Hola a todos 😊 aquí el siguiente capítulo espero les guste 😊
Vayan preparando los pañuelos porque la chilladera está...

La canción para efectos más sad se puede escuchar en el navegador al leer e.e

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Nearer My God To Thee
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Las bengalas aún se habían disparado enmedio de la oscura noche como una señal de auxilio ya que el telegrama había tardado en llegar.

A unas cuantas millas del Titanic había un barco, el California que era un barco de carga pero debido a la oscuridad el capitán no se quería arriesgar a acercarse por los iceberg además de que no estaban "del todo seguros" el que hayan visto aquellas ocho bengalas, una negligencia terrible pues pudo haber salvado a muchas personas.

Ya que la desesperación se veía en los ojos de los primeros oficiales quienes veían que aún faltaba gente por subir a los botes salvavidas, con la desesperación más que clara debido a que no había suficientes botes para todos... Solamente habían 20 de los más de 60 que se requerían para un navío tan grande como lo era el Titanic y a esa altura de la situación la cubierta ya estaba comenzando a hundirse por la proa.

Silas cuando perdió de vista a Wakiya y Rantaro había vuelto a la cubierta del barco donde era aún más el evidente caos... Pero el peliverde se sentía confiado por cierto acuerdo que tenía con el oficial Murdoch, más sin embargo no tomo en cuenta un detalle.

— Teníamos un trato maldita sea.

Pero para su asombró el oficial le lanzó a la cara el fajo de billetes que antes le había dado Silas.

— Tu dinero no puede salvarte más de lo que puede salvarme a mi.

Era más que claro que Silas se había molestado con eso, ahora debía buscar otro medio para salvarse.

— Ya está lleno, bajen.— Ordenó el oficial con uno de los pocos botes que quedaba.

El señor Ismay, quién estaba ayudando a que abordarán a los botes, dudo apenas una fracción de segundos pero enseguida subió al bote con una mirada de culpabilidad y expectación... El oficial se le quedó viendo por un momento como entendiendo la situación pero no dijo nada.

— ¡Bajen!

Poco a poco el bote comenzó a descender con un Ismay lleno de mortificación por dejar atrás el barco que se hunde... su barco.

Por otro lado, el capitán Smith estaba absorto en sus pensamientos y era entendible porque, la gente alrededor de el iba y venía lanzando al mar su equipaje o algo que les permitiera mantenerse a flote como tablas y sillas. Pues la desesperación se sentía a falta de botes y varios comenzaban a cortar las gruesas ataduras de estos para liberarlos y poder salvarse sin seguir ya indicaciones de los oficiales quienes ya no podían controlar el pánico que se estaba creando.

— Capitán... Capitán...— Una mujer con su bebé se acercó a Smith preocupada.— Capitán ¿a dónde debo ir?

Pero el hombre no supo que responder, podía ver en un extremo del barco comenzar a llegar el agua.

— Capitán.— Otro hombre le ofreció un chaleco salvavidas pero Smith lo ignoro.

El capitán comenzó a caminar ignorando todo lo demás para acercarse a la sala de mando,  estaba comenzando a llenarse a media capacidad de la habitación y el agua comenzaba a filtrarse en el cuarto del timón, donde el capitán Smith entro cerrando la puerta quedando dentro de la habitación.

Rantaro y Wakiya finalmente habían logrado salir del área inundada cruzando una habitación especial para fumadores. Pero el ojiazúl noto algo más..

— Rantaro, espera.— El menor se detuvo y también Kiyama.— Señor Andrews...

El señor Andrews después de ayudar a subir a los botes a los pasajeros que pudo ayudar, comenzó a sentir cierta presión y se encontraba ahora perfectamente arreglado viendo el fuego de la chimenea de la habitación. Se veía en su mirada lo afligido que estaba, cosa que Wakiya interpretó perfectamente.

— ¿Ni siquiera va a intentarlo?.— Continúo el ojiazúl y ambos menores vieron preocupados a uno de los principales creadores del Titanic y de las pocas personas que fue amable con Rantaro.

Pero no, así como Smith, él no tenía intención de abandonar el barco.

— Deben darse prisa mientras aún queden botes.

Wakiya suspiro al ver la sonrisa triste del hombre pero asintió, Rantaro le jalo suavemente la mano para salir de ahí.

— Esperen chicos...— Tenía a lado un sillón de madera donde descansaban un par de chalecos salvavidas.— Que tengan suerte.

Les sonrió y tanto Rantaro como Wakiya se despidieron de el de un abrazo cuando tomaron los chalecos para después salir corriendo... El señor Andrews volvió a su sitio de pie viendo el fuego de la chimenea.

Silas por su parte se encontraba en una parte del barco donde ya había más que crisis colectiva, a empujones estaba intentando abrirse paso cuando en un extremo escondida y llorando a una pequeña niña de cabello naranja y ojos azules llamando a su mamá pero por culpa de la histeria se había quedado sola. El peliverde la vio pero desvió la mirada para intentar no cruzarse con su mirada.

— ¡Les dije que se hicieran hacia atrás!

Los disparos al aire se volvieron a escuchar por parte de Murdoch, ya que estaban intentando cortar las amarras de los botes con navajas o lo que fuera, la proa del barco estaba casi llena y ya no había muchas opciones para escapar... Por los nervios provocados debido al miedo los disparos volvieron a escucharse de parte del oficial.

— ¡Dije hacia atrás o los mataré!.— Murdoch esta vez les estaba apuntando a las personas con el arma.

Fue en ese momento que por un error debido a los empujones, un hombre empujó a otro al frente y presa de la histeria Murdoch le disparó.

Silas había escuchado el disparo por lo que se le ocurrió otro plan más, regreso al lugar donde estaba la pequeña y la tomo en brazos para sacarla de ahí.

Debido a lo que hizo, Murdoch entro en shock mientras el pánico entre las personas seguía creciendo, se acercó a la orilla del barco para hacer el saludo militar y apuntarse con el arma a la cabeza.

— ¡Will!.— Otro de los oficiales lo vio sin evitar el disparó.— ¡No!

El oficial se había disparado suicidándose cayendo al agua debido al asesinato que había provocado.

Tenido a la niña, Silas había encontrado una nueva oportunidad de salvarse.

— ¡Tengo una niña tengo una niña!.— Se acercó al último barco sujetándola y claro, fingiendo obviamente mientras la abrazaba como si fuera su hija.— Por favor, soy todo lo que le queda en el mundo.

El oficial viendo ello no tuvo más resignación a dejarlo abordar el barco.

— Eso es todo caballeros.

— Buena suerte.— Se despidió el violinista.

— Buena suerte.— Hablo el chelista

Los cuatro músicos comenzaron a despedirse y alejarse pero Wallace Hartley el director de la banda no se alejo, ajustó su violín para comenzar a tocar suavemente... La cubierta estaba inundada y poco a poco el peso del agua estaba elevando el barco pero los músicos habían tocado hasta el final.

Cómo lo estaba haciendo Hartley... La melodía que estaba tocando llena de nostalgia y esperanza quizás no estaba siendo del todo escuchada por los pasajeros, pero había hecho detener a sus compañeros que volvieron poco a poco tras verlo y unirse con él haciendo la melodía aún más llena del sentimiento que en ese momento los embargaba.

En la cabina del timón el capitán Smith se acercó con tristeza a sujetar su timón, viendo como la cabina de enfrente ya estaba al tope de agua y poco a poco está se estaba filtrando por las orillas de las ventanas.

El señor Andrews estaba recargando los brazos en el borde de la chimenea mientras aún veía el fuego y el barco estaba más inclinado, su vaso de whisky cayó al suelo, sacó su reloj de bolsillo para ajustar el reloj de pared que tenía frente a él.

Los botes que ya se habían alejado del barco lo suficiente podían todavía observar con sorpresa y terror como el Titanic cada vez más se estaba inclinando... Los gritos de los pasajeros eran bastantes notorios y Molly lo veía todo con frustración de no poder ayudar en nada... Ruth en cambio tenía la mirada llena de temor también pero sobre todo de culpa pues lo último que hizo fue dejar las cosas mal con Wakiya y el miedo de haberlo perdido más el griterío de las personas la estaban llenando de culpa también, así como Ismay quién había abandonado el barco en un acto de cobardía.

Las habitaciones en su mayoría estaban ya más que inundadas, así como también el área de la cocina donde las elegantes  vajillas estaban cayendo de su sitio haciéndose trizas contra el suelo, todo estaba llenándose de agua y los pasajeros intentaban por todos los medios lograr llegar a la cubierta para poder hallar una salida.

Aunque no todos lo estaban haciendo, otros más estaban aceptando el destino que les esperaba.

La señora Straus había vuelto a su habitación junto a su esposo, ambos ancianos se encontraban recostados en su cama abrazados mientras el agua iba entrando a su habitación... Toda la vida habían estado juntos y de ese modo iban a permanecer, aún con miedo estaban tranquilos, el señor Straus le dio un beso en la mejilla mientras tomaba las manos de su esposa sin dejar de abrazarla.

— Y vivieron muy felices, en el país de la paz y la armonía durante doscientos años.

En los camarotes de tercera clase, aquella mujer pelirroja estaba arropando a sus dos pequeños quienes cerraron sus ojitos... No habían podido encontrar una salida y para que no sintieran miedo les contó una historia a sus pequeños.

— Donde todo era felicidad y no había dolor ni tristeza...

El pequeño pelirrojo bostezo y se acomodo, su hermano mayor lo abrazo y ambos finalmente se durmieron. Su madre sonrió para acariciar su carita.

El agua había llegado al tope de la proa y la desesperación estaba haciendo que todo mundo intentará ir a la popa del barco, la cuál se estaba elevando... Shu y Valt se dirigían también ahí pero viendo la situación ya no supieron que más hacer a falta de barcos.

— Te amo Shu...

— Yo a ti Valt...

El albino lo abrazo con fuerza  sujetándose del barandal para darle un beso, mientras el niño de ojos chocolate cerraba los ojos aferrándose a él con fuerza.

La melodía de los músicos había finalizado, su última melodía pues vieron el agua llegar hasta ellos.

— Caballeros.— Wallace hablo con firmeza y placer pese a la situación.— A sido un verdadero honor tocar a su lado está noche.

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CONTINUARÁ
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CURIOSIDADES: Hubo un barco, el Californian, que estuvo muy cerca del Titanic todo el tiempo, parado siguiendo una orden de su capitán, que no quería jugársela con el hielo, pero no tenían operativo el sistema de comunicaciones y no se enteraron de lo que pasaba a tan solo unas millas.

Sin embargo, los pocos oficiales del Californian que permanecieron esa noche despiertos admitieron en los juicios que habían visto unas bengalas a lo lejos. Concretamente 8. Y ocho fueron las que lanzó el Titanic.

La historia del Californian con respecto a esa noche está envuelta en un misterio que ni siquiera hoy se ha esclarecido del todo. Su capitán, Stanley Lord, pasó meses y meses de pleitos y su reputación se vio afectada gravemente.

El porque la frase de que el Capitán se hunde con su barco: Cuando el HMS Birkenhead, un barco británico que transportaba soldados, empezó a hundirse en las aguas de Sudáfrica en 1852, el capitán y los oficiales militares que iban a bordo permitieron que las mujeres y los niños abordaran primero los botes salvavidas.

El capitán y muchos de los soldados se quedaron a bordo del barco hasta el final y perecieron en el océano mientras las mujeres y los niños quedaron a salvo. Se considera que su galante sacrificio ayudó a establecer el estándar de la conducta honorable en el mar.

En las décadas que han transcurrido desde entonces, ha habido esporádicas demostraciones de valor de los capitanes y la tripulación que dieron prioridad a sus pasajeros, como el capitán Edward J. Smith, quien se hundió con el Titanic.

Chanchanchan y ya valió chetos todo...
Le calculo dos o tres capítulos más para que termine está aventura n.n y por cierto ya recordé que el matón de Cal se muere cuando el barco se parte en dos e.e no se si hacerle eso a Free o que carajo e.e hice dos opciones con el vago e.e ya veré owo
Gracias por leer 😊❤️ y nos leemos pronto ❤️😊