿Para qué quieres saber?!, ¡Tú y yo jamás nos volveremos a encontrar! ─Respondió entre gritos.

TaeHyung sonrió ampliamente.

─ ¡Debo decirle a mi padre el nombre de quién me ha robado! ─Mencionó conteniendo sus ganas de reír debido al gesto que el castaño esbozo después de escucharle.

El Omega contuvo sus inmensas ganas de mandar al Tártaro a ese Alfa altanero y poco gracioso, limitándose a responder lo mas educadamente posible.

─ ¡Dile a tu padre que JungKook, hijo de Zeus le ha robado! ─Refutó seguro de sus palabras para después alejarse por la pendiente de la colina.

Desde ese día, TaeHyung después de terminar de vender lo que su padre le entregaba cada mañana, comenzó a esperar en ese mismo lugar, bajo la sombra de un árbol, a que Jungkook terminará sus compras con los mercaderes de la ciudad para poder verlo.

Las primeras veces se ganó el desaire y la indiferencia del joven, cosa que ignoró sin dejar de lado su convicción por conquistarle. Con el paso de los días comenzó a dejarle obsequios en el camino que paulatinamente fueron recibidos por el Omega con una sonrisa y al paso de los meses, el alfa tan solo esperó que él llegará a sus brazos para inhalar fervientemente el aroma que lo llenaba de energía y buen humor, para después plantar un beso cálido en los sedosos labios del Omega.

JungKook, claramente, no era hijo de Zeus como lo había asegurado anteriormente. Él es hijo de Nerea una Omega de bajos recursos que sirve en el palacio como cocinera e hijo de Rémulo un Alfa cuyo destino terminó trágicamente.

En la ciudad se rumoreaba que el hombre fue uno de las tantas víctimas de las Erinias a causa del crimen que cometió. Pero, él hace caso omiso a las habladurías y respeta el luto que su madre le ha otorgado durante años sin preguntar la verdadera razón de la muerte de su padre.

A TaeHyung nunca le importó lo que decían a espaldas de su novio en la ciudad. Él desde el primer instante que observó los ojos del Omega sintió una conexión inexplicable, un decreto que los dioses les habían encomendado antes de nacer, un amor eterno que vencerá todo obstáculo que se le interponga.


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•᭡͡ᩬ✦ℨ𝔞𝔨𝔶 𝔇𝔯𝔞𝔤𝔬𝔫🐉

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