Bozo El Payaso
Girl Next Door —Copperpot
Dylan
—¡Corte! —volvió a gritar Jeff por décima vez pero ésta vez su desesperación lo hizo arrojar el megáfono al suelo— ¡Dylan, maldita sea! ¿Podrías dejar ya ese teléfono? ¡Alguien que le quite el teléfono!
Maldije para mis adentros al volver a ver a Alicia en línea pero ignorando mis mensajes, ya había perdido la cuenta de cuántos le había mandado ya. Ayer intenté llamarla millones de veces y todas ellas me mandó al diablo a excepción de una vez que si me contestó solamente para decirme «Vete al diablo, Dylan»
—Dylan, concentrate antes de que Jeff te deje varado en medio del bosque —me dijo Linden.
—Lo sé, sólo demen un segundo, intento hablar con Alicia.
—Dylan, por favor —Lo apoyó Matthew, quien haría un par de apariciones como Don FBI McCall
—Pero...
Jeff suspiró frustradamente.
—Dos escenas...
Frunci el ceño
—¿Qué?
—Dos escenas sin ninguna interrupción y juro por Dios que te doy tres dias libres para que vayas a Venezuela.
(...)
Alicia
Aquella mañana había salido con mami, Teresa y Maythe a hacer la cola de la Harina en Makro. Teresa tuvo que hacer de las suyas de Agente K. C para pasar a comprar porque una vieja se le había coleado, y la vieja se lo permitió pero lo más arrecho fue que a la hora de irnos la vieja le empezó a echar coñazo con el garrote que tenía, Mami se arrechó y se sacó la chancla, las tres empezaron a echarse coñazo y se le sumó la hija mayor de la vieja, ¿Mi tía? Pues ella muy lai bebiendose un papelón mientras metía cizaña hasta que se dio cuenta que la blusa que cargaba mami toda escoñetada era de ella, entonces esa mierda se prendió arrechamente porque a la muy marica se le metió el Jackie Chan y empezó a repartir coñazo.
Los de la GNB terminaron separandonos y de verga no nos meten presas a las cuatro de no ser por Alfonso, el guardia ése que mi tía le estaba cayendo que nos ayudó. Y sólo eran las 9:30am cuando llegamos a la casa.
—Quiero regresarme a Gringolandia nojoda —lloriqueó mi tía cerrando la reja.
Hasta yo marica.
—Cinco días más —dijo Teresa— cinco días más en el hueco de colegio ése para que nos den los papeles para que nos vayamos de ésta mierda
—Amén.
Negué para mi misma. Si son dramáticas.
Fui a la cocina a buscar un vaso con agua, estaba reventada marica, cansada, hecha mierda, escoñetada.
De paso...
I Message
Marikito✨🍕
Marikito✨🍕: Yuribitzayda ¿Dónde estás metida brode? Ésta vaina ya va a empezar y si no estás aquí te van a poner inasistencia.
Yo: ¿Inasistencia de qué, gafo? Yo estoy en mi casita.
Marikito✨🍕: Estúpida, hoy es el último día de labor social
Yo: ¡¿Qué?! ¡Coñoesumadre! ¿Tu crees que yo me acordaba de esa vaina?
Marikito✨🍕: Estúpida, tu como siempre comiendo mosca.
Yo: Ajá, cállate pues, voy a darme un baño e' bomberos y después voy para que el vecino a ver si me puede dar la cola porque si agarro buseta no llego.
Marikito✨🍕: si va, yo le digo a Lourdes que estás cagando y por eso no has llegado
Yo: erga, después la ordinaria soy yo.
Yo: pero igualmente te amo, pajuo.
Sin esperar su mensaje corrí al baño, creo que me di la ducha más corta de toda mi cochina existencia, después corrí hacia el cuarto, me tiré encima la camisa de la Promo, un leggin negro, mis converses negras sucias, la gorra y mi bolso de los corotos, ni tiempo me dio de peinarme.
Salí a la casa de al lado luego de cerciorar que si tenía la llave. Victor, el vecino, estaba pasándole un trapito a la 4Runner negra que tenía y aún no se había puesto los zapatos de salir.
Respire hondo y saqué mi mejor sonrisa Colgate.
—Buenas, Buenas vecino —saludé animadamente— ¿Cómo amaneció?
—¡Teresita! Tiempo sin verte —sonrió. Verga, éste es uno que no entiende la diferencia entre Alicia y Teresa, nojoda, Teresa era más blanca que yo, tenía el cabello negro y los ojos azules ¡Yo era lo contrario!— me dijeron que andaban para el imperio tu y la hermana tuya.
—Es Alicia —corregí— y pues si, la Teresa y yo estábamos de visita para que mi tío allá en Los Ángeles, California pues.
—¿Si? Ay, eso por allá es bien bonito, yo quiero mandar a mi Diego a trabajar para allá, no sé si te acordaras de Diego mi hijo, ya va, espérate que voy a buscarlo... ¡Diego!
—No, es que estoy un poco...
—¡Diego!
Mardita sea, tan apurada que estoy yo vale. Tuve que esperar a que el vecino fuera a parar a Diego, el pana se cepillara, comiera y se arreglara.
—Éste es mi muchacho —salió el vecino todo orgulloso mostrando al hijo que tenía una cara e' mayen pero al conectar su mirada de la mía, sus labios se abrieron ligeramente e intentó recobrar la compostura— apenas llegó ayer de Cabima, no sé si te acuerdes de él. Ustedes jugaban juntos de Carajitos.
Verga, de vaina y me acuerdo del novio mio y es por el coñazo e' posters que tengo en la maleta y las 800 fotos que tengo en el teléfono de él.
—Coño, no me acuerdo vecino —sonreí apenada— de todas maneras, soy Alicia.
El pana sonrió y estrechó mi mano efusivamente.
Casi me espenca el brazo.
—Diego. ¿Cómo estás?
—Un poco retrasada, la verdad —me giré hacia el vecino— ¿Será que me puede dar la cola? Porfa, tengo que ir a terminar la labor social y si llego tarde me van a poner inasistencia, y si no hago esa vaina no me graduo.
—Bueno, si va hija —celebré mentalmente— Diego puede llevarte en la camioneta, yo debo quedarme a... si, algo debo hacer sh, anda a llevar a la Teresa mijo.
Ay no, que no sea lo que estoy pensando.
Porque vamos a tener peos y el que encabezará la guerra va a ser el marico del Jorjius defendiendo su shipp hasta la muerte.
—Soy Alicia.
—Si, si, denle la cola a ella también si quieren —le pasó las llaves del carro— pero váyanse ya.
Luego de que literalmente el vecino nos echara de la casa, Diego sacó la camioneta, cerró el portón y luego me abrió desde adentro.
—Perdona a mi papá —habló luego de un rato— a veces es muy salido.
—Nada con lo que no haya vivido ya —masculle.
Después del Jorjius y mi tia, créanme, no hay nadie más salio' que no haya conocido ya.
Estuvimos calladitos un tiempo, la verdad yo ni pendiente, quería llegar cuanto antes porque yo era la que debía firmar la planilla de los recreadores y otras vainas ahí, además no conocía a Diego y en ésos momentos era lo que menos me interesaba hacer.
Él al menos decidió romper el silencio incómodo.
—Así que... ¿Estados Unidos?
—Si, Los Ángeles.
—Hmm... ¿De trabajo o vacaciones? Bueno, ahorita no todo el mundo se da ése lujo de vacacionar.
—Vacaciones, mi tío nos mandó a buscar —expliqué— al principio no fui a buscar trabajo pero después no sé, me dio por tener uno ps, para tener mi dinero. Así que trabajé de Santa Claus en un centro comercial.
—Coño bien —dijo— yo allá en Cabima ayudaba a mi abuelo con los caballos y por las tardes era coleador, me pagaban, no mucho pero me pagaban.
—Hmm... que chévere.
—Y... ¿Qué edad tienes?
—17, cumpliré 18 en unas semanas más —saqué el teléfono y me puse a revisar WhatsApp intentando parecer ocupada porque la verdad, en estos momentos no me apetecía mantener una conversación con nadie.
—Yo tengo 18, los cumplí en Octubre —ahí se encadenó a hablar una vaina que verga, no le paré bolas porque que ladilla mano, en lugar de eso estaba luchando contra mi fuerza de voluntad para no leer los ya, 600 mensajes que tenía de Dylan.
—Se pasó, nawebona... —murmure.
—¿Disculpa?
—Oh, no nada. Continúa.
—Te preguntaba que adónde es que vas.
Empecé a hacer mi mejor interpretación de fiscal porque el niño no se sabía mover por Coro y más de una vez se metió por donde no era y tuvimos que regresarnos, Guiñan había empezado a llenar mi bandeja de mensajes pero no abrí su chat. En el camino le conté a Diego el beta de la labor social y lo más arrecho fue que hizo la misma pregunta que todo el mundo «¿Y porqué agarraron la plaza más grande de Coro?»
Ahí me empezó a hablar que ellos en su labor social habían ido a cuidar viejitos y a pasar las tardes con ellos en un asilo, equis aunque eso sonaba mucho mejor que lo nuestro.
Coño, éste mmaguevo si habla nojodaaaaa
—Me parece que es aquí.
El carro se detuvo justo en frente. En definitiva estaba llegando tarde porque hasta la música habían puesto.
Me giré hacia Diego.
—Pana muchas gracias por darme la cola, de verdad y disculpa la ladilla.
Él sonrió.
—No hay problemas —dijo y luego se apresuró a agregar— dijiste que terminabas al mediodía, después de dejar a mi papá en el negocio puedo pasar a buscarte.
No marico no, tu hablas mucho nojoda, prefiero irme a pie.
—Verga marico no sé —hice una mueca fingiendo estar apenada— la hora de salida no está pautada con exactitud así que ni idea, pero gracias por la oferta.
—Oh... Bueno. Quizás en otra oportunidad ¿Verdad?
Nojoda, Guiñan debe estar claro que tiene que llevarme así sea en burro pero a mi casita.
Asenti. Luego de despedirme de lejitos corrí al interior de la plaza, ya habían llegado algunos niños con su representante, los de la otra sección estaban preparando la sopa al aire libre y algunos de los muchachos estaban jugando football con los carajitos, mientras que algunas de las muchachas estaban ayudando a Guiñan en los juegos recreativos con otros carajitos.
Ni señales de Lourdes así que sin perder más mi tiempo saqué las pinturas y los pinceles. Después de pintarme una P y un 24 en la mejilla, empecé a llamar a los niños para que se vinieran a pintar cualquier mariquera que quisieran.
(...)
—Eso es una telaraña con un Spider-man, ¿Qué más quieres pues?
—¡Pero yo quería un retrato exacto del capitán América! —volvió a quejarse la carajita.
—¿No quieres mejor un dibujo de una flor, una mariposa o cualquier otra vaina?
Negó reiteradas veces.
—No, yo quiero aunque sea el escudo, así como tu bolso —señaló mi fancy bolso del escudo del cap.
—Verga ¿Y tu crees que yo soy Picasso o cómo es la vaina pues?
—No pero al menos agradecería que pintaras decentemente.
Que arrecho, nawebona.
Estaba a punto de decirle sus cuatro vainas en la cara cuando una corneta empezó a sonar. Levanté la mirada al igual que la carajita y nos fijamos en la mini van que había estacionado en frente. De esta empezaron a bajar carajas disfrazadas de payasitas y chamos de igual manera sólo que menos maricos. Algunos traían bombas de globos, otros pelotas, carritos chocones de plástico y un poco de vergas más y otros traían tazas, seguramente con más refrigerios.
—¿Qué es eso? —preguntó la carajita junto a mi.
—Creo que son los recreadores.
—Menos mal —se levantó del banco— voy a ver si uno de ellos sabe pintar decentemente.
Y sin decir más, se fue la muy coñoemadre como si es que yo le hubiese dibujado un webo en la cara o como es la verga, hice ademanes de ahorcarla desde lejos pero luego recuperé la compostura y me recordé una vez más que las divas como yo no deben botar la peluca.
Lourdes fue a hablar con una de las chamas, seguramente la que mandaba de todos ellos, luego me hizo una seña de que me acercara y así lo hice.
—Chama ella es Alicia —le dijo a la caraja— tu, ella es la jefa del centro de recreación.
—Mucho gusto.
—¿Alicia O'Brien? Necesito que firme esto para que el señor O'Brien sepa que la entrega fue recibida.
Verga, ya me casé. No si, Alicia O'Brien.
Aunque no sonaba tan mal, seguramente era una broma de Dylan a mi fan interior para intentar quitarme la arrechera.
Y admito que está funcionando.
—No no, Alicia O'Brien no —le firmé la planilla— es Alicia Rojas Peñalver, el O'Brien es apellido de mi novio.
—Verga ya decía yo —rió— todavía te ves muy joven para haberte casado y no tienes ningún avance de embarazo para decir que tienes una barriga montada.
Puse los ojos en blanco. Lourdes al contrario se echó a reír la muy perra.
—No si.
—Bueno, bueno —me frenó Lourdes— anda a ayudar a los recreadores con los carajitos, yo voy a quedarme aquí con la señorita.
Prácticamente me corrió. Fingiendo indignación me regresé con el círculo de Carajitos que tenía Guiñan para jugar con ellos. Dos de los recreadores se nos unieron y empezamos a bailar canciones infantiles hasta que los carajitos se arrecharon y exigieron canciones de Nicky Jam.
Hasta donde ha llegado la generación del mañana.
Yo en mis tiempos escuchaba a las payasitas Nifu Nifa y a RBD.
—¿Qué quieren hacer ahora? —preguntó un chamo de los recreadores
—¡Oh! Ya sé, payasito Gigantón —habló su compañera muy animada— hagamos una competencia de baile.
Los niños estuvieron de acuerdo por lo que otro de los recreadores fue a ocuparse del sonido.
Admito que quedé loca al ver a una carajita de Ocho años hacer Twerking, nawebona, yo para hacer esa vaina, para empezar, debo tener culo.
Que arrecho.
Estuvimos jugando a ésa vaina como por una hora más hasta que Jeison nos mandó a decir que llevaramos a los niños para darles una taza de sopa a cada uno y luego a los representantes.
—Niños a ver, a ver —llamé su atención— vamos a hacer una fila para irnos a comer una rica sopa, ¿Si va?
No tuve que pedirlo dos veces pues los niños que estaban conmigo y con Guiñan hicieron una fila y nos agarraron de las manos para guiarlos.
—¡Promo 24! ¡Promo 24! —empezó a gritar el loco e' maceta éste— vamos niños, ¡Promo 24!
Los carajitos empezaron a gritar esa vaina y yo me les uní mientras caminabamos hacía los de la otra sección para irles a buscar la sopa. Los otros recreadores imitaron nuestra acción y mandaron a los carajitos a hacer su fila.
Empezamos a repartir la sopa y cada uno se fue a sentar, otros representantes venían con sus tazas y nosotros les serviamos hasta que llegó ésta gente.
—Bueno chama, a mi me echas ahí bastante hueso —me indicó la Teresa con una taza en la mano— no me vas a estafar con la pura verdura.
—A mi tampoco chica —La apoyó mi tía— puro monte y aguason, yo aquí soy la jefa master chef y vengo a degustar esta vaina.
Las miré con ironía pero de igual manera les serví a las muy lambucias.
Después de que todo el mundo de la comunidad comió, las dos secciones comieron lo que quedaba, admito que yo también iba a comer sopa hasta que vi a Jeison ponerle más agua ahí y no pues, eso era un aguasón asi que no.
(...)
—¡Enano! —chilló Guiñan y todos nos agachamos— ¡Gigante! —todos nos incorporamos— ¡Enano! —nos agachamos— ¡Enano! —la única que se incorporó fui yo haciendo reír a los carajitos— estupi...
El sonido de un camión de carga lo interrumpió. Todos volteamos a ver y éste tenía el equipo a todo volúmen. Los niños fueron llamados por los recreadores que fueron hacia el camión y como uno es entrepito también fuimos a ver.
—¡Muy bien niños! —habló un chamo por un micrófono— ¿A quién le gustan las sorpresas?
Los carajitos empezaron a gritar.
—Pues aquí traemos una para ustedes.
—No nosotros —la corrigió el chamo— nuestro invitado especial, ¡Bozo el payaso!
Dos de los chamos abrieron la parte de atrás del camión y al abrirlas de par en par, varios globos de helio salieron de él hasta elevarse al cielo. Cobres perdidos.
Al desaparecer todos y cada uno de ellos del camión, dejaron a la vista a un colorido payaso.
Coñoesumadre un payaso.
Mis nervios se dispararon arrechamente, tanto que tuve que agarrarme las manos para evitar que empezaran a temblar, no funcionó.
El payaso saludó a los niños efusivamente desde el interior del camión sin decir palabra alguna. Llevaba puesto unos pantalones holgados rojos, zapatos largos color mostaza al igual que un chaleco y una camisa blanca a rayas rojas sin mencionar una peluca azul, su nariz roja y su cara completamente blanca con asentuaciones en los ojos, la barbilla y la boca. Era casi parecido a Ronald McDonald si tan sólo su peluca fuera roja.
—Bozo ha traído regalos para ustedes, ¿Verdad, pana? —el payaso asintió.
Los niños se emocionaron aún más al escuchar la palabra regalo.
—Por favor hagan una fila de niños y niñas, así Bozo les entregará algo.
Los carajitos salieron escopetados a hacer la fila dándose empujones y echándose coñazo para ver quién era el primero.
Mi infancia
—Sin coñazearse —ordenó Guiñan— ¡Sin coñazearse!
Los carajitos pararon bola y se pusieron a hacer su fila. El payaso empezó a repartir los regalos con una enorme sonrisa por cada niño que lo saludara. Por un momento aquella mirada cayó en mí y no pude evitar retroceder un paso.
Le tenía un miedo arrechisimo a los payasos, menor. Y ése se parece al coñoemadre de IT.
—¿Qué tienes? —preguntó Guiñan suavemente. Negué para mi misma tratando de hacerle entender que no quería hablar de eso— Lily, estás temblando, ¿Es por el payaso ése?
Asenti.
—Es sólo un payaso, sólo ignoralo.
—Tenía entendido que los recreadores traerian los juguetes, no un pa... paya... payaso.
—Bueno, tal vez venía incluido con el paquete.
Si, seguramente debía ser esa vaina. Intenté ignorar la vaina y fui a buscar mi bolso para sacar dinero e ir a comprarme una frescolita a la bodega. Esa vaina estaba en la parte más profunda de toda la reguera de bolsos de mi salón, que arrecho vale.
Tomé mi perol y le avisé a Luldes' que iba a la bodega, la mardita me dio permiso con tal de que le trajera un pepito. Me fijé que todos los carajitos se dispersaron al rededor de la plaza a abrir los regalos y jugar con su vaina. Caminé un par de esquinas pendiente de que no viniera un choro y pudiera robarme.
Al llegar a la bodega compré una cocacola porque eso es lo único que había y el pepito de Lourdes, menos mal que me había traído la tarjeta de mami porque quién coño tiene efectivo ahora?
Estaba caminando de regreso a la plaza cuando siento que alguien me toca el hombro. Giré creyendo que era el marico de Guiñan ya que siempre ha tenido la costumbre de joderme así pero me equivoqué.
Al verlo me paralice, la botella de plástico y el pepito se me cayeron de las manos y mis labios al igual que todo mi cuerpo empezaron a temblar, como si una fuerte corriente hubiera recorrido mi espina dorsal.
—Pa...pa...paya... ¡Payaso!
Sus guantes cubrieron mi boca para evitar mi grito. Su rostro mostraba diversión y sus ojos mieles estaban llenos de complicidad.
Menor, me voy a orinar. Te juro que me voy a orinar.
—Sueltame mmaguevo... —intenté apartar sus manos pero en lugar de eso pareciera que le hubiese dicho lo contrario porque de un momento a otro sucedió como en un parpadeo.
Bozo el payaso me estaba besando.
Y no lo hacía para nada mal, de hecho, podría hasta jurar que...
Gruñi y con un impulso que tomé, le di sendo rodillazo en el bowe.
—¡Por el amor de Dios, Alicia! ¿Qué pasa contigo? —chilló levemente inclinado mientras llevaba sus manos a su zona.
—Vuelve a hacer eso y te dejo sin webo.
—Alicia, soy Dylan.
Me crucé de brazos.
—Lo sé, ¿Porqué crees que lo hice? —Me miró con indignación desde su posición— no me mires así, nojoda. ¿Qué haces en Venezuela cuando específicamente te dije que no vinieras?
Él a duras penas logró incorporarse luego de recoger mi pepito y mi refresco.
—No contestabas mis mensajes.
—A la verga, no por eso tenías que viajar de un país a otro. Pudiste llamarme.
Levantó una ceja mirándome mal.
—¿Me hubieses contestado?
—Si —Me miró con ironía— está bien, no. Pero de igual manera, estás loco.
—Estaba preocupado, ¿Qué querías que hiciera?
—¿Esperar a que regresara a Estados Unidos, tal vez?
—De igual manera ibas a ignorarme, te conozco —verga, ¿Khomo lo zupo?— sólo quiero arreglar las cosas, lo de Britt fue un malentendido, si quieres puedes preguntarle a Holland.
—Yo no estoy arrecha nojoda —dije arrecha— a mi no me importa Britt, por mi puedes hacer lo que te de la gana.
—Cariño... hey... ¡Regresa! —se me pegó atrás. Por instinto me aleje bastante lo cual le extrañó— ¿Qué tienes? Estás temblando.
Tragué fuertemente y traté de hablar sin que los dientes me castañearan
—Tu... Dylan... tu... pa... pa... paya... ¡Payaso!
Fruncio el ceño, pensando el porqué de mi actitud hasta que pareció recordarlo.
Maldijo entre dientes.
—Lo siento preciosa —se quitó la peluca, la nariz y con los guantes intentó quitarse el maquillaje— lo siento, lo siento, había olvidado tu Coulrrofobia
Frotó su cara reiteradas veces hasta que por fin logró quitarse el maquillaje. Solté el aire que estuve reteniendo por los nervios.
—¿Mejor? —asenti— en serio perdón, juro que lo olvidé.
Negué.
—No importa, de verdad.
—Si importa, seguramente estuve alterando tus nervios desde que llegué —revolvió su cabello, arrecho consigo mismo— lo siento.
—No importa, en serio —repetí.
Su mano desnuda acarició mi mejilla y mi piel no pudo resistirse ante su tacto. Que webo.
—¿Puedes perdonarme? En serio, juro que estaba en Starbucks acompañando a Holly a comprar un café cuando ella llegó —habló rápidamente— ni siquiera sabía que estaba allí, de hecho chocamos accidentalmente con ella y digamos que sin querer le lancé los cafés encima.
Al escuchar aquello último intenté no reír, en serio.
¿A quién engaño? Rata nací y rata me moriré.
Me empecé a reír burda.
—¿En verdad? —él asintió.
—Pregúntale a Holland si no me crees.
Volví a reír. Ser gocho al fin le funcionó de algo. Ya me imagino a esa perra pasando pena toda cubierta de café.
Sé que voy a arrepentirme de lo que voy a hacer.
—Dylan.
Me miró fijamente con esa mirada tan cuchi de él.
—¿Sí?
Me paré de puntas ya que ése mmaguevo estaba como que más alto o yo me estaba encogiendo, no sé. El punto fue que enganché mis brazos en su cuello y lo atraje a mí para poder besarlo lentamente.
Tardó un poco en reaccionar al parecer pero al hacerlo, me devolvió el beso con mayor intensidad, envolviendo sus brazos en mi cuerpo y levantándome ligeramente. 15 Días marica, 15 Días sin vernos parecían una eternidad.
—Te amo, mariquito.
—También te amo, Boni...
¿Recuerdan el sonido de un disco pararse rápidamente? Pues así debió sonar justo ahora.
—Vamos a tener que hablar de ése apodo —me volvió a besar casi distrayendome— pero en otro momento.
Le escuché reír.
Le recordé que debíamos regresar a terminar con la labor social a lo que él estuvo de acuerdo, por alguna razón amaba demasiado a los niños, yo también pero verga, de lejitos se ven más bonitos. A mitad de camino entrelazó nuestros dedos produciendo la misma corriente que me invadía cada vez que lo hacía.
—Oye... ¿Dónde podría quitarme éste disfraz?
—Creo que en casa de Lourdes, deja que le pregunte ¿Trajiste tu ropa? —él asintió— dale, te espero en el camión, ya vengo.
Y cuando estaba por caminar hasta que Lourdes, sentí cómo tiró de mi brazo.
—Quiero un beso, por favor.
Sonreí al escuchar aquello y sin más, cumplí su petición.
(...)
—Mucho mejor —sonreí al verlo con sus típicos jeans negros, las adidas blancas de rayas verdes que usa para viajar y una camisa básica blanca.
Se veía sencillo pero no dejaba de verse hermoso.
—¿Porqué hace tanto calor aquí? —preguntó mientras sacaba su teléfono. En seguida se lo quité— Hey...
—¿Qué se supone que haces?
—Estaba a punto de escuchar música, ¿Por? —preguntó como si fuera la verga más obvia del mundo.
Me eché a reír.
—Mijo, mientras usted esté en Venezuela olvidese que va a usar ésta vaina —moví su teléfono— fuera de mi casa o en un sitio en donde yo me sienta segura.
—¿Porqué? Es sólo un teléfono, ¿Qué podría pasar?
—Dy. Aquí el hampa te roba hasta las ganas de vivir. Por primera vez parame bolas. Dígame un IPhone, aquí para comprarse esta vaina hay que gastar más o menos el sueldo de un año, ya te imaginarás lo valioso que es.
Hizo una mueca.
—Bien, lo guardaré.
Le extendi el teléfono y él lo guardó en su bolsillo. Se lo volví a sacar.
—Error, si vas a guardar tu teléfono debes guardarlo bien, observa —Levanté mi camisa sin pena alguna porque total, ya me ha visto en pelotas, y le mostré cómo me guardé el teléfono en el sostén— así lo hago yo.
Sonrió picaramente.
—¿No quisieras guardar el mío?
Le metí un manazo tras la cabeza por marico y después me acerqué a él para guardarle el IPhone en la cadera del pantalón.
—Bien, regresemos a la plaza.
Me hizo un guiño cuando entrelace nuestros dedos. Me asegure que se hubiese traído el bolso y luego cerré la casa de Lourdes. No me preocupaba tanto que reconocieran a Dylan porque aquí lo que les gustaba era puro Ozuna y HTV, eran pocos los que conocían a Ed Sheeran y habían visto Maze Runner porque Teen Wolf ni sus luces. Al llegar a la plaza con Dylan Teresa estaba echando vaina con Lourdes, al parecer el evento ya había terminado y los muchachos ya estaban empezando a recoger.
—¡Dydy! —gritó Teresa al ver a Dylan y luego se le tiró encima. Dylan se echó a reír— nawebona e' pegoste, ¿Qué haces aquí?
Dylan la bajó.
—Vine a arreglar las cosas con tu hermana, algo que luego te contaré —la miró de manera cómplice.
—Fuegooo.
—Verga, la que se metió a gringa ahora —habló Lourdes— ¿Tu no ibas dejando inglés, carajita?
—Luldes' tu tienes que entender que mis labias son internacionales pues —presumió— éste pana tiene un amiguito que pej, me gustaba y no podía echarle los perros si no me entendía un coño, hubiese sido tipo: «mi, querer echarte los guau guau a yu»
Lourdes se echó a reír.
—Dy, ella es mi profesora de deporte, Lourdes —la presenté— Luldes' él es Dylan, el jevo mío.
—Simplemente voy a estrechar mano porque yo no sé Open Ingichs —estrechó la mano de Dylan.
Dylan le sonrió.
—Es todo un placer, señora.
—Tu también chamo, tu mamá por si acaso.
Me empecé a reír.
Ésta es marica.
—Ah, por cierto —interrumpió Teresa— la pajua de la tía Maythe me dejó botada contigo aquí en ésta mierda nada más para irse a comer con Alfonso.
—Ya va, ¿El guardia? —Teresa asintió— verga, ¿Y cómo se fueron?
—En la moto, hubieras visto a la muy mardita montada en la mierda esa.
Pelé los ojos.
—¿Y nosotras cómo coño nos vamos?
—Eso es lo que te iba a decir, pues...
—¿Listas? —Diego la interrumpió.
Ya va, ¿DIEGO?
—¿Diego?
El pana sonrió y se acercó a darme un beso en la mejilla.
El cual no pudo darme gracias al madre Jalón me metió Dylan casi espencandome el brazo.
—¿Qué haces aquí?
—Tu mamá me pidió el favor de buscarlas.
Mami cagandola como siempre, que raro.
Miré a Teresa y ésta simplemente se encogió de hombros, miré a Dylan y pues...
No sé si eso era la cara o el culo.
—¿Quién es?
Diego fruncio el ceño.
—¿Gringo?
Ambos me miraron, Dylan dio un ligero apretón a mi mano y Diego trató de llamar mi atención.
—¿Quién es él? —me preguntaron dos voces.
Una en inglés y la otra en español.
¿En qué peo me metí?
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