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╰━ Dolor
-  ̗̀✧ 土星 ✧  ̖́-

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Con dificultad y molestia por la luz del sol que entraba se despertó Shinichiro, los pajarillos ya cantaban, además el sonido que producían las personas afuera de la calle también se oían, soltó un quejido no queriendo levantarse aún.

Con pereza se levantó, miró a su reloj de mesa y se fijó en la hora. A penas pasaban de las 7:30 a.m., este día debía ir a trabajar, con ese dinero que ganado podría arreglar la motocicleta de su padre y cumplir con ese sueño que tanto anhela.

Al salir fuera de sus mantas se fijo en su aspecto, así que fue directo a la ducha a darse un merecido baño e ir fresco a laborar.

El agua caliente que caía sobre su cuerpo, el vapor que producía el agua nublada su vista, sin embargo; su mente yacía en otro lado. Desde la amenaza que recibió paso una semana, había visto a chicos rondando lugares por donde él solía ir, recibió más mensajes amenazantes, además de tener la sensación de estar siendo seguido con frecuencia a los lugares que solía asistir en su rutina. Debía hablar con sus compañeros, y reunir de una vez por todas a aquellos miembros que habían pertenecido a esa banda enemiga.

─¿Estarán detrás de ella?─ se hizo esa pregunta mientras terminaba su ducha y tomaba una toalla limpia secándose.

Mientras se cambiaba en la cocina su abuelo preparaba el desayuno para todos los miembros de la familia, días atrás no pudo tener esa conversación con su nieto mayor por cuestiones personales. Su edad avanzada le pedía a fuerza descanso, le gustaba enseñar en el dojo familiar, además Manjiro tenía talento para el karate y una fuerza brutal que quisiera que desarrolle más. Aún así la preocupación de dejar solo a sus niños le daba miedo, Shinichiro apenas había cumplido 18 años, él trabaja pero no le sería suficiente como para mantener a sus dos hermanos menores, pero para ello tenía un as bajo la manga.

─Buenos días abuelo.─ Shinichiro había llegado, ayudo a poner los platos en el comedor, Emma la menor traía alzada de la oreja al perezoso Manjiro, así toda la familia tomó asiento empezando a comer.

La comida resultó tranquila a excepción de que el rubio casi cayó dormido encima de su pan tostado con mermelada.

Al salir de casa fue en dirección al taller de motos donde trabajaba arduamente, el lugar abría a partir de las 8:30, los clientes solían ir al taller a dejar sus motocicletas para ser arreglas y en la tarde ir a retirarlas o si el problema era más grave luego de unos dos días estaría lista.

Aunque antes de llegar a su trabajo fue hasta un callejón y saco de su bolsillo su cajetilla de cigarros, la ansiedad por tener una calada le hacía falta, con un encendedor prendió una llama que luego usó para encender.
Con su mano derecha llevo el cigarro a sus labios y le dio una calada, aquel momento donde podía fumar se perdía en sus pensamientos, y si, estos días su mente solo tenía una cosa.

¿Qué hará para que nadie más salga lastimado?

Era joven y por decirlo simple, tenía miedo de hacer algo equivocado y dejar que sus compañeros sufran las consecuencias de sus actos, el peso que llevaba sobre sus hombros era mucho además solía ser egoísta consigo mismo, no solía decir las cosas en claro pero sus expresiones corporales le delataban y hacia que las personas de su alrededor se den cuenta y traten de querer involucrarse, solo empeoraba la situación.

Solto el humo del cigarro, ahí fue donde ese recuerdo del su primer rechazo o decepción amorosa llegó.

A Shinichiro se le daba mal algunas cosas, por ejemplo tratar de hacer que una chica salga con él. Cuando ingresó a primero de secundaria ya era conocido como un chico lleno de amigos un tanto peculiares, muchos de sus compañeros de clases evitaba tener contacto con él, salvo sea el caso que les toque realizar una tarea en equipo, vale decir que con el tiempo ese perjuicio que ganó fue desapareciendo y todas esas personas que lo evitaron terminaron siendo amigos y hasta se unieron a sus filas.

Un día como todos como de costumbre el platicaba con sus amigos sobre cosas sobre motocicletas y variedades para tener una conversación amena, era la primera hora de clase y su maestro por desgracia había faltado, la hora libre duró hasta que alguien más entro.

Una nueva estudiante, una joven de lindos ojos verdes, con una mirada dulce y un aura llena de vida, en ese momento su corazón latio, recuerda a sus compañeros también embobados por la belleza que tenía aquella chica, un adolescente de 13 años sintiendo por primera vez lo que se conoce como "el primer enamoramiento".

Se propuso a si mismo ganar el corazón de ella, empezó dando el primer paso, hablarle. Las cosas iniciaron bien, una amistad genuina creció entre ambos, salían juntos a comer, estudiar y hacer las tareas, todo iba bien. Demasiado bien.

Un día de primavera, bajo el cerezo de su Secundaria la cito para invitarla a salir, con una rosa color blanca y una carta de declaración de amor, su corazón latía a mil, y ni hablar de sus nervios. Esta sería su primera experiencia en declararse, también sería la primera ocasión donde se esmeró tanto en escribir una carta llena de sus sentimientos.

─¿Shinichiro? Disculpa que llego tarde, pero tengo una gran noticia que darte.─ comentó con emoción la fémina, y para mal sus ojos no captaron el regalo que sostenía tras su espalda.

─No pasa nada, además vienes emocionada, ¿paso algo bueno?─ dijo contento por ver la cara llena de vida de su querida amiga, ella con un rubor en sus mejillas sacó el regalo que llevaba.

─¡Ah! Aún no me lo creo, por fin Akagami se me declaro.─ en ese instante un dolor se instaló en su pecho, ver a su primer enamoramiento de la Secundaria comentar que alguien más hizo lo que él haría fue un duro golpe, trato de mantener sus sonrisa y darle ánimo a su amiga, la chica sonrió y se percató de la rosa que sostenía su amigo.─ Oh, ¿para quien es? No me digas, ¡ah! Shinichiro por fin conseguiste novia.

Un suave viento azotó, sus cabello negros caían por su rostro, la decepción se instaló en su ser por completo, no dijo nada respecto solo asintió con una gran sonrisa, que por obviedad era falsa. La muchacha felicitó por el supuesto "noviazgo", la vio partir rumbo a casa. Saco de su chaqueta aquella carta escrita con su puño y letra, donde expresaba sus sentimientos y sus anhelos, ahora solo eran palabras escritas por un niño que experimentó su primer rechazo amoroso. No directamente, pero si que dolia.

Subió a la azotea del edificio donde estudiaba, en su mochila llevaba esa cajetilla de cigarrillos que un amigo le encargó, solo e inexperto encendió una llama, y llevo el cigarro hasta la flama. El olor tan peculiar de tabaco empezó a estar en el aire, con duda lo dirijo hasta su boca y aspiro el humo que expendia, fue un fracaso ya que se ahogó con el humo y además ese sabor tan amargo en su boca casi le hace vomitar. Con los ojos medios llorosos por las arcadas que experimentaba, quemó la carta y dejó que el viento de la tarde se la llevé, así sus penas serían algo pequeño.

Desde ese día inicio su vicio (por decirlo asi) por el cigarro, más decepciones amorosas vinieron después de ello, su amistad con ella se perdió ya que su novio era muy celoso, al final la fémina se cambió de institución perdiendo así el contacto por completo.

Él tampoco quiso seguir con esa amistad, no después de mirar como su corazón dolía por estar cerca suyo y no poder decir nada.

─¿Qué sera de ti?─ susurró, el sol ya tomaba lugar en medio del cielo azulado, al darse cuenta de su atraso y como su cigarrillo ya había sido fumando por completo lo botó en un bote de basura.

Entro por la puerta abierta de la mecánica, el dueño del local ya estaba arreglando una motocicleta de hermoso color negro con calcomanías de flamas en los costados, se acercó hasta el mayor y saludo.

─Buenos días Señor Lee.─ el hombre rió y le mando a cambiar rápido su ropa por el uniforme de trabajo que requiera para la mecánica y reparación de motos. Ya con todo los implementos necesarios se acercó hasta una Kawasaki W 800, una belleza en su máximo esplendor. Al parecer la moto por desgracia fallaba su freno, así que con cuidado y con la ayuda de un destornillador fue hasta los cables que unión el mango del freno.

Con su experiencia pudo detectar el falló, uno de los cables estaba quemado desde la punta hasta la unión con el manubrio, así fue como paso su trabajo arreglando cualquier imperfecto que tuvieran esas motos.

El señor Lee miraba todo, la pasión que ponía el pelinegro a la hora de reparar alguna moto lo alegraba, muy pocas veces alguien se compromete a un trabajo. En ocasiones a sus ojos la imagen de Makoto, el padre del chico aparecía avivando esos recuerdos. Los dos tan interesados en sus labores, manchados de aceite y grasa, ese brillo en sus ojos y esa singular sonrisa.

Lo único que le preocupaba en verdad era el corazón del joven, esos días donde él venía triste y lo único que hacía para remediar su mal momento era pasar toda la tarde y noche en las motocicletas, y si, sabía sobre que ya fumaba, un vicio que adquirió por esos rechazos. Sabía que el chico no daba para ser alguien coqueto, ni mucho menos alguien fuerte que pueda defender a su pareja, solo que ese se recompensaba con su enorme corazón y sus ganas de cumplir con sus sueños.
Rezaba por que la chica que conoció sea todo lo contrario a esas mujeres que rompieron sus ilusiones, no quería ver de nuevo a ese niño salir y desmoronarse.

Para las cinco de la tarde el local ya cerraba, los trabajadores se cambiaban e iban a sus hogares a descansar para un nuevo día.

Shinichiro limpiaba con un paño húmedo las manchas de su rostro, antes de ir a su hogar visitaría a Kira y la invitaría a salir el Sábado en la tarde, extrañaba su presencia y sentir paz, ahora necesitaba de ella.

─Hasta mañana señor Lee.─ con reverencia y un sonrisa se despidió del adulto y fue en dirección a la casa de su amada.

El calor del verano iba poco a poco bajando, los días soleados ya no eran tan intensos, las cigarras aún emitían sus sonidos, su infancia a decir verdad fue buena y llena de momentos inolvidables con sus progenitores, las fotografías de su álbum lo decía. Su madre lo quiso tanto que al verla fallecer de esa enfermedad fue un duro golpe para él y su papá, entonces el tuvo que ayudar a su familia con el bebé que había quedo a merced del mundo, así que con todo el cariño y amor que podía dar cuido de su hermanito y protegió de todo mal.

Con la llegada de Emma su responsabilidad como hermano mayor se hizo más intensa, no solo debía cuidar de uno si no que de dos pequeños rubios. Su padre le contó sobre ese nuevo amor que tuve en uno de sus tantos viajes en motocicleta, la niña llegó a la edad de tres años, fue recibida por todos en la familia con cariño, una nueva integrante daría otra vibra a todos. Debido a eso se apegó más a sus hermanos, dejando por un tiempo su vida personal de lado, ya que su familia sería lo más importante por encima de lo demás.

A su juicio, su juventud no se perdió solo que se desplazo a un segundo plano para ser más serio y responsable con sus actos, pero como todo joven y lleno de vida, el destino tiene preparado varios obstáculos y grandes logros, su pandilla fue por idea de todos sus amigos, después de formar Black Dragons muchos más se unieron y asumieron logro reconocimiento en casi todo Tokyo, el muchacho débil en las peleas y por la mujeres controlando una gran facción de pandilleros con valores llenos de buenas intenciones y de un corazón puro.

Lo mejor que la vida le dio fue hacer amigos de confianza, y estar a pasos de cumplir con su sueño. Pese a que el amor era lo único que le faltaba por completar siguió esperando con ilusión, ya que rendirse jamás estaría en su diccionario personal y tampoco en la vida de sus hermanos.

A unos metros divisó el edificio departamental donde la castaña habitaba, sonrió pensando en ver su expresión al llegar de improviso. A medida que se acercaba vio una motocicleta de color blanco estacionada justo al frente del conjunto, imaginó que sería algún visitante del lugar.

Solo que al dar unos cuantos pasos más estos se detuvieron de pronto tensándolo al instante, no se esperaba aquello.
Quedo en blanco al mirar la escena.

Un joven de tes blanca con una chaqueta gris que tenía como diseño en la espalda una luna creciente y con el nombre de "Mikadzuki" conversaba con Kira, parecía una conversación de amigos y hasta vio el sonrojo que tenía el sujeto.

Para desgracia de él, sabían de la existencia de la chica que le gustaba, y sería un problema que sepan que le gusta, así que por el camino que vino dio media vuelva para regresar, antes de ir para su casa por otro camino llamó a sus tres amigos para encontrarse en ese pequeño bar que sabían frecuentar. Esa noche tomaría una decisión que le partiría el corazón en dos.

─Si tengo que dejarte ir para que estés a salvo, lo haré... Kira.

Susurró con la garganta entrecortada y con lágrimas en sus hermosos ojos ónix, la situación poco a poco lo agobiaba y exigía dar una rápido acción para poner fin todos esos problemas.

No sé percato de la presencia de una persona más detrás de un poste de alumbrado público.

─Dile al líder que Sano apareció.

El sonido tan peculiar de un motor de motocicleta se oyó, de ahí se bajó un encapuchado y tendió un documento antes de irse nuevamente en línea recta.

─Espero que funcione, en serio.


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