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5

Una semana después del beso que había cambiado todo entre Nobita y Miyoko, Nobita se encontraba sentado en el sofá de la sala de estar de la casa de Miyoko, nervioso. Estaba esperando la reacción del señor Mangetsu, el padre de Miyoko, sobre su nueva relación con su hija. Recordaba cómo el padre de Shizuka lo había rechazado y temía que la historia se repitiera.

El señor Mangetsu entró en la sala y se sentó frente a él, con una expresión amable.

—Nobita, he escuchado que tú y Miyoko han dado un paso importante en su relación —dijo el señor Mangetsu con una sonrisa.

Nobita tragó saliva, tratando de mantener la compostura.

—Sí, señor Mangetsu. Miyoko y yo hemos decidido estar juntos —respondió Nobita, sintiéndose vulnerable.

El señor Mangetsu asintió con aprobación.

—Estoy muy feliz por ustedes, Nobita. Siempre he visto en ti a una persona buena y con un gran corazón. Estoy seguro de que harás muy feliz a Miyoko.

Nobita sintió un alivio inmenso al escuchar las palabras del señor Mangetsu. Saber que tenía su aprobación era un peso que se levantaba de sus hombros.

—Gracias, señor Mangetsu. Haré todo lo posible para ser digno de ella —respondió Nobita con sinceridad.

El señor Mangetsu soltó una risa suave.

—No tienes que preocuparte tanto, Nobita. Ya lo eres. Y quién sabe, tal vez en un futuro no muy lejano, Miyoko y tú me den la alegría de convertirme en abuelo.

Nobita se quedó boquiabierto y luego empezó a reír, contagiado por la risa del señor Mangetsu.

—Eso... eso sería algo —dijo Nobita, todavía sorprendido por la broma.

El señor Mangetsu continuó riendo y le dio una palmada en el hombro a Nobita.

—No te preocupes, hijo. Todo a su tiempo. Pero estoy seguro de que, cuando llegue el momento, serás un gran padre.

La puerta del baño se abrió y Miyoko, envuelta en una bata de baño y con el cabello húmedo, entró en la sala. Al ver a su padre y a Nobita riendo juntos, sonrió, sintiéndose increíblemente feliz de que dos de las personas más importantes en su vida se llevaran tan bien.

—¿De qué se ríen ustedes dos? —preguntó Miyoko, acercándose y sentándose junto a Nobita.

—Tu padre estaba sugiriendo la posibilidad de nietos en el futuro —dijo Nobita con una sonrisa, aún un poco sonrojado.

Miyoko rió y miró a su padre con cariño.

—Papá, siempre tan adelantado —dijo, luego miró a Nobita con ternura—Pero es bueno saber que tenemos tu apoyo—

El señor Mangetsu asintió con firmeza.

—Siempre, Miyoko. Siempre tendrán mi apoyo. Ahora, ustedes dos disfruten de su tiempo juntos y construyan una relación fuerte y hermosa.

Miyoko se acurrucó al lado de Nobita, y el señor Mangetsu los observó con satisfacción, sabiendo que su hija estaba en buenas manos.

Con la aprobación del señor Mangetsu, Nobita y Miyoko se sintieron más libres para mostrar su cariño abiertamente. Las sonrisas y los gestos de afecto se volvieron más frecuentes, creando un ambiente cálido y amoroso en la casa. La cercanía que compartían les dio fuerzas para enfrentar juntos los desafíos que tenían por delante.

El día de la reunión con Kibo se acercaba rápidamente, y ambos estaban inmersos en los preparativos. Se apoyaban mutuamente en cada paso del proceso, revisando una y otra vez las propuestas de los representantes de la ONU, afinando detalles y asegurándose de que cada aspecto estuviera perfecto.

Una noche, mientras trabajaban en la sala de estar, Miyoko se inclinó sobre el hombro de Nobita para leer un documento. Sin pensarlo, Nobita giró la cabeza y le dio un suave beso en la mejilla. Miyoko sonrió y le devolvió el gesto con otro beso en la sien.

—¿Sabes? —dijo Miyoko, susurrando cerca del oído de Nobita—Estoy muy orgullosa de ti. Has trabajado tan duro para esto—

Nobita la miró con ternura.

—No podría haberlo hecho sin ti, Miyoko. Eres mi apoyo, mi inspiración...mi sol—

Ella se sonrojó ligeramente y tomó su mano, entrelazando sus dedos.

—Estamos en esto juntos, Nobita. Y sé que todo saldrá bien—

Las horas pasaban rápidamente mientras continuaban trabajando, pero la carga se sentía más ligera gracias al apoyo mutuo y las pequeñas muestras de cariño que compartían. Cada vez que uno de los dos sentía el peso del estrés, el otro estaba allí para ofrecer un abrazo reconfortante o una palabra de aliento.

La noche antes de la reunión, se sentaron en el sofá, rodeados de papeles y documentos. Miyoko apoyó la cabeza en el hombro de Nobita y suspiró.

—Mañana es el gran día —dijo en voz baja—¿Estás listo?—

Nobita asintió, apretando suavemente su mano.

—Estoy listo. Y sé que, pase lo que pase, estaremos bien. Porque estamos juntos en esto.

Miyoko sonrió y levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.

—Te amo, Nobita—

—Yo también te amo, Miyoko—

💟

El día de la reunión finalmente llegó. La tensión y la emoción eran palpables mientras Nobita y Miyoko se preparaban para el evento que podría cambiar el curso de la historia. Nobita se puso un elegante traje negro, con una camisa blanca inmaculada y una corbata azul oscuro. Miyoko, por su parte, eligió un sofisticado vestido largo de color esmeralda que resaltaba sus ojos, complementado con un delicado collar de perlas.

En la habitación, Miyoko ajustaba la corbata de Nobita, sus dedos trabajando hábilmente mientras él la observaba con una mezcla de nerviosismo y admiración.

—Te ves increíble, Nobita —dijo Miyoko con una sonrisa, terminando de ajustar la corbata—Esta reunión es importante, pero no olvides que tienes todo lo necesario para triunfar—

Nobita respiró hondo, tratando de calmar sus nervios.

—Gracias, Miyoko. No sé qué haría sin ti—

Justo en ese momento, el sonido de un helicóptero militar se escuchó a lo lejos, acercándose rápidamente. Ambos se giraron hacia la ventana, observando cómo la aeronave descendía lentamente en el amplio jardín de la mansión. De él bajó una oficial militar con porte firme y decidido.

La oficial se acercó a la puerta y tocó con decisión. Miyoko y Nobita se apresuraron a abrir, encontrándose con la mirada seria pero cordial de la mujer.

—Buenos días, soy la Capitán Sato. Estoy aquí para llevarlos al lugar de la reunión. El encuentro se llevará a cabo en un crucero en aguas internacionales, por razones de seguridad y neutralidad —informó la capitán con voz firme.

Miyoko y Nobita intercambiaron una mirada rápida antes de asentir. Tomaron sus pertenencias y siguieron a la capitán hasta el helicóptero. Mientras ascendían por la escalera, Nobita tomó la mano de Miyoko, buscando consuelo en su tacto.

El vuelo hacia el crucero fue corto pero lleno de anticipación. Al llegar, el crucero se destacaba en el horizonte, una imponente estructura flotante rodeada de barcos de seguridad. Aterrizaron en la cubierta y fueron recibidos por un equipo de seguridad que los escoltó al interior del barco.

El interior del crucero estaba decorado con un aire de elegancia sobria, diseñado para inspirar seriedad y enfoque. Fueron guiados a una gran sala de conferencias donde se encontraba Kibo, esperando su llegada.

Cuando Nobita y Kibo se vieron, se reconocieron al instante. Se conocían de antes, y una sonrisa de reconocimiento pasó brevemente por sus rostros. Sin embargo, ambos decidieron mantener las apariencias y no mencionar su conexión previa.

—Bienvenidos. Espero que el viaje haya sido cómodo. Estamos aquí para escuchar las propuestas y tomar decisiones que afectarán a todos nosotros —dijo Kibo, con un tono que transmitía tanto autoridad como respeto.

Nobita respiró hondo, sintiendo el apoyo de Miyoko a su lado.

—Gracias, Kibo. Estamos listos para comenzar—

La reunión comenzó, y mientras las discusiones se desarrollaban, Nobita y Miyoko se sintieron cada vez más confiados en su misión, sabiendo que juntos podían enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Durante la reunión, Nobita y Kibo intercambiaron miradas cómplices en varias ocasiones, recordando los tiempos pasados sin decir una palabra al respecto. Nobita se dio cuenta de que, a pesar de los años y los cambios en sus vidas, todavía había una conexión y un respeto mutuo entre ellos.

A medida que avanzaba la discusión, Nobita presentó las propuestas de los países de la ONU, asegurándose de destacar los puntos clave y responder a las preguntas con claridad y confianza. Miyoko, a su lado, ofrecía apoyo y aportaba sus propias observaciones, demostrando la sólida alianza que habían formado.

Al final de la reunión, Kibo se levantó, agradeciendo a todos por su participación y destacando la importancia de las decisiones que estaban tomando.

—Gracias a todos por su dedicación y esfuerzo. Este es solo el comienzo de un nuevo capítulo en nuestra historia —dijo Kibo, mirando a Nobita con una sonrisa significativa.

Mientras se preparaban para abandonar la sala de conferencias, Nobita y Miyoko sabían que habían dado un paso importante hacia un futuro mejor. Con la aprobación del señor Mangetsu y el apoyo mutuo que se brindaban, estaban listos para enfrentar cualquier desafío que viniera, juntos.

💟

Unos días antes de la reunión, Gigante y Suneo recibieron un mensaje y un correo electrónico invitándolos a la escuela donde habían terminado su educación secundaria. El mensaje decía:

"Queridos exalumnos,

Nos complace anunciar una reunión de antiguos estudiantes en nuestra querida escuela. Esta será una oportunidad para reconectar con viejos amigos y celebrar nuestros logros. Nos sentimos particularmente honrados de que el primer hombre en pisar Marte, Dekisugi Hidetoshi, es un orgulloso exalumno de nuestra institución.

Esperamos verlos a todos allí.

Con cariño, El Comité de Reunión de Antiguos Alumnos"

La noticia de la reunión llenó a Gigante y Suneo de una mezcla de emociones. Decidieron encontrarse en una cafetería para hablar sobre la invitación.

—Entonces, ¿vas a ir? —preguntó Suneo mientras daba un sorbo a su café.

—Claro que sí. Quiero ver cómo le ha ido a todos. —respondió Gigante, mirando su teléfono—Especialmente Nobita. Quiero saber cómo está después de todo este tiempo—

Suneo asintió, aunque su expresión mostraba una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

—Sí, yo también. Después de lo que pasó... me pregunto cómo nos recibirá—

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Dekisugi y Shizuka también hablaban sobre la reunión. Estaban en su casa, en el comedor, disfrutando de una cena tranquila.

—¿Has visto el correo sobre la reunión? —preguntó Dekisugi mientras servía un poco más de vino en su copa.

Shizuka asintió, su mirada fija en su plato.

—Sí, lo vi. Me hace feliz pensar en volver a ver a todos, pero al mismo tiempo, no sé cómo reaccionaré al ver a Nobita después de todo este tiempo—

Dekisugi la miró con comprensión y cariño.

—Será un momento importante para todos nosotros. Quizás sea una oportunidad para cerrar capítulos y seguir adelante—

Shizuka sonrió débilmente, agradecida por el apoyo de su esposo.

—Sí, tienes razón. Es hora de enfrentar el pasado y seguir adelante—

El día de la reunión finalmente llegó. La escuela estaba decorada con banderines y carteles que celebraban los logros de sus antiguos alumnos. Gigante y Suneo llegaron temprano, ambos ansiosos por ver cómo había cambiado la escuela y encontrarse con viejos amigos.

—¿Crees que Nobita vendrá? —preguntó Suneo mientras caminaban por los pasillos.

—No lo sé, pero espero que sí. —respondió Gigante—Quiero ver cómo está después de todo este tiempo—

Shizuka y Dekisugi también llegaron juntos, siendo recibidos con entusiasmo por todos. La presencia de Dekisugi, el primer hombre en pisar Marte, era una gran atracción, y muchos se acercaban a felicitarlo y tomarse fotos con él. Shizuka, aunque orgullosa, no podía evitar sentir una mezcla de emociones al pensar en Nobita.

A medida que pasaban las horas, la tensión crecía entre Gigante, Suneo, y Shizuka. Todos esperaban ansiosos la llegada de Nobita. Sin embargo, el tiempo pasaba y Nobita no aparecía. Finalmente, Gigante y Suneo se sentaron en un banco del patio de la escuela, preocupados.

—¿Crees que Nobita no vendrá? —preguntó Suneo, su voz llena de decepción.

—No lo sé... —respondió Gigante, suspirando—Tal vez no recibió la invitación o tal vez no quiere vernos después de todo lo que pasó—

Shizuka, que había escuchado parte de la conversación, se acercó a ellos.

—Es posible que Nobita no pueda venir—dijo con tristeza—Después de nuestra separación, él desapareció y no he sabido nada de él desde entonces—

Los tres amigos se miraron, sintiendo una mezcla de culpa y tristeza por no haber sabido cuidar mejor de su amistad con Nobita.

En la reunión de antiguos alumnos, Gigante, Suneo, Shizuka y Dekisugi continuaban buscando a Nobita, esperando verlo después de tanto tiempo. Sin embargo, después de recorrer la escuela y preguntar a varios asistentes, no había rastro de él.

—¿Dónde podría estar? —se preguntó Suneo, preocupado—¿Por qué no vino?—

—Tal vez realmente no recibió la invitación... —dijo Gigante, aunque con una sombra de duda en su voz.

Mientras caminaban por el patio de la escuela, se encontraron con un grupo de exalumnos. Entre ellos, dos chicos se reían con descaro, sus comentarios eran audibles desde cierta distancia.

—¿Has oído lo de Nobita Nobi? —dijo uno de ellos, riendo—El tipo terminó en la calle, ¿puedes creerlo?—

—Sí, lo sé —respondió el otro—Mi tío es el dueño del departamento donde vivía antes. Me dijo que Nobita no podía pagar el alquiler y lo echó. Ahora lo ha visto viviendo en el lugar donde se reúnen los sin hogar—

Gigante y Suneo se detuvieron abruptamente, sus rostros se tensaron con una mezcla de sorpresa e indignación. Shizuka y Dekisugi se acercaron, notando la inquietud en sus amigos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Shizuka, su preocupación palpable.

—Están hablando de Nobita... —dijo Suneo, su voz temblando ligeramente de enojo—Dicen que terminó en la calle—

Shizuka se llevó una mano al pecho, claramente afectada.

—No puede ser... —murmuró.

Gigante, sin poder contenerse más, se acercó a los chicos que estaban hablando.

—¿De qué están hablando? —preguntó con severidad—¿Qué saben de Nobita?—

Uno de los chicos, al reconocer a Gigante, trató de disimular su risa pero no pudo ocultar su desdén.

—Solo estábamos diciendo la verdad. Nobita Nobi es un fracaso. No pudo pagar su alquiler y terminó viviendo en la calle. Lo he visto con mis propios ojos.—

—Eso es despreciable. —dijo Gigante, su voz llena de enojo—No deberías reírte de la desgracia de los demás—

Suneo, aunque también enfadado, intentó calmar a Gigante.

—No podemos hacer nada ahora. Tenemos que encontrar una manera de ayudar a Nobita. No podemos dejarlo así—

Dekisugi, que había estado escuchando en silencio, se acercó.

—Tenemos que averiguar dónde está exactamente y ver cómo podemos ayudarlo. No podemos abandonarlo—

Shizuka asintió, aunque su expresión mostraba una mezcla de sentimientos. Los recuerdos de la ruptura con Nobita y las palabras que él había pronunciado aún estaban presentes en su mente, pero intentó no dejar que eso interfiriera en su decisión actual.

—Sí, tenemos que hacer algo. No podemos dejarlo en esta situación.—

Gigante sonrió, aliviado.

—Eso es lo que quería oír. Ahora, vamos a encontrar a Nobita—

Mientras continuaban su búsqueda, se acercaron a un grupo de exalumnos que también estaban comentando sobre la ausencia de Nobita. Al preguntarles, descubrieron más detalles sobre la difícil situación de su amigo.

—Escuché que Nobita estaba viviendo en un refugio para personas sin hogar cerca del viejo distrito comercial —dijo uno de los exalumnos.

Con esta nueva información, el grupo decidió que, tan pronto como terminara la reunión de exalumnos, se dirigirían al refugio para buscar a Nobita y ofrecerle su ayuda.

Mientras tanto, en el crucero en aguas internacionales, Nobita y Miyoko continuaban preparándose para la crucial reunión con Kibo. Aunque Nobita no tenía idea de lo que estaba ocurriendo en la reunión de antiguos alumnos, sus antiguos amigos estaban determinados a encontrarlo y ayudarlo, sin importar lo que les costara.

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