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Capítulo trece: Un pasado sin resolver.

Hacía tiempo que Negatividad no veía algo tan bello como Codece. El camino que tomaban era lento, pero merecía la pena cuando observaba cada detalle que la rodeaba, por mucho que fueran bosques, estos radiaban una vida que le hacían sentir inusual. Pasar de la desgracia a la esperanza en mundo que había sufrido unas consecuencias tan graves que pudieron superarlas.

Veía el asombro en Kamico, quien estaba agarrado a su lado en el caballo que estaban montados. El joven no paraba de soltar expresiones de asombro. Ojos llorosos eran presentes ante la felicidad que sentía. No le culpaba, más si estaba en un planeta que no era ni el suyo.

—¿Tienes ganas de visitar todo este mundo? —preguntó Negatividad.

—¿¡Qué si quiero?! ¡Negatividad! Ojalá pudieran entender lo que es esta emoción. Es algo impensable para los humanos. Es cierto que tenemos muchísimas maravillas y que algunas superen esto, pero pensar que esto es real y que hay una belleza... ¡que no puedo describir! Es como magia constante a mi alrededor, y me encantaría que mi hermana viera esto —explicó Kamico, moviendo sus brazos con cuidado de no caerse.

Negatividad soltó una leve risa, mirando hacia enfrente para soltar un suspiro.

—¿Sabes? Una parte de mi me dice que yo viví esa maravilla, pero en otro planeta —habló con cierta nostalgia y dolor mezcladas. Kamico se movió un poco para poder ver su rostro—. Cuando Eymar dijo esas palabras algo en mi interior chi-chilló y empecé a ver miles de imágenes que no pude comprender.

Kamico bajó un poco la mirada.

—Debe de ser duro...

Negatividad sonrió con cierta tristeza, pero negó rápidamente con su cabeza.

—Me da esperanza, Kamico. Porque lo que vi ahí era a Ànima y había más gente que no reconozco, pero sé que era en un momento donde Pyschen no la tenía bajo control. —Tales palabras hicieron que Kamico soltara un leve gemido de asombro. Negatividad se giró para mirarle con una sonrisa tranquila—. Si Rima me ayudará a recuperar mis memorias como hizo con Ànima, estoy más que lista para afrontar el dolor que haya de por medio.

Vio como abría sus ojos como nunca. Kamico se quedó en silencio sin saber donde mirar, pero pudo afirmar con decisión al final.

—Cuentas con mi ayuda, también la de Mikuro y todos. Lo sabes bien.

Esto calmaba parte de sus preocupaciones, pero no quitaba la angustia que crecía en su pecho. Bloqueaba la respiración, creaba un tapón en su esófago. Deseaba gritar para expulsarlo, pero no lo hacía al respirar hondo y cerrar sus ojos por un momento, centrando sus ideas y haciendo frente a lo que había vivido hace poco.

Esa voz masculina que había en su interior la estaba cuidando. Le decía que no tuviera miedo a esos recuerdos a pesar de ser demasiado dolorosos.

Abrió sus ojos y pronto pudo adentrarse en el puente de cristal. En vez de atravesarlo con los caballos, fueron caminando a paso ligero, adentrándose por los bosques que a Negatividad le eran familiares porque ahí mismo fue donde fueron atrapados por las Sytokys.

Se mantenía alerta a los planetas que tenía Rima. Le decía que su actuación no sería igual a la de Ànima, ya que en su momento era por una gran prueba que hizo como elegida. En este caso, sería una más privada donde los elegidos y su grupo serían presentes.

Aunque no eran solo ellos.

—¡Mamá, mamá! ¿¡De verdad vamos a ver actuar a Rima?!

El pequeño de ojos azules estaba junto a Lizcia, sujetando su mano con cuidado con una brillante y adorable sonrisa presente. Vestido con las ropas propias de un joven príncipe, no se separaba de ella, aunque si por él fuera, habría pedido que su padre también viniera, pero su tarea ahora era el doble al saber que la reina no iba a estar por un tiempo desconocido.

—Sí, mi niño. Vas a ver las actuaciones que tantas ganas tenía de ver —aseguró Lizcia en un tono maternal, acariciando el cabello castaño de su hijo llamado Neu.

Ante sus palabras, el pequeño dio saltos de emoción, queriendo llegar lo antes posible. Esto solo hizo enternecer el corazón de Negatividad, pero no se distrajo demasiado y siguió adelante, adentrándose en la grandiosa plaza principal hecha de cristal en donde la hermosa sinfonía les daba la bienvenida.

Daba pasos cuidadosos al no saber si iba a romperlo, aunque Rima le decía que no tuviera miedo y siguiera adelante como hacía Neu, quien correteaba de un lado a otro e incluso se atrevía a mirar a las demás Sytokys que, ante su presencia, daban su debido respeto a los elegidos y la reina.

Cruzando por los puentes, pronto pudieron ver el escenario que se refería Rima. Negatividad frenó sus pasos cuando lo vio, respirando lo más profundo posible para sentir escalofríos en su espalda.

—Pensar que tú estuviste aquí, Ànima —susurró, viéndose en sus labios una sonrisa apenada.

Vio como Rima empezaba a planearlo todo, aunque no estaba sola. A su lado se encontraba Lasi, quien se enteraba de toda la situación en cuestión de minutos. Se podía ver como cruzaba sus brazos con una sonrisa, negando con su cabeza al ver como Rima seguía siendo igual de caótica y energética en sus actuaciones.

Mientras se ponían a ello, Negatividad no pudo evitar mirar todo su alrededor. No era la única, Kamico y Mikuro observaban con asombro el escenario semicircular decorado por cortinas azuladas junto a los asientos hechos de madera, como si la propia naturaleza de aquel bosque quisiera ser participe de las actuaciones que se hicieran ahí.

—¿Nerviosa? —preguntó Lizcia, tomando por sorpresa sus palabras—. Oh, perdón. No quería asustarte.

Negatividad la miró y sonrió calmada.

—Un poco, no voy a mentir. No tengo ni idea de lo que va a pasar.

—Todo irá bien. En su momento con Ànima fue... bien.

Negatividad alzó la ceja.

—¿De verdad?

Lizcia soltó una risa tranquila.

—Antes había anomalías amenazándonos. Intervinieron en medio de la actuación, pero fue el mayor que hicieron al retarla. Si la hubieras visto, posiblemente te habrías asustado ante su poder liberado y recordándolo todo —explicó Lizcia.

Antes de que Negatividad pudiera decir algo, Neu empezó a dar pequeños saltos y a hablar con emoción:

—¡Mamá me habló mucho de ella! ¡Era increíble y poderosa! ¡una diosa de la oscuridad en toda regla! —admitió, viéndose como movía sus bracitos—. Gracias a esas historias ya no tengo miedo a la noche. Me imagino que ella está ahí cuidándome y haciendo frente a esos monstruos en mis pesadillas.

Negatividad soltó un suspiro con una sonrisa dolorosa, agachando su cabeza por un momento para luego levantarla y ver al pequeño.

—Y créeme que es así, pequeño. Lo es.

«Y haré lo que sea para Ànima vuelva a ser la que era. Que despierte y nos ayuda a acabar con esto de una vez».

Lizcia sonrió apenada ante sus palabras y se acercó para abrazarla de un lado. Este simple gesto hizo que la mirara y juraba ver a alguien demasiado brillante, tanto que incluso... parecía ser una versión de si misma en otra vida.

—¡Todo está listo! —chilló Rima desde el escenario—. ¡Qué la actora principal pase en escena por favor! ¡Y que nadie la interrumpa o me voy a enfadar!

Negatividad soltó una pequeña risa, pero obedeció y subió por las pocas escaleras hasta quedarse al lado de Rima.

—Bien. Quiero que te sientes en el suelo —pidió Rima. Negatividad frunció el ceño—. ¡nada de preguntas! ¡Tú sigue mi ritmo y ya!

—E-Está bien...

Obedeció, sentándose de piernas cruzadas y mirando al escenario. Vio la expectativa en cada uno de ellos, lo que le creó cierto pánico en su interior y cerrara sus ojos. En el momento que lo hizo, pronto escuchó los instrumentos rodearla.

El piano era tocado con delicadeza y cuidado junto al ritmo marcado que se escuchaba de fondo. Con ello, el violín intervino con sutileza, haciendo así que los oídos de Negatividad fueran envueltos en un aura de tranquilidad que no solo la afectó a ella.

Mientras las dos artistas musicales hacían su trabajo con cuidado, Kamico estaba atento con los ojos bien abiertos. Veía algo que lo dejaba sin palabras. Un brillo. Grietas que se formaban en la piel de Negatividad. Desde los brazos hasta su cabeza. No parecía hacerla daño por como se mantenía firme sentada en el sitio con un rostro calmado.

Siguió escuchando los instrumentos, y no iba a mentir, la melodía si bien era bellísima, sentía que le faltaba algo al respecto. No era músico, claro que no, pero era obvio que en el tiempo que se había dedicado a practicar como futuro actor, cantante o danza, le faltaba algo que en este mundo era imposible de acceder.

Ritmo tecnológico.

Y si, era la mayor locura que se le podía ocurrir, pero tenía la idea perfecta para ello. Desde que Negatividad le había dado el brazo, notó que podía tener ciertas propiedades un poco inusuales.

Entre ellas, un cambio de voz y a la vez, usar su móvil para crear ritmos propios de una canción que diera esa esperanza.

Sin permiso alguno y con toda la improvisación del mundo, se unió a la sinfonía que creaban Lasi y Rima. Su aparición hizo que los presentes se sorprendieran, pero no hicieron nada cuando vieron como Kamico subía el volumen de la base de la canción. Tecnología junto a la belleza de unos instrumentos bien afinados y tocados con una clara experiencia.

Ahora era atreverse a cantar, algo que jamás pensó que haría en su vida.

https://youtu.be/nA30VTwMO4k

Su voz resonaba en el escenario y era como si esta fuera una magia que para los presentes, incluso para Rima, era imposible de describir. Para ella lo que veía eran notas musicales azuladas con un reborde plateado, marcando esa parte robótica que tenía a su lado junto a ese ritmo que creaba desde ese dispositivo tan inusual que no podía describir, pero que creaba una sinfonía que sus oídos jamás habían escuchado.

Era una maravilla que no podía comprender, pero creaba una sinfonía en el que sus ojos veían un avance, una opción de crear miles de instrumentos nuevos en el que las notas cambiaban a un color distinto. No solo era morado. No, eran colores que podían ser tristes, pero la voz dulce y esperanzadora del joven, daban una vuelta completa. Creaba magia con su voz, a su alrededor creaba destellos que hacían de él alguien que sentía desde lo más profundo, un joven que a pesar de sus debilidades, luchaba por el bien.

Lloraba, pero seguía manteniendo la sinfonía junto a su hermana, que también se quedó sin aire ante su intervención. ¡Qué improvisación e intervención tan inesperada! Hacía que sus corazones bombearan al ritmo de la canción y que con ello miraran a Negatividad con decisión.

Confiaban en que despertara con sus recuerdos. Confiaba en que esta melodía que mezclaba dos mundos distintos, la hiciera abrir sus ojos.

Y lo hacía.

Desde lo más profundo del corazón de Negatividad, la capa de luz que amenazaba su corazón oscuro, pudo por fin adentrarse. La llenó de ese color amarillo hiperactivo y adorable. La llenó de unas emociones puras y llenas de fuerza y emoción. Deseaba saltar, correr y chillar de emoción como una cría pequeña, pero no lo hacía cuando se giraba y veía a la figura masculina de colores amarillentos y blancos con una sonrisa dulce.

Le reconocía. Claro que lo hacía. Corría hacia él para abrazarle.

Pero en el momento que se acercó, el pasado la azotó de los peores recuerdos que su mente bloqueaba para protegerla. Liberándola de todo ese dolor que había olvidado. Desde principio a fin.

Hasta llegar lo que era hoy.

Negatividad era el cuerpo.

Luminosa era el alma.

Cuando recordó todo lo que había vivido en un destello de luz que la impactó a la cabeza, cayó de rodillas al suelo de esa realidad. Tembló como nunca, siendo incapaz de levantarse. Lloraba sin poder evitarlo. Respiraba con dificultad.

Pero escuchar aquella música hacia que girara su cabeza, viendo a cada uno de los dioses. Sus imponentes presencias, sus bien distinguidos poderes. Cada uno de ellos brillando en diversos colores, pero no podía evitar ver a la que más amaba, a la que brillaba en unos colores que la dejaban hechizada en el sitio, contemplándola como si fuera lo más hermoso que pudiera ver jamás en su vida.

Levantaba su mano. Deseaba verla a su lado, pero cuando hacía ese gesto, se desvanecía en la niebla.

Y veía aquella que se reía de su muerte.

Podría tener miedo. Podría rendirse y temer por su vida, pero ya no tenía sentido cuando sabía lo que había vivido. Una segunda oportunidad. Una en donde fingió ser alguien, pero era por protección y todo había salido demasiado bien a pesar de las consecuencias.

No estaba muerta por segunda vez. Ahora era ella la que tocaba salvarla. Era ella la que le tocaba moverse y no rendirse jamás.

—Aunque llegaras tarde, fuiste a por mi y luchaste como nunca. Mantuviste una misión que aun a día de hoy no pudiste completar —pronunció, levantándose del suelo para mantenerse firme en medio de la oscuridad y la niebla que había a su alrededor. Miró con firmeza, incluso desafiante hacia su enemiga para mover su mano derecha y sonreír confiada—. Déjame esta vez ayudarte, Ànima. Déjame ser parte de esa misión para acabar con este cruel destino de una vez.

En el escenario, los presentes vieron como las grietas que consumían a Negatividad dejaban atrás esa piel oscura, mostrando la verdadera apariencia que los dejaban sin palabras, incluso para los elegidos que podían más o menos reconocer quien era.

Entre todos los presentes, Kamico daba varios hacia atrás con lágrimas en sus ojos, siendo incapaz de comprender tal belleza que había ocultado. Ahora comprendía esas grietas. No eran heridas, era una versión de ella que jamás había podido sacar hasta ahora.

Parecía que Negatividad iba por fin despertar, pero el grito de Mikuro hizo que todos despertaran y se giraran.

—¡Nos atacan!

—¿¡Q-Qué!?

Se giraron de inmediato para ver en los bosques a las sombras ocultas entre los árboles. Movían sus manos inestables, hechas de una materia grisácea que parecía moverse mediante el ruido que había a su alrededor. Mikuro fue la primera en actuar, congelando el suelo de forma que llegara a estos, pero su acción solo hizo que varios de estos seres jamás vistos en Codece, atacaran con lo que tenían en sus manos.

Cuerdas, hilos y lanzas aparecían para atacar. Los elegidos no dudaron en hacer frente a todo para evitar que el desastre fuera a peor, mientras que Kamico se mantenía al lado de Negatividad, moviendo su brazo izquierdo para atacar con la electricidad. Tenía un 100%.

En ocasiones miraba hacia su compañera. Aun no despertaba y esto le ponía un poco ansioso, pero a la vez confiaba en como los demás se movían con habilidad y fuerza. No le quitaba ojo a Lizcia, protegiendo a su hijo a toda costa.

Hasta que vio una de las lanzas ir en su cabeza.

—¡Lizcia!

Kamico, sin pensarlo dos veces, se tiró de golpe para ponerse en medio, recibiendo la lanza en su hombro derecho. Escupió sangre ante ese impacto, pero se mantuvo firme, moviendo su brazo izquierdo para disparar hacia aquel ser de materia grisácea y matarlo de inmediato. Pronto se giró hacia el pequeño, viendo como este estaba con ojos llorosos sin saber dónde mirar.

Para cuando quiso decir algo, el susurro a su oído izquierdo hizo que se quedara totalmente paralizado.

«¿Qué se siente vivir bajo una constante mentira? ¿Qué se siente ser tan dependiente de ese brazo tan interesante?»

Esa voz llena de odio, una que le hizo le dejó sin aire, sin saber como reaccionar. Veía al pequeño, agarrándose a él como si fuera lo único que pudiera protegerle en ese momento, y eso le hacía sentir mal al saber que no tenía la valentía de Andrea, aun con las capacidades que tenía de su lado.

Se daba cuenta que a lo que se enfrentaban era una diosa que no conocía ningún tipo de compasión, y que antes de matar, torturaría al usuario durante el tiempo que deseara, y más.

Aun con el pánico encima, aun con todo el miedo consumiéndole por dentro, se giró y miró de reojo a los enemigos que iban apareciendo en su camino. Veía como los demás también luchaban con lo que tenían. Fuego, música, flechas, luz y magia. Todo era combinado de forma que creaba un espectáculo donde la fuerza y la valentía eran presentes.

¿Él debía de ser menos?

¿Debía de ser menos...?

«He vivido la muerte en mis propias carnes —se dijo, apretando sus dientes—. ¡No voy a dejar que algo como me eso me intimidé cuando vi a la propia Muerte en mi último suspiro!»

Sin dudar, agarró al pequeño con su brazo malherido para mantenerlo apretado a él, y sin dudar, soltó la electricidad de su brazo izquierdo. Se movió de un lado a otro, zigzagueando entre los enemigos que morían ante tal elemento adentrándose en su cuerpo. Se mantenía firme, atento a los demás, sin quitarle ojo a Negatividad quien aun seguía sin reaccionar.

—Agárrate bien, pequeño —pidió Kamico, mirándole de reojo.

Neu hacía caso, agarrando con sus pequeñas manos el hombro malherido de Kamico, pero no le importaba. Se mantenía de pie, esquivando los ataques y moviéndose mientras iba acercándose a Negatividad.

Una vez lo consiguió, dejó el pequeño en el suelo y entró en pánico cuando los enemigos que había presentes, fueron en dirección a él.

Kamico levantó su brazo izquierdo en una mirada llena de decisión y apretando sus dientes, impactó la mano izquierda contra el suelo.

—¡Jamás! —chilló, creando a su alrededor un campo de electricidad en el que protegió a los dos, impidiendo que estos pudieran siquiera adentrarse. Intentar atacarle era inútil, y más cuando esa electricidad destrozaba y mataba sin compasión alguna.

La sonrisa de Kamico era presente aun sabiendo que perdía batería, pero no le importaba si con ello los protegía. El cansancio le iba azotando poco a poco, pero se mantuvo firme.

Hasta que sintió una mano en su brazo derecho.

—¡Déjame ser participe de esta luz tan electrizante! ¡Por favor!

Se quedó impactado ante aquella presencia brillante llena de energía. Vio como movía sus manos, reforzando el escudo con una luz que logró cegar a los enemigos. No conforme con eso, se levantó del suelo y desapareció en cuestión de segundos para luego volver, notándose el cansancio en su respiración apurada.

—¡Oh! Hacía tiempo que no usaba así mi poder —exclamó emocionada para luego mirarle—. Ya puedes dejar de usar la electricidad.

Kamico hizo caso, viendo como esos enemigos ya no eran presentes, de hecho, muchos de estos se retiraban ante tal suceso, sabiendo que no servía de mucho seguir atacando.

La calma llegó ante tal inesperado momento, pero dejaba una clara angustia en los demás ante un ataque tan inesperado como ese. Kamico bajó la mirada viendo como Neu se quedaba boquiabierto ante la presencia de la mujer brillante.

—¡Tú no eres Negatividad! —gritó Neu con impacto.

La chica sonrió con dulzura, ladeando la cabeza hacia la derecha.

—No. No soy Negatividad, aunque era una buena amiga, hay que decirlo. —Rio con dulzura—. No. Yo me llamo Luminosa. Y es raro decirlo, pero... supongo que ¡soy la diosa de la Luz!






N.A:.

No estoy llorando. Tú lo estás.

Ta madre encima con la canción puesta no paro de llorar. 

Bienvenida de vuelta Luminosa :D

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