✧Capítulo Ocho✧
Hace unos días que Foxy se marchó del pueblo con la promesa de un regreso.
La ida de Foxy provocó que Mangle se deprimiera, quien durante unos días no tenía ganas de nada y rara vez salía de la casa, menos aún de su habitación. Su hermana y tía trataban de animarla, pero todo era inútil. Mangle intenta distraerse tocando el piano, pero es inútil, le recuerda a él. Luego intenta escribir un poco, pero también le recuerda a él. Finalmente, decide pasear por el bosque y distraerse con los animales, aunque ella y Foxy pasearon por ese mismo sendero varias veces, por alguna razón el bosque le traía buenos presentimientos y la relajaba.
Un día, cuando Mangle iba saliendo de la casa dispuesta a caminar un rato, ve llegar una carta. La carta tenía su nombre y dirección. Su corazón se aceleró cuando vio que el nombre de quien la enviaba era su amado Foxy. Sin decir nada, corrió a su habitación y se encerró. Primero contempló el sobre, y después lo abrió lentamente. Dentro se encontró la carta, sus ojos agradecieron poder mirar otra vez la escritura de Foxy y con una sonrisa, comenzó a leer:
Mi muy amada Manguito.
Todos estos días la he pasado mal alejado de tí, pero te tengo buenas noticias, me he estado recuperando y esto sólo significa que pronto podré regresar contigo para terminar el asunto que tenemos pendiente.
¡Ay, Mangle! Cuánta falta me has hecho, no sabes de verdad cuando extraño escucharte reír, no sabes de verdad la falta que me hace verte sonrojar, no sabes de verdad cuánto necesito ver nuevamente tus hermosos ojos.
Desde que me fuí no hay un sólo día en que no piense en tí y sólo en tí. ¿Me has hechizado?
No, no podía seguir sin al menos dedicarte una palabra, y aquí estoy escribiendo esto para tí mientras que sonrío pensando en que pronto volveremos a vernos.
Debo irme, tengo asuntos pendientes. No me olvides y no dejes de quererme como lo has hecho.
Con cariño, Foxy.
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