Capítulo 6: No llores por mi
"No finjas que me amas, que te importo o que me extrañas, no me mientas ni pidas perdón cuando fuiste tu el que me llevó al borde del abismo. Rompiste mis barreras, me dejaste a tus pies y cortaste mis alas, ¿ahora lloras y dices que lo lamentas?" H. E.
Escuchó atentamente su juicio, sintiéndose cada vez más más miserable, sobre todo cuando la doctora Tsunade declaró el deplorable estado de su rubio… ¡Dios! Era cierto, todo era verdad… casi lo mataba. Estuvo a nada de extinguir su sol.
—Señoría —habló Karin con seguridad—. Mi cliente no sabía lo que hacía, él está enfermo, no era consciente de sus propias acciones ni del daño que le causaba a su esposo…
Sasuke se preguntó si realmente había permanecido ignorante del daño que le causaba a Naruto, y la respuesta es que probablemente sí, ya que tuvo que pasar todo eso para darse cuenta de sus acciones violentas. Pero su su debate mental seso ante la atemorizante e imponente voz de Kurama, que se levantó con enfado de su lugar. Una sola mirada bastó para que Karin guardara silencio en espera de lo que aquel intimidante, sobre todo aterrador hombre diría.
—Su señoría, si me permite —se dejó escuchar su voz, que le erizo la piel a más de uno—. La señorita aquí presente no puede alegar que su cliente no era consciente de sus acciones, mucho menos justificar sus actos con decir que “está enfermo”. No cuando hay personas que durante años convivieron con él, siendo capaces de entablar una relación laboral o de amistad con el señor Uchiha, a pesar de que consumía drogas. Y no me vaya a decir que las múltiples laceraciones que mi cliente recibió, mismas que lo han dejado en coma fueron producto de su inconsciencia, y que el maltrato recibido por los últimos tres años a manos del Uchiha fueron actos ajenos a su persona o producto de una supuesta enfermedad ficticia que intenta imponernos para justificar su violencia.
—Señoría, mi cliente ha sido mentalmente inestable desde el brutal asesinato de sus padres junto al matrimonio Namikaze —rebatió la abogada—. Y todas las pruebas y testigos apuntan que él carácter de mi cliente se volvió violento y hostil después de ese hecho…
Sorprendido por esa declaración, Sasuke la fulminó con la mirada siendo ignorado. Nadie le había dado el derecho de mencionar algo tan personal y que tanto se había esforzado por ocultar, para que al final venga ella y lo diga como si se tratara de cualquier cosa. Posterior a eso simplemente dejo de prestar atención a todo lo que se decía, centrando su atención en la mirada inquisidora que le dedicaba Itachi, pero no era solo eso, también estaba impreso en esos ojos negros un matiz de asombro y tristeza que exigía a gritos una explicación que no estaba seguro de poder darle.
Tras dos horas de un juicio extenuante y abrumador llegaron al veredicto final que de antemano Sasuke ya sabía. Fue declarado culpable de todos los cargos y condenado a diez años de prisión, o bien pagar una fianza de tres millones y medio de dólares, dinero que para alguien de su posición social era nada. Cualquiera pensaría que siendo alguien tan rico pagaría la fianza, de hecho eso es lo todos esperaban o creían, pero para sorpresa de los presentes se negó y aceptó ir a prisión.
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Las películas lejos estaban de plasmar la realidad que se vivía en las prisiones, sobre todo en la de Konoha, un lugar bastante lúgubre y sobre todo insalubre, (pero considerando que era un lugar diseñado para asesinos, violadores y la peor escoria de la humanidad a realmente nadie le interesaba en las condiciones en las que vivían, mucho menos si sus “inquilinos” estaban cómodos), con menos iluminación de la esperada. Siendo las celdas un pequeño cubículo con espacio suficiente para albergar una litera, y un viejo retrete en una esquina, acompañado del sonido cadencioso de una gotera.
El director del lugar era un sujeto desagradable llamado Orochimaru, de quien se creía —aunque era una verdad— que cada día liberaba a un preso diferente para divertirse con él, comúnmente eran varones o donceles sus objetos de juego. En cuanto a los demás, se les permitía salir al patio tres días a la semana durante dos horas, solo si no eras considerado de cuidado. El desayuno se servía a las diez, la comida a las cinco de la tarde, anteriormente se les dejaba salir al comedor, pero como empezaban a armar motines sus alimentos eran servidos en sus celdas.
Cuando Sasuke entró, nada concordaba con su imaginación, aunque la cantidad de presos era limitada, pero si había tan pocos ¿por qué cada celda tenía dos? Solo sabía que ese lugar se dividía en tres secciones, varones, mujeres y donceles, por lo que al recorrer el pasillo hasta su celda, intentó ignorar los gritos de los reclusos que le miraban lascivamente. Los varones al verlo no pudieron contener cuanta vulgaridad se les ocurría confundiendolo con un doncel. No es que le importara pero debían estar ciegos o muy desesperados. Resignado, miró a su compañero, un varón de su edad, cabello blanco y ojos amatista, que le sonrió con familiaridad, dejándole ver sus puntiagudos dientes antes de que el guardia lo aventara dentro cerrando tras de sí.
—Vaya, ¿cómo te llamas? —preguntó amablemente, sin dejar de lado el característico tono burlón de su voz—. Yo soy Suigetsu.
—Mm… —ignoró su pregunta yendo directamente hacía la cama y tirándose sobre ella. Fue entonces que se preguntó si aquella persona aún estaría ahí o ya habría muerto.
—
Después de consumir por primera vez aquello, sintió como su cuerpo se relajaba. Era una sensación única que le hacía olvidar por un corto periodo de tiempo, aunque pasados los “maravillosos” efectos era invadido por una ansiedad extraña. Con dificultad se levantó del frío suelo donde permaneció la última hora para volver a enjuagarse el rostro con abundante agua antes de salir del baño.
No sabía definir si fue valor o estupidez lo que le impulsó a tomar la hoja que venía dentro de la caja, constatando sus sospechas al verse amenazado por ser el “presidente” de Rasengan Inc, su cabeza dolía horrores haciendo que fuera incapaz de pensar más allá de lo que sus ojos veían. Fastidiado, se dejó caer en el sillón negro contemplando el techo como si fuese lo más interesante del mundo y cerró los ojos dejando que el sueño lo venciera, al menos por un día se daría el privilegio de descansar sin importarle nada más a su alrededor.
Cuando despertó, miró su reloj de muñeca que marcaba las seis de la tarde, observando como Sai irrumpía en su oficina sin siquiera tocar la puerta, como ya era costumbre. Esbozando una falsa sonrisa, aun así no dijo nada, ni ante el comentario de mofa sobre ser la bella durmiente de la oficina. Solo le ignoró, cogió su celular y marcó mirando mal a Sai para que se largara, quien sin decir más salió en silencio, con una expresión de desconcierto por el comportamiento de su huraño jefe.
El detective Nara Shikamaru era uno de los mejores, y justamente era él quien había estado llevando el caso de los asesinatos de la familia Namikaze y Uchiha desde el atentado contra Jiraiya Namikaze, padre de Minato, había investigando sin obtener pistas significativas que sirvieran para encontrar al responsable. Así que media hora después el detective estaba en su oficina haciéndole unas preguntas sobre el paquete.
Había sido un día de locos para Sasuke, quien pese a todo, aquella tarde llegó a la mansión con un enorme obsequio y una cajita de terciopelo negra que contenía una hermosa sortija de compromiso. Ya había hablado con Itachi sobre la situación de la empresa y prometió ayudarle con Naruto para que se lo tomara de la mejor manera posible. Todo fue más sencillo de lo que esperaba, su rubio mostraba una gran mejoría, pero era de esperarse ya que era alguien muy fuerte y optimista que sabía anteponerse a los momentos difíciles.
Finalmente, su boda se llevó a cabo a finales de octubre, siendo algo muy sencillo, pero no por ello menos elegante. Sin embargo, seguía recibiendo las amenazas por parte de esa persona que ansiaba vengarse. Y su estrés iba en aumento, aquel primer día se dijo que solo sería una vez, que nunca más volvería a probar esa porquería, pero su debilidad era más fuerte que su decisión de no volverlo a hacer.
Las investigaciones del detective Nara tampoco daban resultados y no servía investigar al remitente, ya que siempre era una persona diferente a quien un extraño le había pedido el favor a cambio de dinero, pero esa persona según las descripciones variaba mucho, siendo en ocasiones un hombre y en otras una mujer. Evidentemente se investigó a todos los socios y accionistas de ambas empresas sin resultado alguno.
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Once meses después de que se efectuó su matrimonio, Sasuke llego bastante cansado a casa, siendo recibido por un alegre rubio que de solo entrar lo llenó de besos que correspondió en la misma medida, abrazándolo y presionándolo contra su pecho, percibiendo aquel embriagante aroma a rosas que emanaba el cuerpo de Naruto. Al separarse, el doncel le miro de manera picara dejando ver su inmensa alegría, ajena a la cruel realidad que sobrellevaba Sasuke desde hace mucho.
—Casi se me olvida —exclamó mientras se dirigía a la sala siendo seguido de cerca por Sasuke, a quien le entrego una caja de cartón que tenía impresa en un costado con letras grandes y rojas la palabra “urgente”, el moreno tragó saliva con miedo, mientras Naruto le entregaba su paquete—. Te llego hoy al medio día, bueno eso creo, ya que al salir la encontré en la puerta, pero no traía remitente ni nada, solo dice tu nombre en esta pequeña etiqueta —señalo con el dedo índice la parte superior de la caja.
—Gracias —respondió yéndose a su estudio mientras sacaba su teléfono celular, dejando al rubito que prefirió ignorar aquello y terminar con los preparativos de la cena.
Su cuerpo tembló al abrir la caja. Era la primera vez que dejaban algo en la mansión, siempre era en la empresa, pero esa era diferente, al abrirla encontró una caja roja de terciopelo con un fino listón negro como la primera vez, la cual contenía diversas fotos de él dentro de la empresa, todas tomadas de una manera rápida, cosa que pudo notar debido a la mala calidad de las mismas. Adjunto venía él horario de su siguiente semana y la clásica amenaza con la leyenda de “Muy pronto estarás con tu madre y padre Uchiha”.
No dijo nada, tomó la caja metiendo todo dentro y salió de la mansión ante la desconcertada mirada azulina. Sasuke junto con el detective Nara optaron por que se mantuviera alejado del rubio, mientras su doncel era constantemente vigilado, y seis meses después se descubrió a la principal culpable de todo. Una mujer de nombre Kaguya, quien veinte años atrás había hecho grandes inversiones con la familia Namikaze, desgraciadamente algo hizo mal y lo perdió todo, en ese entonces su esposo se suicidó tras la ruina a la que ella los llevo y sus hijos se alejaron poco a poco.
La mujer culpó a los Namikaze que aumentaron su fortuna gracias a su ella, por lo que decidió vengarse y verlos sufrir. Dieciocho años le llevo elaborar el plan “perfecto”. Para que al final toda su fortuna se la quedara ella, quien justamente era la amante de Hanzo, el cual había permanecido ajeno a los asesinatos de Kaguya y únicamente se había dejado influenciar por la “avaricia” de la mujer. En todo ese tiempo, Sasuke descuido a su amado doncel, incluso faltó a su primer aniversario, cayendo en una depresión que creía aliviar con el consumo constante de los narcóticos.
—
—¡Es hora de levantarse, zánganos! —gritó uno de los guardias golpeando los barrotes de la celda. Realmente eso solo lo hacía para fastidiar ya que nadie salía.
Sasuke despertó adolorido de la espalda y con nauseas. Tenía una maldita ansiedad que le carcomía por dentro, necesitaba un poco de “esa porquería” para sentirse bien, ya llevaba seis días sin consumir nada, y era una eternidad. Esa estúpida dependencia la desarrollo en los últimos meses y en esos momentos lo estaba torturando. Para su mala suerte, al principio solo fue cocaina, cuando eso dejo de funcionar probó con otras sustancias, llegando al punto de mezclarlas para prolongar y mejorar los efectos.
—Oye… ¿Qué tienes? —preguntó Suigetsu en un tono de verdadera preocupación al ver a su compañero de celda bañado en sudor, mientras su cuerpo temblaba—. ¿Quieres que llame a un guardia para que te lleve a la enfermería?
Pero solo recibió una leve negación por parte del moreno, quien se hizo un ovillo, mientras Suigetsu se acercaba hasta él, incluso se tomó el atrevimiento de sentarse en la orilla de la cama, dándose cuenta que su compañero ardía en fiebre. Cuando se quiso levantar dispuesto a llamar a alguien fue detenido por el Sasuke.
—No necesito que llames a nadie… estoy bien.
Aún dubitativo, prefirió obedecer, solo se preguntaba qué clase de crimen había cometido para estar allí. Suigetsu sabía que su compañero era Uchiha Sasuke dueño de la multimillonaria empresa Rasengan Inc, del cual había oído hablar un año atrás, antes de que lo encarcelaran, y si mal no recordaba había hecho tratos con las empresas Hyūga, por lo que salió en una revista y también lo anunciaron en la televisión. Tal vez era curiosidad o por desaburrirse que se cuestionaba la estadía del moreno ahí, considerando que a ese lugar solo iban a parar asesinos seriales, violadores y en general personas sádicas que disfrutaban hacer sufrir y ver sangre correr.
—Nee Sasuke… ¿por qué alguien como tu esta aquí? —se aventuró a preguntar.
—No te importa.
—Sabes, hace un año me encerraron aquí. Yo era un simple vendedor que disfrutaba pasar los días con mi lindo esposo Juugo y mi hijo, vivíamos en una pequeña casa en las afueras de Konoha —comenzó a relatar el Hozuki ante la atenta mirada de Sasuke que consiguió olvidar todos sus malestares al menos por un corto periodo de tiempo—. A pesar de que apenas y teníamos lo necesario para vivir, éramos felices. Un día cualquiera, salí de casa a primera hora para iniciar mi rutina y con mucho ánimo me despedí de mi esposo, lo abrace, bese y le repetí muchas veces que lo amaba hasta que me corrió de casa diciendo «Cuídate mucho y que tengas un excelente día» dándome uno de esos cálido beso que tanto me gustaba. Me fui de casa dejándolo con mi pequeño hijo, pero cuando regrese eran ya las siete de la noche, note que las luces estaban apagadas y me extraño porque no eran de salir a esas horas, al menos no sin mi —reprimió el sollozo—. Tenía un mal presentimiento, entre con cuidado sintiendo miedo… y con sigilo llegue a la sala que era el único lugar iluminado y entonces lo vi… vi a mi hermano el cual había desaparecido diez años atrás, lo vi sobre el cuerpo ensangrentado y casi irreconocible de mi esposo, quede impactado y no podía reaccionar, fue entonces que mi vista contempló el pequeño cuerpo de mi hijo a un lado.
Sasuke lo miraba sorprendido, observando como aquel hombre dejaba escapar silenciosas lágrimas, pero algo no andaba bien en su historia.
—¿Pero entonces… por qué estás aquí? —Suigetsu lo miró con melancolía.
—Porque perdí el control y mate a mi hermano a golpes, dejándolo desfigurado, no conforme con eso comencé a apuñalarlo. Cuando llegó la policía fue a mí a quien vieron cubierto de sangre a un lado de mi esposo e hijo con la mirada perdida y el arma en mis manos. Nadie me creyó que el responsable de las muertes de mi familia era mi hermano…
—Lo siento —respondió sin más sentándose en la cama, mientras miraba la pared comenzó a relatar el por qué de su estadía ahí.
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Kurama caminaba lentamente por los amplios pasillos del hospital en dirección al cuarto de su querido rubio. Mientras por su mente pasaban las imágenes del porqué estaba ahí. Los últimos tres años se mantuvo en Francia, ejerciendo haya la carrera en una de las mejores firmas de abogados, recordando que pronto sería el cumpleaños de su cachorro, por lo que planeo hacerle una visita sorpresa que estaba seguro le alegraría. Por lo que a eso de las nueve de la mañana se encontraba parado al frente de la mansión Uchiha con una enorme sonrisa en los labios, sosteniendo un obsequio para Naru.
Pero nunca se esperó encontrarse con una alarmada pelirrosa que tenía los ojos llorosos, la cual iba saliendo a toda prisa del lugar, no lo pensó dos veces antes de detenerla y preguntarle qué es lo que pasaba. Solo basto una severa mirada para que la asustada chica le dijera todo. La cual había encontrado restos de sangre seca en la sala junto al prendedor que llevaba Naruto la noche anterior el cual también estaba manchado de sangre, por lo que ambos se dirigieron al hospital más cercano, encontrándose con la escalofriante noticia de que Naruto estaba internado ahí después de la golpiza que le dio Sasuke.
Realmente quería matar al bastardo por lo que le había hecho a su cachorro, a quien le tenía un inmenso amor, aunque no de manera romántica, más bien como de hermanos o incluso un amor de padre a hijo, para él, Naruto era su mundo y su todo. Aquel pequeño rubito era su adoración y cuando vivian juntos, disfrutaba consentirlo y cumplirle cualquier capricho por muy estúpido que fuera. Sin embargo, en cuanto entro a la habitación en la que se encontraba Naruto, apretó los puños y deseó ser él quien estuviera en esa camilla. Su niño permanecía con la cabeza vendada y varios aparatos conectados, mientras una mascarilla de oxigeno cubría su maltratado rostro.
Para ese momento ya era una costumbre ir al hospital y permanecer sentado al lado de Naruto mientras sostenía su mano y le contaba anécdotas de su estadía en Francia, cosas que sabía, sacarían más de una sonora carcajada de su cachorro —como él solía llamarle—. Muchas otras ocasiones solo le leía un cuento como si se tratase de un niño pequeño, para al final del día volver a regañarlo por mantenerse callado como si pudiera escucharle, o contestarle con aquellos clásicos pucheros que alejaban cualquier enojo.
Su tono severo pero amoroso le pedía diariamente que abriera sus hermosos ojos azules, prometiendo que él siempre estaría a su lado, para cuidarlo de cualquier bastardo arrogante que quisiera ponerle una mano encima, intentaba mostrarse fuerte, pero en más de una ocasión le era sumamente difícil al ver los hematomas en todo su cuerpo, anhelando poder encerrar en una bella burbuja al pequeño rubio para cuidarlo de todo lo malo del mundo. Si, Kurama era muy sobreprotector con su lindo cachorro pero ahora más que nunca tenía motivos para hacerlo, siendo su único propósito ver nuevamente aquella radiante sonrisa que le hizo salir adelante cuando más lo necesitaba.
Naruto era su única familia desde la muerte de Minato y Kushina. Sin él estaría completamente solo, tanto o más como aquel día de tormenta donde una mano amable se extendió frente a él, mostrándole la primera sonrisa sincera de su vida, aquellos ojos azules que le miraban con dulzura y le intentaban transmitir alivio. Aquel rubio le llevó a su casa sin conocerlo y lo hizo parte de su familia, por eso y más estaba agradecido con Minato. Pero su pequeño hijo era alguien especial, alguien que le hizo ver que realmente podía confiar en las personas, por lo que decidió cuidarlo y protegerlo.
Pero a pesar de aquella promesa hecha, tal parece que nunca lo cumplió, ya que tras la muerte del matrimonio Namikaze el se encontraba en Inglaterra atendiendo un difícil caso, y cuando llego nuevamente a Konoha se enteró que su pequeño se casaría con el Uchiha. Conocía al azabache, lo trato por mucho tiempo, incluso convivió con él, ahora era consciente de toda la presión y dificultades por las que pasaba… aun así nada fue motivo suficiente para levantar una mano contra Naruto.
Se maldecía por no notar aquellos cambios y actitudes en Sasuke, que actualmente se le hacían tan evidentes, tan palpables… y notoriamente ridículas, como si se burlaran de él en su cara, quiso confiar y se alejó, se fue descuidando lo que llegó a considerar “lo más importante que tenía” ¡Grave error! Se largo a Francia por años, la única comunicación que tenía con Naru era a través de ocasionales cartas del rubio, y una que otra llamada esporádica, tal vez una vez al mes o menos… se sentía culpable, pero ¿realmente lo era?
—Naru —susurró mientras contemplaba el bello atardecer en tonos rojizos que se filtraba por aquel amplio ventanal de la habitación, mientras la leve brisa veraniega movía sutilmente las blancas cortinas.
Llevaba tres meses con aquella horrible rutina, en donde pasaba la mayor parte del día con la ilusión de ver a Naruto despertar y abrazarlo transmitiéndole toda la seguridad y protección que pudiera. Ocasionalmente tenía visitas de amigos y familiares. Incluso aquella chica que conoció al llegar a Japón, iba constantemente a verlo llevando flores. Muchas veces se quedaban por horas a hacerle compañía, comentando anécdotas vividas con Naruto —entre vergonzosas, tiernas y cómicas—, sobre todo con Sakura y Hinata, compartiendo el inminente enojo (por no decir odio) por el Uchiha…
—Si tu padre estuviera aquí ya me habría matado por no haberte cuidado como es debido, cachorro —murmuró nostálgico—. ¿Sabes? Muchas veces sentí que todo esto fue mi culpa, por no estar ahí cuando me necesitabas, por no cuidarte, por no protegerte… y sobre todo por haberme ido lejos cuando debería haberme quedado… perdón.
Volvió a tomar la pequeña mano entre las suyas jugueteando con sus finos dedos, moviéndolos con nerviosismo e impaciencia. Tentado a quitar el anillo de matrimonio aunque era algo que no le correspondía, pero si Naruto quería olvidar a ese maldito y alejarse de ahí para nunca más volver, él apoyaria su decisión con tal de verlo feliz. Lo único que no sabía era que haría si decidía seguir al lado del Uchiha… pero eso era imposible De igual forma jamás lo permitiría, no volvería arriesgar a su única familia dejando que viviera en las fauces del lobo. Cosa que era imposible si aquel maldito seguía preso…
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Ya eran las seis de la tarde y estaba preparado para resignarse a que ese tampoco sería el día donde Naruto despertara. Según los doctores su cuerpo había sanado muy rápido, por lo que “ya debería” haber despertado, así es «debería», porque su cuerpo estaba bien, más no él, su esencia, su mente… su alma y aquello que representa ser Naruto Namikaze, había quedado prácticamente destrozado y pulverizado. Despertará cuando se sienta preparado, físicamente estaba “casi” de maravilla, pero ¿y psicológicamente? Para su desgracia él no despertaría por más que se lo pidiera o rogara y lo entendía, muy a su pesar pero lo hacía. ¡Diablos! ¿Cuánto tiempo más tenía que esperar? ¿Cuánto más tenía que pedirle que abriera sus ojos? ¿Cuánto más tenía que hablarle a su cuerpo inerte para que despertara?
Se sentía devastado… finalmente una lágrima resbalo por su mejilla ¡patético y débil! —según él—, tenía que mostrarse fuerte, siempre... siempre. Mientras su mente se concentraba en el constante sonido que hacía la máquina que monitorea los pausados latidos de su corazón, escuchando atentamente la suave respiración del Nauto. Soltó un suspiro cansino, dispuesto a despedirse, con la promesa de volver al día siguiente cuando al fin ocurrió. Fue un movimiento fugaz, lo suficientemente notorio como para que Kurama se percatara. La mano de Naruto se movió suavemente intentando aferrarse a la suya, mientras su respiración se volvia errática.
—Sasu… —musitó entre sueños.
No le tomó más de un minuto salir corriendo de la habitación y regresar con un medico —al cual arrastró por todo el pasillo—, para que revisara a Naruto, ya que este se mostraba agitado y una fina capa de sudor cubría su cuerpo, mientras se removía entre las sabanas susurrando una y otra vez “Sasu”. ¿Por qué diablos llamaba al Uchiha? ¿Por qué pese a todo el daño que le hizo le llamaba con anhelo y desespero? ¿Por qué? ¡¿Por qué?! No lo entendía, tampoco quería hacerlo. ¡Estúpido amor! Se repetía mentalmente una y otra vez, era tan estúpido que seguía creyendo pese al daño recibido, confiaba aún después de la traición y amaba aun después de sentir tanto dolor…
Después de una eternidad, finalmente Naruto estaba mejor, su respiración era más calmada, por lo que se acercó hasta él, permaneciendo a un costado de la cama. Comenzó a acariciar sus rubios cabellos, entrelazándolos entre sus dedos. Y su mirada se tornó cálida al ver nuevamente el rostro tranquilo de su niño, mientras con el dorso de la mano acarició las tres encantadoras marquitas que tanto le caracterizaban. Hasta que lentamente aquellos orbes azules se abrieron, pero había algo diferente… ya no tenían aquel brillo de alegría ni felicidad, estaban opacos y sin vida, su mirada era vacía. Parpadeó un par de veces en un intento por enfocar su cansada vista, pero solo conseguía ver las cosas muy borrosas. Aquellas siluetas oscuras que le rodeaban le producían cierto temor.
—Naru… —musitó Kurama esbozando una sonrisa que se borro al observar como el cuerpo del menor se tensaba y sus ojos reflejaban miedo, aun así no se movió, tan solo cerró los ojos como… como si le fuera a golpear.
—S-Sasuke… —artículo con miedo. Su voz tembló y su cuerpo se paralizó mientras respiraba con dificultad, cosa que hizo enfurecer a Kurama.
Odiaba al Uchiha por provocar tanto miedo en Naruto, al grado de tensarse con la sola voz, de sentirse amenazado, logrando que esa alma rebelde y juguetona ahora fuera un débil y sumisa. Lo odiaba por todo lo que provocó en su pequeño, pese a que conocía su historia nunca fue un motivo para todo lo que hizo. Ya que las cosas hubieran sido diferentes si no se hubiera callado, pero a pesar de que Kurama amaba a Naruto, entendía que el lindo rubio tenía parte de culpa por seguir ahí, a su lado, soportándolo todo, sin decir nada a nadie, sin pedir ayuda… no podía evitar enfadarse con Naruto que permitió todo aquello, no había amor que justificara el maltrato, la ofensa y la humillación.
—Naru… mi cielo, tranquilo —acarició su mejilla mientras sujetaba su mano, sus labios se mantenían apretados, intentando no maldecir al Uchiha, ya que lo que menos quería era asustar al doncel por lo que su tono era mimoso, suave y dulce—. Tranquilo, soy yo cariño… soy tu Ku-chan. No llores…
—¿Ku-chan…?
—Sí cachorro, soy yo —sujetó su mano, queriendo transmitir seguridad y confianza—.Me alegra que hayas despertado —no sabía que decir, ni tenía una idea por dónde empezar, o si debería hablar. Era claro que Naruto no estaba bien y sería estúpido preguntar. Se sentía idiota al quedarse callado, maldiciendo por ser un asco al querer reconfortar a alguien—. N-Naru… —tartamudeó dubitativo.
Finalmente iba a decir algo, pero se detuvo al ver como el menor se incorporaba con dificultad, apretando las finas sabanas. Kurama solo se sentó a su lado y lo abrazó queriendo dispersar la tensión que se reflejaba en los hombros del doncel. Lo estrechaba de tal forma que el blondo podía sentir una sensación agradable y reconfortante, sintiéndose protegido. Aquella sensación le recordó cuando era niño y su padre lo abrazaba contra su pecho acariciando sus cabellos mientras susurraba palabras mimosas.
Ahora se sentía como el infante de sus recuerdos, aferrándose a Kurama con desespero, quien lo consolaba como hacía su padre. Finalmente se liberó dejando expuestos sus sentimientos. Se aferró aun más al mayor y dejo salir todo el dolor que guardaba, en un desgarrador llanto que contagió al pelirrojo, haciendo que su pecho se oprimiera de impotencia. Naruto lloró por casi una hora, pasando del llanto a los suaves sollozos que parecían no tener fin.
—Todo va a estar bien, cariño, yo estoy contigo —musitó rompiendo el abrazo, para limpiarle las lagrimas con sus pulgares y depositar un casto beso sobre la frente de Naruto, quien se frotaba los ojos con ambos puños cerrados, de manera tan infantil, tan inocente y tierna…—. Siempre voy a estar contigo.
—Perdón Kura-chan —pronunció entre gimoteos. Kurama lo miró inquisitivo, sobre todo intrigado, ya que no tenía absolutamente nada que perdonar.
—No tengo nada que perdonar pequeño…
—Perdón, perdón por ser un tonto ¡el más tonto del mundo ttebayo! —lloraba mientras su flequillo tapaba parte de su rostro y sus manos apretaban las sabanas—. Siempre lo he sido… yo —su voz se quebró impidiéndole continuar.
—¿Eh? —Le miró confundido, frunciendo el ceño al no entender nada—. Naru no…
—Lo intente, realmente lo intente pero no puedo.
—¿De qué hablas?
—No puedo odiarlo —levantó su vista decidido y temeroso a la vez por lo que le pudiera decir Kurama. Mirando directamente aquellos orbes rojizos los cuales se mostraban inquietos, temiendo por lo que diría—. Soy un estúpido por seguirlo amando… y sé que me odiaras por eso… yo…
—Shh —lo silenció con un abrazo—. No sería capaz de odiarte —comenzó a hacer mimos en la cabellera rubia, haciendo una pequeña pausa—, a pesar de que sigas amando al bastardo ese. Naru mírame —se separó del menor y le levanto el rostro, logrando que sus miradas se cruzaran—. Yo solo quiero a mi Naru, a mi rubito latoso, griton y peleonero de siempre, a aquel niño loco, hiperactivo, risueño y rebelde que me alegaba hasta por la más mínima cosa, quiero al Naruto impositivo y de carácter indomable, aquel que decía que nunca se rendiría… aún si éste ama a alguien que no se lo merece —hizo una pequeña pausa, esbozando una sonrisa ladina—. Pero que tu le sigas amando no quiere decir que te dejare estar con él nuevamente, así tenga que amarrarte o matarlo… —siseó con enfado la última palabra.
Naruto tragó en seco, lo más probable es que Kurama no mintiera. Sorprendentemente, él no odiaba a Sasuke, pero tampoco deseaba volver con él. Lo amaba y lo perdonaba pero lo quería lejos de su vida… aunque también deseaba un abrazo, no del hombre con el que convivió los últimos años, no, sino de aquel Sasuke amoroso que lograba que su corazón latiera con frenesí y sus mejillas se tornara como la grana, quería un abrazo de aquel varón que lo protegía y lo mimaba cumpliéndole hasta el más mínimo capricho. Sin embargo su cuerpo temblaba ante la sola idea. Comenzando a preguntarse si mientras él estuvo allí Sasuke lo visitó, conocía la terquedad de su esposo y ni por Kurama se detendría… claro que eso era una tontería ¿Por qué visitaria a alguien que no le interesa?
—Kurama —el nombrado le miró con seriedad ante el tono empleado por el doncel—, Sasuke ¿Dónde…? —quería saberlo, pero a la vez no debatiendo consigo mismo si debía preguntar o no, finalmente alzó el rostro y habló—. ¿Dónde está Sasuke? —inquirió sonando más a orden que a pregunta, observando como el varón arqueaba una ceja con molestia…
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Continuará
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¿Alguien lee esto? D= bueno... yo solo espero que les este gustando la historia, si es así no se olviden de comentar y votar 😉😉
Haruka Eastwood
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