¿TENEMOS?
Tal vez Alina se asustó con tu cara, por eso no quiso salir—dijo Brela de manera graciosa.—¡Qué! ¿Acaso soy tan feo? —respondí siguiéndole la corriente.—No, pero tal vez para ella sí eres feo. Todas las chicas tenemos gustos diferentes —dijo ella, como si fuese una jovencita adolescente.—¿Tenemos?... —le dije mientras seguíamos caminando por el jardín hacia nuestros padres.
Mi hermanita era una niña muy curiosa y audaz; amaba la naturaleza y los libros. A pesar de ello, no tenía amigos duraderos. Mis padres y nosotros solíamos mudarnos constantemente debido al trabajo de papá.
Así que realmente ambos habíamos tenido pocas oportunidades para establecer relaciones duraderas. Pensé en la posibilidad de que Brela tuviera una especie de amigo imaginario. Era imposible que alguien viviera dentro de un espejo, ¿verdad? Eso solo pasaba en libros de terror, en la hilera inalcanzable de nuestra biblioteca.
Mientras caminábamos por el jardín, observé cómo Brela recogía flores y las analizaba con detenimiento. Su amor por la naturaleza y los libros la mantenía ocupada y feliz, a pesar de la falta de amigos. Decidí que, por el momento, no diría nada a nuestros padres sobre Alina. No quería preocuparlos más de lo necesario.
Llegamos a la casa y Brela corrió hacia mamá con una flor en la mano. La vi mientras le contaba emocionada sobre su descubrimiento, y en ese momento, supe que haría lo que fuera necesario para protegerla y comprender más sobre su misteriosa amiga del espejo. Mientras tanto, guardaría mis dudas y temores para mí mismo, hasta encontrar una explicación lógica a lo que estaba ocurriendo.
Esa noche, mientras todos dormían, no pude evitar levantarme de la cama y dirigirme silenciosamente al espejo para no despertar a Brela. La luna llena iluminaba tenuemente la habitación, creando sombras inquietantes.
Me acerqué al espejo, tratando de ver más allá de mi reflejo. ¿Podría haber algo más? ¿Alguien más?
— Alina —susurré, sintiéndome un poco tonto. No hubo respuesta, solo el silencio de la noche. Me quedé allí unos minutos más, esperando algún signo, pero nada ocurrió. Finalmente, regresé a mi habitación, decidido a investigar más al día siguiente.
Mientras desayunábamos, observé a Brela. Parecía tan despreocupada, tan feliz. ¿Cómo podía estar tan tranquila con todo esto?Decidí que hablaría con ella más tarde, cuando estuviéramos solos, después de la tutoría.La llevé al jardín nuevamente. Mientras recogía flores, me acerqué y le pregunté:
—Brela, ¿puedes contarme más sobre Alina? ¿Cómo es ella?
Brela levantó la vista, sorprendida por mi interés.
—Alina es mi amiga. Vive en el espejo y me cuenta historias. Dice que algún día lejano seré como ella.
¿Qué queria decir con eso? pensé alarmado.
Decidí que debía proteger a mi hermana a toda costa. No sabía quién o qué era Alina, pero estaba decidido a descubrirlo y asegurarme de que Brela estuviera a salvo.
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