𝐄𝐏.𝟑 › A LONG TRIP
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romance, cliché
extensión: 1020 palabras
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⠀ ⠀❛❛⠀𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎⠀❟❟⠀
Kai y Beomgyu enfrentaban diariamente un largo viaje en tren, que incluía tanto el trayecto de ida como el de regreso entre la universidad y el complejo de departamentos donde residían. Este trayecto se había convertido en parte de su rutina, pero había días en los que el primer tren simplemente se les escapaba. En esos momentos, el cansancio acumulado de un día de clases se combinaba con la frustración de llegar tarde a casa, obligándolos a buscar una tienda de conveniencia para encontrar algo decente para comer.
En esa tarde, ambos se encontraban de pie en la plataforma de la estación, esperando el tren que los llevaría de vuelta a casa. La atmósfera era tensa y silenciosa; el tren anterior había partido hace poco, y la desilusión era palpable entre ambos. Kai, con su mirada fija en las vías, parecía perderse en sus pensamientos. Beomgyu, por su parte, se movía de un lado a otro, inquieto, como si la espera le pesara más de lo habitual.
Ambos se acomodaron en sus asientos, dispuestos a dormir durante el trayecto, o al menos a fingir que lo hacían. Era una rutina que habían perfeccionado a lo largo de sus largos viajes en tren, y se preparaban mentalmente para la inevitable búsqueda de alguna tienda donde comprar comida a las once de la noche. Se mantenían en silencio, sus miradas fijas en la mesa frente a ellos, que sostenía sus mochilas desgastadas por el uso diario. Las mochilas estaban llenas de libros y apuntes, recordatorios de un día que había sido agotador.
Beomgyu suspiró profundamente y apoyó su cabeza en el hombro de Kai, buscando un poco de confort en el contacto. Deseaba poder dormirse y así escapar de la creciente sensación de hambre que lo invadía, la cual se intensificaba al observar a otros pasajeros disfrutar de su comida o al percibir el delicioso aroma que se filtraba a través de los vagones. Kai, sintiendo la cabeza de Beomgyu en su hombro, apretó los labios y decidió conectar sus audífonos, buscando escuchar algo más que el sonido del tren en movimiento.
El día había sido largo y —muy— agotador. Habían tenido un examen crucial para el cual ninguno se sentía preparado. Después, se enfrentaron a dos horas en una clase que ambos aborrecían por igual, donde el tiempo parecía moverse a velocidad tortuga. La noche anterior, la falta de sueño había sido evidente; ambos habían luchado contra el insomnio, sumidos en la ansiedad por el examen. Y para colmo de males, habían perdido el primer tren porque la mochila de Beomgyu se había roto justo cuando estaban a punto de abordar.
El tiempo pasaba lentamente, deteniéndose en cada parada, con personas subiendo y bajando del tren, algunas charlando animadamente y otras perdidas en sus celulares. Beomgyu, sintiéndose agobiado por no haber logrado dormir, finalmente abrió los ojos y soltó un aire pesado, como si la presión del día se estuviera escapando con cada exhalación. Se levantó de su asiento y caminó hacia el baño. Kai lo observó, siguiendo con la mirada cada movimiento, mientras se recostaba en el respaldo del asiento, sintiendo cómo el cansancio lo invadía.
Cuando Beomgyu regresó, se sentó nuevamente, luciendo desganado y con ojeras marcadas bajo sus ojos. Pestañeó un par de veces, tratando de despejar su mente, y sus ojos se posaron en un envoltorio plateado que, por el aroma, sabía que contenía una hamburguesa. Sus ojos brillaron levemente, y una sonrisa se dibujó en sus labios al mirar al menor.
— ¿Qué es esto? —preguntó Beomgyu con entusiasmo, buscando la mirada de Kai.
— ¿Qué cosa? —respondió Kai, mirando hacia donde Beomgyu señalaba— Oí tu estómago, es comida. Come.
Beomgyu sonrió, sintiendo cómo su estómago respondía a la mención de la comida.
— Hm~ gracias —soltó Beomgyu en un tono suave, sonriendo ampliamente, lo que provocó que Kai riera y negara con la cabeza.
— ¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Beomgyu mientras tomaba la hamburguesa y comenzaba a comer, sintiendo que el primer bocado era un regalo del cielo y parecía que su estómago se lo agradecía.
— Magia hawaiana. —bromeó Kai, esbozando una leve sonrisa mientras observaba a Beomgyu disfrutar de su comida.
Beomgyu simplemente rió, disfrutando de su hamburguesa, sin preocuparse realmente por cómo había conseguido el menor ese manjar de Dioses, ya que su estómago había estado rugiendo casi todo el viaje. Se permitió un pequeño bailecito en su lugar mientras masticaba, haciendo que Kai sonriera y negara con la cabeza ante la alegría de su amigo. El ambiente se tornaba a uno más ligero y divertido, una pausa de la pesadez del día.
Finalmente, al llegar a su estación, ambos bajaron del tren. Beomgyu irradiaba una aura alegre, su risa resonando en el aire, mientras Kai sonreía, encantado de ver al mayor con un mejor carácter que el que había tenido durante el día.
— ¿Me dirás cómo lo conseguiste? —preguntó Beomgyu, dando un leve saltito en su lugar y mirando al más alto, su curiosidad ahora completamente despierta.
— El chico que estaba detrás de nosotros se quejó de que sus audífonos no funcionaban. Les di los míos a cambio de su hamburguesa. —se encogió de hombros, tomando la mano del mayor con una sonrisa.
— Eran tus audífonos favoritos. —frunció el ceño Beomgyu, pero su sonrisa suavizó el regañó que haría, sintiendo la calidez de la mano de Kai en la suya.
— Vale la pena si te hice feliz al menos por un momento. —respondió Kai, sonriendo de vuelta con sinceridad.
Beomgyu soltó una leve risa, mirando hacia el frente para ver las luces de la calle iluminar el camino, buscando con su mirada una tienda para comprarle algo al menor. Kai cargaba su mochila en su espalda, mientras que su mano izquierda cargaba la mochila rota del mayor y su mano derecha sostenía su mano. Los viajes diarios eran largos y agotadores, pero a veces esos pequeños momentos, simplemente sosteniendo sus manos mutuamente hacia que sintieran una alegría inexplicable.
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