Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

✧⁠◝ 25

A pesar de lo frustrado y asustado que se encontraba, Jeongin trató de poner la mejor cara que tenía, porque no quería llamar la atención de Hyunjin mientras le vestía. Las manos le temblaban ligeramente, acomodándole el pañal en lo que el bebé dormitaba, y pronto sintió la presencia de Chan detrás.

—Estoy bien —le aseguró, a pesar de que era una pequeña mentira que ambos sabían—, sólo que no sé con qué combinar el pantalón, amor...

Escuchó el suspiro bajo de su novio, pero Jeongin todavía no quería verlo. Sentía que, si lo veía ahora, se pondría a llorar de la angustia.

Comenzó a ponerle el pantalón a Hyunjin, una prenda que le llegaba hasta las rodillas, de tela de jean y con dos arcoíris en el borde de cada pierna. De pronto, una playera con dos conejitos saltando fue dejada a su lado junto con una sudadera con cierre de color rojo.

—Es su favorita —le dijo Chan—, puede que den suerte.

Esas palabras casi le hicieron romper en llanto, pero alcanzó a girarse para abrazar al alfa, que lo sostuvo con una expresión de dulce cariño. Chan emitió feromonas cálidas, sabiendo que eso servirían para calmarlo, y Jeongin sólo se aferró al abrazo, como si de esa forma se asegurara de que las cosas estuvieran bien.

Pasado unos segundos, el omega se alejó y frotó sus ojos, como si así pudiera limpiarlos de sus lágrimas. Le dio un beso suave a Chan, forzándose a sonreír.

—Todo estará bien —se repitió antes de terminar de vestir a Hyunjin, entregándole el peluche de conejito para que lo abrazara en sus sueños.

A pesar de que eran las diez, el bebé tenía un sueño profundo y, dado el caso, no querían despertarlo. Ellos no sabían qué podía ocurrir en esa reunión, pero lo que menos deseaban era estresar al pequeño bebé. Sea la decisión que se tomara, ambos tendrían que aparentar calma y no provocarle miedo y llanto al niño.

Lo dejaron en el coche, desayunando con rapidez antes de partir al estacionamiento para subirse al auto. A esas alturas, Hyunjin ya iba más despierto, un poco curioso por saber a dónde le llevaban. Parecía llamarle la atención que, a un lado suyo, estuviera el bolsito donde echaban sus juguetes cuando salían a pasear.

No tardaron en llegar al edificio donde trabajaba Joohyun, que ya los esperaba y les ofreció algo para beber en lo que esperaban a que apareciera el otro abogado junto a Minhyun. Para fortuna de ellos, la oficina de reunión era lo bastante grande como para dejar a Hyunjin acomodado en una esquina, rodeado de sus juguetes para que se entretuviera lo suficiente en lo que duraba todo eso. En ese preciso momento, volvía a dormitar encima de una mantita, pegado a su conejito mimoso.

Jeongin, por un instante, pensó que Minhyun tendría el descaro de llegar tarde. De querer tomar las riendas de esa situación, como si ellos le estuvieran rogando su presencia, como si pudiera darse el lujo de aparecer cuando quisieran, pero no fue así. Cuando quedaban cinco minutos para las once, la puerta de la oficina fue tocada y Joohyun abrió con calma.

El alfa no iba primero, sino su abogado, un alfa también alto, de lentes redondos y ojos claros. Su rostro era alargado y pálido, cabello negro y nariz pequeña, con una recortada barba decorando su cara. Iba con un traje, que se notaba caro, y llevaba un maletín. Se presentó como Lee Honggi.

Detrás iba Minhyun, con una expresión de aburrimiento e indiferencia que se transformó inmediatamente a diversión cuando vio a Jeongin. El omega apretó sus labios con fuerza, conteniendo las maldiciones que pujaron por salir, y respiró con profundidad para calmarse. A su lado, Chan le agarró la mano.

No le sorprendió ver que, por último, iba la madre de Minhyun. Seguía con el cabello rubio, aunque se le estaban empezando a notar las raíces oscuras, y ahora iba con rostro altivo, la misma cara que puso cuando lo echó de su casa.

El saludo que se hicieron fue tenso. Jeongin vio de reojo a Hyunjin, que empezó a despertarse con un quejido suave.

—¿Mami? —preguntó, un poco desorientado, pero se calmó de inmediato al ver a Jeongin a sólo metros de él—. ¡Mami!

Quizás fue el chillido de Hyunjin el que provocó que los ánimos se calmaran un poco, al menos lo suficiente como para que el abogado aclarara su garganta y decidiera tomar la palabra. Jeongin se apresuró en hacerle una seña a Hyunjin, llevando su dedo índice hacia sus labios, en un gesto de silencio. Afortunadamente, su bebé era muy inteligente, porque repitió la mímica y abrazó su peluche con fuerza.

—Me alegro de que ambas partes estemos aquí —dijo Honggi con una voz que trataba de demostrar tranquilidad—, demuestra un gran sentido de responsabilidad de los padres del niño. Espero que podamos llegar también a un acuerdo que beneficie siempre al cachorro, ya que debemos pensar siempre en su bien.

Jeongin volvió a apretar los labios para no soltar lo que realmente estaba pensando. Era una fortuna que Chan estuviera allí, porque en el caso de que se encontrara solo, ya se habría lanzado a golpear a Minhyun.

—Buenas palabras, señor Han —dijo Joohyun, sentada al lado de ellos—, y espero que aquí todos sean conscientes de eso —miró a Minhyun—, lo importante es velar por el bien del bebé y no en caprichos que pueden causarle daño.

Un momento de tenso silencio. Honggi volvió a aclararse la garganta.

—Por supuesto. Lo primero sería fijar días...

—No, disculpe —volvió a hablar Joohyun, con el ceño ligeramente fruncido—. Antes de pasar a hablar de días, es necesario hablar de una pensión. Si es que el señor Hwang quiere recién aspirar a poder interactuar con el niño, hay responsabilidades que no puede eludir, y una de las más importantes es acerca de la pensión que el cachorro merece. Pensión que, por lo que sé, tiene pendiente desde hace dos años.

Jeongin miró a Minhyun con rabia contenida, tratando de matarlo por la mirada. Sin embargo, el alfa se movió con parsimonia y tranquilidad, ignorando las dagas que los ojos del omega le lanzaban.

—Estoy dispuesto a hacerme cargo de la pensión —aseguró, tratando de poner esa sonrisita encantadora con la que lo engatusó tanto tiempo atrás—, y pagar lo pendiente hoy mismo. ¿Cuánto crees que merece Hyunjin, Jeongin?

—¿De tu parte? —espetó el omega—. Olvídalo. Sería mejor que dejaras esto aquí y con eso queda la deuda saldada. No quiero una custodia compartida.

Chan le dio un apretón en la mano, como si de esa forma pudiera calmarlo, a pesar de que Jeongin sólo quería soltarle todas sus verdades a ese imbécil. Sin embargo, por la cara que Minhyun tenía encima, pudo adivinar que eso era lo que buscaba: que perdiera el control, que se comportara grosero y tosco con él.

—No deberías actuar así, Jeongin —habló Minhyun, sin verse ofendido por lo que le dijo el omega—, Hyunjin merece tener un padre.

—No —el muchacho no podía dejar de hablar, no para defender lo que era suyo—, él ya tiene un padre y es Chan —tomó aire, sin querer darle espacio a que hablara—. Chan es su padre, le iba a dar su apellido y le ha cuidado como tú jamás hiciste. Tú mismo me dijiste, la última vez que hablamos, que no querías hacerte cargo de ningún bebé, que ni siquiera sabías si ese bastardo, era tuyo.

Nuevo silencio. Joohyun enarcó una ceja, anotando un par de cosas en su libreta personal, mientras que Honggi se veía muy contrariado. Minhyun tuvo la decencia de borrar la sonrisa mientras que su madre entornó los ojos.

—Tenía diecisiete años, Jeongin —habló ella con falsa dulzura—, era sólo un niño. Ahora, él ha cambiado y quiere hacerse responsable de su hijo.

—Yo también era un niño —se defendió Jeongin—, también tenía diecisiete años, pero tuve que hacerme cargo de todo —la observó con desprecio—. Usted igual me ofendió, señora Hwang. Usted dijo que ese crío podía ser de cualquiera, pues sabía que su hijo jamás se metería con una basura como yo.

—Por favor, calmémonos —habló Honggi, incómodo—, no es necesario que hablemos de cosas que pasaron hace mucho. Comprendo que mi cliente no haya actuado bien en ese momento, pero él está arrepentido de sus acciones.

—Que pida disculpas, entonces —intervino Chan, helado—. Si tan arrepentido está, que se disculpe ante Jeongin. Él y su madre, por haberlo tratado así.

—Disculpe —Minhyun se enderezó—, pero yo no sé qué está haciendo usted aquí.

—Soy el padre de Hyunjin —el alfa sonrió, frío—, por lo tanto, me interesa todo lo que tenga que ver con mi hijo.

—Sí, bueno, si estoy pidiendo parte de la custodia también es debido a usted, señor Chan —Minhyun alzó su barbilla—. Me preocupa que mi hijo sea cuidado por un alfa violento y agresivo.

—¿Violento? —defendió Jeongin, enfurecido—. Si te golpeó, es porque tú no dejabas de insultarme.

—¿De qué hablas? —el alfa fingió desconocimiento—. Yo sólo quería hablar contigo del tema de Hyunjin.

—Calmemos los ánimos —Joohyun decidió intervenir en ese momento, adivinando que Jeongin iba a perder los estribos tarde o temprano. La alfa habló con voz firme y segura—, recuerden que estamos aquí para velar por el bien del niño. No es necesario empezar con insultos o quedará como constancia ante un tribunal —una breve pausa en lo que Jeongin se calmaba—. Sin embargo, mi cliente tiene algo de razón. Para que esto funcione, espero que la parte demandante pida una disculpa por haber ignorado sus deberes desde un inicio. Por lo que entiendo, este es el primer acercamiento que tiene la familia Hwang con el niño, ya que antes renegaban de él, ¿o es mentira?

Ni Minhyun ni su madre lo negaron. El abogado de ellos parecía mucho más contrariado, como si quisiera decir que eso era perder el tiempo, pero terminó por decidir que era mejor dar el ejemplo.

Jeongin se cruzó de brazos, con una cara de desafío hacia Minhyun.

Cuando pasaron unos largos minutos sin que ninguno de los dos dijera algo, el alfa se aclaró la garganta.

—Lo siento, Jeongin —dijo, pero el omega no le creyó nada. Claro que no—. Actué muy mal y espero que puedas perdonarme. Me esforzaré en remediar el daño que te hice.

Tensó su mandíbula, queriendo reírse ante tan falsa disculpa, pero se tragó los insultos. Joohyun, a su lado, le miraba con advertencia.

—También lo lamento yo —habló la madre de Minhyun, Bora—, tuve que haber reaccionado de otra forma y no tratarte así, Jeongin. Lo único que quiero es recuperar la relación con mi nieto.

—Ahora, continuando con el tema de la pensión... —se apresuró en decir Joohyun para no dar paso a otra discusión.

Jeongin apenas intervino en la siguiente conversación, que los abogados dirigieron con conocimiento experto. No tenía idea cómo se calcularía el tema del dinero, pero ellos parecían conocer bien cómo hacerlo, y dejó que llegaran a un acuerdo. Hyunjin, en su esquinita, sólo jugaba en silencio, armando una torre de bloques y derribándolo entre risitas pequeñas.

—Esperamos siete millones de wons —las palabras de Joohyun lo sacaron de sus pensamientos, poniendo cierta expresión de sorpresa por la cantidad de dinero.

Incluso Minhyun y su madre se veían algo atónitos, con toda probabilidad esperando menos dinero.

—¿No es mucho? —dijo Minhyun sin poder evitarlo—. ¿Por qué tanto?

—¿Demasiado? —Joohyun fingió pasmo—. Pienso que es demasiado poco, ¿no, abogado Han?

El abogado mordió su labio inferior un momento.

—Te ofrezco cuatro millones —habló Bora, molesta.

—No, señora Hwang —dijo Honggi—, siete millones es lo mínimo. Hay que considerar su sueldo con el de su esposo, y hasta que Minhyun cumpla los veinticinco años, él seguirá siendo carga de ustedes en este caso. Con sus sueldos, a Jeongin le correspondería una pensión mensual de trecientos mil wons, es el mínimo que cualquier Juzgado le garantizará al omega, y sumando los dos años y medio, desde que concibió, y sumando algunos intereses, sería esa cantidad la que deben.

—¡Pero es demasiado! —insistió Minhyun—. Además, es muy probable que Jeongin se los gasté en él, no en el cachorro, eso es...

—Lo que le correspondería —Joohyun le interrumpió con el tono otra vez helado—. Señor Hwang, parece que no lo comprende, pero estos dos años y medio, ¿quién tuvo que correr con todos los gastos del cachorro? Fue Jeongin, y eso significa que la deuda es con él, no con el niño. La pensión que reciba de ahora en adelante, que será de trecientos mil wons, irán para el cachorro, pero esta deuda que tiene es con la madre de su hijo —sonrió—. Si es que lo sigue considerando su hijo ahora. ¿O no era consciente de lo que implica hacerse cargo de un niño? Porque si quiere parte de la custodia, eso significa que tendrá que pagar una pensión mensual hasta que el niño cumpla los veinticinco años, o podrá ir a la cárcel por eso.

Ahora el muchacho parecía más atento a nada. Sabía, sin lugar a dudas, que ese era el momento en que Minhyun debería echarse hacia atrás. Si bien tenía claro que la cifra ellos podían pagarla, eso pegaría duro en el orgullo de los Kim, y más en el alfa, que tendría que asumir la responsabilidad económica de responder mensualmente por un hijo al que no quería.

Porque Jeongin lo tenía más que claro: Minhyun no quería al cachorro, eso sólo era idea de la loca de su madre y, con toda probabilidad, su hijo la apoyó sólo para molestarlo a él.

Pudo ver el retroceso en los ojos del alfa, dudando qué responder ante la petición. Se notaba que eso estaba fuera de sus planes. Jeongin incluso empezó a pensar que lo tenía, que eso era el fin, que...

—¿Quiere que se lo paguemos en un cheque, en efectivo o con una transferencia?

La voz apática de Bora interrumpió lo que fuera a decir su hijo. Ella pareció notar que Minhyun estuvo a punto de retroceder y habló antes de que cualquier cosa pudiera salir de la boca de su primogénito.

Jeongin sintió el alma caer a sus pies. La mujer le observaba, altiva y orgullosa, sin dar su brazo a torcer, y Chan apretó nuevamente la mano del omega en una señal de apoyo.

—Hablaré con mi cliente de manera personal y le haré llegar la respuesta con su abogado —declaró Joohyun, molesta—. Respecto a la custodia...

—Como mi hijo dará tanto dinero por mi nieto —le interrumpió Bora—, entonces exijo seis meses.

—¡No! —saltó Jeongin—. ¡No!

—Señora Hwang —Honggi tuvo que intervenir—, sé que desea estar con su nieto, pero eso lo veremos en unos meses más. Primero tenemos que lograr que el cachorro conozca a su familia paterna y se acostumbre a ese ambiente.

El mundo de Jeongin comenzó a derrumbarse a su alrededor, oyendo esas palabras como si fueran un hecho. No, eran un hecho: tendría que compartir la custodia con Minhyun. Tendría que...

—Minhyun, por favor... —suplicó, importándole poco si perdía el orgullo—, por favor, no me hagas esto. Sé que tú no quieres a Hyunjin, por favor, no me lo quites. No a... no a mi cachorrito, por favor...

El alfa lo miró, indiferente, sin conmoverse un poco por él.

—Quiero a mi hijo, Jeongin.

Mentiroso. Maldito mentiroso, hijo de puta, decía Jeongin en su interior, con el odio, la angustia y el dolor corroyéndolo.

—Mami.

La voz de Hyunjin lo sacó de su pena, girándose y viendo al bebé caminando hacia él. Tenía una cara de desconcierto, como si no estuviera entendiendo nada, y Jeongin lo tomó en brazos, abrazándolo con fuerza.

Su cachorrito, su bebé, su vida entera. Era su lindo y adorado niño.

—No lo conoces —le susurró a Minhyun, a su madre—. Ninguno de ustedes lo conoce. Ni siquiera saben cuándo cumple años, cuál es su color favorito, cuál es el juguete que más le gusta. No saben absolutamente nada de él.

—Pero lo aprenderemos —replicó Bora—, una vez esté con nosotros, lo vamos a saber. Es más, pásamelo ahora, ¡quiero tomarlo en brazos!

Como si estuviera entendiendo sus palabras, Hyunjin abrazó a Jeongin por el cuello, aferrándose a él con fuerza. El omega ni siquiera intentó separarlo de él.

—No.

—No seas malcriado, Jeongin —intervino Minhyun, poniéndose de pie—. Hyunjin, ven conmigo, con tu padre.

—¿Papa? —Hyunjin se giró hacia el alfa, un momento confundido, antes de voltearse a Chan—. ¡Papi! —y soltó a Jeongin sólo para que Chan lo agarrara, abrazándolo ahora a él por el cuello—. Papi, muack muack —le besó las mejillas repetidas veces, sacándole una sonrisa honesta a Chan.

—Si bien es necesario que Hyunjin interactúe con su familia paterna, no puede ser desde la obligación —habló Joohyun, llamando la atención de Minhyun—. Sugiero que, como primer intento, un día el señor Hwang vaya al hogar de Jeongin e interactúe con el niño allí.

—¿Qué? —Minhyun estrechó los ojos—. Claro que no. Hyunjin debe estar conmigo, en mi casa.

—Poco probable que un juez se lo determine así —la voz de Joohyun sonaba amable, pero Jeongin detectó un borde filoso—, si llegamos a los tribunales, el juez propondrá un mediador que esté con usted al cuidar del niño. Al fin y al cabo, usted es un desconocido para él, y los bebés no son tan sencillos.

A pesar de la situación en la que se encontraba, Jeongin pudo sentir un poco de esperanza en su corazón. Fue, entonces, que una breve idea apareció en su cabeza.

—Está bien —dijo, tratando de sonar tranquilo—, Minhyun puede ir mañana, a mi casa, y cuidar de Hyunjin junto a mí —el alfa abrió la boca—, pero debe ir solo. No quiero a su madre allí metida. Si Minhyun quiere a Hyunjin, debe cuidarlo él, no su madre.

—¿Cómo te atreves? —chilló Bora—. ¡Es mi nieto!

—Sí —ahora habló Chan—, pero el que lo va a cuidar es su padre, no usted.

—Me parece justo —Joohyun volvió a la voz fría—. Al fin y al cabo, la custodia la está exigiendo el padre de Hyunjin en su derecho a ejercer la paternidad. ¿O esperaba delegar ese rol en su madre, señor Hwang?

Los ojos se fueron a Minhyun. Por el rostro que tenía, con la sonrisa apretada en una tensa mueca, los ojos molestos y la mandíbula dura, Jeongin pudo reconocer que eso no estaba saliendo con lo había planeado. No sólo por el dinero que iba a tener que ser depositado para Hyunjin, sino por el hecho de tener que hacerse cargo él de un niño que no quería. Con toda probabilidad, esperaba tener al bebé para entregárselo a su madre y eso sería suficiente.

Bora también se veía descolocada. Abría y cerraba sus puños, contrariada, pero sin querer hablar para no delatarse.

—Claro que no —fue lo único que contestó Minhyun.

—Veamos cómo resulta todo mañana —dijo Honggi—. En caso de que ustedes se entiendan, tendremos otra reunión la próxima semana para finiquitar detalles sobre la pensión y los días de visita —dudó un segundo—. En el caso de que no, será necesario que nos avisen y nosotros solicitaremos la presencia de un mediador en la siguiente junta —se puso de pie, estirando su mano para despedirse de ellos. Minhyun y su madre también se levantaron, sólo que no hicieron el amago de decir adiós—. Fue un gusto conocerlos.

Jeongin y Chan se despidieron del abogado, con Hyunjin todavía colgado del cuello del alfa, mientras que Joohyun llevó a la puerta a los Hwang. Poco después Honggi también salió.

El omega se dejó caer en la silla, con el corazón acelerado y roto. Santo dios. Santo dios, ¿qué acababa de hacer? ¿Realmente propuso esa locura, sabiendo que las cosas terminarían demasiado mal? Minhyun en su casa, en el departamento que compartía con Chan...

Leyéndole el pensamiento, Chan emitió un gruñido bajo.

—¿Crees que sea mal visto si le vuelvo a romper la nariz? —suspiró, acariciándole el cabello a Hyunjin, que hacía vibrar sus labios con diversión.

—Cuidado con eso —quien respondió fue Joohyun, que se veía cansada—, será necesario que te controles. Si pelean y llegan a los golpes, puede ser usado en tu contra.

Chan asintió con la cabeza, un poco ausente, mientras que Jeongin se dirigió a la esquina donde quedaron los juguetes para recogerlos. Sintió las lágrimas pujando por salir.

—No quiero que me lo quiten —murmuró, con la voz llorosa.

—Jeongin —Joohyun suavizó su voz—, no te lo van a quitar. Como su madre, tienes más derechos sobre Hyunjin que él. La prioridad siempre será que tú lo cuides.

—Sí, lo sé —limpió sus lágrimas con furia—, pero... pero no confío en él, ni en su madre. ¿Si le hacen daño? ¿Si no lo cuidan bien? O, peor... ¿Si tratan de ponerlo en mi contra?

—¿Quieres que te sea sincera? —Joohyun le tendió un pañuelo desechable. Jeongin hizo sonar su nariz—. No creo que Minhyun soporte hacerse cargo de un niño, Jeongin. Mañana será ideal para que le demuestres que cuidar de un bebé no es sencillo, y que, si quiere a Hyunjin, entonces tendrá que sacrificar varias cosas de su vida normal, como ir de fiestas cuando quiera. Lo importante es que tú le demuestres eso y que su madre no ejerza presión en él. Al final, es ella la que quiere al niño.

Claro que sí, pero Jeongin no quería llegar al extremo de que Minhyun colapse por culpa de Hyunjin. Ese alfa no tenía las capacidades necesarias para cuidar de un pequeño en crecimiento como lo era su hijo, ¿qué tal si le levantaba la mano? ¿Si le pegaba? El omega enloquecería si le hacía eso a su cachorrito. Él jamás golpeó ni golpearía a su hijo, y no quería que su bebé creciera con ese miedo terrible de recibir un golpe de quien se suponía que debía cuidarte.

Chan le agarró la mano, siguiendo la línea de sus pensamientos.

—Minhyun retrocederá, amor —le prometió—. Ni siquiera se veía con ganas de pagar todo ese dinero.

Santo dios. ¿Jeongin iba a recibir siete millones de wons? ¿Qué haría con todo ese dinero?

A pesar de la situación, esbozó una débil sonrisa. Chan dejó a Hyunjin en el suelo, que fue en busca de su conejito, y Jeongin se arrodilló ante su cachorrito.

—Mmm, ¿qué tal? —le dijo, llamando su atención—. ¿Tal vez va siendo momento de conseguirte un nuevo conejito, Jin?

—¡No! —Hyunjin abrazó con tanta fuerza el conejo que la cabeza se le descoció. Otra vez—. ¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo!

Jeongin ahora no pudo evitarlo y soltó una risa baja, abrazando a su hijo con todo el amor del mundo.

No importaba que hubiera tenido que ceder eso, se dijo, Hyunjin era de él. De él y de Chan, de nadie más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro