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Capítulo 63

" Dime que no me quieres, ni siquiera lo sueñas. Dime que no nos conoceremos. Dilo."

—I Wait (Day6)

Durante el viaje en avión tanto Yoongi como Hoseok se mostraron distantes aún sin realmente pretenderlo. Incluso si seguían tomándose las manos, ambos sentían el frío colándose entre ellos y llenando sus cuerpos de sensaciones que evocaban tristeza y ansiedad. Ambos sabían que tan pronto como llegasen a Seúl su matrimonio se acabaría y que en consecuencia inevitablemente tendrían que separarse, eran demasiado obstinados para frenar todo eso que se dio debido a una pelea por la que ya ninguno de ellos sentía rencor pero con la que sus problemas como pareja se pusieron sobre la mesa en cada palabra y frase compartidas.

A esas alturas ninguno parecía reunir la suficiente confianza o fuerza como para decir la verdad; que no querían separarse todavía, que necesitaban disfrutar un poco más de sus últimas horas juntos, que en Nueva York lo habían pasado realmente bien recorriendo las calles sin ningún tipo de plan concreto tomados de las manos y besándose cada cinco minutos como lo harían un par de adolescentes en sus últimos días de amor de verano. Sin embargo, en sus cabezas la confianza en que uno de los dos confesaría de una forma u otra que debían seguir juntos hasta acabar el contrato, seguía viva. Estaban poniendo sus sentimientos en manos de una ilusión que tal vez nunca llegase a ocurrir. Incluso cuando el destino había demostrado ser cruel con ellos en más de un par de ocasiones.

—Yoongi.

El chico de los tatuajes miró al instante hacia su marido, creyendo que le diría eso que necesitaba tantísimo escuchar para quedarse a su lado. Solo quería un empujón, algo que le hiciera confiar en que quedarse con el magnate era la opción correcta a pesar de su promesa a Jimin. Quería a Hoseok, había aprendido a hacerlo mientras convivían juntos a pesar de su mal carácter y de todas las cosas que a menudo los hacían chocar tan fuerte como las olas contra la orilla del mar durante la tormenta. Eran tan parecidos y diferentes a la vez que le daba miedo.

—Yoon, descansa un poco. Cuando lleguemos a Corea tenemos que preparar papeleo para el divorcio y estoy seguro de que te sentirás cansado si no aprovechas el vuelo para dormir. Tus ojos parecen cansados. - el magnate alzó una de sus manos, deseando acariciar las mejillas de su marido. Sin embargo no lo hizo. - ¿Quieres comer o beber algo? Lo que sea que necesites, no dudes en pedírmelo.

Esas palabras casi destruyen el muro de protección que a Yoongi le había llevado tantísimos años construir a su alrededor. No quería confiar en las personas, mucho menos dejar que sus sentimientos se mostrasen sin un escudo de frialdad de por medio, pero Hoseok lo estaba lastimando al mantenerse tan al margen y ni siquiera parecía ser consciente de ello. El magnate que lo enamoró desde el primer momento, ese lleno de fuerza a pesar de lo lastimada que estaba su alma, se habría dado cuenta. Aquel hombre que Min Yoongi amaba con vehemencia, habría deducido por sus ojos rojos y ojeras que la ansiedad lo estaba matando, que no era simple cansancio lo que se encontraba bajo sus párpados en forma de ojeras. Iba más allá de un largo viaje en avión o de una noche complicada en la que el sueño no había llegado hasta la madrugada.

Desde su posición Jung Hoseok solo podía pensar en que liberar a Yoongi del contrato que rodeaba la relación entre ambos era tan doloroso como correcto. Ese chico era lo mejor que le había pasado en ese año pero no estaba preparado para amar a alguien que había llegado a su vida de una forma tan polémica. Si él lo quería de verdad y no en base al dinero que se ingresaba en su cuenta bancaria mensualmente, entonces definitivamente encontrarían una manera de volver a cruzar sus caminos.

El magnate sabía que Yoongi se sentía demasiado atrapado por su pasado y por las promesas que le había hecho al primer amor de su vida. En lo que esas promesas implicaban. Yoon podía quererlo, sin embargo no comprendía por completo lo que el amor implicaba y el cómo una pareja debía estar dispuesta a ceder a la par que a tirar de vez en cuando para que la balanza de sentimientos se equilibrase al nivel de ambos.

-Dormir no es lo que quiero en este momento, Hoseok. Tampoco comer o beber.

-De todas formas... Pide lo que sea que necesites. Habla conmigo.

Todas las parejas discutían de vez en cuando y Hoseok entendía que la clave de su amor también se podía encontrar en conocer el modo de arreglar justamente ciertas peleas. Sin embargo con Yoongi esas pequeñas discusiones eran diferentes, lo eran porque venían marcadas por miedos antiguos que los separaban cada vez que las cosas entre ellos se tornaban íntimas y cariñosas. Y lo eran porque había un contrato de por medio que siempre se cernía sobre las acciones y decisiones de uno de los dos. Definitivamente su precioso chico no estaba listo para lo que el amor implicaba si tenían que estar subyugados a un papel que bien podrían ignorar pero que desgraciadamente aparecía en sus conversaciones una y otra y otra vez.

-Hablo contigo siempre, Hoseok. Sabes que lo hago.

-Entonces no lo olvides. Incluso si nos separamos recuerda que puedes venir a mí cada una de las veces en las que tú o Jungkook necesitéis algo.

Por mucho que le doliese a Hoseok, la necesidad de dejarlo libre era más fuerte que la de apresarlo. Tal vez Yoongi volviese por sí mismo más adelante, cuando su mente se liberase de la carga de la mala conciencia y sus inseguridades junto con sus sentimientos empezasen a tomar más claridad. A ordenarse.

Algunos decían que era necesario dejar ir a las personas amadas, porque si estas regresaban por su propia voluntad significaría que formaban parte de tu vida y en cambio si te olvidaban implicaba que nunca habían sido parte de esta.

—Hoseok. - la voz de Yoongi era calmada y su petición casi resultó repentina mientras jugueteaba con los dedos de sus manos. - ¿Podemos hacer eso mañana? Me gustaría tener un último día en condiciones contigo.

El magnate sonrió con calidez, el corazón de Yoongi parecía encogerse con dolor en su pecho cada vez que Hoseok le dedicaba una de esas miradas. Quería lanzarse a sus brazos y pedirle perdón, decirle que se esforzaría por ser un buen novio, marido o lo que sea que Hoseok quisiera en ese preciso instante. Decirle que estaba dispuesto a adaptarse un poco más, a olvidar el pasado y aprender a vivir en el presente. Echaba de menos tantas cosas y ni siquiera estaban separados todavía.

Extrañaba que el toque de Hoseok fuese cálido y fuerte mientras entrelazaba sus largos dedos con los suyos. Que lo besase sin importar que otras personas pudiesen verlos, dando igual el que se atrevieran a juzgarlos. Simplemente que lo abrazase con protección cuando estaba cansado, como en ese instante. Cuando el mundo entero lo miraba y solo veía sus tatuajes o su ceño fruncido. Necesitaba ese cariño que el magnate le demostraba de formas absolutamente simples pero que en conjunto se convertían en una complicada muestra de su amor.

—Está bien Yoon, podemos hacer eso si es lo que quieres. - el magnate volvió a sonreír. A esas alturas ni siquiera sabía si estaba nervioso o si tan solo quería evitar que Yoongi viese lo muy afectado que se encontraba en esos instantes. Había tanto que ansiaba decir y tan poco que lograba expresar en voz alta. Su corazón parecía encogerse una y otra vez en el interior de su pecho. Sin remedio ni causa.

Para desgracia de ambos, el vuelo pasó demasiado rápido. Habían dormido abrazados por rutina y casi como instinto. Incluso cuando los dos fingieron no sentirse cansados, terminaron dejándose llevar y dormitaron tan juntos como los asientos se lo permitieron.

—Vamos a por el coche. - Hoseok tomó su maleta y la de Yoongi a pesar de las protestas de este último. - No recuerdo exactamente en qué zona del parking lo deje antes de irnos a Nueva York. ¿Quieres ayudarme a buscarlo o prefieres esperar aquí hasta que lo tenga? Pareces cansado.

Yoongi negó y se abrazó a Hoseok, caminando con este por el aparcamiento del aeropuerto, quería pasar cada segundo de ese día a su lado. Así que simplemente lo acompañó durante los veinte minutos que les llevó hallar el vehículo a pesar de su cansancio. No podía decir con claridad si realmente Hoseok había olvidado la zona del parking a pesar del ticket en sus manos, o si por lo contrario este al igual que él pretendía alargar su llegada a casa tanto como le fuese posible.

Cuando entraron en el coche Yoongi apresó una de las manos de Hoseok con las suyas, solo la dejaba ir cuando el magnate necesitaba usar el freno de mano. Lo miraba sin disimulo, percibiendo que en realidad siempre le había gustado ver al magnate conducir ese precioso deportivo Mercedes Benz del que Yoongi se había encaprichado meses atrás después de que tras muchas clases de conducir al fin obtuviese el carnet. Prefería que Hoseok condujera su coche, era demasiado caro y bonito para un principiante. Y de todas formas disfrutaba de la vista que le proporcionaba el perfil de su marido y de sus miradas de concentración cada vez que pasaban por una zona de Seúl complicada por el tráfico. Disfrutaba incluso del hecho de poder subir el volumen de la música y cantar en alto a su lado.

-¿Deberíamos parar a comer en algún restaurante? - Hoseok aprovechó la parada en un semáforo para mirar a Yoongi. - Estoy hambriento.

-Sí, me gusta la idea. Creo que podría comer casi cualquier cosa en este momento, paremos en cualquier lugar de comidas con críticas razonables. Hoy puedes elegir tú.

Le gustaba como Hoseok siempre ponía música en la radio y su mano golpeteaba el volante al ritmo de cada beat. O cómo de vez en cuando se apartaba el flequillo de los ojos y su frente quedaba perfectamente despejada. También le gustaba cuando se ponía gafas debido al sol incluso durante el frío invierno o como la luz naranja del amanecer destacaba su preciosa piel morena realzando su mandíbula marcada. Realmente le gustaba Hoseok y observarlo ahora era algo que no podía evitar, pues no faltaba demasiado para que sus caminos se separasen.

-¿No quieres algo en concreto?

-Carne a fuego lento suena bien.

Yoongi suspiró en alto y apretó la mano de Hoseok quien ahora había posado el toque sobre su muslo para dejar caricias automáticas mientras se encontraban en medio de un interminable atasco, habían llegado a Gangnam y su casa se encontraba mucho más cerca a medida que el tiempo pasaba. Jugueteó con sus dedos sobre la piel del magnate, tocando las venas marcadas que se posaban llenaban la mano y brazo de este. Sus ojos no podían dejarlo ir ni por un solo instante. Quería decir demasiadas cosas, pero ninguna de estas salía de sus labios por cuestiones que ni él mismo entendía. Estaba frustrado.

Por su parte, el magnate tenía que evitar mirar a Yoongi para no cometer una locura basada en súplicas y peticiones que sabía que eran egoístas. El que éste se mostrase tan mimoso y lo acariciase continuamente estaba afectando a su estado anímico y empujándolo hasta un llanto que llevaba retrasando desde el día anterior.

-¿Qué tal si vamos a ese sitio que te gusta tanto? El que se especializa en barbacoa.

Hoseok sonrió encantado por saber que Yoongi recordaba datos tan concretos como su restaurante de preferencia en Gangnam.

Una media hora después ambos se encontraban comiendo, pero la comida ni siquiera sabía bien ese día, no al menos como la que solían compartir juntos al menos una vez por semana al salir del trabajo. Sin importar que fuese el mismo lugar, el mismo chef y los mismos platos. No habían compartido ninguna palabra después de sentarse, se limitaban a devorar sin tan siquiera saborear. Solo querían acabar con esa gran ansiedad que los envolvía a ambos, pero el caso es que simplemente no parecían ser capaces.

—Vayamos a casa. - dijo Yoongi repentinamente. - Alargar la espera solo hace que sea más doloroso, Hoseok. No somos un par de adolescentes, sabemos cómo es la vida.

—Aún no has acabado de comer, ¿estás seguro de que...

—Quiero tener sexo contigo justo ahora Hoseok. Es nuestro último día, así que llévame a casa lo antes posible. Quiero eso y quiero acostarme a ver una película contigo cuando acabemos, después quiero preparar la cena a tu lado en nuestra cocina y sentarme en la suave alfombra del salón para que me enseñes algunas partidas de ajedrez. Quiero que nuestro último día lo pasemos en el lugar que durante un año de mi vida ha sido un hogar para mí.

El magnate tragó duramente y asintió, esperaba que esa petición no se realizase incluso cuando él también ansiaba compartir un poco de tiempo con su pareja en la casa que ambos habían hecho suya con el paso del tiempo. La mansión de su familia había dejado de ser fría poco después de la llegada de los hermanos Min a su vida, el silencio ya no llenaba los interminables pasillos porque de una u otra manera Jungkook y Taehyung se pasaban los días discutiendo y persiguiéndose el uno al otro a través de cada estancia, queriéndose a pesar de que nunca lo admitían en voz alta y disfrutando de la compañía y el sabor a familia que aquellas paredes ahora les regalaban.

Hoseok supo desde que el avión aterrizó que Yoongi iba a querer algo así y que eso haría incluso más difícil la despedida entre ambos. Si lo tenía entre sus brazos, si lo besaba o se permitía disfrutar por completo de él... Todas las fuerzas que había reunido se irían a la basura.

—Está bien, vamos a casa ahora si es lo que quieres Yoongi.

Sin embargo seguía sin poder decirle que no a él. Seguía tan centrado en cuidarlo y protegerlo que si el chico de los tatuajes tenía una petición el magnate sencillamente la realizaría sin ningún tipo de duda o contemplación.

—Quiero que me hagas el amor para ser exactos, generalmente somos un poco... Quiero amor hoy, tan diabético y azucarado como se te ocurra. Lleno de dulce y de caricias.

—¿Por qué tratas de hacérmelo tan difícil? - Hoseok estaba apretando la servilleta entre los dedos de su mano sin tan siquiera darse cuenta. No sabía qué era lo que pretendía Yoongi pidiéndole que le hiciera el amor el día antes de su separación.

—Tal vez yo quiera comprobar y experimentar algunas cosas antes de que nos tengamos que decir adiós. ¿No es algo valido acaso? - Yoongi posó su mano sobre la de Hoseok, intentando que este se relajase un poco. - Sabes que no tienes que hacerlo si no quieres...

—El problema no es que no lo quiera. - Hoseok miró a Yoongi, sus ojos clavándose en los del chico. - El problema es que lo deseo tanto que no sé las consecuencias que pueda causar en ambos o si me volveré egoísta después de hacerlo.

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