08 Sonrisa Brillante
"El mundo entero se llena de flores blancas,
profundizando nuestro estado de ánimo un poco más.
Mientras sigo de pie bajo el farol de la calle
espero que las flores aparezcan bajo tu brillante sonrisa"
Snow Flower – V ft. Peakboy
El año nuevo llegó, y con él, muchas cosas completamente diferentes a las que todos esperaban.
Por una parte, el abuelo TaeHyung creyó que una vez más estaría solo en su casa mirando una foto de él y Jennie de su boda. JungKook había planeado estar en pijama atendiendo asuntos de la oficina en su departamento. YoonGi, tal vez, también encerrado en el suyo mientras ve una película aburridamente romántica. Jin y NamJoon durmiendo. Y JiMin con HoSeok en su departamento mientras comen pollo frito.
Pero la vida de todos dio un giro inesperado cuando encuentros trazados por el destino sellaron mejores momentos para su futuro. Ahora TaeHyung se sentía feliz porque su familia estaba de vuelta en su casa y tal parecía que ya no se irían, al menos no por tanto tiempo. De cualquier forma, NamJoon debía volver a Estados Unidos para encargarse de los asuntos de la empresa. Sin embargo, estaba considerando buscar a un candidato perfecto que pueda tomar su puesto para después poder jubilarse y pasar el resto de sus días a lado de su lindo esposo y también acompañando a su padre que tanto ha dado por él desde que nació.
YoonGi decidió que volvería a Corea del Sur de manera permanente, pero no porque HoSeok lo influenciara a eso. No, claro que no. Simplemente era porque extrañaba estar cerca del abuelo. Sí, sólo eso.
Entre él y HoSeok no se definió absolutamente nada, pero tampoco detuvieron sus encuentros. Año nuevo nuevamente lo festejaron debajo de las sábanas y de ahí partieron a tener más acción en momentos inesperados. Pensaron ambos que todo se reducía a esa noche, pero enseguida se dieron cuenta de que el sexo lo pasaban mejor entre ellos y que, sin darse cuenta ni aceptarlo aún, sentían una atracción poderosa que era difícil de menguar. Así que no detuvieron los sentimientos y simplemente se dejaron llevar por el momento, manteniendo en secreto que se habían vuelto completamente exclusivos.
JiMin y JungKook festejaron el año nuevo en Busan con los señores Park. No fue fácil para el azabache enfrentarse a los largos cuestionamientos que su ahora suegro le hizo para ver si aprobaba su relación con su único hijo. Ni siquiera le impresionó saber que era CEO de la cadena de hoteles más importante del país y que prácticamente nada en dinero todos los días, para él era importante saber qué tan buen hombre era y cómo trataría a su tesoro en el futuro. Pero por fortuna logró convencerlo cuando ambos jugaron al ajedrez y también al ver la forma en que trataba a JiMin.
Cuando los despidió se sintió satisfecho de saber que todo con ellos estaría bien.
Y de hecho todo iba de maravilla. Para el rubio, JungKook era como su amuleto de la suerte, además de que en mayor medida era un hombre comprometido que no le causaba ningún tipo de problema, no como todos aquellos tipos que siempre le hacían tener la cabeza llena de pensamientos.
Pese a su apretada agenda y al gran peso que tenía en sus hombros, JungKook le daba mucho tiempo de calidad a JiMin, y ahora prácticamente vivían juntos. La mayor parte del tiempo estaban en el departamento del mayor haciendo cosas de pareja o pasando momentos apasionados en medio de las sábanas.
Todo iba rápido, quizá demasiado, incluso consultaron a un doctor que les aconsejó qué método anticonceptivo usar para no quedar embarazados tan repentinamente, aun cuando JungKook y el abuelo deseaban lo contrario. Disfrutaban de ese momento de pareja donde gozan de libertades y que está lejos de la responsabilidad paternal, pero con ese deseo en mente bien fijado como una meta.
Por ahora JiMin disfrutaba del mejor momento de su vida, no sólo porque tenía un novio increíble; hombre en toda la extensión de la palabra, un caballero nato, inteligente, culto y con mucha responsabilidad afectiva. También porque había conseguido, por fin después de tanto intentar, el papel principal para el recital de primavera.
Pese a que su enamoramiento podría ser una distracción, no causaba ese efecto en él, por el contrario, lo mantenía motivado y lleno de energía. Andaba por todos lados con una sonrisa brillante que a más de uno logró encandilar. Incluido a alguien en especial.
Seguía de pie bajo el farol de calle en espera de que apareciera en su auto lujoso de color negro para recogerlo después de un largo día en el estudio. Las personas pasaban detrás de él ocupándose de sus asuntos, pero alguien notó su presencia ahí y no dudó en acercarse para saludarlo con dobles intenciones de por medio.
TaeMin tuvo que detenerse cuando vio ese flamante auto de color negro estacionarse frente al rubio y de ahí bajó un hombre alto, musculoso y de cabello oscuro que usaba un traje negro con un abrigo del mismo color y que en sus manos llevaba un ramo de flores blancas que le entregó a quien lo estaba esperando.
JiMin se sintió el ser más importante del mundo al ver que su hombre no perdía los detalles pese a que ya habían avanzado un tiempo considerable como pareja formal. El ramo en sus manos era un regalo significativo por haber obtenido el papel principal en el recital de primavera y también porque lo quería demasiado, como nunca antes quiso a alguien en su vida.
—Felicidades al mejor bailarín de todo Corea del Sur... no, no... de todo el mundo—le dijo y lo abrazó con fuerza—Me muero de ganas por verte bailar en ese recital, bebé. Estoy completamente seguro de que vas a lucirte... vas a brillar como nunca, aunque realmente siempre lo haces cada vez que sonríes. ¿Te has dado cuenta de que luces muy precioso? Es que... joder. Soy yo el afortunado en esta relación.
—Y pensar que antes no te agradaba... ahora no paras de alabarme—coqueteó y se colgó del cuello ajeno.
—Era medio idiota en ese tiempo—se justificó y sonrió—Además, quiero que sepas siempre lo muy especial que eres. No me voy a cansar de decírtelo. Debes escucharlo de mí todos los días.
La sonrisa de JiMin fue brillante y de un niño completamente mimado. Ver cómo los ojos de JungKook brillaban le hacía encontrar la certeza que necesitaba para confiar ciegamente y entregarse a él completamente. Por eso lo beso aun estando bajo la farola en la calle y sin importar quienes podían verlos.
TaeMin hizo una mueca y se devolvió al estudio para no mirar algo que le desagradaba, mientras que ellos sólo gozaban y eran felices con aquello tan valioso que tenían.
—Hoy vamos a festejar a lo grande—le dijo JungKook sin haber soltado sus labios del todo—Te voy a llevar a un restaurante a cenar y luego iremos a la casa del abuelo.
Besó su mano con dulzura y le ayudó a subir al auto como todo el caballero que era. JiMin había comprobado que el abuelito TaeHyung no se equivocaba cuando decía que su nieto JungKook era un hombre de modales tradicionales y que se comportaba como tal. Sí, fue un idiota al principio, pero ahora es completamente lo contrario, porque quiere recuperar el tiempo perdido y compensar los malos ratos.
JiMin aceptaba encantado cualquier detalle, sobre todo cuando lo lleva a cenar a algún restaurante. Como ahora que lo ha llevado a uno que tuvo lugar en una zona de terraza donde tenía una linda vista de la ciudad. Ahí tomaron sus cenas mientras hablaban de sus días, pero todo centrado en mayor magnitud en JiMin y los detalles del recital que pronto va a protagonizar.
El tiempo pasaba demasiado rápido mientras están juntos, pero no le veían nada de malo, no cuando sabían perfectamente que terminarían juntos por la noche. Pero antes de eso fueron a la casa del abuelo quien ya los estaba esperando impaciente dando vueltas en el salón principal de la entrada de la casa.
Las decoraciones navideñas se mantenían aún y no se quitaban hasta que terminaba el mes de enero. Aquello era como hacer perdurar el recuerdo de Jennie y como si aún estuviese aquí.
— ¡Miren a mi precioso nieto! —gritó el abuelo cuando los vio llegar—¡Tú no! ¡Estoy hablando de JiMin!
Empujó a JungKook y abrazó al rubio con fuerza como siempre acostumbra cada vez que llegan a la mansión (que viene siendo casi todos los días).
— ¿Qué se siente ser el bailarín principal del recital? Ya era hora de que vieran lo talentoso que eres, porque sino...
—¿Qué ibas a hacer, abuelito? —lo miró divertido.
—Les iba a mandar a cerrar el estudio e iba abrir el tuyo con tu nombre—dijo y se cruzó de brazos—Ya demasiadas veces te dijeron que no, así que hubiese sido lo justo.
—No puedes hacer eso—le dio un beso en la mejillas—No digas cosas graciosas.
—Sí puedo—le hizo un puchero.
—Sí podemos—se integró JungKook—No olvides a qué familia perteneces ahora—le sonrió malicioso.
JiMin los miró con las cejas alzadas y entendió que estaban hablando completamente en serio. Antes veía en las películas que los ricos solían comprar todo con un solo chasquido de dedos y llegó a creer que era demasiado absurdo, pero ahora sabía que sí se podían y no sabía si eso le gustaba o le asustaba.
—Vaya trampositos que son los Jeon—negó con la cabeza.
—Yo le llamo ser estratégicos—se regodeó el abuelo—A veces las cosas no salen como queremos, así que no está mal dar una ayuda pequeña.
—No, abuelito. Eso no está bien—dijo lo tomó del brazo para ir hacia a la estancia.
—Tú no vas a decirme qué hacer—refunfuñó.
—Oye, no seas grosero, viejito gruñón.
Juguetearon como mayormente hacían cada vez que estaban juntos y JungKook iba detrás de ellos mientras los observaba con una sonrisa en los labios. Sólo una simple imagen como esa podía causar un gran efecto en su interior que lo hacía sentir cálido, porque se trataba de su hogar, de todo lo que tenía ahora.
— ¿Qué? ¿A dónde se fueron? —preguntó el abuelo con las manos en la cintura y mirando por toda la estancia.
— ¿Quiénes? —preguntó JiMin.
—HoSeokie y YoonGi... Tsk. Ingratos. Seguramente se fueron a hacer cosas sucias—expresó molesto.
— ¿Cómo dices? —JungKook se sorprendió.
—Ese par anda en algo, pero no me quieren decir nada—se quejó y se sentó en el sofá con los brazos cruzados como si fuese un niño berrinchudo— ¿Cómo se atreven a privarme de semejante chisme? ¡Yo fui quien los juntó!
— ¿O sea que ellos están...?—inquirió JiMin con un gesto pensativo.
— ¿No te diste cuenta? —se rio un poco—Desde navidad se acostaron y cada vez que pueden se escapan.
—No me sorprende de YoonGi—habló JungKook al tiempo que se sentaba a un costado del abuelo—Es el hombre más promiscuo que conozco.
—HoSeok no se queda atrás—se integró JiMin al otro costado del abuelo—Nunca le gustaron las relaciones serias.
— ¡Ay, también están hechos el uno para el otro! —chilló el abuelo—Seguramente se darán cuenta de que se gustan, se casarán y me darás muchos bisnietos.
—No seas tan exagerado—se rio JungKook—No te emociones con eso.
—Ustedes pueden casarse también si quieren—se insinuó con picardía—Yo les pago la boda con gusto.
Los ojos de JiMin y JungKook se encontraron en medio del silencio que el abuelo echó intencionalmente para plantar la semilla de esa idea.
Casarse era un paso determinante para ellos, pero ya no era nada que no hicieran, pues la mayor parte del tiempo la pasaban juntos. Aun así la palabra retumbó en la mente de ambos e hizo eco en todos los rincones.
Aunque vieron películas con el abuelo pese a que se quedó dormido, ellos continuaron pensando en lo mismo y en esa posibilidad de hacerlo. ¿No sería demasiado rápido? Tal vez sí, tal vez no, pero si se quedaban callados nunca sabrían qué esperar el uno del otro.
Después de ayudar al abuelo a subir para dormir en su habitación, ellos fueron a la suya para terminar con esta noche bastante interesante. JiMin fue el primero en aventarse a la cama para descansar un poco de este día, pero no le duró demasiado la tranquilidad, pues su hombre se acostó detrás de él para abrazarlo en posición de cucharita.
—No te puedes dormir, bebé—le susurró en el oído—No hemos terminado de festejar tu papel protagónico. Necesito saber qué tan bueno eres con esos movimientos de cadera.
JiMin sonrió y se giró para tumbar a JungKook sobre la cama. Se subió encima de él y se sentó muy cerca de su pene que comenzaba a despertar. La simple vista, al azabache le excitaba y le ponía demasiado caliente como para resistirse a besarlo. Se incorporó para abrazarlo por la cintura siguiendo un ritmo apresurado y un tanto desesperado por arrancarle esa ropa de pijama que no debió ponerse. Pero aun así disfrutaba de meter sus manos por debajo de la camisa y acarició su piel suave y delicada. Amaba hacer ese pequeño recorrido.
—Me pones tan caliente, bebé—le dijo con voz ronca—Eres tan sexy incluso con una simple pijama.
JiMin sonrió y se dirigió al cuello del mayor para dejarle besos húmedos que perduraran más que las marcas que ya había dejado en antelación, pero de pronto ese pensamiento volvió y se sintió con el impulso de externarlo:
— ¿Tú quieres casarte, JungKookie?
Todo se detuvo abruptamente y se quedaron en silencio por varios segundos hasta que por fin se miraron a los ojos. Aquella duda también había asaltado al aludido, pero pensó que tal vez no era momento de tocar el tema así nada más. Y ahora sentía alivio al ver que JiMin también lo estaba pensando.
— ¿Contigo? Por supuesto—respondió con una sonrisa— ¿Tú también quieres casarte? —inquirió para asegurarse.
—Sí—asintió enseguida—Desde que soy niño siempre soñé con una boda de cuento de hadas... con el amor de mi vida.
— ¿Me consideras el amor de tu vida? —preguntó coqueto.
—No sé si sea demasiado apresurado, pero sí—respondió con voz tenue—Desde que estamos juntos todo es mejor para mí. Me siento en paz sabiendo que existes y que puedo verte todos los días. Yo nunca me sentí así.
JungKook compartía ese mismo pensamiento. Había días que estaba en su oficina y no podía evitar pensar en JiMin y en sus ojos verdes que brillan como luces navideñas. A veces se atrapaba a sí mismo sonriendo como bobo de sólo pensar en todas las cosas que suelen hacer juntos desde que formalizaron su relación. Cada sentimiento que experimenta es completamente diferente a lo que antes haya vivido y está consciente de que aquello sólo sucede una vez en la vida, que si no toma el momento puede arrepentirse.
—Yo sí te veo así—le dijo el azabache con una sonrisa—Eres mi amor verdadero, no importa que esto apenas empieza, porque sé que será para siempre.
—Para siempre es muy poco tiempo—le hizo un puchero manipulador.
—Entonces en la otra vida también—le aseguró con una sonrisa enamorada.
—Y en la que sigue—asintió.
Se había creado un acuerdo tácito entre ellos y simplemente se dejaron llevar por los sentimientos y emociones que se quedaron quietos por unos breves minutos. Los besos volvieron y, con ellos, la entrega de sus almas completamente vulnerables la una de la otra.
Ambos se desnudaron con demasiada rapidez para continuar con su mayor acto de amor en la vida. Sus cuerpos se fundieron en calor, pasión y miles de sensaciones que salían a relucir en modo de gemidos y maldiciones por lo bien que se sentía estar unidos.
JiMin fue hábil al mover sus caderas con sensualidad y bastante avidez hasta que el orgasmo de ambos ocurrió en conjunto y con un sentimiento que era completamente diferente a los demás.
El sentimiento de ser uno solo.
Esa noche durmieron tranquilos y más enamorados.
JungKook con un objetivo claro en su mente para los siguientes días.
Primavera 2025
Esta era la primera vez que el teatro abarrotaba todas sus entradas en un solo fin de semana. El motivo fue la imagen de JiMin anunciándose como nuevo estelar del recital de primavera que uno de los estudios de baile más prestigioso de Seúl anunciaba en toda la ciudad.
Todos los presentes estaban completamente cautivados por aquel chico de cabellos dorados que ejecutaba los pasos de baile más embriagantes que hayan visto jamás. Era adictivo verlo bailar, así que no tenían problema alguno con pagar doble entrada para poder verlo. Lo mejor de todo es que atraía miradas de personas importantes del medio artístico que, a partir de ese momento, no se cansarán hasta conseguir un contrato exclusivo.
Pero nadie podía verlo con los ojos más brillantes que JungKook. Sólo él podía desbordar tanto amor que se combinaba con una sonrisa embobada. JiMin acaparaba su total atención desde el asiento vip donde estaba casi colgado porque sentía la necesidad de acercarse más para verlo mejor.
Los Jeon y los Park también estaban ahí. Y no existía abuelito más orgulloso de su nieto que TaeHyung quien estaba encantado de mirarlo bailar. Nuevamente sentía que hizo todo muy bien en esta vida.
"Debiste conocerlo, Jennie. Espero que ahora mismo lo estés viendo"
Cuando la presentación terminó, todos los presentes se pusieron de pie para aplaudir a Park JiMin; el bailarín estelar del estudio, mismo que había conseguido su mayor objetivo sin saber que ya había matado a dos pájaros de un tiro.
El público y su orgulloso novio no eran los únicos que lo miraban con esa devoción, pero él no se daba cuenta de eso, de hecho, no se daba cuenta de nada desde hacía mucho tiempo.
Cuando el telón bajó todos pudieron descansar y JiMin fue el primero en correr detrás del escenario para cambiarse de ropa. Había visto a JungKook sentado en su asiento usando uno de esos trajes pulcros que tanto ama y en su color favorito; el negro, y sentía que no podía esperar más para correr a sus brazos. Cuando salió lo vio parado cerca de la entrada con un ramo de flores blancas en sus manos y con una sonrisa brillante que lo hipnotizó casi al instante.
Por un momento sólo fueron los dos mirándose con amor verdadero mientras las personas a su alrededor hacían lo suyo.
Pero JiMin no esperó más para correr a sus brazos y ser sostenido con fuerza sin importar que lo hiciera sólo con uno. Amaba este tipo de momentos, sobre todo que se diera en el lugar donde siempre deja el alma bailando y siendo el mejor bailarín. Mejor aún si le llevaba ese ramo como un toque especial.
—Amo que me regales flores—le dijo JiMin con una sonrisa.
—Te mereces todas la flores que existen en el mundo—le habló con cariño y lo sostuvo de la cintura—Estoy muy orgulloso de ser tu novio. Soy afortunado de verdad—sonrió.
—Eres el novio del bailarín estelar—se regodeó—Y yo también estoy orgulloso de quien eres; mi hombre de negocios, el más importante de Corea del Sur.
—Me esfuerzo todos los días por ser el mejor para ti—coqueteó—Debo estar a tu altura.
—Me conformo con que me quieras así todo los días—le habló con ternura.
—Para siempre, bebé.
Lo pegó más a su cuerpo para darle un beso lento y cariñoso, de esos que ameritan tomarse mucho tiempo, goce y disfrute, sin embargo, alguien no quería que fuese así.
—Hola, JiMin.
La voz de TaeMin los interrumpió intencionalmente. El rubio lo miró sorprendido ya que no le había dirigido la palabra desde hacía un tiempo y, además, no recordaba su existencia.
—Quiero felicitarte por tu baile de hoy—sonrió descaradamente—Te veías precioso ahí arriba.
—Gracias—respondió a secas.
JungKook miró a TaeMin de pies a cabeza y luego sujetó con más fuerza a JiMin de la cintura. No lo conocía y sentía que no debía pasar desapercibido para él, además de que no le inspiraba nada de confianza su apariencia hipócrita. Podía ver las intenciones que tenía y estaba más que claro que no se lo va a permitir.
— ¿Sabes? Los del grupo iremos a festejar, ya sabes a donde—sonrió pícaro—Deberías ir con nosotros ya que tú eres el motivo del festejo.
Lo que más le molestaba a JungKook era que ese tipo lo ignoraba con total descaro, como si no estuviese ahí presente. Quiso decir algo, pero JiMin fue más rápido.
—Ya tengo planes esta noche con mi novio, aunque me sorprende que no te hayas dado cuenta cuando está aquí a mi lado—le habló con mucha seriedad—Por cierto, su nombre es Jeon JungKook—lo presentó con orgullo y miró al aludido—Ý él es TaeMin—dijo simplemente.
—Qué bien—asintió el aludido y decidió insistir—Vamos, JiMin. El festejo es para ti, debes ir con nosotros...
— ¿Qué parte de no, no has entendido? —esta vez sí habló JungKook.
—Le estaba preguntando a JiMin—respondió TaeMin a la defensiva.
—Y yo te estoy hablando a ti—refutó—Mi familia le festejará en nuestra casa y...—miró el reloj Rolex que llevaba en su muñeca sólo para presumir y verse más importante—ya nos están esperando. Así que, una disculpa. Me llevaré a mi novio conmigo—finalizó con mucha énfasis.
Si creía que le daría una oportunidad de hablar para detenerlos, pues se equivocó porque, sin dejar de sostener a JiMin de la cintura, se lo llevó directo a la salida. No estaba contento y su rostro lo reflejaba.
Mientras tanto, TaeMin sólo los miró quedándose con algo más que arrepentimiento al recordar lo que le hizo al rubio y que por eso ya no estaba a su disposición.
— ¿Por qué tengo la impresión de que él es relevante y que lo conoces muy bien? —preguntó JungKook mientras conducía hacia la casa del abuelo.
—No es relevante—manoteó el rubio restándole importancia.
—Sí que lo es—lo miró por cortos segundos.
JiMin se giró en el asiento para mirarlo y llevó su manito al muslo ajeno para acariciarlo con suavidad.
— ¿Mi hombre gruñón está celoso? —inquirió coqueto.
—Por supuesto que lo estoy—no se inmutó en confesar—Y quisiera saber qué pasó con él.
—No creo que sea necesario—insistió.
—Cuando me pediste que te hablara sobre JiEun lo hice—lo miró con seriedad—Así que considero justo saber quién es él y qué sucedió.
JiMin dejó salir un suspiro y, sin dejar de acariciar el muslo de JungKook, le contó, no tan a detalle, lo que fue TaeMin en su vida. Un momento demasiado efímero; así lo describió, y también como todo un patán que al final no se salió con la suya porque ahora estaba completamente solo.
Las malas decisiones se pagan, sobre todo si se juega con los sentimientos de las personas.
— ¿Y eso es todo? —preguntó JungKook sorprendido al tiempo que bajaba del auto.
—Te dije que no era relevante—rodó los ojos.
—Pero vaya que es idiota—masculló—A la siguiente le va a adornar un moretón en su ojo.
JiMin se acercó a él y lo tomó de la mano mientras caminaban hacia la entrada de la casa. Se paró de puntitas y le plantó un beso sonoro en su mejilla.
—Así me gustan; territoriales—habló coqueto.
—No me digas esas cosas porque me lo voy a tomar en serio—lo miró con una media sonrisa.
—No tengo ningún problema—suspiró—Te ves muy hot cuando te enojas, gruñón.
Antes de entrar a la casa, JungKook lo detuvo y lo atrajo a su cuerpo para besarlo con lengua y con mucha pasión, pero la puerta de la casa fue abierta y no tuvo tiempo suficiente para saborear ese beso.
—Ya era hora de que llegaran—habló el abuelo TaeHyung con las manos en la cintura—Dejen de comerse las bocas, ya más tarde pueden subir a su habitación a hacer a mi bisnieto. Ahora vamos a comer. ¡Tengo hambre!
—Ni lo sueñes, viejito mañoso—le habló JiMin y le dio un beso en la mejilla—JungKook no me ha dado un anillo, así que no pienso dejarme embarazar.
—Eres un traidor—masculló mirando al aludido—Tu trabajo es sólo uno y no lo puedes hacer—se quejó.
—No seas impaciente, abuelo. Lo mejor siempre tarda en venir—le sonrió y caminó a lado de él.
—Pero ya estoy viejo—se quejó como un niño pequeño.
—Y nos vas a durar más años de lo que piensas—JiMin habló y lo tomó del brazo para ir hacia el comedor.
—Eso espero—suspiró.
Estaba impaciente por convertirse en bisabuelo y disfrutar un poco de eso, porque bien sabía que ahora no sumaba un año más de vida, sino uno menos, aunque tenía buena salud estaba consciente de que todo tenía un límite y que, tarde o temprano, tendrá que ir a donde su Jennie lo está esperando.
El festejo de JiMin fue en el comedor principal donde toda la familia estaba reunida. Sus padres, sus suegros, su cuñado y HoSeok a quien había vigilado durante el último mes. No entendía por qué exactamente no le ha contado lo que ha estado haciendo con YoonGi, pero respetaba el espacio que le estaba pidiendo tácitamente.
La cena fue como todas las demás; escandalosa y llena de risas. TaeHyung disfrutaba mucho de contarles a todos sus anécdotas de vida que eran bastante interesantes, sobre todo que nació en el inicio de la segunda guerra mundial y cómo vivió la guerra que separó a las dos Coreas. Para todos era un deleite saber la historia de vida de un hombre admirable que se enfrentó a muchos obstáculos, que forjó grandes pilares para sus generaciones descendientes y cómo el amor de su vida le dio todo lo que necesitaba.
Mientras él seguía contando sus anécdotas, JungKook golpeaba sutilmente su bolsillo izquierdo. Cuando cruzó miradas con su abuelo supo que tenía que hacerlo ahora que varios estaban distraídos.
— ¿Me acompañas a tomar un poco de aire? —le preguntó a JiMin en su oído.
—Claro—asintió con una suave sonrisa.
Nadie se dio cuenta de cómo salían juntos del comedor para dirigirse al jardín trasero donde las bonitas flores blancas comenzaban a florecer en esa cálida primavera. Se pararon justo frente a ellas y respiraron la tranquilidad que de pronto les envolvía.
El frío se había marchado. Y un cielo estrellado con una luna en cuarto creciente adornaban el firmamento nocturno. JiMin fue quien caminó más cerca de las flores para poder mirarlas con detalle y sonrió por lo bonitas que se veían. Sabía que anteriormente fueron de Jennie y que también las cuidó con mucha devoción, así que entendía por qué brillaban demasiado en esa noche de primavera.
—Tu abuela debió ser una mujer muy buena—dijo JiMin sin dejar de mirar las flores—Se nota que les dio mucho amor cuando estuvo viva...
Pero cuando se giró para mirar a su novio, lo vio hincado en una sola rodilla y sosteniendo una cajita blanca que mostraba una sortija bastante llamativa y preciosa.
Desde hacía mucho se preguntaba cuándo le daría el anillo. Se suponía que ambos estaban de acuerdo en casarse, pero desde aquella noche no volvieron a tocar el tema. Y ahora estaba ahí, con sus ojos llenos de nervios y tratando de mantener la calma.
Ambos soñaron siempre con este momento en sus vidas.
—No es apresurado, sé que es el momento correcto—JungKook comenzó a hablar—Tus ojos verdes son todo lo que quiero mirar por el resto de mis días. Anhelo que mis navidades sean cálidas a tu lado y que no pase frío en medio del invierno. Deseo que permanezcas a mi lado siendo mi esposo, mi vida y mi mundo entero. Por eso, hoy te digo que te amo y que espero aceptes casarte conmigo.
La propuesta fue echada al aire y los ojos de JiMin se llenaron de lágrimas al tiempo que estiraba su mano izquierda con su dedo anular más que listo para ser adornado por un bello anillo de compromiso.
—Sí quiero casarme contigo, gruñón.
JungKook se puso de pie aun con los nervios encima y enseguida sacó el anillo para colocarlo en el dedo anular de su ahora prometido y único que amor de su vida. Lo tomó en sus brazos y lo cargó por cortos segundos antes de besarlo con ligera pasión que, probablemente, terminaría en la cama durante toda la madrugada.
—También te amo—le dijo el rubio—Y tienes razón; no es apresurado, porque eres el hombre correcto... el único para mí.
Mientras volvían a besarse para festejar su reciente compromiso, el abuelo TaeHyung los observaba desde el ventanal con una sonrisa orgullosa y con unas cuantas lágrimas en los ojos. Una de sus metas de vida también era ver a sus nietos crecer y hacer su propia familia, sobre todo, que fuesen felices con eso. Y ahora se daba cuenta de que JungKook lo había hecho, así que ya podía estar tranquilo.
Sólo le pedía a Dios y a todas las fuerzas sagradas que le permitan vivir un poco más.
Y así sería.
Nuevo capítulo que quedó bastante largo :)
No es Kookmin si no hay celos de por medio jajaja
Estamos en el climax de la historia y espero pronto poder terminarla :)
Hoy domingo publico el último extra de Don't Blame Me :) y después me dedico enteramnete a esta historia para ya finalizar :)
Espero que les haya gustado. No se olviden de votar y comentar.
las tkm!!
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