21 "Alexis tortura a Mateo"
Capítulo con contenido sexual explicito. La canción que dejé ahí arriba SIMPLEMENTE ESTÁ HECHA PARA ESTE CAPÍTULO :')
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Por suerte, lentamente se fue calmando. Yo seguí sin entender nada. ¿Por qué...? ¿Por qué le dolería ahí? ¿Eso era lo que conversaba con Marco? ¿Pero... por qué? Traté de entender, para deducir que hacer, pero estaba bloqueado.
—Ya —susurré—. ¿Estás bien? —le pregunté y asintió. Me miró dulcemente y tocó mi antebrazo, apretó con fuerza.
No. No estaba bien.
—Gracias —dijo débilmente.
—Emergencias está abierta toda la noche Mateo —propuse que fueramos, pero recordé el temporal y el toque de queda.
—Estoy... Estoy bie... ¡Ahg! —se quejó y volvió a poner sus manos en su entrepierna. Lo miré y él pasó saliva.
—¿Estas bien? —le pregunté rápidamente. Él asintió, pero esa expresión de angustia ante el dolor dejaba en claro que no. Suspiró y tomó otro sorbo de agua—. ¿Te duele ahí? —pregunté extrañado. Hizo una mueca y asintió—. Pero... ¿Qué tienes?
—Es que... —dijo bajando su voz. Le dio un espasmo y me miró con sus grandes ojos negros llorosos.
—Ya, tranquilo —le dije y asintió. Intentó controlar su respiración, pero le costaba mucho.
Se logró calmar por completo, pero aún podía notar cierto nerviosismo. Tomó más agua... y finalmente habló.
—Es que hace un tiempo... —comenzó y me puse atento— ... siento mucho dolor ahí —dijo mirando a un lado. Hasta ahí bien. Eso pasa—. Es un dolor horrible... Y el pasado viernes me dio en la noche muy pero muy fuerte, como... ahora... —yo asentí.
—¿Por eso andabas tan raro? —pregunté interrumpiéndolo, él asintió y volvió a bajar su vista.
—Y fui al doctor, al urólogo... Ahí me dijo que era raro y que-que podía tener... una acumulación de líquido —dijo. Me costó procesar, pero supuse algo. Estaba dispuesto a seguir escuchando, pero Mateo hizo una pausa—. ¿Entiendes? —murmuró con una expresión que me derritió de ternura.
—Sí pero... ¿Cómo? ¿Por qué?
—No sé... cómo explicarte.
—Solo dime... No entiendo.
—Es que según el doctor... cuando no se expulsa líquido, tú sabes —dijo y empezó a bajar su voz.
—Sí, sí entiendo —dije sin poder evitar reírme un poco. Era el primer chico que veía avergonzado o sintiendo algún tipo de remordimiento al hablar de eso.
—La cosa es que se va acumulando con el tiempo... y yo nunca he expulsado, ¿me entiendes? Entonces se acumula... —dijo muy rápido, con una voz nerviosa. Me quedé pegado y entendí todo. Pero me costó creerlo— ..., pero igual... —dijo ladeando su cabeza— ... dijo que podía ser otra cosa, que podía ser incluso una enfermedad..., pero es que para descartar eso y comprobar aquello necesita una muestra de... —berrinchó y al final se agarró el cabello frustrado.
No supe qué decir. Se formó un silencio. Mateo levantó su cabeza y me miró.
—¿Una muestra de...? —pregunté susurrando. Levanté las cejas y asentí, me miró, pasó saliva y me confirmó con un tímido asentimiento.
—De... semen —balbuceó entre dientes, volviendo a bajar su vista.
—¿Pero es porque tú nunca...? —me negó antes de que terminara de hablar—. ¿Enserio? ¿Nunca?... Así... una paja —dije haciendo el gesto con mi mano y él sonrió débilmente.
—Nunca —balbuceó al momento en que mordía su uña del dedo anular.
—Pero... ¿Por tu religión? ¿Eres asexual?
—No —dijo sonriendo al final—, por mi pa... Mi religión... Como te digo sí o sí lo tengo que hacer, por la muestra, pero es que... no... no puedo —dijo con la voz cortada y seguido sus ojos se llenaron de lágrimas. Una gotita cayó por su mejilla y se la secó rápidamente.
Mi mente se puso en blanco, se me hizo imposible reaccionar al sentirme tan conmovido, y triste y preocupado al verlo llorar. Me dejó devastado. ¿Cómo...?... ¿Cómo podía? No había posibilidades de tan solo pensar que mintiera, porque lo conozco y sé que nunca ha mentido. Porque él es así, es un pendejo. Nunca pensé que tanto, pero lo es... ¿Cómo...? ¡¿Cómo...?! ¡¿Cómo es que nunca se ha masturbado?! Pensé en mí, en las innumerables pajas que me eché hasta los dieciseis, diecisiete... ¡Simplemente es incontable!
Estaba tan ensimismado en mi juicio y pánico interior que por un momento olvidé que un pequeño se encuentraba adolorido, triste y abatido a mi lado.
—Mateo —susurré con compasión y lo tomé del cuello, lo acerqué a mi hombro y lo abracé con fuerza. Él se quedó inmóvil y a los pocos segundos después se aferró de sobremanera mí. No pensé que respondería al abrazo del chico con quien bromea siempre. Lo apreté fuerte contra mi pecho, sintiendo su acolchada cintura. En ese abrazo sentí como si nos necesitáramos desde hace mucho tiempo. Y aproveché el momento, de tener a un querubín como Mateo entre mis brazos.
Narra Mateo:
Alexis es un regalón... Siempre lo supe. Fue tan reconfortante su apapacho, y conversae con él fue como sacarme un peso de encima. Por un momento la ansiedad se suprimió, solo sentía... calor, y comprensión. Aquella muestra de cariño se comenzó a sentir extraña, pero no tenía ninguna intención de separme..., hasta que me bajaron los nervios otra vez. La cercanía, sus brazos sosteniéndome con fuerza, su amabilidad... Alexis desde el primer día en que llegó a tutorías me removió algo dentro. Tiene ese no sé qué... Esa mirada fría, esa expresión seria, ese cuerpo imponente y belleza masculina que me carcome, me baja el autoestima..., por verlo así tan cariñoso, tan apegado a mí, tan preocupado fue simplemente... simplemente...
No. Detuve mis pensamientos.
Alexis es tu amigo. Es el chico de tutorías que te molesta en la cafetería. Solo eso...
Nos separamos y paramos. Me duele el trasero, pasé mucho tiempo tirado en la fría cerámica. Salimos del baño, suspiré, prendí la luz del comedor que está en el living, el que se usa para ocasiones especiales. Solo quiero una cosa y es tomar vino. Se me hace agua la boca, si no estuviera Alexis me encantaría emborracharme. Uno de mis placeres "culpables" es ese, el vino. Recuerdo cuando probé un Cabernet por primera vez, había recién cumplido trece... Fue lo más cerca que tuve de un orgasmo en mi vida.
Me encanta el vino, pero, aunque me encante siempre debo tener cuidado de que no me descubra mamá. Por eso solo en ocasiones especiales lo hago. Un viernes al mes amo estar solo en la noche, conversando solo, tomando vino... y escondido de todo el mundo.
Me acerqué al mueble de madera. Me agaché y saqué uno. No tiene etiqueta. Solo será un poquito...
—¿Quieres? —le ofrecí a Alexis sonriendo, sin no poder verme apenado.
—Claro —aceptó sentándose. Me senté en el mejor puesto, el de la punta. Alexis al lado, por el lado derecho. Saqué dos copas del cajón a mi lado y tomé el corcho de la botella.
Narra Alexis:
Me divierte y enternece verlo batallar con el corcho de la botella. Al final terminó golpeándolo con un cuchillo, yo no puedo evitar reírme.
—Así, mira —le quité la botella. Mordí el corcho con las muelas y la botella la tiré hacia abajo, salió con mucha facilidad, tomé una copa, comencé a servir...
Y se me fue de golpe.
—¡Alexis! —dijo Mateo parándose y echando la botella hacia atrás. Yo me carcajeé y él se rió observando el desastre— ¡Es un poquito! —dijo y me pegó en la cabeza, yo me seguí riendo. Es que... Ay, es una de estas copas gordas donde apenas se le llena el fondo y esta... está casi rebalsando. Él se ríe, pero de mí. Sacó un pedazo de toalla de papel y limpio lo que derramado esta. Tomé la otra copa, vacié de la mía como hasta la mitad, así las dos copas terminaron con la misma cantidad. Bebí aquel dulce alcohol. No bebía desde la fiesta, en lo personal yo no bebo por mi propia cuenta. Vi a Mateo. Puedo escuchar la lluvia afuera y el viento. Él está con su cabeza apoyada en su mano mirando a la nada, tristón.
—¿Estas bien ahora? —le pregunté, el salió de su trance y me miró, asintió cabizbajo.
—Sí, es solo que... yo no quiero vivir así —dijo apenado y haciendo una mueca—. Y... sé que lo debo hacer pero es que... no puedo, no sé qué hacer —dijo. Es como un niño balbuceando, contando que ha hecho una maldad.
—Tranquilo Mateo, no se acaba el mundo —le dije alentándolo, odio verlo triste—, aparte tú... tú eres muy abierto de mente, ¿por qué...? —dije extrañado. No logré terminar mi idea, hizo una mueca y volvió a mirar abajo. Empiezo a entender todo, esa vez en mi casa, su actitud este tiempo... Todo encaja. Todo...
Y fue mirando como una gota de vino caía por la botella que mi mente formuló una idea... Una idea que le conviene bastante... Una idea que me emocionó y alteró mis sentidos al instante. Pero luego pensar en lo atrevida que sonaría me decidí por aceptar que es inútil. No... No Alexis... No... No y punto... Pero lo volví a mirar.
—¿De verdad nunca? —se me salió solo. Me negó bajando su vista— ¿Quieres ser cura? —dije y nos reímos, me dio mucha pena ver como se secaba una lagrima.
—Tonto —dijo y negó con la cabeza, me miró, sorbió mocos, sonrió y volvió a bajar la vista.
—Y también eres virgen —dije y el asintió sin mirarme.
Se quedó así. Tomé otro sorbo de vino. Lo volví a mirar, vi como otra lagrima amenazaba con salir de sus ojos. Él se frotó el ojo antes de eso.
No aguanto. Lo haré. Piensa Alexis, solo dile que lo vas a... ayudar... Dejémoslo en eso... Ayudar. Ayudarlo. Ayudar a Mateo.
—Mateo —lo llamé, este asintió mirando el mantel—, yo te puedo ayudar.
Narra Mateo:
Me dio una impresión gigantesca por dentro. Lo mire atónito, está serio. Tragué saliva, siento un calor plantándose en mis mejillas y un cosquilleo en mis manos.
—Para que tengas esa muestra —dijo seriamente, hablando muy enserio. Me removí. Estoy pensando tantas cosas. ¿De verdad a dicho eso? ¡¿De verdad a dicho semejante cosa?!
Estaba negándome a la idea rotundamente por dentro, cuando... sentí una pequeña puntada y noté de nuevo esa angustia. Sentí el sufrimiento y pensé... y de mi boca salió—: Para... ¿La muestra? —y por los nervios y que siento me fue imposible mirarlo.
—Sí, por tu bien. Tú eres mi amigo y me preocupo por ti Mateo —dijo. Me puse más nervioso aún. Pero el bichito en mi mente dijo: "Eres muy dramático Mateo".
—Somos amigos —balbucee mirando un punto fijo en la mesa y sintiendo como mi cuerpo se congela.
—Sí, solo amigos —dijo mirándome extrañado frunciendo el entrecejo. Ay que vergüenza... Él habla de una manera tan tranquila y yo hago notar que ya siento un infarto—. Puedes confiar en mi —lo escuché decir. Me he puesto demasiado nervioso. ¿De si confío en él?
Espera... Es que... ¡¿Esto...?! Con... Confío en él... ¿De si confió en el?... Pero... ¿Por...? ¿Por qué...?
¡¿Eh?!
«Eres un dramático y mal pensado Mateo» dijo el bichito en mi mente. Pasé saliva...
—Confió en ti —me decidí, respiré profundo y asentí sin poder mirarlo en ningún segundo.
Me paré, Alexis igual lo hizo y me sonrió amablemente como siempre... Como siempre. Fui al baño, recogí la mochila, saqué el vasito para la muestra, lo llevé y volví a la sala. Alexis ve por la ventana. Volteó y volvió a cerrar la cortina.
—No... No quiero ir a mi pieza —dije rascándome la nuca.
—Claro —dijo. Esta tan normal, como siempre. Y yo tan nervioso... No me imagino como será... ¡Ahg!
Me senté en el sofá. ¿Y ahora qué?
—Como que ya me dio calor —dijo. Y se quitó el polerón dejándome ver que es lo trae puesto junto a su buzo con estampado militar. Una playera blanca que parece estar hecha a la medida para él. Se sentó a mi lado, tomó el vasito, rompió la bolsa que lo sella con los dientes violentamente. Yo estoy inmóvil, mirando cada movimiento de sus manos. No puedo mirarlo a él. No puedo. Me siento tan avergonzado y tenso, esto no va a funcionar... Lo sé. Dejó el vasito en la mesita, volvió a verme, yo lo vi por un segundo y bajé la vista rápidamente. Esta cerca, tiene una pierna cruzada bajo la otra y rosa la suya con la mía, su brazo en el respaldo y sus fijos en mí—. ¿Quieres ver porn...?
—No —respondí antes de pudiera terminar.
—Okey —dijo sonriendo al final. Estoy intentando soltarme, relajarme, pero me es imposible—. ¿Nunca has hecho algo así?
—No... Nada —balbucee mirando al frente.
—¿Y nunca has tenido una erección? O una sensación así... Tú sabes, esa cosita —dijo sonriendo al final. Yo sigo inmóvil, siento que cada segundo que pasa me pongo más nervioso. Tragué saliva.
—Sí —dije mirándolo un segundo, asentí y volví a mirar a otro lado.
El asintió y sonrió de lado... ¡¿Eh?! ¡Ahg! ¿Por qué me gusta cuando hace eso?
No lo mires Mateo...
Su mano que estaba descansando en el respaldo del sillón acarició mi cabello suavemente. Lo miré... y me paso lo que sabía que pasaría si lo miraba. Me perdería en su mirada. En esos ojos fríos, que extrañamente ahora están con un brillo peculiar. Noté que esta algo sonrojado, abrí la boca como un bobo. Sus caricias en mi pelo... se siente bien, son suaves y me dan escalofríos. No como Marco, que solo lo frota bruscamente.
—¿Quién te gusta? —preguntó en un susurro mientras las yemas de sus dedos se dirigen a mi nuca... Donde sentí una arañita clavando su veneno en mi sangre.
—Na-Nadie... No hay nadie que... me guste —respondí. Él asintió y pasó saliva por sus labios. Ver la aspereza y humedad de su lengua me nubló la vista y me recordó a la de los felinos. Alexis suspiró pensante.
—¿Hay alguna persona que te atraiga? ¿Alguna... chica que encuentres linda?
—Mi mamá es muy linda —respondí y Alexis se rió por lo bajo.
—Sí... Esta bonita, pero no creo que te guste tu madre, ¿verdad?
—Por supuesto que no —susurré y reí. Tuve un pequeño espasmo al sentir como Alexis se removía quedando más cerca de mí y posaba su mano en mi muslo. Yo miré esto y me dio una corriente extraña, que hizo ponerme más y más nervioso. Tragué saliva y sin poder evitarlo solté una risita.
—¿Que? —preguntó sonriendo.
—Es que esto es raro... Tú... así siendo seductor —dije volviéndome a reír.
—¿Seductor? —inquirió y apretó mi muslo suavemente, me dio de nuevo esa corriente. Tragué saliva y me volví a poner muy nervioso... Espera...
—¡Alexis, pero...! —exclamé desesperado. Me miró tranquilamente—. ¿Enserio me vas a... a-así to... car?
—¿Entonces te hablo bonito? —preguntó burlesco.
—Ósea... Es que... Nada —murmuré totalmente avergonzado. Nunca creí que un hombre me tocaría. Espera... ¡¿Me tocará un hombre?! ¡Pero si yo no soy gay! Pero... Pero él dijo... somos amigos... Ya no entiendo nada, me voy a volver loco.
Volver a ver el movimiento de su lengua sobre su labio inferior fue lo que me tranquilizó, junto con sentir el calor de su presencia que me hizo olvidar que hace solo unos segundos me iba a oponer a que siguiera y ver de tan cerca lo abochornado que esta, como sus mejillas están rojas y lo perfecta y asimétrica que es su cara... Sus facciones. Sus ojos atigrados y la margarita en su comisura derecha.
—Hace calor, ¿no crees? —comentó, y sí, siento calor hasta en las orejas. Vi la estufa y me hipnoticé un momento en las llamas danzantes, que también se reflejan en los ojos de Alexis. Ese, ese es el brillo que me parece extraño. Está es la luz qué hay, pues apagué la del comedor y la tele se fue a negro. Esto hace que él ambiente éste tenue y caliente... Cada vez más caliente... Quemándose... Fuego, Alexis, ay... Me está empezando a arder la herida en mi cuello de nuevo.
Puso su mano en mi mejilla.
—Estas muy caliente —susurró preocupado. Bajó su mano de mi mejilla a mi cuello. Sus manos están heladitas. Me mira fijamente, muy concentrado, pero a la vez dulcemente.
—S-Sí, hace calor —tartamudee para lograr avergonzarme. Él volvió a tocar mi cuello.
—¿Por qué no desabrochamos esto un poco? —propuso con un tono de voz grave y con la lengua chasqueante. No ha parado de jugar con su paladar en todo el rato. Acercó sus dedos a el cuello de mi camisa, tragué saliva. Soy una maquina tragadora de saliva, solo lo miré fijamente y él me sonrió amablemente, pero hay algo en esa sonrisa, tiene toques de malicia y picardía que me intimidan... ¿Por qué...? ¿Enserio quiere ayudarme o...?
Es que tan solo verlo. Enserio me va a tocar... Dios... Enserio me va a tocar, podré sentir eso... que se siente bien. Desabrochó el segundo botón de mi camisa... El tercero... Con una facilidad increíble, con solo una mano, sin dejar de mirar como mi pecho se va desnudando. Cada vez que desabrocha un botón, siento el rose de sus dedos por mi piel deslizarse hacia el otro. Lento... Muy lento... Una tortura. Mi camisa esta hacia afuera, aunque un poco agarrada en el cinturón. Siguió desabrochando, cada vez más abajo, llegando donde están mis costillas... Mi ombligo... Y finalmente el ultimo. De repente tomó mi cinturón, la hebilla. Rápida y bruscamente y yo me sobresalté. Lucifer... esta tan cerca de... ahí...
Me dio una corriente por todo mi cuerpo.
—Es un bonito cinturón —dijo mirándolo. Puso su mano en mi cintura y con el pulgar acarició la hebilla.
—Es mi favo... mi favorito —susurré entrecortadamente sintiendo como me ahogo lentamente en mi propia tensión. Ya cállate Mateo... Solo quedas como un tonto... Dios, es que es tan tortuoso. Es que tan solo pensar y sentir que su mano esta tan cerca de ahí me hace sentir de nuevo esa corriente. Me gusta, me gusta mucho..., pero es una tortura. Es que va tan lento, sé que lo hace apropósito. Volvió a mirarme. Yo intento con todas mis fuerzas estar tranquilo, pero realmente es inútil. Mi corazón lo siento en la garganta... y mi respiración esta errática, mi cuerpo me juega en contra y es desesperante.
—Cálmate... Relájate... No haré nada que no quieras —susurró en el preciso instante en que ya me sentía en la cúspide de mi pequeño ataque de desesperación. Tomó mi mano y yo... yo solo quise entrelazarla con la suya, algo que Alexis aceptó con suma delicadeza. Asentí y afligí mis cejas tomando una honda respiración. Abrió un poquito mi camisa y ya empecé a sentir como me refresco, aunque sea un poquito—. Así te refrescas —susurró y lo miré. ¿En qué momento paso?... ¿Por qué estoy descubriendo mi piel con... Alexis?... ¿Por qué me siento tan bien y me excita tanto sentir su tacto? ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué...? Mis ojos se llenaron de lagrimas y me mordí el labio.
—Tus manos están muy... frías —susurré tímidamente.
—¿De veras? —preguntó y volvió a poner su mano en mi cuello... Apreté los ojos con fuerza al sentir aquel hielo en mi piel ardiente. Vi su cuerpo, su torso... Está muy cerca... Su rostro y su cuello, su cuerpo trabajado y natural—. Dime Mateo... ¿Qué pasa cuando se te erecta y sientes el bichito? —pasé saliva y bajé mi vista. Mi mano que esta entrelazada con la suya apretó su muñeca inconscientemente. Me preparé para hablar...
—Sue... Sueños —susurré.
—¿Qué pasa en esos sueños? —me mordí el labio y cerré los ojos.
—Algo... Algo me toca... No sé qué... N-No sé quién... Solo sé que es muy suave y... y blanco —murmuré sin tener el valor de mirarlo. Tomó mi barbilla y elevó mi cabeza, lo miré y vi una sonrisa de lado en su rostro.
—¿Quieres que te acaricie y bese el cuello? —preguntó en un susurró y escuchar aquello me remeció el cuerpo y tensó los muslos.
«Por favor» suplicó mi yo interior. Pero al vergonzoso y orgulloso chico que se ve por fuera lo invadió la timidez y cobardía, me limité a tartamudear y murmurar un "está b-bien".
Narra Alexis:
Es uno de los momentos más emocionantes de mi vida. Me estoy controlando al cien por ciento, pero ni por toda la fuerza de voluntad que tenga puedo evitar sentir que estoy enloqueciendo.
—Hermoso —murmuré encandilado, mirándolo a los ojos. Sus hermosos ojos.
—¿Qué? —preguntó al no haberme entendido y yo sonreí.
—Nada —susurré acariciando su mejilla con mi pulgar. Bajé mi mano a sus clavículas y acaricié lentamente, apenas presiono su piel, solo roso las yemas de mis dedos muy delicadamente. Fui bajando por esa línea que se le marca en todo su torso pudiendo notar como su respiración se empieza a intensificar cada vez más. Lo miré...
—Mateo —le dije suavemente. Me miró, asintiendo—, si quieres que me detenga solo dime, ¿de acuerdo? —dije mirándolo fijamente a los ojos.
—De acuerdo —susurró y bajé mi vista a su torso nuevamente. Empecé a deslizar mis dedos por su piel. Luego me atreví más, toda mi mano. Siendo algo más brusco, por su abdomen... La pasé por su pectoral izquierdo y suavemente toqué y jalé con mi dedo índice su pezón, el jadeó entrecortadamente. Lo miré rápidamente. Mateo está rojo y húmedo... Esta para comérselo entero. Mordí mi labio, adentré mi mano más abajo, toqué sus costillas... Sentí una pequeña risita y sus músculos se contrajeron. Lo miré, y le sonreí—. Me da cosquillas —dijo sonriendo dulcemente. Sonreí nuevamente. Es tan azotable...
Ay perdón... Quise decir adorable.
Seguí, cada segundo que pasa amo más su cuerpo, su piel dorada... Me encanta sentirlo, su calor, su respiración agitada y ver su nariz y mejillas morenitas sonrojadas. Me encanta ver como su pecho empieza a cada vez subir y bajar más rápido. Levante mi vista a un solo lugar... Por mi madre ¡y con un demonio!... Sus labios se ven tan apetitosos... No puedo controlarme... No puedo... Vamos Alexis... Se fuer... Se fuerte...
Lo hice. En un momento rápido solo lo hice, uní mis labios a los de él. En un jadeo logré capturar su boca tomándolo del cuello con rapidez.
No te escapes Mateo...
Exhalé y cerré los ojos... Y al igual que mantequilla me fundí al sentir como por un segundo movió sus labios con desesperación..., pero al instante después puso sus manos en mi pecho y me alejó de él. Miró al frente y abrió los ojos con impresión exclamando un—: ¡No! —con la respiración agitada. Tragó saliva y se alejó aún más—. No... No quiero que me beses —tartamudeó al mismo tiempo en que yo lamo mis labios para recordar el sabor de los suyos por siempre. Lo miré, su nerviosismo y sonrojes y solo me ceñí a sonreír.
—Lo siento..., pero... —dije acercándome de nuevo a él. Me miró, su rostro esta como a diez centímetros del mío, resuella tembloroso, sus ojos están cristalizados. Esos perrunos ojitos me matan, me excitan, me hipnotizan— ... ¿estás seguro? —le pregunté mirándolo lúbricamente, poniendo mi brazo en el respaldo nuevamente y acercándome más. Me miró, abrió la boca babeante y tragó saliva. Puedo notar su nerviosismo y excitación a flor de piel...
Se acercó a mí rápidamente con la intensión de besarme..., pero yo me alejé rápido, solo para molestarlo. Abrió sus ojos sorprendido y si ya estaba nervioso y rojo ahora se volvió a sonrojar. He logrado confundirlo. Me acerqué de nuevo y miré sus ojos... Vi una desesperada súplica y apreté mis dientes con deseo y un poco de exasperación ante... como me pone. Lo tomé del cuello y lo besé lento, muy lento. Le di un solo besito en los labios. Oí un efímero "chic". Y lo volví a ver... Mordí mi labio...
Delicioso.
Otra vez, ahora mis labios capturaron el inferior suyo, lentamente. Es torpe y no sabe besar, pero me encanta, es como algún día lo imaginé, pero multiplicado por mil. Dulce como la panela y bruto como el mismo... Sentir una electricidad en todo mi cuerpo, en mi columna y en absolutamente cada milímetro de mi piel me llevó a gemir. Yo... nunca gimo... Siento un estúpido calor en mis mejillas, me hormiguean las manos y mi intimidad está palpitando como nunca... ¡Mierda Mateo! Me haces ponerme como un loco. Debilitas mi autocontrol cuando se que es jodidamente difícil dominarme contigo.
Empezamos a tomarle más ritmo al asunto, está excitándome demasiado, lo tengo firme del cuello con las dos manos. Ladeé mi cabeza, me separé mordiendo suave y lentamente un pedacito de su labio y le di un beso en la mejilla, lo volví a ver a los ojos. Quiero saber si le gusta... Como no, tiene una cara de desesperación que me vuelve loco. Sonreí.
—¿Qué? ¿Me vas a decir que nunca habías besado?
—Yo... lo he hecho —balbuceó bajando su vista—. Y... no es necesario que l-lo hagas... Espera ¡¿por qué lo haces?! —me regañó y yo solo me reí.
Como si tanto te molestara...
—Créeme que si es necesario —dije burlón.
Mi cuerpo se mandó solo y lo volví a besar, estoy demasiado emocionado. Debo ir lento, pero no puedo.
«Besa bien Alexis».
Y por supuesto que me hice caso. Beso como nunca lo he hecho, con él es inevitable no querer ser un profesional. Sus labios, sus húmedos, carnosos y suaves belfos son lo mejor que he probado. Nuestros alientos con sabor a vino... me encantan. Sentí su mano en mi antebrazo, apretando. Mierda, creo que lo estoy ahorcando... Me separé y lo vi. Saqué mis manos de su cuello. Jadea y mira hacia abajo, como confundido, su rostro refleja angustia, culpa, miedo y mucha confusión, pero también deseo de más, excitación y comodidad. Y ese color rojo vivo complementa para quedarme tranquilo. Posó sus ojitos en mí, pero al yo mirarlo bajó la mirada rápidamente. Sin pensarlo dos veces acerqué de nuevo mi rostro y me volvió a mirar. Yo estoy por abajo, frente a frente sintiendo nuestras respiraciones. Mientras nuestras narices y labios rozan dulcemente. Se removió y jadeó. Fue como si estuviéramos apunto de besarnos, pero no lo hicimos.
Así jugamos, cerrar los ojos, acercarse y abrir la boca deseosos, para luego alejarnos y mirar los labios del otro. Hasta que se logró, y de nuevo lo sentí la electricidad. Un beso lento y suave, muy suave, pero que poco a poco se intensifica de nuevo. Mi mente está en blanco. No hay nada. Solo esto. Todos mis sentidos están pendientes solo de esto. Noté que Mateo igual empieza a intensificar el beso... Me da ternura. Hasta me divierte..., pero cuidado...
No sabes de lo que soy capaz.
Lo agarré de la camisa, por la parte donde se encuentran los botones, apreté esta y lo acerqué más a mí. Haciendo que nos separáramos un instante y el respingara. Apreté más fuerte todavía y lo volví a besar. Mi lengua pide a gritos saborear la suya... Así que lo hice muy lento. Es torpe. Me enternece y a la vez calienta. Ahora solo quiero hacerlo sentir bien, no más tristezas ni dolores, solo felicidad y placeres... Debo encargarme de enseñarle muchos más placeres. Volví a acariciar su torso. Suave y caliente. Sintiendo el ligero volumen de sus músculos.
Estaba suavemente acariciando su pecho cuando mi mano se fue sola, bajó hasta su entrepierna y apretó con fuerza. Mateo pegó un espasmo haciendo que nuestros labios se separaran, tomó mi mano queriendo sacarla... y al mismo tiempo escuché un leve quejido, un gemido agonizado que retumbó en mis oídos e hizo que me diera una corriente en la nuca deliciosa...
Ese sonido fue exquisito.
Levanté mis cejas y lo miré tranquilamente. Se que fui un poco maldadoso..., pero es que es tan divertido y excitante.
—¿Todo está bien? —le pregunté. Él, se está como recuperando y sigue sin mirarme. Rojo, todo rojo. Asintió y tragó saliva.
Vi hacia esa dirección y dejé de presionar, pasé mi pulgar por encima de su jean suavemente, acariciando con lentitud. Oí un jadeo y vi como su pecho respiró hondamente. Lo miré... Mierda, se ve delicioso con la camisa desabrochada y su cadenita dorada en esa piel morocha... Solo pienso... Pienso...
Y me lo quiero coger. Que su madre me perdone, pero me quiero coger a su hijo. Lento y dulce, pero bien duro. Embestidas profundas y firmes. Para luego salir de su interior con suavidad y lentitud... Tan solo imaginarlo me hizo sentir corrientes en mi sexo. Es imposible controlar mis pensamientos impuros.
Acaricié su muslo interno. Mateo sigue respirando agitada y profundamente.
Narra Mateo:
Cosquillas. Eso siento. Cosquillas que no me dan risa, más bien me están volviendo loco. Es algo que no puedo describir. Es una corriente en mi columna, una vibración en mi piel y ahí... solo siento como me voy excitando cada más y más. Y Alexis... es como una tortura. La forma en que me ve, la forma en la que me besa... Y es esa sensación de que estoy haciendo algo malo, lo que me hace excitarme más. Lo prohibido que me prohibió papá esa noche. Puso su mano en mi barbilla queriendo que lo viera, lo hice. Tiene una expresión que lo hace ver muy guapo... Lo deseo, deseo a Alexis... Deseo verlo y tocarlo... Quiero saber como es... Quiero sentirlo más de cerca...
El angelito en mi hombro me dice—: Esto está muy mal —desesperado.
Mientras que el diablito en mi otro hombro dice—: ¿Todo bien? —con su hermoso rostro... Así acariciándome y mostrándome su atractiva sonrisa, sus ojos amarillos y sus labios fucsias.
Sí. Ese diablito es Alexis.
Narra Alexis:
Lo volví a besar. Decidido acerqué mi mano a la hebilla de su cinturón, él separó sus labios y bajó su vista asustado. Sonreí. Lo disfruto tanto, abrí su cinturón, el puro sonido emocionante. Lo volví a ver, tragó saliva, apoyé de nuevo mi brazo en el respaldo del sillón y con mi mano sujeté mi cabeza. Miré hacia su entrepierna, desabroché el botón de sus jeans e inmediato vi la pretina de su ropa interior, es azul. Bajé el cierre muy lentamente, oigo su respiración en mi oído y siento su aliento caliente...
Miré.
—Tienes una obsesión con Los Simpson —dije riéndome al final. Solo me miró e ignoró. Veo que quiere inútilmente contenerse, pero en este punto es absurdo. Con mis dedos di pequeños toquecitos, como si tocara piano. Luego acaricié... Y lo noté... crispado y sudando excitación. Vi su rostro, se muerde el labio y sus cejas las tiene fruncidas ligeramente. Ve como la palma de mi mano se apoya completamente en su erección. Le dio un espasmo de nuevo y los músculos de su torso se contrajeron mientras dejo escapar un jadeo.
—Uh... Que duro —dije, nunca puedo ni podré dejar de molestarlo...
—Cá-Cállate —barboteó apretando sus ojos un momento. Acaricié más fuerte, su respiración esta desordenada como su camisa.
Pellizqué la punta. Y un gemido ahogado se le escapó. Yo sonreí sin poder evitarlo.
—Tranquilo... Tranquilo Mateo, piensa en otra cosa —dije con toda mi calma.
—No puedo, ¡¿y qué quieres que piense?! —me regañó adorablemente.
—Tú puedes —aseguré mimosamente. Volví a acariciar, siendo cada vez más brusco.
—Dime... cu-cuál es tu segundo nombre —dijo apretando los ojos y ladeando su cabecita mientras habría su boquita haciendo una "o".
—Matías, Alexis Matías —le dije sonriente. Estoy disfrutando tanto sus expresiones...
—¿No-No crees que suena mejor Matías Alexis? —susurró y sonreí.
—Se lo he dicho a mi madre por diecisiete años.
Esta como loquito. Es sensible a mis caricias. Es sensible a mi... quo lo haré sentir eso que te lleva por un momento al cielo... y por primera vez. Es maravilloso. No sé si llamarlo inocente..., pero me causa una excitación tan grande pensar que es su primera vez sintiendo esto, dejándose disfrutarlo, no saber controlarlo, se lo que se siente...
Su desesperación me encanta.
Apreté de nuevo, otro espasmo y otro jadeo ahogado. Su piel brilla, como si sudara, su torso, está caliente, sus venas vibran como las cuerdas de una guitarra que está tocando un solo, su boca se humedece, el oro en su cadena se derrite por el calor de su cuerpo. Abrí ese espacio del cierre y lo miré, tragó saliva, tomé la pretina de su bóxer, se ha puesto más nervioso, más rojo, está crispándose. La tiré, la solté y sonó fuertemente contra su piel.
—¡Auch! —se quejó pegándome en la mano. Me mordí el labio y sonreí.
Narra Mateo:
Esto es tan vergonzoso y raro. Lo odio, lo odio. Por hacerme sentir así. ¡Como un loco! Mi corazón va a mil. El calor es cada vez más fuerte. Y puedo... puedo sentir como me palpita no solo el corazón.
De la nada, Alexis me besó. Un casto beso en los labios.
—No —musité al tiempo en que—poniendo mis manos en su pecho—lo alejé de mí, él me tomó de la cabeza y yo junté mis labios, buscó mi boca, pero yo corrí la cara.
—Por favor, solo uno más —susurró y me dio un escalofrió. Pervertido, siempre supe que era un pervertido... Se rindió y me volvió a acariciar ahí.
Narra Alexis:
Apreté con fuerza. Se removió y apretó los ojos.
—¡Solo...! ¡Solo deja de jugar y hazlo rápido! —balbuceó amurrado.
Nuevamente tomé la pretina, me miró asustado y después bajó la vista rápidamente. Bajé la pretina dejando salir su erecto miembro. Mordí mi labio y sonreí encantado e impresionado, la verdad...
—¡No me mires! —se exaltó intentando ocultar su pene con su mano, siendo inútil. Me reí, es tan lindo...
—¡Ya! ¡No me crucifiques! —dije en tono burlón. Lo miré a los ojos, esta amurrado. Sonreí...
Enojado me gustas más Mateo.
Su expresión pronto cambió cuando cogí su miembro, duro como roca... Gimió, siento que cada vez que gime me voy poniendo más duro. Pensé en cómo me gusta a mí, en lo que hago para que se sienta bien. Porque ese cuentito de "solo para la muestra" ni él se lo cree.
Bueno... supongo...
Con mi palma en la glande presioné y luego bajé mi mano sinuosamente a lo largo de su miembro. Mateo removió sus caderas y gimió.
Narra Mateo:
¡Luci... f-fer! Se siente tan bien... Se siente tan rico. No me puedo parar de mover. Son movimientos involuntarios... Lo hizo de nuevo, ese tortuoso movimiento.
—¡A-Ahk! —gemí sin poder contenerme. Mi corazón, siento como si se fuera a salir de mi pecho. Mi respiración esta agitadísima.
¡¿Como voy a ser tan malo para contenerme?! Contrólate por favor, aprieta algo. ¡Lo que sea, pero no gimas imbécil! Qué vergüenza. Mis piernas tiemblan. Lo hizo de nuevo, más fuerte... Mis piernas se cerraron involuntariamente. De nuevo. Se siente delicioso. Removí mis caderas con fuerza y firmemente mis pies se retorcieron.
Narra Alexis:
Tengo una presión enorme ahí abajo, pero sé que me debo controlar, solo me tengo que enfocar en él ahora. Ya pasara...
Se mueve de una forma tan suave, errática y torpe... En ondeantes y entrecortados círculos, sus ojos están cerrados y tiene las cejas afligidas. Su cabeza esta hacia atrás. Y de su deliciosa boquita salen jadeos, unos más lentos, unos más fuertes... Y unos exquisitos con pequeños chillidos al final... Lo deseo así. Así mismo, pero arriba mío, y yo siguiendo ese vaivén de sus caderas, claro... De una forma distinta...
Empecé... Lo comencé a masturbar, repitiendo el movimiento, pero hasta abajo, más fuerte y un poco más rápido. Está todo mojado, pues su pelvis esta toda sudada.
—¡Ah! ¡Ahk!... A... Alexis...
Mierda Mateo... Por favor no gimas mi nombre... Ya no aguanto más...
Gimió eso desesperado. Ensordeció mis oídos y desenfrenó mi alma. Ha sido unos de los sonidos más calientes que he escuchado... Cerré los ojos y apreté los dientes. Contrólate Alexis. Mierda Alexis, ni te atrevas...
—Cálmate —le dije. Esta realmente desesperado, no deja de removerse.
—¿Po-Porque haces esto? Nhg~¡Ah!
Solo él, solo él podría preguntar algo así en este momento.
—Ayudo al prójimo como me enseñaste —dije soltando una risita burlesca.
—Eres un... idio...ta, ¿lo sabias?
Me molesté.
Apreté muy fuerte. Le dio un espasmo y soltó un gemido muy fuerte, me dio un espasmo a mí y me acerqué a él ferozmente, con todas las ganas de morderle el cuello, pero alcancé a contenerme y solo froté mi nariz y gemí. Me enloquecerá...
—No tan idiota como tú.
—Al menos... Ay... Ay Alexis... —gimió y apretó mi mano con absoluto desespero— ... Al menos y-yo sé-yo sé llenar una copa de vino —terminó de farfullar.
—Al menos yo tengo vida sexual como... casi todo el mundo —dije, al momento en que apreté su miembro con fuerza. El soltó un chillido.
—Yo no tengo que ir a tutorías porque... ca-casi me expulsan —dijo y sin poder evitarlo me reí, e igual se rió cerrando sus ojos lentamente. Podría jugar este juego toda la vida.
—Yo tengo que ir con un pendejo de segundo desagradable —susurré en su oído. Se estremeció y gimió...
—Yo... Yo... Ya no se me ocurre nada...
Narra Mateo:
Estoy de frente y el a mi lado. No puedo mirarlo. No puedo. Me aterra perder el control. Cada vez el deseo de tocarlo crece más. Me dio un beso en la mejilla y me encogí, roso sus labios en mi oreja y en mi cuello. Me dieron escalofríos. Involuntariamente moví mi cabeza para darle una mejor entrada a mi cuello... Se siente bien. Todo. Y lo peor es que siento eso... Mi pierna rosa con eso y es enorme y esta duro. ¿¡Por qué!? ¡Si no le he hecho nada! ¡¿Acaso Alexis se excita por mí?!
—Mateo —me llamó seriamente. Me asusté y lo miré nervioso—. ¿Qué estás mirando? —me petrifiqué.
—Y-Yo... Nada —me victimicé quitando mi vista de allí.
—Pervertido —susurró.
—¡¿Eh?! ¡Pero si no...! —dije desesperado. Mientras Alexis se aguanta la risa. ¡Desgraciado!
Voltee mi vista con vergüenza...
Esto es una tortura, con todas sus letras. T-O-R-T-U-R-A. Pensé que iba a hacer en lo menos que canta un gallo, pero Alexis está jugando con mi cuerpo... Y lo amo/odio...
—Hazlo tú —susurró y lo miré.
—¿Eh? —balbuceé sin entender. Tomó mi mano y la bajó hasta ahí. Hizo que lo hiciera, puso su mano encima de la mía y comenzó a guiarme... exhalé lentamente al sentir como mi mano por primera vez toca y complace a... Lucifer. Alexis sacó la suya y me miró. Su cercanía es lo que me hace suspirar... Su mirada me intimida, pero... me encanta. Sus ojos y sus colmillos... su boca rosada... Su fino labio inferior... Ay Dios... esta noche te fusionas con el diablo... Las arpas tocan bestiales sinfonías... No existe lo bueno, lo malo ni lo mas o menos... Esta noche me amo a mi mismo y soy capaz de vencer a cualquier enemigo. De encarar a Max y decirle a Marco que odio que me frote el cabello con brusquedad. Y de... decirle a Alexis que quiero besarle, que se me hace agua la boca imaginar poder tocarlo... Y que me encanta mirarlo cuando no se da cuenta...
Como si me hubiera leído la mente Alexis me besó, apasionada y salvajemente. Yo me desesperé al sentirlo tan cerca, eso no fue nada... Tan cerca, nuestras piernas se enredaron y sentí sus caderas aprisionar las mías. Mientras el dulce y agonizante sonido de un beso en mi cuello me hacía sentir un escalofrió. Simplemente esto es demasiado para mí. Alexis se alejó y me miró preocupado. Yo con la vista nublada sonreí devastado y me mordí el labio, el secó mis lágrimas y me dio un tierno y cariñoso beso.
Esta sonrojado. Se ve tan guapo...
¿Qué cosas digo?... Debería burlarme de él. No elogiarlo. No se qué me pasa... No sé quien soy...
Aumenté la velocidad de mi mano y... lo pude sentir. Vi como Alexis se inclinó para tomar el vasito, lo abrió y me miró...
—¿Estas listo? —preguntó, lo miré. No sé por qué, pero me asusté mucho. Me dio algo en el pecho. Asentí... Puso el vaso cerca y esperó...
Lo sentí, algo que venía desde lejos, un cosquilleo en todo mi ser... Gemí convulsionando. Apreté mis ojos y tuve la necesidad de aferrarme a algo, algo que apretar... Inevitablemente lo abracé... Escondí mi cabeza en su hombro... Tensé mis caderas y mis pies... Mordí su hombro y apreté su polera mientras sollozaba...
Sentí como me corría... por primera vez... Creo que mordí a Alexis muy fuerte... Éste gruñó y me jaló del cabello mirándome atentamente mientras el orgasmo me hacía mugir y apretar los ojos con fuerza, me fui a blanco, sintiendo aquel placer, aquel pecado... Mis ojos se llenaron de lágrimas y un nudo en mi garganta no me dejó sin respirar...
Terminé y rompí en llanto dejando caer mi cabeza en su pecho. Mientras Alexis cierra el vasito con mi semen.
Yo simplemente seguí llorando, sollozando devastado... Me he debilitado totalmente... Alexis me acaricia el cabello con... cariño.
Me siento sucio. Y yo no soy ningún sucio. Son estos pensamientos de mierda... Hice algo malo, pero que en el fondo yo sé... Que no es nada malo...
No has hecho nada malo... Recuérdalo Mateo...
Solo que... papá era un fanático. Y malo.
Narra Alexis:
Puedo oír como llora, como tiembla... Siento una pena tremenda por él, como esto lo afecta, no logro entenderlo, pero me pongo a pensar y es realmente fuerte...
Hay un silencio, solo se puede oír uno que otro sollozo de Mateo... Mi pendejo... Mi Mateo...
Muchísimas gracias por leer. No olviden votar y comentar que les pareció uwu.
💓💓💓
—Dolly
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