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R e s u r r e c c i ó n

3.

Fui citado a las 8:36 de la mañana en el distrito Jung, justo dos días después de la visita de Hoseok.

Aparqué mi coche una calle más abajo de la localización exacta que mi compañero me había mandado y completé la ruta andando. Encontré a Hoseok en el área precintada manteniendo una conversación con uno de los forenses. Sin embargo, una vez que su mirada me distinguió, se aproximó a mí. De la misma forma, yo me acerqué enseñando mi placa policial, y entonces el agente que vigilaba la zona levantó la cinta para dejarme pasar.

—¿Por qué has tardado tanto, chaval? —inquirió Hoseok, dirigiéndose a mí con las manos en sus caderas. Vestía de nuevo su gabardina favorita, aunque de un rápido gesto la apartó para dejar a la vista su cinturón y una camisa blanca recién planchada.

—Perdona, había atasco —me excusé, cuando la realidad consistía en que la noche anterior había discutido con Nayoung y esa misma mañana lo habíamos arreglado bajo las sábanas de la cama. Pero claro, decir la verdad conllevaría que Hoseok me arrancase las pelotas con sus propias manos—. ¿Dónde está? —pregunté aprisa, refiriéndome al cadáver.

—Sígueme —indicó con un gesto de cabeza mientras se giraba. Conforme avanzábamos, me resumía los hechos—. Aún no hemos identificado a la chica, pero presumimos que tiene entre veinte y veinticinco años. Un par de camioneros la han encontrado en un contenedor esta mañana cuando hacían su ronda.

—¿Alguna idea de lo que ha podido pasarle?

—Saca tus propias conclusiones. —Hoseok giró para adentrarse en el callejón, deteniéndose delante del cadáver de la chica que estaba tendido en el suelo, sobre una manta isotérmica. Llevándose las manos a la cintura, señaló el objetivo con la barbilla— ¿Qué opinas, chaval?

Mis ojos treparon por el cuerpo sin vida, examinándolo de pies a cabeza más de dos veces. La primera consistió en un repaso superficial; la segunda fue más precisa. La víctima era una mujer de oficina, sin más. Si no fuera por el detalle de que estaba extremadamente pálida, adquiriendo poco a poco un tono verdoso, y demasiado quieta, cualquiera diría que estaba echando solo una cabezadita y no muerta.

—No presenta magulladuras ni heridas abiertas a simple vista —apostillé al tiempo que pasaba mis dedos por debajo de la nariz y torcía el cuello en un gesto rápido, parecido a un tic. Rodeé a la chica en busca de más pruebas—. Da escalofríos lo bien conservado que está.

—Bueno, el forense dice que probablemente haya muerto hace relativamente poco. Apenas unas cuantas horas atrás.

—Sí, pero, ¿cómo? Está prácticamente intacta. —Doblé las rodillas para acuclillarme y acaricié mi mentón, pensativo— Una de dos: o se trata de un homicidio imprudente y el asesino la dejó aquí por miedo a las consecuencias, o el culpable lo hizo a propósito, y con la intención de que alguien la encontrase así.

El inspector Jung tan solo pudo fruncir los labios, más desilusionado que satisfecho por mis aportaciones. Sé que no resolvían nada, pero ante la falta de evidencias, no era fácil especular.

—Ambas teorías dan lugar a nuevas dudas, pero por algo hay que empezar.

—Exacto —coincidí, suspirando. Tal vez si hubiera llegado antes, no habrían movido el cadáver de su sitio—. Han dado muy pronto la orden de levantamiento, ¿no te parece?

—El magistrado Gong tenía prisa hoy —se expresó con descontento. Hoseok no soportaba a las personas que eran poco profesionales, y con Gong ya había tenido más de un roce—. He tenido que insistir para que la dejaran aquí hasta que llegases, pero mientras tanto el forense ha hecho su trabajo, al igual que el fotógrafo.

—Ya veo. ¿Tú la viste en el contenedor? ¿Estaba muy expuesta?

—Igual que un pavo sobre la mesa el día de Acción de Gracias. La tapa del contenedor estaba abierta de par en par, y el responsable de esto no se esmeró en cubrirla con nada. ¿Quieres analizarla un poco más a fondo? —Un ademán incómodo se formó en mi rostro. Hoseok entendió al instante que la elección de sus palabras no había sido muy adecuada— Sí, perdona, ya sé que ha sonado fatal, pero sabes a lo que me refiero, ¿no? —Recibió un asentimiento por mi parte junto a un "no te preocupes". Interpretó entonces que podía proceder— De acuerdo. Espera aquí un momento. Voy a ver si Chang nos puede prestar unos guantes.

Produje un sonidito gutural asertivo y volví a fijar mi atención en el rostro de la víctima cuando Hoseok me dio la espalda. Aquellos labios morados y custridos parecían guardar un secreto, uno silencioso que solo el viento llegaría a oír. Mi garganta vibró con titubeo y la impaciencia comenzó a hacer mella en mí, como de costumbre.

Era muy extraño...

Sin esperar a Hoseok, decidí retirarle a la mujer la manga de la americana con las intenciones de identificar señales de agresión. En cuanto mis dedos rozaron la mortecina piel, mil agujas se clavaron en mi cerebro. Tal y como había experimentado cientos de veces con anterioridad, unos acontecimientos abrumadores comenzaron a cruzar mis ojos, provocándome hipertensión y falta de aire.

Dos personas en la noche.

Una tos seca y ahogada.

Una máscara blanca de expresión vacía.

La garganta comenzó a picarme horrores. No, más que eso: me ardía como si hubiese tragado gasolina seguido de una cerilla encendida. Un zarandeo se empeñó en traerme de vuelta al mundo real, y para cuando recuperé el sentido de la vista, mis mejillas estaban húmedas y mis ojos hinchados por el súbito ahogamiento.

Recuperé el aire a través de grandes bocanadas, inevitablemente masajeándome el cuello, desesperado por recuperar el control y deshacerme de esa ponzoñosa sensación.

—¡Hey, hey, Jeongguk! —Mi amigo me sostenía por los hombros para evitar que cayera redondo al suelo, convirtiéndose en mi salvación— Tranquilo, chico, tranquilo. Ya está, calma, todo está bien.

—Mierda, Hoseok —tosí, con una mirada desorbitada y perpleja. Mi mundo se distorsionaba por momentos sin tener una razón para ello—, mierda. L-Lo he visto.

—¿Qué has visto?

—Lo que pasó, joder. Acabo de ver lo que le ocurrió.

Me apoyé sobre mis rodillas, recomponiéndome. Hoseok me dio unas palmaditas de ánimo en la espalda, intercalándolas con breves caricias. Escuché cómo le decía a alguien que tenía todo controlado y que no se preocupasen por nada. Justo después, acercó su rostro al mío para hablarme en confidencia.

—¿Qué estás diciendo, Gukie? Pensaba que no podías ver las memorias de los muertos.

—Y no puedo —confirmé, jadeante.

Mi compañero miró el cadáver y luego a mí, con la mayor expresión de desconcierto que uno pueda imaginarse en todo el maldito universo.

—¿Qué coño...?

—No está muerta, Hoseok.

Le arrebaté el par de guantes que sobresalían por los bolsillos de su gabardina y me los puse atropelladamente, ignorando su interrogatorio. Coloqué mis manos alrededor de la mandíbula de la muchacha, ejerciendo presión para separar sus labios, y lo que hallé en su interior sobró para confirmar mis sospechas.

—No me jodas —murmuró Hobi cuando me vio extraer de la boca un papel doblado. Sus ojos se agrandaron en mayor medida que los míos cuando nos dimos cuenta de que se trataba de una postal... con la imagen de unos girasoles impresa. Sentí náuseas— Esto se vuelve turbio de cojones por momentos.

—Es él, nuestro fanático de Van Gogh —comenté entre dientes, permitiendo al fastidio entreverse. Dejé la prueba a un lado y, sin perder ni un segundo más, le comprobé el pulso a la víctima a través de su muñeca, haciendo luego lo mismo en el cuello, colocando los dedos justo por debajo de su mandíbula. No había latidos. Aparentemente, estaba muerta, y así lo había confirmado nuestro perito. Pero eso era imposible, no podía estarlo—. Es como si estuviera inconsciente.

—No respira, Gukie —me contradijo Hoseok. Chasqueé la lengua, sabiendo que, en parte, tenía razón. Pero había algo que se nos escapaba—. ¿Estás seguro de que has...? En fin, nunca antes habías conectado con un cadáver, por decirlo de alguna forma. Debe haber alguna explicación por la que...

La voz de Hoseok se volvió inaudible para mí cuando pequeños flashes de las recientes visiones se reprodujeron en mi cabeza. En alguno residía la clave, aunque no de forma explícita. Fue entonces cuando volví a tener un momento de lucidez, uno al que podría haber llegado antes si hubiese atado cabos más rápido.

Mis dedos volvieron a infiltrarse en la boca de la chica. Revisé la lengua rigurosamente, por arriba y por abajo, y de la misma forma inspeccioné el paladar, los dientes, las encías y las mejillas interiores. Le pedí a Hoseok que me alumbrara con la linterna de su móvil, convencido de que la luz nos acabaría dando una respuesta.

—Su garganta está inflamada —observó, atónito.

—Rápido, que la lleven al hospital —ordené, poniéndome en pie—, que le hagan un lavado de estómago y que comprueben la consumición de algún tipo de neurotoxina que haya podido paralizarle el sistema nervioso.

Jung fue corriendo a avisar a los agentes, quienes actuaron de inmediato sin exigir muchas explicaciones en cuanto mi amigo les aseguró que la chica no había fallecido, pero que lo haría si no se daban prisa. Mientras que la recogían del suelo para llevarla dentro de un coche patrulla, yo tomé la postal medio arrugada que había dejado sobre el asfalto, con el fin de llevármela al bolsillo. Sin embargo, me detuve cuando me di cuenta de que, en la parte de atrás, había algo escrito delicadamente con tinta negra.

"Jeon Jeongguk:

¿Qué sería la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo?".

Mi mandíbula se desencajó y la sangre en mis venas se congeló de pronto.

¿Pero qué cojones...?

—¡Jeongguk! —Despegué torpemente los ojos de mi propio nombre, demasiado desconcertado como para responder. Hoseok tenía medio cuerpo dentro de su coche, mientras que su mano se mantenía en alto, agitándose— ¿A qué esperas? ¡Tenemos que ir al hospital! Rápido, chaval, rápido.

—¡V-Voy!

Arrugué la postal y la guardé en mi chaqueta, echando a correr hacia el vehículo.

Me fui de allí con la terrible sensación de que el responsable de todo aquello estaba más cerca de lo que imaginábamos, y que tan sólo era el principio de la locura.


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Me disculpo por adelantado en caso de que, en algún momento, detectéis un error en los protocolos que describo, pero tened en cuenta que no soy criminóloga y la única ayuda de la que dispongo para desarrollar la historia es a través de lo que leo o veo en películas o documentales. Además, esto no deja de ser ficción. Con todo, si hay alguien que sepa del tema, que sepa que estoy abierta a recibir consejos que puedan ayudarme a mejorar ♥️

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