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Treintaisiete

[STILES]

Las cosas, tanto en mi vida personal como en los asuntos del pueblo, se estaban poniendo muy feas. Por un lado: los asesinatos que parecían no tener realmente un asesino. Por el otro: todo lo que me había estado ocurriendo con Derek.

En los pocos minutos que pasé con los demás, me enteré que había sido Lydia la primera en llegar a la escena del crimen. Al parecer sus poderes de Banshee se habían activado y la habían llevado justo frente al cuerpo. Por poco y caía en el mismo pozo de no ser porque Malia había llegado para evitarlo.

Siendo muy egoísta, pero aprovechando la oportunidad de mantenerme alejado del Sourwolf para poder aclarar mi mente, acompañé a Lydia a la comisaría. Parrish fue quien nos había llevado a la comisaría, por lo que pude hablar con Lydia sin tener que ocultar nada, era bueno que el oficial fuera una criatura sobrenatural.

Ahora nos encontrábamos en la oficina de mi padre, él estaba afuera discutiendo con el señor McCall. El muy idiota no paraba de decir que, por ser del fbi, él tenía derecho a interrogar a Lydia primero. Pero, obviamente, mi buen padre no iba a darle el gusto sin antes joderle un poco.

Yo, por mi parte, sujetaba las temblorosas manos de Lydia mientras intentaba que se centrara en mi voz u olvidara por lo menos por un momento que vió un cadáver. Pero entendía que no era fácil, ella había intentado ayudar a Tracy cuando pudo, pero la chica se había ido al que podríamos llamar el lado oscuro, y este había sido su destino, una muerte para nada bonita.

— Lydia, mírame –Le ordené antes de sujetar su rostro con mis manos.— Mírame ¿Si? Aquí estoy, estamos en la comisaría, nada malo va a pasarte.

Intenté hablar despacio y ser muy claro, consiguiendo de esa forma que mi amiga dejara de mover sus ojos como, siendo brusco y malo, una loca y se centrase en mí.

Sus ojos se llenaron de lágrimas en el momento en el que pareció reaccionar y su cabeza cayó en mi hombro. Sin saber realmente que hacer, la rodeé con mis brazos y la abracé con cuidado. Nunca había tenido que reconfortar a una chica y realmente era algo extraño. Pero Lydia era mi amiga y, por ella, podía hacer el intento.

— A que no sabes lo que me ocurrió –Dije, en un intento de atraerla a una conversación.— Adivina.

Ella alzó la vista, interesada, y se secó las lágrimas mientras suspiraba en un intento por normalizar su respiración.

— Dime qué ocurrió –Me pidió con la voz algo extraña.

— Derek me besó.

Casi al instante, o al menos luego de los quince segundos que tardó en procesar aquellas tres palabras, Lydia abrió mucho los ojos y se llevó las manos a la boca. Ahogando de esa forma un grito que hubiera sido muy agudo y molesto de escuchar.

Fue como si al instante a Lydia sé le hubiera olvidado que acababa de presenciar un cadáver y ahora solo se concentraba en mí. Hace tiempo hubiera vendido mi alma para que esto ocurriera, ahora me parecía molesto.

Un interrogatorio estaba por comenzar.

(...)

[NARRADOR]

Derek había tomado cartas en el asunto y se había subido a su Camaro para ir a la comisaría. Llevada diez minutos afuera y acababa de escuchar claramente, por encima de todo el alboroto, lo que Stiles había dicho.

La frase retumbó en su cabeza como si fuese un gong y no pudo evitar ponerse tenso. El humano se lo había contado a Lydia en un obvio intento para centrarla en algo que no fuera la horrible situación que estaba viviendo la pelirroja, pero ahora vendría una serie de preguntas por parte de la Banshee.

Agudizó sus sentidos en un intento por escuchar bien lo que fuese a responder Stiles, sintiéndose un poco mal porque normalmente no escucharía conversaciones ajenas, pero siendo obligado por su curiosidad.

En lugar de llegar a escuchar lo que fuera a decir el menor de los Stilinski, lo que escuchó fue un portazo y, luego de eso, los aturdidores gritos el detective McCall.

El hombre no paraba de gritar que Stiles no debería estar allí. Entró a la comisaría justo a tiempo para ver como, en un forcejeo entre el detective, Lydia, el Sheriff, y el humano anteriormente mencionado, Stiles era empujado por el detective y su espalda chocaba contra un escritorio.

A Derek se le nubló la vista y, cuando pudo ver bien, ya estaba sujetando al señor McCall por el cuello de la camisa, mientras que su otra mano se encontraba hecha puño y lista para impactar contra su rostro.

— ¡Derek no! –Stiles y Lydia, la cual se encontraba ayudando al menor a incorporarse, le gritaron a la vez.

El ojimiel se puso en medio de ambos, colocando su palma frente a su puño, centésimas de segundo antes de que se decidiera a golpear.

La mano del menor sujetó su puño mientras le empujaba lejos del detective, el cual había sido cogido por el Sheriff y echado prácticamente a patadas de la comisaría.

Viendo que Derek no se encontraba en sus mejores niveles de control, Lydia y Stiles lo llevaron a la oficina del Sheriff con la excusa de que necesitaba calmarse. Aunque más que una excusa era justo lo que el Hale debía hacer.

Derek había ocupado el lugar en la silla en la que antes se encontraba Lydia mientras que ella estaba frente a él intentando calmarle. Stiles iba de un lado al otro sobándose la espalda, maldiciendo en voz baja y quejándose casi a gritos de lo mucho que le dolía.

La pelirroja no necesitaba ser una genio, aunque lo fuera, para darse cuenta de que aquello solo hacía que Derek se pusiera peor. Así que en un instante que Stiles pasó por detrás de ella, le cogió por el brazo y le jaló para que se quedase quieto.

— Será mejor que te sientes y que Derek te revise la espalda –Sentenció la Banshee con una expresión seria.

Se puso de pie, dio vuelta la silla e hizo que Stiles se sentara de forma en que su espalda quedaba a la vista de Derek.

El menor le miró sin entender ni media de a qué quería llegar, pero la Banshee solo le hizo una cara y entre señas y miradas dijo algo que Stiles entendió como un calla y obedece. Por lo que no le quedó más remedio que hacer eso.

— Quítate la camisa, así podemos ver si te golpeaste –Volvió a hablar Lydia.

Stiles hizo lo dicho y en el momento exacto en el que su espalda estuvo descubierta, sintió a Derek gruñir detrás de él. Lydia le inclinó curiosa, queriendo ver por qué el lobo había gruñido.

En la espalda de Stiles se veían ahora dos marcas, una era un moratón a la altura del riñón y la otra era la marca enrojecida del borde del escritorio contra el que había chocado.

El humano siseó adolorido cuando las manos de Derek comenzaron a acariciar el contorno de la herida, sintiendo las garras del lobo rozar su piel y hacer que se le pusiera la piel de gallina.

Lydia observó la escena con una mueca de vergüenza y decidió que ella estaba haciendo mal tercio allí.

— Iré a hablar con él Sheriff –Dijo como excusa antes de salir y cerrar la puerta, dejando solos a los dos.

NOTA DE LA AUTORA:

Jiojio... ¿Qué pasará ahora? Van a tener que esperar para poder saber. Si, soy mala, tengo un lugar V.I.P en el Infierno, hay una muy buena recepción de Internet acá abajo.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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