Capítulo 2
—No es un asesino en serie, Lia. —me dice Beth mientras yo pongo los ojos en blanco ante su comentario y aparto la mirada de él.
Su hubiese sido en otro momento, ese comentario me habría causado gracia. Pero no en este. Eso solo me recuerda que había estado viviendo con una psicópata, que aún anda suelta, hace apenas 24 horas. Tan solo de pensar que pude haber sido yo y no el pobre chico del reparto de pizza, hace que comience a temblar.
—¿Recuérdame una vez más porque me estoy mudando aquí exactamente? —le digo mientras dejo las bolsas que aún no he soltado en el sofá.
—Sabía que te encantaría el piso, además que no creo que tengas muchas opciones, y te aseguro que ni siquiera notarás que él está aquí. —me dice muy bajito con una sonrisa.
No es la primera vez que hace este comentario.
—¿Por qué lo dices? —le pregunto ahora con curiosidad.
—Porque se marcha a su trabajo antes de que llegues por la tarde y llega de él después que te vas por la mañana.
—¿En qué trabaja?
—Creo que, en un club, o algo por el estilo.
Lo observo nuevamente mientras se dirige a su habitación.
—¡Alex! —lo llama ella mientras él bota el pomo de agua vacío y camina en nuestra dirección con paso lento y cansado.
Se detiene frente a nosotras.
—Esta será tu nueva compañera de piso, su nombre es Lia. —dice ella presentándonos.
Él se detiene frente a mí. Es alto, más de lo que había llegado a pensar en un primer momento y tengo que inclinar un poco la cabeza hacia arriba para observarlo bien. Lleva un gorro de invierno, que le cubre toda la cabeza. Sus ojos, lucen cansados, tiene el aspecto de una persona que apenas ha dormido unas horas. Apenas puedo notar de qué color son. Su rostro está cubierto por una densa y tupida barba oscura, que me hace recordar la serie Vikingos. Continúo bajando mi mirada ahora por la ropa que lleva. Su ropa es dos tallas más grandes, le queda ancha y para nada parece su tipo.
El me tiende la mano a modo de saludo. Lo pienso por un momento antes de tenderle la mía y estrechar la suya. El contacto de su mano me resulta extrañamente cálido y electrizante.
—Mucho gusto. —me dice el apartando la mano rápidamente de la mía. Hasta su voz suena exhausta.
Aparta la mano tan rápidamente, que creo que no fue consciente de la corriente eléctrica que fluyó entre ambos ante ese breve contacto.
—Acomódate y siéntete a gusto. —me dice mientras camina nuevamente hacia su habitación. —Discúlpame, pero necesito descansar antes de irme para el trabajo. —dice entrando en su habitación y cerrando la puerta.
Si. No es extraño en lo absoluto. Bien podría ser un vampiro y chuparme la sangre cuando esté durmiendo por la noche.
—¿Entonces? ¿Qué te parece? —me pregunta Beth sacándome de mis pensamientos.
—¿El apartamento, o tu compañero de piso? —le pregunto apartando la mirada de la puerta de su habitación y mirándola a ella.
Beth se ríe.
—Sé que te gusta el apartamento Lia, me refiero a Alex.
—No lo sé, aún no me veo viviendo con un hombre en un apartamento. —le contesto con un poco de dudas.
Beth no lo sabe, esa parte de mi vida no se la he contado a nadie. Tengo 24 años y nunca he convivido con ningún hombre. Los novios que tuve, fueron solo eso, novios. Ninguno me propuso mudarme con él, y mucho menos que me quedara a pasar la noche. Y cuando venían a mi apartamento, pues despertaba sola a la mañana siguiente. Se marchaban en el instante en que me quedaba dormida o cuando terminaban el acto sexual.
—¿Ni siquiera si es gay? —me pregunta Beth sacándome de mis recuerdos y dejándose caer en el sofá.
—¿Alex es gay? —le pregunto ahora intrigada por este nuevo giro en la conversación.
—No lo sé. En los casi diez meses que vivimos juntos, jamás lo vi traer a ninguna chica al apartamento.
—¿Y algún chico? —Beth se queda pensativa.
—Ahora que lo mencionas tampoco.
—No me gusta su aspecto Beth. —le digo sinceramente mientras miro brevemente una vez más hacia la puerta cerrada de su habitación.
—¿Lo dices por la ropa que le queda muy grande o por la enorme barba que lleva?
—No solo por eso, pero sí. ¿Por qué lleva ropa tan holgada? —le pregunto con curiosidad ya que ella ha sacado el tema a relucir.
—Era gordo. —me contesta como si nada.
—¿Es en serio? —pregunto asombrada porque no me lo puedo imaginar gordo.
—Sí. No sé qué sucedió en su vida durante los últimos meses. Pero de repente cambió de trabajo y comenzó a bajar de peso.
—¿Nunca le preguntaste? ¿Pensé que se conocían bien?
—Sí. Me dijo que había terminado una relación de varios años y que era momento de rehacer su vida.
—¿Una relación? ¿Y nunca conociste a esa persona?
—Es muy reservado con su vida privada. Nunca la trajo aquí. Al menos, no mientras yo estaba.
—¿Y a la nueva?
—No, tampoco. Pero ya te dije, no te preocupes. Además, que cuando llegues por la tarde no tendrás que preparar la comida, eso es un bonus. —me dice con una sonrisa.
—¿Por qué?
—El la deja preparada antes de irse al trabajo. Tenemos un acuerdo, el hace la comida y yo le dejo preparado el desayuno.
—¿Un hombre que sabe cocinar? ¿No es ese el sueño de toda mujer? —le digo mientras ella se ríe a carcajadas conmigo.
—Lo es. Pero no se rindió ante mis encantos, así que como te dije, debe ser gay. —me contesta mientras ambas reímos.
Sí, Beth es la típica mujer por la que todos los hombres babean, incluso algunas mujeres. Yo, a diferencia de ella, no he tenido mucha suerte con los hombres. Todos son unos imbéciles. Al menos, todos los que me tocaban a mí.
—Pero quizás logres que se rinda ante los tuyos. —me dice con una sonrisa mientras yo me siento a su lado en el sofá.
—Primero que todo, no me atrae físicamente.
Es la verdad. Con ese aspecto, no creo que ligue mucho. Pero entonces, por un breve momento, recuerdo la corriente eléctrica que recorrió mi cuerpo en cuanto nuestras manos se tocaron. Definitivamente eso había sido algo nuevo, nunca antes lo había sentido cuando tocaba a alguien. Decido ignorarlo, lo más probable es que haya sido la estática.
—Y segundo, sabes que no quiero saber nada de hombres en mi vida. —le digo recostando la cabeza hacia atrás en el sofá mientras cierro los ojos exhausta.
—¿Cuánto tiempo ha pasado ya? —me pregunta y sin mirarla, sé a qué se refiere.
—Casi un año. —le digo en voz baja mientras abro los ojos.
Es mi mejor amiga. Pero desde que me preguntó la primera vez, le mentí. No creo que cambiar y contarle la verdad a estas alturas sea lo mejor. Así que continúo con la misma historia.
—¡No puedo creerlo! —me dice conteniendo la risa mientras yo la miro rodando los ojos. —¿No crees que ya es tiempo de que conozcas a alguien?
Beth me repite lo mismo cada fin de semana justo antes de nuestra salida cotidiana. Y cada semana le repito lo mismo. No estoy interesada en una relación con ningún hombre. Incluso llegó a sugerirme si me interesaba una relación con alguna mujer. Recuerdo que le grité un rotundo y alto ¡NO! Después de eso, había dejado de preguntar. Pero el que saque la pregunta nuevamente a colación, justo en este instante en que mi vida se ha complicado, me hace planteármelo nuevamente.
No sé si estoy lista para tener una relación nuevamente. Después de la segunda relación y de que me sucediese lo mismo, una y otra vez, decidí acudir a un especialista. No podía ser normal lo que me sucedía. En realidad, acudí a varios especialistas, pues no me conformaba con los resultados. Pero tras varios exámenes una y otra vez, todos me dijeron lo mismo. Que solo necesitaba más estimulación de lo normal y que debía hablarlo con mi pareja.
Créanme, lo intenté. Les expliqué lo que me sucedía, que no había nada malo en mí y la necesidad especial que tenía. Pero al final les resultó más fácil cambiarme. Incluso llegué a fingir los orgasmos, hice lo que hiciera falta con tal de salvar la relación. Pero llegó un momento en que me cansé de fingir algo que no sentía en realidad.
Aparto mis recuerdos y decido contestarle a Beth. Pero esta vez, decido contestarle algo diferente.
—Con este trabajo, no tengo mucho tiempo de pensar en nada Beth.
—Esta noche vamos a tener una noche de chicas, necesitas olvidarte de todo lo que te ha sucedido en las últimas 24 horas. Un revolcón de una noche resolverá todos tus problemas. —me dice mientras yo pongo los ojos en blanco. —Creo que un año es demasiado. No sé cómo has aguantado tanto
Yo si lo sé. El kick boxing.
—¿Y Liam? —le pregunto al ver que no menciona a su novio. Además, que no quiero ir de chaperona si él va a ir.
—Liam tiene guardia en el hospital. —me dice con una sonrisa haciendo una pausa. —¿No lo extrañas?
—No. —le contesto rápidamente, pero sé que me estoy mintiendo a mí misma.
¿Pero cómo puedes extrañar algo que nunca en tu vida has podido hacer bien? Tuve mi primer novio cuando tenía 15 años. Pero no fue hasta los 19 que tuve mi primera relación sexual. No quería hacerlo porque sí, quería hacerlo con la persona correcta. Pero lamentablemente, yo creía que era la persona correcta. No lo fue. Me dejó una semana después de lograr lo que quería de mí. Después de eso tuve dos relaciones más. Con un chico que iba a la universidad conmigo. Se sentaba a mi lado y con el pasar del tiempo nos convertimos en amigos y después en algo más. La relación duró más de dos años, bueno, duró hasta que encontró a alguien mucho mejor que yo. Al menos tuvo la decencia de decírmelo y no engañarme como el que vino detrás. Ese, ni siquiera se atrevió a decírmelo, incluso después de que lo descubrí engañándome. Después de eso, decidí que no quería saber nada de hombres en mi vida por un tiempo. Estaba harta de fingir. Y con el nuevo empleo, no he tenido mucho tiempo de pensar en hombres. La frustración sexual la libero golpeando el saco en las clases de Kick Boxing.
—¿Entonces nada de hombres en tu vida? —me pregunta regresándome la realidad.
—No.
—¿Ni siquiera si es gay?
—Ni así. —le digo mientras reímos a carcajadas.
—Voy a alistarme y vengo por ti a las 8:30 pm. —me dice levantándose del sofá.
—No creo que esté de ánimos para salir. —le digo sin energía.
—Boberías, ya verás como con una noche moviendo el cuerpo se te olvida todo.
—No te prometo ser la mejor compañía. —le digo aún desanimada.
—Ya me encargo yo de que te diviertas y quizás de que conozcas a alguien. —me dice alzando las cejas sugerentemente.
—Tampoco te prometo eso. —le digo con una leve sonrisa.
—Entonces creo que me voy, tengo que alistarme para esta noche. —me dice con una sonrisa mientras se despide de mí y se dirige hacia la puerta.
Pero se detiene en cuanto la abre. Parece que recordó algo y se gira hacia mí.
—Considera lo que está en el armario como un regalo por tu mudanza. —me dice con una sonrisa mientras se marcha.
Y allí me quedo sentada asimilando todo a mi alrededor. De todo lo que hemos hablado, Beth tenía razón en algo, no voy a encontrar un apartamento como este en tan poco tiempo. Un bostezo escapa de mis labios. Estoy completamente exhausta. Creo que debo tener la misma cara que mi nuevo compañero de piso. No creo que con este cansancio sea la mejor compañía esta noche. Pero no puedo cancelarle a Beth. Cojo las dos bolsas, la de las compras y la de la mudanza y me dirijo hacia mi habitación.
Necesito música para organizar mis cosas. Busco en mi teléfono mi playlist favorito y deslizo el dedo hasta encontrar la canción con la que quiero comenzar. Y al ritmo de Under you de Nick Jonas, vierto las cosas de mi mudanza sobre la cama y después abro el armario.
Beth no mentía cuando dijo que había dejado algunas ropas, pero olvidó el detalle de que es casi medio armario. ¿Cuántas tallas ha aumentado en tan poco tiempo?
Me giro nuevamente hacia la cama. Tengo dos vestidos, uno negro y uno azul. No creo que el azul sea el indicado para un club nocturno. Así que lo acomodo en el armario. Dejo unos tacones negros y un tanga sobre la cama. El resto lo acomodo en el armario. He terminado bastante rápido en verdad. Apenas y son las 6:30 pm. Mejor comienzo a prepararme. Cojo el teléfono y la bolsa con las cosas de aseo y me lo llevo hacia el baño.
El baño tiene una tina. Y es justo lo que necesito. Acomodo mis cosas de aseo en el baño y comienzo a llenar la tina. Veo que Beth se ha dejado las sales aromáticas y la espuma. No son las que me gustan, pero para el momento, servirán. Las vierto en la tina mientras espero que esta se llene.
En cuanto está lista, me desnudo y me sumerjo en el agua hasta la barbilla recostando mi cabeza en el borde de la tina. Después de la noche que he pasado, esto es justo lo que necesito. Un relajante baño de espuma y sales aromáticas. Cambio el playlist hacia uno más relajante y lo pongo bien bajito.
Ahora sipuedo relajarme y disfrutar con total tranquilidad.
Lia Adams
________________________________________________________________________________
Espero les guste este capítulo. ¿Que creen de Lia?
Déjenme sus comentarios y no olviden dejar su voto.
Xoxo
🐦⭐
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro