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💀05💀

Gwangju: 20 de Noviembre del 2007.

02:33 horas.

La historia del pequeño omega que a la temprana edad de siete años fue raptado, luego de presenciar como asesinaban a su madre, y luego de ser cruelmente violado, quedó en el olvido meses después.

Jimin tenían un serio problema para mantener en su memoria los pocos recuerdos buenos de su reciente pasado. Había olvidado el tono de voz de su madre, lo único que continuaba en sus recuerdos era la sonrisa dulce de la mujer; sin embargo, el niño de ahora diez años estaba luchando por olvidar eso también.

Le dolía recordarlo, cuando lo hacía añoraba su hogar, los abrazos de ella, los cuentos que le contaba antes de ir a dormir, los besos cálidos dados en su frente...

Jimin ya había olvidado cuando fue la última vez que recibió una muestra de cariño.

Tenía tres años encerrado en una habitación de concreto sólido, con suelo y techo de metal. La habitación tenía una luz parpadeante de color rojo, era la única que lo acompañaba las veinticuatro horas de todos los días que pasaba encerrado, sin ver la luz del sol, sin ver la luz de la luna.

No tenía cama, ni nada suave que amortiguara el dolor que el rugoso metal dejaba en su piel sensible; sin embargo, Jimin aprendió a no darle importancia.

Tuvo la inteligencia suficiente para memorizar todo lo que hacían con él en un día. A las cinco de la mañana, un hombre vestido de blanco ingresaba para tomar una muestra de su sangre; a las siete de la mañana, una mujer le llevaba el desayuno que siempre consistía en una galleta simple y en jugo verde; a las nueve de la mañana, tres hombres llegaban para revisarlo e inyectarlo, el líquido que recibía sus venas era oscuro y doloroso, tanto que Jimin pasaba cinco horas desmayado; finalmente a las cuatro de la tarde, el pequeño omega recibía lo que era su única comida en el día, un trozo de pescado, con arroz.

Las noches eran malas, las noches eran eternas y oscuras. Durante las noches, el mismo alfa que lo violó en el piso de su habitación, llegaba para repetir el proceso una y otra vez; al principio, Jimin luchó, arañó, pateó, gritó... aún así, nada de ello sirvió, no cuando su agresor era mucho más fuerte y perverso.

Lo golpeaba con violencia, la misma que utilizaba para desgarrarlo por dentro. Cada violación quedaba grabada en el cuerpo del omega con un nuevo golpe, y no había oportunidad para que desaparecieran, pues era un proceso que se repitió todas las noches de esos últimos años.

La capacidad de adaptación del ser humano resultaba ser una maravilla que muy pocos lograban entender. El pequeño Jimin logró adaptarse de manera silenciosa al dolor y al sufrimiento interno, hasta el punto donde los abusos recibidos por ese alfa no llegaron a fragmentar los pensamientos de su mente, dejando la lucidez intacta para entender el por qué de las cosas.

Lo aceptó con sumisión, sobrevivió a todos esos toques, gruñidos, besos y mordidas que recibía durante las noches, mientras que también se obligó a ganar fortaleza para lidiar con todas las inyecciones que su cuerpo recibía todos los días.

Logró crear un control que nadie más que él podía ver, pero fue el suficiente para sobrevivir y obtener la atención del líder principal del Circuito.

Min DongYul tenía la mirada fija en el cristal de la pared que le permitía ver al pequeño omega con el que habían iniciado el experimento. A su lado permanecían sus hermanos, Min SaRo y Min HyunKwan.

—Tienes un cachorro bastante fuerte, SaRo —comentó DongYul con una sonrisa ladina—. Mira que sobrevivir tres años en estas condiciones, es algo que no lo logra cualquiera.

El mencionado no respondió, permaneció en silencio y con la mirada fija en su hijo, aunque sin demostrar ningún tipo de emociones.

—¿Qué piensas hacer con el chico? —preguntó HyunKwan, mirando con oscura perversión al omega que lastimó en esos años.

—Tiene potencial, ha sobrevivido a tu asquerosa presencia y a las inyecciones de R3 sin problemas —reconoció DongYul—. Llegó el momento de dar un paso más importante.

El R3 era un químico mortal que cuando lograba entrar al torrente sanguíneo se encargaba de infectar la sangre y destruir sistemas y tejidos internos. Sin embargo, también tenía la extraordinaria capacidad de acoplarse al ADN; así que, si no asesinaba a su víctima, la hacía más fuerte.

—¿Lo sacarás de aquí? —preguntó SaRo.

—Lo llevaré a Seúl por una temporada, quiero fortalecer su cuerpo en peleas —informó DongYul—. Mientras eso pasa, te quiero lejos del chico, HyunKwan.

—¿Tan pronto me quitas la diversión, hermano? —cuestionó, con una sonrisa tensa que delataba el desacuerdo con la decisión del líder.

DongYul lo encaró, con sus ojos gatunos aniquilándolo sin rastros de consideración, al mismo tiempo que hacía valer su dominio como máximo líder de la organización.

—Te divertiste tres años con el chico, y no olvides que Jimin es parte esencial del experimento y no tu maldito juguete sexual —gruñó, creando tensión entre los hermanos—. Si quieres divertirte, busca por tu cuenta.

HyunKwan tensó la mandíbula, al mismo tiempo que sus ojos volvían a mirar al omega que lo había enloquecido. Estaba enfermo, lo sabía y lo disfrutaba por igual, porque para él no existía algo mejor que poseer al pequeño omega y embriagarse en sus aromas dulces cada vez que se le daba la gana.

Pese a ello, conocía su lugar dentro la organización y para su mala suerte, Min DongYul era el líder principal, así que debía cumplir sus órdenes sin rechistar.

—Se hará como tú digas, hermano —respondió sonriente—. Me quedaré en Gonjiam para supervisar de cerca la modificación de los tres cachorros que ingresaron la semana pasada, les hicimos las pruebas y ya están listos para iniciar.

—Bien, SaRo vendrá conmigo —decidió DongYul.

—¿Y Yoongi? —preguntó HyunKwan—. El cachorro está rebelde, necesitamos comenzar a disciplinarlo para que pronto forme parte del negocio.

El líder chasqueó la lengua ante la mención de su hijo. Yoongi estaba insoportable, apenas y podía lidiar con él sin que el cachorro de catorce años explotara.

—Lo dejaré aquí —comunicó—. Encárgate de entrenarlo debidamente, HyunKwan.

El mencionado mostró una sonrisa torcida que delataba el gusto de esa decisión. A él más que nadie le agradaba el carácter explosivo de su sobrino, y estaba bastante seguro de poder moldearlo a su antojo, para que cuando creciera le resultara en demasía útil.

—¿Qué pasará con los planes iniciales de emparejar a Yoongi y mi hijo? —preguntó SaRo de repente.

—Quedó descartado, me resultan más útiles separados —respondió DongYul.

—Yo no estaría tan seguro —comentó HyunKwan—. Yoongi sabe que tienes a su omega, lo piensa de ese modo, porque tú mismo se lo dijiste años atrás, y aunque no lo recuerde bien, su lado posesivo le avisa que su padre tiene algo que le pertenece.

—Con el tiempo lo olvidará —aseguró DongYul.

Y jamás pudo saber lo equivocado que estaba.

Seúl: 10 de Enero del 2008.

19:40 horas.

Jimin estaba nervioso, temeroso y hasta cierto punto, atormentado.

En veinte minutos iniciaría la pelea callejera que Min DongYul planeó para él, en ese mes recibió un entrenamiento riguroso que le hizo doler cada rincón de su cuerpo, pero el omega no se sentía listo. Era demasiado débil y pequeño para poder salir victorioso.

Estaba acompañado por WooHo, un alfa rondando los treinta que había sido el encargado de entrenarlo, el mismo que preparó todo para que Jimin saliera a pelear contra un completo desconocido.

—Recuerda mis instrucciones, chico —habló el alfa, dándole una mirada desinteresada.

—¿M-moriré aquí? —preguntó, todo su cuerpo temblaba y el lobo en su interior se ocultó de él, completamente aterrado.

—No, eres valioso para el líder —respondió el mayor—. Pero van a lastimarte, así que prepara tu cuerpo para ello.

—No es justo, ¿por qué me hacen esto? —inquirió, con sus ojos bicolores llenos de lágrimas.

WooHo soltó un suspiro profundo, se acuclilló frente al pequeño omega y lo miró directamente a los ojos. Jimin era el primer omega que entrenaba, tenía un cuerpo débil, pequeño y desnutrido por la falta de alimentos, así que, incluso para alguien como él, lo que los líderes estaban haciendo con ese niño resultaba cruel e inhumano.

—¿Cuántos años tienes, Jimin?

—Diez —respondió tembloroso.

—No olvides lo que te voy a decir —inició, mientras su mirada continuaba puesta en la contraria—. Esta es tu realidad, terminaste hundido en este lugar por la avaricia de lobos grandes, así que lo único que te queda es adaptarte y ganarte un lugar —hizo una pausa—. Disciplínate, domina el miedo, obliga a tu animal interno para que luche contigo; es la única manera que tienes para no acabar muerto y para que en un futuro, ya sea próximo o lejano, las personas no olviden tu nombre y lo respeten.

—No voy a poder —negó tembloroso, lo único que quería era ocultarse y llorar por horas—. Soy débil y tengo miedo, ya no quiero que me sigan lastimando.

—No tienes escapatoria —sentenció el alfa con cruda verdad en sus palabras.

—Quiero a mi mamá... —musitó, sintiéndose perdido y desprotegido.

WooHo negó con la cabeza, llegando a la conclusión que en esa pelea destrozarían por completo al omega asustadizo que se negaba por completo a luchar.

Los gritos enloquecidos de la multitud avisaron que ya era el momento. El alfa empujó levemente al pequeño omega hasta que lo hizo ingresar al lugar de la pelea.

Jimin se sintió chiquito cuando todas las personas comenzaron a burlarse de él, todos ellos lo veían como un bocadillo que fue ofrecido al actual campeón: un alfa de dieciocho años que lo estaba esperando con una sonrisa socarrona.

La arena de combate era apestosa, estaba llena de agua sucia que destilaba un hedor nauseabundo y también tenía lodo espeso y pegajoso que le dificultaba al omega la simple tarea de caminar.

El espacio era circular, con un enmallado que permitía a todo el público observar la pelea. Los ojos temerosos del omega miraron a todos ellos, observando cómo disfrutaban de su miedo, sin hacer nada más que eso.

—¡Aquí tenemos al retador! —exclamó el animador de la noche—. ¡Un insignificante omega de diez años que será la presa perfecta para Zio, nuestro alfa campeón!

Las fuertes carcajadas, los abucheos y las palabras denigrantes que fueron gritadas sin compasión, ayudaron para que Jimin terminara de perder la poca confianza y tranquilidad que sentía.

La única alerta que el omega pudo percibir de parte de su lobo fue "huye" trató de hacerlo, corrió con todas sus fuerzas hacia la salida del lugar, pero terminó tumbado en el lodo, con la cara enterrada en el suelo apestoso y el cuerpo pesado del alfa encima de él, ejerciendo fuerza y ahogándolo en el agua sucia.

—¿Ibas a alguna parte, bastardo? —preguntó el alfa, soltando una carcajada cuando el omega se movió desesperado al estarse ahogando.

Jimin estaba viviendo una pesadilla que amenazaba con costarle la vida. Los pulmones le ardían exigiendo un oxígeno que no estaba llegando, la nariz la tenía repleta de agua sucia, la boca herida y llena de lodo; el pitido agudo en los oídos le aturdió por completo, imposibilitándole pensar con claridad, dejando en cambio oscuridad y perdición.

No supo con exactitud el tiempo que permaneció en ese estado, ni siquiera pudo reconocer cuando el alfa lo giró dejándole boca arriba, donde inmediatamente comenzó a llenarlo de golpes.

Jimin sólo escuchaba y sentía el crujir de sus propios huesos, la tibieza de su sangre y la desesperación. No hizo algo para defenderse, estaba perdido, aturdido, solo...

Le costaba comprender lo que hizo mal para estar sufriendo en un lugar como ese, donde su padre no hacía más que observar su dolor y no intervenir para eliminarlo.

El alfa lo atacó como una bestia salvaje haría con una presa indefensa. Brindó el show esperado, porque el público se llenó de euforia al ver como masacraba al indefenso omega, llenándolo de golpes hasta que la sangre le cubrió las manos y le salpicó en el rostro.

Y cuando todo terminó, Jimin ni así tuvo el privilegio de desmayarse o morir.

Jimin fue obligado a participar en tres peleas más durante las últimas semanas.

Los resultados fueron los mismos, el omega terminó humillado frente al público, con la cara destrozada, y el cuerpo reventado en golpes graves que desencadenaron una hemorragia interna que lo mantuvo desmayado por tres días.

Despertó por el ardor de miles de picaduras que infectaron su cuerpo de veneno. El omega miró a su alrededor, descubriendo que se encontraba en una celda oscura, llena de escorpiones y tarántulas que se entretenían con su cuerpo.

Las lágrimas que salieron de sus ojos no eran cristalinas. Iban bañadas de sangre, dándole una coloración oscura que cubrió las mejillas sucias del pequeño, mientras continuaba sintiendo las fuertes picaduras de los arácnidos.

En ese momento exacto, donde pensamientos infinitos y sin control le atormentaban la mente, Jimin comenzó a sentir la fragmentación de su misma alma, dejando atrás las esperanzas de morir y convirtiéndolo en algo más vacío e inquietante.

Fue entonces que la puerta de la celda fue abierta, las luces del pasillo ingresaron en la oscuridad, permitiendo que el omega hiciera contacto visual con su padre.

Min SaRo estaba de pie, mirando al niño herido, con las manos, cuello, piernas, abdomen llenos de picaduras rojizas, con todo el cuerpo temblando, los labios resecos, y los ojos enrojecidos.

—Está vivo —anunció, sin emoción en su voz.

DongYul se aproximó hasta donde estaba el omega encerrado, hizo una mueca al verlo en las condiciones tan deplorables en las que estaba, y también terminó sorprendido al ver con sus propios ojos que el chiquillo sobrevivió a una hemorragia interna, y las múltiples picaduras cargadas de veneno.

—Es bastante fuerte —reconoció.

—También inservible —gruñó SaRo—. Sirvió de burla en todas las peleas y mira donde terminó.

DongYul ignoró el comentario de su hermano; en su lugar, se concentró en el subordinado que se encargaba de la vigilancia de la celda donde habían recluido a su sobrino.

—¿Le quitaron la comida y el agua como lo ordené? —preguntó al hombre.

—Sí, líder —respondió el alfa, manteniendo la cabeza gacha.

—¿Cuántos días lleva? —indagó DongYul, acariciándose el mentón mientras pensaba.

—Una semana sin comida y cinco días sin agua.

El líder del Circuito se fijó en el omega. Le resultaba increíble que estuviera vivo, y ese mismo descubrimiento le hizo saber que iban por un excelente camino para convertirlo en la primera máquina asesina de la organización.

—Sáquenlo de aquí —ordenó de inmediato—. Llévenlo a una de las habitaciones, necesito que le den comida y agua —siguió diciendo—. Contacten a SeoH, él y WooHo se encargarán de darle un entrenamiento real.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó SaRo, mirando con duda a su hermano mayor.

DongYul sonrió ladino antes de responder:

—Lo convertiré en una bestia, incapaz de sentir emociones que le causen debilidad.

Y así sucedió.

Jimin inició su entrenamiento al lado de los dos alfas que eran los mejores en peleas cuerpo a cuerpo. Ellos se encargaron de romper cada uno de los huesos del omega y obligarlo a sanarse solo, lo redujeron a polvo en la lona de combate, obligándole a hacer uso de la fuerza que poco a poco iba ganando.

—¡TÚ NO ERES UN SER HUMANO! —gritó SeoH, en el mismo momento que dejaba caer un puñetazo limpio en el abdomen de Jimin hasta hacerlo caer al suelo.

—¡Levántate, no muestres debilidad ante nadie! —exigió WooHo desde el otro lado de la lona de combate.

El omega escupió una buena cantidad de sangre, sentía que sus brazos pesaban una tonelada y sus piernas temblaban; aún así, él se levantó, dándole frente a los dos alfas.

—Dinos qué eres —demandó SeoH.

—Soy una máquina —respondió Jimin, mientras adoptaba la posición de combate.

—¡Dilo más fuerte! —gritó el mismo alfa.

—¡Soy una máquina, no soy un ser humano! —gritó Jimin, esquivando con éxito el puñetazo del alfa.

—¡Vamos, golpea más fuerte! —exigió WooHo.

El omega se concentró lo mejor que su mente desecha de diez años podía permitirle. Esquivó los golpes que SeoH lanzaba en su dirección, aunque no pudo librarse del algunos que llegaron a sacarle el aire, pese a ello, eran evidentes los avances.

—¡Sigue así, no pierdas el ritmo! —animó SeoH al notar que Jimin comenzaba a tener confianza.

El niño continuó dando lo mejor de sí mismo, luchó incansablemente hasta que no pudo reconocerse, y en cada entrenamiento y golpe dado y recibido sentía con nitidez como algo dentro de él se iba modificando para mal, mas no le importaba, ya nada le importaba.

—Grábate lo que eres y en lo que te convertirás —habló SeoH cuando la pelea se detuvo. El alfa caminaba alrededor del pequeño omega, mientras continuaba hablando—: tienes prohibido sentir emociones, el día que las sientas será el día que mueras —continuó—. Trabaja en tu mente, no permitas que te gobierne, ¡exígete y rebasa todos los límites existentes! Recuerda que eres un sobreviviente, que el veneno mismo corre por tus venas, y que algún día serás imparable.

—¡Resistencia, disciplina y frialdad! —exclamó WooHo—. Esas son las tres bases para forjar el carácter de un asesino, de un sobreviviente, las mismas que debes adoptar y hacerlas tuyas —le dijo a Jimin—. Olvida tu pasado, céntrate en tu presente y no te ilusiones con un futuro, ¿quedó claro?

—¡Sí señor! —respondió el omega, con la mirada al frente y el cuerpo erguido.

—Es todo por hoy —anunció SeoH—. Descansa, mañana continuaremos.

El omega salió en silencio del lugar y caminó por los pasillos solitarios hasta que llegó a la habitación que le habían entregado días atrás. Se detuvo en la entrada, frunciendo levemente el ceño cuando descubrió que había un niño al lado de su cama, hecho bolita y bastante nervioso.

Jimin olfateó, descubriendo que se trataba de un alfa.

—¿Quién eres tú? —preguntó sin rodeos, notando como el niño levantaba la cabeza para verlo asustado.

—H-hola, me dijeron que tenía que quedarme aquí —dijo el pequeño alfa.

—No respondiste mi pregunta —recalcó Jimin, para luego ingresar a la habitación y mirar mejor al intruso—. ¿Cómo te llamas?

El alfa miró al omega, formando un círculo perfecto cuando se dio cuenta que estaba herido, demasiado herido, con sangre seca en la boca y los pómulos reventados; aún así, lo que más le llamó la atención fueron los ojos que eran de diferente color, uno verde y el otro azul.

—¿Tus ojos son de verdad? —preguntó intrigado.

—Sigues evadiendo la pregunta —reprochó Jimin.

—Lo siento —se disculpó, luego carraspeó—. Me llamo Kim Taehyung, ¿y tú?

—Jimin —respondió el omega—. ¿Por qué estás aquí?

—Fui vendido por mis padres —respondió con un encogimiento de hombros—. Hoy me trajeron a este lugar, no sabía que la habitación ya estaba ocupada por ti, pero no tengo a dónde ir. No conozco este sitio.

—No importa, usa la cama de la izquierda —indicó el omega, y luego él se acostó en la cama de la derecha—. Duerme temprano, si estás aquí es porque también van a entrenarte y debemos estar despiertos a las tres de la mañana.

Taehyung tenía muchas preguntas que le hubiese encantado hacer; sin embargo, pronto descubrió que su nuevo compañero de habitación era de pocas palabras, además que le causaba cierto temor verlo lastimado, ¿a él también lo golpearían?, ¿qué le harían en ese lugar?, ¿por qué sus padres lo vendieron?

Ignoró los pensamientos y se fue a dormir.

Seúl: 20 de abril del 2008.

22:50 horas.

Jimin se asustó cuando la puerta del salón fue abierta de forma brusca, enfocó la presencia de su padre en cuestión de segundos, sintiendo una mezcla desagradable que le revolvió las entrañas.

SaRo se acercó hasta el cachorro y con violencia lo tomó de los cabellos, ignorando por completo los quejidos y las súplicas del omega para que lo soltara.

—¡Volviste a perder maldita sea! —le gritó en la cara—. ¡¿Te encanta avergonzarme?!

—¡S-suéltame! —gritó Jimin, soltando un jadeo cuando el mayor le propinó una fuerte bofetada.

—Todo estaría mejor si te mantuviéramos encerrado en el laboratorio como la rata apestosa que eres —gruñó SaRo con furia, mientras sus ojos aniquilaban la presencia de su hijo tirado en el suelo—. No entiendo los motivos que DongYul tiene para mantenerte aquí, ¡no sirves en las peleas, eres una completa vergüenza!

—¡Déjame tranquilo! —gritó Jimin, sintiendo como una furia desconocida tomaba fuerza en su interior hasta hervir como lava de volcán.

—¡Eres un débil! —despotricó el alfa mayor—. ¡Una basura como tu madre!

—¡A mi madre no la vuelvas a mencionar!

—¿Qué? ¿Te duele recordarla? —rió SaRo, disfrutando de cómo era capaz de destruir a su propio hijo con palabras—. Ella fue una zorra hasta el último momento, una ramera sucia que gozó las tres pollas de los tres hermanos —lo miró con odio—. Y tú eres igual, porque hiciste lo mismo con HyunKwan, tu propio tío.

El omega negó con violencia. No era su culpa que ese hombre lo haya lastimado, y tampoco era culpa de su madre haber sufrido tanto para luego morir injustamente.

No, Jimin estaba seguro que toda la culpa era de esos tres hombres que lo manejaban como un títere, los responsables de su desgracia, de la de su madre, y de todo lo que estaba viviendo en ese lugar.

Y fue increíble el odio que nació desde lo profundo de su alma, con su mente activada, mientras una única palabra se repetía constantemente.

Mátalo.

Mátalo.

Mátalo.

Resultaba increíble la manera en la que los instintos asesinos despertaban en una persona que fue lastimada de formas inimaginables.

Jimin sabía que su padre no contaba con ninguna clase de entrenamiento, lo único que tenía para presumir era el poder que ganó en el mismo momento que asesinó a su madre y lo entregó a él a esa maldita organización. Así que, confiaba tener la habilidad suficiente para asesinarlo con sus propias manos.

—Me vendiste y fue tu condena —susurró, y no pensó en lo que hizo.

Tomó una botella de licor y la lanzó con todas sus fuerzas hacia el alfa, el vidrio se quebró en el rostro de SaRo haciendo que cayera al suelo cuando perdió el equilibrio.

Jimin aprovechó la oportunidad, se sentó a horcajadas sobre el abdomen de su padre, y con los mismos vidrios rotos de la botella comenzó a atacarlo. Hundió el filo en el rostro del mayor, desfigurándolo y sacándole los ojos; pero no se sentía satisfecho, así que luego atacó el cuello, logrando perforarlo y que la sangre saliera sin control.

Se puso de pie, mirando con ojos fríos como el hombre se sacudía violentamente, dejando escapar lamentos aterradores a medida que se desangraba, hasta que segundos después murió.

Con diez años cumplidos, Jimin había cometido el primer asesinato, siendo su propio padre la víctima de su furia.




























¿Hay alguien aquí con vida? 👀

La verdad es que las personas que siguen de cerca las actualizaciones de este libro, tienen mis respetos. Soy consciente que me perdí por mucho tiempo, y lo lamento, pero aquí estoy.

Y regresé con un capítulo que nos muestra un poco más el pasado de Amox, al igual que la primera persona que asesinó. ¿Qué les pareció?

Infinitas gracias por leer, estaré más activa en este libro, así que deséenme suerte.

💀Yoon~

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