
|• 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈𝐈𝐈: 𝐂𝐨𝐧𝐜𝐞𝐣𝐨 •|
1era parte.
Capítulo VIII: Concejo
Killua estaba en el final de su celo, se sentía mal, le dolía la cabeza y su habitación olía a sus feromonas.
Aunque se sentía bien estar en su nido y que nadie lo molestará. Con los cojines y las cobijas que él junto a Retz habían escogido, aunque un olor bastante peculiar aún estaba en sus narices.
Y ese era el del pequeño príncipe que no había podido ver hace algunos días, porque estaba en celo y quería pasarlo a solas. Aún así sentía que se desmayaría por el dolor o algo parecido, se puso en posición fetal cerrando los ojos con fuerza. La puerta fue tocada.
— Majestad, soy Retz, vengo a darle su infunsión, ¿puedo pasar? —se sabía que cuando un omega estaba en celo no podían entrar alfas u otros omegas a este, se debía dar consentimiento para ello. Pero, Killua estaba seguro de algo, Retz no le haría daño, además solo le daría su infusión y se iría aunque desearía que otra persona se la diera.
Gon por ejemplo. Nego con la cabeza, su lobo había estado algo inquieto y con estos pensamientos ya no sabía ni que pensar.
— Pasa —fue un susurro pequeño, la mujer entro cerro la puerta y olió los olores tan deliciosos del omega que se levantaba poco a poco de la cama.
Llevaba un camisón crema de lana que dejaba ver sus clavículas, una bata de seda blanca era la que lo tapaba completamente.
Su rostro estaba algo sonrojado, tenía el ceño levemente fruncido, los cabellos estaban desacomodados. Y levantándose de los pequeños y grandes cojines parecía un hermoso gato blanco despertando.
Los tacones de la mujer resonaron en la habitación llevándolos a la mesa de noche, puso la bandeja en esta, tomo la taza blanca con adornos amarillos grabados y se lo cedió al albino que veía sus movimientos.
— Perdone que lo moleste —se disculpo la chica.
— Mm —fue un sonido de asentimiento, mientras se tomaba aquella infusión con un toque a miel, regreso la taza y vio como la mujer de cabellos rubios sonrió.
— Eso es todo, también le traje su comida, debe comerla o se sentirá peor —la mujer dejo los platos en la noche de mesa agarrando la bandeja plateada.
— Si Retz —la voz del chico sonó como un murmullo fue cuando Retz miro que el lindo omega ya estaba durmiendo.
Sonrió, tomo la bandeja y salió de la habitación, Bisky estaba sentada en una de las sillas que le habían prestado Gotoh y Canary. Porque Bisky no dejaría que Killua estuviera solo, menos estando en celo.
Retz camino hacia el despacho de Gon, tocó la puerta levemente, fue cuando se abrió dejando ver a Gon salir junto a Kito.
— Prepararé su corcel junto a unos cuantos hombres, majestad —el albino hablo, para luego retirarse.
— ¿Saldrás? —cuestiono la rubia con curiosidad.
— Un nuevo ataque, un burdel... Tengo que ir, pero no te preocupes mi tía se quedará aquí para cuidar de Killua —el chico hablo con cansancio, al haber mencionado el nombre del omega no pudo evitar preguntar —. ¿Él está bien?
— Claro, está pasando un celo adecuadamente —la rubia le tranquilizo para que el chico se fuera sin ninguna preocupación.
— Bien, cuídalo, por favor —el moreno hablo, para después desaparecer de la vista de Retz.
Gon era acompañado por su séquito, el corcel negro galopaba hacia las ruinas de un supuesto burdel.
Eran un problema, durante años sus padres y abuelo se esforzaron por hacer un reino justo, para que se respetase a los omegas, para que el tráfico de estos acabará y... ¿qué ocurrió?
Los estúpidos concejales mandaron a la mierda todo, nuevos burdeles se alzaron y aunque no había una taza tan elevada estaban ahí. Y por ello eran caza fácil para esos terroristas.
— Majestad hemos llegado —la voz seria de Kito le hizo divisar el lugar.
Alejados de los pueblos acercamos, era un lugar horrible. El burdel era un edificio de dos pisos, se veía descuidado, aunque también tenía ese aspecto porque hace poco había sido incendiado.
Las cenizas del lugar se extendían, el joven rey bajo de su caballo con un salto, caminando hacia el lugar.
Lo sabía.
No estaba quemado del todo, habían rasgos de lo que ese lugar era, un burdel de omegas, habían cuerpos tirados por el lugar seguramente alfas o betas. Pero no había rastos de la casta protagonista del lugar.
No los había.
Mierda.
Los ataques eran tan aleatorios, no había un patrón. Ni aquí ni en los demás reinos. A veces mataban a todos, otras veces desaparecían omegas, otras solo alfas. No tenían sentido pero a su vez ahí estaba la respuesta.
Una que esperaba tener si no quería poner en peligro a su familia y a su pueblo. Pero, antes de ello tenía que quitar a esos estúpidos ancianos del consejo, además de descubrir quién era el maldito soplón que había dentro del castillo.
— No hay nada, pero esto debió ser con nen —uno de los guardias hablo, haciendo que la mirada avellana cayera en él —. Los lugares incendiados fueron pensados con anterioridad.
— Algo ocurrió aquí para que quieran borrar lo que sea que pasó —dijo haciendo una mueca —. Hagan un reporte completo, esto queda en nosotros, como siempre. No quiero que den detalles al consejo, ¿entendido?
— Entendido —fueron las voces en unísono.
— Por hoy volvamos al castillo, quiero que dos de ustedes se queden aquí para vigilar, mañana por la mañana pueden regresar —hablo de nuevo subiendo al caballo que lo esperaba.
Kito subió a su caballo también, poniéndose a lado de su rey con muchas cosas que decir en ese momento.
— ¿Qué haremos Majestad? —preguntó.
— Por ahora hacer pequeñas investigaciones, reunir solo a los hombres que me han jurado lealtad, mientras yo arreglo los problemas que se avecinan en el palacio —el joven miro el horizonte con cansancio, el caballo comenzó a caminar con calma.
— ¿Habla del concejo? —
— Eso mismo, quieren saber porque Killua aún no está en cinta —
— ¿Qué?, pero si tiene muy poco que llegó aquí, ¿cómo quieren que ya esté en cinta? —
— Eso mismo pensé, pero ahora quieren saber por qué no lo está, además de que siguen con la estúpida idea de un harem —de todo lo que más odiaba, el harem estaba muy arriba en la lista.
— Dios mío, esos hombres no entienden —
— No lo hacen, además de que quieren que... Ya sabes ese omega se convierta en la concubina principal, es tan asqueroso —
— ¿Acaso se volvieron locos? —la rabia circulaba por la sangre de Kito.
— No lo sé, y en unos pocos meses la boda de Kurapika y Mizuki se festejará, hay muchas cosas que tenemos que hacer y pelear con el concejo no es algo que quiera hacer —
— Además está el soplón —recordo el hombre.
— Así es, aún queda ese hombre, es por ello que Killua no puede estar a solas, ni siquiera Alluka —tenía miedo, esa era la realidad. No podía creer que una vez más su familia estuviera en peligro en su mismo hogar.
— ¿El rey Silva, lo sabe? —
— Por supuesto que no, aunque a veces pienso que lo mejor sería dejar que Killua visitará a su familia mientras arreglo esto —aunque eso era una pésima idea, el mar... Era peligroso.
— Pero el concejo no te dejará y aún tienen cierto poder aquí —
Tenía razón. Tenía mucha razón. Se apretó el puente de su nariz con una sensación pesada en el pecho.
— No quería salir del castillo, Killua está en celo y —le aterraba que ese hombre pudiera intentar algo pero, confiaba en Bisky y en sus dos mejores soldados.
— Gon —el albino le tomo del hombro, ambos caballos pararon —. Él estará bien, está Gotoh y Canary con él, además está esa chica rubia que tiene mucho poder. No podrán hacerle nada.
El moreno asintió y siguió su camino, al llegar al palacio, su tía con ese elegante vestido color verde le miro con una sonrisa.
— Tía —hablo con una sonrisa —. ¿ocurre algo?
— Tal parece que el celo de Killua ya está pasando, no hay porqué preocuparse —eso hizo respirar a Gon.
Por el pasillo aquel niño que amaba con locura salió corriendo, su cabello largo se movía al compás de su pequeño cuerpo.
— ¡Chichi! —gritó emocionado, Gon se inco y ante la llegada de su niño lo abrazo y lleno sus fosas nasales de ese puro olor. Lo cargo sin esfuerzo comenzando a caminar a lado de su tía quien veía al niño con una sonrisa maternal.
— Entonces pronto saldrá —el moreno se dirigió a su tía quien asintió con la cabeza.
— Bisky dice que para mañana ya podrá salir y seguir con sus actividades normales aún así le administrarán un último supresor, por prevención —la alfa hablaba mientras caminaba a lado de su sobrino —. Aún falta para tu celo, ¿cierto?
— Si, unos tres meses y me dió —el joven miro de reojo a su tía quien miraba hacia enfrente con una expresión seria.
Alluka iba en silencio, sabía que en momentos así no tenía porque interrumpir a su padre, por lo que escucho la plática en silencio, mientras jugaba con la ropa de este.
— ¿Y?, ¿encontraron algo? —fue un susurro, las paredes podían estar escuchando.
— Hablemos de ellos dentro de la habitación, aunque hay más temas importantes de los que hablar tía —hablo con cansancio.
— Pero, primero ve a comer algo, en unas horas tendrás que ir con esos viejos del concejo —la mujer frunció el ceño, odiaba a esos hombres.
— Si tía —el chico paso de sus brazos a los de la mujer el pequeño cuerpo que llevaba cargando —. Iré a comer, pórtate bien cariño.
El niño asintió con efusividad, mientas enrollaba sus pequeños brazos en el cuello de la mujer de cabellos naranjas.
Pronto ambos vieron como la figura del chico de tes morena se desvanecía por el pasillo.
Cuando el color de la noche cubrió al reino de la luz, como solían llamarlo, Gon se encontraba caminando a la sala de juntas alado de su tía y de si fiel compañero Kite. Estaba nervioso porque por fin todos estarían ahí, para discutir cosas que no deberían discutir. Era una noche fría, algo extraño en el lugar que se caracterizaba por ser cálido o tal vez eran los nervios que entraban en su ser.
Entro al lugar con una mirada fría, una que hacía tener a cualquiera, porque aunque Gon fuera un rey amado, respetado por su pueblo no quería decir que fuera la persona menos intimidante. El concejo lo sabía y aún así tenía la osadez de seguir al mando.
— Buenas noches señores —hablo, camino al asiento de en medio de toda aquella mesa, tal vez cuando Killua quiera podría entrar con él a estas juntas. Claro, después de sacar a todos esos hombres que lo impedían.
— Majestad —hablaron con una sonrisa, una tan falsa, tan hipócrita que de solo verlas le daba asco.
— Señores, ¿para qué es esta junta, concretamente? —Gon se sentó en el asiento; se recargo en la silla y miro a todos con una ceja alzada.
— Majestad, creo que sabe perfectamente porque —el anciano más viejo hablo, en su juventud fue un gran guerrero que peleó a lado de su abuelo y que en su adultez fue un gran consejero, el consejero principal del reino. Ese hombre había sido concejal desde la muerte de su abuelo, por lo que cuando el mandato de su padre llegó seguía estando ahí.
— Sr. Onior, podría ser más directo —
El hombre lo miro con una sonrisa tranquila.
— Su majestad Killua Zoldyck —sabía lo que se venía, más no estaba preparado.
— Agradezco su interés por mi esposo, pero sigo sin entender que cosa puede ser tan importante —a su lado Mito pasaba saliva, viendo que otro concejal se levantaba.
— Majestad, como sabe nos alegro demasiado la noticia de la boda con el hijo del reino de hielo, estamos realmente emocionados con su unión, esto beneficia tanto a nuestro reino como al de ellos —el hombre le sonrió, junto las manos y siguió hablando con la atenta mirada de Gon, sabía lo que venía —. Es por eso que nos resultó extraño que su majestad Killua aún no esté en cinta.
Mito nego con cabeza, como odiaba a ese hombre. Jeitsari, entro al concejo en el reinado de su primo, por recomendación del anciano principal.
Ahí estaba. La bomba.
— Eso es verdad majestad —Yasuha se levantó de la mesa con una mirada sombría, esa mujer. No entendía porque alguien como ella debía estar dentro del concejo —. Es una verdadera maravilla que un omega de su clase se pasee por el palacio, pero ¿no cree que se están tardando para un heredero?
Kastro, miraba en silencio la conversación que se hacía, en todo caso no debía meterse no ahora. Knucle, List, Hanzo y Pariston negaban con la cabeza. Cuando la junta entre concejales se realizó ellos estuvieron totalmente en desacuerdo con hablar de este tema que ni siquiera les incumbía a ellos.
— Por favor, ¿no creen que es demasiado pronto? —el moreno tomo la palabra con calma —. Killua no lleva aquí mucho tiempo, ¿cuál es la necesidad de un hijo tan pronto?
— Entendemos esa parte majestad, pero no tenemos un heredero, ¿qué pasa si algo le llega a pasar a usted? —la mujer hablo de nuevo.
¿Qué no había heredero?, ¿Alluka qué era?
— Yasuha, por si lo olvidaste te recuerdo que si hay un heredero directo —su voz fue aún más fría.
— ¿Habla del niño huérfano? —el anciano hablo con incredulidad —. Majestad espero que no hable de verdad, ¿ese niño?, ni siquiera lleva su sangre.
— Con todo respeto anciano Onior, pero ese niño es mi hijo, con o sin mi sangre. Es un Freecss —su voz fue dura.
— ¡No puede hacerle eso al reino!, ¡Es una gran osadez poner a un bastardo como heredero al trono! —el hombre gritó, con furia.
Sabía que los gritos comenzarían, porque aunque su puesto fuera el rey, era más un accesorio al que no le tenían respeto alguno.
— Pues aunque no lo crea, señor, sigo siendo el Rey aquí, y si yo quiero poner a Alluka como heredero lo haré —su voy era tranquila pero a su vez fuerte.
— Majestad, no puede poner como heredero al hijo de una prostituta —la voz alterada de Yasuha salió, sin medir las palabras que había dicho. Cuando supo su error, calló, suspiro cerrando los ojos.
Gon se levantó con el ceño fruncido, enojado, ¿cómo se atrevía?
— Yasuha, sabes que una de las cosas que pedí fue que no hablaran de ella de esa forma —
— Majestad creo que ya estamos demasiado concientes en esta habitación de lo que esa mujer era, ¿por qué la defiende? —
— ¡Esa omega!, nosotros se lo dijimos, esa mujer no traerá nada bueno al reino, ¿y que sucedió? —el anciano escupido sus palabras con enojo —. Esa noche escapó, ¿no es así?, escapó dejando a un huérfano. ¡Hechizando a nuestro joven rey!
— ¿Pero que tonterías está diciendo?, hechizos, ¿de qué habla? —el moreno estaba sorprendido por las estupideces que el anciano gritaba.
— O tal vez si es su hijo, tal vez por ello la defienda tanto, pero déjeme decirle majestad sigue siendo el hijo de una puta y nosotros no vamos a permitir que esa sangre sucia llegué al trono —el hombre escupió con veneno todas esas palabras —. Y, por si no lo recuerda majestad, tenemos a nuestro lado la clase noble, nadie apoya a un hombre que no debió ser rey.
— ¡Cállese! —la alfa rugió, enojada dió un paso enfrente —. ¿Usted que sabe?, todo lo que han estado haciendo en mi reino es corrupción tu y tus estúpidos nobles, ¿que hay para el pueblo? ¡Nada!, él único que se ha preocupado por el pueblo es Gon.
— Una mujer como tu no va a venir a gritarme, podrás ser una alfa pero sigues siendo una mujer, una que debería callar —el veneno que circulaba esas palabras, la omega que presenciaba todo sonrió con suficiencia.
— Ese omega está aquí para dar un heredero, es para lo único que nos sirve, así que yo comenzaría a hacer las cosas bien, es tu deber —la pelinaranja apretó los puños con fuerza hasta que estos se colorearon con un fuerte color rojo.
— Eso no va a suceder —las feromonas de Gon querían salir, pero trataba de controlarse lo más que podía —. Él no está obligado a tener un hijo, y no lo hará. No hasta que él lo decida, ya no soy el mismo crío de 18 años que podía moldear a su gusto.
Sus ojos avellana que siempre irradiaban pureza, luz, alegría. Aquellos que quien los miraba afirmaba sentir la paz que transmitían, aquellos que al pequeño Alluka calmaba.
Ese brillo había desaparecido, el color avellana se había vuelto oscuro, como si ese color fuera abrazado por una espesa niebla gris, era un mirada sin vida. Una que pondría a temer a cualquiera que la viera.
— Piensa bien las cosas mocoso, tengo la influencia necesaria para quitarte del trono, ¿tu que tienes? —pero no a este hombre, él no tenía miedo ni de la misma muerte.
— Un pueblo, uno que me apoya, ¿de verdad crees que tú nobleza te salvara?, ¿de verdad crees que mi pueblo se quedará callado? —una sonrisa burlona apareció en los labios de Gon, al ves que el hombre no contestaba —. Eso creí.
— ¡Tu! —
— Soy el Rey, le pese a quien le pese, y aún no habrá un niño, el heredero legítimo al trono será Alluka y más le vale respetar a mi esposo y a mi tía —miro a todos en la sala —. ¡Aquí se harán las cosas como yo las dicte!, no hay un pero, ni siquiera para usted.
Miro al hombre con esos ojos agudos, Onior lo miraba con enojo, uno que no escondía, que de hecho no le interesaba esconder.
— Vas a arrepentirte —las palabras salieron con enojo, con odio de los labios del anciano alfa. Apretaba los dientes con fuerza.
— ¿Así? —Gon lo miro con una sonrisa ladina y la ceja alzada —. Ya quiero verlo.
Con la mirada hacia enfrente salió del lugar, Mito y Kito salieron detrás de él.
— Lo hiciste bien, estoy orgullosa de ti, hijo —la voz maternal de su tía lo arrullo cuando ya estaban lo bastante alejados del lugar.
— Una guerra comenzará tía, una dentro del palacio, ellos no dejarán las cosas así —el moreno dijo porque a pesar de que tenía tanto enojo, también tenía miedo. No podía dejar a su familia desamparada, no a Alluka, no a Killua.
— Lo sé —dijo la princesa —. Pero tienes un pueblo, nos tienes a nosotros y a muchos otros hombres.
— Lo hiciste bien Gon, lograremos ganar esta batalla —el albino lo ánimo.
No podía creer que después de tanto años de haber sido una marioneta, por fin cortaba esos hilos. Porque a pesar del miedo, por fin sentía que el nombre de rey no le quedaba grande.
Porque por fin sentía que podía convertirse en aquello que a sus padres les daría orgullo. No perdería.
Killua despertaba del gran sueño que había tomado, su cuerpo dolía como siempre que su celo terminaba. Sentía tantas ganas de salir a correr y olvidarse de los horribles dolores que le solían dar en las caderas y la parte baja de la espalda.
Miro a su mesa de noche encontrándose con una taza, aún salía vapor de ella. Se estiró tomándola en sus delicadas manos para después llevársela a sus labios y dar un trago. Una sonrisa se poso en su rostro al sentir el sabor dulce en su boca. Miro a la ventana que gracias a las grandes cortinas los rayos del sol no pasaban, dejo la taza en la mesa, comenzó a quitar los cojines de su nido, se levantó dejando caer un poco la gran bata de seda blanca.
Se acercó a la cortina, moviendo un poco de ella para ve al patio de lirios amarillos y rosas blancas que ya se estaba acostumbrado a ver. Pudo ver a Gon quien jugaba con el pequeño Alluka a lo que parecía ser las atrapadas, una mujer estaba parada alado de ellos.
Era la nodriza, una sonrisa traicionera apareció en sus labios, vio el que niño de cabello negros como el pelaje de un cuervo señalaba hacia él, el albino abrió los ojos con sorpresa, su padre le decía algo al oído para después mirar hacia arriba, viendo a un Killua recién levantado, con la bata de seda resbalando sus hombros, el camisón dejando ver un poco de ellos también.
El moreno no supo que hacer, saludo con su mano derecha, con una sonrisa para luego tomar de la mano al niño y jalarlo hacia dentro del castillo.
Killua dió una leve risa bastante alegre, se acomodo la bata escuchando los leves toques en la puerta.
— ¿Majestad, puedo entrar? —la voz de Bisky se escuchó por lo que Killua sonrió emocionado de poder ver a su amiga luego de 7 largos días.
— Pasa Bisky —la chica abrió la puerta encontradose con el joven ya levantado y aparentemente con un buen humor.
— ¿Killua Zoldyck despertando de buen humor después de un celo?, wow eso es sorprendente —la chica rió con burla, el chico pálido rodó los ojos.
— ¿Cómo estuvo todo mientras no estuve? —preguntó.
— Bueno, Gon tiene un harem de 100 hermosos omegas, Alluka seguramente te odia por no salir a jugar con él, y mañana partiras a tu querido hogar —la chica bromeó, riendo con ganas al ver el rostro de su amigo.
— Ja, ja —hizo una risa falsa —. Muy graciosa.
— En realidad todo ha estado tranquilo, solo tu esposo tuvo una pequeña riña con el concejo —la chica hablo sentandose en una de las sillas que ahí estaban.
— ¿Por qué? —preguntó curioso.
— No lo sé, nadie sabe, bueno seguramente tú lo sabrás después, ya sabes él dijo que no te ocultaría nada —
Killua asintio con la cabeza, pronto a la habitación Zushi y Ponzu lo estaban arreglando para el desayuno, que se tomaría en el salón principal.
Killua salió llevando un vestido azul claro, con cuello alto que dejaba al descubierto sus hombros, no era tan fan de los vestidos, si por él fuera también andaría con pantalones, sin embargo entendía que en su posición no se le podría dar ese lujo. Llevaba unos zapatos de suelo color azul fuerte.
Su cabello había sido peinado, llevando algunos adornos en el como flores de un azul pálido.
Detrás de él, Neon se encontraba junto a Ponzu y Bisky. Había decidido que los demás fueran a descansar o tomarán el día libre, al final de cuentas se sentía protegido en el castillo. Iba caminando por uno de los pasillo, cuando la puerta de una gran sala se abrió.
De ella salía un hombre de cabellos largos y grises que llevaba algunos libros recargados en su brazo, llevaba un gran saco de color café muy claro, al ver a Killua hizo una reverencia.
— Buenos días, majestad —el hombre le dió una sonrisa amable junto a una reverencia. Killua no lo había visto jamás, y con solo una mirada pudo saber que este hombre era un alfa.
— Buenos días —el chico le devolvió el saludo, sin saber que más decir.
— Oh, perdone, que maleducado soy, mi nombre es Kastro, soy parte del concejo —el hombre se presentó educadamente.
¿Del concejo?
El hombre se veía muy joven, tal vez unos años más grande pero no era tanta la diferencia.
— Mm —contesto algo incómodo, se le daba muy mal hablar con otros alfas en general hablar —. Me tengo que ir, fue un gusto conocerle.
— Lo mismo digo, es un placer poder conocer al omega que capturó el corazón del joven rey —el hombre hizo una reverencia más pronunciada para después despedirse e irse en dirección contraria.
El albino comenzó a caminar algo rápido, ya era algo tarde y de verdad quería ver a Alluka. Al llegar se dió cuenta de que el lugar estaba algo tenso, Gon miraba con seriedad a la mujer que se encontraba sentada con ellos.
— Oh —la mujer de cabellos morados, recogidos en un elegante peinado lo vió con una sonrisa satisfecha —. Su majestad ya está aquí.
— Buenos días Killua —el moreno se levantó hizo la silla hacia atrás, Killua camino hacia la misma para sentarse en ella.
— Buenos días —hablo con incomodidad.
Era una omega de un olor dulzón, lo miro con una sonrisa para después hablar.
— Traigan el desayuno —la mujer miro a las sirvientas que comenzaron a hacer su trabajo —. Espero que no haya importunado su desayuno majestad.
— No para nada, señorita —la verdad era que estar alado de Gon le hacía sentir un tanto más seguro.
— Oh sí, Yasuha. Soy parte del concejal —
— Oh ya veo —el albino paso sus ojos al pequeño niño que estaba sentado a su lado, aunque lo extraño era que el niño no alzaba la mirada —. ¿Alluka?
La mujer alzó una ceja al ver la interacción.
— Oh —al niño los ojos le brillaron como si de lo más hermoso estuviera presenciando —. ¿Cómo está?
Killua sonrió con ternura.
— Termina de comer para que vayamos a jugar —el omega hablo con una sonrisa.
La mujer ahí miro con incredulidad, aún así carraspeó la garganta, haciendo que Killua la mirara.
— Majestad, espero que no le incomode la plática que quiero tener con usted —la comida fue traída.
Gon quien había visto la linda interacción entre ambos suspiro con pesadez.
— Por favor, hablé —el albino le cedió la palabra.
Poniendo sus sentidos en alerta, no le gustaba esa mujer y sentía que sus intenciones no eran del todo buenas.
Holaaaaaaa ❤️
¿Les gustó?
¿De qué creen que quiera hablar esa mujer con Killua?
¿Cómo están?
Omg, hace mucho que no pasaba por aquí, lo siento 🙏, la verdad está historia me toma mucho tiempo xd.
Pero, ahora tengo más tiempo y puedo escribir más de seguido. Les estoy haciendo un mapa :3, aún no lo termino pero esto es lo que llevo.
Bueno, lxs quiero mucho, ahora si...
Bye bye ❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro