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Parte 21 - El regreso.

— Uy, que mala cara traes — Cris me extendió un café.

Lo tomé, mirándolo muy mal. Ambos estábamos en el aeropuerto de regreso a casa. Andy se le había hecho una buena idea la de tomar un vuelo casi en la madrugada.

— ¿Ni una sonrisita me merezco? — Cris puso su cabeza en mis muslos, para luego poner sus dos dedos índices en los extremos de mis labios, levantándolos.

Ni siquiera tenía ya la energía para poder contestarle algo.

— ¿Alguien tiene sueño? — preguntó, divertido, volviendo a su asiento.

— Déjame morir en paz — dije, ahora siendo yo quien se pusiera sobre sus muslos.

Cerré un momento los ojos, y oí como hablaban por medio de las bocinas anunciando nuestro vuelo. Y antes de que pudiera levantarme, Cris ya lo había hecho. O bueno, algo así.

— Cris — reí, viendo nuestro reflejo por las ventanas.

Me llevaba tomada de la cintura cual muñeca de trapo, y a nuestro equipaje en la otra mano.

— Hagámoslo como en los viejos tiempos — dijo divertido.

Sonreí y recordé nuestras épocas de preparatoria/ universidad.

FLASBACK

La universidad me tenía muerta. Trabajos, proyectos y exámenes eran todo lo que giraba en mi alrededor ahora. La enorme mesa de la biblioteca estaba llena de mis cosas, había pilas de libros, impresiones, libretas, y muchos bocetos de ropa, al igual que de cosas legales sobre empresas, ya ahora tenía que saber qué hacer para poder manejar la pequeña empresa que habíamos hecho con Andy. Había invertido cada centavo ahí, y no iba a dejar que cayera tan fácilmente.

— Qué mierdas.

Volteé, conociendo esa voz. Cris estaba con su uniforme de futbol americano, viendo todo lo que había en mi mesa.

— ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a tu departamento? — preguntó, alisándome el cabello — ¿o qué dormiste? — apuntó con la barbilla todos los cafés vacíos que habían ahí.

— Cuando estuve a punto de morir, creo — contesté mientras seguía dibujando.

Había unos patrocinadores que estaban dispuestos a invertir en nuestro proyecto. Y tenía pocos días para entregarles un libro lleno de posibles diseños, más algunas prendas ya hechas. El tiempo ahora no era mi amigo.

— Okey, eso fue todo — dijo Cris, pero lo ignoré.

Me quitó el lápiz de dibujo, y sin poder argumentar nada. Me cargó de la cintura como si fuese un maldito saco de papas.

— Vamos a ir a mi casa, te vas a bañar, vas a comer algo que no sea café y vas a dormir. Sin excusas señorita Rose — Dijo sacándome de la biblioteca.

Ni siquiera iba a discutirlo. Una parte de mí estaba feliz el tenerlo. El saber que, aunque mi padre no estuviera conmigo. Cris me siguiera cuidado y estuviera ahí para mí.

FIN DEL FLASHBACK

La mayor parte del vuelo estuve dormida. Y pude agradecer que descansé espléndidamente. Eran varias horas y el pasarlas dormida no fue tan tormentoso. La otra parte del tiempo estuve programando citas con posibles socios e inversores, y poniendo en orden mis ideas para nuevos modelos de ropa.

El llegar a casa fue algo que ya estaba anhelando con todas mis fuerzas.

Volteé con Cris, sonriente, preparada para decirle que estaba feliz de haber llegado. Pero no, él estaba agarrándose los huevos.

— Cris, Cris por Dios.

— ¿Qué?, ¿sabes lo que se siente tener un huevo mal acomodado? — habló, para luego dar un paso largo y sonreír.

Tenía dos opciones, hacer algo sobre eso, o como siempre, ignorarlo. Y claramente me fui por la segunda opción, caminé hacia el sofá, sentándome y disfrutando el ya no estar en el avión. No sé por cuántos segundos, o minutos cerré los ojos, pero cuando volví a abrirlos. Cris ya estaba en ropa interior, abriendo el refrigerador.

— Realmente no sé si preguntar — dije, mirando su ropa en el suelo.

— Solo... gózalo — sonrió, bebiendo directamente del envase del jugo de naranja.

Bueno, algunas cosas jamás cambiaban

***

Hoy tenía una reunión muy importante, unas personas de gran importancia iban a presentarse en la empresa. Posibles socios e inversores, lo cual era muy bueno. Significaba el ampliar nuestro negocio, muchas más tiendas, y vender internacionalmente, el que nuestra marca pudiera ser reconocida mundialmente.

Me levanté de mi cama, viendo a Cris dormido plácidamente en ella. No hacía mucho, tenía esta misma imagen. Pero él era tan solo mi amigo, no sabía que quería el resto de mi vida junto a este hombre de este modo.

— Deja de verme así, me empiezas a dar miedo — dijo, sin abrir los ojos.

— Es que estás babeando mi almohada — respondí.

Él abrió los ojos, y me sonrió.

— La que está babeando es otra — hizo como que limpiaba el borde de mi boca.

Reí, quitando su mano.

— No mi ciela, andas muy mal — dije, levantándome de la cama — y levántate tú también, que tienes que ir a trabajar — caminé hacia mi baño, abriendo la llave del agua caliente.

En lo que el agua se calentaba, fui a mi armario, a buscar lo que iba a usar hoy, pero volví a mirar a Cris. Él estaba mirando su teléfono, supuse que estaba viendo algo de futbol americano por el ruido y los gritos que se oían.

­ — ¿Cris?

— ¿Hmm?

— ¿En algún momento llegaste a pensar que íbamos a estar así?

Hizo su teléfono a un lado, para poder mirarme.

— ¿Tú frente a mí, con una lencería que se te ve de puta madre, recién follada por mí y yo la verga más parada que nunca?

— Deberás que yo contigo no puedo hablar, puerco — dije, entrando al baño.

Oí su carcajada ronca, y sus pesados pies venir hacia mí.

— Solo en mis mejores sueños, cariño— respondió, recargándose en el marco de la puerta.

Lo miré mientras me relajaba en la bañera. Le di una sonrisa tierna al escuchar la última palabra. No podía explicar todas las emociones que estaba sintiendo en este momento. Este hombre parado frente a mí lo conocí siendo un niño, compartimos los mejores y peores momentos de nuestras vidas. Pero jamás creí que algún día podría cambiar la forma en que lo llegaría a ver.

— ¿Debería sentirme rara porque me estás mirando desnuda? — pregunté, viendo como la mirada de Cris se perdía en mi cuerpo.

— Lo que deberías hacer es dejarme entrar — dijo, deshaciéndose rápidamente de la poca ropa que tenía.

Levanté rápidamente la mano, negando.

— Ahh no, eso no — hablé tranquila — ambos sabemos que no vas a simplemente bañarte.

Me miró de una manera muy poco inocente.

— ¿Ah no?, ¿qué más podría hacer sino?

Apreté mi nariz, sumergiéndome en la cálida agua de la bañera. Claramente no iba a contestar a eso. Cuando salí del agua, me encontré a Cris bañándose en la regadera.

Entrecerré los ojos.

— ¿Estás acaso usando mi maldita esponja, Michaels? — él me ignoró y con una sonrisa y mirándome a los ojos, tomó mi bote de jabón corporal vertiendo muchísimo más de lo necesario en ella? — perfecto, hay que dejarme sin productos de baño.

Estiré la mano, tomando mi toalla y mi bata, para luego salir y cubrirme con ambas.

Le di una última mirada antes de salir.

— Te voy a arrancar las cejas y todo lo que encuentre si descubro que utilizaste mi rastrillo — y con eso salí.

Mientras yo hacía toda mi rutina para hidratarme el cuerpo, la cara y ponerme mi lencería, oí que cerraban las llaves de la regadera y eso significaba que Cris había terminado su baño. Me levanté de la sillita de mi tocador para ir a mi armario y tomar mi atuendo que ya había elegido, era un conjunto sobrio y elegante. La falda y el saco eran a juego de mini cuadrados blancos con líneas negras, la blusa que había escogido combinaba con mi bolso del mismo color, negro. Me puse mis mayas de red y fui hacia mi joyero, sacando un collar y pendientes plata a juego.

Mientras me colocaba los pendientes, volteé hacia la puerta del baño, quedándome con la boca abierta.

— Y todo esto es para tuyo...

— ¡Te voy a matar Michaels! — grité, interrumpiéndolo.

Estaba desnudo, chorreando agua desde el baño hasta mi habitación, dejando un enorme rastro de agua mojando todo a su paso, que incluía a mis zapatos y para colmo, se había sentado en mi cama mojando no solo eso, sino también la ropa que tenía ahí.

— Antes de eso, una duda — dijo, tranquilamente y tocándose el cuerpo — el bote pequeño negro que tenías ahí sobre el lavamanos. ¿Es crema no? vaya que me dejó el cuerpo muy bien hidratado, pero solo me sirvió para ek torso, se acabó muy rápido.

Apreté mis manos al lado del cuerpo.

— Es crema para la cara, la acabo de comprar en Paris — dije, casi sintiendo como mi ojo derecho comenzaba a palpitar del enojo — y me costó ochocientos euros.

La sonrisa de Cris desapareció de su rostro inmediatamente, y se levantó rápidamente de mi cama.

— Creo que escucho mi celular sonar, debe ser papá que ya me necesita en la empresa — me dio una última mirada — y vivo.

***

La junta estaba avanzando todo como lo había planeado, los posibles inversores se veían muy dispuestos, y también algunos posibles socios se veían bastante interesados en la empresa.

— Por lo que pueden ver en la gráfica, nuestras ventas no solo son muy buenas, sino que en este pronóstico que hemos hecho, aumentaran en un cuarenta y siete por ciento el siguiente bimestre — dije, cambiando de diapositiva — estamos en nuestro mejor momento señores.

Unos ligeros murmullos de aprobación se escucharon y me sentí aliviada.

— También quiero presentarles nuevos mercados que mi socia y yo tenemos en mente para expandir nuestra marca — hablé, mirando a Andy que estaba en una pantalla, viendo y escuchando la presentación.

Apreté un botón de mi control y nuevas diapositivas se proyectaron en la pantalla.

— Ya hemos hecho un estudio de mercado, y un presupuesto para cotizar lo que nos costaría construir tiendas en estas zonas — con un láser rojo apunté las partes — son lugares donde las mejores marcas y de alto prestigio se alojan, por lo que ubicarnos ahí, ya con nuestro previo historial, nos ayudaría en nuestro estatus como marca. Tenemos la mejor calidad en ropa y nuestros diseños son únicos y frescos, nos hemos posicionado como una marca altamente demandada.

Una persona levantó ligeramente la mano, a lo que asentí con la cabeza.

— ¿Ya tienen modelos para la siguiente línea de ropa?

Miré hacia un lado, permitiendo que se entregaran unos sobres.

— Lo que ahora les están entregando, son fotografías de nuestras nuevas modelos vistiendo la nueva línea de ropa — sonreí — muchas modelos reconocidas están interesadas en modelar para nosotros. Y estamos seguros de que algún día no muy lejano, nuestra ropa estará en pasarelas.

Los murmullos aumentaron y la aprobación en su voz era inconfundible.

— Y si todo va como lo hemos estado planeando, en un corto tiempo no solo nuestras tiendas y ropa estarán en Estados Unidos, sino que, prontamente estaremos de forma internacional. Tanto físicamente, como en línea.

Un hombre se levantó de su silla.

— Todo me parece muy bien — habló para luego mirarme — quisiera invertir, quisiera saber dónde están los dueños de esto.

No pude contener mi alegría y sonreí.

— Somos nosotras — hablé y apunté a la computadora donde estaba Andy — solo que mi socia se encuentra en... — volteé y justamente vi como le daba una nalgada a Thomas — está en un estudio de mercado, para internacionalizarnos.

El hombre nos dio una ligera vista antes de estallar en carcajadas. Me quedé sin moverme por unos segundos, antes de mirar a Andy, ella solamente hizo una de sus típicas caras raras para luego hacer un ademan con su dedo índice, y girarlo al lado de su cabeza y murmurando "está loco"

— Ay Dios, por un momento casi me la creo — dijo el hombre incorporándose nuevamente.

— Disculpe, pero no le puedo encontrar la gracia al asunto. Nuestros nombres son la marca — apunté al símbolo que estaba grabado en medio de la mesa.

Puso sus dos manos sobre la mesa, mirándome.

— Vamos a ver — dio un largo suspiro — ¿crees que voy a dejar mi dinero en manos de dos universitarias? ¿sabes? Admito que las mujeres pueden ser buenas en muchas cosas, pero los negocios, no son su fuerte. Tal vez lo que viene después, el gastar el dinero de ahí, perfectamente — y para terminar de expresar su ultimo comentario, me miró directamente con una ceja alzada concierta burla — y una de las "dueñas" ni siquiera entiende bien el inglés — dijo, refiriéndose a mis raíces latinas.

Oí como las maldiciones de Andy fueron la primera cosa que salió de su boca. Presioné una tecla y la dejé sin sonido antes de comenzar a reírme.

— Ay Dios — sequé las lágrimas de mis ojos — no había conocido a una persona así de imbécil en años — dije entre risas. Cuando recuperé la compostura, lo miré — si eso es todo lo que tiene que decir, puede irse a la mierda. Seguridad estará muy feliz de llevarlo.

Y antes de que pudiera decir otra cosa, dos guardias lo tomaron, sacándolo de la junta. Miré a todas las personas que, por el drama pasado, estaban en silencio y mirándome.

— Una disculpa por eso. Y quiero decirles que estaré muy agradecida con las personas que decidan unirse en esta empresa. Que a pesar de no ser las personas más "ideales" a ojos de muchos. Mi socia y yo hemos sabido manejarla de una excelente manera, con dificultades y todo, porque esta empresa es nuestro corazón. Y si de esta manera hemos podido tener éxito, señores y señoras — los miré a todos — con un pequeño empujón, créanme que va a ser la mejor decisión de sus vidas.

Algunas personas salieron de la junta, pero sonreí al ver que otras se habían quedado, listas para hacer negocios.

Volteé y volví a presionar la tecla, mirando a Andy.

— Perdón por quitarte el sonido, pero quería arreglármelas yo solita.

Ella fingió que estaba arreglando sus uñas y luego me miró.

— Claro, si quieres quítame el sonido de tu vida, ya veo que no te importo — y con eso, se desconectó.

Me preocupé muy poco por ese comportamiento, porque sabía que era así de dramática. Igualmente me iba a disculpar con ella después, pero ahora tenía trabajo qué hacer, así que me dirigí a mi oficina, dispuesta a encargarme de todas estas personas interesadas en la empresa.

No supe cuánto tiempo había pasado hasta que mi estomago comenzó a rugir. Era hora de almorzar, así que decidí darle una pequeña visita a Cris. Rápidamente tomé mi auto, manejando hacia allá. Habían construido no hace mucho un edificio nuevo más cerca del centro de la ciudad. Cuando lo vi en persona quedé asombrada por lo enorme y muy imponente que era. Y ciertamente estaba justo en el centro de California, junto a otros muy importantes edificios.

— Buenos días — saludé al chico del mostrador — vengo a ver a Cris Michaels.

Levantó su vista y me dio una sonrisa amable.

— Claro, una disculpa, pero el señor Michaels se encuentra ocupado.

Lo miré con el entrecejo fruncido y volví a la pantalla de mi celular, viendo la foto que acaba de subir a su red social: estaba acostado en el sillón de su oficina y de pie de la foto tenía "Haciendo como que trabajo"

— Sí, lo entiendo — le sonreí — pero me acaba de llamar su padre hoy en la mañana. Soy la nueva secretaria.

Él me miró, claramente confundido.

— Ah, no me informaron de nada de eso.

— Vamos, crees que vengo a robar en minifalda y tacones — me apunté — te dejo mi identificación si quieres.

Me dio una última mirada y sonrió.

— No te preocupes, puedes subir. El elevador está derecho a mano izquierda.

— Qué lindo, gracias.

Este era un nuevo edificio, si hubiera ido a trabajar en el que normalmente su padre está ahí, la entrada hubiera sido mucho más fácil ya que ahí ya todos me reconocían. Podría jurar que hasta murmuraban que era la otra hija del padre de Cris.

Al salir del elevador, pregunté dónde demonios estaba la oficina de Cris y caminé hasta ahí, viendo a una chica, que seguramente era su secretaria, sentada en su lugar correspondiente.

— Hola – me saludó cordialmente.

— Qué tal — le sonreí — vengo a ver a Cris — y antes de que ella levantara el teléfono, la detuve — oh no, esto es una sorpresa. Ya que sé que está trabajando... arduamente. Y quiero sorprenderlo.

— Pero... — me miró algo preocupada.

— Oh, créeme que yo asumiré toda la responsabilidad — le guiñé un ojo, caminando hacia las puertas.

Coloqué mis manos en ambas manijas, abriéndolas al mismo tiempo.

— Naomy, estoy trabajando...

Al mirarme, cerró su boca.

— Disculpe señor Michaels, parece que interrumpo su tiempo laboral — dije cerrando nuevamente ambas puertas.

Seguía plenamente acostado sobre el sillón de cuero café, con el celular alzado frente a su cara.

— ¿Envidia? — sonrió.

Le devolví la sonrisa, sentándome a, borde de su escritorio mirándolo.

— En este momento no. Porque acabo de firmar muchos contratos con nuevos socios e inversores.

— ¡Hey, felicidades! — gritó levantándose del sillón — esto merece una celebración, para tu buena suerte. Tengo una botella para eso.

Reí.

— De hecho, venía para que me acompañaras a desayunar.

Cris interrumpió su camino de ir hacia la botella, y vino hacia mí.

— Por cierto, ¿cómo entraste? — preguntó, poniéndose entre mis piernas.

— Bueno, tal vez dije que iba a ser tu nueva secretaria — eché la cabeza hacia atrás, cuando su camino de besos comenzó.

— Mmm... — habló, mordisqueando mi cuello — tal vez no me vendría mal que lo fueras — sus manos se desplazaron hacia m trasera, apretándolo.       

Adoraba el calor de su cuerpo junto al mío, como ambos cuerpos encajaban perfectamente con el otro como si siempre hubieras destinados a estar juntos. La manera en que él conocía todas esas partes que me proporcionaban placer. Sus labios fueron subiendo sin despegarse de mi cuello, llegando a mi lóbulo para terminar a milímetros de distancia de mis labios. Su respiración había aumentado y estaba tentándome a dar el primer paso.

— No... — fue lo último que dije antes de que sus labios se posicionaron sobre los míos. Besándolos, a diferencia de lo que pensé, con la mayor ternura posible. Deleitándome con el sabor a menta, pasión y frescura.

El aroma de la pasta de dientes mezclada con el de su perfume caro, era algo totalmente embriagante e hipnotizante, que amaba por completo. Los besos de Cris siempre despertaban en mí sensaciones por todo el cuerpo, no tenía algo con qué compararlo, pero tampoco lo deseaba. Él me daba todo lo que necesitaba y mucho más.

— Cris — dije cuando nos separamos, respirando de manera irregular — yo... quería ir a almorzar contigo.

Él me sonrió, besando mi mejilla.

— Claro que vamos a almorzar — habló mientras deslizaba sus enormes y cálidas manos, deshaciéndose de mis tacones y subiéndolas por mis muslos, hasta encontrar el resorte de mis medias y bajarlas — solo que el menú acaba de cambiar.

Se arrodilló ante mí, comenzando a esparcir húmedos besos en la cara interna de mis muslos. Mientras una de sus manos comenzaba a masajear ese punto que me hacía echar la cabeza atrás de placer. Mi cuerpo se arqueó cuando sentí como su boca estaba por acompañar a su dedo.

— Cris... no — intenté retener su cabeza, pero me era imposible.

Mordisqueo el resorte de mi lencería antes de despojándome también de ella. Lanzándola por alguna parte de su oficina.

— Juro que te... te voy a matar Michaels.

Sus manos tomaron mi trasero, colocándome más al borde del escritorio, haciendo que la cabeza de Cris estuviera ya a menos que milímetros de mi zona húmeda. Me dio una mirada socarrona antes de su boca buscara la apertura temblorosa de mi sexo, haciendo que mis uñas se enterraran en la madera del mueble para así contener mis gemidos. La manera en la que la lengua y boca de Cris actuaban con una coordinación era dolorosamente excitante. Mi rubor comenzó a subir mientras miraba esta imagen: su cabeza estaba entre mis muslos y yo completamente expuesta ante él.

— Tu cuerpo es absolutamente atractivo — hablo dando ligeros mordiscos a mis muslos — con... con estas curvas y estas... Jesús, te deseo tanto y de todas las maneras posibles.

Se levantó, comenzando a deshacer se su cinturón y abriendo su bragueta, mostrándome por completo su excitación.

— Cris — dije, extrañándome yo misma de los aguda que había salido mi voz — pero... ¡estamos en tu oficina! — le susurré fuertemente lo último.

Él sonrió, mientras se colocaba el preservativo.

— Qué conveniente, ¿no? — dijo, tomándome de las caderas y bajándome del escritorio, solo para ponerme de espaldas a él, y reclinándome sobre el mueble.

— Cris... no...

— Dime linda — comenzó a subirme la falda — ¿no quieres hacerlo?, dímelo y me detengo — habló mientras sus manos se apoderaban de mi trasero.

Mordí mi labio inferior, tratando de encontrar mi voz, para luego mentirle.

— Pero... nos van a escuchar — fue mi único reclamo.

Oí su risa.

— Eso se puede arreglar — dijo, apretando un botón del teléfono que estaba frente a mí, antes de colocarse en mi entrada y penetrarme.

— Ahh — gemí, apoyando mi cara sobre el mueble.

— ¿Sí señor Michaels? — contestó su secretaria que estaba al teléfono.

Y ahí descubrí que Cris no conocía la palabra piedad. Me tomó de las caderas, comenzando a entrar y salir en mí enérgicamente sin misericordia alguna. Presioné violentamente mis uñas sobre el escritorio, y mordí fuertemente mi labio inferior para que ningún gemido se escapara.

— Naomy, oye — habló lentamente, agrandando mi sufrimiento — ya puedes tomar tu hora del almuerzo. Y por favor — sus manos viajaron a mis piernas separándolas todavía más antes de colocarse en mi espalda e inclinarme — que nadie entre a mi oficina, aunque sea el puro presidente — y con eso colgó.

***

Cris tomó mis medias, sentándome en el sillón donde al inicio estaba costado. Arrodillándose y ayudándome a ponérmelas de nuevo.

— Así que, ¿qué quieres almorzar, linda? — dijo, dándome una sonrisa burlona.

Lo miré.

— Quiero que sepas, que no tenía planeado absolutamente nada de esto.

Él sonrió, poniéndome finalmente mis tacones.

— Aja — se levantó, mirándome divertido — yo sé que tienes en esa cabecita tuya una mente muy cochambrosa.

Entrecerré los ojos, abriendo dramáticamente mi boca, falsamente ofendida.

— ¿Es enserio? — me levanté del sillón — acabas de herir mi corazón.

Oí su ronca risa.

— Yo no soy el que anda con vibradores en la maleta.

— ¡Que era mi cepillo de dientes!

Él alzó las cejas, incrédulo.

— Vaya, era doble uso.

Cuando intenté caminar hasta mi bolso que estaba sobre el escritorio noté ese ligero ardor en mi entre pierna, pero traté de disimularlo lo mejor posible para no ver esa estúpida cara de satisfacción de Cris.

— ¿Qué te pasa?, ¿las medias te quedan muy ajustadas, cariño? — preguntó de modo burlón al ver mi intento fracasado de caminar bien.

— Ay ya, vete al infierno — dije tomando mi bolso.

— Solo si te vas conmigo.

Lo ignoré, caminando hacia la puerta.

— Te amo.

Tomé ambas manijas.

— Pues yo no — dije abriéndolas.

— ¿Segura de ese juego, Rose? — preguntó de una manera en la que los vellos de todo mi cuerpo se erizaron. Como si un depredador estuviera a punto de cazar a su presa.

— Adiós — caminé lentamente, pero cuando oí los pesados pasos de Cris caminar muy rápidamente hacia mí, comencé a correr — ¡ayuda!

Cris me estaba persiguiendo mientras yo corría en tacones sonriendo como una idiota.

— ¡Ya no juego! — grité, muy divertida.

Sentí como los brazos de Cris me sostuvieron por la cintura, levantándome del piso.

— Ahora, quiero que digas mi nombre en voz alta y que grites que me amas.

— ¡No! — dije entre risas.

— Bueno — y comenzó a dar vueltas.

Sentí como todo mi peinado se iba a la mierda y los mechones de cabello comenzaban a salirse. Y sentía que, si no se detenía, eso no era lo único que iba a salir de mi cuerpo.

— ¿Lista para decirlo? — preguntó deteniéndose.

Mordí mi labio y negué con la cabeza.

— Mal para ti — dijo, y nuevamente comenzó a girar.

Cerré mis ojos, intentando no marearme, pero eso fue peor-

— ¡Estoy completamente enamorada de Cris Michaels! — grité, logrando que Cris se detuviera.

Me miró con una sonrisa estúpida, y sabía que algo iba a hacer.

— ¡Yo estoy locamente enamorado de Rose Castelán! — gritó a todo pulmón, asegurándose que toda la empresa escuchara.

Sonreí.

— Eres todo un bobo.

— Solo por ti — dijo, para luego darme un corto beso.

Oí un suspiro largo.

— Bueno, ¿ya terminaron de hacer sus payasadas? — volteé, viendo a su padre con los brazos cruzados.

Le pirqué las costillas a Cris para que me bajara e intenté acomodar el desastre de cabello que ahora tenía.

— Señor — dije, avergonzada.

— No importa si son nueve, o veinte años. Ambos siguen correteándose por los pasillos — habló divertido.

— Parecen dos perros persiguiéndose — y mis ojos se iluminaron al ver al abuelo de Cris.

— Abuelo — dije muy sonriente.

Él abrió sus brazos.

— Ven mi niña, ¿qué esperas para abrazarme?

Corrí literalmente a sus brazos, rodeándolo.

— Una señorita no debería andar corriendo en tacones — dijo — Cris, quítate los zapatos y dáselos a Rose. Así ella puede correr a gusto.

Reí, apartándome ligeramente y besando su mejilla.

— Ah, ¿y yo corro en tacones o cómo? — preguntó Cris.

— Yo no mencioné eso, pero cada uno sus gustos.

Fui nuevamente al lado de Cris, abrazándome de su cintura.

— Bueno, ¿y ese privilegio que tienen mis ojos hermosos de verte por aquí? — preguntó, mirando a su abuelo.

— Ignoraré tu comentario tan desubicado y solo responderé que tu padre y yo tenemos a una persona interesada en invertir.

Cris me besó en la coronilla.

— Bueno, si no me necesitan, nosotros nos despedimos. Vamos a ir a almorzar y celebrar que Rose consiguió nuevos socios.

— Entonces eso amerita una exquisita cena mañana en casa de tus padres — dijo el abuelo, para luego guiñarme un ojo — ahí los veré.

Sonreí, caminando hacia el ascensor de la mano de Cris.

— Bueno, así que ¿en qué nos quedamos? — preguntó sonriente — ¿qué me estabas diciendo?

— Que te amo — él se acercó a mí, besándome.

Las puertas del elevador se abrieron, y mi mandíbula casi cayó al piso al ver a las dos... celebridades que estaban frente a nosotros.

— Rose... — dijo Jim, que estaba frente a mí.

Mi shock era demasiado.

— Hijo, ¿tú conoces a esta persona? — preguntó mirándome, el hombre que había echado de mi empresa luego de ofenderme.

— ¿Y tú qué haces aquí, pedazo de mierda inservible? — la voz de Cris se sacó del shock.

Le sostuve la mano fuertemente.

— No — negué con la cabeza — no vale la pena.

— ¿No vale la pena qué, frijolera?

Y antes de que el padre de Jim, o Cris pudieran hacer algo. Un bastón le impactó en la cabeza del hombre.

— ¿Qué clase de mierda de perro se cree para hablar?

Volteé, anonadada viendo al abuelo ya sin su bastón, muy enojado.

— ¡Esto les costara una demanda! — gritó Jim.

Cris volteo hacia donde estaba su padre y el abuelo, y ambos asintieron. Cris sonrió, presionando el botón del asesor y entrando con ellos.

— Esperamos ansiosamente la demanda — el abuelo los despidió sonriente.

Ambas puertas metálicas se cerraron con Jim, su padre y Cris adentro.

— Que alguien se apiade de ellos — dijo, el abuelo antes de abrazarme.

— ¿De ellos?, de mí. No suficiente con el papeleo de las nuevas construcciones ahora tengo que encargarme de una demanda pendiente — Travis, el padre de Cris suspiró — ¿te pasó algo Rose?

Negué, todavía en shock por todo lo que acababa de pasar.

— Pobre de mi niña.

Recargué mi cabeza en el hombro del abuelo.

— No debí dejar ir a Cris con ellos.

Oí su risa, la cual era muy parecida a la de su nieto.

— Oh mi niña, ¿estás preocupada por él?

— Solamente de que los mate — dije, sinceramente.

Luego de dos dramas, mi mente y cuerpo ya no podían resistir otra cosa más. Así que simplemente Cris y yo decidimos internarnos en nuestra cueva y dejar el mundo real pasara de nosotros.

— ¿Del uno al diez qué tan viejo me veo? — Preguntó Cris mientras miraba la mascarilla de colágeno que le había dado.

Tuve que evitar sonreír para que la mascarilla de tela que tenía puesta en mi cara no se moviera.

— Diez — dije, acercándome a él y colocándosela.

Adoraba con todo mi ser este tipo de momentos con Cris. Desde que éramos unos niños siempre nos gustaba entrar en nuestro propio mundo, y al mirar la habitación de Cris, parecía que nada había cambiado. Su cama estaba llena de cobijas suaves y peluditas al igual que de almohadas y cojines. Habíamos improvisado una casita en ella. Algunas sabanas y colchas estaban atadas haciéndolas parecer un techo.  La poca luz que teníamos venía solamente del proyector, en medio de todos los cojines había montones de nuestra comida favorita.

— ¿Cómo estás? — Preguntó, cuando coloqué mi cabeza en sus muslos, para después él tomar el rodillo de jade verde y empezar a masajear mi rostro

Suspiré.

— Agotada. Mental y físicamente — admití — más mentalmente.

— ¿Por qué no me contaste sobre lo que había pasado en la junta?

Abrí los ojos, un tanto divertida.

— Digamos que alguien estaba más enfocado en otra cosa en vez de hablar.

— Pero sabes que cuando sea puedes hablar conmigo — dijo, y no pude evitar oír ese lado tierno.

Sonreí.

— Cris, realmente no puedo tomarte enserio con una mascarilla para el rostro de panda y una bandita para el cabello con orejas.

— Rose — dijo, tranquilamente.

Me levanté, cruzándome igualmente de piernas frente a él, para luego inclinarme y abrazarlo.

— Desde que soy niña he tenido que encontrarme con comentarios de ese tipo, y mucho peores viniendo de mi madre — reí sin gracia alguna.

— ¿Y... — sabía que estaba tratando de llamarlo de una forma decente — el pedazo de mierda atropellada de Jim? — bueno, lo había intentado.

Suspiré disfrutando de su masaje en mi espalda.

— Oh, él se puede ir mucho a la mierda — puse mis manos en sus hombros, mirándolo a la cara — fui una niñita berrinchuda, agh — fruncí el ceño — ¿por qué tuve que dejar que mi lado imbécil saliera justo en ese momento?

Al contrario de como pensé que reaccionaría, Cris sonrió, divertido.

— "Es que eres un imbécil Cris, no me dejas que nadie se me acerque — comenzó a hablar con un tono de voz muy agudo, tratando de imitarme — Yo tengo derecho a vivir mi vida de loca soltera desenfrenada con puro hombre sin huevos. Yo sé que tú eres el hombre más buenote, fuerte, guapo, con una vergot...

Lo golpeé con un cojín.

— ¡Yo no digo eso! — grité, empezando a tonar un poco de rubor en mis mejillas.

***

— Y también compré unos de esos panecitos que nos gustan — dije, sacándolo de la bolsa de papel.

Le di una mordida y lo puse sobre la lápida.

— Siguen siendo igual de ricos que siempre — sonreí.

El cementerio estaba particularmente solo. Los árboles ayudaban a que hubiera mucha sobra. Normalmente no me gustaba sentarme en el pasto o en algún lugar sucio que pudiera arruinar mi ropa de la oficina. Pero el hablar con papá hacía que todo eso se fuera al carajo.

— Extraño nuestros picnics — miré a los lados y después saqué la botella de tequila — aunque era algo feo el departamento — reí – hay que reconocerlo papá, lo admito. Me gustaba cuando ambos bajábamos al parque que estaba frente a la calle y tú comprabas esos ricos pastelillos de nuez y... — le di un trago bastante grande a la botella — y tú me preguntabas cómo había sido mi día. Para luego... — le di otro trago, sintiendo como la garganta comenzaba a hacérseme un nudo — comenzar a contarme esas historias de cuando era pequeña, de... — sorbí mi nariz — cuando rompiste la mesa de cristal de la sala al escucharme decir papá como mi primera palabra— reí mientras las lágrimas comenzaban a salir.

No pude evitarlo más y me abracé sobre la lápida, soltándome.

— ¿Por qué la vida es tan cruel, pa? — pegué mi cara al cemento — ¿soy una mala persona por desear que... que tú estuvieras aquí en vez de... de... ella?

Estuve así unos momentos. Tratando de recordar la voz de papá y así fingir que me contestaba en mi cabeza.

— Definitivamente necesito terapía — dije, acostándome sobre el césped.

Limpié mis lágrimas y di una bocana grande de aire.

— ¿Sabes? soy muy feliz — miré hacía arriba — la loca de Andy está a punto de casarse, ¿y sabes dónde? En Italia. Esa maldita — reí — y bueno, soy su madrina — tomé mi bolso, y nuevamente la botella, dándole otro trago — y tengo una relación con la persona de la que estoy perdidamente enamorada, y me ama. Cris me hace sentir tan... tan... — hipo — yo. Tan cómoda, muy feliz, bien protegida. Soy una persona muy afor... tunada de tenerlos a mi... a mi ... — le di otro trago, comenzando a marearme — seeee.

No tuve idea cuanto tiempo había pasado. Pero cuando abrí los ojos, estaba sentada. Con mucho cuidado miré al frente y vi un parabrisas y el día había pasado a ser oscuro, ¿estaba conduciendo?

— Ay, caramba — miré el camino, viendo como nos alejábamos de objetos, así que sí, estábamos avanzando — ¿fue un sueño? — toqué la ventana, sintiendo el frío del vidrio — noupi, esto lo siento — cerré mis ojos un poco mareada — ¿es acaso un sueño lucido?

— Rose.

Abrí los ojos.

— ¿Dios?

De pronto el auto de detuvo. Tenía miedo de voltear a otro lado que no fuera enfrente, cualquier movimiento brusco y adiós mis comidas del día. Iban a vomitar más pronto que un bebé recién comido.

Oí algo y luego vi una figura oscura pasar frente al carro.

— Ay no... es el diablo — me aferré al asiento, cerrando los ojos.

La puerta se abrió y sentí un aire frío.

— Cruz, cruz, que se vaya el diablo y venga Jesús — recé.

Desabrochó mi cinturón.

—Jesús... a ese debiste de llamar antes de emborracharte — abrí los ojos viendo una mirada muy azul — Porque alguien me tiene que explicar...

— ¡Cris! — Sonreí abriendo mis brazos y lanzándome a él.

Sentí como me alzó y le sonreí.

— Estoy borracha — dije, y miré hacia dónde estábamos caminando — ahg sí, mi casa.

— ¿Borracha dices? — abrió la puerta y comenzó a subir las escaleras — llamé a tu oficina y me dijeron que había salido — me sentó en mi cama — desde las doce de la tarde, ¿sabes qué hora es?

Negué con la cabeza.

— ¿Qué estabas haciendo?

Sonreí.

— Esa sí me la sé — me tiré de espaldas en mi colchón — con papá.

Oí su suspiro.

— Ay, ¿por qué estás enojado? — me levanté y bajé mi vista viendo que ya no tenía tacones — ¿tú me los quitaste?

—¿Sabes qué hora es? — dijo, volviendo del baño y escuché como se llenaba la bañera.

— ¿Las... cuatro? — indagué.

— Rose, te emborrachaste en el cementerio desde las doce de la tarde para luego quedarte dormida como un vagabundo. Son las siete de la noche.

Puse las manos en mi cadera.

— Bueno, creo que estaba cansadita.

Cris se acercó a mí.

— No estoy enojado nena — me tomó de las caderas acercándome él — estaba muy preocupado por ti — suspiró — ¿cómo estuvo la plática? — preguntó mientras masajeaba mi espalda.

— Muy bien — sonreí — ya sabes, chismear un poco de todo.

Sentí como su pecho vibró por la risa.

— Me alegra — se alejó un poco de mí y luego besó mi coronilla — tienes una hora para arreglarte, ya puse a llenar la tina.

Lo miré con el ceño fruncido.

— ¿Arreglarme?, ¿para qué?

Cris caminó hacia la puerta, y antes de irse me dio una sonrisa divertida.

— Para cenar con mis padres y los abuelos. Y no creo que quieras llegar... achispada — y con eso se fue.

Mierda, lo había olvidado. Con todo el cuidado posible, fui hacia el baño y suspiré antes de inclinarme en el escusado, pero antes de que pudiera vomitar, sentí unas manos agarrando mi cabello.

— Puedo decirles que me enfermé — dijo Cris, atrás de mí.

Negué con la cabeza.

— Sí quiero... ir, solo, solo necesito sacar el tequila.

La siguiente hora consistió en hacerme vomitar lo más que pude para luego darme un baño y así poder arreglarme. Mi atuendo era un bonito vestido largo con un escote y una pronunciada abertura en una de las piernas de color blanco con mangas algo bombachas y unos simples tacones negros para dar contraste.

Dejé mis ondas naturales de cabello y simplemente las acentué un poco más con calor. Debido al poco tiempo, el maquillaje fue muy sencillo.

El tiempo estaba en nuestra contra, así que cuando salí de mi habitación, Cris ya estaba en la sala con una pastilla para mi cabeza y agua.

— Si así luces después de estar borracha, por favor, hazlo más seguido — dijo, luego de que me tomara mi medicamento.

Negué con la cabeza divertida. Ambos salimos rápidamente de la casa y subimos al auto. Pero para mi sorpresa, cuando llegamos a la casa de sus padres. Había bastantes coches en la entrada y todo parecía estar muy bien arreglado.

— Mi Rose — Karol fue la primera en recibirnos — ay por Dios, pero qué hermosa te ves.

Le sonreí.

— Luces increíble, ese color definitivamente te sienta de maravilla — dije asombrada con lo linda que se veía — tú nunca cambias.

— Bueno, yo sé que como tienen un tanto de envidia, no me elogian, pero no se preocupen ya sé que estoy guapo — Cris nos miró.

Karol y yo nos miramos mutuamente.

— Vamos por unos tragos — sonrió, entrando a su casa.

Me acerqué a Cris.

— Bueno, esto es más que una cena — le susurré viendo toda la gente que había.

Podía decir que había alrededor de cincuenta personas dentro y fuera de la casa. En uno de los patios estaba una banda tocando en vivo, era música tranquila. Los adornos eran simples pero muy lindos y sin duda elegantes.

— Linda — me tomó de la mano — son mis padres y los abuelos juntos, ¿te extraña acaso?

Reí.

— En lo absoluto

Al llegar al patio, mis ojos se concentraron en George.

— Abuelo — dije, yendo hacia él.

Me recibió con los brazos abiertos, abrazándome.

— Pero qué linda luces — me sonrió.

Volteé a su lado.

— Pero no creo ganarte Gloria — dije, viendo lo hermosa que lucía la abuela de Cris.

— Tanto tiempo sin verte corazón — dijo, dándome una sonrisa dulce.

— Prometo ya no desaparecerme tanto.

— Ay, pero qué aduladora andas hoy. A mí no me has dicho nada — el rubio hizo un puchero, colocándome una mano en la espalda baja.

Le sonreí.

— Pero qué guapo, galán, semental estás.

— Gracias, gracias. Un poco corta de adjetivos, pero nada mal.

— Bueno, ella ya te elogió, y yo no he oído algún comentario hacia ella — el abuelo tomó de la misma forma a Gloria.

Cris volteo hacia mí y me dio una sonrisa.

— Lo que sucede es que a mí me gusta darle elogios en otro momento de la noche.

Empecé a toser.

— Ay Dios, creo que mi garganta se resecó — lo miré — Cris, ¿podrías traerme algo de beber? Por favor

Él me miró divertido.

— ¿Algo con tequila?

­— Ja já, qué gracioso andas el día de hoy, de verdad.

Cuando Cris se fue, George se acercó junto con Gloria.

— Estamos tan felices de que ustedes dos sigan juntos — Gloria me sonrió — no podría pensar en una pareja mejor para ambos.

— Me alegra mucho que se cuiden mutuamente — finalizó George.

***

En un momento de la noche, Cris se había aburrido y ¿qué haría una persona normal? La verdad ni idea, yo tampoco era una. Pero él se había ido a servir sus propios tragos y al final terminó en la barra como bartender, emborrachando a la pobre gente mayor.

— A veces creo que a mi primo no le rueda bien su cabecita — dijo Liv, que estaba a mi lado, para luego tomarle a su trago.

Yo estaba feliz, los tragos que Cris preparaba verdaderamente eran muy buenos.

— Ey — una chica se nos acercó — ya no aguanto las pláticas de mis abuelos, parece cena de los años cincuenta — dijo, sentándose con nosotras.

— Bienvenida al club — alcé mi trago.

— Hey, yo te conozco — la chica entrecerró los ojos, mirándome — eres la chica de la marca de ropa.

Me bebí todo mi trago.

— Creo que sí — hablé para luego levantarme — voy por otro trago, ¿alguien gusta uno?

Liv alzó la mano.

— Pero dile que uno que sea propio de los Michaels.

Reí y me acerqué hacia la barra, Cris estaba viendo las botellas.

— Este es tu ultimo trago — dijo, mirándome — después nos vamos, ¿está bien?

Asentí.

— Y Liv quiere otro, pero, ya me preocupa. Creo que lleva más del doble de tragos que yo, y la veo muy bien — giré mi cabeza, viéndola y confirmando mi comentario.

Cris comenzó a preparar los tragos.

— Amor, es una Michaels. Lo raro sería que se emborrachara fácilmente.

Me extendió los tragos, y cuando iba a tomarlos, los quitó.

— ¿Qué?

Él sonrió, poniendo sus labios en forma de pato.

— Qué caprichoso — sonreí, besándolo, para luego tomar los tragos y regresar a la mesa.

Le di su bebida a Liv y ella sonrió.

— Ah, al fin un oponente digno.

Me senté y bebí del mío.

— ¿Acabas de besar al bartender? — preguntó la chica, desconcertada.

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Helouuuu mis amores, lo prometido es deuda.

POR FAAA, TOD@S L@S QUE ESTUVIERON EN EL LIVE, COMENTEN.

Saludos especiales a:

— paola_alba.99

— _bunnytz

— miranda.madera

— karla_sotoe

— sara.22.sc

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