Sin secretos (Parte III)
Me toma un buen rato calmarme por completo. Kylian se limita a observarme, pero no me presiona para nada, ni siquiera intenta que hable. Mis músculos están agarrotados y siento mucha hambre. Ni siquiera puedo disimularlo, ya que mi estómago ruge con fuerza. Él esboza una pequeña sonrisa antes de darse la vuelta para buscar algo en el interior del tronco ubicado detrás de él.
—El desgaste mental puede ser mucho peor que el físico. Es mucho más sencillo lograr que tu cuerpo descanse. Pero la mente... A veces no hay manera de desconectar la mente. Al menos aliméntate bien. Eso te va a ayudar un poco a sentirte mejor. —Saca un puñado de frutas del árbol en una canasta —. Me gustaría ofrecerte algo de proteína también, pero todavía no he ido a reabastecer mis suministros aún. Ten.
Estira los brazos para ofrecerme fresas, plátanos, uvas y manzanas. El instinto casi me obliga a rechazar la oferta, pero la necesidad es más grande que el recelo. Tomo la canasta y empiezo a devorar las fresas. Su sabor dulce y la textura jugosa enseguida me reconfortan. En cuanto termino con ellas, sigo con las manzanas, los plátanos y culmino con las uvas. Si bien aún tengo espacio para más comida, al menos ya no me siento como si estuviera por desmayarme.
—Gracias por la comida —digo con sinceridad.
—Fue un placer —responde él casi susurrando.
Se mueve con cierta torpeza al acercarse para recoger la canasta. Juraría que está nervioso. Y bueno, no sería de extrañar, pues lo que acaba de ocurrir entre nosotros y lo que de seguro viene no es sencillo de asimilar. Yo misma no sé definir lo que pasa conmigo justo ahora. Solo sé que no voy a prolongar más la espera. Vine acá por respuestas y no me iré de aquí sin ellas. Me acerco a las raíces de un árbol cercano y me siento sobre ellas. Extiendo la mano hacia un lado para indicarle que se acomode junto a mí. Kylian suspira y agacha la mirada, pero hace lo que le pido. Ladeándome hacia él, inhalo hondo y empiezo a liberar todo lo que me inquieta.
—Hace un rato me prometiste que podía tomar todas las verdades que quisiera. Pues, voy a tomarte la palabra en ello. —Me aclaro la garganta y humedezco mis labios—. Quiero saber por qué he estado apareciendo en tus visiones. No somos familia, nunca nos habíamos visto. Ni siquiera soy de estas tierras. Dijiste que Velvar te ha mostrado muchas cosas sobre mí desde hace tiempo. ¿Por qué te eligió a ti?
—Aunque pueda parecer raro, Velvar no suele ser muy comunicativo. Solo me transmite lo indispensable para que yo actúe en consecuencia. Nunca me ha dicho con exactitud por qué me eligió a mí para recibir las visiones. Pero tengo una teoría bastante sólida acerca de eso. Soy una anomalía, igual que tú.
—Espera, ¿qué? ¿Anomalía? ¡Yo no soy ninguna aberración!
Tenso la mandíbula y entrecierro los párpados. Él deja salir una risilla débil carente de humor. Me mira a los ojos antes de pronunciar la siguiente frase.
—Por supuesto que no eres una aberración. No lo dije en ese sentido. Me refería a que eres una rareza, pero por lo extraordinaria. Diría que eres singular.
—¿En qué cosas soy singular? Hay muchas guerreras más que son como yo. Mi estatura y complexión son comunes. Ni siquiera el color de mis ojos es inusual.
—Te equivocas. Todo en ti es inusual, igual que lo es todo en mí.
—Dime cómo es eso, entonces, porque no te estoy entendiendo.
Una exhalación pesada sale de él. Asiente con la cabeza, como si se pusiera de acuerdo consigo mismo antes de continuar hablando.
—Empecemos por las bases de todo, ¿de acuerdo?
—Me parece bien.
—Ya sabes que los Dákamas más poderosos pueden invadir cuerpos de personas vivas, ¿cierto?
—Sí, por supuesto que lo sé. Eso es conocimiento básico de todos los guerreros.
—Bueno, Evimárite, mi madre, hizo exactamente eso. Tomó posesión del cuerpo de una mujer llamada Natsuki Sato. Mi padre se casó con ella creyendo que era una joven normal. No sabía que no se estaba casando con Natsuki, sino con Evimárite. Diría que engendrarme fue una acción completamente premeditada de parte de ella. James solo supo la verdad hasta que llegó el parto. Ese día empezó un terrible desastre en la vida de él y de la mía.
—¿Qué ocurrió?
Trago saliva con dificultad. La expresión sombría en el rostro de Kylian me da escalofríos. Lo que está por contarme de seguro es difícil para él.
—Fui concebido en el cuerpo humano que ella invadió mientras aún seguía alojada allí. Es decir, utilizó a Natsuki como incubadora. No la tomó en cuenta para esa decisión. Justo después de darme a luz, Natsuki murió. O al menos eso es lo que los médicos creyeron. El supuesto cadáver desapareció sin dejar rastro durante el velatorio. Natsuki no fue vista nunca más. Pero estoy seguro de que Evimárite se la llevó para seguir ejecutando sus planes a través de ella.
—Pobre mujer. Lo siento mucho.
—Es probable que ella no haya sufrido. No sabe lo que le han hecho. Los Dákamas apagan por completo la consciencia de sus huéspedes. El que terminó sufriendo las consecuencias de lo que Evimárite hizo soy yo.
—¿Tu padre se desquitó contigo por el abandono de ella?
—Vaya que lo hizo... —Echa la cabeza hacia atrás y cierra los ojos por un instante, suspirando—. Aun así, el hecho de haber sido víctima de violencia no es algo que me haya ocurrido solo a mí. El problema más grande radica en ser lo que soy. James me odia por ello. Yo mismo me odio.
—No encajas para nada en lo que define a un Dákama. Eres muy distinto.
Pese a que vi cómo Kylian se convertía en uno de esos despiadados seres, mi parte racional todavía intenta rechazar la idea de que él sea un Dákama. La forma en que se comporta y lo que ha hecho por mí no coinciden con una criatura malvada.
—Los Dákamas no pueden engendrar hijos, pero parece que sí lo pueden conseguir a través de los humanos. Nadie sabe todavía cómo lo hizo, pero Evimárite logró que su esencia Dákama, por llamarla de alguna manera, pasara a mí. No necesito absorber almas ni matar para ser lo que soy. Nací así.
—¿¡Naciste siendo un Dákama!?
—Sí. Creo que soy, más bien, un híbrido.
Me cubro la boca con ambas manos. Mis latidos se disparan en segundos. Lo que Kylian acaba de revelarme no tiene precedentes. Jamás habían existido Dákamas que lo fueran desde el nacimiento.
—¿Cómo supiste que eras un híbrido?
—Ocurrió un día en que mi padre me estaba dando una golpiza. La ira que sentí en ese momento desató mi primera transformación. De ahí en adelante, él nunca más pudo volver a lastimarme, al menos no físicamente.
—Transformarte debió ser algo impactante hasta para ti mismo.
—Lo fue. Esa transformación me dio la oportunidad de empezar a conocerme y también de protegerme.
—Puedes hacer cosas que otros Dákamas no, ¿verdad?
—Así es. Mientras estoy en mi forma humana, el resplandor rojo que usualmente encuentras en los vientres de los Dákamas se mueve por mi cuerpo como si fuera sangre. Siento su calor en todo momento. Incluso puedo manifestarlo a través de mi mano. Ya me has visto hacerlo.
—¡Sí! Eso fue lo que vi aquel día en la ciudad, ¿cierto? Pasaste corriendo por la calle en frente del auto de Annette. ¿Qué intentabas hacer?
—Fui a cubrir tu rastro para protegerte. Había otros Dákamas intentando dar contigo. Estuvieron muy cerca de localizarte. No sé si estás consciente de ello, pero la energía que emanas es muy poderosa y, ese día, estaba fuera de control. No tenías la capacidad de neutralizarla para que no fuera rastreable. Iban directo a atacarte para matarte.
—¿¡Estaban buscándome!? Julie y Annette iban conmigo en el auto en ese momento. Las puse en peligro...
Mi boca se curva hacia abajo. Saber que dos personas que amo estuvieron a punto de morir por estar cerca de mí es como una puñalada al corazón.
—Tú ni siquiera sabías lo que ocurría. No te eches la culpa por ello, ¿de acuerdo? No podías defenderte, mucho menos protegerlas. De eso me encargué yo.
—¿Ah sí? ¿Cómo?
—De seguro recuerdas cuando toqué tu mano izquierda. Fue así como te di parte de mi energía. Haciendo eso, el exceso de la tuya se disipó un poco. Además, al absorber energía distinta de la tuya, el rastro de tu presencia se camufló temporalmente. Los otros Dákamas dejaron de percibirte.
—¿¡Por qué no me advertiste nada de eso!? Pudiste haber hablado conmigo en vez de hacerme creer que mi enemigo eras tú. ¡Hasta enviaste a una criatura enorme a luchar contra mí! Annette y Julie estaban en la casa. ¿¡Qué habría pasado si no podía ganar la batalla!?
—Necesitabas fortalecerte, tanto para ser capaz de ocultar tu energía como para aprender a usar tus habilidades en esta dimensión. Esa batalla fue una buena manera de empezar a hacerlo. No buscaba hacerte ningún daño, sino lo contrario.
—Igual habría preferido que me dijeras las cosas... ¿¡Tienes idea del miedo y la frustración que sentí al estar sola y no entender nada!?
Aprieto la mandíbula mientras le doy un empujón a Kylian. Los recuerdos de la angustia que pasé en esos momentos aún me acompañan.
—Acercarme a ti cuando estabas débil solo te habría puesto en un peligro mayor. Debía fingir que estaba buscándote e intentando matarte para así no levantar sospechas. Ayudar a quien se supone que debería aniquilar me habría metido en problemas. Los Dákamas no deben enterarse de lo que estoy haciendo en realidad.
—¿Por qué lo haces? Es decir, llevas parte de su raza en ti. James es tu familia a pesar de todo. Y yo solo soy una desconocida que se aloja en el cuerpo de alguien más... —Se me hace un nudo en la garganta. Estoy haciendo exactamente lo mismo que hacen los seres contra los que combato—. ¡Qué ironía! ¿No lo crees? No solo los Dákamas roban cuerpos. ¡También soy una vil ladrona!
—No eres una desconocida ni tampoco una ladrona. —Me acaricia la sien derecha con las yemas de sus dedos—. Déjame terminar de explicártelo, ¿de acuerdo?
—Nada de lo que me digas va a cambiar la realidad, pero inténtalo al menos.
Kylian se desliza para sentarse pegado a mí. Me rodea los hombros con un brazo. Siento su respiración pausada en el cabello, ya que recuesta su cabeza en la mía. El calor que él despide me da paz.
—Mediante las distintas visiones que me dio Velvar, siento como si hubieras crecido conmigo. He podido estar presente en muchos momentos importantes de tu vida.
—¿De veras? ¿En cuáles?
—Tuve vistazos de tus entrenamientos en las partes más inhóspitas del desierto. También fui testigo de las batallas más difíciles en medio de tormentas de arena. Gracias a tu guía, cientos de guerreros pudieron sobrevivir, incluso cuando los enemigos los superaban por mucho en número. No por nada eres la primera teniente del escuadrón Bránvinger.
—¡Por Gildestrale! De verdad sabes mucho más de lo que pensé. Pero, ¿por qué? Sigo sin entender de qué te sirve saber tanto acerca de mí.
—Tus marcas se manifestaron cuando cumpliste los siete años, ¿cierto?
—Ajá. Todos estaban sorprendidos por eso.
—No lo dudo. Velvar dice que nadie más había despertado las marcas de la diosa siendo tan joven. Y bueno, mi naturaleza Dákama se manifestó cuando yo tenía esa misma edad. No me parece que eso haya sido una simple casualidad.
—¿Acaso estás insinuando que ambos eventos se relacionan?
—No lo estoy insinuando, lo estoy afirmando. No creo en el destino ni en las coincidencias. Creo en las señales contundentes y en los hechos. Los peregrinos evanescentes no intervienen en el curso normal de los acontecimientos de las dimensiones. Ellos solo observan y discurren a su antojo. No actúan a favor o en contra de nadie a menos que se trate de algo de suma importancia. Velvar me llevó hacia ti porque eres mucho más importante de lo que te imaginas. No tengo dudas de que tú y yo debíamos encontrarnos.
—Si soy tan importante, ¿por qué me equivoqué en un momento decisivo? ¿Por qué no pude conservar mi cuerpo? ¿Por qué tomé uno ajeno? ¡Le pasé por encima a la consciencia de otra persona para adueñarme de su cuerpo! ¡Eso está mal!
Me levanto rápido y camino varios pasos. Sostengo mi cabeza usando las palmas mientras niego. Me arden los ojos y casi no puedo tragar. Kylian se pone de pie. Comienza a acercarse despacio. Siento cómo toca mi espalda alta con suavidad.
—Cuando perdiste las manos, la diosa ya no podía hacer que su energía fluyera a través de ti. Estando en esa condición, el Dákama que te atacó te habría absorbido. Sin las marcas, tu cuerpo no habría resistido el viaje a través de la linde dimensional, pese a que dicha barrera iba a estar muy debilitada. No podías cruzarla sin ayuda.
—Debí haber muerto, entonces. Nadie más debió pagar por mi error en la batalla.
Lágrimas gruesas descienden por mis mejillas. Pese a que no deseaba morir en ese momento, tampoco habría elegido lo que Kylian escogió hacer por mí.
—No digas eso, por favor. No hiciste nada malo, créeme. Tu alma necesitaba de un cuerpo que albergara la energía de Gildestrale para ser atraída hacia allí. Gracias al apoyo de Velvar, supe que Olivia Duncan, mi mejor amiga, era tu equivalente dimensional. Su cuerpo tenía la capacidad innata de atraer tu alma hacia esta dimensión cuando se diera el traslape.
—¡La pusiste en peligro y pisoteaste su voluntad por mi culpa!
Me giro con brusquedad para encararlo. En su mirada percibo infinita tristeza y desesperación. Es como si estuviera suplicando perdón mediante los ojos.
—No había alternativa. Hice lo necesario para preservar tanto su vida como la tuya. Mi padre y sus aliados iban a matarla con o sin mi participación en ello. No solo yo podía sentir su inusual energía. Ellos también la percibían y querían usarla para su beneficio. Si permitía que la mataran, la habría perdido a ella y también a ti. Pero, si trataba de detenerlos, la habrían matado tanto a ella como a mí por traicionarlos. Muerto no podría seguir buscando la manera de evitar el colapso dimensional que están tratando de provocar. Muchas vidas se perderían si algo así ocurriera.
—¿¡Evitar un colapso dimensional!? ¿¡Hablas en serio!? ¡Eso es justo lo que los guerreros de Gildestrale hacemos! Si los Dákamas destruyen los límites entre las dimensiones, iniciaría una masacre.
—Lo sé. Por eso no podía permitir que acabaran contigo ni con mi amiga. Haber nacido con sangre Dákama no significa que esté de acuerdo con lo que ellos buscan. No quiero matar a nadie. No busco poder ni me interesa conquistar dimensiones. Solo quiero que haya paz. Aun si no soy bienvenido en este mundo, deseo que todas las criaturas sean libres.
—¿Y cómo encajo yo en esos planes?
—Hay algo clave en ustedes dos, de eso no me cabe duda. Todavía no comprendo bien qué es, pero muy pronto lo averiguaremos. Es probable que la criatura que viajó contigo hacia acá sepa cosas que nosotros no. Cuando despierte, por favor tráela. Me gustaría hablar con ella.
Con el mar de recuerdos e información nueva que he estado recibiendo, no había vuelto a pensar en Etterlys. Me miro la mano izquierda con ternura, como si así pudiera ver a mi amiga que duerme allí dentro.
—Yo también necesito hablar con ella. Te prometo que la voy a traer, pero no sé cómo avisarte cuando esté despierta.
—Si sabes que en esta dimensión existen los teléfonos, ¿no? —Arquea las cejas y sonríe—. Para eso tienes mi número guardado en tu agenda. Solo escríbeme cuando sea que lo necesites y yo actuaré. Ni siquiera tienes que explicarme nada. Solo envíame un emoji de cuervo. Así sabré que es el momento de ir a buscarte.
—De acuerdo, eso haré.
Hablo con voz débil. Mi cabeza ahora es como un globo que lleva dentro un exceso de gas. Estoy a punto de estallar de mil formas. Tengo demasiada información para procesar. Siento que todavía me falta conocer e indagar muchísimo más, pero no sé ni cómo poner mis más grandes dudas en palabras en este momento. Necesito tiempo a solas. Solo quiero sumirme en un profundo sueño sin preocupación alguna.
—Es hora de que vuelvas a casa. Velvar se encargará de llevarte allá de forma segura. Nos vemos en la escuela.
Kylian se acerca y me da un beso en la frente. La suave presión de sus labios en mi piel hace que mi corazón se mueva a toda velocidad. Antes de que pueda reaccionar o decir algo al respecto, Velvar aparece y me envuelve con sus alas de nuevo para guiarme de regreso a mi habitación. Cuando se marcha, me quedo estática mirando al frente por un largo rato. La oscuridad del cuarto es equiparable a la que nubla mis pensamientos justo ahora. Sin claridad mental, no puedo razonar ni tomar decisiones importantes. Por lo tanto, me dejo caer de espaldas en la cama. El sueño me vence en apenas unos pocos minutos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro