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Capítulo 2

Nuevo día. La noche había sido tranquila, me alegro de que Ellen no ronque. Hubiera sido... Incómodo. Aunque ella me dejara dormir, el mal de altura y los malos pensamientos no me dejaron. Solo esperaba levantarme en mi casa, abrazar a mi madre y vacilar a mi padre, y desear que todo esto solo fuera un sueño, o mas bien una pesadilla. Pero no. Desperté en el pueblo. La situación era real; mis padres habían muerto y yo ahora vivía con mi tía Beatriz y mi prima Ellen.

Ya me encontraba subiendo el autobús que me llevaría a mi nuevo instituto. Habían varios de estos, uno por cada dos cursos. Yo estaba en cuarto de secundaria, por lo que en mi autobús conocería a mi clase y a la de tercero. Aunque estaban muy bien diferenciados, siendo los de mi curso los que se sentaban en la segunda mitad del autobús.

Entré sin preámbulos, deseando que la gente no se diera cuenta que yo no estaba ahí. No fue así. Todo el mundo se me quedó mirando por unos segundos que parecieron interminables. Y ahí me encontraba yo, quieto en mitad del autobús, notando todas las penetrantes (y algunas amenazadoras) miradas que la gente me lanzaba.

Pero entre tantas miradas, noté una distinta. Era algo que no podía describir, pues esa mirada, ni siquiera era dirigida hacía mí, ni hacía nadie. Simplemente miraba por la ventanilla del autobús, sentada solitaria, con un brazo apoyado sobre su rostro.
Era ella.
La chica de ayer.
«Es muy guapa» era en lo único que podía pensar. ¿Por qué me llamaba tanto la atención esa chica, de la que no conocía ni su nombre? El asiento de su lado estaba vacío, así que me acerqué a ella.

- Perdone, ¿está ocupado? - Pregunté, tratando de sonar formal. No respondió, solo me hizo un gesto, indicando que podía sentarme. Por alguna razón, me decepcioné. Quería volver a escuchar su angelical voz. - Gracias. - Dije mientras me sentaba. Seguía sin haber respuesta. No podía dejar de mirar su bello rostro, era increible. ¿Por qué pensaba todo esto de alguien a quien no conocía? Los humanos somos tan extraños...

El autobús llegó al instituto antes de que pudiera intentar siquiera mantener una conversación con esa chica, mínimo preguntarle por su nombre.

Ya estabamos colocando las mochilas en las sillas y sentándonos todos, cuando el profesor entró.

Era medio genérico, con el pelo moreno y corto, ojos marrones y el uniforme de profesores. Este instituto era realmente extraño, pues eran los profesores los que llevaban uniforme, no los alumnos.

- Saludos. - Dijo el profesor con un tono alegre y calmado, sentándose en la mesa. - Voy a ser vuestro tutor a partir de ahora, además de quien os enseñará matemáticas. Podeís llamarme Juan.

- Que nombre más genérico... - Pensé en voz alta, pero murmurando lo suficiente para que nadie me escuchara... O eso era lo que yo pensaba.

- Ni que lo digas. - Responde la voz de la chica, susurrando y sentándose al lado mía. - Antes de que preguntes; no hay mas sitios, por eso me siento aquí.

- Ah... Entiendo. - Digo tratando de sonar firme. - ¿Y tú? ¿Cómo te llam...? - Había reunido el valor suficiente como para preguntarle, pero la voz de Juan llamó a mi nombre.

- Darek, ¿por qué no vienes a presentarte tú también? - Preguntó. "¿Cómo mierda sabe que soy el nuevo?" Un pensamiento estúpido, es normal que lo sepa, es tutor de esta clase y el director ha de decirle quienes entraron nuevos.
Una presentación, lo que yo más temía...

- Yo... E-está bien. - Respondo en contra de mi voluntad, levantándome de mi sitio y dirigiéndome al final de la clase, donde me espera Juan. - M-mi nombre es Darek... - Me tiembla la voz, ¿Qué debía hacer? Joder... - C-con acento en la 'E'... - "¿Tú eres idiota, Darek? - Pensaba. Todos notaron mi nerviosismo y alguna risa floja ya se escapaba.

- ¿Por qué no nos describes gustos, aficiones, hobbys...? - Pregunta Juan.

- Yo... - Mierda. Esto sí es un buen aprieto. - M-me gusta leer, escribir y la música... - No pudo evitarse. Ya todos estaban riendo. Mi nerviosismo y mis gustos, genéricos y aburridos para mucha gente, fueron el motivo para ello. Todos, menos una persona. Miré de reojo a la misteriosa chica, quien en lugar de reir, sus ojos parecían haberse iluminado. ¿Había dicho algo bueno? Aunque, de repente, su mirada se fue hacía otro chico de la clase, y esa mirada llena de vida, desapareció. ¿Qué acababa de pasar? ¿Quién era ese chico? ¿Por qué no podía parar de mirar a la chica? Alguien rompió todos mis pensamientos en ese instante.

- ¿Leer? Pfff... - Era un chico, consideradamente más alto que yo, con el típico aspecto de matón de la clase. - Tonterías, ¡esas mierdas son de niñatas! - Las risas se volvieron más fuertes, y lo único que quería, era enterrar mi cabeza en el agujero más profundo de la tierra.

- ¡Claus! - Gritó Juan. - ¡Déjalo! - Claus, ¿eh? Ya tenía el nombre del matón de la clase.

- ¿Por qué, eh? ¡No es mi culpa que tenga gustos de chica!

- ¡¿Y qué mierda tiene de malo eso, trozo de mugre?!- Solo hubo silencio. ¡¿Qué mierda acababa de hacer?! No, no, no...

- ¿Qué me has llamado? - Respondió con un tono tranquilo, pero amenazante, y levantándose de su sitio.

- Claus... - Juan le intentó llamar la atención.

- ¡¿Qué mierda me has llamado?! - Dice golpeando una mesa con todas sus fuerzas, casi partiéndola.

- Trozo de mugre, ¿o acaso la gilipollez te vuelve sordo también? - Esa voz... Era la chica.

- ¿Perdona?

- Claus, siéntate, o te juro que tu cabeza terminará rodando por la puta montaña. ¿Meterte con el nuevo para intentar hacerle pensar que eres medianamente respetado, cuando la realidad es que ni en tu casa te quieren? ¿O por qué te abandonaría tu padre si no? - En cualquier otra ocasión, esto terminaría en una pelea. Pero por alguna razón, pasó algo distinto. A regañadientes, y con el silencio de su parte, Claus decide sentarse. - Muy bien, pequeño cachorrito.

- ¡Aby! - Exclama Juan. "¿Aby? Es el nombre mas jodidamente precioso que he escuchado nunca."

- ¿Qué quieres, que deje que se metan con un compañero mientras un profesor incompetente no hace nada para impedirlo? - La chica se sienta de nuevo. Juan solo me hace un gesto de que me vuelva a sentar. ¿Qué demonios acaba de pasar...?

Durante todas las clases, Juan trató de hacerlas menos tensas. Sin éxito. Aunque sí logró que fueran muy, MUY aburridas. Solo fueron presentaciones sin sentido. Pero bueno, al siguiente día empezariamos a dar la materia.

Estábamos recogiendo ya las cosas para ir a la cafetería, cuando de repente, miro un momento a mi izquierda, donde está sentada Aby.
Veo al chico al que ella estaba mirando antes acercarse y besarla en los labios, aunque ella parece más bien incómoda.
Supuse que eran pareja.
No entiendo el por qué, pero por alguna razón, sentí un inmenso dolor interno repentino, que decidí ignorar.

Cuando el chico se fue de la clase y antes de que Aby se marchara también, decidí entablar una conversación con ella.

- Aby, ¿cierto?

- Abygail, pero puedes llamarme Aby. - Su voz era tan preciosa como su nombre o su rostro.

- Bien, Aby... Gracias por ayudarme antes. Me salvaste de una buena. - Reuní valor suficiente para darle las gracias por lo anterior.

- No hay de qué, solo no podía dejar que se metieran contigo, Darek. - ¿Ya se había aprendido mi nombre? Si solo lo habían mencionado dos veces... - Ahora, si me disculpas, he de irme. - Dice cogiendo la mochila y dirigiéndose a la puerta.

Me hubiera gustado hablar más con ella.

Pero entonces, veo algo que me llama la atención. Mirando hacía la puerta y escondiendo la mano de su novio, apuntándola hacía mí, Aby realiza un pequeño gesto. Cierra el puño manteniendo el pulgar debajo de él.

- Mierda... - Murmuro. Sé lo que eso significa. Lo había leido previamente. «El gesto universal no verbalizado de la violencia de género».
¿Será que su novio la maltrata? ¿O se trata de una confusión?

Solo sabía una cosa, y la tenía clara.
Iba a investigar lo que estaba ocurriendo en esa 'pareja'.

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