Capítulo 6 - Final
La luz vespertina se colaba por la ventana de la habitación, Marinette despertó con una sonrisa dibujada en su labios, hoy era su gran día. Se asustó cuando giró la cabeza y no encontró a Adrien a su lado y vio que no había dormido ahí.
La puerta de la habitación se abría lentamente sin hacer ruido, ella la veía extrañada hasta que una gran sonrisa apareció en sus labios al ver a Adrien entrar con una bandeja en las manos en la que resaltaba una hermosa rosa roja.
- Buenos días bella durmiente. - la saludó con su mejor sonrisa - te he preparado el desayuno.
Ella le sonreía como colegiada enamorada, se levantó de un salto y corrió a abrazarlo.
- ¡Cuidado!, ¡cuidado! - exclamaba apartando la bandeja de la chica.
La azabache lo soltó y lo miro con un mohín - ¿Donde estabas?, no has dormido en la cama.
Adrien dejó con calma la bandeja en la mesa - Me retrase algo más de lo esperado y no quise despertarte así que dormí en la sala.
- Awww, eres un amor, pero sabes que no me hubiera importado despertarme solo por dormir contigo. - había un brillo especial en sus hermosos ojos azules que lo hicieron tragar con dificultad.
Marinette le dio un corto beso en los labios y se acercó al desayuno.
- ¿Marinette? - la azabache se acercó a él con una tostada en la mano - quiero pedirte un favor. - se le notaba nervioso.
- Lo que quieras, cariño. - respondió risueña.
- Me encantaría que los usaras hoy. - extendió su mano mostrándole una pequeña caja en terciopelo rojo con un sello dorado sobre la tapa - Es muy importante para mí. - la azabache lo miraba desconcertada, con su otra mano levantó la tapa dejando a la vista un par de pendientes largos con dos hermosos zafiros en forma de gota al final.
La azabache abrió de más los ojos y ocultó su sorpresa cubriendo los labios con su mano. - Adrien, son hermosos...- dudaba ya que el aceptar su petición significaba desprenderse de su prodigio - ...pero yo...
- Eran de mi madre, es lo único con lo que me pude quedar cuando mi padre retiró todas sus cosas de la casa. - dijo con tristeza.
Marinette lo miro enternecida y nerviosa a la vez, no sabía cómo rechazar su petición y más aún en el día de su boda. Vio a Tikki flotando a espaldas de Adrien, el kwami le sonreía a la vez que asentía con la cabeza, gesticulaba dando a entender que fuera Adrien quien le quitara los pendientes.
Marinette se acercó a él sonriente, sostuvo su pelo dejando a la vista la mística joya - ¿Podrías?...por favor. - dijo cariñosamente.
Aguantó por un momento la respiración y con cuidado retiro el preciado pendiente colocando en su lugar el recuerdo de su madre, repitió la misma operación con el otro.
- Gracias, te ves hermosa. - acarició con suavidad su nívea mejilla.
Marinette fue hasta el espejo para admirar los pendientes, Adrien miraba concentrado las dos pequeñas gemas mágicas que tenia sobre la palma de su mano.
- ¿Adrien?...¡¿Adrien?! - exclamo la azabache al no recibir respuesta.
- ¿Si?...dime. - respondió sobresaltado.
- Ja, ja, ¿Donde estabas que no me contestabas?, te decía que son preciosos, gracias.
Adrien tomó la caja donde venían los pendientes de su madre y guardó los de Marinette.
- Toma, no quiero que se pierdan se el cariño que les tienes. - dijo con cierto sarcasmo al entregarle la pequeña caja.
- Gracias. Si son especiales para mí. - se giro a ver el reloj - ¡Oh Dios!, Alya llegará en diez minutos y yo aún no me he duchado - corría tomando su bata - y tú no deberías irte ya con Nino. - se detuvo junto a él y se abrazó a su cuello - ¿Acaso no sabes que es de mala suerte ver a la novia antes de la boda? - sus dedos jugaban con la rubia cabellera.
- Eso no pasará, a ti siempre te ha acompañado la buena suerte. - la azabache no entendió el comentario pero igual le sonrió- Pero tienes razón me voy con Nino. - la beso con pasión antes de soltarla.
- Te veo después princesa. - haciéndole un guiño salió de la habitación.
Marinette se dejó caer sobre la cama abrazando una almohada para ahogar un grito de felicidad, el pequeño kwami se unió a ella - Estoy tan feliz Tikki, en unas horas estaremos casados, este ha sido mi sueño desde el instituto, no sabes cuánto lo amo. - Tikki solo se reía ante la excitación de su portadora.
- Tikki, ¿no habrá ningún problema por quitarme los pendientes? - preguntó mas sería.
- No, tú no te los quitaste fue Adrien quien lo hizo, por lo que no has renunciado a mí. Así que todo estará bien.
Marinette le devolvió la sonrisa y tomo a su pequeña amiga entre sus manos para apegarla a su mejilla.
En el coche del joven Agreste Plagg flotaba en el asiento de atrás - ¿Así que fue por eso que ayer fuimos a la mansión?, a recoger los pendientes de tú madre. Fue un lindo detalle. - Adrien solo lo miraba por el retrovisor en silencio - Me alegro por ustedes...- Plagg miraba desconcertado por la ventana del coche - oye, por aquí no se va a la casa de tu amigo.
- Plagg - el pequeño ser se giró hacia su portador - renunció a ti. - los ojos del kwami se abrieron de miedo al ver como Adrien se quitaba el anillo.
Sabine daba los últimos toques al peinado de su hija mientras que Alya buscaba los zapatos que habían comprado para la ocasión.
- ¡Los encontré! - grito desde el vestidor la pelirroja.
- Toma, póntelos.
La azabache lentamente se puso en pie y con cuidado calzo el lindo par de zapatos en punta que estaban frente a ella, estos eran de satén marfil con unas joyas de cristal en la punta.
Su madre y su amiga la veían sin pronunciar palabra, Sabine tenía sus manos entrelazadas presionadas contra el pecho, fue incapaz de impedir que una lagrima escapara de sus ojos al ver a su hija con ese vestido.
Era un sencillo vestido con falda de línea A en garza con aplicaciones de guipur que ascendían por la cadera hasta transformarse en un bello cuerpo con efecto segunda piel en tul cristal que se fundía con su propia piel haciéndolos uno. Sobre la tela un diseño con aplicaciones florales en hilo y pedrería.
- ¿Mamá?, ¿estas bien? - inquirió preocupada la azabache.
- Si, es solo la emoción de verte así...estas hermosa.
toc, toc - ¿Chicas están listas? - preguntaba el padre de la azabache desde el otro lado de la puerta.
Sabine abrió la puerta - Si, la novia esta ya preparada. - dijo con una sonrisa de orgullo.
Tom vio aparecer a su hija frente a él, sus ojos se volvieron acuosos - Mi pequeña Marinette, mírate, apenas ayer correteabas por el parque y ahora...- una indiscreta lágrima escapó por su mejilla - toda una bella mujer.
- Awww papá, gracias. - padre e hija compartieron un emotivo abrazo.
Los cuatro salieron de la casa en dirección a la iglesia St-Germain d'Auxerrois, en una limusina negra iba Marinette acompañada de su padre y adelante de ellos iba el coche de Alya junto con su madre.
Al llegar a la iglesia la limusina estacionó frente a ella, Alya fue la primera en bajar del coche y encaminarse al sagrado recinto para comprobar que todo estuviera conforme lo previsto.
Al entrar vio que la mayoría de los invitados ya habían llegado, saludó de lejos a alguno de sus antiguos compañeros de clase mientras caminaba hacia Nino, quien estaba cerca del altar. Los músicos estaban a la espera de la señal de la pelirroja para empezar la interpretación de la marcha nupcial dándole la entrada a la novia.
- Hola amor. - con un corto beso en los labios la saludaba su novio.
- Nino, ¿donde está Adrien? - volteaba hacia todos lados buscando a su amigo, ya solo faltaban diez minutos para que iniciara la boda.
- No lo sé, dijo que nos veríamos aquí.
- ¿De qué estás hablando?, si él fue a tu casa para cambiarse. - le recordó confundida.
- Si, en eso habíamos quedado pero me llamo esta mañana para decirme que tenía que atender un asunto urgente en la empresa y que ya se cambiaría ahí. - explicó el moreno.
- Pues al parecer aún no ha llegado, trata de localizarlo en su teléfono y yo llamaré a su oficina, voy a salir con Marinette. - camino hacia la salida lo más ligera que pudo sin llamar la atención, en cuanto cruzó la puerta sacó su teléfono y buscó entre sus contactos el número directo de la oficina de Adrien.
- Oficina del señor Agreste, ¿diga? - respondía una voz al otro lado del auricular.
- Hola, ¿podría comunícame con Adrien? por favor - solicitó la pelirroja.
- Lo siento, el señor Agreste no ha venido hoy a la oficina. - respondió diligente.
- Pero eso no es posible, él dijo que iría. - insistía testaruda.
- Ejem, - la secretaria carraspeó - le repito que no ha venido hoy.
- Gracias. - dijo Alya sin más, pensativa.
Nino llegó junto a ella a paso apresurado - Nada, no me responde ni las llamadas ni los mensajes. ¿Que hacemos?
Alya miro su reloj y bufo, ya habían pasado diez minutos de la hora de la ceremonia, se asomó al interior de la iglesia y ya se empezaban a oír los murmullos y las miradas furtivas hacia la puerta esperando la entrada de alguno de los novios.
Marinette movía inquieta la rodilla derecha, por la ventanilla del coche veía a Alya y a Nino hablando, se les notaba nerviosos.
- ¿Que está pasando papá?, ya deberíamos de haber comenzado hace veinte minutos. - puntualizaba con cierta preocupación.
- Iré a ver. - el fornido hombre bajo del coche y se acercó a los dos morenos.
La azabache veía como su padre fruncía el ceño, ahora también su madre se había incorporado al grupo. Sin poder aguantar más bajo del coche y se acercó hasta ellos.
- ¿Que es lo que pasa? - inquirió con cierta aflicción.
Los cuatro se sobresaltaron ya que ninguno se percató de la presencia de Marinette, estaban tan concentrados en sus teléfonos que no se daban cuenta de lo que ocurría a su alrededor.
- Yo...- Alya fue la primera en querer dar una explicación cuando la mano de Sabine se posó en su brazo.
- Déjame a mí. - le pidió amablemente y sin ocultar su preocupación.
Tomó a su hija por el brazo y la llevó cerca del coche para evitar que alguien la escuchara ya que varios de los invitados curiosos habían salido para preguntar a que se debía la demora.
- Marinette, - inspiró nerviosa ante la posible reacción de su hija - antes que nada no quiero que saques conjeturas antes de tiempo ya que aún no sabemos nada - Marinette la miraba totalmente desconcertada y nerviosa - Adrien no ha llegado y no sabemos donde puede estar.
- Eso....eso no es posible. - negó incrédula - Mira, ahí está Nino, iban a venir juntos.
- Adrien llamo a Nino diciendo que tenía que ir a la empresa y de ahí que vendría a la iglesia. - Sabine explicaba con los mínimos detalles para evitar preocupar de más a su hija. - Alya habló a la oficina de Adrien y le dijeron que no había ido. - para ese momento el nerviosismo de Marinette ya era más que evidente, pequeños temblores habían aparecido en sus ojos y el delicado ramo estaba maltrecho por el fuerte agarre al que lo estaba sometiendo.
Alya, Nino y Tom se acercaron junto a las azabaches, Alya miro a Sabine pidiendo la palabra, a lo que la asiática asintió con un simple movimiento de cabeza.
La pelirroja tomó entre sus manos las de su amiga que aún seguían estrujando las flores. - No te preocupes, el debe de está bien, ya hemos hablado con la policía y con algunos hospitales pidiendo información y quedaron en que nos llamarían lo antes posible. Ahora lo importante eres tú, no debes quedarte aquí lo mejor es que vayas a tu casa con tus padres, Nino y yo hablaremos con los invitados y les explicaremos la situación.
- ¡No!, no quiero irme, él llegara en cualquier momento - ya las primeras lágrimas habían empezado a derramarse arrastrando a su paso el delicado maquillaje.
- Marinette es un error quedarse aquí. - ahora era Nino quien trataba de hacer entrar en razón a su amiga - como te dijo Alya él seguro que está bien, solo debemos de esperar. En cuanto hayamos hablado con los invitados iremos a tu casa.
- ¡NO! - volvió a negar alterada - él vendrá aquí, es nuestra boda y él no faltaría por nada del mundo. - sus palabras encaprichadas salían ya más por la agitación que por la sensatez.
Tom tomó por los hombros a su hija y se agachó para verla directamente a los ojos - Marinette, cariño todos sabemos cuánto te duele tener que irte ahora, pero entiéndelo no sabemos dónde está y quedándonos aquí no resolvemos nada. Es mejor ir a casa y desde ahí buscarlo.
Marinette soltó el ramo y se abrazó a su padre esperando que sus fuertes brazos la consolaran como tantas veces lo habían hecho cuando era solo una niña.
Así, acobijada por su padre camino hasta el coche para entrar en él junto con sus padres.
Alya y Nino vieron alejarse la limusina con pesadumbre, ahora venia la incordiante tarea de tener que explicar a los invitados que la boda se suspendía.
La azabache era un manojo de nervios solo se paseaba de un lado a otro en su salón jugando con sus manos. Sabine fue a la cocina a prepara algo de té y Tom prefirió seguir a su mujer.
- ¿Tú qué piensas de todo esto? - preguntó con preocupación el fornido hombre.
- ¿A qué te refieres? - Sabine lo miraba confundida.
- A que Adrien haya desaparecido justamente hoy, el día de la boda. - dijo suspicaz.
- Tom, entiendo la posibilidad en la que estás pensando, pero de lo que estoy segura es que ese chico adora con locura a Marinette y nunca haría eso. - tomó la bandeja del té y pasó frente a él, antes de salir de la cocina se giró hacia su marido - solo espero que Adrien esté bien y por favor no vayas a comentar frente a nuestra hija eso que piensas.
Una hora después Alya y Nino llegaban a la casa, la pelirroja seguía escribiendo en su teléfono, contactando a gente que pudiera ayudarlos a encontrar a su amigo.
La policía ya emitió un aviso de búsqueda, y hemos contactado con más hospitales, algunos ya han confirmado que no está ahí. - informaba con diligencia Nino.
Marinette sentía como la tensión aumentaba y un nuevo nudo de inquietud se formaba en su estómago. Ya habían pasado más dos horas y aún no sabían nada de él. Ya no podía esperar más, cada minuto que pasaba era como un alfiler en su corazón, tenía que hacer algo. Ante la mirada de todos se levantó.
- Yo...yo no me siento bien, necesito recostarme - sus padres y amigos solo la veían con preocupación y tristeza - por favor avísenme en cuanto sepan algo.
- Te acompaño cariño. - apresuró a decir Sabine no quería dejar a su hija sola con esa angustia.
- Te lo agradezco mamá pero ahora solo quiero estar sola...por favor. - respondió con ojos acuosos.
Su madre asintió con tristeza, todos la vieron en silencio subir al piso de arriba.
Al llegar a su habitación cerró su puerta con llave, ya no podía esperar más. Agradecía el esfuerzo que todos estaban haciendo pero iba muy lento para ella, necesitaba a Ladybug.
Fue hasta la mesita donde estaba la caja con su prodigio, encima del pequeño estuche se encontró con un sobre blanco. Lo tomó confundida y con cierto recelo.
Con manos temblorosas lo abrió, de su interior sacó un trozo de papel arrugado y maltrecho, al extenderlo sus ojos se abrieron desorbitados, sus pupilas se contrajeron y su respiración a volvió irregular, frente a ella tenía la invitación que le había entregado a Chat Noir.
- No, no, no, ¿que has hecho Chat? - se repetía, el interior de su cabeza era un enjambre de elucubraciones, ¿acaso esta era la forma que tenía su compañero de vengarse de ella?, ¿atacándola donde más daño le hacía?.
Del sobre asomaba otra hoja escrita, al verla se apresuró a tomarla.
Cubriendo sus temblorosos labios con la mano, ahogaba el grito de sorpresa al reconocer la impecable caligrafía en ese papel.
"¿Que tanto se puede llegar a conocer a una persona, Marinette?.
Si ayer alguien me hubiera preguntado por ti diría que eras mi alma gemela, que conocía todo de ti. Y cuanto me habría equivocado ¿no crees?.
Sería egoísta por mi parte lamentarme ya que a la vista de la gente lo tengo todo fortuna, fama, lujos, cosas banales que para lo único que han servido ha sido para hacer más vacía mi vida. Lo verdaderamente importante me lo han arrebato desde siempre, mi madre, mi libertad, mi padre. Aún hoy no sé que me ha dolido más si su muerte o haber descubierto que él había sido el responsable de tanto sufrimiento.
Todo esto siempre lo había podido sobrellevar, ¿sabes por qué?, porque tú estabas a mi lado, siempre habías sido mi apoyo, eras el aliento de esperanza que me permitía encarar cada día a mi lamentable vida.
Pero todo eso se acabó, ayer tú me lo arrebataste una vez más, me hiciste ver que seguía siendo el juguete roto del destino. ¿Como podías decir que me amabas?, cuando fuiste tú quien me arrebató a mi padre, cuando me convertiste en el trofeo de tu vergonzosa victoria.
¿Tan difícil hubiera sido decirme la verdad?, ¿es esa la confianza que decías tenerme?. Tal vez desde tu pedestal no puedas ver lo que me has hecho, me has destruido, me has convertido en un ser vacío sin sentimientos. Porque cuando alguien ama a otra persona como yo te he amado a ti ya no puedes volver a dar tu amor nunca más.
No puedo ni verte a la cara, me repugna saber la manera en que me has utilizado, el cómo te has burlado de mi. Te entregue mi corazón y mi alma y tú los has corrompido, los has desgarrado sin piedad."
Marinette había leído hasta ahora en silencio sin pestañear ni una sola vez, aguantando la angustia que crecía con cada párrafo, sus ojos repletos de dolor no ofrecían ninguna barrera a las lagrimas que habían empezado a brotar desde la primera línea.
Todas esas palabras tan llenas de hiel la hicieron flaquear, su cabeza daba vueltas y sus piernas apenas podían sostenerla provocando que cayera sobre sus rodillas. Se daba cuenta que todo ese tiempo Adrien había sido su fiel compañero, en ese momento se reprochaba a sí misma no haber entendido el comportamiento de Chat durante el último año, el pobre tuvo que ver como su padre moría frente a él y a la vez enterarse que había sido el hombre que tanto daño había hecho a Paris.
"Ya te dije una vez que el maestro Fu se equivocó al entregarte tu prodigio, pero es lo que tiene la vida que siempre da la oportunidad de enmendar los errores.
Deseo sacarte de mi vida y espero que nuestros caminos no vuelvan a cruzarse nunca más.
Adiós,
Ladybug"
Las últimas palabras fueron la estocada definitiva hacia su sangrante corazón, ahora era Adrien y no Chat quien la estaba despreciando, sus recias palabras la habían destrozado por dentro, él no quería saber ya nada de ella, le estaba imponiendo su separación definitiva. ¿Como podía ella vivir sin él?, si era todo para ella.
Con la cara hacia el suelo trataba de balbucear. - Ti...kki. Ti...kki, por...por fa...favor aparece. - tenia la incipiente necesidad de hablar con su kwami, de pedirle consejo, no podía dejar que Adrien la apartara de su vida.
El pequeño ser no apareció, ella levanto la vista y gateando se acerco hasta la mesa, estiro su mano desde el suelo para tomar la caja. Tan pronto abrió el pequeño estuche lo dejo caer contra el suelo, su cara estaba desencajada viendo con horror la caja vacía, sus pendientes no estaban ahí.
- ¡TIKKI! - grito con desesperación, no podía creer que Adrien se los hubiera llevado, sus ojos se abrieron al recordar uno de los últimos párrafos, " la vida que siempre da la oportunidad de enmendar los errores", ahora lo entendía.
El día que pensaba que iba a ser el más feliz de su vida se había convertido en una cruel pesadilla. Estaba frustrada por no haber cuidado con celo la gran responsabilidad que le habían conferido. Sentía una gran decepción de sí misma, todo el amor que le había dado a Adrien no fue suficiente para suprimir todo el odio que él tenía.
Aunque le doliera tenía que reconocer que él tenía razón había sido una tonta niña jugando a ser una heroína que no supo cómo enfrentar esa situación y ahora todo se le había escapado de las manos...había perdido lo que más amaba en el mundo...él la había abandonado.
Ya sin fuerzas se dejo caer sobre el suelo, ahí quedo inerte sin contener el amargo llanto por aquello que nunca más podría ser.
En un pequeño aeropuerto al norte de Paris el misterioso pasajero había subido al avión privado.
El capitán de la aeronave se acercó al asiento de su cliente - Buenas tardes, le informó que partiremos en unos minutos más y toda está de acuerdo al itinerario llegaremos mañana al aeropuerto de Chengdu y ahí abordaremos un avión más pequeño que nos llevará al aeropuerto de Lhasa Gonggar. Será un viaje de treinta y dos horas hasta el Tíbet pero cumpliremos con sus plazos.
- Bien. - respondió distante volviendo a posar su verde mirada al sol que se ocultaba.
FIN
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