Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO QUINCE


LEAH

¿Qué quiero en una relación? Sencillo. Quiero alguien que me ame; alguien a quien amar de vuelta. Y amar no es fácil. Lo sé. ¿He amado algún chico antes? Jamás. No en el sentido romántico, ni ningún otro. Para todos los fines, está Efren. Siempre lo ha estado.

Se está manteniendo lejos de mí. El tiempo pasa y lo veo cargar materiales, evitando que nuestras miradas coincidan. Es testarudo y me saca de mis casillas. Y siento que puedo ponerme toda emocional encima de él.

Lo detengo colocando mi mano en su pecho, cuando está a mi alcance.

—¿Seguirás ignorándome? Francamente prefiero hablar. Ya tengo que irme.

Le da una mirada a mi mano y no es amistosa, por lo que mejor la retiro. Se ve que aún no está de humor, pero ya no me importa. Es ahora o nunca. Un musculo en su mejilla salta, a la vez que inclina su cuerpo hacia el mío.

—¿Vas a salir con él sabiendo que no quiero que vayas?

No puedo no suspirar.

—No es de tu incumbencia. Por favor, solo déjalo.

Deposita los materiales que tiene en las manos en el piso y se para erguido frente a mí. Estoy sentada en un taburete alto de nuevo, por lo que puedo mirarlo directamente a los ojos y ver como estos se oscurecen a un tono muy parecido al azul del cielo antes de una tormenta.

—Soy un chico relajado dulce, lo sabes. Pero cuando se trata de ti... es otro tema. No tengo mucho control desde que soy un crío.

No necesita decírmelo. Sé que tan idiota puede llegar a ser respecto al control de su ira. Mis pocos patanes ex novios se llevaron buenos escarmientos antes de partir. Lo que es un caso aparte. Aarón es mi jefe, nada más. Si quise que fuese quien acaparara mi atención para alejarla de Efren, es algo que este último no tiene que saber.

—Hemos sido muy buenos amigos siempre. Nos entendemos y entendemos los límites del otro. Sabes que no me gusta que me digan qué hacer. ¿Qué te sucede? —Él cambia el peso de un pie al otro. —Hace una semana atrás me dijiste lo que querías, ¿por qué no te apegas a eso?

Efren niega con energía, evidentemente cabreado. Echo un vistazo a mi reloj. No me queda mucho tiempo, así que no tengo más opciones.

—Creo que hay más de lo que dejas ver —digo con simpleza. Su mirada se agudiza. —Estás celoso.

Entonces se mofa. Deja salir un sonido de burla desde el fondo de su garganta y me mira con una sonrisa casi cruel.

—Por supuesto que no.

Me bajo de un salto. Mis manos van a mis caderas y mi postura dura, de pelea. Su gesto se suaviza involuntariamente.

—Lo estás Efren. Te he estado viendo y tu... estás todo sobre mi. —Él se pasa una mano por la boca para ocultar una sonrisa que me parece cínica. –Cuando éramos adolescentes, reclamabas mi tiempo y enjuiciabas a mis novios. Te burlabas de todos ellos.

—Nunca tuviste uno normal.

—Nunca tuve uno que estuviera bien para ti. ¿Y cuándo nos acostamos? Tu cabeza se jodió.

—No sabes de lo que estás hablando, dulce.

—Sí, lo sé... Te sentirás mucho mejor si solo lo dices.

—No, yo no...

—Vamos —Presiono mis manos en su pecho. Se estremece. Sutil y casi imperceptiblemente. Me mira como si hubiese cometido un error, sin apartarse. — Asúmelo, vamos.

—Leah...

—Vamos —Toco su torso. Duro definido, hasta llegar a sus brazos. Donde están sus tatuajes de tinta colorida. Las coronas de rey en honor a la banda. —Si no estás celoso. ¿Entonces qué te molesta? ¿Por qué no estás bien con nada que suceda conmigo en el último tiempo? —Recorro con un dedo el león que ruge desde su bíceps derecho. —¿Por qué no puedo solo salir con quien desee? —El nombre de su padre en la muñeca reclama mi atención y lo toco. Se agita violentamente.

—Lo digo en serio, Leah. Ya basta.

Intenta echarse atrás, pero hay tal fisura en su persona que no puedo. Siento que la presión del momento se acumula en mí. Es como si fuese a colapsar; quiero abofetearlo y luego besarlo. Quiero darle en la cabeza y acurrucarme entre sus brazos. Quiero hacerlo mío y que me haga suya.

Siento cada parte de mi cuerpo volverse de plomo, pesada y blanda. Me hormiguean las extremidades y mis ojos pican. No me importa si me veo como una loca, me siento como una loca. Esto ya es demasiado, si no está celoso entonces que se aparte del camino. Lo odio. Hasta mis dientes se sienten raros en mi boca y lo dejo todo salir, empuño mis manos y las llevo con fuerza hasta su pecho una última vez.

—Si no estás celoso, no te importará que Aarón esté interesado en mí. No te importará que salgamos, ni que me bese al final de la noche. —Se vuelve de piedra. Y eso es todo. — ¿Vas a fingir que estás bien con todo? ¿O me vas a decir cuál es tu problema?

Él me sorprende agarrando mis muñecas con sus manos. Un gruñido que es casi animal sale de entre sus propios dientes apretados.

—¡Tú eres mi problema, toda tu! ¡Me complicas con cada cosa! Maldita sea, Leah. ¿Qué quieres saber? ¿Si estoy estúpidamente celoso? ¿Qué acaso no lo ves? Me gustas, sí, pero no sé cómo manejarlo. Desde que conociste al estúpido de Aarón me has dejado a un lado y las cosas están pasando tan rápido que no sé qué hacer con nada. —Se detiene. Toma aire como si hubiese corrido una maratón y me suelta, como si de pronto mi contacto le quemara. —¿Qué se supone que hago sin ti? ¿Has pensado en eso? Eres mi mejor amiga; mi chica, no tienes que abandonarme jamás. ¡Te amo, por Dios!

J—O—D—E—R.

—¡Idiota!

Efren patea un par de sillas que le entorpecen el paso y estas hacen un ruido sordo al caer contra el piso. Todo otro ruido en la habitación cesa.

Le doy un momento para que deje de andar y tome aire.

—Efren...

Él niega sin mirarme. Extiendo mi mano, pero la esquiva.

—¿Qué es todo esto? ¿Yo... yo te gusto?

Él suelta una risa sin humor.

—Acabo de decir que te amo y, ¿te queda la duda de si me gustas? Dulce, tienes que ordenar tus prioridades.

Yo...

Me acerco a él sin importarme como se endereza. Necesito que continúe hablando.

—No, no; es que me has dicho que me amas otras veces...

—Sí, como mi amiga —enfatiza resignado. —Te estoy diciendo que te amo porque eres mi todo. Que amo cada parte de ti. Desde tu sonrisa brillante a tus ojos, que cuando me miran, solo... me hacen sentir bien. Amo que tu presencia sea capaz de alegrar las peores situaciones y no necesitas que te mencione que me encanta como hueles.

Empiezo a sentir el pulso de mi sangre corriendo ensordecedor en mis oídos.

Le encanta como huelo, ay Dios.

—¿Por qué no me lo habías dicho antes?

—No lo sé, creo que porque no estaba seguro. Tú representas muchas cosas, Leah, y no quiero arruinarlo.

—Bueno, creo que ya lo hemos complicado, no hay mucho que hacer. —Le doy una sonrisa de aliento porque entiendo exactamente cómo se siente.

Se calma al punto de parecer civilizado otra vez. Saca a tientas una silla y se deja caer contra ella. Aun no es capaz de mirarme, pero al menos ha dejado de pasearse como un perro rabioso.

—Me gustas desde que somos unos niños, dulce y jamás he hecho algo al respecto. —dice en un susurro tan bajo que me cuesta escucharlo.

—¿Y eso que significa? —Dios, sí es demasiado tiempo. Tantas cosas que nos pudiésemos haber ahorrado. Mi corazón late tan fuerte que me sorprende que él no pueda oírlo. —Deberías habérmelo dicho antes... la primera vez que nosotros, ya sabes. Tal vez las cosas ahora sean diferentes, como diferente buenas, quiero decir.

—No estoy preparado para tener algo serio contigo. —Cuando levanta la vista, sus ojos son dos pozos oscuros y me siento pérdida en ellos. Están llenos de tormento; uno que no entiendo.

¿Acaba de decirme que me ama, pero que no quiere una relación? ¿Eso qué quiere decir? ¿Qué no soy lo suficientemente buena? ¿Qué hay de malo con estar juntos? Es entonces que no me ama. No lo entiendo.

Las lágrimas cierran de pronto mi garganta, lo que me hace difícil decir lo siguiente.

—Oh. —Oh, me repito internamente. Así que este es el juego de Efren, puede tenerme sin títulos ni presiones de por medio. No sé siquiera por qué me sorprendo. —Qué bueno es saberlo. Así que solo puedes acostarte conmigo, hablar de todo y pasar tiempo juntos, ¿pero no estás listo para llamarlo relación? —Las palabras salen de mi cargadas de veneno, y las digo sin derramar ni una lágrima. De hecho, soy capaz de hasta reírme de ello. —Vaya manera de no querer arruinarlo.

—No lo entiendes. Hay una parte de mí que no quiere arruinar nuestra amistad y otra que quiere tenerte cerca todo el tiempo. Pero hay algo peor... yo, me siento como un niño a tu lado, tengo miedo de perderte. No sé qué hacer. No sé qué decisión tomar.

Mi estómago se aprieta de una manera horrible. Me llevo ambas manos hasta el vientre cuando siento como si este de pronto dejara de existir donde debería de estar.

—Leah...

Efren extiende su mano hacia mí, buscando consolarme. Si luzco tan mal como me siento, lo entiendo, pero por lo que debe ser la primera vez entre nosotros, no lo quiero tocándome. Está sintiéndose culpable por provocarme dolor, y no tiene por qué estarlo. Está siendo sincero. Si no quiere nada conmigo, no pasa nada. No tiene que estar obligado a querer estar a mi lado. No porque yo creyera, por un momento, que así era, tiene que serlo. El amar a alguien no significa querer ser su pareja. Ni serle fiel, ni cuidarlo, ni nada.

Con todo el tiempo que enterré mis sentimientos hacia él, nunca hubiese pensado que me iba a sentir de esta manera. Como si de pronto, estuviese rota.

Pensé que era mejor que esto. Que era más inteligente. Efren no es la clase de chico que sirve para una relación; me lo repetí una y otra vez cuando me prendé la primera vez al menos diez años atrás. Prometí que nadie, mucho menos él me haría sentir estúpida, y ahora aquí estoy.

Él devuelve su mano inútil hasta su pierna y se las pasa por la rodilla.

—¿Recuerdas cuando aún no terminábamos primaria? —No quiero hablar, no tengo ganas de responderle nada o me pondré a gritarle. Lo miro; para que sepa que al menos lo estoy escuchando. Él suspira. —Cuando tuve mi primera novia, esa chica que venía de intercambio.

Oh y ahora quiere hablar del pasado. ¡Muy bien Efren, recuérdame todo tu historial de chicas que han tenido la suerte de tener una relación real contigo! Eso de seguro me hará sentir mejor. ¡Idiota!

—¿Qué tiene que ver con todo esto? —Le digo y me seco furiosa las lágrimas de mis mejillas de un manotazo. Odio no poder controlar el llanto como quisiera, odio ser tan estúpida como para que me importe lo que me dice. Odio todo esto. Odio que él me vea así dadas las circunstancias.

—Ella fue la que corto conmigo, es la única chica que ha cortado conmigo alguna vez en mi historial y me aterró. Ella me gustaba, todo de ella y de pronto, simplemente rompió mi corazón. Ya no quiso nada más conmigo y me prometí que nadie me haría sentir así otra vez, nadie dulce. Ni siquiera tú, porque eso sería mil veces peor.

No sé por qué, pero esa confesión rompe algo dentro de mí.

—¡Oh, muy bien Efren! Haz basado todas las decisiones de tu vida en la determinación que tomó un muchacho de doce años herido y rechazado.

Él levanta ambas manos.

—¡Sabes que siempre he sido un idiota! ¿Por qué tiene que importarte ahora? ¿Por qué las cosas son ahora diferentes?

Muerdo mi legua, esperando que la serenidad llegue. Como no lo hace, decido que mandar todo a la mierda está bien. Mi cuerpo se impulsa por si solo hacia adelante y estoy apuntándolo con un dedo mientras que lloro abiertamente.

—¡Importa porque me haz involucrado en cada una de tus malas decisiones! ¡Y demonios, ya estoy harta! ¡Quiero tomar mis malas decisiones y tener que dejar de ser quien te cubre las espaldas luego de cada error! ¡No quiero tener que atender las llamadas de tus chicas despechadas! ¡Ni mentirles, ni tener que cuidar de tus borracheras, ni curar tus heridas cuando algún novio celoso te golpee!

—Espera... eres mi mejor amiga, se supone que hacías todo eso porque me quieres... —¡Dios! Siento que ya nada tiene que ver con el tema principal de todo esto, pero ambos estamos fuera de sí. Efren tiene la mandíbula tan apretada que me temo que se hará daño en algún diente. Y me siento tonta por preocuparme por algo tan estúpido en este momento, pero así es. Así soy, con él. Con el imbécil que me provoca este dolor lacerante cuando prometió jamás hacerme daño cuando no éramos más que niños. Él prometió ser quien cuidara de mí. Que basura. —Además, yo jamás te lo pedí.

Oh, que bobo es. Si eso, a estas alturas, ya ni importancia tiene.

—Sé que no lo hiciste Efren y créeme, volvería a hacer todo de nuevo sin que me lo pidieras.

Él cierra los ojos un instante.

—Entonces, por qué...

—¡Porque estoy cansada de nosotros! —Sus ojos se apagan cual bombillo. Y una parte muy pequeña de mí se siente bien con verlo afectado. Se siente bien por ver, por un minuto, que no soy la única que tiene que salir dañada de aquí.

Si yo estoy rota, al menos, él se lleva un rasguño en comparación.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro