Hace poco más de medio año que no transitaba por allí...

...Aquel parque, aquellos vecinos... hoy sentí que revivía una memoria de mi niñez.

«En un barrio de la costa, nunca falta el vecino osado, ese que sale a la puerta de su casa con una toalla alrededor de la cintura ─si tan sólo fuera un cuero con tabletas por vientre, creo que con gusto me hubiera animado a jalarle la susodicha cubierta─.

Luego, avanzar y encontrarme a un primo al cual años luz no registraba.  Ni que hablar del grupito de tíos desempleados que llevan ya muchos años en la mochila, se sientan en la vereda de siempre y esperan a que alguno de ellos se ponga unas cervecitas. 

Nunca puede faltar el galán del barrio; así que también estaba presente por allí el mismo hombre galante de siempre, con su gran sombrero de alas; todo un chalán, siempre con su pantalón de sastre y camisa de vestir manga larga. Aprecio que debido a la estación, mudó de lado, pues buscó el refugio de un frondoso árbol. Su cabeza llevaba un gran mantón blanco, rematado con su moustache canoso también.  Se nota que por él si pasaron mucho los años, pero solo físicamente; porque fui testigo que aún saluda galantemente y con piropos a cuanta mujer pasa a su lado. ─Definitivamente ni el implacable sol de este verano podría evitar que este señor old school deje de salir a deleitarse con cuanta fémina que pasa, ni a regalarles sus tan elaborados piropos─.

Hallamos al termino del mismo parque, el clásico puesto de raspadillas, ofreciendo todos los sabores veraniegos; rodeado por todos los clientes que a horas del mediodía, desean aplacar el calor acuciante de la temporada.

Pensar que dentro de poco toda esa ruta cambiará para siempre, tras el asfaltado de toda esa vía. Muchos no podrán salir a sentarse frente a la fachada de sus casas, o niños que no podrán jugar en la calle tal cual lo hacían antes, adiós pichanguitas, adiós grupos agazapados en las esquinas tomando sus chelenas bien helenas. Hasta pronto, puestos informales de alguno que otro que aprovechó para vender fruta, verduras o carnes.

Habrán algunas cosas que sí se extrañarán y en definitiva serán algo difíciles de readaptar; pero lo que jamás extrañaré es a aquel vecino osado y pipón que se exhibe con descaro, con la toalla a la cadera y mostrando media raya trasera.

No sé cuando volveré a transitar por allí y recoger pasos olvidados, como hoy; más si sé que nada volverá hacer como antes lo fue.»

A pesar que hubo asfaltado y también que pasó el verano, todo se repite una y otra vez, cual danza estacional, en un lugar bohemio de la costa donde he pasado gran parte de mi vida.

Las mismas costumbres, tendencias, estereotipos; sin importar cuanto tiempo haya pasado y  lo bueno de ello, es que siempre será mi lugar añorado.

https://youtu.be/1CjX1r-gh8U

Despliegue de luces, en una bella presentación, una muy sui-generis.

Un beso volado lleva en sus alas las palabras convenidas, hacia la otra página.

¡Hasta la vuelta de hoja!