11.- Oscuridad infinita
Johnson.
Kyle ingresa con rapidez haciendo que la puerta de mi oficina golpee contra la pared. Elevo la mirada, y permanezco observándolo hasta que está lo suficientemente cerca.
—¿Se puede saber porque entras de ese modo? —inquiero arqueando la ceja.
—Mejor tú deberías explicarme por qué estás teniendo citas con Bea —exige.
—Kyle...
—No —me señala —¿qué carajos pretendes, Johnson? No puedes...no puedes hacer lo que sea que estás jodidamente pensando. ¿Escuchas?
Lo miro con confusión, cierro la laptop y me incorporo.
—No tengo porque darte explicaciones de lo que hago o no con mi vida privada. Yo no te cuestiono, así que no creo que tengas el derecho para cuestionarme.
Mi hermano resopla.
—Has perdido la jodida cabeza, eso es lo que ocurre —espeta —Te dije claramente que Bea no es la clase de mujer con la que sueles salir, ella no es...
—Ni siquiera sabes cual es mi tipo de mujer.
—Oh, claro que lo sé —dice con sarcasmo —mujeres a las que puedes follar sin compromiso, olvidándote de ellas en el segundo en el que terminas de coger.
Pasa una mano por su cabello luciendo más enojado de lo que esperé, entiendo que tanto mi hermano como su esposa aprecian a Bea, pero no creí que Kyle realmente se enojara por el hecho de haber tenido una cita.
—Solo salí con ella una vez —explico —fuimos a cenar, y luego la lleve a casa. Si te preocupa que la deshonre como en el siglo pasado...
—Eres un idiota —dice —solo me preocupa porque no sé que es lo que estás haciendo John, creí que querías mantenerte alejado de ella, no que irías a pedirle una cita.
Me siento de nuevo, Kyle me imita colocándose frente a mí, apoya las manos en el escritorio y sus ojos me escudriñan como si quisiera encontrar todas las respuestas.
—Deja de verme así —pido —me das escalofríos.
—John, estoy hablando en serio —dice —en serio, hermano, ¿qué pretendes?
Aprieto los labios, es jodido cuando alguien hace una pregunta para la cual no tienes una respuesta. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué pretendo? No tengo ni puta idea. No tengo una respuesta.
—No lo sé.
Kyle contrae el rostro y sé que le di una respuesta equivocada. Se incorpora de nuevo, toma una inhalación y luego me encara.
—Es justo lo que quiero decir, Bea no es la chica que puedes tener mientras averiguas que es lo que quieres hacer. Ella...ella no merece eso y lo sabes.
Aprieto los labios y me repito que aunque quiera contradecirlo, él tiene razón. Y sé que soy un puto egoísta porque ni aún siendo consciente de eso, quiero retirarme. Deseo seguir, sin importarme las consecuencias o el peso que mi pasado tendrá.
—Lo sé —es todo lo que puedo responderle —pero eso no cambia nada.
Kyle aprieta la mandíbula sin embargo, me conoce tan bien como yo a él, sabe que no dejaré el tema de lado y que no me hará cambiar de opinión.
—No digas que no traté de advertirte —dice soltando un suspiro —lo que sea que pretendas, simplemente acaba con eso.
No me da oportunidad de darle una respuesta, me da la espalda y tengo que emplear todo mi autocontrol para no perder la cordura y terminar lanzando todo contra las paredes.
Autocontrol.
Algo que perfeccioné durante años, escondido entre las sombras simplemente podía controlar cada cosa de mí, cada pensamiento, cada emoción. Solo así puedes sobrevivir, y yo lo hice, pero es como si desde que volví, toda mi vida se hubiese convertido en algo nuevo, en algo desconocido, algo que no tengo idea de como manejar.
Y tengo que averiguar como recuperarlo, de lo contrario, terminará acabando conmigo.
(...)
Josh me observa con cautela.
—No tengo nada —dice casi resignado —he pasado semanas rastreando pero es que está esparcido por innumerables sitios. No hay una sola emisión que podamos identificar, quien sea que está haciendo esto, es inteligente, muchísimo.
—No puede ser mejor que nosotros —presiono —necesito saber quién está detrás de todo esto. O acabaré muerto, en serio.
—Claro, sin presiones —dice con ironía —¿Por qué no le pides ayuda a esos amigos tuyos?
Resoplo.
—Porque buscarlos sería seguir pasos que me juré nunca volver a dar —le recuerdo —no puedo simplemente aparecer ahí y pedir favores, no funciona así.
—Bueno, dado que esto es un caso de vida o muerte, yo creo que sí.
Sacudo la cabeza. Miro las pantallas, esas en donde se muestran los innumerables puntos rojos, señales de donde los correos salieron pero ninguna es la fuente original, quien sea que está detrás de los mensajes y correos, ha usado miles de rebotadores haciendo casi imposible un rastreo.
He cambiado de número de teléfono, me he desecho de todo lo antiguo que puede ser rastreado, he analizado a fondo mis aparatos tecnológicos en búsqueda de virus, pero no he encontrado nada, son como fantasmas.
Y no debería inquietarme. Pero lo hace.
Porque yo fui uno de ellos.
Y sé que es lo que buscan.
—Me prometí nunca más tener que deber favores —mascullo —pagué absolutamente todos los que me mantuvieron conmigo, no volveré a estar en deuda con nadie más.
—¿Aún cuando eso impida que te asesinen?
Lo miro con dureza, Josh es un genio con la informática, es especialista en hacer planes y estrategias, no por nada es la mano derecha de mi hermano en la empresa. Sabe como jugar las piezas clave, que fichas mover para tener la ventaja, y es por eso que consideré que podía ayudarme con esto.
Tal vez me equivoqué.
—Si no puedes hacerlo, solo dilo —espeto —seguro puedo pagarle a alguien que si pueda hacer el trabajo.
Rueda los ojos. Si creí que iba a ofenderlo, me equivoqué.
—Inténtalo, no hay nadie mejor que yo —dice sin inmutarse —y te aseguro que cualquier persona que contrates te dará las mismas respuestas, a menos que tengan los medios para infiltrarse en...
—¿No dijiste que eres el mejor?
Josh me mira, apartando su atención de las pantallas solo un momento.
—Hay una gran diferencia entre ser el mejor, y volverme un criminal. Tengo una familia que cuidar, así que no navegaré por la web en sitios que seguramente me pueda poner en la mira de un asesino.
Sonrío cuando entiendo el punto.
Tomo una inhalación y me siento frente a las pantallas, mirándolas, intentando encontrar la razón de cada punto rojo.
—Tiene que ser alguien cercano a Ron —medito —alguien que supiera su ubicación, Bea dijo que era un lugar privado, pocas personas debieron saber que escapó a Europa.
—Su familia no parece involucrada —dice mientras mira la pantalla en donde se muestra toda la información de la familia Collins —su padre murió hace tres años, su madre falleció de cáncer cuando él tenía diez...sin hermanos, ni primos. Eran una familia solitaria.
—¿Amigos?
—Mmm —Ron despliega la pantalla y un rostro capta mi atención, me incorporo tan a prisa que Josh eleva la mirada. —¿Reconoces a alguno?
—Él —señalo un punto en la pantalla.
—Francis Miller —dice leyendo la información —Parece que era amigo cercano a Ron y vive en Washington desde hace cinco años. Sin antecedentes, no tiene ni un solo arresto...
—Es amigo de Bea también —señalo —estuvo en casa de Bea la otra noche, cuidando de Thiago.
Hay un silencio, volteo hacia Josh y él tiene una mirada divertida.
—¿Tú como sabes eso?
Ruedo los ojos.
—Concéntrate —reprendo —¿dónde estuvo cuando Ron murió?
Josh teclea algo en la pantalla, los minutos pasan, información se despliega delante de nosotros, hojas y hojas que aparecen y luego se borran hasta que Josh parece encontrar lo que busca.
—Carajo.
Tomo una inhalación mirando la pantalla.
—Estuvo en Europa, en la misma ciudad que Ron.
—John...
—¿Crees que sea él?
Josh lo duda, lo puedo ver en su mirada. Revisa las demás pantallas y suspira.
—No parece alguien que hiciera todo un atentado, el hombre ni siquiera es rico, quiero decir, para hacer todo lo que esto significa, necesita dinero. Él no parece tener demasiado.
—Pero puede ser él.
—Tal vez —Josh sacude la cabeza —pero Ron tenía más amigos cercanos, más amigos que estuvieron cerca, en la misma ciudad. Francis no fue el único. Además, estamos considerando que quien sea quien estuvo con Ron, vive ahora con normalidad. ¿Qué tal si era alguien como Henry Anderson? ¿O como tú?
Como yo, una sombra, un fantasma que podía pasar inadvertido ante los demás.
—Tal vez quien hace esto ni siquiera tenga un registro.
—Francis es el primero en mi lista —sentencio —si no es él, entonces pasaremos con el siguiente hasta encontrarlo.
—De acuerdo —Josh apaga las pantallas, pero deja encendida aquella que rastrea la dirección IP que originó el correo, el mapa gira, moviéndose con rapidez analizando millones de datos para poder encontrar la respuesta que necesitamos.
Recoge sus cosas y guarda la computadora que siempre lleva con él, luego me da un golpe en el hombro antes de salir por la habitación.
Me quedo solo, mirando las pantallas tratando de descifrar quien es el cabrón que está tratando de cazarme.
Fui cuidadoso cuando me deshice de Ron, sin testigos, sin nadie que pudiera ser un cabo suelto. Me aseguré de eso, ni siquiera sé cómo consiguieron las fotografías, como pueden poseer una evidencia que me aseguré de no dejar.
No sé cuanto tiempo permanezco en la sala, ideando, pensando, tratando de recordar hasta el detalle más insignificante para poder hallar respuestas.
Antes de que pueda siquiera sentir que estoy cerca de conseguirlo, el timbre suena.
Me incorporo, me aseguro de dejar todo en orden y de cerrar con llave la puerta de la sala antes de salir al pasillo que conduce a la puerta principal. El timbre vuelve a sonar, luego otra y otra vez hasta que suelto un grito impaciente.
—¡Joder! ¿Quién crees que eres para tocar de esa manera? —vocifero abriendo la puerta con brusquedad, pero me callo al instante.
—Hola —Bea luce nerviosa, con el cabello y la ropa perfectamente arreglados, pero en su rostro parece haber un caos. Una mirada nerviosa, las manos jugueteando sobre la superficie del carrito de Thiago, la respiración rápida.
—Bea —sonrío haciéndome un lado para dejarla pasar —no te esperaba por aquí.
—Lamento molestarte, pero necesito tu ayuda con algo —dice empujando el carrito al interior.
Lo rodea una vez que estamos dentro, baja a Thiago y luego me mira con una sonrisa de disculpa.
—Sé que debí de haber avisado pero realmente no sé que es lo que tengo que hacer, y tú eres el único que creo que puede ayudarme así que...—toma una inhalación —por favor dime que puedes ayudarme.
Sonrío de lado.
—Solo tienes que pedirlo.
Parece aliviada, mira a Thiago quien ahora está entretenido con algo del sillón así que vuelve su atención a mí. Mete la mano en el bolsillo y luego me extiende el celular.
La miro sin entender.
—¿Qué...?
—Enciéndelo.
No pregunto porque, simplemente lo tomo, y hago lo que dice. La pantalla se enciende, las funciones cargan y apenas han pasado unos segundos cuando la barra de notificaciones se despliega.
No hace falta que explique más, los mensajes que aparecen me hela la sangre. Me aterra pensar que ella ya lo sabe, pero si lo hiciera, no estaría tan tranquila. No estaría aquí en primer lugar.
—¿Qué es todo esto?
—Alguien está siendo cruel —dice con la voz temblorosa —hace días que llevo recibiendo esos mensajes.
Mi boca se seca.
"¿Quieres saber quien es el asesino de tu esposo, dulce Bea?"
—¿Has respondido?
—Solo una vez —dice y el corazón se me acelera a un ritmo peligroso —no quiero saber nada de esa mierda, pero creí que al decir no todo pararía, pero no ha ocurrido. Al contrario, incrementaron y no sé de donde están sacando todo esto, son fotografías de Ron, mías, ellos...
—Hey, tranquila —la tomo por los brazos haciendo que me mire —respira, ¿sí? Todo va estar bien.
—¿Por qué no solo pueden detenerse? —inquiere y noto las lágrimas en los ojos —¿por qué después de tanto tiempo? Lo había olvidado, no necesito esta mierda John, no necesito...
Su voz se rompe y no dudo en acercarme a ella, Thiago nos mira sin entender que es lo que ocurre.
—No sabía a donde más ir —dice elevando la mirada —así que vine aquí. Necesito que trates de averiguar quien es el que envía esta mierda. Por favor, necesito saber quien está siendo jodidamente cruel conmigo.
—Lo haré —respondo porque no sé que más pueda decir —pero tienes que estar tranquila, ¿bien? Lo resolveré.
Toma una inhalación apartándose brevemente.
—Tú sabes quien lo hizo, ¿verdad? —pregunta de repente.
Me saca de balance, el control se me esfuma como arena entre los dedos, y no debe ocurrir, no puedo perderlo, no ahora.
—Bea...
—Si te pidiera saberlo, ¿me lo dirías?
—No —la respuesta tajante parece herirla —no lo haría porque tienes que jodidamente olvidarlo. No puedo...no puedo decírtelo y no puedo estar contigo y creer que piensas en Ron.
—Claro que pienso en Ron, era mi esposo —dice con brusquedad.
—No merece que pienses en él, no merece ni un segundo de tus pensamientos.
—¡Era mi esposo!
—¡Y un traidor que te abandonó! —exploto —un hijo de puta que no pensó en ti ni en tu hijo, está muerto, Bea, olvídalo de una maldita vez.
Veo el dolor en sus ojos, veo el momento exacto en el que ella alza las barreras de nuevo.
—Be, lo siento, no quise...
Me arrebata el celular de las manos, me esquiva hasta tomar a Thiago en brazos y con la otra empuja el carrito.
—Bea...
—Tienes razón —dice con las lágrimas a punto de ser derramadas —pero era mi esposo. Y tengo todo el derecho del mundo a tener dudas.
No respondo, ¿qué es lo que voy a decir?
"Oye, pues deja de preguntarte que ocurrió, yo asesiné a tu esposo pero, ¿puedes perdonarme cierto?"
Es patético.
—Déjame ayudarte —la detengo —viniste buscando mi ayuda, te la daré.
—Ya no la quiero.
—Bea...
Abre la puerta dispuesta a marcharse, mi mente grita que la siga, porque ella vino hasta aquí buscándome, vino pidiendo ayuda y no puedo dejar que se marche, así que salgo tras ella.
O bueno, lo intento.
Porque en el segundo en el que cruzo la puerta, sé que algo va mal.
Reconozco la detonación, el sonido familiar. Luego, alguien grita y lo último que puedo percibir, es la expresión horrorizada de Bea antes del impacto doloroso en mi pecho...
Y una oscuridad infinita que me absorbe hasta consumirme por completo.
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