Capítulo 13
Nathan no le había vuelto a hablar a su madre en todo este tiempo, y ella tampoco le ha llamado ni escrito siquiera. Daphne y Dylan trataban de convencerla de que se ablandara con Nathan y Gisel, pero no cedía. Jeremy también intentó hablar con ella yendo a casa en el horario que no estaban Shawn. Pero fue el mismo resultado y terminó en una discusión como de costumbre. A todo esto, Nathan y su novia trataban de no coincidir sus visitas al psiquiátrico con las de la señora.
Gisel quedó embarazada, primero se lo comunicó a sus padres, y estos se alegraron por el nuevo nieto o nieta. Llamó a su novio para preguntarle cuándo podría ir a verlo para decirle. Este le dijo que podía ir ese mismo día porque no tenía que trabajar. Le avisó que estaría en su casa en 15 minutos. Una vez que llegó al departamento, Nathan no entendía por qué tanto misterio hasta que su novia le dio la noticia, la cual le alegró mucho. La abrazó y la llenó de besos. Días después, Nathan fue a ver a su padre junto con su novia, quienes reaccionaron de la misma forma al escuchar la noticia. Faltaba contarle a la madre.
El policía decidió ir a su casa sin avisar.
—Hola.
—Hola, ¿tú aquí? —dijo con el ceño fruncido, sin entender porque su hijo estaba en su puerta.
—Vine a decirte algo, no hace falta que me hagas entrar. Vas a ser abuela —soltó, yendo directo al grano. Ella lo miró con los ojos bien abiertos, tratando de procesar lo que le había revelado—. Bueno, sólo era eso, quería decírtelo personalmente para ver tu reacción. Y si no traje a Gisel, es porque no quiero que se altere por si la maltratas. Nos vemos en nueve meses —se despidió con frialdad, dio media vuelta y se fue.
—Nate, espera —lo llamó, y él se detuvo. Miró a un costado y se dio vuelta para mirarla—. ¿Puedes llevarme a casa de Gisel mañana?
—¿Vas a aceptarla? Porque si es para insultarla, no te llevo ni loco —le puso como condición.
—Sólo aceptarla, no hacerme su amiga. Quiero felicitarla, y de paso aquí a ti —contestó sonriendo un poco—. Voy a ser abuela. —Su hijo se acercó más.
—Primero, gracias. Segundo, espero que esto sea verdad —la señaló con seriedad—, es la primera vez que una novia mía está embarazada y no sé si estás feliz de verdad o fingiendo. —Lizette suspiró, entendiendo la desconfianza de su hijo mayor.
—Es en serio, Nathan. Llévame mañana a casa de tu novia, ¿sí? —Su hijo la siguió mirando con desconfianza.
—Está bien —aceptó finalmente. Se despidió y se fue.
Al otro día, los tres estaban reunidos en casa de Gisel. Lizette cumplió con su palabra y felicitó a su nuera por el bebé en camino y a su hijo de nuevo. Paul estaba en el sofá con unos peluches.
—Espero que podamos estar en paz a partir de ahora. No quiero que ninguno de mis hijos presencien discusiones —exigió Gisel.
—Te prometo que no. Mi hijo te ama mucho, y espero que sean felices.
—Así es —confirmó ella. Nathan la abrazó por detrás.
Un día, antes de que llegaran Grace e Isabelle con los niños, Noel pescó a su hermano estando distraído mirando a un costado, mientras Peggy y Natasha conversaban. Noel aplaudió para llamarle la atención, y las otras dos los miraron, ya que el aplauso también las tomó por sorpresa.
—¿Qué pasa, Noel? ¿Por qué aplaudes? —preguntó Natasha riendo levemente.
—Liam, que está distraído de nuevo.
—No es cierto —negó frunciendo el ceño.
—No mientas, te pesqué mirando a un costado. Es obvio que estabas mirando a alguien.
—¿Ah sí? ¿A quien mirabas? —preguntó su mamá.
—A nadie —contestó bajando un poco la cabeza.
—Perdón por decir esto, pero estás distraído como cuando viste a Sandrine por primera vez —recordó Natasha.
—Está bien —suspiró dandosé por vencido y señaló con disimulo—. La estaba mirando a ella. Su familia vio en la dirección que apuntó y vieron a Daphne charlando con otros pacientes—. Pero no la llamen, ¿sí? —pidió.
—¿Podemos al menos saber el nombre? —preguntó su mamá.
—Daphne —contestó sonrojandosé.
—Te gusta, ¿no? —supuso Natasha.
—Claro que no.
—¿Y por qué la mirabas tanto? —sospechó su hermano.
—Sólo...la miraba —contestó haciendo puchero—. Somos amigos, sólo eso.
—Liam, no pasa nada si vuelves a enamorarte. No deberías cerrarte —le aconsejó su mamá.
—Sólo asegúrate de hacer las cosas bien esta vez —le advirtió su hermano.
—No pienso volver a estar con nadie —aclaró—. No puedo dejar de amar a Sandrine.
—¿Al menos hablaron tú y Daphne? —preguntó Noel.
—Pues...a estas alturas bastante.
—¿Hace cuánto que se conocen? —preguntó su mamá.
—Como más de dos meses. Aunque a diferencia de Sandrine, empezamos mal.
—¿Qué pasó? —preguntó Natasha.
—En realidad, creo que fui yo el maleducado, ella se me acercó en la sala de estar el día que decidí salir. Se me presentó, me contó un montón de cosas, con demasiada confianza diría yo, y yo le contestaba todo cortante y de mal modo. Pero lo que más me molestó fue que averiguara mi enfermedad entrando a escondidas al consultorio del psiquiatra, después me hizo preguntas incómodas, no le quise contar por qué...bueno, ya saben —omitió lo de los golpes con vergüenza, y entendieron—. Luego empezó a acosarme, los enfermeros tuvieron que intervenir, hasta que un día yo estaba llorando y ella fue a consolarme y bueno —dijo encogiendosé de hombros—, ya no la pude seguir rechazando.
—¿Y ya le contaste lo que hiciste? —preguntó Noel—. Digo, cuando, supongo, ya hubo más confianza.
—Sí.
—¿Todo? —desconfió un poco su hermano—. Liam, ¿le contaste toda la verdad de todo lo que hiciste? —Liam largó un suspiró.
—Sí, Noel, todo, con todos los detalles —confirmó y enfatizó—. Lo bueno es que no me juzgó. Bueno, otra afuera capaz lo hubiera hecho —supuso bajando un poco la cabeza.
—Por casualidad, ¿sabes lo que tiene? —preguntó Natasha.
—Es bipolar. —Justo en ese momento, llegaron Grace e Isabelle con los nenes y cambiaron de tema.
***
Liam estaba de nuevo en el consultorio de Vincent, había estado mudo por varios minutos, pero el terapeuta sólo esperaba pacientemente a que hablara.
—Creo que me estoy enamorando —habló por fin—, o bueno, no sé.
—Eso es bueno. ¿Qué tanto hablaron como para que te guste? Además de parecerte linda, supongo.
—Bastante, pero, también me molesta esto que siento porque al mismo tiempo sigo pensando en Sandrine. Sé que ahora es tu esposa, pero, no puedo dejar de sentir esto. Sandrine fue alguien muy importante en mi vida, fue la mujer que más amé y no me gustaría reemplazarla por más que estemos separados.
—Entiendo, pero tu ex no tiene por qué ser la única mujer con la que hayas tenido una historia.
—¿Y qué pasa si me vuelvo a equivocar?
—Puede que tengas recaídas incluso si sigues el tratamiento, pero mereces otra oportunidad. Por algo estás acá.
—Ella me dijo que no me dejaría aunque la golpee —destacó pensativo.
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