Capítulo 18
—Se la llevaron —exclama Aiora débilmente.
—La han llevado a la aldea abandonada, debemos ir lo antes posible —dice Adalbert, pero es detenido por Kaley.
—Príncipe, debemos preparar una estrategia o terminaremos muertos.
—Adelaida está unida a mí, si algo le sucede me afectará a mí también y tengo entendido Kaley que tu deber es mantenerme vivo.
—Ese es mi deber, pero ir sin una estrategia acabará con nuestras vidas.
—Kaley es una orden, iremos a la aldea —replica Adalbert sin tomar en consideración todo lo que le han dicho.
—Perdóneme alteza —con esas palabras Kaley le suelta una cachetada al príncipe, todos quedan atónicos, el rey Nariel no dice nada, hasta él considera que el príncipe se ha pasado de la raya.
—¿Qué sucede contigo? —le reclama Adalbert tocándose la mejilla adolorida.
—Lo que diré a continuación está fuera de mi rango como protectora de la realeza. Príncipe, su enlace con Adelaida ha comenzado a afectarle, los sentimientos que tiene por ella son completamente falsos, una de las consecuencias de unir un alma con otra, está afectando su juicio, si usted no aprende a separarlos de su deber, me veré obligada a interrumpir el contrato que han formado, sin importarme el resultado que llegue a tener todo esto.
—Mis padres, ¿te lo han ordenado?
—No, mi deber es proteger a la realeza y el consejo me permite hacer lo necesario sin importar quienes salgan heridos —las palabras de Kaley son tan frías, Adalbert comienza a preguntarse que ha tenido que hacer Kaley para mantener esa orden por siglos, sabe que no ganará esta pelea y termina por decir lo que todos quieren escuchar.
—Me disculpo, perdí los estribos y por poco causo una desgracia por mi imprudencia —se acerca a Nariel para recibir las siguientes órdenes —rey de Owl, esperaré su orden para nuestro siguiente movimiento.
—No será necesario esperar príncipe —exclama Nariel sonriendo para calmar a Adalbert —hemos formado una estrategia hace tiempo para ingresar a la aldea, solo hacía falta su valor para darnos la confianza de entrar. Iremos por Adelaida, se lo prometo.
Adalbert le agradece, al igual que Ismeina que se acerca cuando el ambiente ya se ha calmado, Kaley no aparta la mirada de Nariel y Adalbert, sujeta la empuñadura de su espada para pensar.
—Está sucediendo de nuevo—sujeta la empuñadura con más fuerza, dejando que su mano quede marcada por las runas que adornan la empuñadura —Espero no tener que usarte —dice y comienza acercarse al ejército del rey para comenzar con la estrategia final.
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Gota tras gota caen sobre el rostro de Adelaida, al abrir los ojos la oscuridad abunda en aquel lugar, se mueve y se da cuenta de que sus manos al igual que sus pies están encadenados al suelo, varias runas están escritas en ellas e impiden que pueda usar su magia demoniaca.
—Has despertado, es bueno volverte a ver Adelaida —la voz se le hace conocida, mira a la mujer que se acerca y esa sonrisa de burla es la más genuina que ha visto en siglos.
—Yo no pienso lo mismo de ti, Alma.
La mujer se acerca a la poca luz de esa iglesia, los ojos color ámbar brillan de forma seductora y peligrosa, una herencia de la madre que ella misma asesinó para volverse la gran bruja vudú, ganándose el puesto de tercera jinete por sus dotes y el tatuaje a lo largo del cuello lo demuestra.
—Nunca creí volver a verte, traidora.
—Me llamas a mi traidora, tú misma destruiste tu clan para obtener más poder, ¿qué piensa tu padre sobre eso?
Alma se acerca rápido y la toma por el cuello ejerciendo presión.
—Papa Legba es más débil que yo y cuando nos volvamos a topar, me encargaré de darle muerte.
—Te estás tardando —se burla Adelaida. Alma la suelta, las cadenas hacen ruido y algunos escombros caen a su lado.
—Emlyn me ha pedido no hacerte daño, pero si sigues molestando no dudaré en cortarte la lengua.
—Así que ese es el nombre de la sexta jinete, no tardaron en remplazarla.
—La anterior fue una inútil, se confió de sus generales y una terminó por traicionarla.
—Mi oportunidad era única, los guardianes ofrecieron un mejor trato, solo lo tomé y terminé con esta falsa lealtad.
—Y mira donde terminaste, sellada en un árbol y unida a la realeza, qué gran progreso.
—Fueron tus líderes los que me pusieron ahí, al igual que robar el resto de mis recuerdos.
Alma la mira con curiosidad, se queda callada un momento y de repente se comienza a reír a tal grado de dolerle el estómago.
—De verdad creíste que fueron los desterrados o nosotros, de haber sido ellos estarías muerta, ¿de qué nos serviría mantener sellada a una soplona?
Adelaida no responde, por primera vez se ha puesto a pensar sobre la situación, Alma tiene razón, ¿de qué les serviría a ellos mantenerla con vida?
—Si no fueron ustedes, ¿quién me encerró y arrebató mis recuerdos?
—No tengo idea, deberías cuestionarte si de verdad eran confiables los guardianes.
Con esas palabras se despide Alma, dejando a Adelaida aún más confundida y dudando de los que ahora la rodean.
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