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〖02〗

[5 años antes]

Park JiMin se encontraba en el establo. A sus diecisiete años de edad amaba montar a caballo, por lo que iba con regularidad. Por alguna razón esa actividad siempre le hacía despejar su mente.

Aunque debía ser sincero, no iba al establo solamente por eso. También lo hacía por Lee TaeMin, un chico de su misma edad que trabajaba con su padre en ese lugar y se había vuelto un amigo muy cercano de JiMin.

No obstante, en ese entonces algo muy raro estaba sucediendo, pues desde hacía tres semanas que JiMin no sabía nada de él.

Y aunque eso le preocupaba, reconocía que tampoco se había atrevido a preguntar por él, tal vez porque no quería demostrar que TaeMin le importaba más de lo que él estaba dispuesto a admitir.

Ese día, el príncipe ya se estaba despidiendo de su caballo favorito, Axem. Proporcionaba caricias en el largo cuello del animal, que estaba cubierto por un pelaje blanco, tan blanco como la nieve.

Estaba demorando en irse más de lo habitual, porque internamente no quería salir decepcionado una vez más al saber que ese día también se iría sin ver a TaeMin.

Después de un rato, perdió las esperanzas.

Supongo que ya es hora de irme se dijo a sí mismo, seguido de un suspiro—. Pórtate bien le dedicó una pequeña sonrisa a Axem, y tras la última caricia, decidió emprender camino hacia la salida del establo.

Se detuvo antes de siquiera dar el primer paso cuando vio a TaeMin en la entrada, recién llegando con una carreta cargada de bloques de paja. El príncipe no esperó ni un segundo más y fue directo hacia él.

Por los dioses, creí que no volvería a verte comentó JiMin al llegar a su lado.

Y yo creí que para este punto ya te habrías ido respondió, sin verle a los ojos en ningún momento.

¿De qué hablas? frunció el ceño—. Espera, ¿has estado aquí todo el tiempo? ¿Por qué no me has dicho nada? Mínimo te hubieses acercado se quejó—. ¡No te he visto en días!

Creo que esa es la intención, príncipe soltó la última palabra con algo de sarcasmo. Y JiMin lo supo, pues TaeMin nunca lo llamaba así. Para él era un chico como cualquier otro, quizás debido a la confianza que habían adquirido.

No estoy entendiendo nada.

TaeMin soltó finalmente la carreta para encarar a su contrario.

Son órdenes por parte del Rey explicó—. Debo mantenerme lejos de ti. Por eso cuando vienes, yo debo irme. Donde sea que tú estés, yo debo mantenerme lejos.

JiMin cerró los ojos, con cierta indignación al escuchar eso. Sus padres sabían de TaeMin, y claro que eso no era algo que los mantenía contentos. Ninguna cercanía con cualquier hombre los mantenía contentos.

¿Entonces qué haces aquí?intentó preguntar, lo más relajado que podía estar.

Mi padre enfermó y por ahora soy el único que puede ocuparse de esto. Tardabas en irte, y no podía atrasarme más se alzó de hombros Ahora si me disculpas, debo seguir trabajando.

Esperalo tomó de la muñeca—. TaeMin, por favor, no hagas esto le vio con ojos de súplica.

JiMin, son órdenes del Rey recalcó—. Algo podría pasarle a mi familia si se entera que sigo viéndote.

Él no tiene por qué enterarse esperó varios segundos, pero la respuesta de TaeMin nunca llegó. JiMin se acercó más a él y posó sus manos en los costados del cuello del chico—. Por favor, no te alejes de mí. Eres lo único que tengo.

Lo dice el chico que nació en cuna de oro y será el futuro rey de Eraditia bufó.

Sabes que eso no me interesa. Lo dejaría todo por ti.

JiMin...

Por favor repitió, apoyando su frente sobre la del contrario—. Te prometo que no le sucederá nada malo a tu familia. No voy a permitirlo.

El príncipe no esperó a que saliera alguna oposición por parte del contrario, terminó por cortar la poca distancia que había entre ambos para poder besar sus labios. Y aunque al inicio TaeMin quiso separarse de él, de un segundo a otro ya se encontraba correspondiendo a ese beso al que JiMin se aferraba como si su vida dependiera de ello.

TaeMin cerró su puño en la prenda superior del príncipe, totalmente perdido en los labios de este. No podía mentir, le encantaba estar con el príncipe Park, esos días que no se vieron fueron una tortura para él tanto como lo fueron para JiMin. Y quizá estaba siendo un poco egoísta con su familia, pero en ese momento él realmente no quería apartarse de su lado. JiMin le había hecho sentir algo que jamás había sentido antes.

Cuando se separaron, TaeMin relamió sus labios y bajó la mirada durante breves segundos, sintiendo su corazón latir con fuerza.

Está bien dijo finalmente, en voz baja—. Entonces así será.

¿De verdad?cuando vio al chico asentir, JiMin sonrió antes de volver a besarlo, demostrando con ese gesto lo feliz y agradecido que se sentía.

Sabes que esto no es romántico, ¿cierto?preguntó con un toque de burla al ver el lugar en el que estaban.

Sí, lo sé. Y el olor a popó de Axem no mejora el ambiente rió bajo—. Deja el trabajo por hoy, vámonos de aquí —sugirió—. ¿Qué quieres hacer?

Mm... hizo un pequeño mohín, pensativo—. Podemos ir a las cuevas. Quien sabe, quizá podríamos encontrarnos con algún elfo. Hace poco leí en un libro que ellos viven en lugares como esos.

Los elfos no existen dijo risueño.

No porque nunca hayas visto uno significa que no existen. Los kriston existen, ¿por qué un elfo no lo haría?

Bien, tú ganas JiMin sonrió amplio antes de seguir a su amigo para salir del establo e ir en busca de su aventura. Por fin después de tantos días se sentía completo una vez más.

Sin embargo, su felicidad solo duró aproximadamente dos semanas, pues los padres del príncipe los habían descubierto, y eso solo los llevó a tomar cartas en el asunto.

JiMin no se esperaba que esa noche el Rey lo llevara a una de las celdas, donde normalmente tenían encerrados a culpables de delitos graves para decapitarlos al día siguiente, y ver a TaeMin ahí.

Su mundo se vino abajo completamente. TaeMin estaba arrodillado en el suelo, con sus manos atadas tras su espalda, sus ojos y su boca vendados. JiMin se acercó rápidamente, colocando ambas manos sobre los gruesos barrotes.

TaeMin... TaeMin, ¿puedes escucharme?sonidos salieron de su garganta, pero era difícil entender lo que decía cuando tenía la boca sellada. JiMin tomó con fuerza los barrotes, queriendo entrar. Pero la enorme puerta no cedió, cosa que le hizo desesperarse aún más—. Abre la puerta le ordenó al hombre que estaba ahí y era uno de los que se encargaban de cuidar las celdas. El hombre no obedeció, por lo que el príncipe volteó a ver a su padre. ¡Dile que abra la maldita puerta, ahora!

Bastó solo una mirada por parte del Rey para que esta vez el hombre obedeciera y abriera la puerta. JiMin entró enseguida y se arrodilló frente al chico. Lo tomó de las mejillas para asegurarse de que no lo hubiesen lastimado. No observó nada más que sucio y sudor, cosa que le hizo sentir un poco aliviado por un segundo.

¿Estás bien? ¿Te hicieron daño? preguntó apresurado, quitándole la venda de la boca.

Mi familia fue lo primero que soltó tras poder tragar saliva. ¿Mi familia está bien?

Tu familia estará bien habló el Rey mientras entraba a la celda.

—¿Por qué está aquí? JiMin volteó a ver a su padre con el ceño fruncido y la furia desbordando de sus poros—. Él no ha hecho nada malo, ¡jamás lo haría!

Desobedeció la orden del Rey respondió su padre tranquilamente. Una tranquilidad que su hijo tenía ganas de destrozar.

Suéltalo, padre. Deja que se vaya, él no es una mala persona intentó convencerle—. Esto es culpa mía, me haré responsable de todo.

JiMin susurró TaeMin a forma de reproche.

Tranquilo, vas a estar bien le respondió en el mismo tono.

''JiMin'' bufó el Rey. ¿Cuánta confianza debía haber entre esos dos para que lo llamara por su nombre y de manera tan informal? La respuesta era muy obvia para él—. ¿Te harás cargo de tus errores?

Lo haré, padre. Lo juro —cada palabra suya salía con más desesperación.

De pie ordenó. JiMin obedeció sin rechistar, él solo quería que su padre terminara con esa tortura. Lo que el príncipe no esperó, fue que el rey desenfundara su espada y la extendiera hacia él. Entonces mátalo.

[Actualidad]

Eraditia

Los Reyes de Eraditia habían ofrecido su castillo para que ahí se realizara la gran cena en honor a los Prixodium. Esta constaba de un festín en la que estarían presentes todos los príncipes, reyes y reinas de cada territorio que competiría por la corona. El objetivo era que los príncipes interactuaran entre sí y tuvieran una gran noche, antes de comenzar con los juegos al amanecer.

JiMin estaba sentado en la orilla de su cama, observando las heridas en los nudillos de su mano izquierda. Dar puñetazos a la pared había tenido sus consecuencias, claro estaba.

Rebuscó en su habitación hasta encontrar algo con qué vendarse la mano.

Ese día, al igual que todos los anteriores, sería agotador para él, tanto de manera física como mental. Pero al menos ahora habría un pequeño cambio de rutina, ya que le tocaba recibir a los otros nueve reinos.

De alguna forma extraña, JiMin estaba ansioso por los Prixodium. No porque tuviera miedo, sino porque ya quería que fuera la hora. No le importaba si ganaba o perdía, él solo quería estar lejos del castillo y de sus padres.

Aunque a decir verdad, el príncipe ya había llegado a tal punto en el que morir lo miraba más como una victoria que obtener la corona de Xumiria. Porque si él ganaba, significaba que sea como sea sus padres seguirían encima de él controlándolo. Y él en definitiva ya estaba cansado de eso.

Gamvoria

JungKook después de terminarse de alistar, bajó hacia la entrada principal del castillo, donde se encontraba la Reina ya esperándolo. Caminó hasta donde estaba su madre, volteando a ver hacia varios lados, en busca de su progenitor. No podían irse al reino de Eraditia sin el Rey de Gamvoria.

—¿Dónde está mi padre?

—Tu padre tiene unos asuntos que atender, nos alcanzará luego de que termine con ellos —explicó la Reina—. Ahora vamos, el carruaje aguarda por nosotros.

JungKook no dijo nada más, solo obedeció a su madre. Aun así, le parecía un poco extraño que su padre tuviera que encargarse de algo hasta última hora. Tuvo que haber sido un asunto muy urgente como para haber preferido quedarse un poco más.

El príncipe solo esperaba que las cosas salieran bien y que su progenitor pudiera estar presente en lo que con muchas probabilidades sería su última cena con su familia.

Después de que se subieran a su carruaje digno de la realeza, este arrancó. Varios caballeros iban a su alrededor para protegerlos en caso de algún posible ataque.

Durante el camino JungKook estuvo en silencio, pensativo. Sentía mucha ansiedad, quería estar seguro de que vería a su padre antes de los juegos y de que SeokJin estaría fuera de ellos.

Krodia

—Taehyung —llamó SeokJin, tocando la puerta de la habitación de su hermano.

Unos segundos bastaron para que el mencionado abriera la puerta, solo lo suficiente para él poder salir y volver a cerrarla. Al mayor le pareció un poco extraño aquel acto, pero decidió no prestarle mucha atención.

—Mm, ya casi estamos por partir —avisó.

—Lo sé, ya casi estoy listo —respondió con expresión gélida.

—Hermano... —dijo en voz baja, casi suplicándole. Sabía que seguía enojado por no ser quien competiría en los Prixodium—. No te molestes conmigo, sabes que yo no decidí nada.

Taehyung soltó una pequeña risa llena de ironía para después mostrarse aún más molesto de lo que ya estaba.

—Es exactamente eso, SeokJin —se acercó más a él, colocando su dedo índice sobre el pecho del contrario—. Tú nunca decides nada y mi padre siempre te elige a ti, no importa cuánto me esfuerce, para todo siempre te termina eligiendo a ti —se cruzó de brazos—. ¿Cuándo vas a aceptar que eres el hijo favorito del Rey?

—TaeHyung yo no soy...

—¡Basta! Ni siquiera quiero seguirte escuchando.

SeokJin no tuvo la oportunidad decir nada más, puesto que TaeHyung se había adentrado a su habitación, rehusándose a seguir con aquella conversación.

El menor odiaba la manera en la que su hermano decía no saber nada al respecto aun cuando las pruebas eran claras para él. TaeHyung apoyó sus manos sobre la puerta mientras inhalaba y exhalaba, tratando de calmarse. Cada cosa que le hacía recordar ese tema hacía que su cuerpo hirviera de la furia.

Desde su adolescencia, TaeHyung siempre había visto a SeokJin más como un rival que como un hermano. Él lo tenía todo, sí, todo lo que pedía se le daba, pero cuando se trataba de competir contra su hermano mayor o mejor dicho, cuando su padre tenía que elegir a uno de los dos, siempre era a SeokJin, cuando tenía que posar su mirada en alguno de los dos, siempre era a SeokJin. Sin importar qué tan duro trabajara en algo, los halagos siempre irían hacia SeokJin.

—Príncipe...

La voz que provenía detrás de él inmediatamente le hizo recordar del porqué había salido de su habitación de manera tan sospechosa. El príncipe se dio la vuelta, logrando ver a su sirviente adormilado incorporándose sobre su cama.

Los príncipes conocían al sirviente Jung HoSeok desde que eran unos niños, debido a que el padre de Jung también trabajaba en el castillo. Los tres jugaban juntos de vez en cuando, y poco a poco los príncipes fueron viendo a HoSeok como un hermano más, hasta que llegaron a la adolescencia. Los pensamientos de SeokJin seguían siendo los mismos hacia él, pero los de TaeHyung habían cambiado radicalmente, él ya no era más un "hermano", sino un chico con el que quería curiosear y experimentar nuevas sensaciones. Y no fue necesario que TaeHyung llegara a aprovecharse de su autoridad, porque HoSeok sentía lo mismo que él. Eso había sucedido cuando ambos tenían diecisiete años, y siguió hasta la actualidad, ahora con veintidós años de edad. Claramente, nadie aparte de ellos dos estaba enterado de todo eso.

Taehyung suspiró antes de caminar hacia cada una de las prendas esparcidas en el suelo, y luego de recogerlas todas, las tiró en dirección al chico.

—Vístete. Me iré en unos minutos y claramente no puedes quedarte aquí.

El sirviente asintió con la cabeza. Se levantó de la cama para comenzar a vestirse, pero se detuvo justo después de colocarse su prenda inferior. Subió su mirada hacia el príncipe, quien se encontraba observándolo en silencio, apoyado sobre un pequeño mueble de madera.

—Príncipe... No creo que discutir con su hermano sea lo correcto. Tal vez su padre solo quiere protegerlo.

Taehyung bufó.

—No te confundas, HoSeok. No eres mi consejero y tampoco mi amante, solo una persona con la que puedo desahogarme en varios sentidos, y eso no te da el derecho a decirme qué debo o qué no debo hacer.

En los cinco años que tenían de estar juntos, el príncipe nunca reconoció a HoSeok como su pareja formal, aunque fuera entre ellos dos. Y a pesar de que el príncipe siempre le recalcaba que él no era más que un método de desahogo, HoSeok no veía las cosas de esa manera, él era más que su desahogo sexual y su confidente. TaeHyung era un niño dulce que con el pasar de los años se había vuelto más frío e insensible, pero HoSeok no lo veía exactamente así, había estado con él en todas sus etapas, el sirviente lo conocía más que cualquier otra persona. Él conocía sus gustos, sus miedos, sus deseos, sabía lo fuerte y valiente que era, lo risueño, cariñoso y cuidadoso que podía llegar a ser a veces. De lo único que él no presumiría era que jamás había visto al príncipe derramar ni una sola lágrima. Pero lejos de ello, algunas veces cuando se encontraban solos, TaeHyung bajaba la guardia y se mostraba ante el sirviente tal y como él era. Y eso era algo que HoSeok amaba. Pero él no podía decirle lo que sentía o las cosas cambiarían para mal y él no quería eso.

—Lo sé —dijo el sirviente en voz baja mientras se terminaba de vestir—. Pero yo también solo busco protegerlo, su vida correrá peligro si entra a ese juego.

—No necesito que me protejas, además, esa es decisión mía. Y yo estoy dispuesto a dar mi vida por Krodia —suspiró—. Pero... No todo es muerte como tú lo ves, enfócate en el lado bueno, si llegara a ganar me convertiría en el Rey de Xumiria, el reino más grande que existiría hasta ahora. Mi hermano no merece ese puesto, él ni siquiera desea participar en esto.

—Pero...

—Tengo que irme ya, HoSeok, no puedo esperarte más —le interrumpió mientras volvía hacia la puerta—. Si alguien pregunta, estabas limpiando mi habitación.

Eraditia

El sol se estaba ocultado en el reino de Eraditia. El Rey, la Reina y el príncipe estaban de pie frente a la entrada de su castillo junto con varios hombres armados, recibiendo al último grupo de personas que hacía falta de estar presente.

Cada grupo era la representación de un reino, cada uno constaba de sus respectivos reyes, príncipes, consejeros, un grupo de caballeros que los protegerían a cualquier costa, y sus escuderos.

Era fácil de diferenciar quién pertenecía a qué reino, pues había varias cosas que los distinguían además de la bandera, como el escudo grabado en las armaduras de los caballeros, y los mismos detalles en los accesorios que le ponían a los caballos y otros que iban plasmados sobre el carruaje. Todo esto iba con el color que representaba a cada reino: Distria, blanco. Gamvoria, violeta. Krodia, vino. Kuzodia, negro. Haluxia, gris. Zutonia, oliva. Nebilia, jade. Staviria, marrón. Ipreia, ámbar. Y Eraditia, azúl zafiro.

La tensión era notoria. Nadie decía nada, pero la rivalidad seguía aún presente en todos los territorios.

—Bienvenidos sean, reinos vecinos —habló el Rey de Eraditia, captando la atención de todos—. Sabemos que viajaron desde muy lejos para llegar a nuestro castillo, por lo que la gran cena está planeada para la noche de mañana. Hoy todos serán bien recibidos en nuestro hogar para que puedan descansar. Mi hijo —extendió su mano hacia el mencionado—. Guiará a los candidatos a sus habitaciones.

Así fue como el príncipe Park caminaba al frente de los otros siete príncipes, una princesa, un rey y una reina, que iban siguiendo sus pasos. Todos iban en total silencio mientras escuchaban a JiMin dando algunas indicaciones.

Llegaron a un largo pasillo que contenía varias puertas a ambos lados. Los pertenecientes a Kuzodia, Haluxia, Nevilia, Staviria, Ipreia y Zutonia se quedaron atrás cuando JiMin les indicó cuál era su habitación. En ese momento JungKook pudo aprovechar en caminar al lado de su amante en secreto.

No se dijeron nada, puesto que debían actuar como si casi no se conocieran, pero SeokJin no pudo evitar sonreír sutilmente, al ver de reojo cómo JungKook no dejaba de hacer su cabello hacia atrás con una notable expresión de querer llamar su atención.

Pronto, los pasos de JiMin se detuvieron y posteriormente, los de los demás también.

—Príncipe Jeon, esta es tu habitación —dijo señalando la puerta de la izquierda. Luego de eso su mirada fue hacia los hermanos pertenecientes a Krodia—. Y, príncipes Kim —señaló la puerta de la derecha al otro lado del pasillo—. Esa es la suya. Espero que no les moleste tener que compartir habitación.

Un "De hecho sí" por parte de TaeHyung y un "No" por parte de SeokJin salieron al mismo tiempo. Ambos hermanos voltearon a verse durante un segundo para luego volver a JiMin.

—Estamos bien —dijo SeokJin con una pequeña sonrisa. TaeHyung suspiró de mala gana.

—Bien, que descansen. Ustedes síganme —dirigió lo último hacia la pareja Min antes de darse la vuelta para seguir caminando.

Cuando ellos se alejaron, TaeHyung abrió la puerta, entrando a regañadientes. SeokJin y JungKook se quedaron viendo fijamente por un par de segundos antes de que cada quien se adentrara a su habitación. Ambos querían hablarse, abrazarse y besarse, pero sabían que eso no iba a ser posible por el momento.

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Me estoy dando cuenta de que siempre pongo a que Jin y Tae se lleven mal xd

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