V: Wetenschapsklasse
Clase de ciencias (sí, es todo una palabra impronunciable, pero qué queréis que haga, el traductor de Google es así)
"Estudiar es el camino, pero copiarse es el atajo."
Primera hora de un martes es un momento perfecto para dormir. ¡Obvio que no! Por muchos caprichos que se les permite a los estudiantes de le Rosey, está terminantemente prohibido satarse sus clases. ¿Cómo te levantarías si supieras que una entretenida clase de biología molecular te estuviera esperando? Yo me habría maldicho varias veces por haber elegido la asignatura. Bueno, era lo que más le interesaba a René. (Hijo, deberías estudiar política y geografía, aunque, ahora que lo pienso, también lo haces.)
—Buenos días, alumnos —les saludó la profesora, la señora Freese, la notable investigadora de la materia oscura—. Tomen asiento, enseguida llegará el profesor Dawkins.
René buscó un asiento en las filas del medio del laboratorio, dejó su carpeta y estuche en una mesa y se acercó al armario de materiales. Sabía perfectamente que le tocaba: ayer le había un ojo a la programación. Este año se centraba en la experimentación y la redacción de informes (ja ja ja. Nos estamos enterando todos, sí). De eso (y de la magia de la adivinación que en verdad no debería existir en esta historia), el joven había llegado a la conclusión de que hoy les esperaba un día de experimentos.
Pasados tres minutos y llegados el resto de los alumnos, el señor Dawkins entra por la puerta con media tostada en la boca y un café a medio terminar en la mano. Por supuesto, Richard Dawkins es el tipo de persona que de no ser por el destino se la habría pasado durmiendo y comiendo en su madriguera. Aunque el profesor pueda aparentar lo contrario, al mundo de la ciencia se encara seriamente, por ejemplo. Obviamente que lo hace cuando quiere, y también era de esperarse que desarrolara esa despreocupación. Sólo imagínate el hecho de tener que enseñar a una panda de talentosos (y no tan talentosos) chavales de diez a dieciocho años. Por muy buen genetista que sea, es imposible ser paciente recortando cromosomas y emparejarlos con estos estudiantes ruidosos. Y mira tú, hace pocos años no era tan pesimista y emo. Pero esa es una larga historia para contar.
—Burp —eructó tras comerse el último trocito de su tostada (probablemente de fresa modificada genéticamente, porque eso es a lo que se dedica: modificar genes)—. Como vosotros, yo también quisiera que el verano hubiera durado los nueve meses restantes.
La señora Freese tosió en desaprobación. La investigadora de la materia oscura era el polo opuesto de Dawkins. Era como Snape, pero sin el Always.
—Vale, vale —se apuró el hombre enderezando su bata blanca—. Bueno, como ya sabéis, este trimestre seré yo vuestro profesor principal y daremos genética. Sí, otro año más recortando pedacitos de papel y diagnosticando síndromes —para los que no lo entiendan, las prácticas de diagnosticación de síndromes se hace sacando una foto a una célula en fase de división y luego emparejando los cromosomas (en casos normales una célula solo tiene un cromosoma pero en la mitosis se duplica). De tal manera que si hay un tercer cromosoma, ese es el causante del síndroma (#noMoreMedicine #plis)—. Pero la señora Freese sugirió hacer un experimento como introducción.
Ignorando toda la explicación dada por Ricchie (Richard Dawkins tuteado), porque cuando se pone serio es como los autores de la misma Biblia, el proyecto consistía en hacer ver el ADN sin usar microscopio. Para la receta, usaremos: 50 ml de agua con sal, 50 ml de agua con jabón, una pizquita de alcohol 95º (si no me equivoco) y un escupitajo de saliva.
Paso uno: escupir la saliva. Primero enjuágate la boca para no echarle al vaso el resto del croissant de esta mañana. Ráspate un poco el interior de la boca, así se desprenderán más células y será más probable que puedas deshacer alguna.
Paso dos: mézclalo todo. El jabón corromperá los lípidos que cubren el exterior de la célula. Algo así hará también la sal pero con el núcleo. Tampoco es que sepa cómo explicarlo bien sin reproducir directamente las palabras de Dawkins (son demasiado aburridas como para incluirlas)
Paso tres: echa el alcohol (no el que te tomaste anoche, nada de vodka aquí) pero, ojo cuidao, hay que echarlo a la pared de la probeta de tal manera que escurra y se quede en la parte superior.
Paso cuatro: espera, maldito impaciente.
Et voilà. Verás un hilo nebuloso (y algo asqueroso, todo hay que decirlo) que se supone que es la cadena del ADN. Pero si me dejáis dar mi opinión (pues claro que sí, es mi historia), se ve más bien como una gota de leche echado a un vaso de agua.
—Oye, Ricchie —lo llama René pero la señora Freese lo mata con la mirada—, quiero decir, profesor Dawkins.
—Sí, digame —(somos su compañía de teléfono cien por cien confiable así que cuéntanos por qué tu novia cortó contigo).
—Mi ADN no se ve —(tal vez no tengas...).
—Qué patoso eres, Orange —se burló Elliott—. En todo este tiempo podrías haberlo rehecho.
—Uhmm —masculló el profesor ignorando a su estudiante estrella. Veamos, Ricchie ama mucho a Ellie, porque Ellie es un genio sin igual. Pero a su vez, Ricchie es totalmente consciente de lo cruel que puede ser—. Mocoso, aquí no se ve nada verde, ¿seguro que echaste el jabón?
—¿Jabón? —(sí, hijo, sí.)
—Patético —comenta el canadiense.
—Tendrás que volver a empezar, el jabón es lo primero, porque rompe la membrana celular compuesta de lípidos. Y si no rompes primero el muro de la casa, no puedes romper la televisión que hay dentro —(buena metáfora, profesor de biología)—. Date prisa, tienes cinco minutos.
Vuelta a empezar. Mezclar el agua con jabón, mezclar el agua con sal, mezclar los tres elementos por el orden de saliva-jabón-sal y batir enérgicamente (no tanto, solo hay 150 ml, vaya a ser que lo esparzas todo), echar el alcohol cuidando de no echarlo directamente. ¡Y magia!
—Sigue sin salie nada...
—Emm, René —le dijo Mitsuki, con quien compartía esta optativa también—, se te olvidó la saliva.
Introdúzcase la kilométrica carcajada de Elliott. Por cierto, terminó por saltárseles las lágrimas de la risa. Y que todos tengan claro que estoy de su parte. Pobre René, hasta el propio narrador y la autora se ponen en su contra (esto es cada vez más parecido a una novela épica fantástica: el destino en contra de nuestro héroe).
—Mocoso —sentenció Ricchie (llamarlo así es adictivo). Todos los alumnos se volvieron—. ¡El mocoso de las naranjas! ¡Te quedaste sin tiempo! Mañana entrégame un informe con el proceso del experimento y la explicación.
—Mierda —musitó René—. Sí, profesor.
Nota de la autora :D
Sí, el :D va incluido. Problem? Soy especialita, y qué? >:,v
Bueh, venía a deciros una cosa. A ver que me acuerde... ah, sí, que el experiemento es real y realizable. Pero antes de todo googleadlo porque no sabía la graduación exacta del alcohol. Vaya a ser que debía ser del de 90º y vosotrxs cogéis el de 95º y explotáis vuestra cocina. No me hago responsable.
Pregunta de hoy: ¿alguien tiene anécdotas graciosas relacionadas con las ciencias?
Como en el capítulo anterior, dejen quotes aquí >>>
Os quiere un poquito más desde el fondo de su patata,
Jen.
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