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Capítulo ocho

El día siguiente a la boda, a pesar de que todos estaban desfalleciendo por la resaca, Senku los tuvo trabajando de sol a sol con pocos descansos hasta que le rogaron por piedad y finalmente los dejó ir a trabajar, aunque de todos modos siguió esclavizando a unos pocos pobres diablos que no habían bebido hasta que llegó la hora de dormir y por fin se quedó solo con sus cálculos y sus planos.

Seguía de malhumor por esa boda asquerosamente tediosa, pero aun así a la mañana siguiente tuvo que ir a ver a Kohaku a asegurarse de que esté bien y tal vez disculparse por gritarle sí es que eso la hizo sentir mal.

No podía permitir que esté estresada y de mal humor, ya descuidó suficiente el embarazo los primeros meses, no dejaría escapar nada por más que realmente solo quería seguir trabajando en el barco. Y honestamente no quería disculparse, tenía razón al diez billones por ciento, pero bueno... sí tenía que disculparse para que su salud no corriera riesgos lo haría.

Creyó que la encontraría desayunando en el restaurante de Francois, pero al llegar allí no la vio por ningún lado y alzó una ceja.

-Buen día, Senku-sama.- Francois se apareció de la nada, sobresaltándolo un poco. –Sí busca a su mujer, todavía está durmiendo, aunque su desayuno ya está listo para ser servido, por supuesto.- ¿su mujer? Ah, claro, estaba casado ahora.

-¿Todavía duerme?- eran las ocho, y ella solía despertarse casi al amanecer.

-Últimamente está durmiendo más, y como está embarazada no quiero perturbar su sueño, aun así siempre me aseguró de despertarla para que reciba su desayuno antes de las once.-

-Ya veo.- en realidad no debería sorprenderle, durante el embarazo el cuerpo trabaja mucho más de lo acostumbrado, lo que probablemente debía hacerla sentir más cansada y era muy bueno que durmiera más. Y sí mantenía ese habito reduciría el riesgo de que el mocoso naciera con poco peso, lo cual sería una molestia menos. –En ese caso le llevaré su desayuno.-

-Por favor permítame prepararle el desayuno también, ya que ayer se saltó la cena.- a pesar de sus palabras llenas de amabilidad, sus ojos se recubrieron casi con una promesa de muerte sí es que fuera a darle un no por respuesta.

-C-claro, así también la dejaré dormir más.- carraspeó, sentándose en un banco a esperar a que termine de cocinar.-

-Excelente.- rápidamente se puso manos a la obra, trabajando rápidamente y entregándole la comida en un tiempo record.

Cargando con una bandeja con el desayuno para ambos, Senku se encaminó a la choza de Kohaku haciendo una mueca por el esfuerzo extra, pero desayunar con ella le daría la excusa perfecta para hablar y asegurarse de que tuviera un buen estado de ánimo.

Al llegar a su choza, dejó la bandeja en el piso y observó su postura con interés. Estaba dormida de lado, pero apoyada sobre su lado derecho, cosa que lo hizo hacer una mueca y acercarse a ella con el ceño fruncido. Planeaba quitarle su sabana y ya para despertarla, no obstante debería tener más delicadeza con ella para evitarle sobresaltos. Eso sería un fastidio, pero era lo mejor.

Todavía con una mueca de hastío, llevó su mano a su hombro y lo sacudió gentilmente. Ni siquiera se inmuto, haciéndolo bufar. Picoteó su hombro insistentemente con un dedo, a lo que se removió un poco, así que siguió haciendo eso hasta que se dio la vuelta hasta quedar acostada boca arriba, gimiendo profundamente mientras alzaba un brazo, casi dándole un manotazo, pero aunque no haya llegado a golpear su mano todavía se llevó un shock cuando ese sonido trajo más recuerdos de su encuentro sexual a su mente.

Para colmo de los colmos, al levantar su brazo y cambiar de posición la manta se descorrió un poco, dándole una vista de su escote y su clavícula y aparte de una de sus piernas y la parte inferior de su cadera desnuda por ese vestido ridículamente corto y revelador un poco alzado.

Sus ojos se desviaron a recorrerla por completo sin que pudiera evitarlo, y ahora quería retirar la manta no para despertarla, sino para verla mejor y tal vez pasar las manos por todo su...

Carraspeó, pasando una mano por su frente sudorosa.

Mierda, desearía no recordar esa fatídica noche. Ya era suficiente tener que lidiar con las consecuencias de su irresponsabilidad para también tener que lidiar con el ya saber lo bien que se sentía tener sexo con ella y reprimir sus estúpidos impulsos hormonales. Tenía mejores cosas que hacer que perder el tiempo en banalidades.

Sacudiendo la cabeza, decidió probar a tomar su barbilla y sacudir un poco su cabeza, aunque con cuidado, obviamente. Eso la hizo gimotear otra vez y él tuvo que darse otra bofetada mental antes de hacerlo una vez más. Sus parpados temblaron un poco.

-Vamos, leona, no tengo todo el día, despierta.- volvió a sacudirla una vez más y finalmente abrió los ojos.

-¿Eh...?... ¿Senku?- se sentó rápidamente, frotando sus ojos. -¿Qué haces aquí?-

-Traje el desayuno. Además tengo cosas que quiero hablar contigo, como tu postura al dormir, por ejemplo.-

-¿Ah? ¿También tengo que tener cuidado con eso?-

-Es más recomendable que duermas sobre tu lado izquierdo, trae muchos beneficios como...- empezó a hablar de eso mientras se encaminaba a tomar la bandeja y se la acercaba a la cama para que pudieran desayunar.

Mientras le explicaba el cómo y el por qué debería dormir en ciertas posiciones y tal vez ayudada por almohadas, más los beneficios que podría traerle tanto al feto como a su postura, ella terminó de desperezarse y empezaron a desayunar. Una vez terminó de hablarle sobre eso, le preguntó qué tal estuvo su día ayer, estando atento a su tono y a su lenguaje corporal mientras le respondía.

-Estuve bien, aunque la gente se la pasó felicitándome por la boda todo el tiempo.- hizo una mueca de fastidio que él correspondió, pues también sufrió del mismo mal. –No entiendo qué se supone que cambia estar casados ahora, excepto por el hecho de que esto asegura que mi padre no te matará. Tendrías que ayudarme con el bebé de todos modos, casados o no.-

-La verdad no cambia nada, excepto que ahora tienes un apellido, supongo.- murmuró distraídamente mientras comía los deliciosos manjares de Francois.

Realmente revivir a Francois fue una de las mejores cosas que pudo hacer, bendito sea Ryusui por el simple hecho de conocerla. Además que ella estaba muy dispuesta a ayudar con el embarazo en una parte tan fundamental como los alimentos, prácticamente hacía la mitad del trabajo. Hmm ¿en la aldea tendrían la costumbre de elegir madrina y padrino para los mocosos?

-¿Apellido? Oh, es como un segundo nombre. ¿Pero qué sentido tiene eso?- hizo una mueca de confusión.

-Era muy útil para la era moderna y los miles de millones de habitantes que existían en el mundo, aunque probablemente no lo entiendas.- agregó al ver sus ojos muy abiertos. –Pero sí alguien te pregunta tu nombre de ahora en adelante, lo correcto sería que te presentes como Ishigami Kohaku.- se sentía raro decir eso, incómodo, pero la verdad le daba igual.

-¿Por qué?- ¿tenía que preguntar, verdad?

-Pues porque eres mi esposa ahora, idiota. La verdad me da igual y los otros aldeanos no lo entenderían, pero los de la era moderna considerarían extraño que no lleves mi apellido desde ahora, sobre todo porque el mocoso debe tener apellido ya que planeó traer la civilización de regreso y lo necesitará tarde o temprano. Se supone que es para preservar el nombre familiar o alguna mierda de esas. En las últimas décadas antes de la petrificación Japón había estado adoptando muchas costumbres occidentales como la boda que tuvimos y el que sea el hombre quien le diera su apellido a la mujer al casarse mayormente, cuando siempre era más por una cuestión de la familia con más prestigio o poder económico. Me daría igual que le diéramos cualquier apellido, pero ya que no tienes apellido supongo que deberá ser el mío.- ella pareció un poco confundida todavía, pero no volvió a preguntar.

Su conversación siguió normal, y se dio cuenta de que ella estaba un poco incómoda con él, pero no parecía deprimida ni molesta, así que se ahorraría la disculpa, tampoco es que tuviera muchas ganas de sacar ese tema, tal vez eso la molestará peor y eso era lo último que necesitaba.

Descartada esa preocupación, hizo una mueca al pensar en otras dos personas con su apellido aparte de Byakuya. Claro que toda la aldea tenía su apellido pero eso era en honor a Byakuya, saber que él estaba dando su apellido de este modo, formando una familia... era realmente incómodo y raro. Pero bueno, mientras más rápido se hiciera a la idea mejor.

Tendría una familia propia, raro pero cierto. Incómodo pero inevitable. Solo debía superarlo y ya, tenía cosas más importantes en las que preocuparse que en etiquetas.

Pasaron los días y finalmente notó que Kohaku estaba más relajada, pasando la mayor parte del día estudiando o con Ruri, Yuzuriha o Francois, ayudando en cosas muy pequeñas y tomándose todo con calma. Eso lo sorprendió gratamente y pudo volver a concentrarse en el barco sin temor a que se estuviera poniendo en riesgo sí la descuidaba de más, lo cual los hizo avanzar en pocas semanas más de lo que creyó, superando sus expectativas con creces. Chrome y Kaseki estaban muy emocionados al respecto y los trabajadores eran más eficaces de lo que pensó. La mayoría eran artistas marciales, y aunque no tenían la experiencia de obreros reales eran fuertes, de voluntades fuertes y con mucha energía y gracias a las artimañas del mentalista y los sobornos de Ryusui estaban bien motivados.

Desgraciadamente se concentró tanto en el barco y se confió tanto de que ella estaría bien con este cambio de actitud que no notó su falta de sueño hasta que Kokuyo lo señaló después de la tontería de preguntarles cuándo se mudarían juntos, pero esa ridiculez palideció a comparación de la preocupación que lo invadió al ver las ojeras en el rostro de la joven embarazada.

Ella quiso restarle importancia por un momento, pero lo alivió cuando no tuvo que insistirle mucho para que le confiese la verdad y pudiera pensar en una solución al respecto. Aunque la solución era obvia, por supuesto, nada mejor que colchones viscoelásticos sí lo que buscas es comodidad, aunque sería una molestia inducir la reacción química de poliol y de isocianato, pero bueno, deberes de esposo, como todos gustaban de recordarle a cada momento.

¿Por qué debía pagar las cuentas de Kohaku también? Ella tenía un buen dineral acumulado, maldeciría el pensamiento primitivo de no ser porque eran los de la era moderna los que le decían que él debía hacerse cargo de todo. Y lo haría, por supuesto, pero por eso no se privaría de quejarse al menos mentalmente.

Como no quería que perdiera muchas más horas de sueño, dejó a Ryusui y Chrome a cargo del barco y el trabajo de los obreros mientras él y Kaseki se concentraban en el colchón, y como después de pasado el trabajo infernal con los procesos químicos no era tan difícil darle forma a un colchón pudo entregárselo en solo unos días junto con las mantas que Yuzuriha preparó para ella.

Se quedó más tranquilo con eso, pero no volvió a cometer el error de descuidarla. Empezó a hacer chequeos semanales y a visitarla varias veces a la semana aunque sea por unos minutos para asegurarse de que esté comiendo lo necesario, durmiendo bien y no tenga ningún tipo de malestar. Francois ayudaba muchísimo con la comida, prácticamente lo hacía todo, Yuzuriha la mantenía bien abrigada y con ropa cómoda, y Ruri la mantenía tranquila y bien cuidada para que no se estrese ni se desespere por el nuevo estilo de vida.

Entre las muchas cosas que él no podía hacer por su cuenta en este mundo de piedra, parecía que cuidar a una embarazada era una de ellas. O al menos sí teniendo en cuenta la situación con el barco y la amenaza tácita colgando sobre sus cabezas.

Todo marchaba bien y el barco avanzaba más rápido de lo que pensó, lo que le daba esperanza de poder largarse de allí quizás dentro del próximo año.

Uno de esos días en los que iba a hacerle su visita de unos minutos solo para asegurarse de que estuviera bien, la encontró en compañía de Ruri, mientras esta acariciaba con ternura su vientre ya considerablemente hinchado en lo que Kohaku comía frutas.

Se congeló en la puerta, frunciendo un poco el ceño al verla sentada con la ropa suelta y cómoda que Yuzuriha tejió especialmente para ella, pero que al estar sentada en esa posición no ocultaba nada el tamaño de su vientre.

¿Cuándo... había crecido tanto? Casi tenía cinco meses de embarazo y la veía muy seguido, pero realmente no se dio cuenta de... esto.

Ruri detuvo sus arrullos sin sentidos al feto al notarlo en la puerta y Kohaku también se percató de su presencia y lo miró extrañada, solo para fruncir el ceño al ver su mirada fija en su vientre. Se sentó de golpe y de repente, sin ningún tipo de explicación lógica, agarró su almohada con brusquedad y se la arrojó a la cara, casi derribándolo por su fuerza todavía considerable incluso con un objeto tan suave (ya que hasta le fabricó una almohada viscoelástica).

Afortunadamente logró mantener el equilibrio y apartó la almohada con fastidio, solo para congelarse al verla llorar desconsoladamente sobre el hombro de su muy confundida pero comprensiva hermana.

-¡Lárgate, Senku!- se apartó del hombro de Ruri para mirarlo con rabia asesina. -¡Ya sé que estoy gorda, como te burles te matare!-

Él rodó los ojos.

Genial, cambios bruscos de humor. Y él que pensaba que podría zafar de eso.

-No estás gorda, Kohaku.- ella lo miró impresionada por su tono serio, aunque no es que esté tratando de consolarla. –Estás en tu peso ideal para veintidós semanas teniendo en cuenta tu peso anterior, tu estatura, el peso del feto, el aumento del útero y del tejido mamario, el volumen de la sangre y retención de líquido en los tejidos y la acumulación de grasa. Sí estuvieras engordando de más podría traerte problemas de salud, por eso le encargué a Francois el asegurarse de que comas lo necesario en las cantidades correctas. Y por el momento esta área no presenta ningún problema.- declaró solemnemente, esperando que haya entendido aunque sea una fracción de eso y se dejé de tonterías ilógicas.

Las hermanas parecieron confundidas, pero finalmente Kohaku dejó de estar malhumorada o llorosa y en cambio pidió más fruta porque aparentemente hablar sobre alimentarse le daba antojos o lo que sea. Y claro, él tuvo que ir por su preciada fruta. Intentó pedirle a alguien que se la llevara para que pudiera volver a trabajar, pero estos por alguna razón decidieron conspirar en su contra y ponerse de acuerdo en que era deber del marido llevarle sus antojos a las embarazadas, tanto aldeanos como gente moderna.

Ugh, dos millones de años de historia humana y todavía se comportaban de esta forma primitiva, era un verdadero dolor de cabeza.

Hablando de dolores de cabeza, mientras el frío comenzaba y el trabajo en el barco disminuía progresivamente, se encontró con otro gran dolor de cabeza.

Kokuyo juntó a varios aldeanos estaban comenzando a reunir materiales para construir una casa para él, Kohaku y el mocoso.

-No.- se frotó las sienes con irritación. –No en diez billones de años. Esto es absolutamente innecesario y molesto. ¿Por qué me estás quitando mano de obra para actuar por tu cuenta? Creí que estabas bien conmigo siendo el jefe de la aldea ahora.- se cruzó de brazos mientras miraba al ex jefe.

-No hago esto como jefe de la aldea. Hago esto como padre, como abuelo, y como tu suegro también. Marido y mujer deben vivir juntos, y los padres con su hijo muchísimo más. Sí no aceptas esto, entonces no creeré que realmente estás dispuesto a tomar tu responsabilidad como hombre en serio y me obligarás a tomar medidas al respecto.- entrecerró los ojos de manera amenazadora.

-¿Qué medidas? ¿Me matarás o algo así?- no estaba asustado en lo más mínimo, por más que sabía lo irracional que podía ser Kokuyo.

-No. Obligaré a Kohaku a dejarte y le buscaré otro marido para que se haga cargo de mi nieto.- muy en contra de su voluntad, Senku se tensó un poco ante esa afirmación, aunque no estaba seguro de por qué.

Por un momento lo imaginó.

¿Dejar que Kohaku se casé con otro tipo para que cuide al mocoso? Eso sonaba... extremadamente conveniente. No tendría mucho tiempo para el mocoso de todas maneras, así que quizá hasta sea lo mejor. No es como que quisiera estar casado con ella, nunca lo habría hecho si Kokuyo no los hubiera obligado, y tampoco tenía tiempo para niños, aparte de que tenía el destino de la humanidad pensando en sus hombros así que sí Kohaku estaba bien con eso la verdad hasta lo agradecería.

Por otro lado... eso hería a su orgullo. Dejando de lado las conveniencias, sonaba horrible el simplemente pasarle la responsabilidad a otro tipo que quién sabe sí daría la talla. El mocoso era su responsabilidad, siempre lo sentiría su responsabilidad incluso sí en unos años se divorciaba de Kohaku y ella se casaba con un tipo que hiciera mejor trabajo de padre que él. Y... tampoco creía que eso sería algo que Byakuya aprobaría.

Así que, en pocas palabras, Kokuyo de verdad lo arrinconó con eso. No es que creyera que Kohaku lo permitiría, pero no quería quedar como insuficiente o irresponsable en sus deberes, incluso sí eran estupideces.

Y tampoco es que estuviera siendo tan ilógico, podía ver ventajas en vivir con Kohaku y el mocoso, pero sí tenía que hacerlo entonces sería en sus propios términos. Y ya que estaban avanzando tanto en ciertas comodidades, había algo que extrañó desde el primer día que despertó en este nuevo mundo de piedra.

-Bien, bien. Viviremos juntos.- resopló, odiando tener que ceder y ver la sonrisa complacida del mayor. –Pero con una condición.-

-¿Condición?-

-La casa se construirá siguiendo mis planos y aun así solo aceptaré sí esto no ralentiza el trabajo en el barco, que de todos modos no será mucho debido a que ya estamos casi en invierno. Y quiero algo mucho más complejo que una de sus chozas.-

-De acuerdo. Estoy seguro de que los hombres podrán manejarlo. No me importa trabajar de más por el bien de mi hija y mi nieto.-

El mocoso ni siquiera había nacido y ya se tomaba el papel de abuelo muy en serio ¿eh?

Con esa nueva tarea nada fácil en proceso, tuvo que trabajar el doble. Entre el barco, la casa y cuidar de Kohaku su estrés estaba por los cielos, pero esto era por el futuro de la humanidad y su deber como hombre, así que se obligó a sí mismo a seguir diligentemente con cada paso, sin importar lo cansado e irritado que estaba.

Aunque claro, a veces no podía evitar caer rendido de sueño sobre sus papeles, y fue así mismo como Kohaku lo encontró cuando invadió su laboratorio en medio de la noche un día de esos, despertándolo de golpe, diciendo que algo le pasaba a su estómago.

El sueño se le esfumó de inmediato.

¿Complicaciones? ¿Ahora? ¿En serio?

-¿Qué sucede? ¿Te duele? ¿Has sangrado? ¿Sientes punzadas o un dolor continuo?- mientras preguntaba todo eso la examinó rápidamente con la mirada.

No se veía especialmente pálida, sus ojos se veían normales y enfocados, y no presentaba ningún tipo de hinchazón como podía provocar la preeclampsia, y dudaba que fueran contracciones porque a pesar de que se veía alterada no parecía estar sufriendo un gran dolor, o al menos eso parecía con sus conclusiones apresuradas. Podía ser algo leve como estreñimiento o bien algo grave como... aborto espontaneo...

La idea lo hizo palidecer un poco, pero rápidamente ella espantó todas esas preocupaciones con sus siguientes palabras.

-No duele ¡pero es raro!- se llevó las manos al vientre con una mueca. –Es como sí... ¡Es como sí quisiera salirse desde adentro! ¿Pero no que salían desde la entrepierna?- ante esa pregunta estúpida, Senku se congeló por un momento.

¿Salirse desde adentro? ¿Acaso se refería a...?...

Ugh.

-Ehh...- la miró con incredulidad un momento, antes de rodar los ojos y llevarse la palma de la mano a la frente. –En realidad, también pueden salir desde el vientre, pero solo con una intervención quirúrgica llamada cesárea, la cual dudó poder realizar así que debes cuidarte adecuadamente para evitar llegar a eso.- estaría perdido sí surgían complicaciones en el parto, era poco y nada lo que podría hacer sí algo pasaba. De hecho puede que hasta tuviera que... No, no iba a pensar en eso. Todo estaría bien. –En cuanto a lo que sientes, solo es el feto moviéndose en tu interior.- mucho más relajado ahora que sabía que lo de antes fue solo la ignorancia de Kohaku hablando, se acercó a ella para examinarla más de cerca, solo por las dudas. ¿Era normal que sintiera los movimientos del bebé solo hasta ahora? Demonios, debería haberle preguntado por eso en la última revisión. No más deslices. –Ya tienes veinticuatro semanas de embarazo, es lo suficientemente grande como para que lo sientas claramente.- debería pesar más de 600 gramos y medir más de 30 centímetros a este punto. Realmente era extraño que no lo haya sentido antes, ya que estaba prácticamente nadando en el liquido amniótico y ya debería removerse, estirarse y hasta bostezar. Dormían mucho, unas veinte horas, pero ella debería haberlo notado antes. ¿Acaso sí debería preocuparse? El pensamiento lo hizo apoyar una mano en su vientre, cosa que casi nunca hacía a menos que fuera con propósitos estrictamente científicos. –De hecho me extraña que no lo sintieras antes.- expresó mientras movía su mano de un costado al otro, siguiendo el contorno de su vientre redondeado, intentando sentir algo anormal.

-He sentido cosas raras, pero creí que solo tenía hambre o gases.- oh, eso lo explicaba todo. Más ignorancia de su parte. –Ahora se mueve mucho ¡y es muy raro! ¿No puede detenerse?-

-Claro que no.- frunció el ceño mientras seguía moviendo su mano en su vientre. –De hecho sería bueno que estés atenta a sus movimientos de ahora en adelante. Podría hacer una máquina de ultrasonido fácilmente con las mismas bases que el radar y consiguiendo cristales piezoeléctricos, pero no es como si fuera una urgencia por el momento.- aparte de que sumar otro proyecto a los que ya tenía probablemente terminaría de matarlo. –Es buena señal que el mocoso se mueva, de hecho mientras más se mueva mejor siempre y cuando no sean movimientos repentinos y vigorosos seguidos de un periodo de inactividad. Lo sentirás moverse mucho más de ahora en adelante.- dijo moviendo su mano ahora en lentos círculos. De repente, sintió un pequeño golpe bajo la palma de su mano y se congeló por completo. Eso era... ¿el feto? ¿El mocoso? ¿Su hijo? Wow... era extraño, apenas fue un pequeño golpecito, pero de alguna forma lo dejó... anonadado. Lo dejó pensando en lo mucho que ya se había desarrollado. Veinticuatro semanas. Sus rasgos ya debían estar definidos, al igual que el color de su cabello y cejas, ya debería poder abrir los ojos, y ya tenía la capacidad de sentir emociones, llorar, alegrarse o hasta enfadarse. Era... fascinante. –Ah... con que ahí estas.- no pudo evitar sonreír mientras miraba su mano, casi deseando hacer esa máquina de ultrasonido para ver al bebé, pero realmente no le convenía ahora mismo. Los golpecitos bajo su mano se duplicaron de pronto, siendo un poco más fuertes y veloces. Alzó una ceja, sonriendo un poco más divertido esta vez. –Y también tienes mucha energía, parece que tendremos un pequeño cachorro león dando vueltas por aquí.- movió su mano en círculos una vez más al sentir esos pequeños golpes alejarse de donde él estaba.

Era fascinante, realmente fascinante.

Y de repente, Kohaku se apartó de él con los brazos cruzados.

-¡Que no soy una leona!- le gritó ofendida.

Senku la miró molesto porque rompiera el momento, pero luego no supo exactamente por qué debería importarle. Tenía que seguir trabajando de todos modos, y ella debía volver a su choza antes de que el frío empeorara.

-Sí, sí, lo que digas. De todos modos, deberías volver a la cama antes de que el frío empeoré. Y no te preocupes sí se mueve mucho, es perfectamente normal.- volvió a su mesa y tomó sus planos, suspirando mentalmente y reprendiéndose por extrañar esa sensación tan rara y la calidez bajo la palma de su mano.

Tenía que trabajar. De todas formas pronto tendría que repetir la experiencia en los futuros chequeos del bebé. No es que estuviera ansioso, por supuesto.

-Muy bien.- ella suspiró. –Buenas noches.-

-Buenas noches.- era hora de seguir matándose a sí mismo para que absolutamente todos sus planes salieran bien.

El futuro de la humanidad y del bebé dependían de eso.

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