Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 8


CAPÍTULO 8

Él o Yo

La mañana que pase junto a Hansel termino bastante bien a mi parecer. Dimos un pequeño recorrido por los alrededores del palacio a caballo, y durante el camino no hizo más que hablar de los huérfanos y de la poca importancia que les han dado reyes anteriores. Entonces comprendí que él no sospechaba de mí, en su lugar piensa que irónicamente yo estoy dentro de ese grupo abandonado de huérfanos y sí invitó a la reina de Sunland a dar un paseo es porque quiere asegurarse de que Malena no sufra más, quien irónicamente también soy yo.

Toma oportunidades, y no las desperdicies.

Esas fueron las palabras de Van en algún momento, y eso es exactamente lo que voy a hacer.

—¿Van? ¿Dónde estás? Puedes salir, las doncellas se han quedado afuera —informe en cuanto me adentre en la habitación.

—Ya lo sé —de perfil vi un par de piernas cruzadas. Esta sentado en un sillón con vista hacia las puertas del balcón, las cuales en este momento están abiertas.

—Traigo noticias —informo caminando en su dirección.

—Eso quiere decir que no son ni buenas ni malas —contestó con redundancia.

—No, pero hasta cierto punto yo las consideraría buenas —capto su mirada y su atención al sentarme a su lado en otro sillón —Hansel no tiene ni la más mínima idea de quién soy yo, piensa que su adorada Malena esta entre los huérfanos del reino, y es por eso que se ha quedado, no para casarse conmigo, ósea con Cordelia sino para buscarla a ella, ósea a mi.

—¿No se siente escalofriante hablar de ti misma en tercera persona?

—Tú hablas de matar como sí fuera un tema de conversación igual de vital que el aire que respiramos, hablar de mi en tercera persona no significa nada comparado con eso.

—Mmm, que directa te has vuelto Lena. Volviendo al tema, ¿se puede saber en qué nos beneficia que te busque por todo el reino como un idiota, cuando en realidad te tiene a su lado? Pasar tiempo a su lado sería como jugar con fuego, tarde o temprano podría descubrirte.

—Es ahí donde tú y yo sacamos provecho. La reina lo quiere como futuro rey, y si lo despido ya sea a su reino o al otro lado del puente —hago referencia a cuando me envió al puente entre la vida y la muerte —la reina me hará perder el tiempo con personas indeseables para que me case lo antes posible, pero sí Hansel se queda y la convenzo de un interés mutuo, ella me dejara en paz y podremos concentrarnos en lo que realmente importa que es buscar los elementos.

—Me impresionas, has calculado bien hasta la parte en la que la reina cree que sí vas a casarte con él, y en la que él busca a su querida amiga de la infancia, pero ¿Qué pasa si la reina decide casarte en menos de un mes? Y peor aún ¿Qué pasaría si la estancia del princeso en Sunland hace que te descubran?— enarca una ceja en mi dirección.

—Pasa que me niego, y pasa que podemos usar el dispensador para distraerlo. Él jamás se casaría con una mujer que no ama, sus principios se lo impedirían, sé de buena fuente que solo se casara por amor.

—En tu enredosa teoría en algo has tenido razón, y es que podemos usar el calón para distraerlo, y toma apunte, porque es así como se le llama a esta joya —metió su mano a uno de los bolsillos en su pantalón y saco un collar de plata, con la reliquia que previamente sacamos de la corona, solo que ahora la reliquia estaba consumida a la mitad por oscuridad mientras que la otra mitad aún conservaba el color oro— Tan, tan, sorpresa.Me levante del sillón, buscando la manera de tocar el collar, pero antes de que pudiera siquiera tocarlo él movió la mano hacia un costado impidiéndomelo por completo.

—Aún no está listo. Pensaba dártelo como un pequeño obsequio después de la trágica muerte del princeso menor de Faes, pero lamentablemente, él no murió hoy —comento con un aire de decepción, que en el fondo estaba disfrutando mucho al ver mi expresión ofendida.

Erguí mi espalda y bufé algo por lo bajo. Él tal vez lo escucho porque se puso de pie y soltó una carcajada sarcástica.—Tranquila, entiendo que empiezas a mover las piezas a tu beneficio, y está bien, lo que sirve se mantiene al lado, y lo que no, se hace a un lado—habla pausadamente. —Aunque quisiera, aún no puedo dártelo, la piedrecita mágica tiene una energía muy fuerte, y me está impidiendo drenar mi energía aquí. Debemos ir lejos de la piedra para hacerlo.

—¿Dónde?

—Al bosque oscuro, es perfecto para este tipo de cosas y está lo suficientemente lejos del palacio y de la piedra.

—Pero está más cerca de la muralla ¿eso no importa?

—No, porque por sí no lo sabías el bosque oscuro contiene una energía medianamente poderosa que alimenta a seres como yo. Eso influyo en que pudiera salvarme y llegar hasta aquí hoy.

—No entiendo por qué dentro de Sunland habría ese tipo de energía, sí se supone que la muralla la reprime.

—Te equivocas, la repele que es muy distinto. Todo lo oscuro que intente entrar, no entra, y lo que está dentro, dentro se queda. El bosque oscuro fue escenario de muchas matanzas y batallas entre humanos y vampiros hace quinientos años para llevarlos a ese pequeño rincón en el que viven ahora, por eso es natural que los vampiros dejaran algo de su esencia en aquel lugar.

—Bien, suponiendo que logramos ir ¿Cómo vamos a burlar a tantos guardias y sirvientes? Eso sin contar con las veinte doncellas que están al salir por esa puerta.

—A veces eres de veras. No será necesario burlar a nadie. Posees el elemento luz, se supone que ya puedes abrir un portal. Es hora de que empieces a hacer hechizos reales, así que está decidido, iremos ahora y tú vas a abrir un portal que nos lleve.

Me señalé con el dedo índice estupefacta y le recordé que aún no se hacer ese tipo de hechizos. Pero Van no es alguien que conozca un no ante una propuesta suya, por lo que insistió en enseñarme una forma rápida de aprender.

Nos dirigimos hacia el salón dentro de mi habitación en el que Frederick solía enseñarme hechizos, mismo salón en donde hace unos días, rompí un vitral.

—El hechizo es sencillo, pero una vez que lo hagas y abras un portal, yo debo pasar primero para cerciorarme de que vamos al lugar correcto.

—Bien, ¿entonces que debo hacer?

Me dijo que me parara justo encima de la figura del sol impregnado en el suelo y que intentara visualizar el bosque en mi mente.

—Ya, lo tengo ¿Ahora qué?
—Ahora vas a levantar tu dedo índice y medio, al tiempo en tu mano derecha. Vas a llevar ambos dedos frente a ti y vas a dibujar, un rectángulo o un círculo con ellos, cualquiera de las dos figuras no importa cuál, solo dibuja una en el aire.

Hago los movimientos que me indica al pie de la letra, pero después de unos segundos confirmo que no sucede nada. Lo intento con la otra mano, y tampoco sucede nada. Lo intento con ambas manos y es lo mismo. Van estaba empezaba a mostrarse estresado pero seguía enseñándome con la misma paciencia de antes, mientras que a cada fracaso  yo entraba más en desesperación, luego de un rato, algo ilumino mi mente; cuando la reina abrió el portal en el bosque para traerme hasta aquí, lo hizo en el tronco de un árbol, y este abrió una especie de puerta. Entonces tal vez el hechizo deba realizarse sobre una superficie. Ignoré lo que Van me estaba diciendo sobre concentrarme y no sé que otras cosas más, y procedí a realizar el hechizo sobre la puerta que daba salida del salón. Utilice los dedos índice y medio de ambas manos dibuje un rectángulo en el aire cerca de la puerta, imagine en mi cabeza el bosque y en un susurro de mis labios se escapo un:

—Abriros declaro.

Pronunciadas estas palabras, un destello brillante salió disparado de mis manos y estrello en la puerta, está se ilumino y en cuestión de segundos se convirtió en la entrada al bosque oscuro.

—Van, creo que ya podemos irnos —le anuncie con una sonrisa. Él casi incrédulo por mi logro, no pronuncio palabra ante mi logro, solo se acercó al portal y paso al otro lado, segundos después saco únicamente su mano del portal, invitándome a entrar. Al pasar el portal se cerró a mi espalda.

—Es hora de la acción —pasea su mirada sobre mi al tiempo que saca el collar de su bolsillo.

El bosque sigue siendo igual de tenebroso que siempre, aunque conserva algunos claros, la luz del sol es escasa aquí, y lo que más se aprecia es la humedad, los musgos, y entre ratos la pestilencia de animales muertos, más allá de ello, el sonido emitido por animales propios del bosque.

—¿Has terminado? —pregunto después de un rato. Tardar de más aquí podría causarme problemas sí a la reina madre se le ocurre entrar en la habitación mientras no estoy.

—Si —murmura sin apartar sus ojos del collar en sus manos, mismos que ahora se habían tornado verdes. —Fue más fácil estando aquí, mi energía se concentró y dreno rápido. Ahora debes probarlo.

Me lo extiende y lo tomo entre mis manos, la reliquia ahora es completamente oscura, el brillante oro a desaparecido debajo de un color negro satinado. Intento ponérmelo, pero me es difícil conectar la cadenilla. Van lo nota por lo que en un movimiento delicado, aparta mis manos de alrededor de mi cuello, casi como sí evitará tocarme las manos. Se acerca un poco a mi mejilla para poder visualizar el conector y se encarga de conectar el collar con rapidez. Se aleja un poco, pero la distancia entre nosotros no es mucha lo que me permite ver sus ojos verdes aún más de cerca, —sus ojos debieron cambiar de color al drenar su energía —se queda unos segundos observando mis ojos con notorio interés, mientras literalmente yo hago lo mismo. Podría mirarlo por horas a los ojos y nunca aburrirme, son brillantes, pero a la vez transmiten un aura oscura y misteriosa, son un enigma que esconden un montón de historias que me muero por conocer.

—Y bien... ¿funciono? —enarco ambas cejas manteniéndole la mirada.

—Si... están perfectamente teñidos de un azul cielo, tan abrumante y aterrador, como su portadora —susurra antes de aclararse la garganta y tomar una distancia prudente. 

Doy un paso hacia atrás y aclaro mi garganta con nerviosismo.

— Entonces si funciono pero...  ¿Dices que soy aterradora?

—No en un mal sentido, al menos no en un mal sentido para mi, es decir ¿En serio quieres tener esa conversación ahora Lena?

—Si, si quiero, así que vamos Van, dime por qué piensas que soy aterradora.

Levanta la cabeza mirando hacia el cielo y suelta un jadeo, al tiempo que pone sus manos sobre sus caderas para luego volver a mirarme:

—Bien, ya que parece que aún no lo notas te lo voy a explicar yo. Primero, estás manipulando a todos a tu alrededor con dulzura, les has hecho creer que eres sumisa y una princesa buena, cuando en realidad solo los estas utilizando. Segundo; mueves a Hansel y cada una de las personas a tu alrededor como piezas de ajedrez en el tablero de la muerte, el que te sirve avanza contigo y el que no corre riesgo de que ya no lo haga. En resumen, te estás volviendo calculadora, manipuladora y estas utilizando a todos a tu alrededor para conseguir exactamente lo que quieres...— cerré mis puños con fuerza, porque, aunque eso era cierto, que me lo dijera así, con ese tono de voz y esa mirada me hacía sentir como un verdadero  monstruo. —Y te felicito, lo que estás aprendiendo lo has aprendido del mejor.

Se señalo con orgullo.

Puse los ojos en blanco en cuanto soltó esa última frase con una sonrisa sombría en los labios. Esboce una sonrisa amarga, me acerque a él y puse mi dedo índice sobre su pecho de manera amenazante.

—Deberías tener cuidado entonces, dicen por allí que el estudiante supera al maestro.

 
Tomo mi mano apartando mi dedo de su pecho. —No cuando el maestro es superior en muchos sentidos. Yo puedo matar a sangre fría a quien sea sin importarme nada, tú no. Tendrías que vivir por lo menos mil años más antes de superarme.

—Bien, dejare que te confíes, y algún día te daré en ese orgullo. —Soltó un jadeo burlesco como si no pudiera creérselo.

 —¿Puedo saber que sigue ahora? —le di la espalda y me cruce de brazos.

—Primero nos vamos ¿no?

Asentí y abrí el portal en el tronco de un árbol. Esta vez el hechizo salió a la primera, en realidad no era difícil solo necesitaba concentración y relajación, o por el contrario algo de adrenalina, eso hacía que el elemento dentro de mí se activara en un cien por ciento.

***

—¿Se puede saber en dónde estabas? —escucho la vos de la reina madre en cuanto las puertas de la habitación se abren con brusquedad.

Me apresuro a recibirla. Camino hacia el lugar en el que se encuentra dentro de la habitación y hago una pequeña reverencia. Mis doncellas se posicionaron estratégicamente detrás de mí y las suyas detrás de ella. Por suerte alcance a cambiarme después de llegar del bosque y Van hace rato cambio de forma, por lo que al menos por ahora no tengo nada de qué preocuparme.

—Saludos madre. He estado aquí después de dar un paseo con el príncipe Hansel está mañana ¿Por qué la pregunta?

—Porque no almorzaste con nosotros. Se suponía que tenías que bajar —me espeto molesta.

—Lamento no haberlo hecho. La cabalgata hizo que me doliera un poco la cabeza, y decidí quedarme a descansar —conteste de manera sumisa bajando la mirada.

—¿Decidiste dices? —se acercó a mí y en un solo movimiento que no vi venir estampo fuertemente su mano en mi mejilla.

 Ardía.

Dolía. 

Quemaba al punto de que estuve a nada de regresársela, pero gracias a que clave mis propias uñas en el interior de la palma de mi mano, logré contenerme.

—Tú no puedes decidir nada. Tú haces lo que yo digo ¿ya lo olvidaste? —me espeto inclinando su cabeza de manera amenazante sobre la mía. Tomó mi mentón y me obligo a verla a los ojos para luego susurrarme:

—Tú no haces nada sin que yo te lo diga, y si yo te dije que el príncipe Hansel seria tu esposo, es porque debes convertirte literalmente en su sombra ¿entiendes?. —Se inclinó más sobre mí y acerco sus labios a mi oreja para susurrar: —Te recuerdo que si estás aquí es porque yo lo quise así, lo que significa que estoy por encima de ti. Estoy tan arriba, que si yo quiero puedo hacer que a tu madre le sucedan muchas cosas malas... y no queremos que eso pase ¿verdad?

Me libera de su agarre bruscamente. Retrocede unos cuantos pasos y retoma su posición erguida de reina digna e inalcanzable.

 
No pronuncie palabra. Levante mi cabeza y regrese a verla con la mejilla ardiendo, mis labios cerrados en una dura línea y los ojos teñidos de rojo, con la impotencia de no poder defenderme carcomiéndome por dentro. Van tenía razón, aunque ya no tenga a mi familia conmigo, siempre serán una debilidad, ella siempre va a utilizar a mi madre y a mis hermanos para amenazarme.

—No volverá a suceder —le aseguro.

—Lo sé. No te atreverías. Por eso esta noche habrá una cena en honor al príncipe, asistirás y comeremos los tres juntos. Cena que por cierto se supone que tu organizaste en honor a la estancia de su alteza —me informo. —Sí llegas tarde o si por el contrario no llegas, atente a las consecuencias.

Giro en su propio eje y sus doncellas le abrieron paso para que pasara en medio de ellas hasta el frente. Caminaron a sus espaldas y cerraron la puerta, dejándome con suma vergüenza e impotencia delante de mis doncellas.

—No se aflija majestad, con todo respeto, la reina madre siempre ha tenido un carácter duro.

Hablo una de mis doncellas. Me giré hacia ellas, y las vi estáticas sin romper fila, con la mirada clavada en el piso, asumo que la que hablo debió hacerlo sin levantar la cabeza.

—¿Por qué bajan la cabeza? ¿Han hecho algo malo acaso? —pregunto con serenidad en mi voz.

—Por supuesto que no majestad. Solo es parte de nuestro protocolo —respondió una de ellas.

—Pues a mí no me gusta. No es justo que sean sumisas solo porque un papel lo dicta.

—En realidad es Madame Cants...—dijo la más pequeña de todas. Al oírla las demás le susurraron que se calle.

—Ya veo que los aires de superioridad no solo los tiene la reina madre. Dentro del palacio el que tiene mayor rango es el que se siente superior y con derecho de pisotear. Pero eso va a acabarse durante mi reinado. Un día todos los opresores serán pisoteados por quienes pisotearon primero, eso se los aseguro. Luchare por su libertad y por la mía.

Les asegure, mientras la rabia y la impotencia me consumían por dentro. Por encima de los hombros de las doncellas al fondo de la habitación,  mis ojos se encontraron con la mirada verdosa de Cheng Cheng, estaba sentado sobre la pequeña mesa de cristal mirándome directamente a los ojos.

—No es necesario que se moleste por nosotras majestad, estamos bien, y nos sentimos bien al servirle. Con todo respeto y por la seguridad de todos le sugiero no desafiar a la reina madre.

—No tienen que preocuparse por mí —les asegure.

 Pues aunque nadie lo viera sabía defenderme.

Le pedí a las doncellas que se retiraran y una vez me quede a solas con él, automáticamente cambio de forma y se estático observándome de brazos cruzados.

—¿Sabes lo que has dicho?

—Lo sé, porque salió de mis labios. ¿Crees que solo me arde la mejilla? No, me arde el estómago, el pecho y el cuerpo entero lo tengo lleno de impotencia, de rabia, odio que quiera controlarme, odio que me humille sintiéndose superior. Odio que me amenace con mi familia, la odio, la odio que quisiera tenerla entre mis manos y...

Me interrumpió.

—¿Matarla? ¡Gou! Tranquila asesina, admito que comparto el sentimiento, pero los guardias de élite podrían oírte —se acercó a mí y poso su mano sobre la mejilla en la que la reina estrello su mano. Admito que se sintió bien, por unos segundos su toque frio calmo el ardor e hiso que mi cuerpo entero se relajara un poco. —La tendrás entre tus manos cuando llegue el momento. Cuando llegue tu momento. Yo mismo la pondré a tu merced, y entonces podrás cobrar golpe por golpe y sangre con sangre.

Lo mire a los ojos y confirme la sinceridad en sus palabras.

—No sé cuánto más pueda soportarla. La cena se alargará y retrasará nuestros planes.

Bajó su mano de mi mejilla hasta el bolsillo delantero de su pantalón y sacó el collar con la reliquia oscura y la extendió hacia mí. Quedamos en que él lo guardaría mientras estábamos dentro del palacio, dado que guardarlo en la habitación era peligroso, considerando que las doncellas limpian cada rincón y que la energía que emana el collar podría dejar inconsciente a alguien que no posee magia.

—¿Qué tal si jugamos un poco con el príncipe?

—¿Cómo?

—Mostrándole a su amada Malena.

—Después de lo de hoy, no me siento en condiciones de enfrentarlo, pediría demasiadas explicaciones. Mi aparición debe ser prudente, y muy bien premeditada.

—Que aburrida eres —bufó. —Entonces plan B.

Saco de su otro bolsillo una pequeña planta motosa, color café que desprendía una especie de polvo del mismo color.

—¿De dónde sacaste eso? —pregunte abanicándome con la mano para evitar el polvo que desprendía.

—Del bosque. Un poco de esto en sus copas y no abandonaran el baño en un buen rato —explico con una mirada divertida.

—Esa idea suena mucho mejor.

Al caer la noche, las doncellas me ayudaron a vestirme. Llevaba un vestido color azul marino con brillo en la falda, y pedrería en el corsé, mangas largas transparente que caían desde mis hombros hasta el fin del faldón. Un collar de perlas, pendientes de perlas y el cabello ligeramente recogido, como el vestido era un poco descotado las doncellas dejaron libre una parte de las ondas del cabello castaño.

Van había vuelto a su forma felina. Decidimos ir juntos a la dichosa cena para poder ejecutar el plan sin que yo me metiera en más problemas,  de esta manera yo distraería a quien estuviese en el comedor vigilando y el echaría el polvo de aquella planta en las copas del príncipe y la reina. Nos desharíamos de ellos y empezaríamos la travesía que me llevaría al segundo elemento.

—¿Estas listo? — le susurre acurrucándolo entre mis brazos mientras los guardias abrían las puertas del comedor para mí.

—La pregunta ofende —me espeto en un susurro mientras me adentraba en el comedor con él en brazos. Los guardias cerraron las puertas tras de mí. Y me encontré con dos mayordomos allí dentro, custodiando la mesa redonda, donde había un banquete listo para ser servido, copas de agua, vino, y hasta un vaso de jugo. Hicieron una cortes reverencia, y me dieron la bienvenida. Me asegure de llegar unos minutos antes de Hansel y la reina para llevar a cabo el plan. Pero ahora debía deshacerme de los mayordomos. Deje a Cheng Cheng sobre la mesa, para que ejecutara el plan en cuanto los mayordomos se distrajeran.

—¿Podrían decirme la hora? —dije dirigiéndome a ellos.

—Son las siete en punto majestad —respondió uno de ellos sin perder la rigidez, y sin mirar ningún reloj. Fracaso.

—¿Cómo ha podido saberlo sin ver un reloj?

—La luna es la que me ha dictado la hora majestad —regrese la mirada hacia atrás y en efecto, detrás de mi había un ventanal que permitía ver el cielo nocturno.

Suspiré algo molesta, o intentando suprimir mi molestia y volví a intentar algo:

—¿Pero qué clase de cortinas son esas? —pregunte fingiendo indignación.

—La reina madre a elegido ese color majestad.

—El rojo no va con mi atuendo, les ordeno que las quiten y que cuelguen unas azules ahora mismo.

—Pero majestad, la reina madre ordeno...

—¿Me está desafiando? —pregunte entrecerrando mis ojos hacia él intentando intimidarlo.

—No me atrevería majestad —negó él.

—Entonces limítese a cumplir mis ordenes —de reojo vi cómo le dio un pequeño empujón por los hombros a su compañero y este no tardo en movió en dirección a las cortinas.

—Y usted no se quede ahí parado ayúdelo. Nuestro invitado está por llegar — finalmente logre mi cometido y este se movió en dirección hacia su compañero de forma rápida para ayudarlo. El momento de la discusión fue aprovechado por Cheng Cheng, y me hizo una ceña indicando que la misión había sido exitosa.

—De hecho, ya estoy aquí —la voz de Hansel casi me hizo estremecer por lo sorpresiva que fue en ese momento.

Al girarme hacia las puertas, lo vi con su elegante traje en azul y blanco, muy bien peinado y con una cálida sonrisa entre sus labios. Por un instante no supe que hacer, ni siquiera escuché en qué momento se abrió la puerta. Lo salude torpemente, intentando evadir el hecho de que estaba regañando como una reina déspota a los mayordomos. Por suerte él pareció no darle importancia a ese hecho, se acercó a mi, tomo mi mano y poso sus labios sobre los nudillos de estas.

—Es un honor que organizara un cena en mi nombre.

Dijo sin soltar mi mano.

—Al contrario, el honor es mío al tenerlo de visita en mi reino.

Ni bien termine de pronunciar esas palabras y Cheng Cheng o más bien Van soltó algo parecido a un gruñido. Soltó un maullido ostentoso como sí le molestara lo que estaba presenciado. Porque si le estaba molestando.

Hansel ladeo la cabeza y dirigió su mirada hacia él.

—No sabía que tenía una mascota majestad —se acercó a Van, quien estaba sentado al borde de la mesa, con un semblante no muy amigable. Intento acariciarlo, pero Van le mostro los colmillos de forma agresiva. —¡Gou! Tranquilo amigo solo quería saludar. ¿No suele ser muy amigable?

—No, no lo es. Él es bastante reservado —me apresure a contestar, mientras tomaba al imprudente gato entre mis manos.

—Entiendo. Hablando de animales y mascotas, quisiera aprovechar el momento para pedirle amablemente que...

—Veo que todos ya están aquí. Disculpen la tardanza, no interrumpo una conversación importante ¿verdad?. —La reina madre interrumpió súbitamente nuestra conversación con su presencia. Hansel se apresuró a saludarla y segundos después nos sentamos todos alrededor de la mesa. Me senté a un lado de la reina y mantuve a Cheng Cheng sobre mi regazo, para tratar de mantenerlo bajo control, aunque él no quisiera.

La reina madre empezó a hablar de un par de cosas sin relevancia, antes de empezar a degustar de la comida. Mientras que a cada bocado, yo anhelaba que probaran el agua en sus copas para salir de aquí lo más rápido posible. La reina madre probo el caviar y segundos después lentamente llevo la copa de agua a sus labios. Excelente, bebió la mitad del contenido sin pausa alguna. Por otro lado, Hansel, se limitó a tomar vino, nunca probo el agua, situación que me estreso mucho, pero al menos sé que lograré deshacerme del problema mayor.

—Creo que van a tener que disculparme —anunció la reina madre disimulando un quejido, sosteniendo su abdomen con una mano. —Me tengo que retirar ahora.

Se levanto de manera repentina, Hansel preocupado le pregunto sí se encontraba bien, la reina madre le aseguro que sí, aunque no fuera cierto. Cuando ya empezaba a saborear mi triunfo, escuche como le pidió a Hansel que se quedara acompañándome, cosa que ni a mí ni a Van hizo gracia.

—Bueno, creo que algo de la comida no le cayó bien a la reina madre. Me disculpo por que la cena acabara tan pronto, creo que será mejor que todos nos retiremos a descansar —trate de escusarme para escapar una vez que la reina madre se retiró.

—Entiendo, pero antes de que se retire a sus aposentos me gustaría invitarla a dar un pequeño paseo por el jardín.

—Eh, en realidad yo...

Traté de escusarme pero él fue mucho más rápido que yo.

—He oído de buena fuente que caminar ayuda a la buena digestión.

Cerré mis labios en una dura línea y asentí con la cabeza.

Rayos, no me quedo más que aceptar. Las escusas se me acabaron, y a Hansel le quedaba una larga lista del porque debíamos ir.

—La reina me pidió que la acompañara por un rato más, y mi deber es hacerlo.

Minutos después nos vi caminando alrededor de la fuente que está en uno de los jardines frontales del palacio. Allí, rodeados de los sonidos emitidos por los insectos nocturnos, por arbustos y las frondosas flores, sin que se diera cuenta contemple su rostro iluminado únicamente por la luz de la luna. Hansel tenía facciones muy bien definidas, un carácter flexible, amable y un espíritu liberal y comprometido con su pueblo admirable, viéndolo así pienso que sería mejor rey que su hermano el amargado.

—¿Le agrada el cielo nocturno? —pregunto observando algún punto en el cielo.

—Es muy bello —solté embelesada observándolo de perfil. Gracias a los cielos reaccione a tiempo y trate de reponer algo con coherencia —es imponente y sereno.

—Pienso igual. Aunque es algo gracioso, ¿sabe? hace años conocí a una niña que pensaba que las estrellas eran dulces que se derretían con el sol y caían en forma de lluvia, siempre penso que algún día llovería agua dulce, cuando se derritieran suficientes estrellas —comento formando una pequeña sonrisa con sus labios.

La niña de la que hablaba, era yo. Tontamente tenía esa teoría a los cinco años, pero... ¿Qué caso tiene decirme esto ahora? ¿Qué caso tiene decirle esto a Cordelia?

—Mmm, la niña que lo dijo debió ser una niña muy dulce e inocente —me escuche decir.

—Lo era. Era muy linda, estaba llena de sonrisas, recuerdo que por donde quiera que iba repartía felicidad, papá la quería mucho, incluso Jared siendo un témpano de hielo desde pequeño solía emocionarse cuando ella iba a visitarnos.

Una dura, cruel y depresiva nostalgia me invadió en ese momento. Todo sería tan distinto si nunca, hubieran acusado a papá de traición. Yo seguiría siendo su amiga, llevaría una vida feliz, papá seguiría con vida... aunque eso implicaría que nunca hubiera conocido a Van.

—Veo que se trata de alguien muy especial ¿Dónde se encuentra ella ahora? ¿La conozco? —indague en un débil intento de mantener mi voz fuerte.

—Francamente, ni yo lo sé. Y con todo respeto majestad preferiría no hablar de eso, recordarla me hace sentir que ella sigue sonriendo como lo hacía antes, y volver a la realidad donde ella es una incógnita... duele.

—No se disculpe, en todo caso yo debería disculparme por haber preguntado.

Por impulso, por instinto, o por el absurdo sentimiento que aun alberga mi corazón, me acerque a él y pose una de mis manos sobre sus hombros tratando de reconfortarlo. Él es ligeramente más alto que yo, por lo que tuve que acercarme demás aunque quisiera mantener la distancia.

—Sea donde sea que ella este, seguro que también lo recuerda con una sonrisa.

Su mirada y la mía se encontraron. Mantuve el contacto visual por unos segundos, hasta que volví en mí misma y bajé tanto mi mano de su hombro como mi mirada.

—Gracias por reconfortarme majestad. Y sí no es mucha molestia, me gustaría insistir en la reconstrucción de los orfanatos en la capital y las ciudades fronterizas de Sunland, tal vez haya muchos niños abandonados que necesiten cobijo y refugio.

—Lo he meditado, y me parece una noble sugerencia, y por supuesto que la tomare en cuenta, de hecho la pondré en debate en la primera audiencia que tenga con los ministros.

Hable con franqueza. Si eso hace que su conciencia este más tranquila pues eso haré, o al menos hacerle creer que lo hare, siendo franca Van tiene razón yo solo soy una marioneta, sin voz ni voto en este palacio, los sirvientes me obedecen por temor a mi rango, pero la reina madre y los ministros no cesaran en su idea de acabar conmigo.

Nos despedimos cordialmente, y por fin pude empezar a correr hacia mi habitación. Lugar donde me encontré con un Van de brazos cruzados y expresión amarga, tensa y obstinada.

—No me mires así, tu fuiste testigo de que intente por todos los medios posibles escapar de él —trate de escusarme al cerrar las puertas a mi espalda. Me pareció raro verlo en su forma, 'normal' y no como Cheng Cheng, se supone que las doncellas lo trajeron hasta aquí en cuanto yo baje al jardín con Hansel.

—Si claro. Sea donde sea que ella este, seguro que también lo recuerda con una sonrisa  ¿no? —recita, recordándome lo que le dije a Hansel hace unos minutos.

—¿Estabas espiándonos?

—Estaba cuidando tu identidad que es distinto. —Se acerco a mí con pasos sigilosos y por unos segundos me apuntó con su dedo índice. —Cuidado con lo que dices Lena, un comentario inocente y podrías levantar sus sospechas, y entonces sí estarás perdida.

—Eso no va a pasar. Él no sospecharía de mí, él cree...

—¡Él cree! ¡Él cree!. Él puede creer muchas cosas Lena y con tu actitud y tu torpeza lo estas guiando hacia ti —me espeto, perdiendo totalmente la paciencia. —Esta noche íbamos a ir por el segundo elemento, íbamos a dar un paso grande que te garantizaría unos días más de vida, más de los que ellos tienen planeado para ti... pero tu preferiste quedarte a revivir sentimentalismos inútiles con el principito de tus sueños. ¡Sueños que también son inútiles LENA!

—¡Esa no era mi intención!. Yo no quería quedarme con él, y lo siento mucho sí me tarde, pero ¿Qué querías que hiciera? Que lo dejara ahí tirado para que mañana venga la reina y me proporcione otra bofetada.

—Lena, creo que no has entendido el significado de ser quién eres, o de quien quieres ser. Para ganar una batalla, primero debes sufrir el proceso, caerás, te levantaras, te lastimaran, te traicionaran y te harán sufrir de distintas maneras y ¿Sabes por qué? Porque el mundo es cruel, la envidia avunda en el aire que respiras, las personas no siempre son lo que aparentan y la vida al menos la de ustedes los humanos es corta, pasajera e impredecible.

Bajé la cabeza sin saber que responder, la frialdad en sus palabras me golpeó de una manera que no podría describir con palabras, simplemente dolió, porque la verdad duele, y él me la estaba diciendo.

—Si no estas dispuesta a sufrir el proceso, ninguna batalla tiene sentido, está batalla no tiene sentido —hablo bajando su tono de voz —porque la perdiste desde el momento en que bajaste la cabeza. Te jure lealtad por salvarme, y solo por eso hoy volveré a preguntartelo y quiero que respondas con la verdad ¿Aún quieres los cinco elementos? ¿Aún quieres hacerle justicia a tu familia?

Dio unos cuantos pasos hacia mi acortando la distancia entre nosotros, pero manteniéndose a una distancia prudente.

Lo pensé por unos segundos detenidamente ¿Aún quería seguir con esto? Siendo sincera conmigo misma diría que no. Pero siendo razonable, olvidándome por completo de mi vida antes de ser exiliada y recordando cada lagrima de mi madre, cada carencia que sufrimos y cada humillación que vivimos, encuentro la fuerza necesaria para levantar la cabeza y decir:

—Si quiero.

—Bien, entonces elige: El príncipe alborota polillas estomacales, o yo. Pero a los dos no puedes tenerlos. O tienes el bien de tu lado o tienes al mal, pero jugar de ambos lados no te llevara a nada.

—¿Me estas amenazando?

—No, te estoy aclarando las cosas que es distinto.

Limpie una lagrima de una de mis mejillas y lo miré descidida a los ojos. Sé lo que quiero, lo teno claro aúnque a veces flaqueé por eventos adversos, pero sé lo que quiero. Y sé a quien quiero, no, necesito conmigo.

—Entonces no hay duda, tú. Te elijo a ti.

Mi respuesta lo dejo helado. Más de lo que comúnmente es, pero al menos la tensión en sus hombros bajo notoriamente.

—¿Por qué? Podrías elegirlo a él y vivir una historia de romance con un final trágico perfecto.

—Porque él no haría por mí, lo que tu sí. Y porque tú eres el único ser en el que en estos momentos podría confiar hasta mi vida ¿entiendes?. Así que no vuelvas a dudar de mi prevalencia en esta batalla. Tú lo has dicho, van a lastimarme, y ya lo hicieron, van a traicionarme, y ya lo hicieron también, hoy pude haber caído, pero me has ayudado a levantarme. Así que cambia esa cara que me incomoda tanto y vamos a seguir luchando ¿bien?

Van pareció más convencido con esas últimas palabras, pero me advirtió que si no cambiaba mi actitud ante la eminente situación con Hansel y la reina, moriría más rápido de lo pensado. Le asegure que cambiaria y dominaría mis sentimientos, y que no desistiría en mi venganza.

***

—No puedo creer que yo esté haciendo esto.

Lo escuche rezongar por decima vez.
La noche aún era joven y después de la discusión que tuvimos, decidimos arriesgarnos e ir a Oceanía por el segundo elemento. Claramente para esto necesitábamos armas, vestuario y un peinado adecuado, peinado del cual se estaba encargando Van, pues resulto ser que también infecto de ese extraño polen a mis doncellas, así que no le quedo de otra que peinarme el mismo. Me estaba trenzando el cabello sin tener la menor idea de lo que era una trenza, por su inexperiencia dejo algunos pequeños mechones fuera de la trenza, pero al menos la hizo.

Gracias a los distintos obsequios y a las distintas clases de tela que me regalaron los nobles durante mi presentación, logre armar mi vestuario. Un pantalón negro, una blusa del mismo color con un corsé en la cintura, y unas botas de cuero por debajo de la rodilla. Van por el contrario solo cambio de camisa y pantalón, que buena falta le hacía, pero los colores no cambiaron. Con su magia rara le dio forma a la tela como él quiso y conseguimos los atuendos.

—Yo tampoco hubiera creído que me convertiría en la reina de Sunland sino lo hubiera vivido. Ya ves como no solo la vida de los humanos es impredesible — le conteste poniéndome de pie, dando unos cuantos pasos lejos del sillón.

—Como sea, vas a aprender a hacerlo tu misma. La próxima que me obligues a hacerlo, primero me ahorco con una de las millones de hebras oscuras que cuelgan de tu cabeza antes de hacerlo.

—Tú lo has dicho, yo te obligué, pero tampoco es que te haya puesto un puñal en el pecho para que lo hicieras —ironice, porque en realidad si lo hice, me sentía seriamente herida por como me hablo minutos antes, y lo amenace con no perdonarlo sino me hacia la trenza, así que de una u otra forma lo oblige. — Pero tal vez pueda compensar algo por la discusión de hace un rato y tu ayuda... con esto.

Me acerque a uno de los cajones de mi mesa de noche y de ahí saque una daga de metal con un aro de oro en la parte superior de la empuñadura. La hoja era recta puntuda y filosa, y en ella habían pequeñas espirales tallados.

Se la lance y él la atrapo sin hacer mucho esfuerzo. Su agilidad nunca dejara de sorprenderme.

—¿En serio? —pronuncio sin dejar de observarla.

—¿Qué? ¿no te gusta?

—¿Tenía que ser dorada? — soltó enarcando una ceja.
Ya había olvidado que el dorado y los colores pintorescos en general no van con él. La daga estaba bañada en oro, pero que podía hacer, lo importante es que logre conseguirla ¿no?

—Estamos en Sunland ¿Qué esperabas?

Se limito a juguetear con ella metiendo su dedo índice en el pequeño aro en la parte superior.

—Fuera de lo horrible que se ve, es interesante, podría divertirme mucho. ¿Qué es esto?

Señalo el rubí incrustado entre la empuñadura y la hoja.

—Es un rubí de fuego. Una piedra majestuosa que le da cierto realce...

—Sé lo que es. Me refería a el ¿Qué hace incrustada aquí?

—Es característica del elemento fuego y de quienes lo poseen. Su portador admiraba el elemento fuego, fue un obsequio de Terra.

—¿Era de tu padre?

Asentí con la cabeza. Mi padre guardaba muchas armas de ese tipo en casa, siempre lo recordaba limpiándolas con un delicado pañuelo rojo. El solía decir que un buen dragón no escondía todos sus huevos en un mismo nido, por eso el escondió algunas de sus armas en el palacio, lugares que yo conocía por supuesto.

—¿Por qué me la das entonces?

—Porque yo ya tengo dos —saque dos dagas de mis botas, eran iguales a la que le di a Van con la diferencia de que las mías eran de plata. — Y porque dije que me desharía de los sentimentalismos inútiles —hice enfasis con mi voz en la última palabra.

—Sabes a lo que me refería, y el recuerdo de tu padre es algo que respeto, despues de todo es por él que estas aquí y por quien estás luchando. Si no te conociera me darías miedo. —Comenta pero me limito a asentir con la cabeza, no iba a hablar de mi padre justo ahora. —Momento. Protesto ¿Por qué las tuyas son de plata?

—Porque me gustan, el rubí resalta más. Y a ti te va más la dorada —conteste con sin darle mucha importancia pasando por su costado. Me dirigí hacia el salón en mi habitación donde solía practicar hechizos con Frederick, ya que allí abriría el portal que nos llevaría a Oceanía.

Van me siguió de cerca y cerró las puertas con seguro.

—¿Estás seguro de esto? —pregunté viéndolo a los ojos.

—Nada es seguro fuera de tu burbuja de oro. Pero es el sacrificio que hay que hacer para que consigas los cuatro elementos restantes.

Guarde las dagas a un costado de mis botas, y me pare en la circunferencia del sol impregnada en el suelo.

Me llevo casi media hora abrir el portal. Abrir un portal que lleva a un lugar más allá de la muralla es complicado, al menos para mí lo es. Después de abrir el portal teníamos exactamente seis horas antes del amanecer, tenía que volver o al menos trataría de volver al amanecer antes de que todos despierten.

Al ser un portal especial, no lo hice sobre una pared, sino sobre la circunferencia que da forma al sol impregnado en el suelo, dándole forma ahora a un pozo azul claro brillante.

-—Por fin. Ya era hora, empezaba a aburrirme —comento Van a mi espalda estirando sus brazos.

—Creo que tomara menos tiempo a la próxima.

—Ojalá, no nos conviene quedarnos atrapados allá.

Se puso de cuclillas a un costado del portal y lo observo detenidamente por unos segundos.

—Llego la hora —anuncio regresando a verme a los ojos.

—Estoy lista —asegure.

Y lo estaba, tenía puesto el collar, tenía el coraje, tenía las armas, tenía un elemento y lo tenía a él.

Se puso de pie y extendió su mano hacia mí, ofreciéndomela. La observe y dude internamente por unos segundos antes de tomarla.

—Ni se te ocurra romantizar esto —se refirió a nuestras manos juntas. —Lo hago considerando que esta es tu primera vez fuera de tu burbuja de oro.

—Lo sé —conteste sosteniéndole la mirada.

—Entonces, será un placer ser tu guía.

Cierro los ojos, busco fuerzas en mi interior para dar el salto que me llevara a la mismísima guerra. No lo hago por mí, lo hago por mis padres, y por la vida que me negaron vivir.
Lo hago por la justicia.
Saltamos al pozo en el suelo, y nos sumergimos en un especie de trance que hizo que me aferrara más a la mano de Van. Todo paso muy rápido hasta que caímos en un suelo rocoso.

Caímos de cuclillas, o más bien logre caer así porque Van me sostenía la mano. Abrí los ojos y me vi rodeada por un inmenso mar, un cielo grisáceo y una pequeña isla rocosa sobre la cual estábamos parados. Un gesto de asombro no se hizo esperar en mí, porque entendí que verdaderamente ya no estaba en Sunland.

Van noto mi reacción, por lo que se apresuró a decir:

—Bienvenida a Oceanía Lena.

Autora:

Holaa!! Estoy por acá nuevamente un lunes. Me extendí un poquito sí, pero siento que el capítulo valío la pena. Sí encuentran alguna falta ortográfica por favor haganmelo saber. Ahora con todo lo que ha pasado en este capítulo me gustaría preguntarles:

¿Están listos para lo que se viene?

Porque sí, les aseguro que esto apenas comienza, se vienen grandes cosas.

Gracias por leerme <33

Los quiere Evie 🖤

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro