Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 27

CAPÍTULO 27

LA TRAMPA

—Luces muy bien —dije a Hansel. Se encontraba sentado en el inicio del barandal del balcón con la espalda apoyada en la pared y una pierna flexionada sobre la que tenía apoyada un brazo. Lleva puesto el traje formal azul con hombreras doradas (colores propios de su reino), lleva el cabello con un aire desordenado, pero le va bien. Hansel tiene un aura especial que lo hace ser y parecer igual de dulce, tal vez por eso de alguna u otra forma fue algo parecido a mi primer amor, ese amor que ya no siento de la misma forma pero que estoy segura que nunca podré olvidar. Ahora en mi corazón solo había espacio para Van, y se lo deje muy pero muy claro antes de venir aquí. Llevaba un par de días sin hablar con Hansel, y también quería saber que tal había ido la cena de bienvenida para Safiye, más exactamente sí ella había preguntado por mí. Frederick tenía aún más prohibido que yo salir de su habitación, la reina creé que lo asesinó, y sí lo ve vivo nos echaríamos muchos problemas innecesarios encima, e interferiría con nuestros planes.

La reina había llegado ya hace varias horas. Se reunió con la familia real de Faes en una cena de bienvenida y luego procedió a supuestamente relajarse y descansar del viaje en una habitación, la cual estaba en el ala oeste del palacio, en dirección contraria a la mía. Cuando la vi de lejos caminar por un corredor, sentí una leve punzada en mi espina dorsal, no miedo, no pánico, quizá ansiedad. El baile para celebrar el cumpleaños del rey sería mañana en la noche, tendría que ser muy cuidadosa las próximas veinticuatro horas, tendríamos que llevar a cabo el plan las próximas veinticuatro horas, un asesinato limpio, sin evidencia del autor, pero creíble y certero.

Al apoyarme de espalda en el barandal del balcón una brisa fresca me removió el cabello. Llevaba un vestido blanco perlado con un escote recto, que dejaba a la vista el calón, la falda caía hasta mis tobillos y bailaba al ritmo de la brisa marina.

—Gracias..., supongo —contesto dibujando una pequeña sonrisa en sus labios.

—¿Pasa algo? —pregunte al notar la nostalgia en sus labios, al tiempo que rodeé mi torso con mis brazos, la brisa era encantadora, sí, pero fría y me estaba erizando la piel.

Hansel tenía una expresión abatida, poco común en él.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Tú no deberías estar en tu habitación? Con la reina aquí eso sería lo más cuerdo de tu parte —contesto después de soltar un pesado suspiro. No, algo no está bien, algo, algo lo está oprimiendo, incluso el brillo en su mirada estaba opaco.

—Yo pregunte primero, además, solo quise saber cómo estabas, no creo que la reina sea tan tonta como para desplazar alguna fuerza extraña hasta mi habitación tan temprano, como mínimo esperará hasta la madrugada, pero tú, no te ves..., ya sabes, como tú.

Recostó la cabeza con pesadez sobre la pared a su espalda y dirigió su mirada hacia el cielo. Ese gesto me dejó más que claro que algo no estaba bien, ese no era el Hansel que yo conocía, o también puede ser que solo esté teniendo un mal día ¿no?

—No, porque tal vez, ya nunca pueda volver a ser el mismo —musita con la mirada perdida en algún punto de la noche. —Hace dos meses creí saber quién era, o hacia dónde quería ir, pero, ahora estoy a la deriva, en medio de un mar solo, con la mirada de todos sobre mi, con expectativas de algo que ni siquiera yo sé sí quiero —confeso sin bajar la mirada del cielo —pero... ya tendré tiempo para pensar en eso, mejor cuéntame tú ¿Estás lista para mañana? ¿Nerviosa acaso?

Baja del barandal y se queda de pie a mi lado. Le dedico una larga mirada mientras la brisa del mar le remueve el cabello. Me lastima ver su expresión y saber el significado más allá de sus palabras. Ahora que los genes del lobo blanco han despertado en él, está obligado a muchas cosas, y entre ellas esta el pelear por el título de príncipe heredero, y casi podría jurar que eso es lo que lo está mortificando, y lo peor es que la culpa recae sobre mis hombros como la más tormentosa de las cargas, sí yo no hubiera aparecido en su vida él no estaría sufriendo, él no tendría que pelear.

—Un poco, pero tengo fe en que todo saldrá según el plan —me limito a decir —solo, solo quería darte las gracias por apoyarme en esto. Sé que gran parte de que esto se esté dando, de que el rey Magnus haya accedido y que Van esté dentro del reino se debe a ti, gracias a que intercediste con el rey por mí, antes no habíamos tenido la oportunidad de hablar a solas por eso vengo hasta ahora para darte las gracias.

Lo decía con sinceridad. Lo decía desde lo más profundo de mi corazón mientras observaba sus bellos ojos café.

—No tienes que agradecerme nada, no hice mucho tampoco, papá solo accedió a hacer lo que sabía que era lo correcto, no podíamos dejarte a la deriva e ignorar la gravedad de la situación por la que está pasando Sunland. Papá apenas y pronunció palabra durante la cena, no tolera la presencia de la reina, yo tuve que socializar para que ella no sospechara —soltó un suspiro pesado y se encogió de hombros —nada del otro mundo realmente, tu familia sufrió injustamente a causa de la ambición de terceros, eso molesta mucho a papá como a mi, y soy consciente que está haciendo un gran esfuerzo al albergar aquí a un monstruo como la reina Safiye, así que supongo que ha llegado el momento de poner a cada quien en su respectivo sitio y hacer justicia.

Le sonreí sin despegar mis labios. Nos giramos hacia el mar y apoyamos nuestros brazos sobre el barandal. Por un rato hablamos de la noche en que se salió de control, su primera luna llena, y las heridas que dejaron en su cuerpo las cadenas a las que lo ataron. Todas ya estaban cicatrizando, sin dolor en gran medida. Confesó que Vesnom es aquí como Frederick en Sunland, alguien con conocimientos ancestrales, mágicos, solo que, en lugar de hacer pociones, él trabaja con pomadas, y hierbas que aceleran el proceso de recuperación, según entendí posee un poco de magia, las sacerdotisas lo bendijeron hace algunos años lo que le permite ver por debajo de la piel y estudiar así la anatomía de una forma distinta, gracias a eso ha mejorado muchísimo sus métodos de curación.

—Los lobos también podemos regenerarnos rápido, es decir, curarnos a nosotros mismos, el problema está en que para eso hay que tener mucha concentración y fuerza de voluntad, y cuando un hueso o una extremidad está rota en lo que menos pensamos, al menos los que apenas estamos iniciando en esto, es en concentrarnos, el dolor es más fuerte, siempre es más fuerte. Yo deje de entrenar hace un par de años, el dolor no me martiriza tanto, pero cuando se está fuera de control y se cambia de forma los sentidos también cambian Malena y..., ahora sé por qué se necesitan años de entrenamiento una vez que los genes se hacen presentes, el nivel es diferente. Pero Jared confía en que puede entrenarme más rápido, se ha ofrecido a ayudarme para que no tenga que ir a la mazmorra cada luna llena, el dolor es insoportable una vez que la luna se oculta y aún soy incapaz de iniciar un proceso de regeneración por mí mismo, así que tal vez acepte.

El pesimismo en su voz es inconfundible. Hansel había mencionado antes que Jared fue electo príncipe heredero solo por tener los genes del lobo blanco, lo que quiere decir que nunca se tomó en cuenta la edad, o el hecho de que fuera primogénito, lo que importaba era que tuviera los genes del lobo blanco, pero ahora que los genes también se han hecho presentes en Hansel, tal vez, haya una reconsideración para ver cuál de los dos es el más fuerte, cuál de los dos es más digno de llevar la corona. Las expectativas de todos son grandes, y eso es lo que más lo mortifica, lo que más le preocupa, lo que más teme, porque esas expectativas no cederán sino hasta que ambos peleen por el trono.

—¿Sabes? La vida a veces es injusta, a veces es espontánea y a veces te da cosas que pensabas que no eran para ti. A mí me dio a Sunland, y me arrebato a mi familia —un nudo se quiso formar en mi garganta, pero se esfumo en cuanto pensé en Van. La vida me arrebató muchas cosas, y me dio muchas otras, entre ellas estaba Van, y claro que no iba a mencionarlo delante de Hansel, lo que menos quiero es que se salga de control. —A ti te hizo entrenar por años esperando a que los genes se hicieran presentes, te hizo creer que no los tenías, pero ahora, justo ahora, cuando incluso ya te habías resignado, se han hecho presentes y te dan la oportunidad de crecer, de entrenar, no para pelear por un reino, no para asesinar a tu hermano por un título; quién tiene la última palabra de para qué va a utilizar dicho poder eres tú y solo tú, no las tradiciones, no las malditas leyes, solo tú tienes la última palabra, y confío en que elegirás con sabiduría.

Subí una mano hasta su hombro y le di un ligero apretón. Él se limitó a apretar sus labios en una dura línea mientras me dirigía una mirada.

—Gracias. Gracias por vivir, Malena.

—¿Por vivir? —enarque una ceja.

—Sin ti todo estaría de cabeza, todo. Eres tan fundamental como el mismo aire, no solo para mí, para muchos —afirma mirándome a los ojos.

—No creo que sea así de importante, la reina lo ha demostrado, puso en el trono a alguien más ¿no?

—Ella está jugando con fuego, está buscando quedarse con lo que no es suyo, y eso probablemente termine por consumirla. La magia es compleja y peligrosa tanto como el poder en las manos equivocadas, ambos pueden corromper, destruir y consumir a su portador. Safiye está siendo consumida por ambas, y eso la ha traído hasta aquí. En cambio tú..., tú estás siendo justa, y estás yendo por lo que es tuyo, ni más ni menos.

Le mantuve la mirada por unos segundos. Apoye mis codos en el barandal del balcón igual que él. La brisa marina revolvió mi cabello, y removió parte de mi vestido.

—Gracias. Supongo que ambos estamos en el mismo carril. Nos dirigimos hacia lo que nos pertenece, y aunque el tuyo aún esté lleno de niebla, pronto tus propias decisiones van a dispersarla.

—¿Sabes qué? —sonrió. —Veo que sí has crecido mucho pequeña Malena —se giró hacia mí y posó su mano sobre mi cabeza e hizo un gesto comparando su estatura con la mía. —Ya no eres para nada aquella niña berrinchuda que recuerdo, has crecido —sonrío con un brillo que iluminó hasta sus ojos, lo que indicaba una pequeña burla. Al menos el brillo había vuelto a su mirada.

—Por favor —exclamé casi ofendida dándole un golpecito a la altura del pecho. Él sonrió y dramatizó llevándose las manos al pecho alegando que lo había golpeado con fuerza. Sonreí y volví a golpearlo en el brazo.

Por un instante me traslade trece años atrás, cuando jugábamos juntos, cuando reíamos juntos, cuando nada era más importante que reír, correr, jugar y saltar, cuando esa esencia de ser felices a costillas del otro lo era todo para ambos.

—Has estado entrenando ¿no? —quiso saber al tomar mi mano en un momento dado. Allí había algunos callos pronunciándose, era obvio que no había forma de negarlo.

—Mi cuerpo era muy débil, y cuando el elemento agua entró en mi fue un desastre, me llevó a un hilo insoportable entre el dolor y la muerte, pero lo equilibre a tiempo, pero desde entonces, tuve que empezar a trabajar en mi cuerpo para mantener el equilibrio. Alguien me dijo que no adquiriera más poder hasta que no domine el que ya tengo, así que me puse como meta de vida dominar todo esto —acarició la palma de mi mano con su pulgar.

—Me encantaría decir que puedo ayudarte, pero la realidad del caso es que el que necesita ayuda soy yo, sin embargo, sé que un día voy a dominar esto —levantó su mano en el aire y sacó las garras de un tirón. Lo hizo de una manera rápida, a conciencia, lo que quiere decir que al menos ya hay un progreso. Lo mire entre feliz y asombrada mientras el curvaba sus labios en una pequeña sonrisa —y cuando lo haga, tal vez pueda ofrecerme, espero que hasta entonces ya seas una rival con potencial.

—¿De qué hablas? Ya puedes sacar las garras, es decir, literalmente, las has sacado y no te has descontrolado. Estas avanzando

—Lo he logrado hoy, estuve practicando con Jared, es algo sumamente básico, pero supongo que sí, es un avance.

—Lo estás logrando Hansel, yo tengo fe en que lo lograrás más rápido de lo que piensas.

Me mostró una sonrisa nerviosa, antes de volver a hablar:

—Puedo...¿puedo darte un abrazo? Sé que es extraño que te lo pida, pero quisiera abrazar a una vieja amiga que después de trece años está nuevamente frente a mi, sin mentiras, ni secretos de por medio.

Un nudo se formó en mi garganta, esta vez la opresión en mi pecho fue más fuerte.

Yo dude un momento. Era un abrazo sólo eso, un abrazo. Un abrazo entre amigos, Van no lo tomaría mal ¿verdad? Además, considerando todo lo que Hansel ha hecho por mí sería grosero no dárselo. Sería grosero negarle un abrazo a un viejo amigo.

Asentí con la cabeza y le extendí los brazos. El captó la señal y se aproximó hacia mí rodeándome entre sus brazos con delicadeza, como sí tuviera miedo de sí mismo, como sí temiera salirse de control. Yo por mi parte lo abrace con fuerza, cómo me gustaría que me abrazaran a mi en momentos difíciles.

—Aún me parece mentira que estés aquí, te extrañe tanto, y no sabes cuanto lamento haber llegado tarde a ti —susurro en mi oído mientras yo apoyaba mi mentón sobre su hombro. No dije nada por unos segundos. Pasó una de sus manos con delicadeza sobre mi cabeza en un acto enternecedor.

—No tienes que sentirte mal por nada, creí que ya habíamos dejado eso claro.

—Casi te desgarro el cuello en la residencia, Jared me lo ha contado. Pero te prometo que voy a controlarme, voy a entrenar día y noche —se separó de mí, deslizó sus manos por mis brazos y se detuvo en mis manos. Las sostuvo frente a él y depositó un tierno beso en los nudillos de cada una. —Jamás volveré a levantar una mano contra ti, primero me la corto antes de hacerlo, voy mejorar Malena, y voy a ser fuerte. Lo prometo.

No entendí a qué se refería con ser fuerte. Sí ha soportar el entrenamiento, la fatiga muscular, las noches de luna llena o a las expectativas del consejo de su padre. Me limité a regalarle una sonrisa sin despegar los labios. Sea cual sea el significado de su promesa sé que va a cumplirla.

Por un rato hablamos del baile de la noche siguiente y del atuendo que usaríamos. El plan de fingir mi muerte llevaría a muchas cosas, pero ya habíamos planeado minuciosamente cada uno de los pasos a seguir. El baile sería de máscaras, una temática en honor al escudo de armas del reino. Mi atuendo combinaría con el de Hansel, ambos entraríamos juntos a la fiesta, y ambos nos aseguraríamos de no alejarnos el uno del otro sino hasta que llegara el momento adecuado.

Todo ahora dependía de que az trajera Safiye bajo la manga, y de qué tan convencida haya quedado con la actitud de desaprobación y desprecio de Jared hacia mí.

Me despedí de Hansel en un último abrazo, me deseó suerte, y el lobo que me escoltó hasta su habitación me escoltó hacia la mía de vuelta. Los lobos me observaban con respeto, pero rara vez me hablaban, solo cuando Jared les pedía que me dijeran algo en su nombre lo hacían, mientras tanto mantenían la distancia y la expreción endurecida. Di un asentimiento de cabeza como agradecimiento en cuanto abrió la puerta de la habitación para mí, su compañero rubio que se había quedado custodiando a Van se hizo a un lado y yo entré finalmente.

La habitación estaba levemente iluminada por unas velas sobre la mesita de noche, el fuego proveniente de la pequeña chimenea, y la luz de la luna que se colaba a través de la ventana. Me adentre pero no había rastros de...

Di un fuerte respingo cuando de repente la puerta se cerró en un fuerte golpe a mi espalda, de inmediato casi por instinto me gire hacia la puerta dónde me encontré con Van, después del susto tuve que llevarme la mano al pecho para tranquilizar mis latidos. Él estaba con la espalda apoyada aún lado de la puerta con los tobillos cruzados, una mano sobre la puerta que acababa de cerrar y una ceja enarcada. Como odio que logre asustarme de maneras tan infantiles.

—¿Qué te pasa? Casi me matas del susto —exclamé.

—Safiye no sería tan tonta como para hacer algo así de obvio habiendo guardias presentes, así que por allí puedes estar tranquila, y con respecto a lo que me pasa —enarcó ambas cejas al incorporarse y dar un paso hacia mi. —Pasa, que mientras yo tenía una placentera e incómoda partida de miradas asesinas con un lobo, a ti, te hacían promesas bajo la luz de la luna —dio un par de pasos hacia mi quedando cada vez más cerca, se planto a una distancia no menor de dos pasos entre nosotros, con las manos en los bolsillos.

¡Es en serio!. A estas alturas ya ni siquiera me molesto en preguntar cómo es que pudo estar de cuerpo presente aquí y escuchar todo lo que pasaba en una habitación ubicada en un ala distinta. Suspire pesadamente cruzándome de brazos.

—Por favor Van, es solo un amigo, y lo único que hizo fue prometerme que sería fuerte, para sí mismo —explique con tranquilidad.

—Si un amigo. Y a Van que lo parta un rayo y lo devore un lobo mientras tu amigo te hace promesas ¿no? —esboce una sonrisa cuando vi esa chispa de drama en sus ojos. Van teniendo un ataque de celos no es algo que se vea todos los días.

—¿Estás celoso Van? —entrecerre los ojos dando un paso hacia él. Su quijada se tensó, pero su mirada se volvió letalmente juguetona cuando subí una mano por su pecho lentamente hasta tocar su nuca y atraerlo hacia mi con autoridad. —Sabes perfectamente que no te cambiaría por nada ni por nadie —susurre viéndolo a los ojos.

—Buena jugada, pequeña villana. A veces odio haberte entrenado tan bien —contesto con una sonrisa al tiempo que deslizaba su mano detrás de mi cintura. — Asesina de emociones, ese debería ser tu título, con una sola mirada acabas de erradicar mi descontento.

—No, esos definitivamente se llaman celos, antes no hacías tanto drama cuando hablaba con Hansel a solas —le besé levemente los labios antes de volver a hablar —pero hoy mi celoso vampiro, tendremos que estar alerta, no sabemos qué se trae ella entre manos, se dice que los depredadores nocturnos son los peores ¿no?

—Celos, ira, molestia van de la mano ¿no?. Y con respecto a los depredadores, en efecto, atacan a su presa cuando menos se lo espera, que suele ser por la noche —pasa un mechón de cabello.

—Exacto. Y se supone que debo descansar para tener suficiente energía para mañana —le recuerdo.

Me rodea con sus fuertes brazos la cintura y me pega más a él. Hago lo mismo y pongo mi mejilla sobre su hombro.

—No voy a permitir que te haga daño, voy quedarme contigo, mientras ella esté cerca, voy a quedarme contigo, así vas a poder dormir tranquila.

***

Anoche pudo parecer la noche más larga de mi vida, después de la noche antes de mi coronación, especialmente, porque, aunque Van estuvo allí abrazándome toda la noche, alerta ante cualquier movimiento, ante cualquier señal de amenaza, sentía sus brazos tensos. Probablemente estaba igual de ansioso que yo, ambos queremos que todo resulté bien, para que Safiye crea en mi muerte.

El día inició fuerte, muy fuerte, desde los rayos intensos de sol a través de la ventana hasta los abrazos y chispas de alegría entre lágrimas por parte de Yuri. No la había visto desde aquella tarde fatídica en la playa, ella pasó por un proceso bastante complejo de curación y tratamiento, Vesnom se encargó de estudiarle hasta el último cabello, tratando de descubrir sí la runa había hecho algo más, sí la había marcado de alguna forma, y después de que Vesnom no encontrara nada la reviso Frederick, no en un acto invasivo, más bien evaluó su estado psicológico, y el pobre salió más traumado que nadie, Yuri demostró seguir teniendo la habilidad de hablar hasta por los codos, como nadie más dentro de este palacio, totalmente intacta. Así que hoy, finalmente, vino a verme, claro que para eso tuve que convencer a Van para que volviera a tomar la forma de Cheng Cheng, sé cuánto odia cambiar a esa forma, y ahora entiendo sus razones, pero ante situaciones desesperadas, decisiones fríamente calculadas; él me lo dijo muchas veces, y ahora yo se lo aplicaba, solo así me aseguraría de que este bien y lo podría mantener conmigo sin que asustase a Yuri. Porque sí de algo estoy segura, es de que sí Yuri lo ve, en el mejor de los casos se desmayaría por el temor, el horror y el pánico, en el peor, mañana mismo todo el reino se enteraría que dentro del palacio hay un vampiro, así que mejor prevenir. Llamar a que otra doncella me ayudara a arreglarme para esta noche tampoco era de mi agrado, ya me había acostumbrado a Yuri, y la idea de adaptarme a alguien más no me resultaba agradable, especialmente porque no todas las doncellas son igual de flexibles que Yuri, a ella le puedo pedir lo que sea y me lo traerá sin cuestionamientos que pudiesen llegar a oídos de la reina, porque podrá gustarle hablar hasta por los codos, pero cuando se le pide discreción (estricta discreción, como la del juramento que como indauta hizo a su reino, cumple) afortunadamente promete callar, con la gran condición de por medio de que un día espera que la lleve a Sunland, pues después de lo sucedido en la playa nos fue imposible ocultarle mi identidad.

—Un vestido no muy pesado es lo que quiero lucir esta noche, que sea cómodo antes que lujoso ¿entiendes? —dije mientras Yuri pasaba el cepillo con delicadeza por mi cabello.

—La costurera real ya está trabajando en eso, yo misma me encargue de pedirle que le haga los ajustes necesarios, la máscara también está siendo elaborada en conjunto con la del príncipe Hansel, dentro de poco tendremos todo listo, ya muero de ganas por verla en el vestido —soltó un chillido emocionada— Se verá radiante, tanto, que incluso cuando el arrogante príncipe Jared la vea quedará impactado por su belleza.

Y no dudo que quede impactado. El verme con su hermano del brazo en público será tan solo la entrada que dará paso a su gran obra. La obra que hemos preparado para Safiye.

—Seguro que sí —me limité a decir, al tiempo que puse los ojos en blanco.

Yuri finalmente terminó de pasar el cepillo por mi cabello y comenzó a trenzar dos pequeñas trencitas dándole forma a una diadema, las cuales unió con un tocado en forma de mariposa color carmesí. Hoy visto un vestido algo extravagante en comparación con los que había estado usando en estos últimos días. Color rojo, con corsé, y algunos estampados de rosas en la falda de chiffon. Incluso hoy volví a utilizar guantes, volví a utilizar un escote bastante bajo con forma de corazón, luciendo a toda voz el calón, (una provocación que la dejaría en evidencia si resultaba ser quien todos sospechábamos que era). Nuevamente estaba incómoda, con un vestido pesado, usando joyas y zapatillas altas, incluso me atreví a pintar mis labios de rojo.

Provocativa. Descarada. Calculadora. Pero sumisa cuando me convenga. Solo cuando me convenga.

Ese era el objetivo de hoy.

Bajamos a través de los enormes corredores que daban vista al mar, para dirigirnos hacia uno de los jardines del palacio. El día estaba soleado, tanto que hasta el mar brillaba a lo lejos, las gaviotas danzaban sobre él mientras los ecos de su canto viajaban hasta el palacio con el viento otoñal. Van parecía muy cómodo entre mis brazos, pero estaba segura de que estaba observando todo a nuestro alrededor mientras avanzábamos. Al tiempo que avanzábamos trate de disimular acariciándolo detrás de las orejas, casi podía sentir su mirada fría mientras los lobos de Jared, que ahora reconocía como Maxthon y Jace, se quedaban al pie de una de las puertas que daban acceso a las escaleras para bajar al jardín. Ambos vestían una especie de uniforme entre color tierra y negro. Camisa negra, chaleco color tierra equipado con varios bolsillos, con quien sabe que cosa dentro, pantalón marrón con un cinturón equipado con fundas para dagas de diferentes tamaños, y botas color negras. Supongo que ese es el código de vestimenta con el que deben cumplir para estar aquí dentro al no ser parte de los guardias.

Pase por su costado y les di un asentimiento como la señal que esperaban para ir a su guarida, en adelante yo dependería de mí misma, hasta la noche. El más alto y corpulento de cabello cobrizo, Maxthon — que ahora sé que es la mano derecha de Jared —me miró por unos segundos, luego a Van como analizándonos, finalmente miró al más joven a su lado, Jace, aunque era menos corpulento que Maxthon, los músculos trabajados de sus brazos y abdomen se pronunciaban debajo de su traje. De cabello rubio y semblante duro, quien observaba con interés al felino entre mis brazos sin molestarse en disimular el esfuerzo que hacía por no desgarrarle la garganta a Van aprovechando que había cambiado de forma. Maxthon posó una mano sobre su hombro y le hizo un gesto indicandole que era hora de retirarse. Jace se estremeció ante el toque de su compañero, suspiró como sí lo hubiera hecho volver en sí mismo después de un largo trance.

—Gracias por acompañarnos hasta aquí —agradecí paseando mi mirada entre los dos. Ambos me regalaron un asentimiento de cabeza antes de avanzar por el corredor detrás de nosotras. Podían trabajar conmigo, podían tolerarme a mí, pero el ver Van era una tortura. Cada mirada me lo decía, no, me lo gritaba, no lo toleraban, solo trataban de guardar las apariencias. He tratado de normalizar aquello, dado que lobos y vampiros no fueron hechos para ser amigos, pero en una situación desesperada, una situación que implica muchas vidas, lo más importante es la cordura y en especial el autocontrol.

—Me parece raro que nos hayan estado siguiendo, nunca entran a palacio a menos que sea estrictamente necesario. Espere ¿Está pasando algo que aún no sé? Tal vez lo que pasó en la playa..., aún acecha aquí dentro— Yuri palideció al hacer tal deducción. Y no la culpo, después de lo que le paso, el temor había empezado a vivir con ella, asegura no recordar mucho de lo paso mientras sus ojos se volvían pozos negros con un pequeño punto rojizo de fondo, pero sin embargo noche con noche sufre pesadillas. Pesadillas que traen a su mente recuerdos que la atormentan. Me comentó que a veces siente que le falta el aire, que se está ahogando en el agua —como sí reviviera el momento exacto en el que pude quitarle la runa —despierta sudorosa y con lágrimas en los ojos, varias doncellas la han escuchado gritar debido a que a veces no puede diferenciar la realidad de los sueños y no puede despertarse. La Yuri que conocí alegre, risueña y habladora, había desaparecido en gran medida después de ese día, cada noche una parte de ella desaparecía. Y lo que más pesa sobre mí, es que gran parte de eso es mi culpa, sí yo no hubiera insistido en ir a caminar por la playa ese día, ella, seguiría viviendo con normalidad su vida. Pero ahora, aunque aparenta ser normal, y sobrellevar las cosas, como sí no hubiera pasado nada, sé que en el fondo sigue luchando para no dejarse llevar por el temor. El brillo en sus ojos la delata, dónde antes estaba la ilusión y la inocencia ahora abundan el temor y el recelo.

—No, para nada, puedes estar tranquila —puse mi mano enguantada sobre su hombro dándole un pequeño apretón —. Todo está bien, ellos están conmigo por la presencia de la reina madre, ya sabes, solo por precaución —le aseguro.

—Claro, claro, que tonta —se dio un golpecillo en la cabeza —discúlpeme mi lady... es decir, majestad —sacudió la cabeza con nerviosismo.

—Está bien, Yuri, tranquila, no pasa nada, estoy contigo, no va a pasarte nada, además un título u otro, no hacen la diferencia para mí. Quédate al pie de la escalera ¿sí?, junto a los guardias.

Subió una mano hasta su pecho y soltó todo el aire retenido en sus pulmones, como sí en ese instante tratara de comprobar que está despierta, que está respirando. Asintió con la cabeza, y retomó su postura, posando sus manos estratégicamente sobre su abdomen.

—Bien.

Baje con cautela cada escalón, aferrándome al barandal de piedra, teniendo cuidado de no enredarme con mis propios pies o con el pesado vestido. Los guardias al final de la escalera me abrieron paso sin oposición alguna. Hasta ahora no me había encontrado con ninguno de los guardias de élite que vinieron acompañando a la reina. El rey sostenía un libro mientras tomaba un sorbo de una taza de porcelana. Me acerqué hacia la mesa, caminando a través de la grava del jardín mientras aprisionaba a mi vientre a Van.

—Recuerda lo que te dije, ni se te ocurra abrir la boca —susurre intentando mover lo menos posible los labios.

—Aburrida.

—Cállate.

Un par de metros nos separaban de la mesa en la que se encontraba el rey. Mis pasos hacían crujir la grava bajo mis pies, sonido que puso en sobre aviso al rey de mi llegada. Giró su mirada hacia mí, se puso de pie y dio un par de pasos a mi encuentro.

—¡Oh querida! ¿Qué haces por aquí? —quiso saber al tiempo que deposita un leve beso en mi mejilla como gesto de saludo. Extendí una mano hacia la suya, él la tomó con amabilidad.

—Supe que le gustaba tomar el té, y he venido a acompañarlo antes de que sea la hora de partir, además, siento que en el tiempo que he estado aquí, no he tenido la oportunidad de hablar con usted a solas... sin mentiras de por medio.— Le dije sosteniéndole la mirada, él cubrió mi mano con la otra y le dio un par de palmadas. Sus espesas cejas blancas se levantaron al tiempo que sus labios se cerraron en una dura línea.

—Tienes razón, no hemos tenido la oportunidad. Pero no creo que sea el mejor momento, Safiye bajara a tomar el té conmigo en unos minutos, no porque a mí me interese hacer vida social con esa arpía, por supuesto que no, es solo para guardar las apariencias, Jared sugirió que la invitara.

Lo sé, y eso es exactamente a lo que vine.

—Tarde o temprano va a verme ¿no? Ella sabe que estoy aquí. Así que sí no le molesta podríamos hablar hasta que ella llegue.

—¿Estás segura? —enarca una ceja.

—Ni una duda.

Me miró confundido por unos segundos antes de volver a hablar.

—Bien, entonces, acompáñame, con suerte y Safiye se tarda, yo también quiero hablar de muchas cosas contigo, hija, ¿o debería decir majestad? —dijo en un tono suave, casi divertido.

—No se moleste padrino, yo no me siento como una reina —asegure al tiempo que él apartaba una silla de la mesa y me la ofrecía. Tome asiento dejando a mi queridísimo acompañante felino sobre mi regazo, el cual el rey aún no había tomado en cuenta.

—Pero eres una, una a la que le quieren arrebatar sus derechos personas avariciosas.

—Lo sé, y créame que, al principio, cuando la corona brilló, nunca pensé que terminaría así, huyendo de mí misma, de una usurpadora.

—Lo que has vivido hasta ahora, es algo, poco creíble. Tú padre, ni siquiera tu padre lo creyera sí se lo contara, su pequeña niña terminó por convertirse en la reina de Sunland, se salvó, y no solo eso, ahora salvará a muchos otros, sin duda tienes la gallardía de tu padre y el corazón de tu madre, capaz de perdonar a pesar de todo. Por cierto, ya me he puesto en contacto con ella, la verdad no entiendo como Safiye pudo meterla sin que yo me diera cuenta, pero ahora que sé que está aquí, tienes mi palabra que no le faltara nada, incluso sí ella llegara a aceptar la traería a vivir a palacio junto a sus dos hijos.

—Se lo agradezco padrino. Se la encargo mucho, mi madre es lo único que me queda de familia, ella y mis hermanos son mi más grande debilidad, Safiye lo sabe, y tengo miedo de que arremeta contra ellos en cualquier momento —confieso.

—Lo sé, mande estricta vigilancia a la casa en la que vive, mientras ella esté aquí, no me parece prudente traerla a palacio, sería riesgoso, pero en cuanto abandone mi reino tu madre será bienvenida, siempre y cuando ella así lo deseé —asegura recostando reclinándose sobre la silla.

—Se lo agradezco de antemano. Desde que mi padre murió, mi madre no ha hecho más que sacrificarse por mí, se metió con ese hombre con la esperanza de conseguir algo de comida extra para mi..., nunca contó con que quedaría embarazada, menos con que ese hombre resultara ser un alcohólico —sentí un nudo en mi garganta que me hizo suspirar con pesadez.

—¿Dónde está ese hombre ahora? —preguntó curioso enarcando una ceja.

—No lo sé —admito, la última vez que lo vi yo tenía entre once y doce años —. Desapareció de nuestras vidas hace ya más de cinco años, tal vez esté muerto.

—Mmmm, entiendo. Y tu padre..., ¿cómo murió él?

Baje la mirada. Lamí mi labio inferior, buscando las palabras adecuadas, buscando como decirlo sin que mi voz se quiebre. Aunque ya lo haya llorado, aunque haya sido hace mucho tiempo, mi papá duele, y siempre dolerá.

—Murió un par de años después de que nos exiliaron, yo tenía entre siete y ocho años, no recuerdo con exactitud, lo que sí recuerdo es que, mi padre, murió con mucha culpa dentro, la depresión lo condumio poco a poco, hasta que un día salió de casa, el lugar en el que vivíamos, y nunca regresó, mamá dijo que encontró su cadáver y lo cubrió de rocas, nunca supe en que parte del bosque quedó su cadáver con exactitud. Tal vez le dio un ataque al corazón, o algún animal lo atacó, la verdad... es que me duele pensar en eso —admito soltando un suspiro.

—Te entiendo hija, discúlpame sí fui indiscreto.

—No se disculpe, sé que está lleno de preguntas y dudas tanto como yo — levanté la mirada, es ahora o nunca, el momento que estaba esperando dentro de esta conversación es ahora—. Padrino, con tantos años de experiencia que usted lleva en el poder, conviviendo con la familia real de Sunland... ¿Cree que Cordelia esté viva? ¿Cree que sea ella la que está en el trono ahora?

Suspira y baja la mirada hacia los libros sobre la pequeña mesita entre nosotros. Pasa sus dedos por encima de uno de ellos. Levanta la mirada antes de hablar.

—La magia no es un libro abierto hija, sí fuese así, más de uno sería poseedor de los elementos. La magia es compleja, puede construir mundos y dar vida a lo increíble, como también puede ser letal y destructora. Por eso nunca se puede saber con exactitud y certeza las cosas cuando se trata de magia, la magia de Safiye te hizo eso —señalo el collar en mi pecho —y quien sabe qué le habrá hecho a su propia hija. No existe una tumba, no hay un cuerpo al cual podamos someter a alguna prueba que nos confirme su identidad, así que las probabilidades tanto de que esté viva como de que esté muerta son igual de altas, aunque sí la princesa Cordelia está viva...—ladea la cabeza en un gesto dubitativo.

Aunque sí Cordelia está viva... yo sería la verdadera usurpadora.

Sí Cordelia está viva, el reino por ley y derecho le pertenecen a ella.

Sí Cordelia estuviera viva, la reina no hubiera acudido a mí, al menos que su hija...

—Tú no deberías estar en el trono —mejor forma de decirlo imposible. Sí ella estuviera viva, yo no tendría que haber obtenido el elemento luz, el derecho era suyo, ella estaba en la línea de herederos al trono por encima de mi —. La piedra ni siquiera debió concederte el elemento, pero, sin embargo, la piedra te reconoció como la heredera legítima, lo que reduce mis teorías a: o Cordelia está viva, pero no era la heredera legítima. O Cordelia está muerta y su repulsiva madre no se tentó el corazón en abandonarla en algún lugar dónde nadie pudiese encontrar su cuerpo... o sus cenizas.

Horrible. Despreciable. Repulsiva. Palabras para describir a Safiye me hacen falta, sí en realidad hizo eso. No la creó incapaz, con la sed de poder que tiene, la creo, muy pero muy capaz de renunciar hasta a su propia alma por algo de poder, por algo que la haga mantenerse por encima de los demás. Sin embargo, existe la otra posibilidad, y si fuese así Cordelia se dejó retorcer el alma por su madre.

—En el primer caso, suponiendo que fuese así, ¿Por qué no podría ser la heredera legítima sí es la hija del difunto rey?

El rey curvo sus labios en una pequeña mueca. Estaba pensando a toda máquina, podía notarlo, su mirada estaba fija en algún punto sobre la mesa. Van sintiendo el silencio prolongado, intento levantar la cabeza por encima de la mesa, pero se lo impedí ejerciendo fuerza sobre su nuca. Apenas y escuche el chillido de molestia que soltó.

—Creo que allí mismo tienes tu respuesta: sí es que ella es la hija del difunto rey.

Mis ojos se abrieron de par en par. Carajo, claro, eso es, Cordelia, no, Safiye, engañó al rey. Por todos los cielos, eso explicaría mucho. Carajo, lo explicaría todo. Yo era la única heredera, porque el rey no tenía hijos, y mi padre era un gran obstáculo para ella, yo era un obstáculo para su hija, ¿Entonces fue ella quien lo incriminó para deshacerse de mí? No, sí sabía que Cordelia no llevaba sangre real, sabía que ella no podría encender la corona, entonces... Falta una pieza, falta una pieza para armar este rompecabezas pero ¿Cuál? ¿Cuál? ¿Quién?

Cordelia no es hija del difunto rey. Safiye tuvo que tener un amante pero ¿Quién?

Sí Cordelia no es hija del difunto rey ¿Quién es su verdadero padre?

¿Quién?

La ambición de Safiye es muy grande así que, debió apuntar alto, o por el contrario un error. Se embarazó por error de la persona equivocada. Y cuando se dio cuenta, cuando se vio acorralada nos...

—¿Estás bien hija? —quiso saber el rey agitando una mano frente a mis ojos. Me había hundido en mis pensamientos por completo.

—Si —le asegure, —Es solo que, sí ese fuese el caso, habría alguien más ¿no? Un tercero en juego, el verdadero padre.

—En efecto. Yo te aconsejaría que no pienses mucho en ello, lo hecho, hecho está, preocúpate más por cuidarte y recuperar el reino a tiempo, sea que Cordelia esté viva o muerta, lo confirmaremos o descartaremos muy pronto, además de que quien tiene el elemento eres tú y no ella, lo que te convierte en la legítima reina —un nudo se formó en mi estomago al considerar esta nueva teoría, algo tan obvio que no había tomado en cuenta, la única forma de que no fuera la legítima heredera es que no perteneciera a la realeza. Sacudí un poco mi cabeza intentando apartar todo tipo de pensamientos de mi cabeza, y concentrarme en mi misión. Subí una mano hacia la mesa, y toque la del rey, la tome con una fuerza moderada y lo mire a los ojos como vería a cualquier buen amigo. Cómo vería a mi padre.

—Gracias, padrino, de verdad mil gracias por apoyarme en todo esto, sé que debí pedir ayuda y hablar con la verdad desde el momento en que la corona se encendió sobre mi cabeza, quizás eso nos hubiera ahorrado muchos conflictos, pero estaba atada de pies y manos, y no me atrevía a desobedecer a ella —. Le hable desde lo más profundo de mi corazón, de verdad estaba agradecida, sus sabías palabras me han abierto los ojos, y sé que cuento con el respaldo de su guardia y ejército.

—No tienes nada que agradecer, lo hago con gusto hija —poso su otra mano sobre la mía —puedes estar tranquila, tienes todo nuestro apoyo, incluso el de Jared, que es muy difícil de conseguir, aunque hablando de difíciles..., el de ese vampiro, debo reconocer que también te beneficiará mucho, al menos por ahora —Van intentó levantar la cabeza para ver por encima de la mesa, por enésima vez, pero yo ejercí más fuerza sobre su cabezota y lo mantuve con la cabeza abajo. —Por cierto ¿Dónde lo has dejado? Quedamos en que lo mantendrías vigilado.

—Y lo mantengo vigilado —admití al ver que se me escurría de las manos. —De hecho, está justo aquí ahora —Van me dio un manotón con las garras afuera, no me rasguño, pero vaya que me asusto. Se levantó y subió a la mesa en un salto ágil y elegante.

—Rey de Faes —pronunció en lo que según yo fue un intento de saludo por parte del felino, quien se sentó cómoda y descaradamente, sobre la mesa agitando su cola de arriba abajo.

—¿Lo has hechizado? —el rey lo señaló perplejo y enarco una ceja hacia mí.

Van giro su cabezota peluda hacia mí con expresión divertida. Una expresión divertida que expresaba venganza porque le pedí y prácticamente obligé a cambiar de forma. Sé y entiendo los motivos que tiene para odiar ser un gato, pero solo así podía mantenerlo conmigo a salvo, cosa que definitivamente no entendió.

—Por supuesto, así lo mantengo bajo mi absoluto control —le aseguré al rey mientras acariciaba al felino detrás de las orejas. Su expresión volvió a endurecerse antes de girarse hacia el rey.

—Un gato, vaya, mucho más dócil, mucho más débil —dijo el rey observando a mi felino con desagrado.

Zona de peligro. Zona de peligro.

Van odia esas palabras. Por obvias razones.

Tal vez debí dejarlo con Frederick.

Tal vez...

—Lo de débil yo me lo pensaría dos veces antes de asegurarlo. — Arremetió con elegante audacia. Yo intente abrir la boca para suavizar el ambiente cuando...

—Espero no estar interrumpiendo una reunión importante —esa maldita voz. Esa maldita voz.

Era ella, su perfume cítrico y exagerado me llenó la nariz. Pero no me giré a verla. Por un instante olvide que ella vendría.

Le devolví el aire a mis pulmones con disimulo mientras el rey se puso de pie para saludarla. Falsa cortesía había dicho él.

Van regreso su mirada hacia mí.

Levántate carajo, demuéstrale que no le tienes miedo, o bueno al menos demuéstrale que no te intimida como antes, recuerda que ella no está en su territorio, por lo tanto, este es el campo de batalla, así que a pelear, que para eso hemos entrenado. No olvides estoy aquí, ella no va a hacerte nada malo, no voy a permitírselo. Confío en ti.

De alguna extraña forma la voz de Van invadió mi mente. El diastro se camuflo junto con su ropa, así que es probable que esté usando ese canal. Y tenía razón, no podía simplemente paralizarme. Tome la iniciativa. Me incorpore sin pensarlo tanto y me giré hacia ella.

Valor, toma valor.

Ella no es la villana de mi historia pero yo sí seré la de la suya.

—Majestad —me dirigí a ella con una voz suave, haciendo un pequeño asentimiento de cabeza como saludo. Levante la cabeza lentamente y sonreí de costado cuando ese par de ojos penetrantes se encontraron con los míos, vestía un vestido rojo pero de menos intensidad que el mío lo cual es irónico, vestir igual que ella no fue algo que quisiera o planeara, sin embargo ella lleva un corsé mucho más ajustado que el mío y un vestido de mangas largas.

No cambie la mirada sino hasta que el rey posó una mano sobre mi espalda.

—La recuerdas ¿no? — me señaló con su otra mano.

—Cómo podría olvidarla...—confeso con una falsa voz dulce, subiendo su mano con dramatismo hasta su pecho —. Es, la hija de mi hermana, mi querida sobrina —se acercó a mí con cautela hasta rodearme en un abrazo.

Un asqueroso abrazo. Que tuve que devolver, con menos fuerza, con una mueca que hizo que el rey negara con la cabeza intentando ocultar una sonrisa. Y es que existen personas hipócritas pero como Safiye, ninguna.

Es una reina sí, pero de la hipocresía.

Bien, yo también podía jugar su juego.

—Que encantador verte, no te imaginas con cuanto he cargado en mis hombros todos estos años al pensar en lo que le sucedió a mi hermana y a ti —dijo acunando mi rostro entre sus manos. Maldita hipócrita.

Tuve que contenerme mucho para no apartar sus repugnantes manos de mi rostro como me hubiera gustado hacerlo. Cerré mis puños con fuerza a mis costados, y sonreí.

—Claro, usted lo ha dicho, no puedo siquiera imaginarlo —respondí con una voz suave, mientras a ella se le borraba la sonrisa del rostro. Entrecerró los ojos hacia mí disimuladamente hasta que el rey intervino.

—Bien, creo que podemos sentarnos y seguir hablando ¿no? —propuso él.

—Claro —apunte yo, sin etiqueta alguna me gire hacia la silla en la que estaba segundos antes y me senté, sin siquiera ofrecérsela a ella, el rey se sentó en la suya haciendo lo mismo que yo, ignorarla sin ni siquiera apartar una silla para ella, y cuando esta se disponía a sentarse en una tercera en medio de los dos, ahogó un gritillo y dio un respingo hacia atrás.

—¿Qué sucede? —quiso saber el rey sin moverse en absoluto de su silla.

—Hay... hay un, un...—volvió a echar una mirada sobre el espaldar de la silla con recelo, probablemente quería cerciorarse de lo que vio, yo me incline un poco para ver, y allí, sentado como un gran conde estaba mi estimado felino, observando a la reina con una fría como estremecedora mirada.

—Oh, tan solo es Cheng Cheng, mi gato ¿no es lindo? —extendí una mano hacia el felino y lo acaricie orgullosa, la reina ahogo un jadeo indignada al tiempo que nos aniquiló con la mirada.

—Una criatura como ninguna otra, bastante territorial —apuntó el rey, quien hacía un gran esfuerzo por no soltarse a reír. —Creo que necesitaremos otro asiento, vuelvo en un segundo —se excuso el rey mientras avanzaba hacia sus guardias al final de la escalera, para solicitar otro asiento, los guardias de élite y unas cuantas doncellas pertenecientes a la reina también descansaban de pie allí. Sin duda pudo solicitar la silla sin moverse de su asiento, pero esa solo fue la excusa perfecta para poder reír libremente y sin tabúes.

La reina y yo nos quedámos en un silencio tenso y peligroso.

No me moleste en girarme hacia ella, lo que menos quería era verle la cara cuando las ganas de abalanzárme sobre ella para hacerla pedazos me estaban quemando por dentro.

—¿Qué es lo que te propones? —el silencio se rompió con esa pregunta. No en un tono amable como el de hace unos segundos. No como una petición, no, ella exigía una respuesta.

—Lo mismo que tú —me gire hacia ella con una sonrisa inocente, deje de acariciar al felino a mi lado, pero mantuve mi mano sobre su cuerpo —una buena vida.

Se inclinó disimuladamente sobre mí, entrecerrando sus ojos. Yo no me inmute en absoluto en retroceder.

—¿De qué hablas? —dijo en un susurro amenazante.

—No quiero tu reino, no quiero vivir atada a un trono, lo quieres, adelante tómalo, yo haré mi vida aquí, lejos de ti, lejos de esa corte maldita con la que trabajas.

Mantuve un semblante neutro, pero su mirada, esos ojos marrones que desbordaban avaricia y ambición, estudiaron cada uno de mis gestos.

—¿Cómo lo lograste? ¿Cómo lograste cambiar?. — Justo en el blanco, no había caído, pero sí ha preguntado. Mis ojos, mi cabello. Ella no sabe de Van, no sabe que la joya sobre mi cuello es la razón... Frederick había dicho latrixs, una magia rara, no había vuelto a preguntarle sobre eso.

Dibujé una sonrisa en mi rostro lo mejor que pude.

—Esto —levante un mechón de mi cabello —se lo debo al pobre Frederick, utilizo su último aliento para darme mi libertad.

—¿Qué?

—No finjas que no lo sabes, Frederick me ayudó a escapar del atentado, y cuando intento volver a palacio lo atacaste, no pude hacer nada por él, pero él hizo esto por mí, así que supongo que debo estarle agradecida ¿no? Me dio lo que tu me quitaste al llevarme a palacio: libertad.

Soltó un bufido por lo bajo, fingiendo indignación.

—Me importa muy poco lo que creas, pero ten mucho cuidado con lo que dices o haces —apoyó una mano sobre la mesa, entrecerró sus ojos y se inclinó hacia mí. No me moví ni un solo centímetro, al contrario, le mantuve la mirada. —Sabes que siempre, siempre voy a estar a un paso de ti, a una pequeña e insignificante distancia lo suficientemente peligrosa como para ser letal —susurro antes de dibujar una sonrisa en su perfecto rostro de reina malvada para luego intentar acariciar mi mejilla. La detuve e impedi el contacto tomando su muñeca, dejando sus largos dedos a unos milímetros de mi rostro. —Podrás estar muy, pero muy cerca, pero jamás podrás atacarme sí me convierto en la reina de Faes, y eso es lo que voy a hacer —susurre en un hilo de voz neutro, pero con una audaz sonrisa en el rostro, igual de falsa que la de ella. Su sonrisa se borró lentamente al escucharme pronunciar esas palabras. Cae Safiye, vamos cae en la trampa. —¿Qué? ¿Crees qué eres la única a la que le interesa llevar una buena vida? —reí abiertamente, mientras soltaba de manera brusca lo más lejos posible de mí rostro su mano. Ella ergio su espalda al momento que frotaba su mano con suavidad, bufó e hizo un ademán de lanzar sus largas uñas hacia mi, pero se controló audazmente al recordar que teníamos público cerca. —Creo que después de todo, sí aprendí una que otra cosa de ti, y no pienso volver a Sunland, cuando aquí tengo un camino mucho más fácil que seguir.

—Listo Safiye, aquí está tu silla —la voz del rey a su espalda hizo que ambas disimuláramos las miradas, y los gestos de desagrado. Ambas sonreímos al rey mientras unos guardias dejaban a un costado de la mesa la silla.

***

Mantuve una sonrisa fija en el rey durante la media hora que me vi obligada a compartir con Safiye. Van siempre estuvo alerta a cualquier movimiento, y cuando ya no pude oír más su voz irritante y comentarios hipócritas, me disculpé diciendo que tenía planes con Hansel, lo que obviamente solo era una excusa para irme y por supuesto era falso, lo que yo necesitaba hacer con mi presencia allí ya lo había logrado, incluso sin que Safiye se diera cuenta.

Camine a pasos largos por el corredor que daba vista al jardín, mientras Van se encargaba de mantener entretenida a Yuri varios metros atrás, saltando y brincando, mientras Yuri intentaba atraparlo. Disimuladamente apoyé mi espalda en la pared de piedra liza al final del corredor justo dónde se conectaba con los pasillos internos del palacio. Me aseguré que Yuri estuviera lo suficientemente entretenida y le pregunté a mi cómplice quien ya me esperaba con la espalda apoyada en la pared del lado del pasillo.

—¿Lo vio todo? —gire mi rostro en dirección opuesta a la de Yuri.

—Cada interacción y sonrisa. Por los latidos de su corazón casi podría jurar que hasta le emociona que te odie —la voz grave de Jared se escuchó del lado del pasillo.

—Bien.

—¿Estás lista para esta noche?

—Totalmente, más ahora que sé que Safiye mordió el anzuelo. ¿Has encontrado indicios de que sea una bruja?

—No aún, pero estoy en eso, esta noche mis lobos entraran disfrazados de nobleza al palacio para estar más cerca. Solo sí logramos acorralarla sentiremos su energía —asegura en un susurro.

—Entonces hasta esta noche.

—Hasta esta noche majestad. La veo a la hora de su muerte —podría jurar que por el tono en que lo dijo, Jared estaba reprimiendo una sonrisa. Iba a ser mi verdugo, o al menos iba a fingir serlo, y aunque fingía que la idea no le agradaba muy en el fondo lo disfrutaba.

—Genial, siempre es bueno saber con anticipación el horario.

Despegue mi espalda de la pared y di unos pasos hacia dónde Yuri aún parecía patalear por agarrar a Van. Bastó que yo pronunciara su nombre y le extendiera los brazos para que el felino saltara con audacia a mis brazos.

—Ese animal...—señalo Yuri entre jadeos incrédula al felino entre mis brazos —va a matarme de un infarto.

Sonreí en respuesta y fingí regañar a Van mientras Yuri intentaba recuperar el aire. Disimuladamente mientras avanzábamos hasta mi habitación, acerque su oreja peluda a mis labios y susurre:

—Cayó en la trampa. Safiye cayó en la trampa.

HOLAAA!!!

Les comento rápidamente que he aprobado el semestre🥳🥳

Estoy super contenta, y bueno, no podía dejar de actualizar dado que mis exámenes se adelantaron a el jueves, lo que me dio tiempo para escribir.

Y buenoo, espero les haya gustado el capítulo, nos vemos el próximo lunes con un nuevo cap.

Gracias por leerme.

Con amor, Evie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro