—¡Es un manipulador! Zara, cariño, no debes sentirte culpable. Él fue quien te traicionó y tú tienes todo el derecho del mundo a no perdonar su infidelidad. Por mucho que te haga creer que fue tu culpa, no lo creas.

Las palabras de Lara me llegaron al corazón, pero las de Mel todavía rondaban por mi cabeza, provocándome un nudo en la garganta. Llegué a la primera de las clases que debía impartir con la cabeza hecha un mar de dudas, pero me centré en la materia y comenzamos con las sesiones de visionado de escenas de la película, tras ello las preguntas y reflexiones sobre lo que habíamos podido observar y cuando quise darme cuenta la clase había finalizado.

Los chicos parecían estar bastante interesados en la película y en los comentarios posteriores. Les dejé que me hicieran un examen a mí, para crear un ambiente de confianza entre todos.

En las siguientes horas se repetía el mismo proceso en distintas clases, a principio de curso todos los grupos hacían lo mismo, pero conforme pasaba el año, unos avanzaban más deprisa que otros y las dinámicas podían variar un poco entre ellos.

Sin apenas darme cuenta se acabó la jornada y llegó la hora de volver a casa. Tenía miedo de salir y encontrarme de nuevo a Mel.

—Lara, ¿podrías acompañarme en la salida? No quiero tropezarme otra vez con Mel estando sola —supliqué, con un nudo en mi garganta—. Necesito tiempo y me parece que no está dispuesto a esperar.

—Tranquila, te acompaño y, si te apetece, puedes venir un rato a mi casa y comer conmigo, no vivo lejos.

—Me parece genial pero no quiero molestarte, mejor me voy a casa...

—¡No seas tonta! Podemos comer juntas y después te marchas tranquila a casa —y añadió—. Yo te acompaño.

Lo pensé tan sólo un segundo, pero después de lo ocurrido esa mañana decidí aceptar su oferta.

—De acuerdo, Lara. Gracias, no sé qué habría hecho sin ti.

Salimos juntas. En medio de toda la aglomeración de estudiantes pude ver a dos personas que, de distinta forma, me provocaban desasosiego. Por un lado Mel, esperando a un lado de la calle, por el otro Dylan, esperando en la otra esquina que saliese Trevor.

Pero Trevor no había venido hoy a clase, de manera que tenía que avisar a su padre. Al mismo tiempo tenía que esquivar a Mel, porque si me veía hablar con otro hombre se pondría celoso y me montaría una escena.

—No sé cómo hacerlo, Lara, tengo que hablar con Dylan sin que me vea Mel, ¿cómo lo hago?

—Déjame distraer a Mel mientras te acercas a hablar con el otro —propuso decidida.

Sin esperar respuesta se acercó a Mel con paso firme. En esos momentos envidié la fuerza que irradiaba. Observé atónita cómo lo agarraba de un brazo y le conducía hacia el otro lado de la calle, hasta quedar fuera de mi vista. Aproveché para acercarme a Dylan, con los nervios a flor de piel. Me temblaban las manos y no sabía la razón. Quizás fuese por tener a Mel tan cerca...

¡¿Qué ocurrirá ahora?! Pequeños pajarillos, tendréis que esperar a mañana...