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La paranoia de Lisa

LISA

—Tengo todo lo necesario —dijo Jonathan sosteniendo una bolsa mientras se acercaba—. Ven te ayudaré a... —le arrebaté la bolsa haciendo que callara.

—Yo puedo hacerlo sola —no dijo nada y me la quitó de nuevo.

—Déjame ayudarte —lo miré resignada, asentí. Sacó el algodón, lo remojó en alcohol y lo puso en la herida que tenía en la ceja. Hice una mueca de dolor.

—¿Dónde está Henry?

—Se quedó allá comprando algunas cosas —habíamos llegado a la carretera. Jonathan había aparcado a un lado del supermercado, éste estaba en lo alto de un bosque, así que había un gran paisaje. Mientras el chico me curaba yo miraba el panorama para sentirme menos incomoda—. Lisa —oh oh, que no hable de lo que creo que va a hablar—... Henry cree que eres linda —suspiré aliviada.

—¡En serio Jonathan! —dijo el chico rubio apareciendo a nuestro lado.

—¡Basta chicos! —me levanté de donde estaba sentada—, no quiero hablar de ello ahora.

Ambos chicos asintieron. Me volví a sentar, Jonathan me siguió ayudando y después de un rato de que nadie hablaba Henry lo hizo:—Te traje una curita de hello kitty —le sonreí. Caminó hasta mí, tomó mi mano para ponerme la tirita en una de las heridas que tenía ahí—. También traje comida —me pasó un sandwich y otro a Jonathan.

—La verdad no tengo hambre —intenté devolverlo pero ambos chicos se negaron.

—No has comido en todo el día —habló Jonathan.

Miré hacia otro lado y comencé a llorar. Quería aguantar hasta que tuviera un momento a solas, sin embargo, no lo logré—Lo siento —Henry se acercó para abrazarme, yo le correspondí el abrazo. Me escondí entre su cuello y hombro para continuar llorando—. Creí que iba a morir, yo... —me separé de él. Y sin dar alguna explicación caminé hasta la tienda que estaba a unos pocos metros de nosotros—. Disculpe, dónde puedo encontrar los baños —le pregunté al hombre mayor que atendía. Él me miró sin expresión alguna y me señalo donde estaban.

Al llegar a estos me senté en una taza y por instinto me dieron ganas de usarlo. Fue entonces que me dí cuenta que ya tenía mi periodo. ¡Diablos! Yo solo venía con la intención de llorar pero en vez de eso estoy pensando en como salir de aquí sin sentirme incomoda. Miré a mi lado, ¡oh! Tampoco hay papel. 

—¡Lisa! —gritó Jonathan. Suspiré aliviada. Mi salvación. Espera...

—¿Entraste al baño de chicas? —se escuchaba muy cerca.

—No, estoy afuera —esperó a que dijera algo, pero no lo hice—. ¿Estás bien?

—Mm... A esto no se puede llamar bien —hice una muca de disgusto.

—Lo entiendo... ¿Quieres que te deje sola?

—¡No! No hablo de eso. Necesito que me hagas un favor —es raro decir eso cuando tienes los pantalones abajo.

JONATHAN

Miré ambos lados, no hay nadie. Tomé las toallas sanitarias, salí literalmente corriendo y lo que no quería que pasara, pasó. Choqué con una anciana y para el colmo se le cayeron sus cosas y a mí también—Lo siento —comencé a recogerlas.

—Esto es tuyo —tomé el paquete casi arrebatándolo y me fui lo más antes posible a pagarlo. 

—¡Lisa! —le grité una vez había llegado afuera del baño.

—No puedo salir, entra y dámelo —dudé ya que era demasiado raro.

Vi a mi alrededor, todo estaba despejado. Aproveché y abrí la puerta. Cuando justamente la misma señora que con la que había chocado estaba a punto de salir del baño, nos miramos directamente a los ojos por unos largos segundos, hasta que ella dijo:—No juzgo a las personas —y sin mas salió. Me quede estético.

—Jonathan, ¿estás ahí? —salí de mi trance.

—Sí —le pasé todo lo que me pidió por debajo de la puerta en la que ella estaba y salí antes de que alguien más me viera. Regresé al auto—. A la otra si vas tú.

—¿Tan mal estuvo? —asentí. Lisa apareció tras las puertas del establecimiento, a pequeños pasos se dirigía a nosotros y al llegar se puso a mi lado.

—Gracias —dijo con la cabeza gacha.

—De nada —los dos solo nos mirábamos de reojo. Ella se alejó, para sentarse.

—Eso realmente estuvo muy mal —después de que Henry dijera eso todos nos quedamos en silencio. 

Me sentía culpable porque yo no fui quien recató a Lisa, todo fue gracias a Henry. Pensaba en solo dejarla allí para que el tipo no nos atrapara. No soy un buen amigo y no entiendo por qué le gusto.

—¿A dónde vamos a ir ahora? —preguntó Lisa.

—Aquí cerca hay un motel, pero los cuartos son pequeños. Tendremos que dormir en habitaciones diferentes.

—¿Cómo sabes que son pequeñas?

—Le pregunté a alguien —Lisa comenzó a negar repetitivamente.

—No, no me dejaran sola otra vez.

LISA

Henry me entregó una bolsa con mis pertenencias. Finalmente había aceptado quedarme sola, así que los tres alquilamos habitaciones para cada quien después de haber sobornado a la recepcionista porque no admitían menores de edad—Puedes llamarnos cuando sea —abrí mi puerta para luego mirar a Jonathan que había dicho eso—. Henry estará a tu derecha y yo a tu izquierda.

Asentí y me metí a la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Aventé la bolsa a la cama y yo también me dejé caer a ésta. Volteé a la ventana que estaba a un lado de la puerta, en ella pude ver a mis dos acompañantes mirándome. Me levanté para abrir la puerta—¡Dejen de espiarme malditos pervertidos! —la cerré junto con las cortinas.

Luego de un rato me metí a bañar para poder despejar mi mente, lo cual no sirvió porque esa noche no pude dormir, miraba como paranoica la puerta pensando que alguien entraría por ahí. Estaba a punto de convencerme que no iba a pasar nada pero fue entonces que vi las luces de un carro y escuche como se estacionaba aquí. Salí corriendo sin mirar atras hasta el cuarto de Jonathan y comencé a tocar ruidosamente. Oí la puerta del auto cerrarse y empecé a tocar más fuerte. Él abrió, pasé y cerré—¿Qué pasa? —preguntó preocupado y un tanto adormilado.

—Me ha encontrado de nuevo, esta vez si me matará y lo hará también con ustedes —las lagrimas salían mientras hablaba. El chico se fijó por la ventana para después mirarme.

—Lisa... —me tomó por los hombros obligando que lo mirara—, no es él —la angustia que sentía desapareció un poco —. Si necesitas quedarte, hazlo —negué—. Vamos, acuéstate. Yo me acostaré en el suelo. 

—Bien —pensé que estar con alguien me sentiría a salvo, pero aun así, no dormí en toda la noche mirando la puerta.

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