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🖇𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝟓🐺³


»Advertencia: El siguiente texto posee escenas con contenido sexual explícito de principio a fin, si este tema no es de su agrado, por favor absténgase de leer.«

»»»»***««««

«Hasta en sueños he creído tenerte devorándome,
y he mojado las sábanas rojas cuando mis ganas desesperan por ti.»

— Namjoon...

— ¿Te gusta?

Sintió sus brazos fuertes y desnudos rodearle la cintura. Su respiración fuerte golpeaba la parte trasera de su oreja y podía sentir los músculos de su pecho claramente, apenas se había colocado el pantalón luego de regresar a su forma humana.

— Yo... Ni siquiera sé que decir— confesó, su boca se abría y cerraba pero no lograba gesticular algo que le hiciera justicia a la hermosa imagen ante ellos.

Un pequeño camino de piedras empezaba a sus pies y dos antorchas de fuego se alzaban al frente, eran como una especie de linternas de kerosene. Estas iluminaban fielmente la entrada con un puente de madera que comenzaba en una curva, doblaba y seguía adelante. Era una caminera que los llevaba desde el piso hasta una hermosa casa elevada por dos pinos. Era una pequeña cabaña de dos pisos, el superior un poco más pequeño y, en el techo, podía ver un espacio que no logró divisar desde allí.

Todo era de madera con diseños muy bonitos tallados a mano, como las formas en los barandales del puente. No había un jardín, pero si varias macetas con rosas rojas, blancas y rosadas, eran una hermosa decoración.

El panorama era mágico, ver aquella obra en medio de los enormes pinos era realmente extraordinario. Desde allí podía vislumbrar que el interior de la cabaña estaba iluminado, lucía muy confortable, esperando a las dos personas que la ocuparían.

— Esto es nuestro... Lo he preparado para especialmente para ti, para nosotros.— susurró ásperamente, a su oído.

Esto es en lo que ha trabajado en todo este tiempo... Él siempre piensa en nosotros, en darme lo mejor.

Su mirada de cristalizó.

Sin poder expresar sus sentimientos en ese momento, se dió vuelta y abrazó a Namjoon, pegando la mejilla a su pecho firme y sintiendo que todo lo que necesitaba para ser feliz estaba en él. Todo tenía sentido gracias a él, no podría cambiar esa sensación satisfactoria por nada del mundo.

El lobo era su hogar.

— Gracias, Nami— lloriqueó en su pecho, sin poder evitarlo, estaba demasiado contento en ese instante.

Sus brazos se afianzaron alrededor de su cintura y se pegó más a él, jamás era suficiente, necesitaba sentirlo con desesperación, como temiendo que algo se lo arrebatara. Era indescriptible, le pertenecía en cuerpo y alma al Lobo.

Namjoon sonrió ladinamente y sus manos se deslizaron hasta la parte trasera de sus muslos para alzarlo y cargarlo entre sus brazos. Sus músculos se tensaron y las piernas de Jin le abrazaron la cadera, al mismo tiempo que alzaba su rostro y sus miradas chocaban poderosamente.

— Me gusta tenerte así, solo para mí— exhaló sobre los labios, sin llegar a besarlos— Aquí tenemos todo y más.

Jin lamió sus labios y asintió a sus palabras, totalmente convencido de ello pero, queriendo agregar un comentario juguetón, dijo— No tenemos un establo, Lobito.

Namjoon alzó una ceja, sugerente— ¿Eso crees?

El pelirrojo frunció levemente el ceño, pero antes de que pudiera opinar al respecto, Namjoon comenzó a subir el puente con él en sus brazos hasta que llegaron a la puerta de la casa, pero no entraron, el pelinegro giró por el corredor que seguía a una esquina y luego al frente, llevándolos a la parte trasera de la cabaña. El sonido de la madera crujir bajo su peso lo ponía ansioso y, cuando llegaron a su destino, no pudo más que abrir sus ojos con sorpresa, junto con su boca.

— ¡Namjoon!

— También añadí un establo— soltó una risita socarrona por la expresión asombrada de Jin, como si no lo conociera.

— Tú...— Estaba sin palabras. Bajó de sus brazos y miró el pequeño establo que Namjoon había construido.

Era espacioso, iluminado con una linterna de fuego. Habían varios cubículos de paja alrededor, algunas cubetas con agua y todo estaba ordenado y limpio, en la pared del fondo estaba un escalera que guiaba hasta una especie de ático abierto, con una cama de paja también.

— Fué un pequeño capricho— murmuró y sus manos ansiosas rodearon la cintura de Jin, hasta que estuvo más cerca de él y dejó un beso suave en su cuello, aspirando su dulce aroma— Aunque no pienso traer animales aquí.

— ¿Eh? ¿Entonces para qué lo hiciste?— cuestionó, tuvo que morder la parte interna de su mejilla para no gemir o jadear muy fuerte.

Su aliento mentolado le erizaba la piel.

El pelinegro delineó sus labios y quiso soltar un risa oscura, encantado por la inocencia de su chico.

— Te traeré a ti, Corderito.

Jin tragó saliva, comenzando a sentirse sumamente excitado por la propuesta indecorosa.

— ¿A mí?

Namjoon asintió lentamente.

— En este establo solo habrá un animal— sus dedos jugaron con la esquina de su camisa, queriendo arrebatarsela en un suspiro. Sus ojos brillaban maliciosos mientras susurraba a su oído— Y ese seré yo.

—Mmhg... ¿Y qué me harás?

Le besa el cuello nuevamente y esta vez succiona su piel tierna. Al fin estaban en intimidad.

En sus cuerpos podían sentir el deseo ardiente secarles la sangre. Se encendía como llamas y un halo de candescencia los rodeana, no necesitaban un estímulo más que sí mismos.

— Tantas cosas, corderito. No sabes ni la mitad de las cosas que me imagino contigo— gruñe y, en ese momento, atrapa el lóbulo de su oreja y lo marca con sus dientes, antes de pasarle la lengua húmeda. Sus manos se aprietan contra el vientre de Jin y este gime, con su trasero pegado a la pelvis de Namjoon.

Está tan duro.

— Nam...

— Estar una semana compartiendo tu tiempo con los demás me tiene tan celoso— le recorre el cuello con besos y Jin se derrite entre sus brazos, convulsionando de sensaciones— He sido demasiado paciente, Jinnie. Pero esta noche ya no puedo esperar más.

Gime. Los dedos de Namjoon juegan con la cinturilla de su pantalón y le roza la piel sensible y receptiva. Lame sus labios y luego muerde con fuerza su labio inferior, abrumado.

— ¿Qué piensas hacer?— murmura entrecortado. Sus propias manos se van hasta las de Namjoon y las colocó encima, pero no detuvo sus acciones. En cambio, sus uñas se entierran en el dorso de sus manos y eso solo lo excita más.

El lobo se relamió y, con rapidez, gira el cuerpo de Jin entre sus brazos y este suelta un grito de sorpresa, pero se queda mudo al momento en que sus caras quedan a centímetros escasos de distancia. Traga saliva y luego suelta el aire en un suspiro.

Su corazón latía en descontrol, junto con el de Namjoon, seguían un mismo patrón y era como una armonía en el desastre de emociones que sacudía sus cuerpos.

Los ojos de Namjoon estaban encendidos y chisporreantes de deseo,Jin podía jurar que jamás los había visto tan fogosos e intensos como ahora. Era sorprendente y tan... Lujurioso, como estar bajo un potente hechizo. Su hechizo.

— Oh, deja de tentarme— sus ojos se desviaron a los labios cereza de su amado y le dió una lamida lenta y sensual, sin llegar a besarlo. Solo quería encerderlo más, quería ver a Jin retorcerse de deseo por tenerlo— Sabes lo que quiero.

— No... No lo sé— jugueteó el pelirrojo y sus manos se posaron sobre su pecho, sintiendo su piel tibia bajo sus palmas. Sus ojos azules reflejaban un líbido para nada inocente.

Y es que Jin también había aprendido a jugar con el Lobo.

— ¿En serio?

— Mmm no...

En ese momento,Namjoon toma las caderas de Jin y las hace chocar con fuercza contra su pelvis, ocasionando un gemido entre ambos.

Jin podía estar agitado y semi-erecto, pero Namjoon estaba el triple de rígido y tan deseoso de él que le dolía el cuerpo por las ganas acumuladas durante todos esos días.

— Mmmh, tú... Tú estás tan...— no podía hablar, estaba sin aire, impresionado por la excitación de Namjoon.

—Creí dejarte claro lo mucho, mucho que quiero estar contigo— su respiración era densa y expresión le dejaba claro la sinceridad de sus palabras.

Sus miradas se encontraron nuevamente y casi se quemaban uno al otro. Namjoon hizo una seña hacia su hombría ansiosa y luego le dijo con la voz áspera y baja— Alguien extraña tu cálido agujerito.

— ¡Namjoon!— le reprendió, a pesar de estar en su nubulosa de tensión sexual, Jin se sonrojó y le golpeó el hombro— Ni siquiera me has mostrado la casa.

— Eso puede esperar— tomó su barbilla y le alzó el rostro apenado, alineando su boca sobre sus labios hinchados por sus propias mordidas. Estaban justo como le gustaba al lobo, ya no podía seguir mintiendose e ignorando lo que sentía, deseaba como loco a Jin— Ahora quiero hacerle el amor a mi Corderito.

«De la forma que el quiera, puede tenerme»

Sus labios están a punto de encontrarse, sedientos de su sabor, pero Jin quiere seguir jugando al niño travieso y provocarlo, entonces, escapa de sus brazos y corre hacia los cubos de paja, mirándolo con una sonrisa pícara.

— Si el lobo quiere al cordero, tendrá que atraparlo.

Namjoon lo mira sorprendido, pero inmediatamente sus ojos se oscurecen y una sonrisa peligrosa curva sus comisuras. Encantado por el descaro de su invitación, se acerca peligrosamente a él a largar zancadas y entonces el pelirrojo corre entre los montones, riendo mientras intenta escapar se sus garras.

Dieron la vuelta al perímetro y Namjoon interceptó fácilmente a Jin en aquel lugar. Este se sobresaltó y logró colocarse al otro lado del montículo. La adrenalina en su cuerpo agitaba más su corazón y estaba embelesado, frente a frente con Namjoon, apenas separado por un cubo de paja que podía ser derrumbado por él con un solo movimiento de dedo.

Los dos jadeaban incesantemente.

El pelinegro alzó una ceja e inquirió— ¿Tus padres no te enseñaron, corderito?

— ¿Qué cosa?

Sin dejar de mirar al lobo lamió sus labios con descaro delante de él y en ningún momento dejó de sostener su mirada oscura y dominante.

Namjoon pasó la lengua por sus dientes y sus orejas se tiñeron de rojo, no podía estar más estimulado en ese momento. Le gusta que su chico fuera travieso, incluso cuando se moría por poseerlo.

— No importa cuando corras, el lobo siempre te atrapará.

Dicho eso, tomó con fuerza el objeto que lo separaba de su presa y lo lanzó lejos, estampandolo contra la pared. Sus ojos hambrientos escanearon a Jin y luego se acercó hasta él, provocando que retrocediera y chocara con uno de los tobos de agua y cayera al piso, mojándose por completo.

— ¡Rayos!

— ¿Estás bien?

— Si, pero ahora estoy todo mojado.

Namjoon se arrodilló a su lado y observó la ropa adherirse a su piel, marcando su silueta perfectamente. La imagen dilató sua pupilas y las aletas de su nariz se ensancharon cuando tomó una fuerte respiración para controlar su instinto salvaje, era demasiado para él.

Jin, inocente, se quitó la capa y la lanzó sobre uno de los paquetes de heno para evitar que el agua se filtrara en ella. La camisa blanca estaba empapada y esto ocasionó que sus botones erectos quedaran expuestos en la tela, como una dulce invitación para Namjoon.

— Eres tan hermoso, cielo— sus manos fueron hacia su camisa y le tocó los pezones sobre la tela, pellizco la carne sensible y Jin gimió.

Sin esperar más, se levantó y le extendió una mano a Jin, quién la tomó con ignuidad pensando que Namjoon solo lo ayudaba a levantarse, pero eso solo fué un apoyo para tirar de su muñeca e incorporarlo frente a él, justo en la posición perfecta para empujar su cuerpo contra una pila de paja y acorralarlo.

Sin esperar una reacción del pelirrojo, le tomó del cuello y cerró sus ojos antes de besarlo con necesidad. Sus labios masajeron los del contrario y su mano libre se fué hasta su muslo, el cual acarició a su gusto y luego lo alzó hasta su cadera, solo para abrirle más las piernas y estampar su deseo palpitante contra él, dejandole saber lo mucho que le ponía.

Jin jadeó y esta vez no lo detuvo. Separó sus labios y la lengua intrusa no tardó el adueñarse del lugar húmedo que lo acogía, mezclando su propia esencia con la del contrario.

— Eres tan delicioso— gruñó contra su boca y luego volvió a besarlo en otro ángulo.

Su mano no dejaba de tentar la parte interna de su muslo, sobre la tela que le empezaba a molestar de sobremanera; pero su recorrido no se detenía allí, ascendía hasta su entrepierna y presionaba sus testículos y los frotaba para ponerlos tensos, suscitando vsrios gemidos bajos y suplicantes por parte del menor.

Jin abrazó su cuello y arqueó su espalda para estar más próximo a él. El pecho descubierto de Namjoon le aporreaba los pezones y a la vez erizaba los del contrario. Podía sentir toda su virilidad palpitar contra la suya y la mano de Namjoon ahora le apretaba su nalga derecha, como si se tratara de una masa para pan.

Sentía cosquillas en todos su cuerpo y su corazón casi explotaba de lo inquieto que estaba. Pero no le importaba nada más que estar con Namjoon. Al fin podían tener esa intimidad, y nada mejor que en su luna de miel. Era mejor que cualquier paraíso.

— Podría besarte todo el tiempo, jamás me cansaré— Namjoon estaba en la cúspide de la exaltación.

Los besos entre ellos cada vez eran más mojados y profundos y sus respiraciones fuertes alteraban el silencio del lugar. Sus labios estaban rojos y maltratados pero ninguno podía separarse, estaba ahogados en su propio deseo caliente.

Namjoon deseaba comerlo por todas partes, no se sintió satisfecho con solo poseer su boca, necesitaba probar cada espacio de Jin y marcarlo con su olor, sus besos, mordidas, con su propia esencia. De todas las formas que fuera posible quería hacerlo suyo.

Quería darle el amor más sensible y bonito, y a la vez corromperlo con sus actos sucios y pasionales.

Quería darle todo y más allá del todo.

Su mano soltó el muslo del contrario y ahora dirigió ambas manos entre sus cuerpos, sin dejar de besarse. Tomó las esquinas interiores de su camisa y la subió hasta sus pezones sensibles, los cuales le invitaron irremediablemente a darles atención.

Namjoon se separó del beso y aquello sonó como un azote ruidoso. Se miraron poderosamente por unos segundos y ni ellos mismos podían descifrar todo lo que gritaban sus almas en ese momento.

— Te extrañé demasiado— declaró Jin, con su pecho subiendo y bajando con agitación. Amaba esa vitalidad animal de Namjoon, la prefería mil veces que aquel cuerpo indefenso que cuidó esos días.

— Siempre he estado aquí, corderito. Jamás podría alejarme de ti.

A continuación, le quitó la camisa y la tiró a algún lado. Tomó su rostro y dejó un beso dulce en sus labios antes de mover su boca hasta su mandíbula, repartiendo besos húmedos. Jin gimió ligeramente y cerró los ojos, enredando sus dedos en la cabellera azabache y sosteniendose se sus hebras.

El recorrido de su boca descendió y ahora le marcaba la clavícula, pellizco la piel con sus dientes para marcarla. Quería dejarle su huella por todo el cuerpo, que al día siguiente recordara todo lo que le estaba haciendo ahora, y lo que le haría el resto de la noche.

Sus manos le tomaron de la cintura con fuerza para martenerlo cerca de él y su boca vehemente chupó su piel tersa hasta teñir círculos de carmín, que posteriormente se tornarían violeta.

— Namjoon... L-las marcas... Mi m-madre ¡Te va a matar!— Jin hablaba entrecortado.

Cerraba los párpados con fuerza y apretaba sus dientes cuando Namjoon lo mordía en los sitios erógenos de su cuello y luego aflojaba su expresión cuando lo lamía con su lengua caliente e intranquila o lo besaba con cariño, ocasionando que soltará suspiros densos y su boca formara una "o".

— Estoy dispuesto a pagar el precio—
Le respondió con un tono ronco y excitado, ignorando por completo sus palabras.

Siguió con los caricias hasta su pecho y lo llenó de marcas por todos lados, disfrutando tanto del sabor de su piel y los sonidos que no lograba reprimir el menor. El olor empalagoso de Jin lo volvía loco y sentía que se estaba ahogando en él, en su exquisito y adictivo elíxir.

Tiene sed como un lobo y solo quiere morder y moder. Cierra sus ojos cuando llega a sus pezones y los chupa como si se tratara de una fruta a la que quiera extraer el jugo fresco y exótico, para dejar de sentirse tan sediento. Pero solo quiere más, cada vez lo anhela con más insistencia , no está viendo sus expresiones pero en su mente está todo, lo conoce tan bien que puede imaginarse en sudor bajando por su sien y sus ojos brillosos, su boca enloquecida sin saber que hacer.
Tiene su cuerpo en la mente y en sus manos, nada puede ser mejor.

Muerde la protuberancia y hala de ella y Jin aprieta sus puños en su pelo y tira de él sin piedad. Y eso solo provoca, lo enardece.

— Namjoon...

— Sigue haciéndome eso y no voy a poder controlar mis impulsos— Murmuró contra su carne y Jin casi se desmaya por lo sensible que estaba incluso con un soplo de su aliento.

Namjoon siguió con su sensual juego y le maltrata a su gusto el otro pezón, dándole vueltas con su lengua y empujándolo con una punta de un lado a otro, y luego volviendo a chuparlo. No los dejó en paz hasta que la dureza lucho contra su lengua. El menor, alertado por sus palabras, quita sus manos de su cabello y las pone en su hombros.

— N-no puedo...— chilló y sus ojos se humedecieron, sin saber cómo calmar las sensaciones en su cuerpo, !y apenas le está chupando los pezones!.

Sin poder evitarlo, clava las uñas en su piel hasta dejarle una línea pequeña y honda. Namjoon gruñe y suelta su botón rojizo y mojado de saliva. Lo miró por un momento y Jin se alteró aún más, era demasiado intenso, sus ojos agudos revelaban cosas extrañas, tan profundos y sexys.

Estaba perdido.

— Que travieso Corderito, parece que quieres caer en la boca del Lobo— murmuró y alrededor de sus pupilas emergió un destello miel, peligroso.

Jin estaba derretido, echo un desastre en sus manos. La escena era tan deliciosa que tuvo que lamer su boca. Luego desvió su mirada y siguió arrastrando su lengua por su cuerpo, llevándose una que otra gota de agua.

Besos suaves le cubrieron el abdomen plano y siguieron hasta su ombligo. Lo rodeó con lentitud y sus manos acariciaron su torso para aumentar las sensaciones. Pero no se detuvo allí por mucho, pronto sus manos desabrocharon el pantalón y repartió caricias dulces por su pelvis, sobre la tela de su bóxer húmedo, incitando gemidos ahogados en la garganta de Jin.

— Ah.. ¡Ah! ¿Qué vas a hacer?— chilló abrumado cuando Namjoon le bajó la prenda bruscamente hasta las rodillas, junto con su ropa interior.

Sus mejillas se tiñeron cuando su miembro rígido quedó ante Namjoon, totalmente expuesto a su expresión feroz y líbida. Se sintió terriblemente apenado y quiso taparse con sus manos, pero el contrario se lo impidió de inmediato.

— No, no, Corderito. Hoy te disfrutaré como nunca y nada me lo impedirá. Amo cada parte de ti, conozco tu cuerpo perfectamente— Namjoon puso las manos en sus muslos erizados y temblorosos y los acarició de arriba a abajo, apreciando la piel lisa bajo sus manos. Su voz era más baja y rasposa a cada frase— No puedes ocultarme nada, ya he recorrido todo... No dejaré que nadie toque y te haga sentir como yo lo hago, solo yo puedo amarte de esta manera.

— Namjoon... Basta... Dios mío— Jin sollozó conmovido.

Su boca pedía que se detuviera o estallaría ahí mismo y, sin embargo, su cuerpo se mantenía cerca de Namjoon, era atraído y quedaba enredado como una mosca en una telaraña, no podía alejarse ni un centímetro. Quería y necesitaba más, le enloquecía experimentar cada cosa con su hombre. Solo con él.

— No olvidarás este día, está noche, no me olvidarás a mí. Me aseguraré de que recuerdes cada roce que le de a tu cuerpo. Eres tan mío, corderito. Así como yo soy tan tuyo, solo yo puedo ser tu Lobo.

— Mi lobo.

— Mi corderito.

En sus corazones sintieron la sinceridad y emoción de sus palabras. Namjoon agachó su cabeza y le besó la piel tierna y sensitiva. Todo su cuerpo reaccionó y se puso tenso, cargado de energía. Sus puños se aferraron a la paja detrás de ellos y soltó una respiración profunda antes de morder sus labios hasta casi hacerlos sangrar.

En ese instante, Namjoon arrastra su lengua lentamente hasta los testículos de Jin y juega con ellos con duros lametones, luego enrrolla uno en su lengua y lo toma en su húmeda cavidad, para chuparlo y cubrirlo de saliva.

Jin convulsiona bajo sus sucias caricias y pronuncia sonidos cada vez más irregulares. Su mente se queda en blanco y solo puede percibir a Namjoon, quién ahora toma con sus manos su pene y lo masajea de arriba hacia abajo hasta que, sin previo aviso, mete la punta en su boca y la chupa como a un caramelo.

— ¡Ah, Namjoon!

La carne caliente e hinchada se pone aún más roja a cada impacto de su almohadilla experta. Una expresión de deleite apareció en su rostro cuanto saboreó el pre-semen de su amado y uso su palma para regarlo por tada la longitud.

Jin se estremecia ante sus atenciones, sus nudillos estaban pálidos y él solo podía arrancar las hebras de paja y lanzarlas al piso mientras intentaba sostenerse con sus piernas temblarosas. La lengua y las manos de Namjoon lo perturban allá abajo, lo tiene justo como lo quiere, sudando y gimiendo su nombre repetidas veces, como un rosario.

— Puedes gemir tanto como quieras amor, aquí nadie te escuchara, solo yo— su aliento chocó sobre la piel húmeda del glande y eso envío una descarga poderosa por todo su cuerpo, lo hizo jadear con prisa, acelerado.

Namjoon volvió a su tarea, lo masturbó con su puño y luego engulló todo en su boca, subiendo, bajando y presionando sus labios alrededor de la piel sensible. Jin echó su cabeza hacia atrás y gimió agudo, sus piernas se tambalearon y Namjoon le agarró de las manos, entrelazando sus dedos para darle un mejor soporte.

Pero Jin estaba tan blando y maleable que en cualquier momento podría caer. Entonces coloca las manos de Jin sobre su cabeza y lo invita a hacer todo lo que quiera con su cabello. Sin sacarlo de su boca, toma sus caderas y lo alza hasta subirlo al cubo de paja y ahí continúa haciéndole el amor con la boca, chupando todo su miembro y abriéndole más las piernas para poder acariciar esos muslos que tanto adora.

Jin se permite masajear entre sus hebras y halar de ellas cuando Namjoon se come toda su carne palpitante de un solo bocado.

Estaba dentro de la boca del lobo.

Podía sentir la punta de su cosita tocar la garganta de Namjoon y luego curvarse cuando ahucaba la mejilla para abarcarlo plenamente. Todo su cuerpo se levanta y las sensaciones se reunían en su vientre con precipitación, listas para explotar.

— Nam... Saca... Y-yo estoy... Casi— gimió sin poder articular una frase coherente. Sus párpados se cerraron con fuerza y, por impulso, el mismo empujó la boca de Namjoon contra su pene en una ocasión, sintiéndose atrevido y fuera de control.

"Corderito salvaje"

— Tú... tú— Jin creía estar por ver las estrellas cuando Namjoon delineó su prepucio y luego golpeó con la punta de su lengua su glande inflado, justo antes de hundirlo hasta el fondo en su cálida cavidad.

El orgasmo fué arrasador.

Jin se vino al instante, derramando su esencia en la boca de su esposo, sin pudor alguno. Su semen dulce corrió por la garganta de Namjoon y tragó cada gota, sin derramar nada, como si estuviera tomando el mejor vino de todos los tiempos.

Cuando el menor terminó de correrse, Namjoon lo sacó de su boca y lamió los restos de sus labios. Sus ojos se llenaban lentamente de emoción, una muy intensa, estaba totalmente extasiado y encantado con el aspecto despeinado de Jin, quien aún tenía toda la cara roja y cubierta de sudor y agua, con los cabellos rojos adheridos a sus sienes y sus ojos brillosos con algunas lágrimas pequeñas acumuladas en las esquinas.

Ambos respiraban con fuerza y sus corazones palpitaba desbocados. Aquello había sido sumamente excitante.

Cuando Jin pudo abrir los ojos y abastecer medianamente sus pulmones, Namjoon comentó:

— Joder, que exquisito aperitivo. Estoy ansioso por el plato fuerte.

— ¿Plato fuerte!— Jin lo miró con exaltación, ni siquiera sabía si se podría recuperar de ese acto ¿A caso pensaba seguir?

Sonrió ladinamente— Apenas esto es el comienzo corderito, te comeré entero y de tantas formas— se acercó y beso con dulzura sus labios y, sin avisarle, lo agarra de los muslos y lo carga, con una pierna a cada lado de su cadera.
Jin logra alcanzar su capa a un lado y la coloca en su miembro ahora flácido, pues conocía muy bien a su Lobo y, si así lo quisiera, podría hacerle más cosas en ese mismo instante ¡Y ni siquiera lo dejaría descansar y recuperar el aliento!

— Tú no tienes llenadero.

— Pero tú si.

— ¡Namjoon!— Jin lo regaña y frunce su ceño, ocasionando una risa por parte del pelinegro.

— Vamos adentro, dejaré que conozcas la casa antes— murmuró y en su tono había picardía y modestia, nunca podía dejar de lado sus dobles intenciones perversas— No podrás resfriarte, me aseguraré de mantenerte caliente todo el tiempo.

— ¡Dios mío, Namjoon!— No era tonto,
Jin sabía muy bien a lo que se refería, y Namjoon no se molestaba en disfrazarlo, ni siquiera lo intentaba, menos cuando podía sentir su dureza allí abajo.

Sólo el Lobo sabía las cosas que tenía preparadas para esa noche.

Tragó saliva.

El mayor sonrió como todo un bribón y se dió vuelta para dirigirse a la entrada de la cabaña. Una vez allí, Namjoon empujó la puerta de roble barnizado y la cerró con seguro cuando ambos estuvieron en el interior.

De inmediato, el lugar les dió la bienvenida con la atmósfera cálida y reconfortante los anbrigó, tan hogareño y acogedor como si ya llevaran años viviendo allí. El aroma a pino y almizcle predominaba en la bonita sala, con una chimenea al fondo y un juego de tres sillones alrededor de una mesita con un florero de rosas rojas en el medio. Tenía una ventana grande con marcos de madera y vidrios recién pulidos detrás de una cortina ligera. La luz natural aún entraba en la casa y había lámparas en las esquinas de la chimenea y en algunos estantes.

— Todo es muy bonito, Nam. Realmente te esforzarte mucho, esto es grandioso— le elogió sin poder dejar de mirar el hermoso espacio. Incluso había una mullida alfombra en la que estaría dispuesto a dormir.

— Por allá está la cocina— le señaló, orgulloso de su creación.

En seguida, Jin hizo que lo bajara y tapó sus caderas desnudas con la capa roja. Ambos caminaron hasta allí y admiraron la cocina bien ordena.

Todo del mismo material perfectamente moldeado y barnizado, Namjoon había conseguido tazas, ollas, vasos, platos, cubiertos y todos los demás utensilios necesarios y los había acomodado en estantes. Había una mesa cuadrada para dos personas cubierta por un mantel de encaje blanco.

Encaje.

Jin recordó la tela que le había pedido a Jimin y en ese mismo momento tuvo la idea de qué hacer con ella, fué como una chispa. Sin embargo, había un pequeño detalle, y es que había dejado sus cosas en la cueva.

— ¿Y qué haremos con las cosas que teníamos en la cueva?— inquirió, curioso.

— Oh, esas están arriba en nuestra habitación, cielo— le explicó y el pelirrojo no perdió tiempo y corrió por las escaleras de caracol a un lado, cerca de donde estaban.

— ¡Ey!

Namjoon lo siguió a la segunda planta, la escalera llevaba únicamente a la puerta de cuarto. Jin entró primero y él lo persiguió.

— ¡Wow!— el pelirrojo se detuvo en seco cuando se percató de la gran habitación en la que se encontraba.

¡Era enorme! Todo el segundo piso era la habitación, era como estar en una segunda casa. Había una cama enorme al fondo, con sábanas perfectamente acomodadas y dos mesitas de noche a cada lado, cada una con una lámpara. En el medio se ubicaba una alfombra más grande que la de la sala y era de color marfil. También, había dos ventanas y dos sillones en las paredes a su lado y, en una de las esquinas, se encontraba una puerta que supuso que era del baño y en la otra una escalera pequeña que guiaba al techo, donde parecía haber una puertecita. Por último, cerca de su ubicación, había un armario.

— Allí están— le comentó el pelinegro cuando sus ojos se fijaron allí.

Asintió y caminó hasta allá, cuando abrió las puertas encontró sus ropas y las de Namjoon arregladas cuidadosamente. Sus aromas mezclados le provocaron la necesidad imperios de inhalar y llenar sus pulmones placenteramente.

Estaba extasiado. Sus dedos tocaron las telas y luego se fijó en el pantalón que llevaba el día que Jimin le dió los guantes y el collar. Lamió sus labios y sus ojos brillaron de emoción, inmediatamente, buscó en los bolsillos y en el derecho dió con su objetivo. Sacó su mano y la tela enrollada salió del interior.

Sonrió.

Cerca de ahí, escuchó como Namjoon caminaba hasta la cama y luego tomaba asiento. En esa posiciónse apoyó en sus brazos y su mirada no se desvió el cuerpo semidesnudo de Jin.

Joder, estaba tan condenamente feliz.

Mirar aquella figura le producía un gozo ilimitado, no necesitaba nada más para estimular sus ganas, sus sentimientos, todo lo que podía pensar, sentir, captar, absolutamente todo caía en el encanto de Jin, solo se podía concentrar en él, era como estar condenado a su corderito.

Y eso le satisfacía en todo sentido.

— No me mires— le ordenó el menor de repente, mirándole sobre el hombro, aún de espaldas a él.

Frunció el entrecejo— No haré tal cosa, estoy muy a gusto mirando a mi esposo.

— Entonces no podré darte tu regalo de bodas.

Namjoon alzó una ceja— ¿Regalo de bodas? Mmm...

— Sí, pero tienes que darme unos instantes para prepararlo...

El contrario reflexionó la tentadora propuesta y, finalmente, claudicó— Supongo que puedo cerrar los párpados por un momento. Será mejor que te apresures, corderito.

"Lo disfrutarás, Lobito"

Entonces, Namjoon cerró sus ojos y permitió que el chico de la caperuza roja llevara a cabo lo que sea en lo que estaba pensando.

Estuvo tranquilo por un minuto, pero Namjoon era impaciente, solo podía escuchar algunos movimientos de Jin dentro del armario y eso picaba más y más su curiosidad. Quiso hacer trampa y espiar, pero tampoco quería arruinar la sorpresa que su chico preparaba para él.

Coño, aquello solo aumentaba la adrenalina en su cuerpo y la cordura que había estado manteniendo dependía de un delgado hilo. Tenía tanta energía acumulada que sentía que las venas de su pene iban a explotar. Era muy difícil contenerse en ese estado, pero todo lo hacía porque esta noche quería hacerla eterna y felizmente duradera, estaba concentrado en hacer disfrutar al límite a Jin.

Mordió su labio, sentía que iban horas.

— ¿Puedo abrirlos?

— No.

— ¿Y ahora?

— ¡No!

— Maldición, esto es difícil— gruñe y, falto de paciencia, vuelve a cuestionar— ¿Ya?

— ¡Namjoon!

— Mierda, los voy a abrir.

Indispuesto a aguantar un momento más en la tortuosa espera, abre sus párpados y casi pudo morir al verlo.

— ¿Tanto cuesta esperar un momento?— Jin pone los ojos en blanco y trata de fingir molestia delante de él, solo para distraerse de sus propios nervios.

Aquello sobrepasaba todo lo que había hecho. Namjoon quedó paralizado allí, sintiendo que estaba en medio de un desierto desolado y Jin era un espejismo, demasiado atractivo para ser real.

— Eres tan jodidamente precioso.

Si, joder. Lo mira con ferocidad de pies a cabeza. No puede dejar de contemplar tal monumento, incluso si cerrara los ojos, aquella exótica imagen estaría impresa en sus pupilas.

Maldición.

Jin estaba delante de él, solo a unos cortos pasos; su cuerpo era recorrido por una tira larga de encaje rojo enredado entre sus piernas, cubriéndole su sexo y luego se cruzan en su abdomen y cintura hasta la espalda, donde iba descendiendo por su pecho y brazo.

Y como si aquella divina representación no fuera lo suficientemente lujuriosa, la capa roja estaba atada a su cuello y la tela roja caía como cascada tras su espalda. El color carmín lo hacía ver como el hijo del pecado, tan seductor y excitante y Namjoon tuvo que presionar su entrepierna totalmente afectado por el estímulo visual. Mirar su piel brillosa y suave, tan apetitosa, le estaba costado la misma vida. Era imposible contenerse en ese punto.

— Maldición... Jin... Tú me quieres matar.

Jin mordió sus labios bajo su atenta mirada y la expresión poderosa de Namjoon le ocasionó un fuerte sonrojo al instante. Quitó la capucha de encaje y diamantes y su cabello semihúmedo estaba alborotado por lo que pasó hace unos minutos en el establo.

— ¿Te gusta, Lobito?— tiene la osadía de preguntar.

No responde, la esquina de su boca se eleva en un gesto oscuro y prometedor y ahora pasa la punta de su lengua se pasea por el labio inferior, es tan carnal, lo devora con la mirada son pudor y sus ojos están tan nublados que parece haber perdido toda pizca de racionalidad en ese momento.

Es tan feroz.

Su corazón latió con prisa cuando Namjoon le tendió la mano y lo invitó a venir.

Exhaló pesadamente y se obligó a mantener la calma. Él fué quien quiso bailar con el Lobo, y ahora debía rogar por su suerte.

Sus dedos se deslizaron por la palma de su mano y avanzó hasta quedar al frente de las piernas de Namjoon, quien lo contemplaba con adoración. No tuvo que esperar una orden, con solo verlo podía saber lo que quería antes que se lo dijera o lo susurra en su mente.

Se sentó su regazo y cuando sus piernas se separaron, la tela se tensó y apretó sus muslos, como si hubieran sido atados con una cuerda.

— Tú haces que quiera follarte como el animal que soy— susurra, su expresión seria certifica la sinceridad en sus palabras.— ¿Sabes lo difícil que es pensar con serenidad cuando te tengo así?

El magnetismo que desprende es casi aterrador, puede atraer lo que sea.

Con un gesto lascivo, su mirada vuela a su boca y sus manos se posan sobre sus muslos, los soba de arriba y disfruta de la sensación de la tela rugosa en combinación con la textura agradable de su piel, una fusión perfecta. Detiene su movimiento y los aprieta, abriendo más las piernas del contrario y, por lo tanto, ocasionando que la tela le estrangulara la carne.

Jin gimió y sus labios se abrieron.

— Y-yo... Solo quería darte un regalo— tragó saliva duramente y se relamió, aún mirando intensamente a la persona que lo apretaba.

La fiebre se extendió con ímpetu por sus cuerpos y amenazaba con carbonizarles la sangre.

— Oh, corderito— murmuró y se acercó más a sus labios, hasta poder lamerlos con la punta de su lengua— Esto es más que un regalo. Diría que estoy ardiendo en llamas de la emoción, pero eso se quedaría corto.

— Namjoon... Bésame— rogó cuando el mayor volvió a lamerle entre los labios pero no permitió que lo besara.

Sus uñas se clavaron con impaciencia en los hombros del pelinegro y jadeó.

— Quieres encender fuego donde ya todo está consumido en llamas— ignora su petición y su voz áspera le estremece cada célula— Pero no puedes quemar el infierno, mi cielo.

El aliento choca contra su boca deseosa, está tan próximo pero a la vez tan lejos. Jin cierra sus ojos con fuerza por unos instantes y luego humedece sus labios, buscando provocarlo.

— Por favor... Por favor— suspira y sus manos van hasta su cuello y luego hasta su mandíbula, acariciándolo con suavidad.

— Yo también sé lo que te gusta, amor...

Afuera, nubes grises comienzan a acumularse en el firmamento que cada vez es más oscuro, pero para ellos no hay mal tiempo, están en su propio universo.

Su boca se impacta con la contraria finalmente y todo colisiona. Jin gime, le aprieta la cara con sus manos y se impulsa hacía adelante, arqueando su espalda y pegando su pelvis al abdomen contrario. Su boca se abre gustosa y permite que le penetre con la lengua. Si, es tan delicioso... Todo entre ellos lo es.

Namjoon, el lobo, su hombre deseado hace todo lo que le gusta, necesita de él para sentirse vivo realmente. Cada cosa con él era llevarlo al límite. Clamaban e insistían uno por el otro, uno era la religión y el otro la fé. No era necesario imaginarse nada, eran tan reales y mejores que cualquier ficción.

— ¡Ah!... Lobo...

Los chicos buenos podían prometerte el cielo con palabras dulces, pero los chicos malos, como los lobos feroces, te traían el cielo directamente a tus pies.

— Eres tan mío— dijo contra su boca antes de volver a encontrarse en una nueva dirección y entregarse al deseo infinito. Una sobre la otra, sus lenguas se deslizaban y compartían esencia. Sus labios se abrazaban con fuerza y se soltaban ruidosamente. Todo era húmedo y exquisito, tan adictivo. Cuando volvieron a separarse por un instante, enfatizó claramente— Voy a marcarte como mi territorio.

Esa charla salvaje y primitiva de Namjoon calentaba más al pelirrojo, mientras era recorrido por esas manos grandes y con experiencia, lo tenía por todas partes.

—Si... Tuyo.

Namjoon manoseó a su gusto cada rincón y jugó con la tela, tirando de ella y haciéndole marcas rojas por todo el cuerpo. Los gemidos ahogados de Jin vibraban en sus oídos y eso aumentaba su goce. Disfrutaba cada segundo, no podía parar, sus manos picaban por tocarlo mientras le besaba profundamente.

Cuando llegó a sus nalgas, apartó la capa a un lado y las apretó y masajeó hasta colorarlas. Se encontró con la tira de encaje y, con audacia, la metió en el escondrijo en medio y empezó a rozarla contra el apretado agujero.

— N-Namjoon ¡Ah!

— Mmm... Que rico cuando ahogas mi nombre en un gemido— susurra bajito y le muerde el labio inferior, para luego lamer la marca de sus dientes. Adoraba hacerlo eso.

Sin poder contenerse, alza su palma y golpea la nalga derecha de Jin, en un sonoro azote que les dejó un cosquilleo a ambos en la piel.

— ¡Mmhg! ¡Ah!

— Joder, coño...

Namjoon respira fuerte y denso, masajea la zona maltratada y luego suelta otro azote. Jin se estremece de punta a punta y grita su nombre, le encanta la picazón que deja en su piel. Su cabeza cae en el hombro de su hombre y lo muerde, dejándole la marca de sus dientes. Tal como él lo hace.

Namjoon gruñe, agitado. Le encanta, Jin le encanta demasiado.

Con su corderito aún encima, se levanta de la cama y toma rumbo hasta la escalera en la esquina del cuarto.

— ¿Qué haces?— preguntó en un tartamudeo, extrañado.

Namjoon le dedicó un gesto hilarante, mostrándose como todo un conocedor del caso, y contestó:— Yo también tengo mis cartas bajo la manga, cielo. Agárrate.

Sin esperar una respuesta, Namjoon comienza a subir la escalera y, al final de esta, con una de sus manos empuja la pequeña manilla y la puerta se abre hacía arriba.

Juntos salen a la parte superior y la mágica decoración de la puesta de sol los envuelve, ya casi todo queda sumiso en oscuridad. Jin mira maravillado su alrededor, expuesto totalmente a la naturaleza imponente, se encuentran en una especie de terraza, nada los cubre, solo el piso de madera los sostiene.

A un lado se halla solo una manta extendida y una canasta a una esquina, junto con una lámpara para iluminar su entorno.

Namjoon acuesta a Jin sobre la manta y queda sobre su cuerpo.

Una sonrisa traviesa curva su boca.

— ¿Qué piensas hacer aquí?— pregunta abrumado, aún sin enteder.

— Te haré el amor bajo la luna y las estrellas, corderito.— le murmura bajito y su perfecta línea de dientes iluminan su sonrisa cautivadora.

Jin se queda mudo y su cuerpo se tensa cuando Namjoon le quita el nudo de la capa y deja su cuello a su merced, solo con la cadenita con su nombre. Se inclina y esconde la cara en la curva para empezar a besarle el hombro. Lentamente, su mano se desliza por su torso y la otra está a un lado de su cabeza, sosteniendo su cuerpo para no aplastar a su esposa.

— Seokjin... Mi Jin...

Su aliento le hace cosquillas y Jin se enconge y luego arquea su espalda, perdiendo la mirada en el cielo, donde apenas pudo divisar algunas motas brillantes, pues todo estaba consumido por las nubes pesadas, cargadas de agua.

A un lado, la luna que les sonreía, mirando la escena que estaban a punto de consumar.

Era su confidente.

Namjoon continuó besándolo de lado a lado, usando su lengua y dientes en ocasiones mientras que sus dedos atraparon sus tetillas y las endureció una vez más contra sus yemas, estirando y retorciendo la pequeña y pigmentada protuberancia.

Jin gimió y llevo sus manos hasta el pecho de Namjoon y comenzó a atacar la misma zona con las palmas de sus manos, igual de inquietas, estrujandola de arriba hacia abajo, dandole vueltas al botón y poniéndolo tan duro como su hombría.

Namjoon gruñó contra su piel pero no lo detuvo, estaba demasiado concentrado regodeándose en su paraíso de los placeres: el cuerpo de su corderito.

— Abre las piernas, cielo.

El menor acató la orden sin rechistar y sus piernas se flexionaron y abrieron para permitir que Namjoon se acomodara entre ellas. Cuando estuvieron cómodos, el pelinegro se inclinó a un lado y metió una mano en la canasta para extraer algo de ella

Jin giró su cuello y sus ojos centelleron expectantes cuando visualizó un frasco de miel pura.

— ¿Ahora tienes hambre de comida?— preguntó, sin saber lo que Namjoon pensaba hacer con eso.

— Mmm, tengo hambre de ti, esto es solo un acompañante... Nada mejor que mezclar comidas favoritas.

Namjoon abrió el frasco y sus venas se marcaron cuando ejerció fuerza, era sumamente atractivo. Jin se tomó un momento para ver ese perfecto cuerpo sobre él, con sus músculos tensos y su piel brillosa de sudor, tenía el pelo salvaje y sus hombros y pezones estaban cubiertas de marcas rojas a consecuencia de sus apretones y caricias bruscas. Jin mordió su labio y se sintió orgulloso de su sucia creación.

— Te ves tan hermoso— le confesó. Dejando la pena de lado, llevó su mano hasta el abdomen y le recorrió con el dedo.

Aquel contacto retumbó en todas las extremidades del pelinegro, su pecho se alzó y soltó una respiración pesada antes dejar la tapa del frasco a un lado y tomar ahora la mano que lo tocaba.

Sus ojos oscuros lo escrutaron y luego hizo que su dedo ascendiera por su pecho y cuello hasta que llegó a su boca. Sin dejar de mirarse y respirar con agitación, Namjoon le mordió la punta del dedo y, a continuación, lo introdujo en el frasco, mojándolo con el líquido dulce, previo a llevárselo nuevamente a la boca y lamerlo descaradamente; allí lo chupó y dejó totalmente limpio.

— Oh, eres demasiado bueno— su voz salió tan abrupta que incluso hizo estremecer su propia garganta.

Y que decir lo que provocó en la persona que lo escuchaba.

Jin estuvo a punto de morir allí mismo. El acto obsceno hizo reaccionar a su cuerpo y la punta de su miembro se mojó con pre-semen, aquello lo pudo hacer correr en segundos. Ya no podía soportar el roce de la tela de encaje sobre su propio cuerpo, lo estaba matando.

— Nam... Yo- ¡Ah!

No pudo terminar, Namjoon golpeó su caderas contra su entrepierna y ambas erecciones colisionaron, aquello arrancó un agudo gemido que fué acallado por la boca de Namjoon, otorgando un corto pero brusco beso que lo dejó sin sentido.

Antes de que pudiera siquiera recuperarse de los espasmos de ese encuentro, Namjoon se inclinó sobre él y derramó un chorro de miel sobre sus labios entreabiertos. El líquido espeso le cubrió y entró a su boca, alborotando sus papilas gustativas.

— Te has robado mi miel, tendré de recuperarla— murmuró encendido.

Luego, sacó su almohadilla húmeda y la punta delineó la extremidad inferior y superior, llevándose la dulzura con ella.

Y quería más, mucho más.

Cuando Jin abrió su boca totalmente estimulado por el roce, se introdujo en ella y el juego de lenguas comenzó. Jin le rodeó el cuello y sus rodillas le apretaron las caderas.

Cerraron sus ojos.

Los besos calientes y pegajosos comenzaron con una roce suave de lenguas, se frotaban y enganchaban sin prisa, causando chapoteos cuando cambiaban de posición, al principio la euforia no los dejaba sincronizarse y era como una guerra, pero pronto bailaron unidas y de lado a lado, frotándose de ida y vuelta hasta que la miel se disolvió en sus salivas y el intercambio de la dulce esencia se oía claramente entre ellos, incluso cuando estaban aislados del mundo.

Se negaban a desprenderse, gemían contra sus cavidades y compartían el oxígeno, a pesar de estar aturdidos por las fuertes sensaciones que los azotaban y entorpecían sus acciones. Empalagados de gusto, temblaban de necesidad.

Namjoon tomó el encaje de su entrepierna semihúmeda lo retiró, rompiendo algunas partes en medio de su ardor. No dejó de besarlo en ningún momento y, con su puño, comenzó frotar toda la extensión del miembro contrario, provocando sus gemidos ahogados. Su pulgar tocó el glande hinchado y esparció en círculos las gotas de semen.

Jin se retorció bajo su cuerpo y sus uñas se claravaron sin piedad en el cuello del provocador.

Pero él también quería tocar así que, sin reprimirse, sus manos se deslizaron por los hombros de Namjoon y luego por sus brazos, apretando sus músculos cuando le mordía o succionaba el labio, era tan celestial.

Cuando llegó a sus caderas, se trasladó hasta el broche de su pantalón y lo soltó; sin anuncio precio, introdujo una de sus manos en la prenda y se consiguió directamente con su objetivo, Namjoon no tenía ropa interior por lo que se le facilitó tocar su carne hinchada y caliente. Su hombría estaba sumamente tensa y dura, apenas el roce de sus dedos hizo estremecer al dueño, quién se soltó al instante del beso y se quedó jadeando abruptamente sobre su boca, tan acelerado como si hubiera corrido por horas sin agua ni descanso.

— N-no... Puedo soportar que me toques ¡Ah!— Namjoon gimió salvaje cuando Jin sacó su pene del pantalón y el aire frío lo golpeó, pero la tibieza de su mano lo envolvió de inmediato y creyó perder la voluntad cuando empezó a acariciarlo de arriba a abajo.

— Pero yo quiero tocarte, Lobito.

Namjoon tomó una fuerte respiración y trató de controlar sus impulsos bestiales. La voz de Jin también era ronca, su cuerpo estaba sonrojado por todas partes, ambos tenían marcas de todo tipo recorriendo sus cuerpos, y eso era tan excitante.

Se tocaban uno al otro, masturbándose mientras se miraban poderosamente y sus bocas entreabiertas pronunciaban sonidos eróticos que eran escuchados por ellos mismos y el bosque que los resguardaba y era testigo de su pasión.

— Joder, Jin... Sigue así— siseó entre dientes, impresionado por lo bien que lo hacía sentir su atrevimiento.

Jin le sobaba desde la punta hasta el tronco y luego apretaba el glande, copiaba los movimientos que proporcionaba el pelinegro y eso lo hacía perder la poco cordura que tenía.

Entonces, Namjoon quiso sentir sus pieles sensibles tocarse y, con un movimiento rápido, acercó su pene al de Jin y comenzó a frotarlos juntos.

— Oh... Dios mío.

El pelirrojo cerró los ojos con fuerza y sus manos se fueron hasta la capa donde estaba tumbado, arrugandola entre sus puños mientras sufría los espasmos que le produjo aquello. Namjoon los frotaba uno contra el otro rítmicamente. Gruñía de gozo por el sucio acto y la imagen inigualable que le ofrecía Jin allí tumbado, gimiendo desesperado y abriendo aún más sus piernas. Todo su cuerpo sudaba y palpitaba, especialmente su cavidad rugosa, estimulada por las acciones estimulantes de su hombre.

— Namjoon, Namjoon, ¡Namjoon!.

Con su mano libre, el nombrado derramó miel en los pezones de Jin y los lamió con gusto, luego su abdomen donde mordió la piel y le hizo chupones de distintos tamaños.

— Ah... Ah... M-me vas a matar— chilló abrumado por todo lo que experimentaba su anatomía en ese momento. Sus labios estaban maltratados de tantos besos y sus propias mordidas, sin saber cómo controlar las emociones fuertes.

— No morirás cielo, pero recordarás muy bien esta noche— le confesó y sus iris fué atravesada por un reflejo miel, alterando cada nervio de su cuerpo.— Quiero hacer tantas cosas malas contigo.

Jin cayó de nuevo y jadeó cuando Namjoon siguió comiéndolo después de su oscura declaración. Trozos de encaje rasgado los rodean y él sentía el líquido pegajoso por todas partes, pecho, torso y hasta en la punta de su pene, mezclandolo con la escencia.

Namjoon dejó de frotar sus hombrías y derramó más miel en la entrepierna de Jin y luego entre sus muslos.

—Demonios...— mordió la carne interna se su mejilla y se forzó a no cerrar las piernas, eran tan indescriptible aquella sensación.

— Ahora eres mi Luna de Miel— sonrió extasiado y masajeó su pelvis— Solo te aullaré a ti.

— ¡Ah!

— Cuando dije que te iba a comer entero...—el pelinegro se inclinó hasta estar a la altura de la zona cubierta de dulzura y se relamió mientras observa el líquido escurrirse por cada rincón, hasta llegar a su estrecho pasaje.— Lo dije muy en serio.

— Namjoon... Está entrando... Ahí— Jin tragó saliva y se escalofrió cuando sintió el almíbar tocarle aquella profundidad.

Oh, cómo iba a disfrutar ese manjar.

— Eres tan bonito, corderito.

Namjoon tomó en su boca su intimidad cubierta de miel y la lamió. Chupó el almíbar y estimuló el miembro sensible. Jin se deshizo en su boca, su mente se nubló y su boca formaba una "o".

El sudor por la exaltación se acumulaba en gotas en su cuerpo. Sus pupilas enfocaron el cielo nocturno que estaba bastante nublado y sombrío, pero aún así, todavía pudo vislumbrar las estrellas que parecían titilar más de cerca, al tiempo que era víctima de la lengua del Lobo.

Cuando caiga la noche el lobo te reclamará.

Cuando quitó todo rastro de miel y lo reemplazó por su saliva, translado su boca hasta sus testículos y los succionó con gusto, amaba probar a su hombre por todas partes. Y no se detendría allí, iría por más, poco a poco siguió bajando hasta los muslos temblorosos y los lamió como a una paleta. Joder, cuánto amaba hacer eso. Por un momento, su mirada se desvió hacia arriba y se fascinó con la perfecta vista.

Jin lucía tan malditamente delicioso. Gracias a la luz de la lámpara podía visualizar las líneas de su cuerpo y sus sombras sin ningún problema. Las piel brillosa se sudor reflejaba la luz y su tono de piel se veía mucho más bronceada, tan sensual, con su frente arrugada y una expresión reprimida, su chico estaba abierto de piernas y sus dientes se aprietan incesantemente contra sus labios y en su lengua. Era demasiado, incluso para el Lobo feroz.

Animado, le mordió la piel tierna de los muslos y repartió besos sobre las marcas y, cuando estuvo satisfecho con su trabajo, se incorporó y ordenó con voz suave.

— Date vuelta, Corderito.

— ¿Q-qué... Por qué?

Jin trató de recobrar el aliento pero solo logró acelerarse más, en los ojos del lobo bailaron las llamas vivas e intensas, relamió sus labios y se inclinó para susurrarle:

— Te voy a comer el culito, mi cielo.

Sin más, le tomó de las caderas repentinamente y colocó al pelirrojo boca abajo de un solo giro, con la mejilla aplastada contra la suave capa y sus rodillas dobladas, alzando su parte inferior. Un quejido salió de su boca y sus puños se aferraron nuevamente en la tela, hasta que sus nudillos se tornaron blancos y la punta de sus dedos de un tono rosado.

Al igual que sus piernas, sus nalgas quedaron separadas al frente de Namjoon y dejó a su disposición el núcleo palpitante de deseo.

Delicioso, delicioso, quiero comerme todo su cuerpo.

Pronto, Namjoon le palmeó las nalgas y estiró los trozos de tela que aún las cubrían. Los apretones de sus dedos dejaron huellas en su piel erizada, creando una imagen tan exótica que provocó que su miembro se sacudiera de gusto.

— Mmm... Si así es el cielo, quiero quedarme.

Un chorro nuevo de miel cayó entre su trasero y caminó lentamente por toda la zona, tortuosamente. Su cara se enterró en su capa y sus dientes apretaron la tela. En ese momento, el pelinegro colocó el frasco a un lado y tomó sus dos cachetes para separarlos aún más, permitiendo que el líquido accediera y se derramara entre sus muslos también.

— Ah... Ah... N-Namjoon.

El Lobo estaba empalagado por toda la miel que ya había consumido de su cuerpo, pero no podía parar, era como cuando tenías una deliciosa torta en tus manos, tu favorita, y no podías parar de comerla incluso cuando estabas lleno, te causaba demasiado placer y eres capaz de todo con tal de seguir disfrutándola.

En alguna parte de la montaña, un trueno estremeció el cielo, anunciando la llegada de una lluvia nocturna, pero ninguno pensó en dejarlo allí, estaban tan calientes que incluso las gotas de agua podían evaporarse al tocar sus pieles.

Con su pulgar, Namjoon apretó el botón arrugado y ejerció una pequeña presión, empapandolo y comprobando la calidez del lugar.

— Oh...

El hombre que atacaba aquella profundidad a la que solo él había accedido, quitó su pulgar y ahora lo intercambió por su lengua, con un lametazo largo y lento. Jin gritó con los nervios de punta por la inesperada intromisión, la parte inferior de su cuerpo se agitó y quiso retirarse lejos del objeto invasor, por solo recibió un apretón de dos grandes manos sobre su cadera, antes de recibir un brusco tirón de vuelta, logrando ser penetrado por la punta de su lengua y el líquido pegajoso.

Casi se ahogó. Aquella acción fué sumamente electrizante como ninguna otra, lo dejó débil y sin sentido. Toda su anatomía cosquilleo y solo pudo jadear como loco y rasguñar la tela roja, desesperado.

—No... Ahí... No... ¡Ah, no lo soporto!— sollozó y Namjoon volvió a lamerlo con vehemencia y a embestirlo mínimamente con la lengua, dándole vueltas y extrayendo el líquido que se había escapado a su interior.

Jin se sintió al borde de la tormenta, no podía aguantar la intensidad.— Yo... Yo me voy a correr, pronto... Basta... ¡Ah!

— Espera... Aún no— le susurró el mayor comiendo todo lo que podía y mordiendo de vez en cuando sus nalgas, que eran una deliciosa tentación y le acariciaban la cara cuando Jin se estremecía.

Sus movimientos en aquel lugar oculto gradualmente se tornaron más rítmicos y los gemidos de Jin le rasguñaron los tímpanos. Podía sentir que estaba a punto de alcanzar el climax, pero no podía permitirlo, aún no había estado dentro de él.

A pesar de que comió todo lo que puedo, algunos hilos de saliva mezclado con miel se escurrieron entre sus piernas y lo hicieron ver muchos más tentador.

Tomará la miel de tu colmena y la hará escurrir entre tus piernas.

— Joder, eres tan lindo.

Namjoon podía desmayarse entre ese cuerpo esbelto. Mierda, ya no puede aguantar más.

Con facilidad, se quita los pantalones de una patada y ahora su compasión se ha acabado. En ese punto, las emociones son altas y no está dispuesto a retroceder.

Moja sus propios dedos con saliva y toma un poco de su propia escencia en su dolorosa erección, logrando obtener una especie de lubricante natural. Sin esperar a más, un primer dedo se incertó poco a poco en el estrecho pasaje y no se detuvo hasta que lo enterró todo.

—¡Ah, duele, ah...!

— Ya, cielo, debo prepararte un poco más— Con su mano libre, Namjoon le acarició el cabello rojo con ternura, sacando su dedo del interior para volver a sumergirlo y retorcerlo entre los músculos calientes que lo succionanban. Era tan perfecto, allí, con la espalda al cielo.

— Ah ah... No.. no...— Jin soltó una retahíla de sonidos abstractos y su mano apretó la de Namjoon, sobre su cabeza— Voy a morir por tu culpa ¡Ah!... Déjame llegar...

— Aún no, corderito. Debo hacerte mío completamente— le susurró y, en ese instante, un segundo dedo entró.

— ¡Namjoon!— lloriqueó.— ¡Bastardo!

Su miembro desatendido clamaba por liberar la carga, pero simplemente no podía, cuando estaba a punto de llegar, Namjoon bajaba el ritmo de sus dedos y lo torturaba con círculos pausados, estirando su entrada.

Y así continuó por unos minutos, hasta que sintió que estaba preparado para recibirlo.

Ya no puedes escapar.

Sintió las primeras gotas de llovizna impactar en su espalda, pero eso no lo distrajo, y menos cuando Jin tampoco parecía darse cuenta de ello. Sus ojos estaban fijos en la figura bajo su cuerpo, tan anhelante, sin poder cerrar las piernas porque él se lo impedía. Las rodillas de Jin sufrían bajo su propio peso, estaban rojas y el frío de las ráfagas de aire nocturno le golpeaban la piel receptiva. Sentía que en cualquier momento podía caer.

Pero Namjoon lo abrazó por la cintura una vez que sacó los dedos de su interior y, ahora, alineaba la punta húmeda e hinchada contra su agujero, su carne latía lista para darle la bienvenida.

El mayor se apoyó levemente el pecho contra su espalda y lo cubrió, el respiración densa chocó contra su nuca y la calidez de su cuerpo lo abrazó.

—¿Lo quieres dentro?— Murmuró bajo mientras sacudía su hombría allí atrás.

— Mmhg... S-si— logró decir con dificultad— hazlo ya...

— Oh, Corderito.

Luego de esas palabras, Namjoon hundió su miembro ardiente y duro como una barra de hierro, profanando el lugar concurrido, se abrió paso con un rugido ronco, enloquecido, el anillo se expandió para permitirle el paso y engulló todo poco a poco, hasta el tronco.

Parecía que lo había llevado fácilmente al cielo.

— Joder... Tan... Cerrado, maldición.

— Ah, duele... Estás... Estás demasiado profundo... Me quema- ¡Ah!

Apoyó la frente sudada sobre el hombro pelirrojo y luego lo mordió, dejándole los dientes marcados.

Chilló, el Lobo lo había marcado una vez más.

Una de sus manos sostenía su cuerpo sobre el de Jin, mientras que la otra le abrazaba para evitar que se desmayara.

— Apenas es un pinchazo, como el de una aguja— siseó, sin aliento, esperando acostumbrarse al interior húmedo y tibio que lo acogía. Se quedó quieto en esa posición, su glande tocaba un lugar muy adentro y lo estaba exasperando, pero aún así aguardó para poder moverse, pero Jin le estaba estrangulando el pene, casi lo obligaba a retirarse.

No obstante, bajo ningún contexto haría tal estupidez.

— ¿Estás loco? ¡Es demasiado grande! ¡Muy grande! Duele.. Ah... Lo metiste demasiado...

Jin estaba inmóvil, tratando de procesar lo hondo que había calado en él. Las lágrimas corrieron por sus mejillas; era mucho... Demasiado. Jamás lo había tenido tan... Tan hondo en esa posición. Y dolía, joder que dolía, pera también sentía satisfacción de estar tan lleno, era alucinante.

— Oh, si. Extrañaba esto... Joder, Jin, estoy loco por ti... Tan obsesionado, tan enamorado...

Comenzó a llover con fuerza.

Sus cuerpos fueron impactados por el diluvio pero ninguno pensó en eso, estaban demasiado concentrados en el sexo meloso que estaban teniendo.

— Muévete— sugirió Jin unos minutos después, a pesar de que la lluvia los aturdía, sus palabras fueron escuchadas— tómame, Namjoon... Hazlo.

No hubo necesidad de respuesta, Namjoon echó sus caderas hacia atrás y dejó solo su glande dentro, pero no por mucho, pronto volvió a penetrarlo y esta vez fué una estocada certera que lo hizo gemir como un animal indefenso.

— Si, mierda...— rugió, alucinado por las sensaciones. Estaba encantado con el placer que le proporcionaba su trasero, tan redondo y apretadito, lucía aún más erótico bañado de gotas de lluvia.

Jin estaba con la cadera firme, recibiendo la energía fascinante de su esposo, aquel pasaje se volvió extremadamente caliente y temió por venirse antes de tiempo, era demasiado vigoroso.

Una y otra, embestidas lentas y profundas, jadeos ahogados y pieles mojadas deslizándose. Namjoon lo golpea por la espalda y enloquecía bajo sus besos dulces en su sien, mejilla y cuello. Aparta los cabellos mojados y la luz se reflejaba en las gotas de agua por todo su cuerpo.

Es tan malditamente hermoso.

— Quiero verte— dijo el Lobo, entrecortado.

Su pelvis azotaba el trasero de Jin y el agua creaba un sonido más fuerte a sus oídos. Su cuerpo se balanceaba adentro, una y otra vez.

Repentinamente, se incorpora y sale del cuerpo de Jib y le da vuelta hasta ponerlo boca arriba. Namjoon lo miro tan salvaje como un animal que ha alcanzado a su presa y ahora va a comérsela. De su cabello caen gotas de agua que impactan contra su tatuaje y lo hacen ver oscuro. Se ve tan masculino y poderoso, tan espectacular que Jin se siente en un sueño.

Sus manos grandes toman las piernas temblorosas y las acomoda sobre su cintura y luego vuelve a entrar duro en su agujero. El ajuste es armonioso y perfecto.

— Maldición, eché tanto de menos tus piernas y la forma en que me rodean.— Namjoon empezó a moverse en círculos dentro de él mientras poco a poco le quitaba con sus cálidas manos las gotas lluvia sobre el rostro enrojecido, estaba tan suave.

Namjoon podía ser tan dulce y a la vez lo suficientemente salvaje para devorarlo como un caníbal.

— Namjoon... ¡Ah, no lo soporto!... Necesito...

— Tranquilo cielo, solo un poco más... Estoy dentro, solo yo puedo estar aquí— siguió acariciando su rostro y apartó los mechones mojados de su frente. El agua se escurría por sus extremidades y filtraba por todo lugar.

La acción tan mimosa y dulce calentó sus corazones. Namjoon colocó sus brazos a cada lado de su cabeza y empezó a entrar y salir estableciendo un nuevo ritmo, más acelerado. Apretó sus dientes y las entrañas de Jin se relajaron solo un poco, permitiendo aumentar la rapidez y el número de estocadas.

Maldición, era tan bueno.

Estaban sumergidos en un océano de goce, tanto que perdían la respiración, devorados por la misma unión insaciable.

—¡Ah!... Namjoon... A-ah...

No podía ver o pensar en otra cosa que en Jin. La conexión era increíble, atacó repetidamente el hoyo profundo y caló lo más profundo que podía, evitando tocar el punto dulce de Jin, si lo hacía ahora, se correría al instante, estaba seguro.

— No puedo parar... Joder.— rugió por lo bajo y el chapoteo de sus partes al colisionar lo volvían aún más bestia. Sentía que la lluvia se evaporaba en su espalda y solo unas gotas caían de su cabello y se estrellaban con la piel de Jin, pero él no lo estaba viendo, tenía los párpados cerrados con fuerza y la boca abierta, chorreante de gemidos— Mírame.

— Mmhg...

— Corderito, mírame.

Con pesadez, Jin los abrió y el color de sus ojos impactó a Namjoon. Con las pestañas húmedas, parecían zafiros, con las pupilas dilatadas y la mirada vidriosa. Era tan lindo. Sin dejar de moverse, apreció el caos que había creado en el contrario, ambos quemaban de excitación. Si... Era divino, estaba nadando en la gloria.

Estocada.

Gemido.

— Solo yo puedo follarte así— su pene venoso e hinchado se frotó duramente dentro de él. Sin poder controlar los espasmos, sus manos agarraron sus hombros y se afincó de ellos. Namjoon no paró de murmurar— solo yo puede meterme en tu interior así. Solo puedes abrir las piernas así para mí.

Adoraba recordárselo, se sentía bien decirlo, era tan egoísta y posesivo cuando se trataba de su chico. No le importaba nada más.

Soy un animal, cavando en ti.

— Namjoon... Por favor...

Su mirada le suplicaba al igual que sus piernas. Sus talones golpearon su espalda baja y lo retó. Estaba extasiado con la expresión lobuna de Namjoon, el sudor corría junto con el agua y su pecho bajaba y subía agitado a cada intromisión. La única fuente de luz le permitía detallar cada aspecto, delineaba la textura de los músculos y la tensión de su abdomen, se movía y creaba ondas en su tatuaje. Era tan salvaje, atroz, tan atrayente y encantador.

Estaban acoplados perfectamente, era casi sagrado, tan difícil de encontrar en otra parte. El chico de la capa ropa lo atrajo hacia sí y sellaron sus bocas, solo sus labios al principio, masejeandose, sumando lamidas cortas y succiones de labios. Si, sus corazones eran tal débiles uno por el otro.

Mientras más prohibida era la presa, más era la codicia de poseerla y las ganas de comerla.

El lobo besaba exageradamente bien, todo con él era multiplicado por mil, cada roce, beso, caricia, o embestida que plantaba dejaba un jardín de efectos poderosos. Lo satisfacía, le daba goce, lo tocaba lento, lo comía entero, lamía su deseo, lo sedaba y luego lo atacaba a su gusto. Conocía cada apetencia, cada una punto débil, era una bestia tamprosa, estaba tan lleno de pecados pasionales y él se bañaba en ellos sin pensarlo dos veces.

Caer por él fue como caer en la gracia eterna. No podía arrepentirse de nada, en cambio, lo haría una y otra vez.

Amaba ser del lobo.

Namjoon era tantas cosas, y Jin quería cada una de ellas.

— Mi cielo, estás tan cálido, me recibes tan bien ¿Tanto te gusta tenerme así? Haciéndote el amor como te gusta.

— Ah, Namjoon... Por favor...— le rogaba, con la garganta saturada de ruidos ininteligibles. Sus párpados se elevaron y entonces abrazó a Namjoon y lo besó de nuevo, enviándolo a lo más profundo.

Incluso cuando llueve, no deja de brillar.

Sus corazones desaforados se unieron en cada latidos, sus respiraciones eran un desastre y los sonidos sucios aturdían sus oídos. Pero era tan bueno, tan jodidamente bueno. Namjoon lo follaba tan bien, y Jin lo acogía todo, lo quería todo dentro.

Vibraciones súbitas les recorrieron los nervios en cada movimiento. Namjoon entraba y salía endemoniado, ocasionando que el orgasmo se estableciera.

Pieles mojadas se estrujaban, abrazados, mientras Namjoon frotaba el área alrededor de su pasaje palpitante con la cabeza del ardiente miembro. Y, entonces, su glande encontró el punto dulce de Jin y lo rozó.

— Oh, oh...— jadeó y sus uñas maltrataron la espalda del contrario. Sus piernas se abrieron y cerraron alrededor de la persona que lo hizo ver los astros cuando lo tocó allí.— Namjoon... Allí... Dame... ¡Ah!

El pelirrojo era sumamente sensible en esa área en particular, lo sabía, toda aquella zona había sido entrenada por el mismo lobo.

— ¿Mi corderito quiere que lo toque ahí de nuevo?— sonrió perversamente y mordisqueó el lóbulo de su oreja, mientras giraba en círculos su pene.

— S-si... S-si... Ahí, quiero...

Lloró, implorando desesperado, ni siquiera sintió vergüenza de si mismo y movió sus caderas para tartar de alentarlo. Y funcionó, en seguida, Namjoon le tomó de las nalgas sin dejar de sonreír, sentía su propio orgasmo en la base de sus testículos.

— Haré todo lo que mi esposa desee.

Con un movimiento asesino, lo embistió y su la punta hinchada golpeó el punto dulce de su amado, el golpe fué perfecto y, sin necesidad de más, Jin perdió la compostura y se corrió de un grito, empapando sus estómagos de su esencia. Boca a boca, jadeaban y abastecían sus pulmones con los aromas mezclados.

Poco a poco, la lluvia comenzó a secarse y las gotas cesaron sobre ellos.

Namjoon continuó abrazando el cuerpo entre sus brazos y disfrutó de cada estremecimiento que había causado. Jin relajó sus hombros y su boca se mantuvo semiabierta, mientras trataba de recobrar el aliento y la conciencia perdida, su piel hormiga y se relajó después de la ansiada liberación, se sintió enormemente alegre y una sonrisa leve se dibujó en su rostro. Sus entrañas se removieron y apretaron contra el objeto duro en su interior.

Fué tan electrizante.

El lobo gruñó con fieresa y las venas de su cuello se tensaron cuando dió una nueva arremetida. Namjoon se arqueó y miró hacia la zona donde sus cuerpos se unían y no pudo detallar casi nada, Jin lo succionaba completo y no lo dejaba casi moverse.

Uno.

Dos.

El pelinegro no pudo seguir, el éxtasis sobrecogió su cuerpo y su estómago se sobresaltó antes de soltar toda su esencia dentro del hoyo tierno de su Corderito. Recostó a Jin de la superficie y se acostó en su pecho, escuchando sus palpitaciones mientras se derrama a chorros en su interior. Con una expresión infrahumana y sin poder pronunciar más que jadeos fuertes, pudo morir en su pecho con aquel extremado cúmulo de emociones, había alcanzado la satisfacción máxima.

En silencio, se quedaron conectados mientras en último acto se consumaba, siendo uno solo. El lobo marcaba con su semen al Corderito y lo llenaba hasta el último rincón, dejando su huella.

Minutos después, pudo sostenerse en sus brazos y lentamente abandonó las profundidades de Jin, desbordando una que otra gota en la capa roja, manchandola.

El menor seguía exhausto, su cuerpo era tan blando, no se movió y cerró sus ojos, tratando de recuperar la energía y respirar aire puro para aclarar su mente revuelta. Pero todo olía a Namjoon, solo él estaba en su mente.

—¿Viste las estrellas más de cerca, Corderito?— susurró ronco, finalmente.

Se inclinó y presionó sus labios en los del contrario y luego besó el lunar en su nariz, justo después cerró los ojos y acarició con la punta de ella la misma zona.

Sonrió, estaba tan feliz.

No hubo una respuesta de inmediato, hasta que Jin alzó sus manos y las colocó a cada lado de su cara. Ambos abrieron sus ojos y sus miradas cariñosas se encontraron, tenían una chispa luminosa y sus colores se reflejaron y fusionaron.

No solo las estrellas, lo hizo ver la galaxia entera.

Sonrió.

— No necesito ver las estrellas cuando tengo a mi Lobo aquí.

«No consentía devoción alguna hasta que mis ojos te encontraron. Te convertiste en religión, en mi fé.

Caigo de rodillas y te rezo cada día para que bendigas mis noches en vela. Ahora la boca me sabe a tu cuerpo."

»»»***«««

Era medianoche, Namjoon cargaba a Jin hasta la cama luego de tomar un largo y reconfortante baño, donde Namjoon tuvo que lavar el cuerpo de su Corderito y extraer los restos de escencia de su trasero, mientras él dormía.

Si, dormía. Lo había hecho desde que terminaron de hacer el amor. Habían quedado abrazados por un rato mientras miraban el firmamento —o por lo menos Namjoon — y cuando el frío se volvió algo molesto, bajaron a limpiar sus cuerpos de todos los fluidos corporales y la miel.

No pudo evitar sonreír al recordarlo y mirar las marcas en sus cuerpo. El Lobo había poseído a su luna melosa intensamente. Estaba complacido.

Cuando tocó la suavidad de la colcha, Jin se removió y por fin su cuerpo reaccionó, luego de un par de horas durmiendo.

Se incorporó para sentarse y miró su cuerpo envuelto por una toalla de baño. Frunció su ceño, hizo un movimiento a un lado y su agujero ardió, ocasionandole una mueca de molestia. Sentía su piel en llamas.

Necesitaba frío.

A su lado, Namjoon solo tenía también una toalla alrededor de su cintura y sus ojos atentos miraban todo lo que hacía.

— ¿Cómo te sientes?

— Como si mi trasero hubiera sido apaleado.

Namjoon  soltó una risilla burlona— No se aleja mucho de la realidad.

Jin lo miró con desprecio, no podía creer que siguiera tan fresco luego de aquello. A pesar de haber dormido un poco, cada célula le pesaba, pero Namjoon seguía igual, como si nada y con la mirada flameante.

Las ventajas de ser un lobo.

— Sucio.

— Demasiado, como no te imaginas.— sonrió.

— Aish— puso los ojos en blanco, era imposible ofenderlo con algo.

Sin decir nada, Jin se bajó de la cama y se sentó con cuidado en el suelo, satisfecho porque este estuviera a una temperatura considerable que su trasero agradecía.

— Déjame secarte el cabello, aún está mojado— Namjoon tomó una toalla nueva y se sentó en la cama, abriendo las piernas para que la cabeza de Jin tuviera espacio en el medio y poder secarle el cabello en esa posición.

Sus manos sostuvieron la toalla y luego la puso sobre el cabello rojo y húmedo, masajeando con suavidad.

Jin cerró los ojos y se deleitó con el movimiento de sus dedos, era relajante.

— ¿Se siente bien?

— S-si...

Podía jurar por Dios que todo lo que le hiciera es fenomenal, se sentía increíble. Es el indicado para todo.

Namjoon lo consentía como a un niño y lo protegía como un tesoro. Jin reaccionaba de inmediato a su cercanía, a su toque, lo hacía cambiar de opinión a su favor, y siempre terminaba disfrutándolo. El lobo podía hacer que suspirara enamorado, completamente confiado, como también podía causarle escalofríos y gemidos mientras se consume en deseos y emociones. No se pierde de nada, viaja a cada rincón, va a lugares a los que ningún otro hombre puede llegar, es extraordinario.

Ese hombre, ese Lobo, era suyo.

— Gracias, Nami.— susurró después de un rato, sintiendo emoción en su corazón.

— ¿Por qué? ¿Por secarte el cabello?— preguntó el nombrado, aún en su tarea.

— Por ser mi Lobo.

No hubo respuesta. Con lentitud, Jin giró hasta colocarse de rodillas delante de él, al principio fué dolorosa la posición, pero logró canalizar las sensaciones para poder hacer lo que pretendía.

En ese momento, Namjoon lo miró extrañado y sus manos se quedaron quietas sobre su cabeza, Jin lo miró y sus pupilas estaban dilatadas y centelleaban. Era tan lindo.

— No me mires así, eres demasiado bonito.

Juguetón, tiró de la toalla hacia bajo y tapó su cara, cubriendo totalmente su cabeza que ahora parecía una bola blanca, le pareció tan tierno. No se cohibió y sus manos estrujaron sus mejillas con la tela, era tan suave.

Jin soltó un quejido pero luego rió, risueño. En ese momento, Namjoon quitó la toalla de su cara y miró sus mejillas enrojecidas como dos manzanas rojas, tan apetecible.

No dijeron nada, solo sonreían y se miraban. Pero había algo distinto, los ojos del pelirrojo seguían brillando, tan traviesos.

— ¿Por qué me miras así?

Namjoon no recibió respuesta. A continuación, la persona que estaba arrodillada, movió sus manos hasta la cintura contraria y desató el nudo de la toalla. La tela cayó por sus muslos y el objeto del deseo rebotó al frente, entre sus piernas.

— Jin...

Suspiro. No podía evitar querer hacerlo.

No hubo tiempo de palabras, cuando el menor agarró la carne tersa y caliente entre sus manos, Namjoon se sacudió con violencia y un jadeo reemplazó cualquier frase, estaba escéptico.

Jin pudo sentir como el pene se endurecía entre sus sus palmas y la punta brillosa se hinchaba. Era exquisito.

Codicioso.

Como la primera vez que lo tuvo en su boca.

«—Pero Corderito... ¡Qué boquita tan linda tienes!»

«— Es para chupártela mejor, Lobito.»

Su madre lo bañaría en agua bendita si supiera las cosas que daban vueltas en su mente.

Se relamió lo labios, en ese momento, todo el pudor que pudo tener alguna vez se dispersó, esta sería su forma de agradecer a Namjoon por hacerlo tan feliz.

Sus labios rodearon el glande y su lengua lamió la carne sensible. Su boca lo fué acogiendo poco a poco mientras las caricias húmedas lo acompañaban.

— Maldición— siseó Namjoon y su cabeza cayó hacia atrás, derrotado lo mórbida y mojada que estaba la almohadilla que sobaba su pene.

Cerró sus ojos y uno de sus brazos los tapó, su respiración era un caos y su pecho se movió abruptamente. Tenía la cara caliente y las orejas rojas.

Podía sentir la punta de un lado a otro mientras el glande golpeaba el paladar, a veces la encía. Namjoon soltó un suspiro denso cuando le delineó las venas brotadas, ni siquiera tenía la mitad adentro y ya estaba muerto de deseo.

Soltó la toalla y esta volvió a tapar la cabeza fe Jin, pero este no se detuvo. Sus manos masajeaban el tronco al tiempo que el jugaba con la punta. Presionaba los labios al bajar y usaba los dientes cuando volvía a ascender.

Pronto sintió el pre-semen semidulce, casi sin sabor, impactar en su paladar. Arriba y abajo, apretando, lamiendo, masajeando. Todo envuelto alrededor de un solo objetivo. La toalla sobre su cabeza creaba hondas a cada movimiento y lo hacía ver tan sucio, de rodillas, entre las piernas del Lobo.

— Joder, joder, joder... Si, chúpame todo— gruñó y su puño se apretó en la toalla sobre su cabeza y tiró de las hebras de cabello atrapadas entre la tela.— No te detengas.

Quiero más.

Jin sacó toda la extensión de su cavidad y su boca quedó unida a la punta con un hilo de saliva y fluidos. Jadeaba en descontrol y la toalla le asfixiaba aún más, pero no se retiró, estaba muy caliente y la cordura voló lejos.

Volvió a meterlo en su boca y succionó la cabeza como si chupara un caramelo.

— Mierda... Corderito... ¡Ah!

La piel se Namjoon se erizó y el gemido que se escapó de su garganta retumbó en el sexo del chico de la capa roja, provocando que palpitara tanto como el del Lobo contra su lengua.

Entonces, Jin filtró un poco de aire en sus pulmones y se preparó para engullirlo lo más qur podía. Ahuecó las mejillas y empujó la barra dentro, hasta que que la punta casi lo ahogó y algunas lágrimas le escaparan por sus pómulos.

— Coño, joder... Esto se siente tan malditamente rico. No...

La profundidad lo hizo eloquecer. Quitó la toalla y la imagen de Jin lo hizo convulsionar. Mejillas sonrojadas, labios abultados engullendo su hombría, ojos desorbitados de excitación y la piel cubierta de sudor, con el cabello rojo pegado a su frente.

Era demasiado, no podía dejar eso así.

Su puño se aferró a su cabello y empujó las caderas solo una vez, invadiendo toda su boca, hasta que hizo arder su garganta.

Con los músculos tensos y una enorme voluntad, alejó su pene de Jin, en un impuro chapoteo y, antes de que pudiera protestar, lo cargó como a un bebé hasta sentarlo con las piernas abiertas sobre sus muslos.

Jin se quejó, no solo por interrumpirlo, sino también por abrirlo de piernas como si no estuviera lastimado aún.

— ¿¡Qué haces!?— gritó agitado, con una mueca de dolor, pero sin dejar de respirar con fuerza por la exaltación.

—Quiero hacerlo, necesito hacerte el amor— declaró, jadeante. Sus labios besaron los de Jin y luego apoyó la frente sobre la suya, luchaba por controlarse y poder seguir— Si no te lo hago de nuevo, no podré dormir.

— ¿Estás loco? ¡Lo hicimos hace un rato!— parpadeó varias veces, ofuscado, tocando por impulso su trasero.

— Seré gentil, déjame entrar Corderito— manos acariciaron su espalda y su boca repartió caricias por sus mejillas— Necesito desahogar todo esto dentro de ti.

Sus labios se escaparon a su cuello y lo llenó de caricias, invitándolo a caer en la tentación. Siguió la línea de la cadena y la lleno de besos por encima, hasta que llegó a su nombre, donde estrujó su mejilla, restregando el objeto entre sus pieles.

Todo tipo de pensamientos relovoteaban en su mente, causándole desesperación. Quería follarlo como un animal, pero también deseaba sentir su interior, suave, centímetro a centímetro. Jin le provocaba miles de cosas a la vez y, aún así, podía afirmar que cada una de ellas incluía el amor que le profanaba. Él era su prioridad.

— Namjoon... No podré caminar mañana... Quiero ir a visitar a mi mamá— su razón le gritaba que se mantuviera firme, pero sus deseos físicos tomaban otro camino.

Sus propias manos llegaron a la nuca de Namjoon y alborotó su melena sedosa, estrujaba sus palmas en él o tiraba de las hebras azabache cuando succionaba su piel o la mordía. No puedo evitar abrir las piernas aún más hasta que desató el nudo de su propia toalla provocando que cayera al piso. Ahora estaba todo desnudo y dispuesto para Namjoon. Echó sus caderas hacia adelante, y pegó su erección al abdomen del contrario, frotándose contra él sin vergüenza, sentado sobre el objeto duro que perdía a gritos adentrarse en él, buscando un consuelo en medio de la catástrofe que los envolvía.

Pero las ansias solo se acrecentaban. Gemidos, suspiros densos, jadeos, gritos, se adueñaban del ambiente y lo pintaban de excitación intensa. Se frotaban, apretaban y rasguñabsn, sumidos en un clamor infinito de pasión.

—No importa, yo cuidaré de ti, podemos ir otro día.— sus manos y boca no se detenían, recorriendo cada lugar— Necesito estar dentro de ti y vaciar lo que haz acumulado en mí.

No desistía, sus besos ahora le cubrian el pecho y sus manos hacían todo lo que se le ocurriera sobre él. Jin lamió sus labios, estaba siendo arrastrado hasta lo más profundo.

— Pudiste hacerlo en mi boca— el murmullo fué bajo pero claro, no tuvo pudor en sus palabras, y en ese momento tampoco le importó, su juicio había volado muy lejos.

Namjoon le pellizco el hombro con sus dientes luego de escucharlo, por supuesto que también lo deseaba, pero no tanto como su apetecible traserito. Pasó la lengua por las marcas como de costumbre y tomó a Jin de la nuca mientras arrastraba su labio inferior hasta su clavícula donde hizo otro chupón. Su otra mano se paseó por su pelvis, hasta el sexo del pelirrojo, sobándole el tronco hasta la punta, llevándose consigo los rastros de su pre-semen.

Jin apretó sus labios y echó la cabeza hacia atrás, muerto de goce.

Gimió ronco y su espalda se flexionó hasta que su trasero quedó en una mejor disposición para el lobo hambriento.

— No... Yo quiero estar aquí.

Las yemas de tus dedos trazan su piel
hasta el lugar que solo él ha tocado con intenciones tan oscuras. Y la punta de su dedo humedecido de la esencia se presionó ligeramente en el centro del pasaje arrugado y palpitante, osado.

Jin abrió su boca y su cuerpo reaccionó de inmediato, estaba perdido.

Tragó saliva— Pero...

Namjoon soltó un gruñido que lo hizo callar de inmediato.

— Tú empezaste esto, Corderito... Ahora no me detendré hasta llenarte tanto que mi semen se escurra por tus muslos y manche las sábanas nuevas.

— Deja de decir esas cosas.— le regañó, disgustado por lo excitada que sonaba su voz, le quitaba totalmente la seriedad a sus palabras.

Sonrió ladinamente— Sé que te gusta que te hable sucio, Corderito.

Vuelve a mirarlo y en ese instante sus miradas brillosas se conectan, al tiempo que el primer dedo es tragado por el ano de Jin, succionandolo todo. Su semen permitió que entrara con más facilidad al tiempo que seguían mirándose, boca a boca, jadeantes, Namjoon no de detuvo hasta que todo su dedo fué tragado.

— Namjoon...

El nombrado comenzó con los movimientos rítmicos, aflojando la entrada que pronto lo recibiría. Los músculos internos y torridos los estrujaron y apretaron y pronto el mismo Jin comenzó a empujar sus caderas, buscando más contacto.

Sonrió, siempre se rendía ante él.

Estaba tan receptivo que pudo introducir un segundo dedo sin problemas, ahora movía ambos vigorosamente, con rapidez, escuchar a Jin no le ayudaba, necesitaba su calidez con tanta urgencia que se sentía asfixiado.

— Mmm... ¿Te gustas mis dedos Corderito?

— S-si... si... Si...

En sus brazos perdía el control de sus acciones, Jin quedó cegado, disfrutando todo lo que le hacía, Namjoon siempre llegaba a todo lugar. Lo conocía tan bien, cada roce, beso, lamida, palabra lo hacía explotar en mil pedazos, su mente perdía la sobriedad, ahora estaba embriagado por el aroma del lobo y dejaba que sus manos lo guiaran a donde quisiera. Lo calmaba como una canción de cuna antes de dormir, pero también lo hacía enloquecer de las ganas, sin poder controlarlas sin él.

El lobo era su obsesión y su curación.

Era todo envuelto en un solo ser, no necesitaba mirar a ningún otro lado, mientras tuviera al lobo, estaba completo.

— Siénteme— le susurró cerca de los labios.

En ese momento, sacó sus dedos del interior de Jin y separó sus nalgas, colocando la punta de su sexo ardiente entre ellas. Jin sintió el glande amenazar su agujero y se derritió de ansias, lo quería— Así de dura me la pones.

— Namjoon...— solo podía gemir su nombre.

— Es toda tuya, Corderito.

Se hundió en él y estaba vez fué rápido y hasta el fondo, metiendo toda la extensión hasta que no puedo avanzar más.

— Dios mío— suspiró y se abrazó desesperadamente a su cuello, rasguñandole la piel, había perdido el aliento en un soplo.

Namjoon aprovechó la ocasión y lo besó, empezando a penetrarlo lento que no duró mucho, pues no podía soportar lo glotón que era el agujero de su chico, le comía con ganas que le estrangulaba sin piedad, así no duraría mucho, y quería prolongarlo lo más que podía, era su día especial y eso merecía una enorme celebración.

— Si... Si... Eres tan delicioso, me comes tan bien— le susurró un segundo, antes volver a besarlo.

Gradualmente, aumentó la velocidad de sus embestidas apoyando los pies del piso, la cama se movía con violencia al momento que empujaba las caderas contra el trasero de Jin y con sus manos tiraba de él para llevar más profundo, provocando todo tipo de sonidos que no tenía la intensión de reprimir.

El dulzor divino de sus besos ocasiona que su lengua vertiginosa simulara para embestidas de su caderas en su boca. Era como hacerle el amor en dos lugares distintos al mismo tiempo. Era fantástico.

Jin mordió su labio cuando Namjoon golpeó su punto dulce, rompiéndolo. Ambos gimieron y se dieron un brusco beso antes de separarse, agitados.

Namjoon se dejó caer en el colchón y Jin quedó encima de él, aún conectados, moviéndose en círculos pequeños mientras trataban de recuperar algo de oxígeno.

Se miraron, como dos tiranos de la lujuria. El pecho de Namjoon subía y bajaba abruptamente, lamió la sangre del labio y lo miró tan sobrecargado de sentimientos que su pupila estaba envuelta en una flama, como el fuego, en su iris dominaba el color miel brillante, profundo, encantador, oscurecido por el deseo carnal.

En ese instante, Namjoon era el lobo, aunque aún estuviera en su forma humana.

Y Jin, no despegó la mirada de él, sus ojos eran como un mar con olas tan turbias que podían arrastrar cualquier cosa y ahogarlo en ese azul hermoso, tenía el aura de un lobo escondido en la piel de una oveja.

La energía entre ellos eran tan salvaje, fervorosa y, lo más importante, se contemplaban con un amor único y eterno.

— Móntame, Corderito— le susurró ronco, acariciando su abdomen y volviendo a sus caderas— Hazme el amor.

Jin mordió sus labios y asintió, se inclinó hacia adelante y se apoyó en el pecho de Namjoon, al tiempo que sacada la barra caliente de su interior, soltando un suspiro cuando llegaba a la punta, y luego se hundió con fuerza.

— Namjoon... ¡Ah!... Dios mío...

Escalofríos recorrieron cada parte de su ser y su cuerpo se sacudió de gusto cuando repitió la acción, y luego otra vez, y otra.

— Joder... Así. Lo haces tan bien... Mmhg.

Siguieron mirándose, sin perder ni un detalle de sus expresiones, llenos de sudor. Pronto Jin se movió con más rapidez y el cuarto se inundó una vez más de ruidos placenteros y eróticos.

Sus músculos se estiraban y sus venas eran como ramas que cursan sus manos y brazos, y su piel húmeda chocaba con la de Jin como un palmada. Sus ojos estaban perdidos y maravillados con la vista que le ofreció, encima de él, Jin estaba enrojecido por todas partes, las gotas saladas le recorrían la dermis y su cuerpo se encogía a cada arremetida, tensando sus extremidades, curvando la espalda y alzando el trasero, para luego mecerse con rudeza sobre su pelvis y estrujar su trasero, impaciente.

Namjoon hubiera querido tener un espejo detrás de él para verlo desde aquel ángulo.

Ya tenía una nueva tarea para el día siguiente.

Tantas sensaciones, tantas emociones, tantos sentimientos, combinadas a ese contacto visual... Era demasiado. Estaban sumergidos en su propio mundo, en su propio juego, en las fantasías del chico de la capa roja y el gran lobo feroz.

Esta era toda la realidad.

—Pero, Lobo... ¡Que ojos tan grandes tienes!— chilló entrecortado, tan travieso, citando sus frases especiales.

Embestida.

Gruñido.

— Son para ver mejor cuando te corras por mí, querido.— le siguió el Lobo, con una sonrisa. Namjoon le agarró las caderas y tiró de ellas, hasta que estuvo totalmente empalado.

Jin hundió las uñas en su pecho y siguió cabalgando sobre sobre él, llorando de placer.

Namjoon sacó la punta de lengua y la apretó entre sus labios, era tan divino verlo.

—Pero, Lobito... ¡Que lengua tan larga y grande tienes!

Jadeo.

Embestida.

Beso.

— Es para lamerte mejor, Corderito.— el Lobo se inclinó y pasó la extremidad húmeda por sus labios y luego siguió por su cuello hasta llegar a los pezones, mordiendolo.

— Pero, Namjoon... ¡Que dientes tan grandes tienes!— gimió, mirando hacia arriba.

El lobo se relamió con malicia, atajó sus caderas y con un giro quedó nuevamente encima de él. Tomó sus tobillos y luego acomodó sus piernas sobre sus hombros, flexionando sus rodillas cuando se impulsó hacia delante y lo penetró con fuerza, golpeando el punto más sensible.

Jin se deshizo en gemidos y Namjoon los ahogó con su lengua, atacandolo repetidamente en el mismo lugar, llevándolo al éxtasis final.

— Son para morderte y devorarte mejor, mi cielo.— murmuró en un soplo, cara a cara, consumiendose.

Se pertenecían completamente uno al otro.

Jin apretó las sábanas y en la próxima embestida, gritó—¡Devórame Lobo!

Sus cuerpos convulsionaron derrotados por lo espasmos y temblaron por falta de aliento; juntos alcanzaron el punto más alto y sus labios se encontraron amorosamente mientras se liberaban en el silencio.

Abrazados, sellaron el final de aquella noche que perduraría para siempre en sus mentes y corazones.

«Todo envuelto en uno.
Él era tantos pecados, y yo me hice pasar por el infierno para tragar cada uno.

Sin dudar, caminé entre los lobos y no me escondí cuando me tocó conocer el lado más oscuro de la luna, solo para llegar a él. A mi lobo. Hoy mi corazón clama por ti.

Por favor, ven, devórame otra vez.»

»»»***«««

El alba se escurría por los cristales de la ventana, pero no eran los rayos del sol los que anunciaban el nuevo día y un bello amanecer. El ambiente estaba oscuro y tranquilo, la luz era suave y poco se podía ver afuera, pues todo estaba sumergido en una niebla espesa. Claramente se podía intuir las lluvias torrenciales que vendrían después.

El cielo estaba empañado de nubes grises y pesadas; suaves ráfagas de viento arrullan los gigantescos pinos alrededor de esa cabaña escondida entre las entrañas del bosque, brindando cobijo a Jin y su Lobo.

El pelirrojo abrió lentamente sus ojos y la calidez del lugar evitó que se escalofriara, probablemente Namjoon tendría la chimenea encendida.

Sábanas blancas cubrían su cuerpo desnudo al momento que se estiraba, deteniéndose de inmediato cuando su trasero dolió, estaba muy irritado, definitivamente no podría levantarse.

— Todo por culpa de ese Lobo— se quejó, abultando sus labios.

En ese momento, Namjoon entró a la habitación, apenas vistiendo unas bermudas, iba descalzo y sin camisa, con el pelo azabache revuelto, tan atractivo como siempre.

En una de sus manos, cargaba una bandeja de desayuno mientras que la otra sostenía un durazno jugoso que se estaba comiendo.

No puedo evitar devorarlo visualmente.

Y Namjoon no desaprovechó el gesto.

— ¿Te gustan Corderito?— cuestionó, con una seña hacia su única prenda. Su mirada traviesa brilló— ¿O prefieres lo que hay debajo?

— ¡Namjoon!

Sonrió al ver la hermosa figura en su cama— Me está gustando mucho esto, mis ojos se alimentan muy bien.

Jin puso los ojos en blanco— Me duele mucho el trasero.

— Disculpe, señorito, pero anoche no te importó.

Namjoon se burló de él.

— ¡Bastardo!— exclamó y se tapó la cara con la sábana, ocultando su sonrojo.

Las escenas lúbricas de la noche anterior corrieron en círculos alrededor de su mente, las imágenes eran tan nítidas que la piel se le erizó. Había tenido tres orgasmos en una misma noche. ¿Cómo pudo hacer todo aquello? ¡Debió ser un embrujo!.

— Te dí un baño en la madrugada mientras dormías, al menos no sufrirás con eso—cuando estuvo en cerca de la mesita, depósito la bandeja con unos deliciosos waffles con miel y canela y una ensalada de frutas.

El estómago de Jin gruñó, estusiasmado por el exquisito olor, incluso destapó su cara para disfrutarlo mejor. Namjoon quedó satisfecho con su reacción y acarició sus mejillas, con esa carita provocaba consertirlo todo el día — Realmente eres como una roca a veces.

Jin mordió su labio inferior y desvió la mirada, sin saber qué responder.

Hasta entonces, se percata del regalo de su padre, en la misma mesita. Se inclina y mira a Namjoon nuevamente, se había olvidado totalmente de su existencia.

No necesitó decir algo, él le contestó— Ayer... En el granero... Lo dejaste tirado. Lo encontré en la mañana y le busqué un buen lugar.

— Oh...— tragó saliva, esperaba que su padre nunca se enterara de ese detalle.

Volvió a admirar el hermoso tallado y se dejó caer sobre la cama, no tenía fuerzas para nada. Alborotó su cabello rojo y suspiró, en su corazón sintió que aquel lugar era perfecto, aquella figura representaba su historia.

— Me cae muy bien— dijo el pelinegro, inclinándose sobre él— Es muy bueno en lo que hace.

— Si... Y también es muy bueno apoyando tus intenciones conmigo.

Namjoon soltó una risilla, tenía razón.

Jin no pudo evitar sonreír, volvió la vista a Namjoon y observó como mordía el durazno, sin despegar sus pupilas de él. Esos ojos miel, la manera en que lo mira, como si tuviera algo en mente siempre, eran tan astutos.

— Y... Buenos días— le dijo.

— Buenos días, Lobito.

La comisura de su boca se alza y luego da otro mordisco a la fruta. Esta vez, acorta la distancia entre ellos y lo besa, aún con el trozo de durazno.

Boca a boca, el jugo dulce y semi-ácido golpea sus papilas gustativas y lo deleitan. Sus lenguas rodean el trozo de durazno y se saludan entre ellas, las caricias son morbidas, amorosas. El jugo fresco se mezcla con sus salivas y ambos embriagan de elixir divino. Cuando se separan, Namjoon muerde la mitad del pedazo y se retira, dejando la otra parte en la boca de Jin, quien lo come con gusto.

Con un beso tierno en adhesión, Namjoon le dice— Hoy lloverá, no podremos salir— la punta de su lengua acaricia sus labios y vuelvo a sonreír, el tono de su voz es tan oscuro y sensual— Tendré que hacerte todo el la cama.

— ¡No te dejaré hacer eso de nuevo!— exclamó, asustado, no apoyaría sus intenciones ese día, ayer lo había hecho y casi quedó sin cadera.

Namjoon volvió a reír, esa mañana era realmente divertida.

Con un empujoncito, se hizo un espacio al lado de Jin y se acomodó en él, estirando sus brazos para envolver a su chico en ellos. Olisqueó en su cabello y quedó satisfecho cuando también olía a él, a Kim Namjoon, solo de él.

— Tranquilo, Jinnie. Hoy seré un buen Lobo y te cuidaré todo el día, como a un Corderito indefenso que necesita mucho amor.— dijo con ternura. Besó su sien.— Solo acuéstate, desperdicia este día y todos los que quedan conmigo.

Lo apretujó contra su pecho y cerró los ojos, sintiendo mucha alegría en su corazón.
Jin lo abrazó también y sonrió de lado a lado, inmensamente alegre, como un niño que recibe un paquete de dulces.

Había encontrado en lugar donde pertenecía, y se quedaría con él para siempre.

Y así se mantuvieron, en silencio, solo escuchando sus corazones latir.
La lluvia comenzó a caer a fuera, repicando incesantemente en el techo, con un sonido sedante.

— Jin...

—¿Si?

Hubo otro corto silencio y, bajito, lo escuchó— Gracias por ser mi Corderito. Solo podría sentir este amor por ti. Le has dado sentido a mi existencia. Soy tuyo, Seokjin.

El pelirrojo cerró sus ojos y dejó que la dulzura de sus palabras le sonrojara la cara. Dobló su cuello y lo miró desde abajo, tan tierno.

Su mano se fué hasta su pecho y tocó el corazón del Lobo.

Sus labios susurraron:

— Te amo, Lobito. Te pertenezco desde un principio y te perteneceré hasta el final. Solo a ti, a Namjoon, mi Lobo.

El pelinegro sonríe satisfecho, sin decir nada, entrelaza sus manos y las coloca al frente, donde podían admirar sus anillos, una prueba material de su amor. Finalmente, acerca sus labios y los besa con ternura, cerrando el juramento.

— Mi corderito, ven, vamos a desayunar.

Y aquí termina ¡Devórame Lobo! Una historia que muestra que a veces simplemente las cosas no seguían su curso y surgen de una manera muy distinta a la que se espera, pero esto no es precisamente malo. Un claro ejemplo es la historia entre el Lobo y el chico de la capa roja que muy bien pudieron ser enemigos, pero en ocasiones puedes terminar amando a lo que pudiste odiar. Solo bastaba una oportunidad.

¿Y ahora qué esperas? Olvida los príncipes azules y los castillos lujosos, mejor busca un lobo que te vea mejor, te escuche mejor y, lo más importante... Te devore mejor.

Y este es el fin de Devórame lobo.

»»»****«««

Holaa....ya llegamos al fin de esta hermosa  historia  y quiero agradecer a la autora por permitirme adaptar la historia  y a ustedes por leerla.
Muchas gracias  por todo.


JEON_KIM_PAULA

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