Parte 1
CAPITULO 1
------------------- Caroline -------------------
Estoy atrapada en un callejón, tirada en la nieve cuando el frío empieza a apoderarse de mí, al igual que el calor. Llevo diez minutos sudando, diez minutos que parecen horas. Gimo intentando moverme cuando mi cuerpo comienza a temblar. Hace calor y frío al mismo tiempo; la mordedura de hombre lobo está haciéndome efecto. Siento que mi respiración se vuelve entrecortada y pesada, mis ojos se cierran solos ante el dolor y puedo palpar la vida escapándose entre mis dedos. Quizás Stefan tenía razón, y quizás siempre lo supe, nunca debí venir a Nueva Orleans.
Mi madre, Elena y Bonnie me habían animado a venir por las vacaciones de invierno. Me habían dicho que Klaus se pondría contento con mi visita. Sabía que estaba mal, sabía que no debía pero tenía que venir a ver a Klaus. Stefan, por el contrario, me había dicho que no era una buena idea, que Klaus se iba a enfadar por venir sin avisar. La última vez que vi a Klaus me dijo que no debía venir sola, que llamara, que era peligroso para un bebé vampiro como yo estar sola por Nueva Orleans, no lo creí. Ahora con la mordida de hombre lobo extendiéndose me arrepiento de no haberlo llamado.
-Caroline-Escucho una voz familiar y me cuesta horrores abrir los ojos, cuando por fin los abro me encuentro con los grandes ojos de Kol que están fijos en los míos- ¿Qué haces aquí?-Quiero responderle pero no puedo, ni siquiera puedo mantener los ojos abiertos- Mierda Caroline, es una mordida de hombre lobo-Le oigo decir al mismo tiempo que noto como sube mi vestido hasta la cintura y lo oigo maldecir. Tengo que estar horrible. Y entonces sus manos fuertes rodean mi cuerpo levantándome en peso- Tienes prohibido morirte-Me dice empezando a correr a gran velocidad- Voy a llevarte con Klaus
Quiero protestar pero no puedo, no quiero morir pero tampoco quiero ver la cara que va a poner al ver que he desobedecido sus normas, siempre lo he hecho, pero en ninguna de esas veces mi vida pendía de un hilo como ahora.-No llegarás a tiempo-Es lo único que puedo decir. Voy a morir, estoy al borde de la muerte, como aquella vez en el sofá de Elena, pero esta vez Klaus no podrá salvarme.
------------------- Klaus -------------------
Huelo a mi hermano Kol merodear alrededor de la mansión y escucho su respiración agitada, me percato que el ambiente está cargado de un fuerte olor a sangre, un olor que me resulta un tanto familiar. La puerta se abre con tanta fuerza que creo que la va a desencajar del sitio; Kol lleva algo envuelto entre sus brazos, cubierto en tela blanca manchada de sangre.
-Caroline-grito al ver la melena rubia y el brazalete de diamantes que le regalé colgando de su pequeña muñeca. Se la arrebato a mi hermano de los brazos con tanta fuerza que le rasgo la tela blanca que lleva por vestido-¿Qué ha pasado?-Y sin darme tiempo a responder, Kol se acerca a mí y con sumo cuidado sube el vestido hasta el ombligo, siento ganas de matarlo ¿cómo se atreve a tocar así a Caroline? Mis ojos se posan en sus muslos y se me corta la respiración. La han mordido, dos veces; en el muslo y en la cadera. Sin dudarlo, mis colmillos rasgan la piel de mi muñeca y se la coloco entre sus labios-Trae algo de ropa de Rebekah, cualquier cosa vale.
Kol obedece y sube las escaleras en volandas mientras yo sigo oprimiendo mi muñeca contra su boca, observando como Caroline no responde. Kol deja la ropa perfectamente doblada en la mesa de al lado mientras me mira con preocupación. Se maldice por no haberla encontrado antes. Kol, aunque a veces pueda parecer frío y cruel, nunca se perdonaría la muerte de Caroline, pues ella también lo hipnotizó aquel día que entró en el Grill. Habíamos tenido nuestras diferencias, mientras Kol quería tratarla como una princesa yo quería que Caroline me desease con la misma fuerza que yo lo hacía. Sin embargo, las cosas habían cambiado, Kol ya no sentía esa atracción por Caroline, y yo sólo quería tratarla como una princesa.
-Voy a buscar a Elijah y Sophie, por si pueden ayudarnos-Me dice aún con la preocupación palpable en sus palabras.
Kol cierra la puerta con fuerza, y entonces, cuando ya se ha ido, abrazo a Caroline contra mí, sin apartar la muñeca de su boca, y ella sigue sin beber. Puedo desangrarme por ella esta noche y todas las noches de mi vida inmortal. No voy a perderla, no esta vez.
Gimo cuando sus labios se abren contra mi muñeca y la apego más a mí ¿Cuántas veces he estado a punto de perderla? ¿Cuántas? ¿Cómo demostrarle que no podría vivir sin su existencia?
Entonces ella abre los ojos, y sus ojos se clavan en los míos con fuerza, con vida, como si no hubiese estado a punto de morir. Deja de beber, y cuando lo hace siento que se lleva una parte de mí y deseo que continúe bebiendo. Me mira con los labios y la barbilla llena de sangre, algo que encuentro sumamente erótico y fuera de lugar dado la situación
-Esto viva-Masculla, pero no me lo dice a mí, sino a sí misma-Bueno…técnicamente-Y aparece la Caroline Forbes que estoy acostumbrado a ver con una pequeña sonrisa mientras baja el rostro-Gracias-Me dice y se da cuenta de que su vestido largo está completamente rasgado y se le ven las braguitas de encaje.
-No tienes que agradecer. Nunca-Le digo pasando mis dedos por la mejilla con miedo a que pueda desaparecer en cualquier momento- Tienes ropa en la mesa y una bañera esperando por ti en la segunda planta-Le digo y cuando se levanta su vestido blanco cae hasta los tobillos con un cinto dorado bajo sus pechos, y a pesar de la sangre no me cabe duda de que es una diosa, una diosa cuya belleza haría sentir insignificante a cualquier deidad griega-Tómate tu tiempo
Es lo último que digo, pero no lo último que quiero decirle. Quiero gritarle, gritarle muy fuerte lo imprudente que ha sido al venir aquí sin avisar, quiero decirle que éste no es un lugar para ella, que esto es un infierno y ella no es Perséfone. Lejos de eso, quiero hundir mis manos en su pelo sedoso y besarla, quiero besarla hasta que duela.
------------------- Caroline -------------------
Me miro al espejo que ocupa toda una pared y doy vuelta observando como ya no hay rastro de mordedura. Definitivamente tengo una maldición, desde que me convertí, me han mordido tres veces y tres veces he sobrevivido gracias a Klaus.
Me acerco a la bañera redonda que ocupa el centro de la habitación, sonrío y me meto en ella, dejando que las sales de baños acaricien mi piel. Recojo mi pelo en una coleta y cierro los ojos relajándome. No quiero salir de aquí, y la verdad es que tengo miedo, tengo miedo a ver la reacción de Klaus.
------------------- Klaus -------------------
Kol irrumpe, abriendo la puerta con la misma fuerza de siempre, como si quisiera arrancarla de su sitio. En sus manos lleva su habitual bate y me hace una señal para que me reúna en la puerta. Al llegar veo a un chico de unos 26 años, pelo oscuro y ojos castaños con las manos atadas y amordazado.
-Aquí tienes al lobo que mordió a Caroline-Dice tirando de la cuerda por la que tiene atada al muchacho. Los miro a los dos desconcertados. Este estúpido lo iba a pagar muy caro-Es un lobo…-recalca-de Marcel-Y cuando dice su nombre yo mismo arrastro a esa cosa que está en la puerta de mi casa hacia el sótano.
-¿Quieres que te ayude?-Me dice moviendo el bate alegremente entre sus manos con una sonrisa cínica y cruel. Si fuera otro motivo, dejaría a Kol golpear a este lobo hasta que suplicase su muerte, pero esto era algo personal.
-No, espera en el jardín, para que cuando acabe con él, lo dejes en la puerta de Marcel-Digo antes de cerrar la puerta del sótano detrás de mí. Marcel me había vigilado bastante bien, sabía mi punto débil. Se lo voy a hacer pagar, no va a ser una venganza fácil, tampoco va a ser limpia; la sangre correrá por las calles de Nueva Orleans.
-No te voy a matar-Le digo al lobo cuando lo ato en una silla y me acerco a él quitándole la mordaza-Me vas a rogar porque te de la muerte-Me acerco a la mesa que tengo al lado cogiendo unos alicates entre las manos. Tiro con fuerza de la mordaza que lleva y le abro la boca-Esto te va a doler-Y los alicates se dirigen a su colmillo derecho empezando a tirar de él lentamente. Podría hacerlo rápido, pero prefiero que sea lento, que sienta como su arma letal ya no forma parte de su cuerpo.
Gruñe cuando su colmillo va por la mitad, a veces doy pequeños tirones y otras veces vuelvo a encajarle el colmillo en la encía repitiendo el proceso varias veces. Me gusta hacerlo sufrir y disfruto haciéndolo. Una vez extraído el derecho me acerco al izquierdo y él tiembla mientras gime por el dolor de perder el otro.
------------------- Caroline -------------------
Estoy tan relajada que doy un ligero salto al escuchar lo que parecen gritos. Pienso que es mi imaginación, pero me doy cuenta de que no es así, puedo oír gemidos de dolor desde aquí arriba. Me coloco rápidamente la camisa de Rebekah y el pantalón corto bajando por las escaleras. Cuando llego al salón me doy cuenta de que los gritos proceden del sótano, y cuando abro la puerta de lo que parece ser una bodega, me encuentro con un hombre lobo con los colmillos en el suelo y la sangre salpicándole el cuerpo.
-Klaus-Chillo y en ese momento se da la vuelta mostrándome una sonrisa en los labios, dejándome ver cuánto le gusta lo que está haciendo.
-Caroline, amor, llegas a tiempo para ver el destino del hombre lobo que se atrevió a morderte.- Me dice y justo en ese momento saca un gran cuchillo curvo de debajo la mesa.
-Para-Es lo único que sale de mis labios antes de romper a llorar-No le hagas nada-Digo con las manos contra mi cara intentando contener las lágrimas que se desbordan de mis ojos.
-Caroline…-No dejo que diga nada más y me pongo enfrente de él, defendiendo con mi cuerpo al lobo que me mordió, el mismo que prefiere morir antes de que le sigan torturando.
-No te atrevas a decir nada Klaus-Le digo tan enfadada que siento que mis ojos llenos de lágrimas se empiezan a llenar de ira- No tienes derecho, no puedes hacerle esto. Libéralo ahora mismo, si no lo haces me iré
Me mira y pasa por mi lado como si yo no existiera, no está de acuerdo con lo que acabo de decir. Klaus arregla las cosas por la fuerza, y si el problema es muy grande lo arregla con la muerte ¿Por qué todo tiene que ser tan violento con él?
-Vete por esa puerta-Le dice-Mi hermano te está esperando a la salida, te llevará cerca de Marcel, y cuando veas a Marcel dile que no vuelva a mandar a ningún hombre de los suyos-Dice recogiendo los colmillos del suelo y los mete en el bolsillos del vaquero del chico- Dile que si alguno de sus hombres se vuelve a acercar, van a perder algo más importante que los colmillos-Es lo último que dice antes de liberarlo, y antes de que pueda parpadear, el hombre lobo ya se ha ido- ¿Contenta?
-No-Le digo sin rodeos- ¿Cómo puedo estarlo después de lo que he visto?-Le pregunto mientras me hago la pregunta a mí misma. Una pequeña parte de mí está feliz porque lo ha dejado ir pero, ¿qué hubiese pasado si yo no hubiese llegado a tiempo?
-Ese lobo tenía que pagar por lo que hizo Caroline-Me dice y justo en ese momento su rostro se comienza a transformar, sus ojos se vuelven entre el amarillo y el dorado, y aparecen sus dos pares de colmillo. Ni siquiera me mira cuando comienza a alejarse entre los barriles de vino.
-Klaus…para-Me agarro con tanta fuerza a su cintura que lo hago caer en el suelo colocándome encima de él. Lo miro con las lágrimas amenazando nuevamente. –Basta ya. Vuelve
-No lo entiendes Caroline ¡él tenía que pagar! Marcel tomará esto como una debilidad y me esperará con cien lobos en la puerta; me atacará con brujas si hace falta- Tiene razón. No conozco a Marcel, pero todo lo que he podido oír de él no es nada bueno; los hombres lobo trabajan para él y las brujas se encuentran subyugadas.
-No, no lo entiendo Klaus ni quiero, pero ese chico no me mordió por su propia voluntad. Estaba bajo la compulsión, tenía las pupilas dilatadas ¡tú tenías que haberte dado cuenta!-Le recrimino. Siento que me estoy portando fatal con la única persona que me ha tratado bien, pero no puedo permitir que Klaus asuma el rol de verdugo sobre personas inocentes.
Acerco mis dedos a sus colmillos y los paso lentamente sintiendo lo afilados que están. Klaus me mira, y veo su mirada suavizarse. Suspiro cuando las venas de debajo de sus ojos empiezan a desaparecer al igual que los colmillos. Acaricio su cara con las dos manos.
-Caroline-Su voz ronca y su acento inglés lamen mi nombre de una manera tan erótica que siento un escalofrío desde la punta de los pies hasta la nuca.
Sus ojos me miran en la oscuridad del sótano y en ese instante quiero que me abrace. Quiero que se acerque a mi oído y me diga todas esas cosas que suele susurrarme ‘’Estás llena de luz’’ ‘’Me gustas ¿Es tan difícil de creer?’’ ¿Cómo podía haber rechazado tantas veces al único hombre que se había parado a mirarme y a escucharme de verdad?
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