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El abuelo trajo un paño húmedo, y arrodillándose junto a los hermanos Min lo colocó suavemente sobre la frente de un Jimin tembloroso. El sudor impregnaba su cuerpo y lo hacía sollozar de desesperación, Bae se limpiaba las lágrimas silenciosamente, casi mordiéndose la lengua para no llorar, y Yoongi las retenía a toda costa, lo que menos podía hacer ahora era derrumbarse delante de una persona que necesitaba contención.

—Hay una señora— dijo Jimin sorbiendo su nariz ruidosamente —Pero no sé quién es— abrió los ojos y miró al pelinegro con dolor, se sentía tan bien a su lado, se sentía tan bien en la cabaña, que no estaba seguro de si quería volver a la vida ajetreada de Seúl—Tengo miedo...— susurró.

Yoongi cerró los ojos con fuerza, tratando de pensar, y justo en ese momento, una ampolleta se prendió en su cabeza —¿Dónde vives, Jimin?— el mencionado lo miró confundido. —Tu dirección, no lo sé, ¿las casas tienen números?

—Los recuerdos están mezclados y son difusos, Yoon— dijo su hermana, desanimándolo. —No va a encontrar una dirección concreta entre sus vivencias.

Los ojos rojos y cristalinos de Jimin se encontraron con lo de Yoongi, y ambos corazones se hicieron trizas, porque sí, Bae tenía razón, ninguno de los dos era capaz de formular una dirección en específico. El pelinegro ni siquiera recordaba quién era su familia, ni quiénes eran sus amigos, ni mucho menos si tenía alguna mascota. No recordaba absolutamente nada, nada más que lo básico.

Yoongi dejó escapar la primera lágrima —¿Cuántos hospitales hay en Busan?— apretó sus labios en una fina línea y tomó las manos de Jimin para ayudarlo a resistir justo cuando otra ola de dolor le atravesaba el cuerpo. Desconocían lo que estaban haciendo los doctores, pero sin duda no dejarían que el menor siguiera en coma, no si estaba mostrando señales de que podría despertar —Te buscaré en cada uno de ellos, Jimin. Lo prometo.

El Abuelo se inclinó, le quitó el paño de la cabeza y lo reemplazó por una almohada de plumas que dejó con cariño debajo de la cabeza del joven. Jimin inhaló y exhaló tratando de aliviar el dolor que lo embargaba, sentía las manos del pelinegro recorrer su cuerpo dejándole caricias y surrándole palabras reconfortantes, pero nada lograba quitarle de la cabeza que pronto moriría en aquel mundo para despertar en el otro. Desaparecería para olvidar, le temía al olvido más de lo que alguna vez imaginó.

—Hyung...— lo llamó cuando sintió el característico pinchazo en su cuello, quizás le habían puesto algún sedante, o algo que lo haría despertar a toda costa. —No quiero olvidarte. No quiero olvidarlos...

Bae se tapó la boca y sollozó con fuerza, para ella era aún más difícil, porque dejaría ir al amor de su vida por segunda vez consecutiva. En esta ocasión no volverían a verse, no volverían a encontrarse, Jimin la olvidaría para siempre y ella no podría hacer nada. Porque aún lo amaba, pero entendía que ya no era la dueña de su corazón, que ahora era Yoongi quien pertenecía ahí y que seguiría perteneciendo aunque pasen mil años más.

La vista de Jimin comenzó a tornarse borrosa, veía los rasgos desgastados del Abuelo cada vez más difusos, oía el llanto de Bae cada vez más lejos, pero el tacto de Yoongi sobre su piel seguía sintiéndose firme, seguía sintiéndose real.

El menor lo miró con ojos cristalinos y repletos de pánico —No quiero olvidarlo...— volvió a susurrar por segunda vez, aceptar que no los volvería a ver nunca más, estaba siendo más difícil de lo que imaginó en su momento. Yoongi juntó sus frentes, y al cerrar los ojos, las lágrimas comenzaron a fluir silenciosamente por sus palidas mejillas.

—No me olvidarás.

—¿Cómo está tan seguro?— preguntó Jimin totalmente frustrado por la inmovilidad y el dolor en el cual había caído su cuerpo luego de recibir el pinchazo en el cuello.

Yoongi sonrió con tristeza, con dolor, con angustia y con todos los sentimientos mezclados en su corazón, pero por Jimin, él sería capaz de hacer eso y mucho más —Porque lo que hay entre nosotros es mucho más fuerte que el olvido. No tengas miedo.

Un pequeño beso fue dejado en los rubios cabellos de Jimin y su mundo se convirtió en oscuridad total, terminó de perder la poca sensibilidad que le quedaba en su cuerpo y sintió como si flotara en medio de la nada, en medio del vacío. Lo último que su cansada mente logró oír fueron los desgarradores sollozos de Bae y un débil y tembloroso "te amamos" del Abuelo.

Probablemente nunca sabría el nombre de ese hombre, ni tampoco qué será de Jimin en una futura vida, pero lo que sí sabía, es que había logrado tomarle un cariño inmenso, tan grande y profundo como la mismísima bahía. Él no recibía a todos los enviados del castillo, creía que sí, pero eso era otro implante de recuerdo, el Abuelo únicamente lo recibió a él.

Olvidarlo para volver a conocerlo en otra vida era un costo que Jimin no quería asumir. Pero si quería recuperar a sus amigos y a su familia, debía hacerlo.

Su corazón estaba hecho pedazos. Esto solo le mostró lo frágil que puede llegar a ser la mente humana. Porque cuando dormimos, olvidamos. Después de morir, olvidamos.

Siempre, siempre olvidamos.

Su conciencia estaba perdida en el vacío, todo lo que alguna vez conoció, sintió o amó, se encontraba resumido y oculto en medio de la nada. ¿Cuál era su nombre? ¿Por qué estaba ahí? De cierta forma se sentía tranquilo, su cuerpo flotaba en la oscuridad mientras él dormía.

Park Jimin.

Su nombre es Park Jimin. Un chico ordinario de Busan que cumpliría los veintiún años dentro de un par de meses. ¿De Busan o de Gusan? No, de Busan, su hermosa ciudad natal, una enorme Bahía flanqueada por grandes y altos edificios, estaba completamente seguro de eso.

Un dolor le atravesó el cráneo y su audición se activó en una mínima cantidad, alguien estaba llorando, era una chica. Otra persona parecía estar llamando a alguien, también era una mujer, pero no lograba distinguir el nombre que pronunciaba casi a gritos. Su cuerpo seguía suspendido en la nada y su conciencia aún vagaba, intentando encontrar el momento preciso para obligarlo a despertar.

¿A despertar de qué? ¿Cuánto tiempo llevaba dormido? La chica dejó de llorar y la voz de la otra mujer dejó de oírse ¿adónde habían ido? ¿Por qué desaparecieron? Jimin no quería quedarse solo.

«Nunca estaremos solos si nos tenemos los unos a los otros»

Un sentimiento de calidez se instauró en su pecho al recordar las palabras dichas por Hoseok. Fue un sábado por la tarde, lo recordaba, en la bahía de Busan, en una de las tantas vigilias que solían realizar los tres amigos.

Taehyung y Hoseok, dos personas por las cuales Jimin estaría dispuesto a dar su vida. Dos personas que sabía nunca lo abandonarían.

Comprendió que estaba recordando, pero algo faltaba, algo aún no se completaba.

O alguien...

¿Cuántos hospitales hay en Busan?

Yoongi...

El hermoso chico de cabello negro y piel blanca como la nieve. Debían encontrarse, cuando Jimin despertase. ¿Por qué aún vagaba en la oscuridad? Tenía prisa, joder.

Un dolor aún más fuerte que el anterior lo atravesó y lo hizo dudar plenamente de si quería seguir con esto. Su audición volvió a florecer, pero mucho más fuerte y nítida que la vez anterior.

Y ahí fue cuando lo oyó.

—¿Jimin?— Taehyung lo estaba llamando, resistiéndose con todas sus energías para que los médicos y ayudantes no lo sacaran de la habitación del hospital a la fuerza —No me iré de aquí si no veo que abres los malditos ojos.

Y Jimin lo intentó.

Una y otra, y otra vez. Hasta que lo consiguió.

Abrió los ojos y reconoció el mundo real por segunda vez, como si estuviera naciendo de nuevo. Una luz gigante estaba encendida sobre sus pupilas. La vida había ganado la batalla para darle otra oportunidad, y esta vez, Jimin no la iba a desperdiciar.

Viviría, como nunca antes lo había hecho.

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