16. San Valentin
Faltaba 1 día para el ritual.
—¡Hoy es San Valentín! —Amanda llegó feliz a la mesa de Hufflepuff (donde me encontraba sentada con mi hermano y el resto de su casa).
Si, era San Valentín, las chicas cuchicheaban y algunos grupos de chicos también, se podían oler las hormonas en el aire ¡Ay, el amor! El correo de esa mañana llegó con todo.
Amanda estaba temblando en su lugar, de vez en cuando se ocultaba el rostro con su cabello y luego volvía a ser ella misma... era un huracán de emociones. Cuando una de las lechuzas pasó en frente de ella un pequeño paquete cayó en frente suyo mi hermano y yo no pudimos evitar emocionarnos con ella.
—EEEEEEESSSOOOOO —Javier y yo comenzamos a burlarnos (amigablemente) por el regalo que acababa de llegarle. Como si fuese un niño en navidad, Amanda abrió el paquete tan rápido que parecía desarmar la bomba más peligrosa del mundo contra el reloj.
Una carta anónima y chocolates le iluminaron el rostro, sonreí con Javier ¡Esa muchacha expedía suficiente alegría! Si las emociones fueran energía Amanda podría alimentar a una ciudad entera.
—¿No tienes ni idea de quién pudo haber sido?
Ella negó pero estaba feliz, levanté la mirada y busque la de algún chico que observara en secreto a mi prima (de nadie en particular), hasta que miré la mesa de Slytherin y Natalia nos observaba con los ojos entrecerrados y una cuchara en la mano. Decidí volver mi vista a la mesa donde me encontraba y así evitar problemas.
—¡Javi!
—Ay, no —murmuró mi hermano cuando sintió la voz de la niña— Gerogia —sonrió con los dientes apretados.
—¿No es maravillosa esta época del año? —el levantó las cejas y asintió, sin embargo no dijo nada.
Me levanté de la mesa mientras las lechuzas aún entraban y salían, no soportaba a Georgia ¡Acaparaba mi hermano y el era muy bueno como para rechazarla! Así que para mi salud mental me fui a mi mesa con mis amigas solteras.
—Spellman —dijeron cuando tomaba asiento frente a ellas.
Una pequeña caja se deslizó hasta quedar frente a mi. Por un momento mi corazón se aceleró, miré a mi izquierda y vi a una de las chicas que habían estado en el bosque, termine de deslizar la caja hasta su lugar.
—Debe ser para ti —Sonreí. Ella agradeció y tomó la cajita (sin tocarme en absoluto)— ¿Lograron completar la tarea de herbologia? No he encontrado cascaras de ashwinders para hacer la composta de plantas mágicas ¿creen que el profesor Philip tenga algunas? —Una de las gemelas quiso responder pero la chica a mi lado deslizó la caja frente a mi— ¿Qué pasó?
—Tiene tu nombre —murmuró.
Revise bien pues por "Camila" creo que habían otras tres en la escuela pero no tenía ni idea, suponiendo que era yo me encogí de hombros bajo la atenta mirada de las de las gemelas retiré el listón rojo con cuidado, pero no debía preocuparme mucho... ya que no había nada adentro.
Llevé una mano a mi pecho expulsando aire, escuché la risa de las chicas y de un vato, las gemelas miraron curiosas mis movimientos.
—Que mal día, Spellman —burló Albert. Y las chicas (las del bosque) lo acompañaron en sus risas.
—Hey... —la que parecía ser la voz de James comenzó a hablar pero antes de eso terminé de sacar el listón que se encontraba alrededor de la caja y rápidamente lo amarré a mi media cola.
—¡Listo! —hice brincar a mi cabello con mis movimientos— Me hacía falta un accesorio —sonriente miré a las gemelas— ¿cómo me veo ahora?
—Fabulosa —dijeron con una aparente sonrisa.
Asentí y miré la caja que no me había dejado nada más que un lindo listón y un mal sabor de boca que disimulé muy bien (a mi parecer).
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—... ¿Van a ir a Hogsmeade?
Los pasillos eran bastantes múltiples murmuros de los alumnos, la mayoría estaban emocionados por poder ir con sus citas al pueblo que se encontraba cerca de la escuela.
—¡Si, quiero salir contigo! —todo bien hasta que los alumnos se besaban por los pasillos sin importarles nada ¡Que indecentes!
Alguien colocó sus sorpresivamente sus manos en mis hombros y si no fue suficiente también añadió un grito.
—¡Camila!
—¡Omeprasol! —Al voltear vi a absolutamente nadie— ¿Pero qué...?
—¡Ah, el gato!
Entonces tuve que volver mi vista al frente, los estudiantes se apartaban de Lucifer alarmados como si fuesen polos opuestos. Fer trotaba por el medio del pasillo hasta mi dirección, una vez llegado a mis pies dió una vuelta y se sentó mirándome fijamente.
—Miau.
—¿Y tú qué haces aquí? —le regañé—¿Quieres que te regañe en frente de todos? —volví a quejarme ahora en voz más baja— ¿No te da pena?
Fer comenzó a ronronear y se paseó en mis piernas invitándome a que lo siguiera, acomodé mi mochila y comencé a caminar tras el por la escuela, en breves momentos me encontraba trotando para seguirle el paso al gato.
—Oye, Fer, no tan rápido ¡Espera! —oficialmente estaba corriendo por la escuela. El escurridizo gato negro (de ojos verdes) cruzaba en casi cada esquina, hubo un momento en el que ni siquiera sabía dónde estaba.
Solía ir por las mismas áreas del castillo para no perderme, pero ahora no tenía ni idea incluso si estaba arriba o abajo. En una de las esquinas Fer desapareció, con lo que me quedaba de energía avance un poco más. El pasillo se desviaba a la izquierda y luego a la derecha.
Pero vi su pequeña cola entrar por una puerta, terminé de abrir la puerta de golpe y ya Lucifer estaba escalando por una cortina
—¡Baja de ahí!
La puerta se cerró tras de mi, pero me importó poco ¡Fer se podría caer en cualquier momento! Intente acercarme a la cortina pero el gato hábilmente saltó y comenzó a pasear por los bordes de yeso que sobresalían de las paredes, me miró por un momento y sus ojos verdes se entrecerraron movió su cola y maulló. Rápidamente, como si el yeso se estuviese derrumbando corrió con sus cuatro patas hasta un hueco alto en la pared y salió por ahí.
—¡¿Es en serio?!
Fer volvió a asomar su cabeza por el agujero y entrecerró sus ojos— Miau.
Y definitivamente se fue. Molesta me enfrentaba al problema de que no sabía dónde estaba, me acerqué a la puerta y tomé la perilla para abrirla ¡Entonces paso lo más emocionante! La perilla quedó en mi mano y la puerta se encontraba intacta.
—¡LUCIFER!
La puerta se abría para adentro y no tenía forma de tirar, la perilla del otro lado debía seguir encajada y el pasador de igual manera (encajado). Comencé a arremeter contra la puerta, dándole empujones pero sabía que nada de eso serviría.
—¡Demonios, lo que me faltaba!
El calor apareció en mi cuerpo y tuve que quitarme la mochila y dejarla sobre un pupitre, repetí la misma acción con la larga túnica dejándola ahora sobre la mochila.
Saqué mi varita y apunté a la puerta— Alohomora.
Y nada.
Miré a la ventana y la abrí de golpe, bueno... ya sabía que me encontraba arriba, muy arriba, solo serviría en caso de que me rindiera y decidiera deslizarme hacia la locura provocando una muerte nefasta. Lo pondría como plan Z (nunca descartes nada).
Tenía suficiente tiempo para pensar. Esta vez apunte con mi varita al orificio por el cual había salido Lucifer. Si funcionaba tal vez quedaría suspendida o incluso expulsada pero era un sacrificio que estaba dispuesta a aceptar.
—¡Reducto!
Me sorprendí de mi habilidad ¿cómo podía ser tan buena y tan mala para algunas cosas? En lugar de desmoronarse o algo parecido (lo cual ocurre las primeras veces que se realiza en hechizo o el mago no tiene mucha práctica) el agujero se encogió.
Pestañee dos veces y baje el brazo cansada— Señor ¿por qué me hiciste así?
Esta vez miré a la puerta «Oh, si», pensé «pan comido». Repetí el hechizo en el grueso objeto, pero pasó algo muy interesante. Al parecer la puerta estaba encantada y el hechizo hizo una especie de rebote, me moví (lancé) a un lado tan rápido como pude, dió de lleno en uno de los pupitres a mi lado, el cual quedó del tamaño perfecto para poder jugar Barbies. Pero no era el momento.
—Por poco y veo a San Pedro.
Miré el cielo azul por la ventana abierta, el "Plan Z" había sido ascendido exitosamente a "Plan J" ¡Vaya! Otro hechizo que conocía era el "Bombarda" pero tampoco sería de mis primeras opciones.
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LA SIGUIENTE PÁGINA FUE AGREGADA POR MI MISMA A TRAVÉS DEL TESTIMONIO DE LOS MENCIONADOS.
SE HA ADAPTADO A CONVENIENCIA DE LA HISTORIA.
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—¿Me estás diciendo que Camila ha faltado a sus clases? —inquirió Javier durante el almuerzo— ¿Y tú cómo sabes eso? ¿la andas acosando?
—N-no, y-yo... —Charles se vió en un apuro cuando mi hermano comenzó a atacarle con preguntas relacionadas a nuestra relación ficticia que el mismo se había inventado en menos de dos segundos.
—Javier —Amanda colocó una mano en su hombro—. De seguro no es tan grave como piensas, pudo haberse ocultado por lo del desayuno.
Las leves pecas de Javier se vieron opacadas por el tono carmesí que apareció en sus mejillas— ¿Qué del almuerzo? —Sonrió inocente. Se culpaba a sí mismo. Tal vez y si fue su culpa, había hecho sentir mal a Camila (o sea yo, que extraño es hablar en tercera persona) por poner su situación con Georgia por sobre ella— ¿Fue por Georgia?
Nuestra prima se encogió de hombros— Tal vez, pero se rumorea que recibió una caja vacía, parece no haberle afectado en nada pero...
—Hay que ser muy malo para hacer algo así —Javier se cruzó de brazos y se levantó de la mesa dejando un golpe en ella, miró a Charles con un intento de sonrisa—. Gracias, Charles. Pero el código se hermanos me obliga a encontrarla, espantar a potenciales parejas (casi cualquier chico) y por sobre todo vengar su orgullo.
Salió de ahí decidido y fue hasta la mesa de Gryffindor, donde tragó saliva y se sentó en frente de las gemelas, un par de chicos quisieron saludarle pero al ver como se inclinó y las miró con los ojos entrecerrados prefirieron no hacerlo en ese momento.
Desde la ultima mesa del gran comedor Albus Potter miraba curioso al varón de los Spellman, vió como se levantó furioso desde la mesa de los tejones y se dirigió con ese mismo humor hasta los leones.
—¿Crees que esté pasando algo? —Potter había notado la ausencia de Camila durante el almuerzo y su salida de la clase de vuelo a las 11:30 Era sorprendente porque siempre llegaba de las primeras a comer.
—No lo se, Al. Si tanto te preocupa puedes ir y preguntar —miré a Scor por unos segundos y luego sonreí, si, ero haría.
Scorpius lo veía molesto mientras se iba ¿cómo se atrevía a dejarlo a la hora de comer? ¡Era injusto! Sentía su cuello caluroso, no entendía, últimamente se la había estado pasando con la chica y... no sabía si eso era lo que le molestaba pero algo definitivamente andaba mal ahí.
—¿Problemas en el paraíso? —Rose se acercó y tomó asiento a su lado.
—Algo así —Murmuró
—No sabía que Albus hablará con personas de otras casas —Rose le miró interrogante— ¿Pasa algo?
Entonces Scorpius se enfrentó a un dilema. Si le contaba que probablemente estuviese pasando algo con Camila el rumor correría por todo Hogwarts en menos de lo que canta un gallo, y si la chica se estaba ocultando tampoco quería delatarla. Así que negó—Nada... pero ¿Qué sabes de los Spellman?
Weasley entrecerró los ojos y luego sonrió— ¿Spellman niña o niño?
—Niña.
—Nada interesante —se encogió de hombros—Habla con casi todos, es agradable, extranjera, se junta mucho con las gemelas y tiene una extraña aura para las situaciones problemáticas.
Malfoy se quedó mirando a Rose mientras hablaba tranquilamente, no se había expresado mal, pero algo le dejaba un mal sabor de boca. De un segundo a otro se descuidó y Rose ya se estaba levantando para ir a su mesa.
—¿Ya te vas?
—Si, debo hablar con James antes de que se vaya con alguna de sus citas a Hogsmeade, nos vemos Scor —Weasley caminó a paso firme hasta su mesa. Se acercó a su primo en tono de burla— ¿Qué hace Albus aquí?
James levantó la vista de su plato y se dirigió a Rose— ¿Qué sucede?, ¿no puede simplemente estar aquí?
Entonces Rose le miró mal. James giró los ojos y aún con su traviesa sonrisa se volteó a su hermano— ¿Qué haces aquí?
—¿No puedo simplemente estar aquí?
James volteó nuevamente solo que esta ves para mirar a Rose— Ahí tienes tu respuesta, prima.
Albus se quedó viendo a su hermano sin entender, pero le importó poco, Javier estaba tratando de sacarle información a las gemelas pero parecía como si el gato les hubiese comido la lengua... espera ¿y si era así? El gato de Camila era muy extraño... tal vez el haya...
—¿Y la última vez que la vieron? Por favor —suplicó el de cabello castaño—... ¿Zoé?
Una de las dos hermanas le miró. Estaba en una lucha entre ver hacia abajo o mirar a Javier, sin embargo sus ojos grises adquirieron cierto brillo y pareció perder la batalla.
—Desayuno —su gemela se le quedó mirando con las cejas fruncidas «¿por un chicho?» Pensó. Le parecía muy imprudente por parte de su hermana.
—Gracias, nena —Javier le agradeció a la albina (quien se sonrojó en el acto) y emprendió camino fuera de comedor ¡Ahora tenía una misión! Se embarcó en su propia aventura.
La última vez que la vieron fue en el desayuno (estaba seguro de eso, las gemelas sabían todo... casi todo) existía otra criatura en el castillo que podría ayudarlo: Una bola de pelos negra con ojos esmeralda que albergaban los misterios más grandes de la galaxia, capaz de resolver un homicidio en menos de un día. Dicho animal tenía el nombre del mismo demonio y le hacía honor al llevarlo, se podía encontrar fácilmente si sabias en donde buscar.
En primera instancia pensó en buscar por la torre de Gryffindor, pero no podía entrar y dudaba que algún estudiante se atreviera a buscar al gato con el. Corrió y corrió por los pasillos, haciendo que el aire de sus pulmones saliera cada vez más pesado, Camila solía discutir mucho de que en algunas noches se le podía escuchar a su gato pelear en el techo, Javier dudaba que estuviese en el tejado a plena hora del día y con las superficies húmedas, así que cuando llegó a la torre de astronomía no se sorprendió al ver que el gato negro se encontraba en medio de la sala lamiendo una de sus patas.
Lucifer dejó a un lado la hora de su aseo personal y se quedó mirando al intruso con sus ojos bien abiertos y un movimiento de manómetro en la cola.
—Lu-l-lu... —al chico Spellman le costaba pronunciar su nombre, temía (al igual que varios estudiantes) que del gato surgiera un demonio desterrado al mismo tártaro a amenazarlo con comérselo por haberle dirigido la palabra sin realizar una reverencia digna. El gato achinó sus ojos, incitándolo a que dijera las palabras mágicas— Lucifer.
Automáticamente nuestro peludo favorito se acostó en el suelo dispuesto a recibir algo de afecto. El chico con leves pecas se acercó cautelosamente, paso tras paso sentía como la cabeza le bombeaba había estado normalizando su respiración ¡Que humillante! ¿cómo podía estar un gato dominándolo a él?
—Cuchi cuchicu —estiró su mano y le acarició el lomo suavemente, Fer comenzó a ronronear tras el acto y el muchacho se sintió más en confianza.—. Oye ¿haz visto a mi hermana?
—Miau.
—Si, eso no me es de mucha ayuda ahora.
Lucifer se levantó y paseó su cabeza por una de las piernas de el joven. Javier comenzó a enter porque Camila no se libraba de ese gato y le estimaba tanto... era un manipulador.
—No te hagas el santo ahora, por favor.
El Spellman recibió la respuesta que esperaba, el gato se levantó y salió corriendo, furioso comenzó a bajar las escaleras... desde otra parte del castillo estaba pasando algo similar.
Albus Potter se encontraba terminando de bajar los escalones con "su" capa de invisibilidad puesta (y decimos "Suya" entre comillas porque siempre se la pasaba robándosela a su hermano y viceversa) escuchando murmullos tal vez encontraría el paradero de su amiga.
Seguía sin saber nada muy importante (exceptuando que su prima Dominique fue encontrada dándose unos besos con otro de la casa Hufflepuff), siguió detrás de la pareja de alumnos cuando escuchó un maullido familiar, el chico que estaba frente a él se paró de golpe haciendo que Potter tuviera que frenar con las puntitas de sus pies para no ser descubierto.
—¿Qué pasa? —inquirió la chica (tal vez la cita del tipo).
—E-el gato de Spellman... esta mañana también me ha pegado un buen susto —el chico comenzó a temblar en su lugar "¡Bingo!"
El pequeño animal se encontraba bajando las escaleras que dirigían a la torre de astronomía ¿cómo no lo había pensado?
—¿Y que te hizo en la mañana? —preguntó la chica mirando al animal que se aproximaba con curiosidad.
—Buscaba a su dueña luego del desayuno —«¡Bingo! Este gordito será útil», pensó el chico que se encontraba bajo la capa—, ya no importa solo vámonos de aquí. Ver a ese gato es un mal augurio.
Albus sintió un escalofrío al ver como el gato se detuvo súbitamente, luego de haberlo meditado unos segundos tomó al chico por su mochila y lo comenzó a llevar arrastras a un salón.
—¡Bebé! ¡¿Qué haces?! ¿Acaso piensas dejarme plantada?
—... ¡Ayuda! ¡HILDA, AYÚDAME! ¡Me está llevando!
No pudo seguirle gritando al amor de su vida porque Albus había cerrado la puerta, sacó la cabeza de la capa y miró al chico que se encontraba frente a él.
—Por Merlin —profirió pálido como una hoja de papel—. Una cabeza flotante —entonces Albus terminó de quitarse su capa y trató de hablarle para calmarlo. Pero el grito aterrado del chico fue más rápido— ¡AY, UN NIÑO!
Albus pestañeó varias veces y lo miró desconcertado: Ese sujeto debería aprender a ordenar sus miedos y fobias.
—¿Qué quieres de mi? —preguntó el gordito.
—Información.
El rechonchito (cuyo nombre no será mencionado para proteger su integridad), le contó a Albus lo que había visto en el pasillo esa mañana, como el gato se había dirigido a ella y habían desaparecido por un pasillo.
—Me aterró muchísimo —confesó—¿por qué alguien tendría un gato así? Hay que ser de carácter para manejarlo.
—Si. Tienes razón ¡Gracias! —Albus ya se había puesto su capa y había salido del aula, y hablando del rey de Roma...
Lucifer salió de otro pasillo y moviendo su pequeña nariz logró acercarse hasta donde estaba Potter, el felino comenzó a dar vueltas al rededor de donde estaba el muchacho soltando leves maullidos de vez en cuando.
El chico bajo la capa logró escuchar como de las escaleras se oían pasos apresurados, por la pared no podía ver bien quién era, pero una vez llegó al pie de la escalera divisó a Javier, quien miró hacia todas las direcciones posibles hasta que dio con el gato. En breves segundos ya estaba corriendo en la dirección contraria.
A Javier le precio ver una sombra de un zapato por el pasillo (pasillo en donde se encontraba el gato dando vueltas sin sentido), pestañeó varias veces y se restregó los ojos «tal vez sea el estrés», se dijo a sí mismo. Vió como Fer salía corriendo como persiguiendo algo.
Sin pensarlo mucho se decidió por correr detrás del gato, cuando comenzó a surcar el pasillo, sin avisar, una puerta se abrió de golpe ante el... al no poder preverlo se la llevó de frente.
—¡Madre mía! —se tomó el puente de la nariz.
—Oh, viejo lo siento. No te vi... me ha pasado lo más extraño y estaba distraído —el chico rellenito le ayudó a ponerse en pie— ¿Estás bien?
Javier aceptó la ayuda y lo miró de frente, se quitó la mano de la nariz y el chico que se encontraba enfrente de él hizo una mueca.
—Uh... si, será mejor ir a la enfermería. Javier suspiró, respiraría su propia sangre si era necesario con tal de encontrar a su hermana.
—No, gracias —sonrió—. Estaré bien —siguió su camino mirando al frente (ñorque si miraba muy abajo caería más sangre y si miraba para arriba se ahogaría con ella). Cuando salió del corto pasillo se encontró que la enfermería estaba, literalmente a la vuelta de la esquina así que se vio tentado y decidió entrar.
—Hola —saludó la enfermera alegre—. ¿Qué te ha pasado? —le preguntó mientras lo dirigía a una camilla.
—Una puerta.
—Oh, algo así le sucedió a Charles —volteó y se encontró al chico con el que había hablado más temprano.
—¿Qué hay? —saludó el niño de su misma edad.
—Bebe esto —la enfermera le tendió un pequeño vaso—, es para el dolor.
Lo tomó de un trago y luego vio como la señorita Patty sacó su varita, le apuntó y lanzó un hechizo que lo hizo saltar de su lugar. Ahogó un grito y la enfermera le pasó una gasa dejándola en su nariz.
—Ya te puedes ir, Charles te puede hacer compañía.
Javier hubiese preferido decir "no" porque conocía que el muchacho tenía poca suerte para la vida, sin embargo aceptó y le agradeció a la enfermera por su trato.
—Salúdame a tu hermana cuando la veas —despidió la enfermera.
—Con gusto —le sonrió y dirigió su vista al Gryffindor—. Andando.
Aún sin salir de la enfermería el niño aprovechó para hacer algo de conversación.
—¿La puerta estaba abierta o cerrada?
—Cerrada, pero cuando estaba a poco de llegar la abrieron —el chico hizo una mueca de disgusto, pero eso hizo arrugar su nariz donde también tenía una venda.
—Auch.
—¿Y a ti que te pasó?
—Me cayó un zapato.
—¿Te cayó un zapato? —volvió a preguntar ahora dejando la boca entreabierta.
—Si, del techo —apuntó para arriba— así que no se quien fue...
Javier se llevó una mano a la barbilla y acarició una barba falsa «cuando sea grande me dejaré crecer la barba», aprovechó para imaginarse lo fabulosa que se vería su barba cuando creciera.
—... ¿Me estás escuchando?
—¡Ah! Si, si claro... ¿tienes el zapato de casualidad?
—Si, está en mi mochila —Charles se agachó y abrió su mochila en busca del zapato.
Javier se volvió a distraer mientras veía que los pasillos se vaciaban cada vez más. Para esa hora ya la mayoría debían de estar arreglándose o dando un paseo con sus citas... miró por la ventana y se encontró que el cielo ya tenía una estela amarilla ¡Demonios! Su hermana debía de estarse muriendo de hambre!
—Ya me debería de ir... —le avisó a su compañero.
—¡Eureka! —alzó el zapato.
El tiempo se congeló para el chico de ojos avellana, como si se tratara de una cámara lenta vio como el acetato bailó por un momento en el aire. El zapato negro que solía usar su hermana se hallaba en la mano del chico que la reportó como desaparecida. ¿Y si había sido secuestrada por el supuesto inocente? ¿Y si el golpe en la nariz había sido un intento forzoso de su hermana por escapar de su raptor?
Pero. Un momento ¿cuál era la probabilidad de que si fuese el zapato de su hermana? Con una mala mirada le arrebató el zapato de la mano a Charles (quién aún se encontraba en el suelo), rápidamente le dio vuelta y vio la talla "Número 35" Definitivamente era el zapato de la diminuta de su hermana (no tan diminuta porque tenía un tamaño promedio).
—¿Sabes de quién es este zapato? —preguntó molesto.
—N-no...
—¿Donde dijiste que te cayó? ¿crees poder llevarme?
—Tampoco lo recuerdo muy bien, estaba corriendo.
Javier posó una mano en el hombro del niño, luego lo abrazó— Gracias, has sido muy útil.
Y comenzó a correr otra vez, si le había caído de un techo debía ser en uno de los pisos de arriba, no era mucha información ¡Pero vaya que cubría terreno! Estaba dispuesto a ir de puerta en puerta con tal de saber porqué salamandras su hermana no había estado presente ese día de su vida (la mañana no contaba, tenía sentimientos encontrados)
Ahora no solo si cabeza bombeaba si no también su nariz recién atendida, cuando llegó a un piso lo suficientemente alto como para que cayera un zapato y le partiera la nariz a alguien decidió ir abriendo puerta tras puerta. Sin embargo algo lo incomodaba, estaba entre los principales pasillos de ese piso y no había rastro de ella ¿por qué? Ya la debía de haber encontrado.
Abrió otra puerta— ¿Camila?
—¡Louis!
—¡Demonios!
Javier cerró la puerta rápidamente y cruzó por el primer pasillo que vio. Esa imagen no se borraría de su mente por un largo tiempo.
Albus escuchó un alarido justo cuando le estaba pidiendo una señal al destino, avanzó y pudo observar a Louis, uno de sus primos mayores (no por mucho) iba en Ravenclaw y era parte veela. Al parecer le estaba gritando al aire con su pantalón a medio ajustar.
—... ¡Spellman!
Fue lo único que escuchó pero fue suficiente para salir corriendo tras aquello que había hecho enojar a su familiar.
—¡Gracias! —vociferó desde su capa y pudo observar como el de lindos cabellos comenzó a mover su cabeza en distintas direcciones confundido.
Más adelante escuchó las pisadas. Con suerte logró alcanzarlas y al mirar al frente se encontró con la silueta del chico Spellman quien se tomó un descanso en una pared, en su mano llevaba un zapato, un zapato negro.
Lo observó por unos instantes y luego camino muy despacio y le vio la nariz enrojecida.
Albus había estado siguiendo los pasos de Camila, llegó a la conclusión de que lo más probable es que estuviese perdida, al tratar de dirigirse por los pasillos cercanos a su zona de desaparición notó que no solían ser recorridos por ella.
—Javier —asomó su cabeza dejando su cuerpo oculto por la capa.
—¡AAAAY, una cabeza flotante! —soltó un alarido y apretó el zapato a su pecho. Cuando Albus se hubo terminado de quitar la capa el chico pareció calmarse— Ay, un niño —y se deslizó por la pared sin soltar el zapato.
—Lo siento, pero creo que tengo una idea de donde puede estar tu hermana.
—¿Le has estado siguiendo el rastro? —asintió— ¿Por qué?
El Slytherin abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar. ¿por qué lo había hecho? Lo intentó una vez más bajo la atenta mirada del Spellman— P-porque se que ella haría lo mismo.
Javier le seguía mirando, Potter se sentía intimidado por sus ojos avellana pero en breves momentos el castaño suspiró— Si, tienes razón —acordó—. Es una intensa ¿cuál es tu teoría?
Le comentó lo que había pensado hasta el momento: Encontró el primer pasillo por el cual la habían visto por última vez, lo siguió derecho y descubrió que llegó a una sección del castillo por la cual no recorrían los de nuevo ingreso.
—... Estoy casi seguro de que se habría perdido —afirmó—, siempre anda por los mismos lugares para...
—Para no perderse —completó Javier quien le contó sobre sus hallazgos, confirmando la teoría de que se encontraba en los pisos de arriba—. Pero ¿por qué no habrá usado hechizos para salir?
Entonces se quedaron pensando... era torpe, olvidadiza e inmadura pero había una cosa en la que estaban de acuerdo, debía existir una fuerza exterior que le haya impedido utilizar implementos mágicos.
—Bueno, ella de por sí siempre se ha llevado mal con las puertas —marró Javier—, así que básicamente cualquier puerta representa un problema. Sin embargo se había emocionado cuando dominó el encantamiento que abre cerraduras: Decía que sus problemas habían acabado.
—Entonces... —Albus cruzó las piernas (hace rato se había sentado también)— debe ser una sala encantada.
—¿Eso existe?
—Bueno, he escuchado de puertas que no se abren con ese hechizo —rascó su nuca por un momento—. Pero no lo sé.
—Deben ser del área más vieja del castillo —saltó el moreno.
—Con eso reducimos la zona.
Los chicos chocaron los cinco emocionados, al llegar a las áreas menos usadas y más desgastadas de los pisos de arriba supieron que la victoria se encontraba cerca. Solo sería cuestión de atinar a la puerta correcta.
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