𝐝𝐨𝐜𝐞
Pérdidas.
Levi Ackerman
Mis manos estaban colocadas en aquel muro, recostándome de él, mientras sentía la fresca brisa del atardecer llevarse algunas hojas de los árboles. Habíamos perdido aquella expedición, como muchas otras, pero esta fue diferente. Mis párpados se sentían pesados ante la falta de descanso, no era capaz de cerrar mis ojos y dormir, sin sentirme culpable por lo que había pasado, por la guardia que todos ellos bajaron. Ninguno pudo sobrevivir. Todos tuvieron una muerta fría y dolorosa, no pudieron llegar hasta donde querían, no vivieron lo suficiente, pero cuando te unes a esta legión, sabes que la sentencia a tu corta vida, estaba escrita. Sostenía en mis manos sus insignias, sus funerales fueron desastrosos. Las acaricié, y me sentí grato de que pude guiarlos, como ellos me guiaron a mí en muchas ocasiones. No solo me veían como líder, el cual respetaban o idolatraban, me vieron como un compañero, como un amigo. Sabían que era frágil como ellos, que muchas cosas me afectaban, y aún así no me minimizaron, seguían viéndome como una persona fuerte y fría, pero ahora, ya no estaban aquí, y no podía dejar de pensar en lo vacío que se sentía. Inclusive tocando sus insignias, no podía sentir que estaban aquí, no los sentía, se habían ido, todos.
Era como si viviera un trágico capítulo que creí haber superado, pero hoy dándome cuenta, no podía olvidar como perdí a Farlon e Isabel hace mucho tiempo atrás, y todo por la misma razón, los dejé a su suerte sin creer que pudieran necesitarme. Y es que, si hubiera estado ahí, quizás pudiera haberlos ayudado y mi escuadrón estuviera aquí a mi lado, charlando entre ellos y debatiendo quién era mejor, quien podría sobresalir más en la próxima misión, pero en cambio, hoy tuve que asistir a un funeral sin sus cuerpos. Porque ni siquiera pude traerles sus cuerpos, tuve que incluso sacrificar eso para que varios titanes no nos alcanzaran devuelta acá, les había fallado, y no me lo iba a poder sacar de la cabeza ni con el pasar de los años. Intenté al menos, reconfortarme con esas insignias, pero fui egoísta en mi entregárselas a sus allegados, preferí recordar cómo entregaron su corazón hasta el final, sosteniendo esta insignia. Porque ni habiendo subestimado tanto a Conan, no podría olvidar que él se sacrificó por Adeline dos veces, pero la segunda, había sido la vencida, y la menos inolvidable, gracias a él, ella hoy estaba aquí, y era algo que no olvidaría. Era por eso que sostenía su insignia, y no dejaba de mirarla desde que se la arranque a su uniforme, él había salvado a la mujer que amaba, porque no hubiera podido haber estado sin ella, y le agradecía, porque si era ella a quien hoy debí haber enterrado aunque su cuerpo no estuviera, no iba a poder soportarlo. Iban a tener que enterrarme vivo, porque sin ella, ya yo estaría muerto por dentro.
-Levi.-me quede en la misma postura pese a escuchar la voz de Erwin llamarme, de a poco me giré, para observarlo en el margen de la puerta abierta que llevaba al balcón exterior. Erwin me miraba, estaba con una seria expresión, él también sufría en silencio las bajas de sus soldados.-Adeline despertó.-me indicó, a lo que por un momento me quede ido.
-¿Cuando?-pregunte, sin saber cuanto tiempo llevaba aquí, intentando escapar de la realidad que siempre me perseguiría.
-Justo ahora.-afirmó, a lo que me removía de la columna, para dirigirme hacia él.-No dejaba de decir tu nombre mientras reabría sus ojos, creo que lo correcto es que estés ahí.-me indicó, pero ante eso, me negué.
-Es mejor que no.-expresé, viendo como este hombre se quedaba delante de mi.-Es a su hermano a quien necesita.-añadí, viendo como Erwin denegó ante ese pensamiento.
-Tú también eres su familia Levi, también te necesita a ti, más que a nadie.-esclareció, haciéndome suspirar.-Es difícil para ti, pero para ella también. No solo perdió a una persona especial, si no también a todos sus amigos. Adeline siempre ha estado ahí para ti Levi, por favor, te pido que le devuelvas el favor y dejes el orgullo aún lado. Será un día triste, pero consolador si tú estás ahí junto a ella.-volvió a decir, a lo que yo solo suspire, aún aguantando las insignias de mis compañeros.
No podía estar ahí, estaba consiente que los dos días que estuvo dormida, sin conciencia, era evidente que se sintiera perdida, no sería capaz de recordar mucho de lo qué pasó al momento. Entraría en un leve estado de shock, y sufrimiento que no podría soportar ver. A diferencia de mi, Adeline no escondía sus emociones, era una flor brillante, pero a la vez frágil y capaz de marchitarse sin importar que sus pétalos aún la acompañaran en su resplandor. Caminé junto a Erwin por los pasillos, sabiendo que estaríamos en un ambiente pesado para no solo una de nuestras compañeras más fieles, si no, para su amiga, y para mi, una pieza importante en mis pulmones que me hacía respirar cada día. Creí que había muerto aquel día cuando la vi, en tan solo verla en ese bache de sangre, me hizo creer que había explotado por completo, pero solo fue el cuerpo de Conan que había caído cerca del suyo, de seguro antes de morir salvándola. Cuando la vi, era como si mi alma se hubiera escapado, sabía que no estaba preparado para perderla cuando toda mi cuerpo tembló, al nivel que no podía controlar mi cuerpo. Ella estaba enterrada en mi piel, y si moría, yo de seguro iba enloquecer.
-Recuéstate, puedes marearte.-escuché la voz de aquella fría niña, me asomé un poco por el margen de la puerta para observar a Mikasa bloquear el campo visual, no entre a diferencia de Erwin, me mantuve afuera en todo momento, aunque inclusive la teniente Hange estuviera sentada en la mesa de noche y su hermano Eren, en una silla frente a ella.
-¿Quieres un poco de agua?-le preguntaba Eren, mientras que alrededor de su cabeza podía ver un vendaje, él había sufrido varias heridas.-Adeline.-él la volvió a llamar, y en cuanto Mikasa se movió, pude verla.
-Dale un momento.-le pidió Hange, con una voz apagada, viendo como ella se sentaba, intentando de esclarecer todo lo que veía a su alrededor.
-Me duele demasiado la cabeza... -musitó Adeline, quien tenía varios vendajes cortos en el rostro por raspaduras, y una muñeca envuelta ante una gran torcedura.-Todo me duele... -añadió, quedándose sentada mientras que observaba a Eren.-¿Qué te pasó?-le preguntó, y Eren bajo la cabeza, sabíamos que lo más difícil venía ahora.
-Adeline.-Erwin la llamo, captando su atención.-¿No recuerdas nada?-le preguntó, y ella parecía confundida ante la pregunta.
-¿Qué se supone que deba recordar?-arremetió ella, mirándolo desconcertada.-Yo, no sé que debo recordar. Solo se que, se siente como un sueño vacío... -decía tocando su cabeza.
-Íbamos de expedición, fuera de los muros. Íbamos con los reclutas, pero un titán que creíamos anormal nos hizo desviarnos de la misión por las altas bajas en ambos francos. No era un titán anormal, era un titán inteligente como yo, y nos tomó ventaja, nos atacó.-le decía Eren, de manera detallada, intentando de evitar decir lo más difícil. Adeline parecía progresar, pero aún seguía confundida.
-Si. Recuerdo el bosque, y el rostro del titán, pero aún así, se siente todo vacío.-le decía ella, cabizbaja, forzándose.-Yo no entiendo como llegue aquí.-afirmó, a lo que Eren cerró sus ojos, y volvió a colocarse cabizbajo.
-No puedo hacer esto.-indicó él, vencido por no herir los sentimientos de su hermana, se quedó en silencio sin decir más.
-Antes de la expedición de reconocimiento al terreno hablamos, creíamos que podría haber otros como Eren, ese día acertamos. El titán era hembra, y su objetivo era Eren, como creíamos.-empezaba decir Erwin, sabiendo que aunque era difícil, podía sobrellevar herir a Adeline.-Intentamos de detenerle, pusimos todo lo que pudimos en nuestros recursos, pero no fue suficiente y logró escapar. Tú, y el escuadrón de operaciones especiales intentaron de impedir que llegara a Eren, por lo cual todos lastimosamente murieron atacados.-dijo sin pelos en la lengua, llegando al grano, a lo que yo, baje la cabeza sin querer mirar la expresión de Adeline, manteniéndome cruzado de brazos.-Todos murieron a excepción de ti Adeline. Creemos que Conan te salvo la vida, pues su cuerpo estaba encima del tuyo, llegamos a la conclusión por lo que Eren recuerda de que, cuando el titán lanzó el golpe hacia ti, él se interpuso, y recibió todo el impacto, es por eso que aún estás aquí con nosotros. Luego, volvimos aquí, pero estabas inconsciente por las lesiones, has dormido durante dos días.-finalizó en decir, a lo que alce la mirada, viendo como Adeline parecía mirar algún punto fijo aturdida, con su mano en la cabeza, y sus ojos derramando lágrimas en cuestión de segundos.
-Adeline, lo lamento, debí haber podido hacer más para ayudarlos, pero no pude.-decía Eren, intentando de contener sus emociones cuando vio a su hermana recostarse en la cama, y llevar sus manos a sus ojos llorosos, restregándolos, antes de que pudiera empezar a sollozar.
-Todos murieron. Murieron... -susurraba con su voz entrecortada, mientras que su pecho subía y bajaba, creando que transmitiera sollozos leves, antes de que se descontrolara.-No ha cambiado nada, mamá. Otra vez me quede inconsciente. Otra vez... -murmuraba sollozando.-¡Soy una inútil! ¡Nada ha cambiado!-grito entre llantos, tapando su rostro frustrada, haciendo que mi alma se estrujara y quisiera ir abrazarla, pero deje que Eren intentara de calmarla junto a Mikasa.-¡Los deje morir como a ti mamá!-grito entre lágrimas, a lo que Eren se levantó de la silla para recostarse en la cama e intentar de sostenerla.
-¡Eso no fue tu culpa, Adeline! -observe a Mikasa, y la escuché sollozar, ella se acercó, recostándose en la cama para permanecer aún lado de su media hermana, mientras que Eren intentaba abrazarla, pero Adeline no se dejaba.
-¡Otra vez, otra vez!-sollozaba fuertemente, y Eren tan solo la apretó con fuerza, para que ella se aferrara a él y a Mikasa, pero veía en su expresión mucho dolor, podía verlo, porque ahí cayó en cuenta de la realidad, y no del pasado.-¡Conan!-grito adolorida.
Y ahí me quede, parado en el margen de la puerta. Viendo cómo sus lágrimas se desprendían, y caían en las sábanas blancas. Se restregaba en dolor, intentando de calmarse, pero no podía. Sollozaba tan fuerte que podía escuchar como su garganta se fraccionaba, todo esto le dolía, le dolía mucho más que a mi. Su rostro se volvía rojizo, y todo su rostro parecía humedecerse. Podía ver a Mikasa, como le quitaba el cabello pegado en el rostro mientras Eren la abrazaba, esa imagen se veía triste, me causaba muchas sensaciones que no podía detener. Ella los respetaba, pese a ser su segunda líder al mando, nunca los subestimó. Eran más abiertos con ella, se apegaron a su presencia tanto como a la mía, pero Adeline les daba esperanza, les daba ganas de aprender cada día sobre este mundo. Ellos eran sus amigos, eran con quienes desayunaba todos los días, con quienes charlaba en varias noches antes de irse a dormir. Yo podía aguantar esto, podía aprender a calmar mis emociones, pero ella no, y me quemaba verla así de adolorida. Su corazón debía pesar, debía pesarle fuertemente por lo de su compañero. No entendía sus sentimientos hacia él, pero era humana, y respetaba que llorara su pérdida, como yo no podía hacerlo, porque pese a todo, Conan fue una gran persona. Siempre quiso aprender, y era el único que no intentaba de cuestionarme en cuestión de mi mando como capitán.
Ella continuó en llanto, y no pude aguantar más, así que retrocedí aunque quisiera quedarme, y me fui. Camine por los vagos pasillos, aún escuchando sus gritos. Veía a muchos soldados estar alrededor, y en silencio, respetaba el dolor ajeno. No mire a muchos, solo llegue a mi habitación, y ahí me encerré. La furia fue más fuerte, así que tan solo restregué mi rostro, y con enojo, tiré todas las cosas al suelo, rompiéndolas, desorganizándolas, deje todo hecho un desastre mientras que apretaba mis labios y aguantaba mis tristes emociones. Cuando decidí calmarme, sentando en el borde de mi cama, lo único que pude visualizar, fueron las insignias en el suelo. Me arrodillé, y nuevamente las recogí. Me sentía culpable, pero no había nada que pudiera hacer. Guarde las insignias, y me tire en la cama. Vi por la ventana como el día paso, y como la noche llego con lentitud, una noche fría, muy fría. Porque las noches no volverían a ser igual sin ellos, ni siquiera las mañanas, porque aunque hayan pasado días, hoy me había levantado igual de pesado que el primer día sin ellos aquí.
-Levi.-afuera de mi puerta pude escuchar la voz de Erwin nuevamente llamarme, varios toques sonaron ante el tacto de sus nudillos y mi puerta.-Levi.-me volvió a llamar, a lo que me levante con lentitud, y abrí la puerta, para verle.
-¿Qué?-pregunté frío, y sin interés, viendo como él me miraba directamente, a lo que a su lado, pude ver a Eren cabizbajo.
-Eren tiene que tomar una ducha, y Mikasa se ha ido a descansar. Hange y yo debemos hablar sobre unos asuntos con Armin Arlert, pedimos que te quedes con Adeline hasta que Eren termine de ducharse.-expresó, mientras que cerré la puerta de mi habitación para que no vieran el estruendo ante ver a Eren observar allá.-Si no es molestia.-esclareció Erwin.
-Ya me iba a dormir.-indique irritado, sabiendo que era mentira, solo deseaba hacerme el fuerte.-Pero ya que.-musité, caminando por los pasillos, dejándolos atrás.
-Levi.-Erwin me llamo, él caminaba atrás de mi, igual que Eren.-¿Estás bien?-me preguntó, a lo que me quede nulo, sin saber cómo responder.
-Si Eren quiere descansar, esta bien. Puedo quedarme con ella.-exprese, justo cuando llegue a la puerta donde me llevaría a la habitación de Adeline.
-Intentaré de volver, pero en ese caso, avisaré.-expresó él, a lo que asentí, quedándome detenido en la puerta, viendo como ellos se iban, y yo, abrí la puerta con delicadeza, con temor a verla, pues todo lo que le dolía, a mi también, a lo que suspire, y entre.
-¿Eren?-Adeline estaba acostada, de espalda, a lo que yo cerré la puerta a mis espaldas, y me quede ahí pegado, viéndola removerse un poco.
-Ha ido a ducharse.-musité, respondiendo, viendo como ella se mantuvo de espalda pese a escuchar mi voz.-He venido hasta que regrese.-añadí, dirigiéndome a la silla que había frente a ella, sentándome.-¿Necesitas algo?-le pregunté, y ella negó.
-Hablas como si fuera la única que perdí algo... -musitó, girándose de a poco, a lo que pude ver su rostro, y sus ojos hinchados.-No fui la única que perdí. Los dos, perdimos.-decía.
-Estoy aquí por ti. No por mi.-le dije, cruzado de brazos, y recostado de la silla.-Lo que siento, no importa. Mientras tú estés aquí, aún no he perdido.-añadí, viendo sus ojos avellana mirarme con mucha tristeza.
-Es curioso como tú y yo, fuimos los únicos que permanecimos con vida.-decía ella.-No es la primera vez que casi te toca verme morir, y lo curioso en eso es como no muero. Como aún estoy aquí, contigo, otra vez.-comentaba, pero solo me enfocaba en sus hinchados ojos, en su ronca voz, en lo mal que se veía.
-Nada fue tu culpa.-exprese, mirándola.-La muerte de Carla, la de Furlan o Isabel, no fue tu culpa, mucho menos la de Conan.-afirme, viendo sus labios temblorosos, y como las lágrimas caían en la almohada.-Deja de culparte por algo que no estuvo en tus manos. Son decisiones de las que no tenemos control, acciones que no podemos cambiar aunque quisiéramos. No fue tu culpa, deja de sentir que todo este tiempo has tenido que ver con eso. Deja de hacerlo, no soporto verte así. Me duele.-confesé, y ella restregó su rostro con sus manos, intentando de eliminar las lágrimas.
-No puedo creer que Conan muriera por mi.-musitaba con su voz en un hilo.-Se siente irreal.-expresó, muy entristecida.-Es como un sueño, creo que dormiré, y al despertar mañana, todos ellos estarán ahí para recibirme en el desayuno como siempre lo hacían.-continuaba diciendo.-Pero no es un sueño.-afirmó, duramente para ella.-Volvemos al principio, donde solo somos tú y yo... -susurraba, y yo, me levante de la silla con cuidado, acercándome a ella, haciéndola que me diera un espacio.
-Siempre será así, pase lo que pase.-afirme, recostándome a su lado, para dejar que ella me abrazara.
Acaricie su cabello, mientras que sus lágrimas se secaban en mi camisa, no deje de sobarla. Fue difícil, pero concilió el sueño. De seguro solo pensaba en lo horrible que fue todo, en cómo se vio entre la espada y la pared queriendo salvar a su hermano, pero defenderlo a sus compañeros. La puse en una posición difícil, era por eso que me culpaba, debí haber estado ahí. Ella era fuerte, más que cualquiera, pero cuando se trataba de las personas que amaba, flaquearía, sin importar el daño colateral. Se quedó a mi lado, acostada. No podía moverme, me tenía atrapado, y no tenían intención de irme, no quería dejarla sola, porque al final, yo tampoco quería encontrarme con mis emociones cuando me tocara estar solo en la noche. Deje que cesara sus sentimientos aquí, conmigo, porque yo también lo hacía. Estaba acostado, a oscuras con una vela alumbrando la habitación y la ventana abierta transmitiendo aire. Se sentía frió, y así era la primera noche cuando perdías a un ser querido, o un amigo. Sabía que Eren no vendría, debía descansar, él también lo necesitaba. Yo no lo abandonaría en esta ocasión, algo que teníamos en común, era el profundo amor que sentíamos por la misma mujer. Pero después de todo, la noche cayó como antes, solo éramos ella y yo, y eso era lo que más me importaba en este mundo, ella.
───
Próximo capítulo: El enemigo.
La legión de exploración convierte al titán hembra un enemigo cercano, pero al parecer, era más cercano para Eren y sus amigos.
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