Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

32. NIEGA A DIOS.

Santa Biblia Reina Valera 1960 - Job 2
9 Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete.



Inmediatamente Fabricio también se comenzó a reír a carcajadas.

—¿No será que es tu hija? —supuso.

Le dedicó una mirada fulminante.

Él se sigue riendo.

—seguro la engendraste sin darte cuenta —comenta en medio de risas.

Estos amigos que tengo son de lo peor, justo en un momento tan serio en dónde estoy tan dolido, solo se les ocurre burlarse de mí condición.

—¡¡Suficiente!! —grito dando un golpe en la mesa.

Fabricio se calla de golpe y me mira asustado.

Jason aprieta sus labios tratando de contenerse.

—yo mejor me largo de aquí antes de que los muela a golpes —les digo poniéndome de pie.

Comienzo a irme.

—¡Espera Deimond! —escucho la voz de Fabricio a mis espaldas —¡¡Solo estábamos bromeando, pero no creo que Jak halla tocado a Linda!!.

Ignoro sus palabras.

Narra Fares:

Días después.

Me encuentro haciendo un poco de ejercicio o mejor dicho me estoy desahogando de la rabia tan grande que tengo.

Cómo ustedes saben Alice está viva y todo este tiempo fue retenida en contra de su voluntad por Max y ahora que es libre y que Mibsan le estaba haciendo pagar a Max por todo, ella hace que lo liberte y se encarga personalmente de cuidarlo, cuando él fue el que por poco mata a Linda.

¿Acaso no es abrumante?.

De pronto escucho la puerta abrirse de una manera tan silenciosa que de no ser por mi oído ejercitado, no la habría oído

Estoy atento a lo que venga.

Poco a poco escucho unos pasos silenciosos acercarse, son muy similares a los míos.

Es entonces cuando me doy cuenta de quién es.

«Parece un gato».

—Fares, Fares, Fares, —canturrea.

Decido ingnolarlo y seguir con lo mío, sé que solo viene a fastidiarme la vida.

Él al ver que lo ignoro, suspira toma una silla y se sienta a observarme.

—¿Que se siente que tu esposa que tanto amas, este cuidando de tu peor enemigo? —pregunta con una amplia sonrisa.

Sigo ignorandolo.

—me la imagino acariciando sus cabellos y dándole de comer —sigue hablando —mientras que él le sonríe ampliamente.

Dejó de golpear el saco de arena y lo miro fijamente.

«Si quiere guerra, guerra va a tener».

—yo me imagino que le dice: Alice vente conmigo deja a tus hijos atrás, ellos no te necesitan. —imito su voz.

Mibsan se pone de pie y me dedica una mirada de odio puro.

—¿Que? —sonrió ampliamente —te gusta provocar pero que no te provoquen.

—solo vine para asegurarme de que no lo dejes vivo, le prometí a mi madre no tocarlo, pero no dejaré que se salga con la suya.

—¿Y crees que yo si? —digo quitándome los guantes de boxear. —por supuesto que no, le haré pagar por todo lo que nos hizo.

Mibsan sonríe.

—por primera vez estamos de acuerdo en algo, por cierto creo que hoy se va.

Yo río al oir lo último.

«Es imposible que se vaya».

—eso ya lo sé, posiblemente ya lo traigan de camino acá.

—me encantará ver tu forma de tortura —comenta mientras sonríe de manera siniestra.

Mirandolo bien hasta en los gestos nos parecemos.

—entonces vamos —digo saliendo del gimnasio que hay en mi casa.

Efectivamente apenas salimos ya estaban entrando a Max por la puerta trasera, lo llevan con una capucha en la cabeza.

Bajo con Mibsan a la azotea y veo como bajan a Max y lo amarran a una silla.

Me tomo mi tiempo para contemplar detenidamente la escena.

Ese momento cuando sientes que toda tu vida pasa frente a tus ojos y que no puedes hacer nada para aferrarte a ella, porque el tiempo ya se ha acabado.

Apenas lo terminan de amarrar, les ordeno que le quiten la capucha.

—esto va a estar interesante —comenta Mibsan mientras toma asiento —debí de haber traído palomitas.

Habla como si se tratara de una película.

Pues él es así, juzga la muerte como cualquier cosa, en especial si él es quien se encarga de quitar la vida, aunque en este caso solo es un expectador.

Apenas le quitan la capucha a Max, su mirada se fija en mi.

Yo lo miro y recuerdo que es el causante de mi más grande desgracia.

Eso hace que tenga ganas de clavarle un puñal en su pecho, pero eso sería algo bastante amable de mi parte, tengo que hacer algo que me haga sentir pleno, algo que me satisfaga.

—razón tenía Alice cuando dijo que posiblemente tu no me dejarías escapar —dice Max con total resignación.

Ignoro sus palabras y me voy hacia donde tengo mis instrumentos de tortura, lo primero que hago es ponerme los guantes, no quiero mancharme las manos con su asquerosa sangre.

—¿Que creías que ibas a salir librado después de lo que hiciste? —le pregunta Mibsan mirándolo con desprecio.

Max nego con la cabeza.

—dicen que el que a hierro mata, a hierro muere, así que no pretendía tener una muerte pacífica, cosa que estoy más que seguro ustedes tampoco tendrán —responde Max.

Mibsan ríe.

—pero... ¿Saben que? —sigue hablando Max —ustedes pueden matar el cuerpo pero el alma no, tengo la certeza que después que salga del cuerpo tendré paz.

—dudo que tengas paz en el infierno —comento tomando el tarro del ácido.

—no iré al infierno —contesta con firmeza —me he arrepentido así que por tanto me espera una morada en el cielo.

Levanto mi mirada hacia él y veo que de alguna manera es diferente, parece que al fin Alice logro algo.

Mibsan se pone de pie y se acerca a él.

De un solo puñetazo lo manda al suelo.

—Mibsan —le advierto pero él no oye.

Comienza a patear su vientre, lo hace con todas sus fuerzas como si se tratara de un perro, aunque pensandolo bien casi son lo mismo.

—dejalo —le ordenó a Mibsan —le hiciste una promesa a tu madre.

—prometí que no lo mataría, ahora solo lo estoy golpeando.

—pero si sigues golpeando...

Max se queja de dolor a tal punto que escupe sangre.

—¡¡¿Crees que Dios te perdonará después de todo lo que hiciste?!! —le pregunta Mibsan lleno de rabia.

Por primera vez veo que Mibsan pierde el control, la mayoría de veces está en completa calma por fuera, aunque por dentro este a punto de explotar.

Max abre sus labios para responder pero lo único que sale es un quejido debido a otro golpe que le propina Mibsan.

—¡¡Yo pienso que no, creo que te mereces el infierno por todo lo que haz hecho, no tienes derecho a heredar la vida eterna, eso jamás!! —sigue hablando Mibsan con ira.

Suspiro con impaciencia, pensé que esto terminaría pronto, pero gracias a Mibsan que perdió el control, quien sabe a qué horas terminaremos.

Suelto el tarro de ácido y me siento en dónde estaban Mibsan sentado.

De repente Mibsan deja de golpear a Max y lo toma del cuello.

—¡¡Dí que no tienes derecho a entrar al cielo!! —le ordena —¡¡Dí que Jesús no puede salvarte!!, ¡¡Niega a Dios!!.

Max niega con la cabeza.

Mibsan lo sigue golpeando y en menos de nada el rostro de Max es irreconocible.

—¡¡Hazlo!!, ¡¡Hazlo!! —le sigue gritando Mibsan sin dejar de golpearlo.

«A este punto lo va a matar a golpes».

Me paro de mi lugar y pongo mi mano sobre el hombro de Mibsan.

—¡Déjalo! —le ordenó con voz firme —ya es hora de que me encargue de él.

Mibsan me mira lleno de ira y niega con la cabeza.

—no —dice —¡¡No puede morir ahora!!, si lo hace se salvará, primero tiene que negar a Dios.

Nuevamente se ensaña con Max y le insta a que niegue a Dios incluso le ofrece vivir a cambio de que renuncie a Dios, pero Max se niega a hacerlo, él sabe perfectamente de que yo no lo voy a dejar vivir.

Doy un suspiro más y mientras Mibsan está de espaldas a mi, entretenido con Max, saco una jeringa con sedante y se la clavo en su hombro.

Es de la única manera que suelta a Max.

Se apresura rápidamente a sacarse la jeringa pero cuando lo hace el sedante ya a entrado en su cuerpo, poco a poco comienza a caer al suelo.

—traidor —dice antes de perder el conocimiento.

Le doy órdenes a mis hombres los cuales con solo una mirada saben lo que yo quiero que hagan, se acercan a Mibsan y se lo llevan a su habitación.

—lamento la interrupción —me disculpó con Max —pero es difícil mantener la calma contigo después de todo lo que haz hecho.

Max no responde, solo se queja de dolor.

—hay un dicho por ahí muy conocido que dice que el que las hace las paga, tu hiciste muchas cosas, muchas veces me humillaste e incluso me golpeaste, ya es hora de que recibas un poco de tu misma medicina, solo que en doble porción.

Le hago señas a mis hombres y les doy indicaciones de lo que quiero hacer, para no tener que tocar a Max, como les decía hace un momento, me da asco.

Mis hombres toman a Max y lo ponen boca arriba luego estiran sus manos y sus pies, luego los aseguran con grilletes para que no se mueva.

Yo por mi parte me acerco al tarro de ácido y lo destapó lentamente.

«Es una pena que Mibsan se vaya a perder está escena».

Luego de destapar el tarro, me acerco a Max.

—Fares —pronuncia mi nombre —Alice te ama.

—eso ya lo sé —digo volteando el tarro.

—no hagas esto por favor, no añadas más pecados a tu lista.

—este es uno que vale la pena —contesto.

No entiendo porque quiere persuadirme.

Dejó caer unas cuantas gotas de ácido en sus pies.

—¡¡Aaaaahhhh!! —da un grito desgarrador.

Puedo ver cómo poco a poco la piel de sus pies se va derritiendo como si fuera plástico.

Mientras eso pasa sigo echando ácido por sus piernas, haciéndo que sus gritos sean más horrorosos, entre tanto que su piel se va y solo queda su carne.

Minutos después.

Del reconocido Max ya no queda casi nada, está totalmente deforme.

Me preguntó ¿Que cara pondría Alice si lo viera así?.

Parece un monstruo de lo horrible que esta, creo que es lo mas parecido a un demonio.

A pesar de todo aún sigue respirando, le órdeno a mis hombres que lo echen en la paila de ácido que ya tenía preparada para él.

Ellos lo hacen y es así como de Max no queda absolutamente nada, ni siquiera los huesos.

Es una forma fácil y eficiente de deshacerme de los cadáveres, yo no me pongo a alimentar perros.

Fin de la narración.

Tiempo después.

Finalmente después de estar casi que en el infierno, Dios me dio la oportunidad de volver a vivir o eso es lo que mi madre asegura.

Estuve más de un mes inconsciente, cuando desperté me llevé la sorpresa más grande del mundo.

Desperté en los brazos de mi madre.

Mamá está viva.

Al principio creí que estaba muerta y por eso estaba viendo a mi madre, pero no, ella está viva, no se imaginan lo feliz que me siento.

Me explico porque no pudo estar con nosotros y porque tuvo que vivir todo este tiempo como si estuviera muerta para nosotros, aún así dijo que día y noche oraba por nosotros para que algún día pudiéramos alcanzar la gracia de Dios.

Cada vez que habla de Dios sus ojos se iluminan y a mí me encanta oírla, aunque no me siento preparada para aceptarlo en mi corazón.

En estos días la he pasado muy feliz al lado de ella y del resto de mis hermanos, incluso parecemos una linda familia, aunque a leguas se nota que entre mamá y papá pasa algo, creo que aún no terminan de solucionar sus diferencias, pero se ve que ellos se aman y creo que es lo mas importante.

No sé pero tengo el presentimiento de que finalmente vamos a poder ser feliz.

Yo todavía no me he terminado de recuperar, pero quiero ir en busca de mi pequeña niña, ya que me hace mucha falta.

Hablamos todos los días por videollamada pero eso no es suficiente, quiero abrazarla, besar sus cachetitos, peinar sus dorados cabellos, además mamá está muy ansiosa por verla, es por esa razón que he decidido viajar para traerla.

Ya que por una extraña razón, Jak se niega a traermela.

En estos momentos me encuentro en el jet privado de los Montreal y estoy aterrizando en el aeropuerto.

Después de aterrizar lo primero que hago es ir al coche que ya está preparado para mí.

—con cuidado —me dice Duncan.

Duncan ha estado como nunca pendiente de mi todos estos días, es más gracias a él todavía estoy con vida ya que el expuso la suya al enfrentarse a Max.

Agachó mi cabeza para entrar al auto cuando de pronto escucho una voz familiar que me llama.

—Linda.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro