Prólogo
𝕱𝖆𝖓𝖋𝖎𝖈 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝕰𝖗𝖆 𝕸𝖊𝖗𝖔𝖉𝖊𝖆𝖉𝖔𝖗𝖆
𝙻𝚎𝚒𝚐𝚑 𝙴𝚟𝚊𝚗𝚜 𝚢 𝙹𝚊𝚖𝚎𝚜 𝙿𝚘𝚝𝚝𝚎𝚛
—¿Qué haces tú sola por aquí? —me giré para ver a James Potter en la puerta mientras se arreglaba un poco sus gafas.
—¿Acaso importa? —le contesté seca mientras volvía mi mirada hacia el cielo nocturno cubierto de estrellas.
—Bueno, supongo que si —se posicionó a mi lado mientras miraba también el cielo.
—¿No vas a irte? —él negó haciendo que yo soltara un suspiro, solo quería un lugar para mí, pero veo que eso no pasaría— ¿Por qué no vas con mi hermana?
—Porque no quiero, no sé que tenéis todos con decir que voy tras ella. Es una niña linda, pero no estoy interesado en ella.
—¿No? —le miré.
—No, además supongo que quiero centrarme más en disfrutar con mis amigos —él seguía viendo el cielo— ¿Cómo es que no te vi antes?
—Suelo sentarme al final y bueno al Gran Comedor no suelo ir porque me escondo en mi habitación o en la biblioteca. No me gusta socializar, además creo que no se me da bien eso, así que me refugio en la lectura.
—No puedo creer que lleve casi dos años sin saber de tu existencia —solté una pequeña risa.
—Entonces supongo que mi plan de esconderme del mundo funciono —él asintió con una sonrisa.
—James, ¿por qué estamos en la Torre de Astronomía? —le miré confundida.
—Bueno un día como hoy señorita Evans nos conocimos en este mismo sitio —estaba sorprendida no pensé que se acordaría de esto.
—Pensé que no te acordarías —le dijo yo con una sonrisa logrando que él me mirara indignado pero divertido.
—Voy a olvidar que acabas de decir eso —solté una pequeña risa mientras me acercaba a él para darle un beso en la mejilla.
—Ahora Leigh necesito taparte los ojos —le miré confundida— ¿Confías en mí?
—Claro —él sacó de su bolsillo una venda y se acerco a mí para colocármela con cuidado.
—¿Ves algo? —negué, no veía nada de nada y no me gustaba estar así— Bien, ten un poco de paciencia.
No estaba segura de cuanto tiempo había trascurrido, pero estaba segura de que no había pasado tanto.
—¿Lista?
—Claro —James me quitó con cuidado la venda dejándome ver lo que había escrito en el cielo.
"¿Quieres ser mi novia?"
Estaba escrito con las estrellas y era demasiado precioso porque las estrellas brillaban con bastante intensidad. Miré a James que tenía un ramo de rosas rojas, chocolates y un peluche de ciervo, su forma animaga. Todo el sitio estaba decorado con luces y con rosas rojas, no podía creer que James hubiera hecho todo esto por mí.
—Leigh Janeth Evans, ¿te gustaría ser novia de este miope idiota? —tenía una gran sonrisa en mi rostro.
—Claro que sí —James sacó una cajita de su bolsillo y la abrió dejando ver un collar con un dije demasiado hermoso de ciervo, era en dorado y era demasiado elegante, también había un anillo.
—No te asustes, simplemente es un anillo de promesa, porque estoy seguro de que te quiero siempre en mi vida. Y sé que tú eres la mujer con la que quiero todo sin importar nada —me acerqué a él con una sonrisa mientras él se acercaba con cuidado para juntar nuestros labios en un hermoso beso.
—¿Estás desconfiando de mí? —le miré callada— Por Merlín Leigh, estamos casados y no quiero a nadie más que no seas tú.
—Ya claro James, mírame, soy la persona más insegura del mundo y verte con mi hermana yendo de misiones no es muy lindo. He vivido toda mi vida siendo la sombra de ella, amo a mi hermana. Pero he vivido siendo a veces la segunda opción y siempre fue Lily sin importar el que... Así que no puedes pedirme algo que es difícil o al menos para mí...
—¿Y qué quieres? ¿Ir de misiones nosotros dos? Tú dijiste que no quería ir a Misiones... —le interrumpí.
—Yo no dije eso, tú eres el que dijo que mejor me quedara en casa porque quieres protegerme, por no decir que muchas veces te demostré que podía cuidarme sola. Te agradezco tu preocupación, pero estaré bien —James negó subiendo las escaleras, seguro que para ir a la habitación.
Me senté en el sofá intentando no llorar, odiaba sentirme tan insuficiente, no desconfiaba de James, obvio que no lo hacía. Pero mi cabeza me jugaba demasiadas malas pasadas, no quería sentirme así, pero vivi toda mi vida comparándome con Lily, ella era mejor que yo y a veces me preguntaba del porqué James no había ido con ella.
James bajó con una pequeña maleta y yo me levanté rápidamente viéndolo preocupada.
—James... —él me miró.
—Iré unos días a casa de Sirius —se acercó a mí y me dio un beso en la frente para salir de casa.
Con lágrimas en los ojos me quedé viendo la puerta esperando que eso no fuera cierto y que James entraría por esa puerta, pero no paso.
NOTA DE AUTORA
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