CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 28
LA MUERTE DE LA REINA
La oscuridad reina en el cielo nocturno. La luna y las estrellas son protagonistas en medio del cielo y el mar alrededor de Faes. El palacio entero está pintado de fiesta, lleno de luces mágicas —un regalo especial de los reyes de Oceanía para el rey de Faes por su cumpleaños número sesenta y cinco— la nobleza del reino entero se ha dado cita para celebrar el cumpleaños de su majestad. Hasta ahora, Safiye no ha intentado nada, lo cual ha generado en todos nosotros dos hipótesis.
Número uno: cayó en la trampa y asume que estoy intentando convertirme en la reina de Faes bajo cualquier medio.
Número dos: está analizando cautelosamente su siguiente paso, y piensa darlo está noche.
—Los invitados empezarán a llegar en aproximadamente media hora, la reina no ha hecho ningún movimiento extraño, y no se la ha visto salir de su habitación después de su paseo por el reino esta tarde, así que es muy probable que esté planeando algo. Los quiero a todos con los sentidos bien abiertos, no sabemos con qué nos pueda salir, así que deben mantenerla vigilada toda la fiesta, incluso cuando desatemos el caos. Cualquier gesto, cualquier morisqueta, incluso una simple mirada podría delatarla —explica Jared a su manada con voz autoritaria.
Nos encontrábamos en una cámara secreta bajo el patio central del Palacio, la cámara se mantenía iluminada por las antorchas colgadas en las paredes rocosas, desde aquí sus lobos se desplazarian junto a Van hasta el bosque. Allí interceptaran los carruajes de algunos nobles, previamente seleccionados. Van distraerá al cochero, paralizará a los caballos de ser necesario, mientras que los lobos se encargaran de utilizar polvos media luna para dormir a los nobles sin ser vistos. Vesnom se encargara de mantener sus cuerpos a salvo durante el baile, al tiempo que terminara una poción de sangre —poción en la que estuvo trabajando en conjunto con Frederick. Misma que servira para que la manada de Jared adopte la forma física de los nobles; tan solo tenían que agregar tres gotas de sangre del noble al que deseaban y adoptarian su físico por un lapso de tiempo de dos horas, pasado ese tiempo volverían a ser ellos mismos—. El plan era simple pero arriesgado para Van, puesto que todos esos nobles, incluso el cochero, son lobos, lobos con un alto autocontrol, y los nobles alfas muy poderosos.
En esta pequeña cámara existía un túnel que los conduciría a todos al bosque, así ningún guardia los vería salir, y mucho menos detectarian el olor de Van.
—Lo sabemos, todos tenemos claro el papel que desenvolveremos esta noche. Yo mismo me encargare de que no exista margen de error, todo será llevado de acuerdo al plan —le aseguro Maxthon; quien estaría al mando de la misión fuera de palacio.
Frederick y Vesnom los acompañarán desde lejos, sólo para asegurarse de mezclar la dosis correcta de la poción junto con la sangre de los nobles. Jared, Hansel y yo nos quedaremos para hacer nuestra respectiva entrada al baile a la hora correspondiente.
—Confío en que así será —. Jared le sostuvo la mirada por un par de segundos antes de volverse hacia Van, quién estaba detrás de mi junto a Frederick.
—¿Estás seguro de lo que vas a hacer? Los nobles son conocidos por su fuerza y frialdad a la hora de matar, sí no actuas rapido y los provocas de más este plan puede irse derechito a la mierda.
Van esbozo una sonrisa divertida, despreocupado, como sí no creyera en las palabras de Jared, o aún peor, como sí con esa sonrisita dijera que él puede ser mucho más agresivo y letal.
—¿Sabes por lo que son conocidos los Vampiros? —.Dio un paso hacia Jared. Bajo momentáneamente su mirada hacia mí, volvió a levantarla hacia Jared. —Por ser ágiles y letales.
Un incómodo silencio se extendió por unos largos segundos.
Hansel tenso su mandíbula detrás de su hermano, mientras que Jared se limitó a asentir levemente con la cabeza dibujando una dura línea en sus labios. Jared y Van estaban a tan solo unos pasos de distancia, detrás de Van ahora estábamos Frederick, Vesnom y yo, detrás de Jared, Hansel junto a toda su manada. A pesar de que habíamos conseguido llegar a un acuerdo con Jared y su manada, el tener que trabajar y aceptar a un vampiro en su entorno aún les costaba trabajo, y seguía causando pequeños e incómodos momentos de tensión. Yo hubiera preferido que Van no fuera partícipe de esto, de por sí ya era muy peligroso para él estar aquí, y solo sé ponía a sí mismo en más peligro al ir como carnada de lobos.
En esta ocasión no fui yo la que rompió con el silencio, sino el mismísimo Van.
—Voy a hacer esto por Lena, sé muy bien qué papel desarrollaré esta noche, así que no tienes que preocuparte por mí, y mucho menos designar a uno de ellos para que me respire en la nuca —afirmo con el tono de voz fría que tanto lo caracteriza.
—Bien —se limitó a decir Jared.
—Majestad, por todos los cielos, controle al indeseable, o terminaremos protagonizando una pelea aquí abajo —me susurro Frederick disimuladamente por encima de mi hombro.
Suelto un suspiro nerviosa antes de dar un paso al frente.
—Entonces, todos estamos listos. Van está listo, y para su tranquilidad, Frederick a convivido con él desde hace algunos meses, y es la clara prueba de que Van no traiciona, ni falta a su palabra, así que puede estar tranquilo príncipe Jared, Van no se pasara de la raya al menos algún lobo lo haga primero ¿no es así Frederick? —me giré hacia él en busca de una confirmación. No, mi mirada estaba exigiéndole que afirmara mis palabras.
Frederick me miró con los ojos muy abiertos, quería que frenara la tensión, pues bien no iba a hacerlo sola, se aclaró la garganta con incomodidad antes de hablar.
—En efecto, los vampiros podrán ser bestias, pero... este es una bestia decente —dijo con torpeza y yo frunci el entrecejo hacia él.
Van se giró hacia él y le dedicó una mirada que no pude descifrar con exactitud.
—Creemos en su palabra majestad —me aseguró Jared, aúnque en el fondo no sonaba muy sincero. —No hay tiempo que perder, todos deben tomar sus posiciones en el bosque.
Asentí con la cabeza. Jared hizo un gesto hacia su manada, gesto que interpretaron como luz verde para avanzar a través del túnel que los llevaría al bosque. En medio de la conmoción por su retirada nientras Jared se dirigía a unos lobos, tome la mano de Van y lo atraje hacia mí con disimulo.
—Prométeme que sí las cosas se salen de control no responderás con violencia a menos que tu vida dependa de ello. Prométeme que volverás con vida Van. Prométeme que te ocultaras bien hasta que sea hora de irnos —le dije con un tono de voz débil, asegurándome de que nadie aparte de él me escuchara.
Se volvió hacia mí con una mirada tierna que me envolvió el corazón en un salto de emoción, daría lo que fuera por poder besarlo en este instante, pero por el bien de la misión debo contenerme.
—Prometo que estaré bien siempre y cuando tú lo estés —subió mi mano entrelazada con la suya a la altura de sus labios y depositó un tierno beso en mis nudillos —mantén los ojos muy abiertos, recuerda que sea dónde sea que estés, voy contigo, como tu sombra, así que no hay forma de que te hagan daño sin que yo lo sepa. —Concluyó con un tono de voz grave y profunda, justo el tono de voz que hace que mi razón se vaya al piso, pero no ahora, no en medio de un momento tan importante como este.
Me regalo una sonrisa, antes de avanzar junto a Frederick por el túnel. Me incliné y miré a través de la entrada del estrecho túnel, hasta que los vi desaparecer por completo.
—¿Estas lista? —quiso saber Hansel, posando una mano sobre mi hombro a mi espalda.
—¿Hay una forma de estar lista para morir? —dije paseando mi mirada entre él y Jared, quien se mantenía con un semblante duro de brazos cruzados.
—Si, no tener motivos para vivir —contestó Jared encogiéndose de hombros.
—Pero tú tienes muchos, empezando por hacerle justicia a tu familia, rescatar tu reino, y recuperar lo que por ley te corresponde —puntuó Hansel con una sonrisa, la cual conteste con una igual, sin despegar los labios.
—Recuerdas lo que debes hacer ¿no? —preguntó Jared enarcando una ceja.
—Si —afirme. —Me mantengo segura del brazo de Hansel toda la noche hasta que Maxthon abra paso para mi entre los presentes de manera discreta, así me acerco al balcón que da al mar dejo la máscara en el suelo, y desaparezco, el resto corre por su cuenta ¿no?
—Por mi cuenta — añade Hansel. — Frederick dejo esto conmigo —metió su mano a uno de los bolsillos de su pantalón, y saco un pequeño envase de cristal con un contenido verdoso en su interior —es una poción que hace que pierda la memoria de un corto plazo, en este caso me ayudaría a olvidar los acontecimientos de los últimos días, me ayudaría a olvidar tu identidad como reina, a Frederick dentro del reino y a... el vampiro —una leve mueca se hizo presente en su rostro —pero principalmente, hará que olvide que esto solo es una actuación, así mi reacción al no encontrarte, al creerte muerta, será más real, y a Safiye no le quedará ni una sola duda de tu muerte.
—Me parece exagerado que tengas que hacer eso —protesto Jared.
—A mí me parece una buena estrategia, pero ¿Cuánto tiempo durará el efecto? —quize saber.
—Pienso igual, además es solo un pequeño trago, Frederick me aseguro que su efecto no dura más de una hora, pasada la hora, y una vez pasado el gran espectáculo, mis recuerdos volverán como olas a mi mente — aseguro.
—¿Entonces pretendes beber eso para hacer más creíble el acto de su muerte? —. Jared me señaló con el mentón.
—Básicamente sí —respondió Hansel encogiéndose de hombros.
—Me sigue pareciendo una imprudencia de tu parte. El que borres tus recuerdos, no significa que pierdas tus habilidades —dio un par de pasos hacia él señalándolo con el dedo índice —una mínima provocación y puedes perder el control lo recuerdas ¿no?
Miré a Hansel con una expresión que reflejaba mi preocupación, pero él no se molestó en mirarme, mantenía su mirada fija en su hermano. Jared tenía razón, hacer que olvide el plan, y crea plenamente que Jared me ha asesinado solo hará que se salga de control, frente a todos, frente a Safiye.
—Para eso estarás tú ¿no? Para sacarme del salón antes de que me exponga de más.
—Hansel —la voz de Jared sonaba a regaño.
—Por favor Jared.
—Aunque pudiera sacarte, te pones muy violento, y un lobo joven como tú, fuera de sí hace la fuerza de tres con autocontrol —le dijo con voz más suave.
—Ahora que lo pienso, Jared tiene razón, la idea es muy buena, pero no puedes arriesgarte así, pondrías en peligro la vida de Jared y de todos dentro del salón, lo mejor será que no lo hagas Hansel —dije y su mirada por fin se encontró con la mía.
—Está bien, acepto que Jared tiene razón, una hora es mucho tiempo ¿media está bien? —paseó su mirada entre su hermano y yo.
—Díez minutos me resulta mucho —masculló Jared.
—Diez minutos serán entonces —aseguró con una leve sonrisa.
Jared negó con la cabeza al igual que yo, dijéramos lo que dijéramos no le quitaríamos esa idea de la cabeza. De todos modos, él sería el más afectado al enterarse de mi muerte, y según él, la única forma de que su expresión sea totalmente genuina es perdiendo la memoria temporalmente.
—Bien, pero no más de un sorbo, o prometo que sí te pones violento te arrastraré hasta la mazamorra de control y te pondré un cintillo con espinas en la cabeza —soltó entre dientes Jared, señalándolo con el dedo índice. Acto seguido se dispuso a subir las enormes escaleras de piedra hacia la puerta secreta en el patio.
—¿Verdaderamente hará eso? —le pregunté a Hansel una vez que estuvimos solos. Jared me había demostrado en más de una ocasión que podía llegar a ser muy violento, pero también he notado, que es más considerado con Hansel que con cualquier otra persona.
—No, o eso es lo que prefiero creer. Esa es su manera de asegurarse de que tome solo un sorbo —admite encogiendose de hombros.
—Espero que así sea, aunque yo preferiría que lo reconsideres, y no lo bebas, con que Safiye crea que estoy muerta basta —le asegure.
—Exacto, ese es el punto, hay que hacer que lo crea. No te preocupes por mí. Sé lo que hago, he estado practicando mi autocontrol con Jared y estoy mejorando, te lo aseguro.
Aunque en sus labios había una sonrisa en sus ojos podía ver otra cosa, no era temor, era algo más, Hansel estaba ocultando algo más, pero este no era el momento para hablar o preguntar sobre ello, no lo era.
—¿Vamos? —me ofreció su brazo. Asentí con la cabeza y enganché mi brazo del suyo.
Subimos las escaleras de piedra iluminadas por antorchas pegadas a la pared. Sin duda alguna, el Palacio de Faes era toda una cajita de secretos, cámaras y pasajes se escondían detrás de cada cuadro, antorcha o inclusive en el suelo. Cuidando de que nadie nos viera abrimos la puerta de piedra que ocultaba la entrada a la cámara, Jared ya había subido y la había dejado cerrada, como era de esperarse. Subimos con cuidado de no ser vistos y pusimos la piedra que se camuflaba en el jardín con cuidado en su lugar. Hansel me acompañó hasta el puente de piedra que llevaba a mi habitación, allí nos despedimos y quedamos de encontrarnos dentro de una hora para bajar al baile. Durante ese tiempo la manada de Jared ya debería haber llevado a cabo su misión y estar infiltrados en el baile jugando su papel de nobles cerca de Safiye.
—Majestad ¿Cuándo pretendía llegar? Me tenía muy preocupada —soltó Yuri con una voz chillona en cuanto atravesé la puerta de la habitación.
—Lo siento Yuri, estaba en dónde tú...
—Olvídelo, después me cuenta, tenemos menos de una hora para que quede regia para el baile —me corto al tiempo que me metía a empujones al cuarto de baño.
Yuri tenía todo listo; el agua tibia, cremas y lociones para hidratar mi piel. Apenas y pude disfrutar del baño, Yuri insistía en que teníamos poco tiempo, y me sacó a las carreras del cuarto de baño con una toalla blanca alrededor de mi cuerpo y otra envolviendo mi cabeza. Me senté en el pequeño taburete blanco frente a la mesa redonda al tiempo que Yuri secaba a toda prisa mi cabello a toques con la toalla.
—¿Hicieron los arreglos que pedí en el vestido? —quise saber mientras ella se disponía a cepillar mi cabello casi seco.
—¡Siii! Quedó aún más precioso con los detalles que agregaron. Cómo usted pidió se le quito lo exagerado, nada de piedras ni falda muy abultada ¿Quiere verlo? —chilló emocionada.
—No, mejor termina con mi cabello primero. Tú misma has dicho que no contamos con mucho tiempo, además, en un par de minutos podré apreciarlo sobre mi cuerpo ¿no?
—Sii, tiene razón, no contamos con mucho tiempo. Pero estoy segura de que se va a ver como la reina que es en el vestido —chilló más emocionada de lo normal.
Estoy segura de que Safiye usará todo un monumento como vestido, como siempre buscará llamar la atención, y yo no pretendo opacarla, pero sí, ser la horma de su zapato. No se necita de un gran vestido para resaltar la belleza, y yo iba a demostrarselo esta noche.
Yuri les dio forma a unas delicadas ondas a mi larga cabellera, como siempre lo adorno con algunos tocados con forma de mariposa, pero yo le pedí que los retirara, en lugar de mariposas, le pedí que incrustara en dos pequeñas trenzas en forma de diadema estrellas de plata brillantes, y en el centro justo a la mitad una media luna dorada. Yuri amo el resultado más que yo. La diadema estaba compuesta de tres estrellas de plata a cada lado y de una media luna dorada en el centro, de allí se desprendían dos pequeños mechones de cabello que caían hasta mi mejilla.
Complementamos el maquillaje con un color azul cielo delicado, combinado con una sombra plateada que resaltaba el azul de mis ojos. Me encargue de pintar mis labios de un color rojo no muy encendido. Menos, es más, al menos para mí lo es, más, ahora que haría mi última aparición como Malena Beaumont, siendo yo misma, aunque fuera solo por la magia del calón, mismo que también tendría algo de protagonismo esta noche, pues el vestido tiene un corte recto lo que le dará mayor visibilidad.
—Es usted muy bella, majestad, parece un hada, y aún más bella que eso es una reina —me alago Yuri mientras yo admiraba mi peinado y maquillaje frente al espejo de mano.
Observarme así, me hacía recordar muchas cosas, entre ellas las noches frías en las que pase hambre junto a mi madre, nunca pensé en que el reflejo de aquella muchacha exiliada podría convertirse en esto, el reflejo de una bella joven; de una reina.
—Ahora sí, es momento del vestido —chilló Yuri emocionada al tiempo que se dirigía hacia el armario. Abrió ambas puertas y sacó con cautela el vestido.
Yuri lo levantó frente a mí con una gran sonrisa, a expectativa de mi reacción. Siendo sincera era muy bello, aún sin pedrería ni corsé, el diseño y la tela del vestido imponían gracia y elegancia.
Y en mi cuerpo, era una obra maestra de ensueño. El corpiño ceñido realzaba mí ya no tan delgada figura —desde que empecé a entrenar con Van, mis muslos abdomen e incluso mis brazos y espalda se tonificaron y dieron forma a una mejorada silueta— confeccionado con un delicado tul azul oscuro que captaba la esencia del cielo nocturno. Desde la cintura se desplegaba una amplia falda que caía con elegancia hasta el suelo, sus capas superpuestas de tela translúcida capturando la luz con un brillo casi etéreo. Lo más fascinante eran las salpicaduras doradas en la tela, como gotas doradas llevadas por el viento, creando un efecto deslumbrante que para mí significaba más que un simple diseño; la fuerza y voluntad que se requiere para brillar en medio de la oscuridad. Entre más me veía frente al espejo más me convencía de que ese detalle dorado era como un atisbo de magia, de mi magia. Al moverme, el vestido se deslizaba suavemente, susurrando cuentos de lujo y elegancia, mientras el delicado juego de luces hacía que las salpicaduras doradas brillaran con cada paso.
Era justo como lo deseaba.
Ni muy pesado, ni muy extravagante.
Elegante pero sencillo a la vez.
—Increíble. Sí no lo supiera, juraría que pertenece a la realeza, no cabe duda que usted nació para ser princesa —Yuri cubrió su boca con ambas manos. —No, usted nació para ser reina.
Volví la mirada hacia mi reflejo en el espejo de cuerpo entero junto al closet. Yuri tenía razón, me veía hermosa con el vestido, tenía todo para ser una princesa, todo, menos el título. No nací siendo una princesa de la realeza, sin embargo, ahora soy la reina de Sunland, y como tal debo luchar para hacer justicia, recuperar mi reino, recuperar mi vida, y de ser posible mi identidad. El calón brillaba sobre mi pecho, los delicados pendientes de plata también destacaban bajo los mechones de mi larga cabellera
—Gracias Yuri —volví mi mirada hacia ella. —Gracias por servirme todo este tiempo, y gracias... por guardar mi secreto.
—Esto es una despedida ¿no? —el brillo en sus ojos desapareció por completo.
Asentí con la cabeza, después de fingir mi muerte, debía irme antes de que alguien pudiera descubrir la mentira.
—Fue un gusto y un honor servir a la realeza de Sunland, quien le queda eternamente agradecida por salvarme la vida soy yo —con la voz débil, y la tristeza invadiendo su rostro, Yuri hizo una reverencia ante mí.
—De todas las doncellas que he tenido tú has sido la mejor —le aseguré posando una mano sobre su hombro. Aún con la mirada cabizbaja posada en algún lugar del suelo, ella volvió a dirigirse hacia mí.
—De eso no tengo la menor duda, espero que esta noche sea la mejor de su vida... sino es la última.
El tono de voz con el que Yuri dijo eso fue totalmente distinto a los que suele usar comúnmente, había más profundidad en su voz, y aunque quizás nadie me creería sí lo dijera, podría jurar que su tono fue malicioso.
—¿A qué te refieres? —pregunte frunciendo el entrecejo al tiempo que bajé mi mano de su hombro con cautela. Ella no tardó en sacudir su cabeza y levantar su mirada.
—De que le estoy muy agradecida y que espero que todo salga bien ¿no?
El brillo había vuelto a sus ojos, sin embargo, algo me pareció que estaba fuera de lugar.
—Claro, claro —musité examinándola con la mirada—. Creo que ya es hora de que baje, Hansel debe estar esperándome —me excuse para salir de la habitación lo más rápido posible.
—Por su puesto. Cuídese mucho, de corazón espero que recupere su reino, así tal vez algún día, pueda ir, aunque sea de visita, claro —la voz chillona y dulce estaba totalmente de vuelta.
Quizá solo mal entendí su tono hace un momento, quizá los nervios me hacen ver cosas donde no las hay, Frederick y Vesnom la examinaron, Yuri está completamente bien, yo impedí que esa runa le hiciera daño.
Volví a dar un par de pasos hacia ella y esta vez le di un pequeño abrazo. Yuri respondió a mi abrazo estrechándome con ternura, casi cuidando de no tocarme demasiado. Me aleje un poco, pero deje mis manos sobre sus hombros.
—Por supuesto, en mi reino siempre serás bienvenida, cuando quieras —le asegure.
—¿De verdad? —chilló emocionada antes de volver a abrazarme — muchas gracias majestad, usted es la mejor de las majestades que mis ojos han visto.
Sí esa era Yuri. Y estaba bien, estaba siendo ella, la que estaba pensando de más era yo.
***
La brisa helada acompañaba mis pasos sobre el puente de piedra, removiendo mi cabello y la falda de mi vestido, Hansel estaba a unos cuantos metros en el puente, apoyado en la baranda de roca admirando el infinito mar.
Mis pasos debieron desconcentrarlo pues se giró hacia mí casi en un respingo.
—¡Malena! —exclamó con una sonrisa antes de caminar ha mi encuentro.
Ambos caminamos hasta encontrarnos frente a frente a la mitad del puente.
—Te ves —me recorrió con la mirada —hermosa, más que eso, estás bellísima.
Le agradecí con una sonrisa en los labios, al tiempo que le devolví el halago. Hansel también tenía un muy buen porte al igual que su hermano, el pesado de Jared, solo que al contrario de él, Hansel tenía una sonrisa encantadora, un cabello liso perfecto, y la amabilidad y gentileza de un príncipe.
Vestía un uniforme con los colores característico de su reino, que como príncipe le correspondía, el solo portarlo hacía que irradiara un aura de nobleza y autoridad. Su casaca azul real, de un tono profundo y majestuoso, estaba adornada con intrincados bordados en hilo de plata que serpenteaban como enredaderas brillantes sobre el rico tejido. Sobre sus hombros descansaban hombreras doradas, trabajadas con esmero para simular hojas de laurel, simbolizando al presente otoño, y el pronto cambio de mando en el reino, pues se decía que el rey ya estaba en su propio otoño. La capa que caía desde sus hombros era de un azul oscuro que complementaba el resto de su atuendo, y en su borde ondeaban estampados relacionados a la luna y las estrellas en plata, acentuando la figura erguida de Hansel. Su pantalón blanco también destacaba cierto brillo, no estaba elaborado con cualquier tela, al igual que sus botas negras.
Nuestros atuendos combinaban en lo azul, y lo blanco, las salpicaduras doradas fueron cosa mía, pero aún así combinábamos a la perfección.
—Creo que lo único que olvidaste fue esto —me extendió lo único que me faltaba para completar el atuendo de esta noche: una máscara.
La máscara estaba elaborada con un delicado encaje blanco, diseñada para cubrir la mitad de mi rostro, adornada con pequeñas perlas relucientes ante la luz de la luna. Las finas cadenas que caían a cada lado, casi como lágrimas cristalinas, acentuaban la elegancia etérea de la máscara. No era un animal, en su lugar la máscara representaba una caída de estrellas.
—Es bastante llamativa ¿no crees?
Hansel esbozó una sonrisa.
—No lo creo, solo complementa tu belleza esta noche. ¿Me permites? —hizo un gesto levantando la máscara a la altura de mi rostro, esperando el consentimiento para ponérmela. Sin pensármelo mucho asentí con la cabeza. Él dio un paso hacia mí, con delicadeza acomodo la máscara sobre mi rostro y la ató debajo de unos cuantos mechones de cabello para ocultar los cordones. Teniéndolo así de cerca podía sentir su respiración sobre mi nuca, podía oler su exquisito perfume, entre romero y otras especias que no logro descifrar. No estaba nerviosa, sé lo que siento por Hansel, y es solo agradecimiento, cariño fraternal tal vez, lo que me ponía tensa al tenerlo así de cerca es el pensar en que Van con alguna de sus extrañas habilidades viera esta escena, y lo que menos quiero es que se salga de control allá afuera.
Lentamente Hansel se alejó de mí, posó una mano sobre mi mejilla y susurró:
—Estoy orgulloso de ti, bajar allí abajo es un acto de valentía. Vas a enfrentar a tu enemiga y vas a superar muchos de tus temores, incluso los que no sabías que existían, estoy seguro que sí la piedra te eligió para ser reina, es porque vio tu valía y no solo porque por tus venas corra sangre real.
Sus palabras hicieron que un pequeño nudo se forme en mi garganta. Es cierto, esta noche probablemente definiría muchas cosas de mi futuro, de mi reino, y en el fondo sentía esa angustia de que algo no saliera según lo planeado, pero tambien temía que Safiye pudiera atentar contra ellos.
—Gracias Hansel, gracias por ser un gran amigo —susurre en respuesta.
El silencio se extendió entre los dos por un par de segundos, segundos en que solo las olas del mar podían escucharse a lo lejos. Hansel sonrió sin despegar sus labios y depositó un tierno beso por encima de la máscara en mi frente. Su beso me dejó atónita, pero no dije nada, ni me moví siquiera, él bajó delicadamente su mano de mi mejilla. Dio un par de pasos hacia atrás con la sonrisa aún en su rostro, y comenzó a ponerse su máscara. Al contrario de la mía la suya sí era la de un animal: un lobo blanco.
—Ni me lo agradezcas, para serviros estoy reina de Sunland —hizo una exagerada reverencia divertido una vez tuvo la máscara puesta.
Gentilmente me ofreció su brazo, enganche el mío al suyo y comenzamos a caminar hacia el gran salón bajo la hermosa luz de la luna y los susurros del mar.
Aunque me mostraba tranquila y hasta cierto punto airosa por lo bien que me sentaba tanto la máscara como el vestido, en mi interior rondaba el miedo, no por Safiye, pero sí por Van. Sí los nobles de Faes son alfas poderosos como lo dijo Jared, existía una gran posibilidad de que las cosas se compliquen.
Las alfas podrían atacar, Van se saldría de control y sin mí allí... sería toda una masacre.
—¿En qué piensas? Te noto en las nubes —pregunta Hansel agitando su mano libre frente a mi rostro.
Sacudí mi cabeza intentando desvanecer de ella los malos pensamientos.
—En nada importante, solo tonterías —me excuse sin darle mucha importancia.
—No creo que sean tonterías sí te quedas en las nubes por ellas.
—Es la manada... y él. Me preocupa que se salga de control —confesé sin pensarlo dos veces, pero al instante me arrepentí de lo dicho. Hansel aún se alteraba con solo verlo, se suponía que no debería ni nombrarselo, sin embargo, ya lo había hecho. Sin desenganchar nuestros brazos mientras recorríamos el corredor hacia el salón me giré hacia él.
—Ni te molestes en disculparte, está bien, sé que existe, no me voy a salir de control solo porque lo nombres —se adelantó a decir antes de que yo pudiera disculparme. —No debes dejar que eso te aturda, la manada de Jared son un equipo muy unido. Cuando él les asigna una misión, se dan la tarea de cumplir al pie de la letra las indicaciones de mi hermano, no por nada lograron convertirse en parte de su manada.
Sus palabras sonaban tranquilas y sinceras, lo que me quitó un gran peso de encima.
—¿Les fue difícil ser parte de la manada? —pregunté desviando totalmente la conversación.
—Cada uno tiene una historia diferente, lo que quiere decir que se unieron a la manada de forma diferente. Jared es alguien que valora la lealtad, el compromiso y la disciplina, en cada uno de los miembros de su manada vio algo como eso, sino es que lo vivió. No conozco la historia de todos, pero sí la de Maxthon el hijo menor del capitán de la guardia media luna, él y mi hermano se hicieron mejores amigos desde pequeños, ambos mostraron que poseían el gen a los doce años, desde entonces entrenaron juntos, estudiaron juntos, y después de la graduación formaron la manada juntos.
—Nada predecible —ironice.
—Exacto —esbozo una sonrisa. — Jared los eligió por razones distintas, pero todos se han comprometido con servir a sus causas, se protegen entre ellos mismos, mejoran día a día sus habilidades, autocontrol, y se mantienen juntos a pesar de las riñas que suelen surgir.
—Eso habla de la lealtad entre ellos.
—Sí. Y también de su compromiso... mira hacia allá —señaló la barandilla del corredor con su mentón. El corredor daba vista al patio central, justo dónde una hermosa fuente adornaba el jardín lleno de lirios, flores y arbustos. Un carruaje oscuro liderado por caballos blancos estaba rodeando la fuente, se detuvo justo al pie de la entrada dónde la alfombra roja comenzaba su recorrido hasta el gran salón.
Me acerqué al barandal de la mano de Hansel curiosa, y más que eso ansiosa. Según escuche decir a Jared hace unas horas ese debe ser uno de los carruajes a interceptar: Lord Renigerl.
Un paje se apresuró a abrir la pequeña puerta del carruaje, mis manos se cerraron en puños de los nervios. Un hombre muy elegante bajo de él carruaje acompañado de una esbelta mujer de cabello rubio.
El Lord se movía con imponencia, airoso, mientras que la mujer parecía tener serios problemas con su vestido y zapatos. El vestido rojo de corsé y falda amplia hacía que sus pasos fueran torpes, su esposo al contrarió parecía muy interesado en recorrer las instalaciones con la mirada, o al menos eso creí hasta que el Lord levantó la mirada hacia el corredor, su mirada pasó de Hansel a mí, para luego asentir levemente con la cabeza antes de girarse hacia su acompañante. El Lord tomo a la que se supongo es su esposa del brazo y la ayudó para que tuviera más equilibrio, después de asegurarse que podía mantenerse de pie con el vestido, enganchó su brazo al suyo y empezaron a subir los amplios escalones de piedra, aunque la lady parecía ser muy torpe en su andar, más de una vez vi al Lord poner cara de desaprobación hacia ella, y eso que apenas llevaban tres escalones.
Me gire hacia Hansel quien se esforzaba por no reír a toda voz. Entonces lo supe, todo había salido bien, y aquella lady que no podía ni caminar con tacones no era otra que la misma Sheynnis.
—No puedo más —Hansel soltó una risita por lo bajo.
—Bueno al menos lo están intentando. Y eso nos muestra que todo salió bien.
—¿Bien? ¿Has visto cómo caminaba Jace? La nobleza no le sienta para nada, casi puedo oírlo rezongar porque los zapatos no son de su talla.
—Espera ¿Jace? —pregunté perpleja.
—¿No lo habías notado? Aquella rubia de ojos bonitos, era el pequeño Jace, y el Lord fornido y serio Maxthon —afirmó tratando de contener su risa.
—Sinceramente, pensé que era Sheynnis —confesé.
—En la manada solo hay una mujer y muchas ladies que cubrir, y esa no era Sheynnis te lo aseguro.
Mis labios se curvaron en una sonrisa.
Jace era un chico de dieciocho años, pero había encarnado a una lady de por lo menos treintaicinco años. Creo que ninguno contó con encarnar a las ladies sino hasta que estuvieron allá.
Más tranquila, y con menos ansiedad sobre mi cuerpo, seguí mi camino junto a Hansel hacia el baile. Entre más nos acercábamos al gran salón más luces mágicas y telas decorativas veía. La decoración con telas en colores azul y blanco, adornaban los cuadros extraños en las paredes y algunas portaban el escudo de armas del reino con el lobo blanco rugiendo de perfil.
—¿Estás lista? —quiso saber Hansel una vez estuvimos al pie de las escaleras de piedra adornadas con flores blancas y telas azules en el barandal de piedra liza. Una alfombra roja cubría los escalones y subía hacia el encuentro con la otra escalera que conectaba a otro pasillo interno con el gran salón.
Bajé momentáneamente la mirada, solté todo el aire retenido en mis pulmones antes de volver a tomar una bocanada con más fuerza. La música suave acompañada de voces alegres se escuchaba al otro lado de la pared que aún nos mantenía ocultos. Escuchar la música, las voces hizo que..., hizo que recordara aquel día, el día de mi coronación. En ese momento todas las miradas estaban sobre mí, todos con fines diferentes, todos con deseos ocultos, y otros no tan ocultos... como el suyo. Como el de Safiye.
Ella quería usarme, y lo hizo en mi cara, se movió con tal audacia que ni siquiera Van pudo predecir sus planes, manipulo todo a su favor, incluso llegué a creer que alguien más provocó el atentado, cuando en realidad la culpable siempre estuvo frente a mis ojos, pero utilizando un muy buen disfraz.
Ahora, era mi momento.
Ahora, es momento de que sea yo quien utilice el disfraz.
Es hora de que yo dejara de ser el peón y tomara mi lugar de reina del otro lado del tablero.
Ahora yo tomaría el mando.
Levante la mirada hacia la de Hansel. Expectante esperaba una respuesta. Y con un asentimiento de cabeza yo se lo di. Ejercí más fuerza en mi agarre sobre su brazo, y con mi otra mano libre levanté parte de la falda de mi vestido con gracia.
Descendimos con altiveza hasta llegar al cuadro dónde se encontraban ambas escaleras para posteriormente ser anunciados formalmente por un hombre de traje oscuro ante todos. Paseé mi mirada por el salón, ninguno de los presentes enmascarados parecía notar nuestra presencia, al menos no aún. Pero yo ya había ubicado a mi verdugo a pesar de traer puesta una mascara —vestido con un traje similar al de Hansel, pero en colores un tono más oscuro— junto a la que esta noche sería nuestra presa.
Safiye vestía un glamuroso vestido dorado acompañado de una mascara extravagante. Resaltaba en medio de un montón de vestidos beige, blanco, rojo, verde, naranja y azul, como el mismo sol en el atardecer. La mayoría de nobles rondaban entorno a ella, riendo y hablando de quien sabe que cosas, mientras que Jared jugaba muy bien su papel.
Apenas tuve una vista completa del salón, vi cómo Jared mascullaba algo hacia Safiye endureciendo aún más su expresión al tiempo que ambos se giraron hacia mí.
La maliciosa mirada de Safiye se encontró con la mía por unos leves segundos, segundos en los que le asegure que no podría conmigo, luego fingí demencia y continué con mi acto apegándome más al brazo de Hansel al tiempo que forzaba una gran sonrisa.
El hombre de voz fuerte y grave espero que Hansel y yo estuviéramos parados en el centro del cuadro frente al barandal de plata a la vista de todos para hacer el anuncio:
—Su alteza real el príncipe Hansel Renaldi de Faes y Lady, Alena Beuford de las tierras de Sunland.
Sí, Alena Beuford, fue el nombre falso que adopté. Después de varias sugerencias decidimos que me quedaría con ese, al menos por esta noche.
Todas aquellas miradas giraron hacia nosotros con curiosidad. Hicieron una pequeña reverencia hacia su príncipe, pero no quitaron la mirada de la mujer a su lado: de mí.
—Que sus miradas no te intimiden —susurro Hansel sin dejar de sonreír.
—Eso trato —dije de la misma manera, al tiempo que empezamos a descender por las escaleras a los costados del barandal.
El salón de baile se desplegaba ante los ojos como una obra maestra de opulencia y esplendor barroco. Las escaleras de piedra pulida descendían en un majestuoso arco cubiertas por una elegante alfombra roja. Desde lo alto, caían pesados cortinajes de terciopelo azul y blanco, resaltando el brillo de los candelabros de cristal que colgaban del techo abovedado, esparciendo su luz en miles de destellos que bailaban en el aire como las luces mágicas de los pasillos. En cada pared había un escudo de armas con el lobo blanco rugiendo adornado con telas que pasaban por debajo de el y se alzaban hasta el techo.
Comparado con el glamuroso baile que ofreció Safiye para mi coronación este era mucho más sencillo, tal vez también influía el hecho de que la mitad de todo en este plació es roca. Sí no supiera las razones, diría que la falta de una reina ha hecho que el palacio luciera de esta manera. Pero a mi parecer el rey se ha lucido bastante con la decoración, después de todo, esta celebración es por su cumpleaños, y detrás de eso está..., bueno, están las razones por las que invitó a Safiye, aunque lo que menos quiere es tolerarla.
A cada paso, el eco de la música alegre resonaba en las baldosas pulidas del salón, mientras una multitud de figuras elegantemente vestidas se movía con gracia, sus trajes y máscaras añadían un aire de misterio y zozobra ante las miradas curiosas que no se molestaban en ocultar. El ambiente era una mezcla embriagadora de perfumes exóticos, risas veladas y el suave crujir de los abanicos, que se agitaban como plumas de un ave.
Algunos nobles se acercaron a saludar a Hansel en cuanto nos dispusimos a ocupar nuestro lugar en la mesa central, todos haciendo la misma pregunta:
¿Quién es la señorita? ¿Es acaso su prometida?
Hansel se limitaba a responder educadamente que era una invitada amiga de la familia real. Mientras yo me limitaba a sonreír y saludar como un maniquí, con acciones y gestos repetitivos, al tiempo que con la mirada buscaba en medio del salón a los nobles de mi interés.
Había visto llegar a Maxthon y a Jace, así que al menos tendría oportunidad de ubicarlos a ellos. Pero con la mirada que me encontré no fue con la de Maxthon o Jace sino con la de Safiye. Ella levantó el mentón levemente, en un gesto que decía cuidado, sin duda aún teme que diga algo. Los pechos le rebosaban gracias al ajustado corsé que lleva, lo que hizo que más de un par de ojos masculinos se fijaran más en ellos que en sus esposas, me pregunto sí así fue que conquistó por error al padre de Cordelia, alguien de la nobleza, pero no un heredero al trono. Todos los nobles se iban de ojos hacia sus pechos, todos, menos Maxthon, o bueno en este caso Lord Renigerl.
Bajo la identidad del Lord, se acercó a Safiye y educadamente le extendió su mano en un gesto de saludo. Safiye giró su mirada hacia él sin darle mucha importancia, posó su mano enguantada sobre la de él y este procedió a depositar un leve beso en sus nudillos.
La está oliendo, la está oliendo.
Maxthon permaneció unos segundos cerca de su mano con disimulo mientras sus fosas nasales se llenaban de su olor, pero los segundos se extendieron por mucho tiempo, y Safiye retiró su mano con hastío haciendo un esfuerzo por disimular la mueca de fastidio que acostumbra a hacer cuando algo la irrita. Tan predecible.
Maxthon se incorporó y le dijo un par de cosas, lo que supongo era una disculpa, antes de presentarle a su flamante esposa: Jace. Quien tampoco disimuló su interés hacia la reina, se acercó a su mejilla con un mejor dominio de sus zapatillas e intento saludarla con un beso en la mejilla, pero Safiye la evadió.
La muy digna dejó a Jace —quien frente a todos es lady Renigerl —con la mejilla en el aire; la dejó en vergüenza. O eso creyeron todos a su alrededor. Jace se mantuvo con el rostro inclinado en el aire, y aunque su máscara de zorro me impedía ver sus ojos, juraría que estaba saboreando cada molécula de Safiye esparcida en el aire.
Desde mi posición vi como Maxthon le dio un codazo disimuladamente a Jace para que se enderezara. Este último irguió su espalda y procedió a enmendar su error con una respetuosa reverencia hacia la reina.
En ese instante el hombre al pie de las escaleras anunció la llegada del rey al baile.
Su gran majestad el rey Magnus Renaldi de Faes.
Al compás de esa voz todos los presentes nos giramos hacia las escaleras. El rey se encontraba frente al barandal con una sonrisa en los labios. Vestía igual de elegante que sus hijos con la única diferencia que su traje era negro con botones y cordones dorados. Una elegante banda azul cruzaba su pecho, combinada con la plata de su corona.
Todos los presentes ofrecimos nuestras felicitaciones y respetos en una noble reverencia.
El rey se dirigió a los precentes agradeciendo la presencia de todos en un día tan especial para él. Dio un par de agradecimientos especiales, entre ellos agradeció la presencia de la reina madre de Sunland deseándole una larga vida e invitándola a subir junto a él para que se dirigiera a los nobles de Faes. Bajo aplausos Safiye se movió a través del salón airosa, hasta llegar a las escaleras. Su corona era una obra de ostentosidad, al igual que su máscara de pavo real, y un grito de superioridad hacia mí, podía usar coronas grandes solo dónde la reina de Sunland no estuviera presente, pero yo lo estaba.
Safiye con gracia y voz delicada al oído, le agradeció al rey la invitación y le deseo una larga vida, tan larga para que pudiera ver a sus hijos pelear por el trono, y ver triunfar al más fuerte —esa víbora no se guarda nada, como la odio— en ese momento de controversia, todos los nobles que desconocían de la presencia del gen del lobo blanco en Hansel, se enteraron, y no de la mejor manera. Las miradas volvieron a recaer sobre nosotros, mientras los murmullos suplantaron la melodía de la música suave en el salón. El rey disimuló lo mejor que pudo su descontento por haber hecho pública la condición de Hansel, mientras Safiye le daba un abrazo.
Probablemente escuchó a los guardias decir que ambos príncipes ahora debían pelear por el trono, pero dudo mucho que sepa lo del gen, lo de los lobos es un secreto que se convirtió en leyenda a través de los años, los nobles lo sabían, por eso susurraban en lugar de preguntar directamente al rey, o al propio Hansel, la víbora debió abrir su boca con otra intención.
En medio de las miradas de asombro, Hansel me obligo a subir por las escaleras que antes habíamos descendido, hasta llegar al rey, mientras lo hacíamos, vi de reojo que Jared hacia lo mismo, por la otra escalera, con pasos más firmes y semblante duro que irradiaba molestia (obviamente falsa, o quizá no).
—Padre, reina madre de Sunland —Hansel hizo una reverencia presentando sus respetos. Hice lo mismo, más hacia el rey que hacia ella claramente.
Del lado contrario Jared hizo lo mismo.
El rey le pidió a sus hijos elevar la cabeza para que le dieran un abrazo. Sin demora ambos hicieron lo que su padre les solicitó, mientras observaba la escena que protagonizaban el rey y sus hijos sentí la dura y despectiva mirada de Safiye sobre mí, pero fingí no darme cuenta. Cuando me giré a verla, el rey ya había soltado a sus hijos, y Hansel tomó mi mano de vuelta, fue entonces que curve mis labios en una sonrisa orgullosa al tiempo que eleve una ceja hacia ella.
En respuesta entrecerró los ojos en mi dirección, y aprovechando que tenía toda su atención, me dispuse a hacer nuevamente una reverencia hacia el rey para desearle una larga vida. El rey me cortó en medio de la formalidad de mi felicitación alegando que era como una hija para él, así fue que en lugar de una reverencia termine abrazándolo, no solo delante de Safiye, sino también delante de toda la corte y nobleza de Faes.
—Esta noche amigos míos no solo contamos con la radiante presencia de la reina madre de Sunland, sino también con la presencia de un sol naciente. —La reina borró su felina sonrisa al oír dichas palabras salir de la boca del rey, giró su mirada hacia él horrorizada con el entrecejo fruncido, al notar que tenía mi mano entre una de las suyas al tiempo que se dirigía hacia el público. Jared al lado de la reina madre también entorno su mirada aparentemente furiosa hacia su padre, mientras Hansel miraba la escena con orgullo. —Lady Beuford es hija de un viejo y estimado amigo mío en Sunland, sin duda alguna, ella es el sinónimo de la belleza, ingenio e inteligencia hecho mujer —lleve mi otra mano a mi pecho al tiempo que me giré hacia el rey para agradecer su halago, de reojo vi como Safiye hacia un gran esfuerzo por ocultar la rabia que le quemaba por debajo de la piel, ni siquiera a ella siendo reina y mostrando sus atributos como lo hacía, el rey la había halagado como lo hizo conmigo. —Por dichas razones y por la amistad que trasciende entre nuestras familias desde hace años, me complace presentarla ante ustedes esta noche, como la futura esposa de mi hijo, el príncipe Hansel de Faes.
Para ese momento la mirada de Safiye pasó de felina a una maliciosa, mientras los presentes aplaudían, de reojo vi como ella bufó y sonrió con amargura. Hansel dio un paso adelante y agradeció a su padre formalmente por autorizar su matrimonio junto a mí. Ambos abrazamos al rey con aparente algarabía (por que de esto dependía el plan) mientras que Jared no se limitó en su acto cuando aparto bruscamente a su padre de nosotros.
—¿Qué estupidez estás haciendo padre? —espeto por lo bajo.
Safiye se mostró inmediatamente muy interesada en la escena, mientras los murmullos iban en incremento dentro del salón.
—Lo que le prometí a un viejo amigo, nuestros hijos se casarían al ser mayores de edad —le contestó el rey entre dientes a su hijo, antes de volverse al público con una sonrisa para asegurarles que no estaba pasando nada y que el baile podía continuar. La música que se había detenido tras su llegada volvió a sonar a su orden en automático, las parejas aún confundidas por la actitud de Jared se dispusieron a bailar como se los había solicitado su rey.
—Papá —gruñó Jared negando con la cabeza, el rey se giró hacia él al igual que Hansel. —Es la hija de un traidor, del traidor de Sunland, no puedes convertirla en la esposa de Hansel, va contra todas nuestras tradiciones.
Safiye curvo sus labios en una sonrisa felina. Yo hice todo lo posible, porque mi expresión reflejara angustia, preocupación o algo parecido. Los hombros del rey se tensaron, más que fingir y montar una escena para Safiye, esas palabras verdaderamente removieron algo en él.
—Cuida tus palabras Jared, aquí el rey soy yo, y las leyes las determino yo —sentenció señalándolo con el dedo.
—Te recuerdo que el próximo rey seré yo... —arremetio con una frialdad impresionante.
—Jared no me provoques —lo amenazó él rey con los ojos clavados en los de su hijo—. Una palabra más y aquí mismo soy capaz de quitarte tu título, ¿Y qué crees? Ella no solo se convertiría en princesa, sino en la futura reina de Faes.
—No te atreverías —bramó cerrando sus puños con fuerza.
—No me retes —contestó entre dientes.
Jared acabo el acto, simulando tragarse sus palabras cerrando sus puños a su costado. Bajo las escaleras a toda prisa para mezclarse entre los nobles quienes por la música ignoraron la incómoda discusión familiar, o al menos eso aparentaron por su bien.
El rey suspiró con pesadez antes de dirigirse hacia Safiye.
—Mil disculpas Safiye, no era mi intención que presenciara tal escena, tener hijos nunca ha sido fácil, espero no se haya incomodado.
—No te preocupes Magnus, los hijos siempre se revelan ante sus padres —Safiye posó su filosa mirada sobre mi antes de volver hacia el rey —asumo que se le pasara, pero ¿en serio piensas dejar que tu hijo se case con... mi sobrina? —vaya que le costo pronunciar esa última palabra.
El rey guardó silencio por unos instantes, un silencio que me pareció demasiado extraño.
—Por supuesto —se apresuró a responder. —¿Por qué no? ¿Acaso tú también te opones?
La reina paseo su mirada entre Hansel y yo antes de responder.
—No por supuesto que no, después de todo, tú se lo prometiste a... su padre.
—En efecto. Ahora sí me disculpan voy a... ausentarme unos segundos — se excuso el rey antes de dirigirse hacia las escaleras que llevaban hacia los pasillos.
Safiye quiso saber dónde iría, pero él se limitó a decir que debía solucionar algo antes de volver al baile y desapareció escaleras arriba antes de que ella pudiera preguntar algo más.
—Debo felicitarlos, pronto tendrán una boda. —Dirigió su feroz mirada hacia Hansel y yo.
—Gracias majestad, pero no hace falta —me apresure a contestar.
—Por supuesto que sí, después de todo sigo siendo tu tía, querida —insistió al tiempo que dio un par de pasos hacia nosotros.
—Y yo sigo siendo la hija de un traidor... hasta que se limpie su nombre —entorné mis ojos hacia ella al tiempo que borre toda expresión de gentileza de mi rostro.
Mis palabras hicieron que ella elevara el mentón como hace un rato, con la mirada de advertencia y los labios apretados. Di en el punto.
Hansel se disculpó con ella amablemente antes de que volviéramos a descender por las escaleras. Maxthon (quien seguía bajo la piel del noble) estaba al pie de la escalera vecina hablando de manera disimulada con Jared. Todos bailaban con algarabía en el centro del salón, el sudor y el olor a perfume empezaba a mezclarse creando una atmósfera algo pesada para mí. Fingir nunca había sido tan difícil, como ahora, me lo estaba jugando todo, y Hansel parecía genuinamente feliz cuando se acercaban a felicitarlo por el compromiso, pero es falso, y en el fondo me temo que esto llegue a afectarlo.
Me esforcé por respirar, por mantener el aire fluyendo a través de mis pulmones para no correr hacia ella y mostrarle mi poder, mostrarle mis verdaderas intenciones.
—Eso salió bien ¿no lo crees? —comentó Hansel al tiempo que me ofrecía una copa de vino, ni siquiera noté en qué momento solté su brazo.
—Eso depende de qué tan creíble haya sido el acto para ella —dije antes de tomar un buen trago de la copa en mis manos. Quizá algo de vino ayudaría a calmar mi ansiedad.
—¿El acto? —enarco una ceja.
Entrecerré los ojos hacia él con el ceño fruncido. Hansel no bromearía ahora, no en un momento tan serio, al menos que... ya haya tomado la poción.
Carajo, ¿tenía que tomarla tan temprano? Es decir ¿En qué momento lo hizo sí no me he separado de él?.
—Nada, es solo que estoy algo nerviosa —aseguré con torpeza.
—Nos casaremos muy pronto, antes de que llegue el invierno, ya lo verás. Ahora, ¿me haría el honor futura esposa? —amablemente me extendió su mano como invitándome a bailar.
Lo que menos quiero en estos momentos es bailar, pero debo disimular, y Hansel ya ha olvidado todo, por lo que no puedo negarme sin una buena excusa, la cual ahora mismo no tengo. Sin más remedio, dejé la copa en la charola de un camarero y lo seguí al centro del salón.
La música se tornó más lenta mientras Hansel me rodeaba la cintura con una mano. Las salpicaduras doradas sobre mi vestido brillaban bajo la luz de los candelabros a cada paso, Hansel mantenía su mirada en mi rostro, mientras yo trataba de buscar alguna señal en los ojos de Jace, Maxthon, Jared o algún otro miembro de la manada de Jared disfrazado entre los nobles. Pero con quien me encontré fue con la felina mirada de Safiye bailando airosamente con el rey más al centro. Ella se mostraba alegre, airosa, mientras que él mantenía un semblante serio, pero no solo eso, sino que también, él... él ya no vestía el traje negro sino uno azul casi del mismo tono que el de Jared, fruncí el ceño confundida al notar la diferencia.
¿Subiría solo a cambiarse? No, bajó demasiado rápido como para haber ido y venido desde sus aposentos.
Algo extraño esta pasando aquí, incluso su mascara de lobo cambio de color, ahora es blanca, como la del lobo blanco.
¿Qué carajos...?
Durante el tiempo que bailamos mantuve mi mirada en el rey, a la expectativa de su actitud, de sus gestos, pero todo en él parecía muy normal, demasiado normal como para levantar sospechas tal vez.
Cuando la música terminó, todos hicieron una reverencia a sus parejas y volvieron por algo de beber a sus mesas, Hansel y yo no fuimos la excepción, nos dirigimos a la mesa central, la cual se mantenía vacía pues Jared desapareció completamente del baile, Safiye y el rey estaban en otro extremo hablando con unos nobles. Me quedé sentada en la mesa mientras Hansel iba en busca de un camarero, pues en la mesa no había nada de agua, y el vino no era algo que a mi me quitara del todo la sed.
Mientras contemplaba la mesa vacía y me fundía en mis pensamientos, un par de nobles aprovecharon para acercarse.
—Buenas noches my lady —saludo uno de los hombres extendiéndome una mano.
Ambos eran hombres fornidos con máscaras de perro y león respectivamente, altos, de unos cuarenta años aproximadamente. Paseé mi mirada sobre ellos de arriba abajo, buscando una señal de que fueran parte de la manada, pero ninguno hizo un gesto, ni presentó la señal que deberían, por lo tanto, no lo eran.
Me incorpore, para saludarlos formalmente, probablemente solo eran nobles curiosos que querían información sobre la futura esposa de su príncipe.
—Buenas noches —contesté su saludo, al tiempo que extendí mi mano hacia la suya, pero justo cuando la yema de mis dedos estaba por tocar la palma de su mano enguantada, otra mano me tomó de la muñeca y me detuvo en el aire.
Atónita, levante la mirada hacia el dueño de la mano, que por su puesto no era Hansel, no, no lo era... carajo ¿él qué hace aquí?
Mis ojos se expandieron como platos al encontrarme con su mirada. Me quedé atónita, perpleja, sin palabras y aterrada observando su rostro, incluso parpadeé varias veces intentando convencerme a mí misma que no era una ilusión, o una alucinación. Pero no, no lo era, él seguía allí frente a mí.
Al pasear mi mirada sobre él noté que vestía vestía un traje negro ceñido de un negro profundo con botones dorados, acentuado por detalles dorados que destellaban con una siniestra elegancia. Sobre sus hombros descansaban ornamentaciones doradas en forma de hojas afiladas, como si la naturaleza misma se hubiera rendido a su poder sombrio. Sus manos, enfundadas en guantes de cuero negro que reflejaban un brillo opaco, y sus ojos... sus ojos oscuros, me mostraron momentáneamente ese verde neón como una ola de poder que se paseó para dejamer en claro, que en efecto, él estaba allí, debajo de esa confusa máscara negra.
Sujetando mi mano, con cuidado se inclinó para depositar un beso en mis nudillos.
—Buenas noches, my lady, ¿me haría el honor de concederme esta pieza? —y allí estaba su voz, varonil, grave. No había duda, no estaba alucinando. Van... se había metido literalmente en la boca del lobo.
Sin mucha cortesía y sin importarme los nobles a mi lado le respondí en un asentimiento de cabeza. Tal vez en ese momento no pensé bien lo que estaba haciendo por la impresión. Cuando menos lo pensé ya estábamos en medio del salón mientras los músicos comenzaban a tocar una melodía que parecía flotar en el aire, una composición elegante que combinaba el sonido delicado de violines con el resonar profundo de un clavicordio.
—No eran nobles, eran la cuartada de Safiye —me susurro al oído. Fue entonces que volví a mis sentidos.
Por supuesto. Van no haría esto si no fuera por una fuerza mayor, si no fuera porque mi vida dependía de ello. Levante la mirada hacia él mientras continuabamos bailando, deslizándonos sobre la baldosa con elegancia.
—¿Qué? —susurre incredula.
Nuestro baile comenzó con un lento balanceo, un deslizamiento suave de los pies sobre la baldosa pulida. Nuestros cuerpos se mantenían erguidos, y por la tensión del momento, por el riesgo que él estaba tomando, nuestros rostros inexpresivos, pero nuestras miradas, ellas, decían más de lo que las palabras podían en ese momento. A medida que la música se volvía más dinámica, nuestros pasos se hacían más rápidos, un giro elegante aquí, un paso enérgico allá. Confieso que jamás me vi a mí misma bailando con Van, menos en medio de un baile entre lobos y humanos, a pesar de eso, Van conducía con firmeza, sus manos apoyadas suavemente en mi cintura, guiándome a través de complejas figuras que se desarrollaban como un patrón bordado en el aire.
Las faldas giraban, creando un espectáculo de colores en movimiento, mientras los tacones resonaban ligeramente en el suelo con cada paso medido. La música alcanzaba su punto álgido, y las parejas a nuestro alrededor se separaban momentáneamente, sólo para volver a unirse en un giro veloz, casi como si el espacio entre ellos nunca hubiera existido.
Por unos minutos solo fuimos él y yo, (no podíamos hablar por la multitud a nuestro alrededor) nuestras miradas llenas de complicidad como de poder y peligro. Por un momento, Van lo fue todo, porque sí alguien de los presentes descubría su olor y lo atacaba, no me importaría exponerme ante todos con tal de salvarlo.
Cuando finalmente la música culmino y todas las parejas hicieron una reverencia. Van camino conmigo en dirección a la mesa, no sin antes volver a susurrar.
—El acto debe hacerse ahora, ya no contamos con el principito menor, y el mayor está éxtasis.
¡Hansel!
Con Van aquí incluso me había olvidado de él. Los nobles que había evitado seguían cerca de la mesa principal, por lo que Van y yo nos vimos obligados a cambiar de dirección.
Giré mi mirada hacia Maxthon quien no me quitaba la vista de encima, como no encontré a Jared con la mirada le hice la señal a él. Iría al balcón que asoma sobre el mar. Maxthon asintió con la mirada y una punzada de nervios me cruzó el estómago. Estaba a punto de sellar la actuación... con mi muerte.
Cuando logramos salir del salón hacia el balcón solté todo el aire que había estado reteniendo. Me quité la maldita máscara en un movimiento brusco, Van hizo lo mismo.
—¿Estás loco? Van, allá adentro están los lobos más poderosos de todo Faes. Te estás exponiendo demasiado. Pudiste haber utilizado el diastro para advertirme.
—Sí, estoy loco, y desesperado. No hubieras logrado reaccionar y mucho menos escapar sí te lo advertía a través del diastro. No eran solo ellos dos, te tenían rodeada. Safiye también tenía su cuartada, y aunque lo descubrí tarde logré llegar a tiempo —me explico sujetándome por los hombros.
—¡Suéltala! —Bramó Hansel jalándome con brusquedad hacia atrás de él.
Cuando logré levantar la mirada, vi que estaba amenazando a Van con una espada. La punta de la espada estaba cerca de su mentón, pero lejos de intimidarlo. Van veía la espada e incluso al mismo Hansel con diversión. Diversión o malicia, no lo sé con exactitud, pero él no estaba para nada intimidado, por el contrario empezaba a verse hastiado. Por suerte todos en el salón seguían en su mundo, totalmente indifersnte de lo que estaba sucediendo en el balcón.
—Hansel baja la espada —pedí con voz suave.
—¡No! —bramó él regresando a verme por encima del hombro con los colmillos afuera. Lo olvido todo, incluso a Van, pero el gen se estaba haciendo presente, tal y como lo predijo Jared.
—No hace falta que la baje —soltó Jared con diversión atravesando la puerta. De brazos cruzados avanzó hacia nosotros, pero Hansel parecía seguir ignorándolo, toda su atención estaba en Van.
—¿Qué dices? —le espeté. —Haz que se detenga —exijo.
—No, no voy a hacerlo..., menos, sí puedo aprovechar su descuido para hacer lo que vine a hacer.
En un abrir y cerrar de ojos Jared se abalanzó sobre mí como una bestia hambrienta. Su rapidez fue tal, que yo no supe distinguir entre la realidad y la actuación. Jared me embistió con fuerza y sin que yo pudiera forcejear, defenderme u oponerme...
Jared me lanzó por la barandilla hacia el mar.
Lo último que supe y escuché de mí misma, fue el grito que se escapó de mi garganta al caer por los aires.
Hola!! Hola!!
¿Cómo están? Arriba esos ánimos que aquí no ha pasado nada, o tal vez sí, bueno, ya saben este libro es de fantasía así que... tooodo puede pasar.
¿Me extrañaron por acá? Porque yo sí las extrañe, lamento no haber podido actualizar la semana pasada, me encontraba exhausta y sin inspiración. Pero ahora, por fin volvemos a la normalidad, un capítulo cada lunes🥰🥰
Como les había comentado anteriormente, me encontraba editando otra historia para enviarla a los wattys, y bueno debo confesar que editar es mucho más pesado que escribir, por lo que toda mi energía e inspiración se encontraba en R-D.
Por cierto, aprovecho el espacio para invitarlas a leer, el libro ya está completo, podrá leer de corrido, y ahora que esta editado y participando en los wattys me haría mucha ilusión que pasaran por allá y me dieran su opinión sobre el libro🥰
Gracias por leerme y esperar con paciencia la actualización.
Con amor Evie🖤
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