5.- La gloria no siempre es duradera
JAYDEN
Solía ser un idiota, o al menos, eso es lo que mis amigos decían en ocasiones.
Asher decía que, si no fuese mi mejor amigo, me daría una patada en el trasero por arrogante.
Kyle repetía constantemente que un día alguien intentaría darme un puñetazo, decía: no importa que tan campeón seas, un día alguien querrá hacerte mierda.
No solía tomarlo con demasiada seriedad, al menos no hasta este día.
—Perdió a su madre, idiota —dice Asher —no fue buena idea que intentaras molestarla.
Me rasco la parte trasera del cuello, deslizo la mirada hacia los jardines de la universidad, en donde Tessandra se encuentra con su hermana pequeña. Esa adorable niña que me recuerda a Juls, tengo que obligarme a retener la sonrisa cuando recuerdo la manera en la que aventó el color contra mi pecho para defender a su hermana, no puedo cuestionar los métodos.
—No tenía idea —me excuso volviendo la atención a mi amigo —nos molestamos siempre.
Asher sonríe.
—Aún recuerdo cuando iba detrás de ti todo el rato —resoplo.
Tessandra Green durante el primer año de la universidad tenía una amabilidad exorbitante, en ese tiempo comenzaba a enfocarme en el boxeo de manera profesional, y estaba por tener mi primera pelea.
Evidentemente no mostré demasiado interés, no necesitaba preocuparme por la chica que merodeaba a mi alrededor, es decir, Tessandra era así con todos, sonriente, alegre, amable. Claro...antes de convertirse en la fría reina de las apuestas.
—No estamos hablando de eso —intento desviar el tema —no quiero parecer entrometido, pero...
—Dicen que sobredosis con pastillas para dormir —arrugo las cejas —no sabemos en realidad, son solo rumores. Pero ya sabes, nadie se atreve a decirlo en voz alta.
Evidentemente nadie lo haría, Tessandra no es una chica con la que pudieras meterte y salir ileso. La cicatriz por el golpe con la botella y el dolor de espalda que me acompañó luego de su demostración de artes marciales me lo dejó muy en claro.
—Que jodido —le doy un trago a la botella de agua —¿ella cuida de su hermana?
Asher asiente, mirando brevemente a la pelirroja.
—Podrán decir muchas cosas de la reina, pero es digna de admirar —dice con firmeza —tal vez si merece el sobrenombre de reina.
Se incorpora del asiento, con una sonrisa que me deja saber que sus palabras tienen una doble intención. Resoplo, me incorporo también colgándome la mochila en el hombro antes de apartarme del asiento y girar hacia el pasillo.
—Que sea amable, o considerado, no significa nada —aclaro —así que, por favor, ahórrate esas absurdas teorías.
Asher eleva las manos en un signo de rendición, pero la sonrisa burlesca que mantiene en el rostro me hace continuar deseando practicar con él ese gancho que he estado perfeccionando.
Le dirijo una mirada rápida a Tessandra cuando atravesamos los jardines, ella mantiene a su hermana pequeña a un lado, dándole una especie de galletas que comparte con sus amigas. Dejo de mirarla porque soy consciente de que Asher no dejará pasar ni un solo gesto y realmente no deseo que me tome como objeto de sus bromas.
Kyle espera por nosotros en el estacionamiento. Justo a un lado de mi precioso auto, una sonrisa ladeada se apodera de mis labios conforme nos acercamos y nuestro amigo nos ubica. Pasa las manos por sus risos, sacudiéndolos y adoptando esa pose de "chico sexi" con la que Asher y yo siempre lo molestamos.
—¿Usando mi auto para impresionar a las chicas? —lo miro divertido
Kyle se aparta del auto, mirándolo por un segundo más antes de mostrarnos su celular.
—He conseguido dos números telefónicos nuevos —arquea la ceja un par de veces y reímos.
—Todos saben que ese auto le pertenece a Jayden —dice Asher —no seas demasiado fantasioso, Ky.
Nuestro amigo nos lanza una mirada de fastidio. Guarda el celular en su bolsillo trasero y aguarda hasta que le he quitado la alarma al auto para subir.
Nos metemos dentro, el auto enciende con un rugido que me hace sonreír y salimos del estacionamiento a velocidad.
Por los altavoces comienza a escucharse a Imagen Dragons, y sonrío al reconocer la canción.
—El himno de nuestro campeón —dice Asher mientras sube el volumen del estéreo.
La canción Enemy hace vibrar el auto, las voces de mis amigos se combinan con la mía mientras cantamos a todo pulmón las letras que me acompañan cada que salgo al pasillo rumbo al cuadrilátero.
Acelero por la carretera libre con el viento impactándonos de frente, mi cabello se sacude y sonrío al disfrutar de la velocidad.
Tengo una semana libre de entrenamiento, mis entrenadores suelen darme unos días entre meses para darle a mi cuerpo un poco de descanso, para ponerle pausa a los intensos entrenamientos antes de tener que continuar mejorando los golpes, las técnicas y los golpes estratégicos que muchas veces me hacen ganar la pelea.
El agudo ladrido de Pecas nos recibe incluso antes de abrir la puerta, cuando lo hago, el pequeño cuerpo de mi mascota se lanza contra mis amigos, feliz de verlos.
Kyle lo toma en brazos mientras me siguen hasta la sala.
—¿Ordenamos comida? —inquiere Asher dejándose caer de manera descuidada sobre el sillón.
—Ya saben dónde está el directorio —les recuerdo revisando los mensajes en mi celular.
Tenía un par de mensajes de papá, con una invitación a la exposición que se llevaría a cabo en la galería, y un recordatorio de que esperaba que le enviase algunas piezas.
—¿Nos invitaras a la exposición? —inquiere Kyle acechando al celular. Bloqueo la pantalla, mirándolo con irritación.
—Es de mala educación espiar conversaciones —objeto. Kyle rueda los ojos antes de dejar a Pecas de nuevo sobre la alfombra —y evidentemente están invitados, parece como si no los invitara a cada exposición que mis padres han hecho.
—Tiene un punto —concuerda Asher desde su sitio. —He ordenado pizza, papas fritas y refresco, alcohol no porque nuestro campeón necesita mantener sus niveles de alcohol en cero.
Sonrío de lado.
—Tal vez pude haber hecho una excepción —me encojo de hombros —es mi semana libre, y pasará un par de meses antes de que tenga una pelea.
Eso es todo lo que necesito decir para que mi amigo tome las llaves de mi auto y decida ir el mismo por algunas cervezas.
Veinte minutos más tarde, está de vuelta con todo tipo de bebidas y botana, la comida llega unos diez minutos después así que el tiempo que le sigue, estamos inmersos entre cajas de pizzas, cervezas y papas fritas.
—Asher —llamo cuando Kyle ya se ha ido y solamente permanecemos nosotros limpiando el desorden de la sala —Tessandra... ¿ella se hace cargo de su hermana?
Asher es conocido por ser amigo de todo mundo, su amabilidad y personalidad alegre hacen que entres en confianza con él. Por lo que parece estar enterado de absolutamente todo, de todos.
—Es lo que escuché —amarra la bolsa de basura y la deja a un lado —supongo que por eso la acompañó a las clases de hoy. Su hermana tiene la misma edad de Julieth —añade.
—¿Cinco?
—Me parece —se encoje de hombros —escuché que te aventó un color.
Sí, Asher definitivamente está enterado de todo. Sonrío recordando el incidente con la adorable niña que me recuerda a mi hermana menor.
—Sí, creo que las hermanas Green se parecen en más cosas de las que uno puede pensar.
—Nunca he entendido porque ustedes parecen llevarse tan mal —admite con un gesto pensativo —yo creía que ella estaba enamorada de ti.
Me rio porque eso sería ilógico, no le avientas un botellón al chico del que estás enamorada. Tessandra siente muchas cosas por mí, pero enamoramiento no es una de ellas.
—Eso es ridículo. Ella es amable con todo el mundo...o bueno... con todos menos conmigo —corrijo —pero ese no es el punto. Estábamos hablando de la pequeña Green.
—¿Pequeña Green? —Asher aquea una de sus cejas —¿por qué te refieres a ella de forma tan cariñosa?
—Dios, Asher. Eres imposible —me quejo —me recuerda a Julieth, ¿sí? Es tan adorable como mi hermana pequeña.
—No respondiste a mi pregunta, ¿por qué parecen llevarse tan mal?
—Nos gusta el poder —respondo sin pensármelo mucho —a ambos nos gusta tener las mismas cosas. Tessandra Green ama el poder, tener el control. Yo amo ganar —sonrío de lado —amo ser el campeón y el reconocimiento que eso me da. Tessandra Green quiere controlar, yo odio ser controlado.
—Eso suena a una pareja perfecta —mi amigo se cubre cuando lanzo una de las latas vacías en su dirección, se carcajea mientras vuelve a cubrirse cuando otra lata se estampa contra su antebrazo.
—Quedaras vetado de la exposición de mis padres —le advierto y eso solo consigue que se ría un poco más.
Terminamos de limpiar y cuando colocamos toda la basura en las bolsas negras, Asher dice que tiene que marcharse. Mientras esperamos afuera de mi residencia a que su Uber llegue, mi amigo dice lo que probablemente ha esperado todo el día para decir.
—Deberías disculparte —sugiere —todos enfrentamos momentos difíciles, Jayden. Tessandra podrá ser la reina de todo Northwest, pero eso no la hace intocable.
El auto estaciona justo delante, y Asher me dedica un ademán de adiós antes de subir y marcharse.
Tessandra podrá ser la reina de todo Northwest, pero eso no la hace intocable.
El fresco de la noche me golpea, las palabras de Asher se repiten en mi mente, ocasionando que, por primera vez, me reproche el ser tan molesto con ella.
No sé muy bien el porqué, pero termino volviendo dentro de mi hogar con el teléfono en mano, buscando el contacto que tengo guardado desde hace años. Probablemente no sea el mismo, pero corro el riesgo de abrir su chat, considerando si es buena idea escribir algo o no.
"Lamento haberte molestado hoy, reinita. Soy un idiota, pero quiero decir que lamento la pérdida de tu madre"
—J.
Leo el mensaje una última vez antes de apartar la duda y pulsar el botón de enviar. Cuando la confirmación de lectura aparece, aguardo con la pantalla encendida. Pasan un par de minutos, hasta que los puntos en la parte superior aparecen indicando que una respuesta esta siendo escrita.
"¿El campeón siendo amable? Eso es algo nuevo."
Me rio un poco, deslizándome hasta el sillón mientras mantengo la mirada en la pantalla, leyendo el segundo mensaje que llega.
"Gracias, Jayden."
Debería cortar la conversación, escribir solo un "No es nada" y dejar morir el chat. Pero hago todo lo contrario.
"Sé que no somos amigos ni mucho menos, pero si de algo sirve, estoy aquí para lo que necesites, reinita"
Pecas se acomoda a mi costado, deja descansar su pequeña cabeza sobre una de mis piernas y acaricio su lomo mientras espero la contestación.
"Parece que después de todo si tienes un corazón, y no eres tan detestable como pensaba"
Mis labios se curvan en una media sonrisa, un gesto inconsciente que me produce el leer su mensaje.
"Claro que tengo un corazón, si no aventaras botellones a mi rostro, lo sabrías"
"Supéralo"
"Me dejó una cicatriz, así que no, nunca"
"Todo un quejica para ser el campeón"
Una pequeña carcajada brota de mis labios cuando leo la respuesta. Me mantengo mirando la pantalla, pasando la mirada por las letras, antes de atreverme a escribir una respuesta.
"Cuando me avientan un botellón y me rompen la ceja, tengo permitido quejarme."
Los minutos pasan y no hay una respuesta. Bien, creo que nuestra conversación ha llegado a su final así que tomo a Pecas con uno de mis brazos y vamos hasta la habitación. Mi fiel compañero decide irse hacia su propia cama y olvidarse de mí, por lo que conecto el celular al cargador y considero darme una ducha.
Antes de que pueda hacerlo, la pantalla del celular se ilumina, mostrándome un nuevo mensaje.
"Lo siento, tengo que ir con Lacy"
Antes de que pueda escribir una respuesta, se agrega un nuevo mensaje.
"Ya que has demostrado tener un corazón, creo que debo disculparme. Por dejar una cicatriz, tal vez la próxima vez solo te lance un lápiz de color"
Sonrío, sintiéndome extraño ante esta interacción.
"Disculpas aceptadas, reinita"
Y es con ese último mensaje, que la conversación oficialmente llega a su fin.
Me concentro en golpear el saco con tanta fuerza como me es posible. Mis músculos comienzan a sentirse cansados, pero me acostumbro a la sensación de hormigueo en mis brazos mientras continúo con los golpes.
Regulo mi respiración, tomando la fuerza para golpear el saco con la intensidad con la que se necesita. Siento el sudor resbalar por todo mi cuerpo mientras aumento la velocidad de los golpes.
Cuando el sonido agudo de la campana suena, me detengo. Me aparto del saco, colocando las manos en la cintura en un intento de recuperar el aliento.
—Bien hecho, tus golpes parecen volverse más fuertes —señala el abuelo.
—Y la velocidad ha mejorado —añade Robie —has progresado, eso es bueno, tomando en cuenta que aún no sabemos a quien te enfrentaras.
—¿Aún no hay ninguna pelea? —inquiero.
—No te desesperes, Jay —dice el abuelo con una leve sonrisa —recuerda, eres el campeón y las peleas vienen a ti, no...
—No yo voy por ellas —hablamos al unísono —lo sé, abuelo.
El sonríe, me dedica esa mirada orgullosa que me hace sentir tan bien y luego hace un gesto con la cabeza para indicar que suba al cuadrilátero con él. A pesar de los años, sigue siendo tan malditamente bueno en el boxeo, no ha perdido técnica, ni velocidad. Si quisiera pelear, seguramente conseguiría salir victorioso.
Me cambio los guantes y subo al cuadrilátero, mi abuelo se pone en guardia, una sonrisa ladeada se apodera de sus labios mientras se acerca y es el primero en lanzar su puño contra mí. Lo esquivo, hemos peleado varias veces, papá al inicio no estaba del todo de acuerdo, pero su confianza en el abuelo es mucho mayor así que nunca se negó.
Esquivo los golpes, me muevo por el espacio esperando la oportunidad y cuando la encuentro no dudo en utilizarla. Lanzo un gancho derecho contra su rostro, el abuelo no es capaz de esquivarlo así que mi guante golpea contra su pómulo, él retrocede y aprovecho la oportunidad para atacar.
Siempre dice que no mida mi fuerza, que lo vea como un competidor más y eso hago. Lanzo un par de golpes rectos que lo desestabilizan, y luego ataco su torso. No muchos saben la debilidad del gran "Thunderbreaker".
Sus oponentes solían intentar golpearlo en el rostro, se enfocaban en acertar golpes en la cabeza para ganar puntajes, y desviaban la atención. Pero la debilidad de Thunderbreaker, son sus costillas, sus costillas y la escasa defensa que le da a la zona.
Lanzo un gancho, impactando contra su costado izquierdo y el jadeo que suelta me hace saber que he dado en el sitio correcto. Se inclina hacia adelante y lanzo un jab, el sonido de mis guantes chocando contra su cuerpo es todo lo que se escucha, pero no me detengo. Me concentro en encontrar cada pequeña oportunidad, realizando de memoria todas las indicaciones que mi abuelo me ha dado a lo largo de los años.
Mis golpes no se detienen y solo me concentro en golpear las zonas débiles y atacarlas. La campana suena y solo entonces me detengo.
—Dios —se queja cuando nos apartamos, está agitado mientras sostiene sus costados —¿desde cuando eres tan bueno peleando?
Me rio ante su pregunta.
—Has mejorado muchísimo —admite regulando su respiración —no tienes piedad.
—No debo tenerla —le recuerdo acomodándome los guantes —es el contrincante o yo.
Un destello orgulloso brilla en sus ojos.
—Debes de saber algo importante —dice acercándose —no eres invencible, recuerda siempre eso. Habrá alguien mucho mejor, mucho más inteligente, más salvaje. Nunca te creas superior, ¿de acuerdo?
Aún mantiene la mano en su costilla izquierda y comienzo a temer haber sido demasiado duro. Sonríe, un gesto sincero curva sus labios mientras su mirada adquiere esa forma tan familiar y cálida.
—Eres talentoso, el boxeo corre por tus venas. Eres salvaje e increíblemente fuerte y tienes una defensa feroz, pero si te confías, Jay... —un dejo de preocupación aparece en su mirada azulada —si te confías todo puede cambiar en un segundo. Eres el campeón, pero eso no te hace intocable.
—¿Por qué me dices esto? —frunzo las cejas. Él me mira, sacude la cabeza levemente y suspira.
—Te he dicho siempre que debes estar orgulloso de lo que haces, del gran boxeador en el que te has convertido —se libera de los guantes y lleva las manos hasta mis hombros —tu padre lo ha dicho también, hemos trabajado para que seas alguien con confianza, para que sepas lo que vales, y tu poder. Pero también es mi deber, como tu abuelo y entrenador, decirte que la cima no nos puede pertenecer siempre.
Mi entrecejo se arruga más, mi respiración se agita porque no estoy entendiendo ni una mierda de lo que dice. ¿Qué no me va a pertenecer siempre? Por eso entreno hasta que mi cuerpo se agota, por eso estudio mis peleas, por esa maldita razón analizo tanto a mis contrincantes. Porque quiero asegurarme la cima.
Badbreaken debe asegurar su gloria.
—A ti te perteneció —le recuerdo.
—Porque elegí que batallas pelear —dice con seguridad —y no me creía invencible. Todos tenemos una debilidad, Jay. Tú ya encontraste la mía —su sonrisa se tuerce —no dejes que encuentren la tuya.
Aprieto los labios.
—No tienes ningún punto débil físico —continúa profundizando la mirada —pero las debilidades no siempre son físicas. Lo sabes, ¿no?
Asiento, deja un par de palmaditas sobre mi hombro, un gesto que antes se sentía reconfortante pero ahora se siente distinto.
—Cabeza antes que fuerza, Jay —dice con una sonrisa —la templanza será tu mejor aliada. Eres el campeón ahora y espero verte siempre en tu gloria, pero recuerda...que seas el campeón...no te hace intocable.
Es lo último que dice antes de apartarse, y bajar del cuadrilátero.
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Hola, hola.
¿Qué piensan hasta ahora de la historia? ¿De nuestro campeón? ¡Me encanta leerlas en comentarios! No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí.
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