Capítulo XXXI
Lo siento, este capítulo debió quedar para ayer en la noche, pero me lastime la mano y eso me hace mas lenta para escribir TnT. Perdón también por las faltas de ortografía; sin mas, disfruten del capítulo.
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Los rayos de sol llovieron sobre su pálido rostro, con un bufido alzó la sábana lo suficiente como para que se cubriera hasta su cabeza, a diferencia de otras personas la calidez del sol en las mañanas le era de extraña manera molesta, prefería mil veces que una cubeta de agua le cayera encima para despertarla.
Adormilada y el ceño ligeramente fruncido, se levantó a cerrar la pequeña abertura de la ventana, suspirando con cansancio. Sin embargo, un agradable olor a hierbabuena relajo sus sentidos.
Con cuidado bajó al segundo piso mientras peinaba sus rubios y pálidos cabellos, encontrándose con el pelinegro con una taza de té y el mismo libro desconocido entre sus manos, parecía tan concentrado y a la vez desconcertado y... ¿Sonrojado?.
—Buen día Zeldris— este rápidamente escondió el libro, agarrando la taza bebiendo disimuladamente. La rubia soltó una risita por su comportamiento indiscreto aunque le causaba intriga.
—Buenos días Gelda— ella caminó a la cocina, prosiguiendo a preparar su tan amado té de manzana canela; delicioso para ella, de mal gusto para el ojiverde.
—¿Te gustaría desayunar algo?— cuestiono sacando algunos cubiertos y platos.
—Lección número...espera, ¿cual era?— se cuestiono el chico. Había leído una lección del libro, donde supuestamente cocinar, era un tipo de "detalles" que las mujeres amaban.
—¿Zeldris?— arqueo la ceja ligeramente al verlo tan concentrado en su debate mental.
—¿Y si yo cocino algo para ti?— la mujer tembló ligeramente. Disimulando una sonrisa amable negó tranquilamente.
—No hay problema, yo cocino— se ofreció rapidamente, pero el chico a rápida velocidad se interpuso entre ella y la estufa haciendo un puchero.
—Solo quería ser amable— sus ojos jade se dilataron causando un sonrojo en la rubia.
—¡Ay, no puedo con esa cara!— volteo su mirada, suspirando con derrota — Supongo que... esta bien— hizo una pequeña mueca mientras este sonrió victorioso.
Con su barbilla apoyada en su mano, observando al pelinegro que cocinaba con entusiasmo, centrado en cada cosa que hacía mientras simplemente ella se preparaba su sensible paladar, aunque no iba a negar que verlo así era adorable. Agito su cabeza, otra vez sus pensamientos la traicionaban cada vez que se daba cuenta de lo atraída que se sentía por el inquilino.
Después de unos minutos, Zeldris sirvió de lo que había cocinado. Gelda solo trago saliva, cortando un pedazo pequeño antes de comerlo, tratando de no degustar el alimento; solo tembló apretando los labios para evitar escupirlo.
—Y, ¿qué opinas?— está aguanto la pequeña arcada de su garganta, obligándose a tragarlo.
—Ugh...hmm... mejor que la última vez— mintió sonriendo con inquietud a diferencia de la sonrisa ingenua del varón.
—Creo que la práctica hace al maestro— se felicito a si mismo dándose la vuelta un momento.
—¡Bleee...!— dio un sorbo a su té con intenciones de amortiguar el sabor asqueroso. —Oye, ¿y por cuanto tiempo mas planeas quedarte?— el ojiverde arqueo la ceja —Bueno, es que llegaste con un solo objetivo y...—
—Eso... Eso ya es pasado— suspiro. En parte creía que solo fue en vano y una pérdida de tiempo, aun así de todo no se arrepentía. Pensar en vivir una vida normal como simple mortal le fascinaba, la mejor decisión que pudo haber escogido, después de todo, no había rastros de amenaza por parte del enemigo, llegando a creer que todos estos años vivió en alerta; no pasaría nada si baja un poco la guardia. —Prefiero no preocuparme mas por mi hermano, después de todo, nunca estuve mas tranquilo que estar aqui—
[En el castillo]
Estaba tenso, sudaba en frío, podría jurar que incluso se sonrojo. Cada segundo era mas largo que el anterior en espera de una respuesta positiva o negativa. De preferencia quería una larga lista de razones por la cual no debería estar con la albina en caso de que su respuesta fuera negativa.
—No...—escucho musitar —No puede ser...— sus dedos frotaron su frente
—Bartra, yo estoy seguro de lo que siento por su hija es de verdad— relamió sus labios ansioso sin perder la postura —Se que confió en que yo...— se vio interrumpido por el gobernante.
—No lo voy a permitir...— volvió a decir entre dientes —¡¡No voy permitir que Merlín me gane esta apuesta!!— exclamó soltando un suspiro de derrota antes de dirigirse al joven confuso por su actitud —¡Vaya! ya se habían tardado— soltó una risa a lo que el contrario hizo una mueca tratando de entender.
—Espere... ¡¿que?!—
—Todos aquí sabíamos y éramos conscientes de sus sentimientos— el ojiverde parpadeo un par de veces, ¿tan idiota y evidente era?. El rey soltó otro suspiro melancólico. —Me recuerdas al pequeño Gil cuando me vino a pedir la autorización de tener una relacion con mi hija Margaret, solo que el casi me lo pidió de rodillas— comenzó a parlotear sin parar.
—Eh... ¿Majestad?— ladeo un poco la cabeza, necesitaba una explicación ahora.
—¡¡Rayos!!, perdí contra Merlín—ladeo una mueca. Su mirada captó la enorme interrogante del rubio, volviendo en si al tema y a su respuesta —Oh si, lo siento— aclaró su garganta antes de erguirse sobre su lugar y asentir —Les daré mi permiso, con la condición de que no lo hagan público por ahora— los ojos de Meliodas brillaron ante esa respuesta.
—De acuerdo— sonrió de oreja a oreja —Gracias Bartra— hizo una reverencia en agradecimiento prosiguiendo a retirarse.
—Meliodas— llamó antes de que este abriera la puerta —Cuida de mi hija—
—Con mi vida— dicho esto, cruzó la puerta dejando al mayor solo con una cara tranquila, o al menos hasta que la mujer de cabellos negros salió de su escondite y se posara al lado del hombre.
—Me debe un conejillo de indias majestad— este maldijo a su suerte, quién diría que solo necesitaban un fin de semana para dar ese paso esperado por varios.
Por otro lado, la albina se acercó al rubio cuando lo vio salir de la sala.
—¿Y que dijo mi padre?— cuestionó ansiosa por saber su respuesta, pero esa sonrisa en su rostro le tranquilizaba. El tomo su mano antes de responder.
—Está de acuerdo— soltó un jadeo con una mezcla de alivio, sorpresa y emoción, sin poder evitarlo se lanzó a su caballero, tomando su rostro delicadamente para plantar un beso en sus labios, moviéndose suavemente mientras esta la tomaba por los brazos correspondiendo.
Sin embargo, ninguno tenía idea de los ojos curiosos que observaban con emoción la escena desde atrás de unos pilares del pasillo.
—¡Lo sabía!—exclamó en bajo la de coletas —Me deben cinco monedas de plata cada uno— el resto se quejó a su alrededor.
—¡Tch!— chasqueo la lengua el albino —Maldito seas capitán, si se hubieran tardado un poco mas ya estaría bebiendo— le dio las monedas a la de coletas.
—Tranquilo, ya se había tardado mucho después de todo— comentó la pequeña rubia suspirando.
—¿Y si volvemos a apostar?— sugirió Ban alzando la cejas.
—No seas idiota, ¿qué otra cosa podríamos apostar?— se quejo ahora el castaño.
—Siempre hay algo— cantó con cierta picardía haciendo sonrojar al par de hermanos.
—Ya entendí— dicho esto, el grupo se alejó, dándole privacidad a la nueva pareja e ir a discutir nuevos juegos entre ellos.
[En algún lado de Britannia]
—Ludociel— habló la diosa de rizados cabellos rosas pastel —Estas muy pensativo últimamente— hizo un puchero posando delicadamente una de sus manos en su hombro vestido, pero este se retiró bruscamente.
—No estoy para responder, Nerobasta— soltó aire pesado, la mujer bajo la mirada. —¿Nerobasta?— se dirigió a ella —¿Hablaste con nuestra madre, la Deidad?—
—Ella no va a cambiar de opinión— relamió sus labios —Esta guerra quedó en el pasado, no lo hagas mas difícil— suplicó acunando su rostro con su manos blanquecinas —Es lo mejor para todos, podemos vivir en nuestro propio mundo y...— este tomo su muñeca con asco en su semblante.
—No seas ingenua, si acepté esta tregua fue porque no teníamos esperanza contra ellos, pero ahora...— una sonrisa cínica apareció en su rostro mientras apretaba su agarre lastimando a la mujer en un esfuerzo por soltarse. —...tenemos la luz que nos guia, la luz que eliminará la oscuridad de este mundo por siempre—
—Ahg...— gimio de dolor —Todos sufrimos con lo que pasó en el pasado...ugh, todo quedó en el olvido, pero tu sigues con ese rencor...— forcejeo desesperada por las notorias marcas rojizas —Si quieres eliminar con toda la oscuridad, ¡Empieza con el de tu corazón!— arrebato su extremidad de regreso a ella frunciendo el ceño.
El arcángel se dio la vuelta sin tomarle importancia, pero eso lo había cabreado, el recordar sus momentos de debilidad y vulnerabilidad contra los demonios, la forma en que perdió a su familia, solo lo llenaban de mas odio y rencor con el pasar de los años; pero ahora, toda su frustración y su tranquilidad volvería con el pasar de los días, tal vez no hoy ni mañana, sea en un futuro cercano o lejano, o quizás en un par de años; su plan estaba formado, y cobraría caro por todo el daño.
Un suspiro salió de sus labios.
—Ahora sé que no tendré tu apoyo— comenzó a alejarse a pasos cortos —¿Tan poco es tu amor por mi?, patética— soltó un bufido antes de aletear dejando a la mujer de vestido celeste con el corazón mas que aplastado, sus ojos azules se enfocaron en el cielo viendo a su lejano amor escaparse aún mas de ella.
Otra prueba de que incluso una diosa se puede enamorar de otro tipo de oscuridad.
[...]
Su día iba de de bien a mejor, su corazón sentía una tranquilidad y dicha nunca antes experimentado, solo perdida en lo bien que se sentía se libre de expresar su sentimientos al causante de ellos, aunque aun lo debían mantener oculto del exterior, por ahora. Sabía que su mayor era un hombre sabio y de muchos secretos, probablemente sabía que algo pondría en peligro su relación y quizás sea la razón por la cual su romance sea secreto. No le tomo importancia a su curiosidad, podía estar con el rubio de una manera mas cercana y eso era mas que suficiente.
Deslizándose por los pasillos, sin poder ocultar su sonrisa de oreja a oreja, llegó al comedor donde sus hermanas mayores ya esperaban, mostrando caras cómplices cuando ésta tomó su lugar.
—¿Que pasa?— mencionó al darse cuenta de las extrañas miradas del par, ellas solo aguantaron las carcajadas.
—No nada, ¿por que preguntas?— la mayor se limitó a murmurar entre risas traviesas.
—Hey, felicidades por tu noviazgo, ¿cuando es la boda?— la albina no tardó en sonrojarse furiosamente ante su comentario.
—¿Ehh...?—
—Tranquila, papá nos contó y gracias a ti, me salve de limpiar los establos— comentó Margaret enviando miradas burlonas a la de cabello corto, quien solo bufo con molestia.
—No te enojes, pero apostamos a que tu y el señor Meliodas al fin se entenderán en la coronación de Arturo y gracias a ti perdí esa apuesta— se cruzó de brazos —¡¡¿Sabes cuanto apesta limpiar los establo?!!— ladeo una mueca. —Me tuve que bañar unas seis veces, ¡¡eww!!—
—A ti te gusta el trabajo sucio, no te quejes— saco su lengua en burla antes de dirigirse a su hermana menor que solo estaba entretenida viendo a las mayores pelear como infantes —Lo que quiero decir, esque te deseo suerte, él es un buen hombre, perfecto para ti—
—Estoy segura de que si— bajo la mirada rosada con una leve sonrisa soñadora.
—Ya basta de cursilerias, que tengo hambre— se quejo Veronica, a lo que las féminas soltaran una carcajada.
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Bueno, que les digo. ¿Les gusto?. Melizabeth oficialmente y la relación de Zeldris y Gelda avanza de poco a poco uwu.
¿Les digo algo?, de último momento decidí meter a Nerobasta en la historia, y si les doy un spoiler de su papel, será alguien esencial en los capítulos finales de esta historia. No puedo planear nada porque termino modificandolo, jaja.
En fin, espero que lo hayan disfrutado, que en el siguiente se viene Melizabeth del bonito.
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