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— Sube —demandó Minho, tendiéndole el casco extra que tenía.
Jisung miró con desconfianza la motocicleta negra de Minho, preguntándose si debía o no subirse sobre ese tormento, finalmente recordó que trajo su auto, lo que era una fortuna pues no tendría que ir abrazado a la cintura del boxeador mientras este conducía como desquiciado por la ciudad.
— Tengo mi auto aquí —se excusó.
— Entonces sígueme.
Y sus palabras salieron con el mismo tono demandante que antes, empujando a Jisung a obedecer sin quejarse. Un muchacho sumiso, o al menos eso creía el boxeador al verlo acatar su orden inmediatamente. Minho se montó sobre su vehículo y arrancó, recorriendo la calzada con prisa desmedida, viendo por el espejuelo si Jisung venía o no tras él. Así era.
Jisung conducía su costoso auto siguiendo desorientado al otro, intentando adivinar a dónde se dirigían. El primer lugar en su lista fue un motel, pues no creía que Minho tuviese el interés de llevarlo a un lugar mejor. Ugh. Estar en un motel sonaba asqueroso para él, y tendría que tomar más de un baño cuando llegase a su casa para quitar la repugnante sensación que ese lugar seguramente le dejaría. Nunca había estado en un motel, pero la imagen mental que tenía casi le producía arcadas.
¿Acaso las personas se sentían cómodas al tener relaciones en un lugar tan insalubre y cuya reputación es tan denigrante como la de ellos mismos?
Sorpresivamente, aunque el sector no era ni el más lujoso ni el más pobre, no parecían estar dirigiéndose a un motel. Minho entró en el subterráneo de un pequeño y viejo edificio departamental. A primera vista el lugar era bastante modesto, aunque Jisung suponía que era mejor de las casas en los barrios bajos de la ciudad.
Jisung ingresó su carro y lo estacionó cerca de donde estaba la moto de Minho. Suspiró y bajó del auto.
— ¿Por qué pareces tan sorprendido? —fue la pregunta que lanzó Minho al verlos con los ojos recorriendo todo el lugar y con los labios entreabiertos—. ¿No esperabas que tuviese una casa decente?
— No pensé eso, pero me imaginaba que me llevarías a un vulgar motel.
— Si quieres visitar uno aún estamos a tiempo de ir. Funcionan las veinte y cuatro horas.
Jisung torció el gesto al oírlo hablar. Ese hombre estaba bien informado sobre cómo funcionaban los moteles, y no le sorprendería que tuviese sus favoritos de una larga lista de ellos. Se estremeció. Seguramente Minho podía ser también un cliente VIP en esos lugares.
Subieron por las escaleras hasta el segundo piso, pocas palabras se compartieron en el trayecto en los de no hacer de ese un incómodo momento. El departamento 2-A era el de Minho, aparentemente, y era por dentro como lo era el motociclista por fuera. Bastante oscuro y rudo, con algunos muebles y ninguna decoración adicional. Jisung se sintió extraño al estar ahí.
— Me gustaría saber porqué me has traído aquí —mencionó, intentando romper la incomodidad que se cernía sobre él.
— ¿En verdad esperabas que te llevara a un motel?
— ... Entonces, ¿es aquí a donde traes a todas tus parejas?
Una carcajada profunda resonó en el pequeño lugar.
— ¿Te preocupa que este lugar haya sido usado antes? —se burló Minho.
Jisung se encogió cohibido por su propia torpeza. Y pensándolo mejor, si así era, si Minho llevaba a ese pequeño departamento a cuanta mujer quisiese entonces no distaba mucho de un motel. Ugh. Nuevamente se sintió enfermo por la situación. Sin embargo, su tonta conciencia le recordó que no fue así como se comportó aquella noche cuando conoció a Minho.
¿Acaso recobró el buen juicio y la cordura?
Ahora actuaba como una pobre víctima cuando desde un inicio, aquella noche, él mismo le rogó a Minho para que lo follara a su antojo. Ahora que el hombre seguía haciéndolo se sentía usado. ¿No estaba siendo cínico?
— Quiero terminar rápido con todo esto —masculló el jovencito, malhumorado.
— Oh, pequeño, lamento recordarte que yo no termino rápido y tendrás que hacer mucho para complacerme.
El rubor molesto se subió a las mejillas del muchacho, dejando a relucir su vergüenza. Minho lo empotró contra la pared sin mucho cuidado, tomó sus labios en represalia y se deleitó con el dulce sabor de esa boca pecaminosa. Jisung gimió sorprendido, pero su cuerpo caliente lo hizo corresponder de la forma más descarada, llevando su mano hasta el bulto en la entrepierna del motociclista. Un jadeo escapó de sus labios al sentir su tamaño y cuan duro estaba.
Así de duro estuvo Minho cuando lo tomó por primera vez, y extrañó por días su tamaño, gimiendo entre sueños ante el recuerdo. Ahí estaba de nuevo su lado lascivo y descarado saliendo a flote.
¿Por qué salía con Minho y con Hyunjin era... una realidad tan distinta?
Con un golpe suave, Jisung se vio volteado contra la pared, dejando su cuerpo a merced de su verdugo que empezó a tocar lascivamente su trasero empinado.
— Y sólo así estás ya tan duro.
De un tirón, Minho bajó el pantalón de Jisung y se halló con una encantadora braga de tela negra transparente, con el elástico de los costados siendo dos tiras delgadas que dejaban lucir la piel de sus caderas. Un silbido coqueto salió de sus labios.
— Dijiste que no tenías la intención de acostarte conmigo, pero intentaste sobornarme cuando llevabas una braga bajo la ropa, entonces, ¿estás seguro que no querías convencerme por medio de otros métodos?
— Se te olvida que tengo novio y que pude traer esto por él —refunfuñó con los dientes apretados, tanto que casi dolían.
— No se me olvida ese pequeño detalle, pero no habrás creído en realidad que Hyunjin saldrían sin un rasguño de la pelea y que podría darte lo que querías. Ahora debe estar curando sus heridas y el orgullo herido.
Su egocentrismo le sacó un gruñido a Jisung, pero este se transformó en un gemido cuando sintió el impacto de el duro bulto del motociclista contra su trasero. Minho estaba jugando con él, torturándolo y a sí mismo, sabiendo que ambos ansiaban sentir sus pieles desnudas, una contra la otra acariciándose lascivamente.
— B-basta —le pidió cuando su cordura fue reemplazada por una maravillosa nube de placer en la que quería dejarse llevar.
— Tan ansioso, pero no estas preparado para recibirme.
Sus dedos bajaron la braga hasta dejarla a mitad de sus muslos lechosos, esa dulce mezcla de blanco y negro se volvió la favorita de Minho entonces. Dejando de lado cualquier rasgo caballeroso, o el intento de uno, sacó su miembro fuera de sus pantalones y lo ubicó entre las mejillas del chico, ahí empezó a frotarse obscenamente como si lo estuviese follando.
Jisung sentía como a cada roce el glande mojado de Minho dejaba una estela sobre su piel, una sensación que no le disgustó, sólo aumentó su excitación.
— Agh..., mmgh —gimió cuando los dedos de Minho ingresaron en su boca con la firme intención de ser ensalivados. Jisung los lamió y succionó con morboso placer, imaginando que era el grueso pene de se amante.
Minho sacó sus dedos y los llevó directo a la entrada del chico, clavó dos de golpe y empezó a moverlos, provocándole espasmos dolorosos a Jisung que en segundos se tornaron en intenso placer.
— Si no fuera un caballero, no estaría preparándote para recibir mi polla.
— Tú no, ¡agh!, no eres un c-caballero —refutó Han, empujando descaradamente su trasero contra Minho.
— Entonces, no grites muy alto.
Retirando sus dedos, los reemplazó con su miembro que ingresó de forma brusca, abriéndose paso por las ajustadas paredes que parecían asfixiarlo. A Minho le encantó la sensación, tan apretado que su miembro se sentía explotar.
— ¡Ah, Minho!
— Te follaré tan duro hasta que tu lindo culo esté lleno con mi semen —juró en tono ronco que hizo delirar a Jisung.
Mientras era embestido, las manos de Minho se centraron en retirarle la chaqueta y la camisa a Jisung, acariciando su tersa piel que se erizó al tener contacto con la fría y rugosa pared. Sus pezones estaban apretados contra el muro, acariciándose en un delirio morboso. Las manos de Minho sujetaron fuerte las caderas del chico y las usaron de soporte para penetrarlo tan fuerte y rudo como quería.
— Mmgh, ¡ah!, p-para, es demasiado.
— Pero tu culo no quiere soltarme —se burló.
Sus labios succionaron el cuello ajeno, dejando una profunda marca de la que se sintió orgulloso. Sus dientes acariciaron la extensión hasta llegar al lóbulo de la oreja de Jisung, y ahí lo mordió suave.
— Oh, sí, así. ¡Más, Minho! —gritó, totalmente nublado por el calor en su vientre producto del placer.
Un obsceno chapoteo sonaba entre sus cuerpos, la dulce sinfonía lujuriosa que sus cuerpos creaban al acariciarse entre sí.
— Esta no será la ultima vez que te tenga rogando por mi polla, cachorro, y voy a disfrutar cada maldita vez que te tenga con las piernas abiertas.
3/5
Gracias por leer!
🌱: Minnh-aye
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